Ryu observó el ambiente caótico que se formaba frente a él.

Ryu era un excelente observador.

Izumi, en un lapso de tiempo en el que se había perdido en sus pensamientos, inconscientemente llamó a Ryu por el nombre de su padre. Él había notado que ella había sentido cierta atracción hacia su progenitor.

También había notado que le habían puesto una venda los ojos para que no supiera de que hablaban los héroes que se encontraban en la misma sala que él.

"Lo siento mucho, Kacchan pidió hacerlo como prevención". Se excusó Izuku, avergonzado y algo consternado por lo que había sucedido un par de horas atrás.

Ryu había notado el efecto que tenía su padre en Izuku. Pero eso era algo que cualquier persona con un poco de inteligencia notaría.

—No te preocupes, Ryu, todo saldrá bien —dijo Izumi, secando las lágrimas que salían sin control de los ojos de Ryu.

Los labios del albino temblaron.

Izumi pensó que incluso de esa manera Ryu era precioso. Estaba perdidamente enamorada de él. Su amor hacia el albino era incondicional y ciego.

No sabía el por qué.

Tampoco sabía cuándo fue que comenzó.

Solo sabía que haría lo que fuera por él.

Pero había algo extraño que había estado haciendo que su corazón latiera desbocado, asustado.

El extraño magnetismo que sintió cuando vio a Kotaro Honma.

Anteriormente habia visto una foto de él, cuando era joven era guapo, sin embargo, ahora, como adulto, era devastador. Parecia un dios de caos y desprecio. Y eso lo hacía todavía más terrorífico. La belleza de aquel hombre haría recaer a cualquiera en la locura.

Su voz era profunda y grave, pero suave y bella a la vez, en pocas palabras, era elegante, justo como él.

Y ni hablar de su sonrisa que, pese a tener atisbos de maldad en ella, era preciosa.

Izumi necesitaba tiempo…, necesitaba entender lo que le rodeaba.

Kotaro había causado el mismo efecto en ella que el que había tenido con su padre.

—Tengo miedo, Izumi, ¿te quedarías conmigo incluso si mi padre viene por mi? —preguntó Ryu, mirándola.

Ryu era casi idéntico a Kotaro, pero al mismo tiempo era su antítesis, mientras que la belleza de Kotaro era una belleza demoníaca la de Ryu era sumamente angelical.

¿Cómo podría ella negarle algo al ángel frente a ella?

—Ryu, mi corazón es tuyo, estaré contigo hasta que te hartes de mi —ambos soltaron una risita mientras ella limpiaba las mejillas en Ryu de los rastros de las lágrimas que antes habían salido de sus ojos.

Ambos se miraron a los ojos y unieron sus labios en beso tierno pero que Izumi había necesitado desesperadamente.

Ryu era su droga e Izumi era adicta a él.

Ambos se abrazaron, entonces, Ryu susurró en su oído:—Las personas que se aman no se guardan secretos ¿sabias? —Ryu acarició el cabello de Izumi con delicadeza mientras ella disfrutaba de aquel cálido abrazo—. Sé que tu padre te dijo algo que a los otros no, ¿me lo podrías decir?

Izumi dudaba sobre si debería responder aquella pregunta, después de todo, su padre le había pedido que no se lo dijera a nadie.

Pero quien se lo pedía era Ryu e independientemente de lo que él fuera a hacer con esa información, no podía ocultarle secretos.

Pero sus dudas no se disiparon allí.

No, sus dudas se disiparon cuando el se acercó lo suficiente como para rozar sus labios.

—Me lo dirás, ¿cierto, pastelito? —susurró contra sus labios—. Me lo dirás porque me amas.

Izumi lo miró con sus grandes y brillantes ojos, su corazón latió rápidamente mientras que rodeaba el cuello de Ryu con sus brazos, sintiendo su respiración cálida.

Ella asintió, sonrojada.

—Te lo diré, porque te amo.

Ryu le dio una sonrisa ladeada que provocó que el corazón de Izumi se acelerara aún más.

Ella le pertenecía a él. Fueran cuales fueran sus deseos ella se encargaría de cumplirlos.

—¡Papá! —exclamó Izumi, sonriente, acercándose a Izuku mientras Ryu caminaba detrás de ella

Izuku daba vueltas por la habitación, preocupado, esperando a que su computadora terminara de digitar los datos que necesitaba.

Shoto, Katsuki y Momo se habían ido para evacuar los aeropuertos y puentes que conectaban a Musutafu con otra ciudades, él era el único adulto en casa que cuidaba a los chicos de un posible ataque, después de todo los demás temían que ante cualquier encuentro con Kotaro Izuku terminara petrificado ante la presencia del villano.

—Quería decirte que Ryu y yo hemos decidido comenzar una relación —expuso Izumi con alegría.

Izuku, aún nervioso, no sabía cómo reaccionar. Sin embargo para su suerte la reacción de Izuku pasó a segundo plano cuando el suelo comenzó a temblar y múltiples explosiones se escucharon.

Izumi se sostuvo de Ryu, quien rápidamente la acorraló contra la pared y la protegió con su cuerpo pensando que los temblores podrían provocar algún derrumbe.

—Lo mejor será salir de la casa, en el peor de los casos, mi padre podría tener más explosivos y con ellos provocar un temblor que si logre derribar algunas casas —susurró Ryu, gesticulando con las manos.

Izuku accedió, buscando a Azula y los gemelos Kirishima —quienes se encontraban consolando a Azula por la aparente traición de Akane—, al sacar a los menores de la casa extrañamente algo sucedió. Hubo un apagón.

Sin embargo la ciudad no se encontraba completamente falta de energía.

No, en el centro se podía ver una gran cantidad de luces de varios colores, pero, especialmente de colores verdes.

Era como si de aquella manera alguien estuviera llamando a Izuku.

Y así como si de un imán se tratase, Izuku se acercó a el lugar siendo seguido por los cinco adolescentes, entre más se acercaba más fuerte se hacía el sonido de la música. La melodía que se escuchaba era una que él había logrado escuchar años atrás.

Y, a pesar de que el entorno parecía ser creado para él, Izuku no era el único siendo atraído hacia aquel lugar.

Cuando llegaron, Izuku y los muchachos se encontraron frente a una gran tarima, en el centro de esta había una persona tocando la guitarra.

Cuando la luz iluminó a la persona en el centro del escenario, el corazón de muchos se detuvo, Kotaro sonrió. Movía sus dedos agilmente sobre la guitarra mientras se acercaba al micrófono.

—Damas y Caballeros, este es el momento que tanto habían temido y esperado, ¿me extrañaron? —Su voz era como el bello susurro de un amante que hace cada parte de tu cuerpo estremecerse.

Kotaro sonrió, pasando su lengua por su labio superior mientras caminaba en el escenario, por más que los heroes del lugar intentaban moverse para atraparlo no podían. Estaban hipnotizandos.

—Si creen en Dios, piensen que soy la mano justa guiada por él, soy el diablo del que creyeron haberse librado —Luego de decir aquellas palabras, el rostro de Izuku mostró temor al ver como Bakugo, Shoto y Momo caminaban detrás de Kotaro—. Aunque han estado conviviendo con mis demonios sin saberlo.

Fue entonces cuando Izuku sintió que perdía su voluntad, su voz, y comenzó a acercarse al escenario. Izuku subió y se plantó a un lado de Katsuki.

—Ellos han sido mis soldados sin saberlo, cada acción buena que hacían la había premeditado, cada movimiento, cada villano que metían en tártaros —Kotaro rió, estremeciendo a los presentes—. Desde el momento en que tuvieron la desgracia de conocerme sus almas fueron mías. Ustedes me pertenecen desde el desafortunado día en que decidí usarlos para matar a All for one.

Izumi miró a su novio con desesperación.

—Ryu, tu eres el único que puede detenerlo, por favor —suplicó, observando como Kotaro usaba a las personas que amaba como simples títeres.

Ryu sonrió amablemente, acercándose a Izumi para plantar un beso en sus labios.

—¿Que te hace creer que quiero detenerlo?

Cuando Izumi observó con temor la sonrisa de Ryu lo notó. Ryu no sólo se parecía físicamente a su padre.

Su sonrisa y el brillo cínico de sus ojos la hizo temblar.

—Cada héroe necesita su historia de origen, ¿no? —Ryu amplió su sonrisa—. Bueno, pastelito, esta es la tuya. Sólo que esta no es una historia de heroes. Es una historia de monstruos. Perversa y retorcida.

El próximo capítulo será el final y el siguiente a ese será el epílogo.

Espero que les haya gustado ♡