013; 𝐕𝐈𝐃𝐄𝐎𝐆𝐀𝐌𝐄𝐒
PERFECT CHANGE — Jaden Walton.
013; ¡VIDEOJUEGOS!
4 DÍAS HABÍAN PASADO desde que Jaden había desaparecido por completo de mi vista. Luego de la pelea con Jackson no lo veía ni en el instituto, ni en el barrio, ni siquiera en los entrenamientos de su equipo.
Debo decir que yo tampoco había hecho mucho por ver cómo estaba. Estaba confusa sobre ir a visitarlo o no, no pretendía molestarlo o que se sintiese presionado por lo que hizo. Estaba tan confundida.
Llegué de vuelta del instituto como cualquier otro día, y antes de entrar a mi casa giré mi cabeza encontrándome con la de los Walton en frente. Debía de ir a verlo, debía hacerlo.
Algo insegura me alejé de casa y crucé la calle parándome en su puerta. Respiré varias veces antes de llamar.
Una mujer pelinegra y muy sonriente abrió la puerta. —¡Mads, cariño! ¿Qué tal?
—Hola, señora Walton. Estoy bien, gracias por preguntar. Siento molestarla, solo quería saber cómo estaba Jaden, hace unos días que no lo veo para nada.
Ella se sorprendió ante lo que le dije. —Oh, sí. Jaden ha estado algo decaído estos días y no tenia ganas de ir al instituto ni nada. Pasa, seguro que le alegrará verte.
Yo asentí con una sonrisa algo nerviosa. Me adentre en la casa y me quedé esperando en la entrada a que Jess me diera alguna indicación, no iba a pasar a su casa así porque así.
—Está en su habitación.— me indicó la mayor señalándome las escaleras.
Asentí y comencé a subir los peldaños hasta que me acordé de algo, ¿cuál era su cuarto? Me fijé en varias puertas y agradecí internamente que en cada una pusiera sus nombres. Jayla, Daelo, Javon... Jaden, esta era.
La puerta estaba cerrada, y desde afuera se escuchaba los disparos de un videojuego, Fortnite.
Respiré hondo y llamé varios toques a la puerta suavemente.
—Pasa.— su voz era tranquila. Probablemente pensaba que era su madre o alguno de sus hermanos.
Abrí la puerta despacio y sonreí al verlo. Estaba sentado en una especie de escritorio, mientras sujetaba un mando de la Xbox.
—Hola, Jaden.— lo saludé adentrándome ligeramente en la habitación.
Él se sorprendió al verme y se quitó los cascos. —¡Madeleine!
—Hey.— sonreí algo apenadla
—¿Qué haces aquí?— se levantó de la silla algo apurado.
Carraspeé antes de contestar. —Yo... he venido a verte, me tenías preocupada.
—¿Preocupada?— pregunte el confundido. —¿Preocupada por qué?
—Por lo que ocurrió con Jackson.— le respondí.
Él apartó su vista mientras relamía sus labios.
—Estoy bien.— indicó algo seco. —Solo me molestó un comentario que hizo.
Se volvió a sentar de nuevo agarrando el mando y volviendo a jugar.
—¿Solo te molestó?— pregunté algo irónica. —Debió de ser algo muy personal.
—No fue nada, ¿vale? Simplemente deja el tema.— me dijo algo malhumorado.
Yo asentí. —Vale, tranquilo.
—Él es mi amigo, lo que ocurrió fue todo un error.— explicó fastidiado. —Dijo un comentario y ya.
—¿De qué era el comentario?— cuestioné cruzándome de brazos.
Él se encogió de hombros negando. —¿Qué más da de lo que fuera? Lo importante es que debería haberme dado igual.
—Oh, vale...— respondí algo insegura.
El joven se puso de nuevo los cascos dando por finalizada la conversación, o eso me dio a mi la sensación, ya que con los cascos no me iba a escuchar. ¿Que hago ahora? ¿Me quedo o me voy? Debería irme, ni siquiera me está mirando, seguro que le estorbo.
Justo cuando fui a girarme hacia la puerta, el moreno se quitó los cascos y me miró. Mierda, seguro que me iba a decir algo de que si me voy.
—¿Vas a sentarte o piensas quedarte de pie todo el tiempo?— preguntó.
Me quedé estática y algo confundida, por lo que me senté automáticamente en su cama. Él me miró confuso también mientras se volvía a su ordenador en el que jugaba. ¿Para esto quería que me quedase? ¿Para verlo jugar?
De repente, echó su brazo hacia atrás y me señaló otro mando igual que el que él tenía. ¿Acaso quería que jugase con él?
—¿Quieres que juegue?— pregunté algo confundida.
Él bufó encendiendo otra pantalla. —¿No es obvio?
—Y yo qué sé, una tiene que ser adivina para acertar contigo.— respondí defendiéndome.
Él paró de jugar unos segundos cuando le contesté, y luego siguió como si nada.
Ingresé mi cuenta y contraseña de Fortnite y pronto apareció mi skin, la de Ariana Grande de hacía unas temporadas.
—¿Ariana Grande?— unas carcajadas salieron de Jaden burlonamente.
Yo fruncí el ceño algo molesta. —Sí, ¿algún problema? Tú tienes la skin que da Fortnite gratis, cuando te compres una, me llamas, guapo.
—¿Guapo?— dijo algo arrogante. —Acabas de llamarme guapo.
—Para qué negar lo innegable.— respondí en español con una tímida sonrisa.
El moreno se confundió. —¿Qué dijiste? No te entendí.
—Por eso mismo lo dije en español.— contesté ladeando mi cabeza.
—¿Hablaste español porque no quieres que te entienda?— cuestiono divertido. —¿Qué fue lo que dijiste, nueva?
—Nada.
—¿Nada? No estoy tan seguro.
Yo encogí mis hombros. —Me da igual.
—Ah, ¿sí? Con que esas tenemos, ¿eh?— dijo algo... ¿pícaro?
—Mh.
—En ese caso, puedo pensar que a lo mejor confirmaste lo de que yo era guapo.— comentó girando su silla quedando frente a mí.
Hice una mueca pensativa. —Bueno... la verdad es que no lo negué. No puedo negar algo que es innegable.— volví a repetir.
No se lo esperaba, permaneció en silencio durante unos segundos hasta que decidí seguir.
—Bueno, y eso por no hablar de Caleb...— dejé caer tratando de que mi plan funcionara.
—¿Qué?— preguntó confuso.
Negué con la cabeza pareciendo loca. —¿Qué? Nada, nada, cosas mías.
—Has dicho algo sobre Caleb, ¿él también te parece guapo o qué?
—Te seré sincera, sí, es guapísimo.— le respondí con una gran sonrisa.
El moreno hizo una mueca de asco como Rusia de grande. —¿Caleb? ¿Guapo? Es broma, ¿no?
—No, claro que no. ¿Por qué iba a serlo?— cuestiono haciéndome la confundida.
—Es que... Caleb es Caleb. ¿Te gusta él o algo?— dijo serio.
Me encogí de hombros pareciendo dudosa sobre la respuesta. —No sé, me parece guapo nada más, creo.
—¿Por qué te parecería guapo Caleb teniéndome a m-...?— frenó en seco antes de decir lo que yo quería escuchar. Se giró de nuevo comenzando a jugar, pero el solo. —Tú estás enferma.
Reí fuertemente ante su comentario. —¿Por qué?
—Por nada, dejemos el tema.— contestó seco.
Solté varias carcajadas silenciosas mientras lo veía jugar, casi lo mataban varias veces, y eso que aún quedaban como 80 personas.
—¿Sabes? Eres realmente malo jugando a Fortnite. Daelo y yo podríamos enseñarte cómo se hace.— solté tratando de picarlo.
Él bufó. —Por supuesto.
—¿Que te ocurre? ¿Acaso estás enfadado?— cuestiono fingiendo confusión otra vez.
—No.
—Oh, sí que lo estás.— afirmé riéndome. —¿Es por lo que dije sobre Caleb?
—Que no.
—Vamos, Jad, era broma.— traté de arreglar mi plan ahora.
Jad... era la primera vez que lo llamaba así.
—Me da igual.— me respondió cortante.
—Ay, no te pongas así.— le pedí. —Lo de Caleb era broma.
—Mh.
Suspiré cansada mientras me tiraba en su cama, Me arrepentía de la broma, ahora se había enfado conmigo.
—Jaden, vamos, que era una broma.— repetí.
Él encogió sus hombros mostrando indiferencia. —Que me da igual, Madeleine.
—No, no te da. ¿Estás celoso acaso?— pregunté divertida empeorando la situación.
—Un montón.— respondió irónico.
—Ah, ¿sí?— cuestioné confundida, no entendí el tono que había utilizado.
Suspiró de nuevo algo cansado. —No, Madeleine, no.
—Jaden, que era broma.— lloriqueé fingidamente. —Tú me pareces más guapo que Caleb.
—Mhm.
—¿Qué significa eso?— pregunté confundida.
Se encogió de hombros por milésima vez en el día. —Nada.
—Lo digo en serio.
—Claro.— respondió irónico, esta vez sí lo entendí.
Yo asentí con la cabeza tratando de convencerlo. —Que sí, de verdad. Eres el más guapo del equipo.
En unos segundos Jaden comenzó a reír sin poder aguantarse, haciéndome ver como una estúpida. Ya estabas tardando en cagarla, Mads.
—¿De qué te ríes?— cuestioné cruzándome de brazos.
—De ti.
—Ah, pues... ¿gracias?
Él suspiró negando con una ladeada sonrisa. —Eres tan fácil de manipular, Madeleine.
¿De manipular?
—¿Cómo?— pregunté confundida.
—Nada, da igual.— finalizó el tema volviéndome a mirar. —¿Piensas jugar a un dúo conmigo o no?
Hice una mueca pensativa. —Es que eres realmente malo, Jaden. Perderemos por tu culpa...
—Pues nada.— se volvió de nuevo al ordenador, ahora sí, enfadado.
—Ay, que es broma, Jad.
Jugamos juntos unas cuatro partidas, en las que tres de ellas obtuvimos la victoria magistral, siuu.
—¿Viste como no soy tan malo jugando?— dijo Jaden señalando la pantalla.
Yo lo miré ofendida. —¿Perdona? Si he hecho yo todo, tú no me has ayudado nada. Y encima moriste como... ¿8 veces?
—¡Eso no es verdad!— exclamó.
—¡Pues claro que sí, no seas mentiroso!— respondí divertida. —Si hemos ganado, ha sido gracias a mi.
—Mh.
—Deja de llorar y acéptalo.— comenté siendo realista.
—Oh, yo no estoy llorando.— me dijo confundido.
—Pues poco te falta para estarlo.— reí yo misma de mi broma.
—Tú estas fatal.— soltó unas carcajadas Jaden por fin mientras negaba, haciéndome reír aún más.
Estuvimos jugando un montón de tiempo, incluso llegamos a hablar de lo que debía de hacer con Jackson; pero jamás me dijo que fue lo que el joven comentó que molestó tanto a Jaden.
Sin embargo, lo que a mí nunca se me ocurrió es que Jaden estaba tratando de aprender a jugar a Fortnite, para así poder jugar conmigo, ya que sabía que era mi videojuego favorito.
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