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001; 𝐈𝐍𝐓𝐑𝐎


PERFECT CHANGE — Jaden Walton.

001; ¡INTRODUCCIÓN!



                                   LOS RAYOS DEL SOL que pasaban a través de las ranuras de mis persianas provocaron mi repentino despertar. Aquella noche había dormido lo mínimo, al día siguiente iría a Estados Unidos durante un año a estudiar, iba a cumplir mi sueño.

Una vez que termine de frotarme los ojos, dirigí mi pesada vista al reloj que yacía en una mesita junto a mí, este indicaba que eran las 9 de la mañana. Hora perfecta para levantarme y recoger los últimos detalles para mi gran viaje.

—¿Estás segura de esto? —la voz de mi madre me sobresaltó—. Puedes quedarte si has cambiado de opinión.

La relación con mi ella no era muy buena siendo sincera. Desde que ella y mi padre se divorciaron está totalmente cambiada, yo siempre decía que aquella ya no era mi madre. Mi madre no era así con mi hermana menor y conmigo.

—No, estoy bien. Estoy muy emocionada —respondí con una gran sonrisa mientras comenzaba a levantarme de la cama.

Ella hizo una mueca parecida a una de fastidio—. Está bien, preparo el desayuno. No te olvides nada, por favor.

El tema este de irme un año a EEUU se originó cuando un cliente de mi madre nos habló de ello a ella y a mí. Me interesó lo suficiente como para ponerme todos los días buscando agencias y comparando precios hasta encontrar el más económico.

A mi madre no le hacía ni pizca de gracia, decía que aquel dinero invertido en el viaje podía hacernos falta en un futuro; eso si, ella podía comprarse un coche de 30.000. En fin, la hipopótamo. Fue gracias a mi abuela materna y a mi padre que animaron a mi madre, y al final logré irme.

Me vestí con un top blanco y unos pantalones americanos negros, junto a unas botas Converse blancas. Me recogí mi pelo rizado en una coleta.

Recogí unos cepillos de dientes, varios botes de pasta de dientes, cajas de compresas, cepillos para el pelo, entre otras cosas. Bien sabía que allí me las podría comprar también, pero la ilusión y emoción que sentía no me dejaba pensar con claridad.

Bajé corriendo las escaleras y ni siquiera me di cuenta de cómo había terminado ya de desayunar.

—Papá, está en el coche. Vamos a por tus maletas —me dijo mi madre mientras se dirigía a mi cuarto.

Ambas agarramos las maletas y las metimos en el maletero del coche.

—Hola, papá —lo saludé cuando entré en el coche.

—Hola, cariño —sonrió él—. ¿Estás emocionada?

—No sabes cuánto —respondí aplaudiendo.

Mi hermana me miró cuando de repente habló con una sonrisa triste—. Te echaré mucho de menos, Mads.

—Yo también, Alli —contesté empezando a sentir algo de tristeza.

En aquel año que iba a pasar en EEUU no podía ver a mis familiares, no podía ir a visitarlos ni ellos podían visitarme a mí, normas de la agencia. Otras eran por ejemplo no estar alrededor de personas con bebidas alcohólicas, y por supuesto no beber alcohol; otra era no tener novio allí, por el riesgo de salir embarazada o algo así. ¿Entonces podía tener novia?

—La pobre, ¿no te da pena? —habló mi madre mientras papá arrancaba el coche.

—Noelia —habló mi padre—. La niña va a cumplir su sueño de ir a EEUU, no le quites las ganas.

—No, si es que la niña tiene muchos sueños. El IPhone, el IPad,... siempre igual. Todo lo que ella quiere se le da.

Ni mi padre ni yo decidimos contestarle. El aeropuerto estaba a unos 15 minutos, por lo que no era gran cosa.

—¿Estás segura de esto? —me preguntó de nuevo mi madre.

—Sí, mamá. Segurísima —respondí algo molesta ya.

—Ten mucho cuidado, ¿eh, Mads? —me recordó mi padre antes de por fin dejarme marchar en paz.

Mi madre asintió—. Eso, y llámanos mucho. Te queremos.

—Y yo a vosotros —sonreí y les di un beso a los tres.

Por fin. Ya estaba en el avión, joder, lo había conseguido. Una sensación de paz y tranquilidad recorrió mi cuerpo. Me iba de España, dejaba a mi madre atrás, por lo menos durante un año.

Acomodé una almohada que había portado conmigo y me preparé para un largo sueño que me esperaba. Sí es verdad que me había despertado hace como una hora y media, ¿y qué? Iba a volver a dormir.

—Mads, queremos que sepas que estamos muy emocionados de tenerte aquí con nosotros. Espero que en este año lo pases genial —me decía mi host mum, se llamaba Lily.

Mi host family era simplemente perfecta. Esta consistía en una madre, un padre, llamado Matt; y una niña de unos 7 años, Max.

—Muchas gracias de verdad, estoy muy emocionada —respondí obviamente en inglés.

Mi nivel de inglés estaba cerca del C1, aquello era algo que siempre me había interesado, desde los tres años iba a una academia. Este año en EEUU iba a ayudarme a incrementarlo.

—¿Es bonito Buford? —pregunté sacando conversación.

—¡Oh, sí! Es precioso, y nuestra barriada te va a encantar —me dijo la pequeña Max.

—Estoy deseando verla —comenté algo nerviosa.

Lily me sonrió—. Por allí hay muchas familias con jóvenes como tú, estarás muy entretenida. Están los Black, los Miller, los Brown, los Walton,... —¿¡ACABABA DE DECIR LOS WALTON!?

Noté como mi corazón se ponía a mil por hora, obviamente había venido a Buford con el fin de poder encontrármelos, pero no de vivir en su misma barriada, joder.

—Oh, eso es magnífico —respondí controlando mi respiración y mis ganas de gritar o llorar de felicidad.

—Sí —afirmó Lily riendo—. Por cierto, cariño, sabemos que las reglas de la agencia no te permiten beber alcohol ni estar alrededor de chicos.

Yo presté atención a lo que iba a decir—. Sí.

—Nosotros no tenemos ningún tipo de problema con que tengas novio o novia, pero el tema del alcohol te voy a pedir que tomes con precaución, ¿vale?

—¿Entonces podré beber? —pregunté algo confundida.

—Claro, pero en una cantidad reducida, ¿vale? —me pidió.

Yo asentí sin dudarlo. La verdad es que no tenía pensado beber alcohol en mi estancia allí, pero bueno, al menos sí me dejan tener pareja.

—Y bueno, esta es nuestra casa —anunció Matt sin yo haberme ni siquiera dado cuenta de que ya habíamos llegado.

Nos bajamos del coche y pude ver cómo la casa era exactamente que la de los Walton. Con una sonrisa di una disimulada mirada a las demás casas, pero al ser todas iguales no sabía cual podía ser.

—Es preciosa por fuera —halagué amable—. No quiero imaginar lo bonita que tiene que ser pro dentro.

—Pues ahora mismo vas a verla, ven —sonrió Lily mientras me daba la mano y me guiaba hacia el interior de la casa.

Era inexplicable, era todo precioso. No exagero de verdad. Los muebles, la decoración, el orden,... era el paraíso.

—Dios, mío. Qué maravilla —halagué sin créemelo.

Había sido la persona más suertuda del mundo al recibir todo esto.

—Oh, eres un encanto —me hizo un cariño en la cara mi host mum—. Por cierto, quieres ver tu cuarto, ¿verdad?

—Ay, sí, por favor— aplaudí saltando levemente.

Subimos unas escaleras hasta llegar a un pasillo con tres puertas, la primera era el cuarto de Max, y la tercera la del matrimonio, por lo tanto, la segunda puerta era mi habitación.

Con algo de nervios la abrí, y lo que escondía adentro me dejó estupefacta.

Era una preciosa habitación con varias plantas, una cama de matrimonio, un gran espejo enfrente de ella, y un enorme armario. También había un escritorio bastante espacioso y limpio.

—¿Te gusta? —me preguntó Lily apoyando su mano en mi hombro.

—Me encanta, me encanta.

Pasaron varios minutos y bajé al salón, donde estaban los tres viendo la tele.

—¡Maddie, vente a ver la tele con nosotros! Dentro de unos minutos echarán la película Grease —me anunció Matt.

—¡Eso! —apoyó Lily con una sonrisa.

Yo asentí—. Voy, me encanta Grease.

—A nosotros también —respondió Max—. Siéntate conmigo, Mads.

—Voy —respondí riéndome mientras me sentaba al lado de Max.

La pequeña me tendió su mano para que le diese la mía, y así fue. Vimos toda la película con las manos agarradas.

—Maddie, cariño, tengo que hablar contigo —me anunció Lily desde su cocina—. No es nada malo, cielo, no te asustes.

—Dime —dije llegando a su lado.

—Se que aún quedan diez días para que empiece el instituto. Y quería que supieras que ya te hemos comprado todo los materiales y libros necesarios, solo nos faltan la maleta, la carpeta, y el estuche, para que tú puedas elegirlo a tu gusto.

—Ay, muchísimas gracias de verdad. Espero que no fuera muy caro —respondí sintiéndome algo mal.

Ella me guiñó un ojo—. Ni te preocupes por eso, cielo. Tu instituto es Buford High School.

—Oh, genial —sonreí con sinceridad.

Definitivamente este va a ser el mejor año de mi vida.

O al menos eso creía...

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