006; 𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒
PERFECT CHANGE — Jaden Walton.
006; ¡CARTAS!
HABÍAN PASADO 2 DÍAS desde la fiesta en la casa de los Walton. Se celebró el viernes, por lo tanto ni el sábado ni el domingo lo vi.
Pasé muy tranquila el fin de semana, mi host family y yo fuimos numerosas veces de paseo, y están planteando hacer una gran piscina en el patio.
Desgraciadamente, volvía a ser lunes. Y eso significaba vuelta a la rutina.
Me desperté a las 5 y media de la mañana para que me diese tiempo a plancharme toda mi rizada melena. Hoy iba a llevar el pelo planchado, no quería que se siguiesen burlando de mí.
Me puse rímel y agarré mi mochila, la cual ya estaba preparada desde ayer por la noche.
—Buenos días.— saludé.
Matt y Max sonrieron. —Buenos días, Mads. Lily hoy ha salido a trabajar antes. ¿Quieres que te llevemos al instituto?
—No, no te preocupes.— negué tranquila. —Yo voy andando hacia allí.
—¿Segura? Ten cuidado.— me dijo Matt.
Yo asentí mientras salía por la puerta en dirección al instituto.
Al llegar, nadie volvía a mirarme. Me daba cuenta que era cuestión de mi pelo; rizado, todo el mundo me miraba; liso, nadie lo hacía. ¿Por qué?
Seguí andando hasta que reconocí al grupo de mis mejores amigos, nótese la ironía.
—¡Hey, nueva!— saludó Jaden con una sonrisa levantando la mano.
Llevé las mías hacia mi pelo en contra de mi voluntad y giré hacia un pasillo lejos de ellos. Al escuchar numerosos pasos detrás mía e intuir que me estaban siguiendo. Comencé a correr tratando de llegar a un lugar donde hubieran profesores. Justo estaba apunto de llegar al final del pasillo y adentrarme en la oficina de la directora cuando unos fuertes brazos me frenaron al agarrarme de la cintura.
Narra Jaden
Alcancé a la nueva rápidamente y sin ningún esfuerzo.
—Hey, hey, ¿a dónde vas?— le pregunté yo riendo mientras la hacía girar para que quedase frente a mí.
Levanté unos de mis brazos para tocarle el pelo juguetonamente y lo que hizo llamó mi atención. Apartó su rostro inmediantamente y se cubrió con su brazo.
—¿Pensabas que te iba a golpear?— le pregunté algo preocupado, mientras a mis amigos solo les hizo gracia, ¿por qué había hecho eso?
Ella respiraba agitadamente sin saber que contestar. Jamás me había ocurrido, pero por primera vez en mucho tiempo sentí pena por alguien. Honestamente, debía de decir que la española no se veía nada feliz aquí en EEUU, y sabía perfectamente que aquello era por mi culpa.
—¿Qué te has hecho en el pelo? ¡Parece que te ha lamido una vaca!— exclamó mi amigo Jackson.
Me giré hacia él, y con solo ver mi rostro, el joven se calló inmediatamente.
Ella me miró, estaba apunto de llorar. —¿Podéis dejarme ir? No me cruzaré más con vosotros, lo prometo.
Dios, me daba demasiada pena. ¿Debería animarla o algo de eso? ¿Cómo podía hacerlo? Piensa, Jaden, piensa. Joder, como te cuesta pensar, ¿eh? Ya sé.
—¿Lo pasaste bien en la fiesta ayer?— le pregunté con una sonrisa arrogante.
Ella negó confundida. —Claro que no.
—Mh, ¿no te gustó cuando te lancé?— le cuestioné de nuevo cruzando mis brazos y levantando el mentón.
—No, por supuesto.— respondió obvia. —Te lo dije ayer.
Yo desplacé mi mano a un mechón de su pelo y se lo coloqué detrás de la oreja. Me gustaba como le quedaba el pelo liso, pero me gustaba con su pelo natural.
—Entonces tendré que hacerlo de nuevo.— deje caer en el aire.
Flexioné mis rodillas y agarre sus piernas, levantándola y dejándola caer en mi hombro.
—¿Nos vamos?— me giré a mis amigos preguntándoles.
Ellos asintieron, y volvimos al pasillo principal del instituto.
—¡Bájame, Jaden, que me voy a caer!— exclamó miedosa agarrándose fuerte.
—No te vas a caer, Madeleine, no te voy a soltar.— le respondí divertido.
Mis amigos reían, incluso ella finalmente llegó a reírse fuertemente.
Comencé a zarandearla algo brusco para que sintiera miedo, me encantaba verla así. Las chavalas del instituto la miraban con coraje, seguramente estaban celosas. Joderse, es lo que hay.
—¡Jaden!— gritó divertida riéndose a más no poder.
Me encantaba su risa.
La bajé varios minutos después y era otra persona totalmente, ahora portaba una gran sonrisa en su rostro.
—Mh, ¿ya no estás tan triste no?— le pregunté con una sonrisa de lado.
Ella negó. —No, mucho menos.
—Me alegra oír eso.— pasé mi lengua por mi labio inferior. —Bueno, ya nos vemos.
Mi grupo y yo nos alejamos de ella. Todos yacían algo confundidos, mientras que yo sonreía todo el rato.
—Bro, ¿qué fue eso?— preguntó Caleb.
—¿El qué?
—¿Tú con la nueva? Se supone que nos íbamos a burlar de ella.— cuestionó de nuevo.
Yo negué. —Dejémosla un día tranquila al menos, tampoco seamos tan duros con ella.
Y allí me di cuenta, no lo había hecho para reírnos de ella: sino para alegrarle el día, ya que la veía algo triste.
Narra Maddie
Me sentía feliz en el instituto, la primera vez creo. Fue muy gracioso lo que hizo Jaden, definitivamente me hizo sentirme mucho mejor. Obviamente seguía enfadada con el moreno por todo lo que me había hecho días atrás, pero he de decir que este podría ser un gran avance.
Me senté en mi pupitre, uno de los del final de la clase. En los cajones había varios paquetes de comida. Sí, pensar me daba hambre, no era mi culpa.
Un filo blanco de algo robó mi atención. Volví a abrir el cajón, y levanté el paquete de palomitas que había allí. Debajo de este había una hoja, en la cual ponía "Madeleine".
La abrí algo confundida e impaciente.
"Hey, se que no sabes quién soy, por algo esta carta es anónima, jajaja. Perdón, mi humor roto y yo. Solo quería decirte que realmente me gusta mucho como se ve tu pelo al natural, incluso me gusta más que cuando lo tienes liso, aunque de ambas formas se te ve genial. No deberías dejar que comentarios de niños tontos te afecten, eres muy linda, tanto por fuera como por dentro, nunca lo olvides, Madeleine.
Una sonrisa tonta se asomó en mi cara. La caligrafía era preciosa, y era una de las cosas en lo que primero me dijo cuando conozco a alguien. La carta me había conmovido demasiado, ¿quién podría ser? Nadie me llamaba Madeleine, solo Maddie o Mads... espera, Jaden me llamó Madeleine antes. ¿Sería él? No, ¿Jaden escribiendo cartas? Y encima a mi, anda ya.
—Uy, ¿qué es esto, pillina?— me arrebató de mis manos la hoja.
—No lo sé, lo encontré en el cajón.— le respondí a Jaden algo insegura.
Él lo inspeccionó después de haberla leído. —Estoy de acuerdo en una cosa.
—¿En qué?— pregunté algo interesada.
—En lo de que te queda el pelo mejor rizado que liso, aunque los dos están bien.— sonrió de lado mientras me miraba.
Yo sonreí tímidamente. —¿Tienes idea de quién podría haber sido?
—No, ni idea.— contestó el negando.
No sé, creía que Jaden no había sido, pero mi intuición me decía que sí...
Guardé la carta de nuevo en el pupitre y me preparé para iniciar la clase de historia de EEUU, mi favorita.
—Hey, Maddie.— me llamó Jaden.
—¿Mhm?— le pregunté dirigiendo mi vista hacia él.
—No te preocupes si no entiendes a la tía esta.— dijo vulgarmente refiriéndose a la profesora. —Luego si quieres te dejo mis apuntes.
—Vaya, gracias, Jaden.— agradecí con una sonrisa.
—No es nada.
Jo, hoy estaba siendo muy amable conmigo. Ojalá fuese así siempre...
Salí de la última clase que tenía, era de español. ¿Quién se apuntó en ella para sacar puros dieces? Pues yo, obviamente.
Agarré mi móvil, y justo mi padre me estaba llamando.
—Hola, papi.— le hablé obviamente en español.
—Hola, cariño. ¿Qué tal te va?
Yo sonreí. —Bastante bien. Estoy muy contenta aquí.
—¿De verdad?
—Sí, jajaja. ¿Qué tal estáis ustedes?
Él carraspeó su garganta. —Bueno, regular...
—¿Qué ha pasado?— frené en medio del pasillo asustada.
—Es mamá, lleva varios días acostada en la cama. Se encuentra mal de ánimos, no come nada,...
—Joder.— exclamé.
A lo lejos divisé un joven moreno que salía de un aula vacía, pero no iba solo, iba con una rubia a su lado. Ambos iban riéndose mientras se daban miraditas algo "raras"'. Mi corazón dolió, obviamente Jaden y yo no éramos nada, claro está. Pero me dolió verlos salir juntos después de haber estado solos en aquel aula. ¿Que me pasaba?
Me sentí la persona más miserable del mundo en aquellos momentos. ¿Por qué la vida no paraba de darme palos? ¿No estaba bien ya?
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