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003; 𝐓𝐄𝐀𝐒𝐈𝐍𝐆


PERFECT CHANGE — Jaden Walton.

003; ¡BURLAS!


                              ERAN EXACTAMENTE LAS  4:45 de la mañana. No había podido pegar ojo en toda la maldita noche. Y encima debía despertarme a las 6.

No paraba de pensar en la razón por la cual Jaden y sus amigos me trataron tan mal. Cada vez que algo no salía bien, necesitaba pensar horas y horas sobre ello. ¿Será porque era española? ¿Por mi físico?

Por fin, mis ojos comenzaron a cerrarse al no poder aguantar más el estar despierta.

La alarma de mi móvil me despertó, sentía mis como si mis ojos estuviesen pegados, costándome la vida abrirlos. La cabeza me iba a explotar literalmente.

—Buenos días, cariño. ¿Qué te apetece desayunar? Hoy nos sobra algo de tiempo, puedo prepararte lo que te apetezca.— me ofreció Lily con una sonrisa.

Yo sonreí. —Muchas gracias, Lily. Pero hoy no me apetece desayunar.

—¿No? ¿Estás segura?— me preguntó Lily algo preocupada.

—Sí, sí, es que anoche cené mucho.— respondí sincera. —Y ahora no tengo hambre.

Lily rió suavemente mientras asentía. —Entonces, ¿te apetece ir al instituto andando? No está nada lejos, y así conoces un poco las calles y todo eso.

—¡Sí, es una gran idea!— exclame contenta. —En ese caso me iré ya, voy a por mi maleta.

Subí las escaleras casi corriendo, agarré mi maleta, y volví abajo en menos de un minuto.

—¡Hasta luego, Lily!— exclamé mientras abría la puerta.

—¡Hasta luego, cielo!

Salí de casa y la fresca brisa mañanera me envolvió inmediatamente provocando que mis vellos se enderezaran.

Pues sí que hace frío.— me dije a mí misma frotándome las manos.

¿Tienes hoy entrenamiento?— escuché una voz cerca mía.

Giré mi cabeza hacia la dirección de la voz, pues me interesaba.

—Mamá, te he dicho mil veces que ya entreno todos los días. Dios.— se quejó de malas maneras una voz que conocía bastante bien.

—¿Y vas a ir?— volvió a preguntar Jessica, sabía que se llamaba así, mientras abría la puerta de su coche.

—Pues claro, soy el capitán del equipo. No puedo faltar.— contestó secamente mientras él entraba al coche.

Mierda, Maddie te va a ver. Escóndete, escóndete.

Dirigí mi vista hacia en frente y justo divisé un gran arbusto. Ahí te voy, san Pedro.

Juré que al cruzar la calle Jaden me había visto, pero preferí pensar que no y esconderme allí. Bien, Maddie, te estas humillando tú solita.

El motor del coche empezó a sonar, y pronto lo divisé a punto de cruzar por mi lado. Miré hacia arriba para ver por la ventanilla rápidamente del coche. Jaden me estaba mirando con una ceja alzada y una sonrisa arrogante tratando de controlarse la risa.

Las has cagado, Maddie. Eres una payasa, tía.

Me había pasado todo el camino hacia el instituto rezando para no encontrarme de frente con Jaden. Finalmente llegué a la conclusión de que él ya habría entrado a clase, ya que había llegado mucho más temprano que yo.

Al ir por los pasillos, mi atención fue robada por un cartel de color lila, con grandes letras negras "Concurso de baile contemporáneo, fecha 22 de noviembre". Mi cuerpo comenzó a recibir escalofríos mientras muchos recuerdos venían a mi mente.

Al igual que había un cartel de concurso de baile contemporáneo también lo había de simplemente clases extraescolares sobre ello. El resto de carteles eran lo básico, béisbol, volley, cheer,...

—Ey, nueva. ¿Piensas apuntarte a alguno de esos dos?— preguntó Jaden de repente a mi lado mientras señalaba los carteles relacionados con el baile contemporáneo.

Yo negué rápidamente mientras me alejaba ligeramente de él. —Eh... no, no.

—¿Y eso?— preguntó cuando algo llamó su atención. —Tienes una hoja en el pelo, seguramente fue de cuando te escondiste de mí antes.

Sentí vergüenza y rápidamente traté de encontrar la hoja en mi pelo, cosa que me fue imposible. Jaden llevo su mano hacia mi pelo suavemente retirando la hoja. Noté como mi corazón casi da un vuelco por aquella acción.

—Gracias.— agradecí algo insegura, era raro que me tratase bien.

—No es nada.

De repente 5 chicos que ya conocía se acercaron a él con risas.

Jaden se giró hacia ellos y empezó a saludarlos con emoción. Por Dios, si se vieron ayer. Aquellos chicos eran los que se rieron de mí en el comedor.

—¿Qué haces con la nueva?— preguntó uno de ellos divertido.

—¿La nueva? Mira, niñato, me llamo Maddie.

El rubio cambió su semblante a uno serio mientras se acercaba a mi peligrosamente. Jaden se interpuso disimuladamente delante mía sonriendo.

—Ya sabes, bro, solo le explicaba lo que les hacemos a los nuevos dentro de unas semanas y eso.— cambió de tema rápidamente. ¿Qué era lo que hacían?

El rubio sonrió malévolamente. —Oh, eso es genial.

El grupo se alejó de mí haciéndome sentir un gran alivio.

—¡Hey, nueva!— vociferó Jaden llamando la atención de todos, los cuales fijaron su vista en mí.

Oh, no, no, no. Por favor, no, por favor.

Jaden sonrió maliciosamente. —¡La próxima vez peínate el pelo, que parece que hoy se te ha olvidado!

¿Por qué me trataba así de repente? Era un doble cara. Cuando estaba conmigo me trataba más o menos bien, pero cuando estaba con sus amigos era otra persona completamente diferente.

Todas las carcajadas de los presentes hicieron eco por aquel interminable pasillo. Sentí un nudo formarse en mi interior, y como algo se rompía. Llevé mis manos a mi pelo tratando de ocultarlo delante de todos. Mi respiración cada vez iba más deprisa, me costaba respirar, hasta el punto de marearme ligeramente.

La hora del almuerzo en el instituto llegó, esa era la hora que más odiaba. Todos estaban juntos y sonrientes, mientras que yo debía sentarme sola.

La mayoría de las miradas estaban sobre mí. Jaden al ser una gran influencia para todos, todo lo que dijeron se lo tomaba muy en serio. La mayor parte de ellos sonreían maliciosamente mientras algunas carcajadas se les escapaban; mientras que otros simplemente me miraban con tremenda cara de asco.

Noté ligeras gotas de sudor resbalar por mi frente, la escena de ayer se repetía, solo que en este caso quienes se reían de mí eran todos, no sólo Jaden con su grupito.

¿Qué hago? ¿Qué hago? Piensa, piensa,...

Una idea llegó a mi cabeza, era simple, pero me costó llegar a concentrarme y hacer algo en aquella situación.

Me dirigí a una mesa que estaba sola, me senté y agarré mi móvil. Simplemente eso, ignorarlos a todos. Las puertas del comedor se abrieron fuertemente produciendo un molesto ruido y dejando ver a Jaden de nuevo con su grupo.

Un poco más fuerte y se llevaban las puertas con ellos. Además, ¿por qué van todos juntos siempre? Por Dios, yo no podría.

Jaden saludaba a varios chavales con la mano juguetonamente; mientras que a las tías les sonreía o les guiñaba incluso un ojo.

Volví a sentir el nudo aquel en mi estómago cuando se dirigió hacia mí, ¿no podía dejarme en paz de una vez?

—Hey, nueva. ¿Te peinaste ya?— preguntó riéndose.

Yo resoplé levantándome. —¡Mi pelo es así!—
exclamé algo molesta ya.

—¡Te comienzas a peinar y el cepillo se te pierde en esos matojos!— exclamó Jaden con una sonrisa provocando de nuevo la risa de todos.

¡Joder, qué pesado eres, tío!— exclamé en español dándole un golpe a la mesa enfadada. —Déjame en paz de una buena vez, hostia puta.

Si antes dije que me estaban mirando mal, no tenía punto de comparación a cómo me estaban mirando ahora luego de hablar en español.

—¿Qué ha dicho?— preguntó Jaden confundido mientras los demás se mantenían en silencio.

Mierda, tengo que salir de aquí.

Agarré mi bolsa y mi móvil y empecé a pegar zancadas tratando de respirar aire fresco.

Salí del instituto, me colgué la mochila en mi hombro y empecé a correr como si no hubiese un mañana. Noté como las lágrimas empezaban a formarse en mis ojos, y no tardaron en resbalarse por mis mejillas.

Varios minutos pasaron y ya lograba ver mi casa a lo lejos. Traté de tranquilizarme, no pretendía "asustar" o preocupar a Lily.

—¡Hola, Lily!— exclamé entrando por la puerta con una gran sonrisa.

Ella se giró mientras cocinaba. —¡Hey, Mads! ¿Qué tal el instituto hoy?

—Súper bien.— contesté con un ligero nudo en la garganta.

—¿Ves cómo al final te vas adaptando? Me alegro mucho de que te vaya bien, cielo.— respondió con una sonrisa. —Por cierto, te gustan los sándwiches de pollo, ¿verdad?

—¡Sí, me encantan!— menos mal, algo bueno en el día de hoy.

¡Genial! Ve a avisar a Max, por favor.— me pidió haciéndome asentir.

Subí las escaleras y llame a la puerta del dormitorio de Max.

—¡Pasa!— exclamó ella con una voz aguda.

—Hay, Max.— la saludé con una sonrisa.

Ella se levantó de la cama y se acercó a mí corriendo. —¡Maddie!

—La comida está lista, peque.— le anuncié viendo cómo sus pupilas se dilataban ligeramente.

Realmente, la comida era para Lily y Max, ya que ellas no habían almorzado, yo debía haberlo hecho en el instituto; antes de que Jaden jodiera todo. Sin embargo, Lily me tenía preparado un sándwich a mí.

—Estoy aburrida, Mads.— me anunció Max mientras se sentaba a mi lado.

—¿Qué te apetece hacer?— le pregunté mirándola.

Ella pensó unos segundos. —¿Te apetece que bailemos?

No, eso no.

Baila tú, si quieres.

—No, yo sola no.— negó rápida. —Entonces pensemos otra cosa.

Pasaron varios segundos hasta que la pequeña dio con una idea.

—¡Ya sé! ¡Salgamos a pasear!— exclamó levantándose del sofá.

—¿Te apetece?— le pregunté haciéndola asentir. —Está bien. Vamos.

Llevaba un bolso colgado, con llave la puerta de la casa y las guardé en aquel. Giré mi cabeza levemente y allí lo encontré de nuevo. Era Jaden en el patio delantero de su casa mientras iba hacia el coche. Iba con las ropas de su equipo de béisbol.

Me estaba mirando cuando conectamos la mirada, la cual yo se la retiré inmediatamente con una cara de asco y desagrado.

—En fin, ¿me vas a hacer un tour?— le pregunté a Max ignorando al moreno. —Alguien tendrá que hacérmelo.

Ella sonrió asintiendo mientras me agarraba la mano para andar. —¡Sí, seré yo!

Estuvimos como una hora andando por todo el pueblo, hasta que llegamos a nuestra barriada.

—Esta casa es la de los Walton.— aquello llamo mi atención, hacía ya como diez minutos que la estaba ignorando. Lo siento, Max, pero habla demasiado.

—¿Los conoces?— pregunté.

Ella asintió. —Claro, Daelo es mi mejor amigo.

—Anda, qué bien.— exclamé fingiendo.

—Sí, quedamos mucho las familias y eso, ya sea para comer, ir a un parque,...— me anunció dejándome aún más fría.

Abrí la puerta de la casa y ambas entramos. Luego la cerré.

—Eso es magnífico. ¿Cada cuánto quedan más o menos.

Ella pensó unos segundos. —Como una o dos veces a la semana. A veces hasta tres. ¿No sabias que mi mamá y la mamá de Daelo también son mejores amigas? Fueron al colegio e instituto juntas.

Odio todo. No quería ver a Jaden ni en pintura después de todo.

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