012; 𝐉𝐄𝐀𝐋𝐎𝐔𝐒𝐘
PERFECT CHANGE — Jaden Walton.
012; ¡CELOS!
LLEVABA YA 2 MESES Y MEDIO en EEUU y estaba más feliz que nunca. Me lo pasaba genial con los hermanos Walton, quedábamos casi todas las tardes, ya fuera en su casa o en la mía.
Justo ahora mismo, nos encontrábamos los 4 hermanos y yo en el salón de su casa jugando a Fortnite, aunque únicamente jugábamos yo y el menor de todos.
—¡Vamos, Daelo!— exclamé divertida mientras él disparaba a otro dúo que se nos acercaba.
Mate a uno de ellos y fui corriendo con mi skin hacia la de Daelo para ayudarle. Ambos le disparamos a la última persona que quedaba aparte de nosotros, finalmente obteniendo la victoria magistral.
—¡Sí! ¡Vamos!— gritó Daelo levantándose y comenzando a saltar.
Yo reí y aplaudí cuando el pequeño se acercó a mí y me abrazó fuertemente.
—¡Genial! ¡Mira, has subido de nivel!— exclamé señalándole la pantalla.
El se llevó sus manitas a la cara emocionado. —¡Dios, soy nivel 157 ya!
—Joder, y pensar que la nueva temporada solo lleva dos meses.— participio Jaden por primera vez mientras veía su móvil.
—Ay, no le quites la ilusión.— le respondí girándome de nuevo al pequeño. —Bien hecho, Dae.
—Gracias, Mads.
Pasaron varios segundos hasta que revise mi móvil ya que estaba vibrando, era Lily.
—¿Sí? ¿Qué pasa, Lily?— pregunté descolgando.
La rubia contestó. —Hey, Mads, sal afuera. ¡Tenemos una gran sorpresa!
—¿Una sorpresa?— pregunté confundida, lis hermanos me miraron dejando de hacer lo que estaban haciendo.
—¡Sí! ¡Vamos, sal!— exclamó feliz.
Me colgó y miré a Jaden.
—¿Qué ha pasado?— preguntó el moreno algo preocupado.
—Lily ha dicho que tiene una sorpresa para mí afuera.— respondí confundida mirando de nuevo mi móvil max
Jayla se levantó rápidamente. —Entonces, ¿qué haces aquí? ¡Vamos!
La pelinegra me agarró y me levantó inmediatamente del sofá, posicionándose detras de mi comenzando a empujarme hacia la puerta.
—¡Voy! ¡Voy!— exclamé emocionada, ¿qué podría ser?
Salimos todos a la calle del barrio privado y allí estaban Lily, Matt y Max. Los tres portaban grandes sonrisas en sus rostros sin hacer absolutamente nada, solo se mantenían quietos.
—¿Qué ocurre?— pregunté confundida, hasta el punto de preocuparme al no ver ningún tipo de reacción por parte de nadie.
Unos suaves toques en el hombro e inesperados me hizo sobresaltar y girarme rápidamente para encarar quién fuera. Quedé atónita al ver quién era.
—¡LAURA— grité como una loca mientras llevaba mis manos a mi rostro sin creérmelo. —¡LAURA, TÍA!
—¡AHH, MADDIE!— exclamó ella ahora eufórica.
Ambas nos dimos un fuerte abrazo mientras reíamos como unas locas.
—¿Quién es?— preguntó Javon hablando con sus hermanos.
Jaden se encogió de hombros. —Ni idea.
—Es española, capaz es su mejor amiga.— contestó Jayla.
—Eso parece.— habló de nuevo Javon.
—¿Cómo has estado, tía?— le pregunté con una sonrisa.
Ella se encogió de hombros. —Ya sabes, el instituto básicamente, que es una mierda. Te he echado de menos estos dos meses.
—Yo también, Lau.— le respondí algo triste, hasta que de repente me acorde de algo. —Oh, sí, ven.
La agarré de la mano y la acerqué a los hermanos Walton, a los que ella no idolatraba.
—Chicos, ella es Laura, mi mejor amiga.— hablé en inglés para luego cambiar. —Lau, ellos son Javon, Jaden, Jayla y Daelo.
—Hola, encantado.— saludó Javon levantando la mano.
—Hey.— dijo Jaden algo seco sin darle importancia.
Jayla sonrió. —Hola, guapa. Yo soy Jayla, aunque ya lo haya dicho Mads.
—Hola, yo soy Daelo, y tengo 7 años.
Laura sonrió asintiendo, pero sabía que algo no iba bien.
—Encantada, aunque no me haya enterado una mierda de lo que habéis dicho.— dijo Laura haciéndome reír fuertemente. —Por cierto, tia, ¿cuál de ellos era el que te gustaba?
—¡Cállate, Laura! Que se van a enterar, por Dios.— le dije avergonzado asegurándome que nadie la hubiese escuchado.
—Tonta estoy hablando en español.— me respondió obvia con una sonrisa divertida. —Venga, dime cuál es.
Yo relamí mis labios nerviosa mirando disimuladamente a Jaden. —Es el segundo empezando por la derecha.
—¿El antipático?
—No es antipático.— negué mirándola algo mal. —Simplemente es así, de pocas palabras al principio.
Ella encogió sus hombros indiferente. —Mh, es mono, debo admitirlo.
—Eh.— llamé su atención frenándola.
—¡Tranquila, fiera, que no te lo voy a robar! Además, sabes que yo voy por otro lado...— me dijo picara. Ella era lesbiana, por si alguien se lo pregunta.
—Ya, bueno, volvamos con ellos.
Narra Jaden
Estoy harto de todo. Estos días han sido una mierda.
Madeleine no ha hablado conmigo desde que llegó esa repelente niña llamada Laura. No se separan ni dos segundos.
La de rulos no estaba asistiendo al instituto para así poder estar con su mejor amiga, quien se quedaba cerca de tres malditas semanas. Lleva aquí casi cuatro días y ya estaba harto de ella.
—Eh, tío, ¿en qué piensas?— la voz de Caleb me sacó de trance.
Yo negué rápidamente. —¿Qué? ¿Yo? En nada, ¿por qué?
—Te acabo de lanzar una pelota para que la atraparas y no te has inmutado.— respondió él señalando un punto del terreno.
Giré mi vista hasta el punto señalando y tenía razón, había una pelota de béisbol que anteriormente había sido lanzada.
—Lo siento, es que...— empecé a decir cuando me frené yo mismo. —nada, no importa.
El rubio se acercó a mí algo preocupado apoyando su mano en mi hombro. —Tío, ¿estas bien? Sabes que cualquier cosa puedes hablas conmigo.
—Sí, lo sé.— asentí. —Es sobre Madeleine.
—¿Qué ocurre con ella?— preguntó cruzándose de brazos interesado.
Yo relamí mis labios nerviosos pensando muy bien lo que iba a decir. —Desde que llegó su amiga para quedarse un tres semanas apenas ha hablado conmigo, siempre está con la Laura esa. Ya no viene a los entrenamientos, no a los partidos, solo para quedarse con ella.
—Pero si lleva solo 4 días aquí.
—¿Y qué con eso?— cuestioné serio.
Caleb rió fuertemente dejándome algo confundido. —¡Tío, estás celoso, y encima es de una tía!
—¿Y qué pasa?— pregunté.
—Nada, pero es gracioso, Jaden. Es su mejor amiga, según me contaste, y lleva meses sin verla, es normal que quiera estar con ella.— respondió tranquilo.
Yo negué, él no lo entendía. —No lo comprendes, Caleb, no se separa de ella. Es como si la maldita Laura fuese una garrapata, Dios, no la soporto.
—Tú estás loco, bro.— anunció el pecoso serio mientras bufaba.
—¡No, no lo estoy!— exclamé contraatacando.
Un moreno llegó donde estábamos nosotros dos hablando. —¿Que tu no estás qué?
—Nada, una cosa mía.— traté de evadir el tema.
Con Caleb tenía mucha más confianza que con el resto del equipo. Jackson me caía bien y eso, pero no se acercaba a Caleb.
—Oh, bueno, está bien.— me respondió haciendo una mueca.
Suspiré algo nervioso antes de contarle a él también. —Desde que llegó su amiga, Madeleine no ha hablado conmigo ni nada.
—Eres un exagerado, de verdad.— susurró Caleb antes de apartarse levemente y empezar a recoger sus cosas, ya habíamos terminado el entrenamiento.
—Vaya...— justo cuando el moreno iba a responder, dos jóvenes venían hacia donde nosotros, eran Mads y la pesada de Laura. —Hablando del rey de Roma, por la puerta se asoma.
Madeleine vestía con una falda blanca con estampado de flores negras, un top negro muy elegante, y unas converse blancas. Dios, iba preciosa. La otra no sé porque ni si quiera la miré.
—Yo no sé qué comen las españolas, de verdad.— habló Jackson confundiéndome. —Pero están... que no veas.
—¿Qué hablas, bro?— preguntó Caleb confundido, todos sabíamos a quienes se refería el moreno.
—Vamos, todos pensamos eso, por lo menos de Madeleine. Está... buah.
No me lo podía creer. Eso fue la gota que derramó el vaso. ¿Por qué había jóvenes que hablaban así de las tías. No son putos objetos, por Dios. Y mucho menos, Madeleine.
—Tío...— susurró Caleb mirando mal a Jackson.
—Espero que estés de puta coña.— dije fríamente encarándolo.
Él sonrió bufando. —Claro que no, ¿por qué iba a estarlo? No te hagas el santo, Jaden, seguro que tú también has pensado como tiene que...
No lo dejé terminar. Estampé fuertemente y con todas mis ganas mi puño en su rostro, haciéndolo tambalear y caer al suelo.
Escuché de fondo un grito ahogado que sabía a quién pertenecía.
—¡Jaden, no!
Pero ya era demasiado tarde. Me senté a horcajadas sobre él y comencé a repartir puñetazos como un loco, la ira me estaba controlando.
—¡Vamos, repítelo!— grité enfadadisimo mientras lo agarraba por las solapas de su chaqueta. —¡Vamos!
Noté unos brazos alrededor mía tratando de separarme de aquel. —¡Jaden, para!
No le hice caso. Seguí golpeando a Jackson hasta que mis nudillos escocían, y hasta que su voz me frenó de una vez por todas.
—¡Jaden!— el gritó de la morena de rulos lleno de pánico y miedo me hizo darme cuenta de lo que estaba haciendo.
Me levanté y me alejé de ellos dos. Dios, Jackson estaba bañado completamente de sangre por todo su rostro, me había pasado bastante.
Miré a Madeleine y sus ojos reflejaban miedo, miedo ante mí. No, no, eso sí que no, por favor.
Mi respiración se agitó y noté como mi labio inferior comenzaba a temblar. Debía irme de allí, simplemente salir. Empecé a correr inesperadamente de vuelta a casa, dejando a todos allí.
—¡Jaden!— escuché a Madeleine gritar mi nombre.
Pero ya era demasiado tarde, no iba a volver.
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