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Capitulo XV

—Perdóname, Izumi, tal vez en otra vida pueda cumplir mis promesas rotas.

Ella vio como los labios de Ryu se movían, como expresaba palabras que endulzaban sus oídos y la seducían, pero había algo que las otras veces no había notado.

Tal vez era porque estaba enamorada o simplemente porque Ryu había sido muy bueno fingiendo, pero, al hablar no demostraba muchas expresiones faciales que le indicaran que aquello que decía ko era mentira.

Realmente, parecía incómodo profesando promesas y palabras de amor hacia ella.

Izumi miró a los gemelos, aquellos que habían sido sus mejores amigos por un año completo, buscó en ellos apoyo y seguridad.

Sin embargo Izumi solo encontró expresiones de lástima e indiferencia, por parte de Natsume, ¿Acaso todos sabían de aquella farsa?

En su desesperación, Izumi buscó a su amiga de la infancia, su aliada, su mejor amiga.

La encontró, sin embargo, su corazón dio un vuelco al verla lanzarse hacia los brazos de Akane y plantar un beso en sus labios. La albina le decía cosas que Izumi no podía comprender gracias a lo lejos que se encontraban.

—Akane le está asegurando a Azula la seguridad de su padre si se une a mi padre —explicó Ryu, sonriendo dulcemente, apoyando su barbilla en el hombro de Izumi—..., y Azula acaba de aceptar.

Izumi lo miró, lo maldijo mentalmente de todas las maneras posibles, pero por alguna razón las palabras no salían de su boca. Era incapaz de decir algo malo sobre Ryu, de hecho, su amor por él era tan grande que su corazón dolía como si mil cuchillos lo estuvieran atravesando.

Su mirada tan fría, pero a la vez tan relajante, se posó sobre los gemelos.

Ellos sonrieron ampliamente hacia Ryu.

—¡Iremos con papá, vamos a ver que esté bien! —Ryu sonrió y asintió, dándoles de esta manera su permiso.

Izumi se sintió ofendida.

Sus padres no corrían peligro, entonces, ¿por qué habían hecho aquello?

—La respuesta a tu pregunta es sencilla, pastelito, están hechizados —Izumi quiso llorar al reconocer aquello como una burla.

—Por favor, dime por qué, ¿no merezco eso al menos? —Ryu la escaneó de piesa a cabeza y luego sonrió calidamente.

—No.

El dolor en su pecho era algo que ella no podía ignorar, pero, haber sido traicionada por la persona que amaba no era lo más difícil aquel asunto. Lo más doloroso era seguirlo amando.

—¿Sigues jugando con la comida, Ryu? —dijo una voz masculina detrás de ella.

Al girarse, Izumi se encontró con un chico hermoso que era parcialmente parecido a Azula, él la miraba con molestia.

—¿Donde está Akane? —La voz gutural y cruel de Ryu congeló a Izumi de inmediato—. La perdí de vista por un segundo y no logro encontrarla.

—Volvió a casa, no puedes culparla porque todo este tema del dominio mundial le incomode, es la más parecida al tío Dai —respondió Shaoran, encogiendose de hombros—. Se llevó a su novia.

Ryu puso los ojos en blanco.

—¿Come gente pero no es capaz de quedarse quince minutos para ver como sometemos a una ciudad completa? —Ryu bufó.

—No puedes culparla por no ser...

—¿Como yo? —interrumpió Ryu.

—No, estaba diciendo que no puedes culparla por no ser tan perversa como tu padre o cualquiera de los villanos presentes —siguió Shaoran, observando por el rabillo de ojo como Kotaro encendía un parlante—. Deberíamos irnos, tu padre va a comenzar con su hipnosis.

Ryu miró a Izumi, ella no hacía ningún movimiento, sus pensamientos le llevaron a otro lugar. Un lugar seguro.

—¿Vienes conmigo o prefieres convertirte en un títere de mi padre? —Ryu extendió su mano hacia ella.

Izumi lo miró por un segundo, vio al chico del que se había enamorado, vio a la persona a la cual había prometido entregar su corazón.

Vio al dueño de su vida.

Ella tomó su mano y, juntos, cruzaron un Warp gate que los sacó de allí.

El amor que Izumi había pintado moría lentamente, encontrando la decadencia, sin embargo esos labios rojizos que se encontraba besando en aquel instante eran la misericordia en aquel sádico juego en el que se había visto envuelta.

Ella estaba completamente ida, en medio de los tembloroso restos de su cordura, continuamente conducida entre los labios de Ryu. Había sido abandonada incluso por Dios.

El amor combinado con placer se combinó en sus ojos sumisos bajo la luna.

—Tomaré todo de ti —susurró Ryu contra sus labios—. No hay forma de que deje que escapes de mi, ¿lo sabes?

Izumi asintió, quería perderse en el amor, quería olvidar todas la atrocidades. En un punto de la noche, fue ciega ante todo lo que había ocurrido anteriormente y simplemente disfrutó de su compañía.

Pero Ryu no estaba satisfecho con eso.

Era violento, casi brusco.

—Vamos, llora, grita —ordenó, tomando el rostro de Izumi con una mano.

Ryu quería que Izumi deseara la muerte, una parte retorcida de él realmente lo ansiaba.

—Más —pidió Izumi.

¿Era un crimen aquel insoportable placer y agonía? Porque así era como se sentía Ryu.

Para él, aquel no era nada más que un encuentro sin color, un encuentro atravesado por el blanco y el negro. Mientras ella le confiaba cada parte su dolor, su cuerpo, él no podía evitar pensar en una forma de romperla.

Ryu era como un trozo de hielo.

Izumi, en aquel mar de dependencia, creía que en algún punto olvidaría como respirar.

Aquel momento los besos de Ryu hicieron que ella dejara todo de lado antes de entrar a aquel trance, aquel hechizo al que era sometida ante el encanto natural del bello ángel de la muerte presente frente a ella.

Ryu sería su perdición, su tumba, ella lo sabía.

¿Pero podía ser acaso algo más excitante que la constante sensación de estar por morir ahogada en amor y placer? Para ella no lo había.

Ella no quería ser amada solo por compasión o como una forma de manipulación, pero cualquier palabra que Ryu dijera sería una orden para ella.

Si él no estaba, su existencia ya no sería necesaria, temblaba de miedo por la idea de que Ryu se alejara de ella.

El alma de Izumi había sido pervertida por Ryu, justo como Kotaro había hecho con Izuku.

El diablo le envió a Izumi uno de sus peores demonios y fue entonces cuando ella no pudo evitar ser arrastrada por las bellas garras que la invitaban al pecado.

Ella había sido corrompida por un ser siniestro que no duraría en desecharla si ya no era de su interés o utilidad.

Ella no tenia miedo al fuego eterno.

Pero la idea y el recuerdo de que todas las situaciones que vivió junto a él no habían sido más que planes para maniobrar un acto aún más grande la entristeció.

Había estado jugando el juego de los Honma-Ryder y había perdido.

No fue hasta que sintió los dientes de Ryu clavados en su piel que Izumi soltó varias lágrimas mientras miraba el techo de la habitación iluminada por la luna.

El dolor agonizante de su carne siendo perforada aceleró su pulsó y la asustó, pero no gritó.

Lloró mientras Ryu saciaba sus perversas costumbres.

Lloró mientras sentía que era vaciada y sentía como su novio bebía de su sangre a través de la mordida que había hecho.

Ryu era un ser perverso, incapaz de amar y expresar a afecto. Siempre insatisfecho y con un hambre voraz.

—Déjame complicarte, destrozarte, permiteme abrir tu ojos y destrozar cada parte de tu interior —dijo, levantado el rostro y dejando de Izumi observara su boca cubierta por su sangre—. Te monstraré la perversidad de ser un monstruo, solo entonces tendrás de él derecho de llamarme un ser "perverso."

Espero les haya gustado, no olviden dejar su voto y comentario.

Próximo capítulo: Epílogo.

Habrá un par de extras también, no se preocupen

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