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━WARNINGS

"why you wanna see me bleed? why you wanna watch me fall apart? try to find the worst in me, but i won't follow
you into the dark"

like that, bea miller.

CUANDO SE TRATABA DE ORGANIZAR UNA fiesta, Astrid Stark se tomaba las cosas muy en serio. Además de ser una persona totalmente ordenada y esquematizada amaba cualquier tipo de celebración, más aún cuando terminaba siendo la anfitriona.

Así, cuando su madre le encomendó la organización de uno de los festejos más importantes de la nación ella no dudó en aceptar. Además aquello sirvió para limpiar un poco las asperezas que se habían creado entre las dos gracias al conocimiento de la tradición erat.

El único problema en su adorada misión era que Eir había asignado a un hombre del reino para que la ayudase y guiase en la planificación. Y para su maravillosa suerte aquel no había sido nada más ni nada menos que Herjolf.

Lo tenía pegado como si fuera una sanguijuela y ya no lo toleraba más.

—Majestad... —a pesar de oírlo Astrid siguió caminando—Majestad... —sólo puso los ojos en blanco, acomodó las cosas en sus brazos y continuó—Majestad...

—¿Qué? —se volteó rápidamente para contestar con dureza y el hombre se asustó. Al darse cuenta que el tono de su voz quizás no había sido el correcto cerró los ojos y tomó una respiración para calmarse—Lo lamento...¿Qué quieres?

—Pues acompañarla —ella gruñó con disimulo—, no puede realizar las tareas de la ceremonia sin mí.

—De hecho, sí puedo —extendió unos planos que llevaba consigo y él los tomó con algo de confusión—. Es el orden de las mesas y tiendas para esta tarde.

Por los primeros segundos el hombre del Consejo no pudo articular palabra ante la consternación del acto.

—Pero...Para eso usted debió estudiar el libro de nuestra historia, saber cada colocación, cada...

—Lo hice —interrumpió con agilidad—. Tengo memoria fotográfica, ¿Cómo crees que obtuve títulos en dos distintas área y universidades?

—¿Qué cosa?

Lentamente puso los ojos en blanco—Olvídalo —se volteó otra vez para continuar—. Quiero decir que ya me aprendí todo lo necesario, ahora sólo necesito que me ayudes a ponerlo por obra —él trató de seguirla.

—La reina...

—La reina... —se detuvo y el hombre calló— Me puso a mí a cargo de la fiesta del Gerf. ¿Quieres aportar? Entonces ayúdame. Todo está perfecto ahí, simplemente tienes que seguirlo —suspiró—Agradezco tu ayuda y ésta es una gran manera de ser útil...Confía en mí, tengo todo bajo control —guiñó un ojo antes de irse.

Herjolf se quedó estático en medio del inmenso pasillo dorado mientras observaba como la figura de su princesa desaparecía en el trayecto. Quiso apretar todos los planos que ahora descansaban en sus brazos y lanzarlos por el aire. Odiaba que lo pasaran por alto y por ende quitarle sus responsabilidades, cosa que se había hecho realidad con la llegada de Magna.

—Esa es la verdad, majestad —murmuró para sí—, no confío en usted.

Los acelerados pasos de Astrid continuaron su tintineo por el palacio dando instrucciones a todo aquel que se le cruzaba. No es que le gustara trabajar bajo prensión, pero amaba ese sentimiento de incesante palpitar por la emoción de un trabajo bien hecho.

—Gracias... —dijo a una mujer para luego voltearse. Su mirada cayó en un hombre que colgaba telas del techo y su ceño se frunció—. ¡Oye! ¡Dije que el color era azul! ¡Azul!—remarcó la palabra pero el parecía no oírle. Gruñó—¡Azul! Ay por...Por los dioses ya lo arreglaré —masajeó su frente.

Luego—y como si fuera un bálsamo para su suplicio—, una conocida figura llegó a su lado tratando de seguir su apresurado caminar.

—Veo que hay mucho que hacer —ella suspiró—. Oh, y traje estos adornos que me pediste buscar.

Una sonrisa apareció en su rostro y los tomó con alegría—Steve eres el único que ha hecho algo bien hoy.

—Entonces las cosas sí están ajetreadas.

—¡Ergel! —gritó de repente ella a un hombre que encendía un candelero enorme— Hay que encender el de diez velas no el de doce.

Él meditó confundido por unos segundos— ¿El...El de diez?

—¡Sí! —contestó ella alzando los brazos y como si fuera lo más obvio del mundo—Es historia de Erathor que yo aprendí anoche, tú deberías saberla de toda tu vida...Ahora ve—el chico seguía estático—, ¡Ve! antes de que la reina te vea.

—Sí, sí, sí majestad —contestó nervioso para luego irse trotando.

Stark dejó salir de sus labios un cansado suspiro para luego voltearse a ver a Rogers.

—Soy buena jefa ¿No es así? —quiso saber con algo de incertidumbre.

—La mejor —la respuesta del rubio la alivió y le dio la fuerza para seguir caminado—. Oye As, ¿Estás demasiado ocupada? ¿Pero demasiado ocupada...?—tragó saliva— Es que...Quiero hablarte sobre algo.

Al oír eso la castaña paró en seco y lo miró un poco nerviosa.

—De acuerdo, si hay algo que no me gusta es ese tenemos que hablar—hizo comillas al aire— ¿Es algo malo? ¿Pasó algo con la investigación? ¿Con mi madre?—él quiso interrumpirla pero no pudo—. No, espera—cerró los ojos—, es Tony, Tony hizo algo ¿verdad?

Soltó una corta risa—No, no es ninguna de las anteriores de hecho.

—Bien, lo siento—hizo una mueca—. Es el estrés; discúlpame.

—No te preocupes—tomó aire—. Es...Es algo que no tiene que ver con nada de lo que estamos viviendo ahora.

—Oh... —se tensó un poco— Me estás asustando un poco.

—No, no —la tomó por los hombros— Tranquila, no es nada tuyo, o mío o de los chicos. Todos estamos bien —suspiró relajada—. No es nada nuestro, no te angusties.

La palabra nuestro resonó en su cabeza una y otra vez pero lo dejó pasar.

—De acuerdo...Entonces dispara.

—Astrid...Es algo que he querido decirte desde que regresaste—quiso disimularlo pero eso la tensó—, porque creo que es importante que lo sepas y...—cerró los ojos—Necesito sacarlo de mi sistema; no puedo seguir min...

Unas voces a sus espaldas interrumpieron la conversación.

—¡Princesa! ¡Princesa!

Inconscientemente ella puso los ojos en blanco.

—Ahora no —se giró brevemente.

—Te decía, es algo...

—Por favor, es importante —interrumpió una de las chicas a Steve.

—Estoy segura que sí, pero por favor...Denme sólo un segundo...

—A Ergel se le cayó el candelero y no lo puede levantar.

El comunicado hizo que Stark se tensara más en su lugar y sintió como la vena de su cuello se hacía más grande. Lentamente se giró y ellas pudieron notar como el ojo le temblaba.

—¿¡Qué hizo qué!?

—Estaba muy nervioso por haberse equivocado de candelero que sin querer lo tiró —explicó otra de las damas—. Necesitamos su ayuda majestad, sino viene ahora el objeto se estropeará.

Astrid deseó que se hubieran equivocado pero aquello era cierto.

Con decepción y un poco de tristeza se volteó a Steve para mirarlo con ojos suplicantes.

—Oye...Lo siento, lo siento, lo siento —se llevó las manos al rostro.

—No, no, no. Tranquila —contestó sinceramente el rubio—, lo mío puede esperar, pero lo tuyo...—hizo una mueca—Por lo que veo no.

Soltó un tembloroso suspiro— En serio te lo agradezco.

Inconsistentemente llevó una de sus manos a la mejilla de Rogers pero la retiró a la velocidad de la luz al darse cuenta que no estaban solos. El gesto se había vuelto tan común que casi ni se percató.

—Eh...Prometo que cuando pueda hablaremos ¿De acuerdo?

—Por mí está bien. Ahora ve a resolver ese problema antes de que empeore.

Al recordar aquello la diosa gruñó.

—Cierto —alzó un dedo—Nos vemos en la fiesta—sonrió para luego comenzar a irse—Ahora díganme...¡¿En dónde demonios está Ergel?!

La alterada voz de la princesa comenzó a perderse por los pasillos mientras el Capitán la observaba con una pequeña sonrisa hasta desaparecer. No obstante, ducha curvatura se esfumó cuando estuvo sólo y se dio cuenta que no pudo compartir su inquietud con ella.

Aquel incesante palpitar lo llevaba ya hace mucho tiempo atrás, pero desde que Astrid regresó al complejo había sentido la necesidad de hablarlo.

No quería mentirle.

Ni a ella ni a Tony.

Las horas pasaron con mucha velocidad que casi no se dieron cuenta como de un momento a otro ya estaban enfundados en ropas erat y disfrutando del inicio de la fiesta del Gerf.

Magna no podía sentirse más orgullosa al ver todo lo que había logrado con su arduo trabajo. La temática del año que había elegido en color azul se veía preciosa y resaltaba en cada rincón del palacio; para qué decir afuera que era donde había mucho más movimiento.

Las tiendas con ferias eran casi interminables. Toda la población había aprovechado el momento para comerciar, reunir recursos y ofrecer a todos sus productos basados en Gerf.

Todo era una maravilla, y era lo más alegre que Astrid había visto en años.

—Lo lograste —le dijo Eir a su lado mientras caminaban por la fiesta—. Esto es impresionante hija, debe ser la celebración más viva del último siglo.

—Tu madre no miente —apoyó Borg—. Literalmente no sólo volviste para darnos alegría a nosotros...Sino a un mundo entero.

—Gracias a ustedes por confiar en mí —su sonrisa era tan grande que la cara le dolía —. Confieso que...Hace mucho no sentía una felicidad tan grande.

—¡Es el espíritu erat! —celebró su padre alzando su jarra de cerveza y aumentando el vitoreo del pueblo.

Luego de un rato juntos se separaron para ir cada quién por su lado. Magna visitó todos los puestos que pudo para probar las delicias que los habitantes ofrecían. El Gerf era delicioso y no se iba a cansar de comerlo.

Había tanta alegría en ese lugar que podía notarse desde cualquier lugar en la galaxia. Quién diría que a su vez estarían aguardando por una inmensa catástrofe.

—Oye glotona —la castaña pegó un brinco en su lugar al oír una voz mientras se llevaba un trozo de pastel a la boca—, ya deja de comer.

—Cállate Tony —contestó con la boca llena para luego tragar—. Me he paseado por toda la plaza y en cada lugar que voy me ofrecen algo diferente. No puedo decir que no.

—Así veo —respondió él quitándole un poco de su alimento.

—Por cierto, te ves hermosa —aduló Natasha al verla.

Ella sonrió— Gracias. Pero duele más de lo que parece —señaló su vestido burdeo con detalles dorados—. Fidina no mide excesos —rieron.

—Y hablando de excesos...

Ante las palabras de Clint todo el equipo se giró para observar a Thor que estaba muy ocupado bebiendo su—probablemente—quinta jarra de cerveza Gerf.

—Thor —le llamó la diosa—, amigo no te recomiendo tomar tanta.

—¿Por qué? —cuestionó éste limpiándose los labios— Ésta cosa es deliciosa.

—Sí...Pero te va a dar dolores estomacales—alzó sus manos—. Sólo te aviso.

Otros minutos de animada charla transcurrieron entre ellos a la vez que en ocasiones aparecía algún niño o una familia para saludar cordialmente a la princesa y agradecerle por todo.

La calma que esos momentos transmitían era tanta que deseaban que fuera para siempre.

Posteriormente el momento de los Vengadores se vio interrumpido cuando Arlek comenzó a acercarse a ellos. Cuando la princesa lo vio a distancia supo exactamente cuál era su propósito y estaba muy segura que su madre lo había enviado. Tuvo que reprimir un improperio en su garganta.

—Magna —todos se voltearon a verlo cuando llegó—, tu madre quiere que la acompañemos para la presentación de los Geltej.

La aludida trató de disimular su fastidio—Muy bien... —dejó su bebida de lado—Iré a jugar al esposo y la esposa feliz, ya regreso —murmuró a un volumen que sólo sus amigos pudieron escuchar. Luego tomó el brazo que el comandante le ofrecía para caminar y admirar al grupo de danza mencionado.

Los Vengadores, por su parte, se quedaron viéndolos hasta desaparecer.

—¿Soy el único que se siente incómodo con eso?— preguntó Tony señalando a la pareja.

No —respondieron todos al unísono.

—Pobre Astrid —susurró Wanda—Tendrá que casarse por obligación.

—Son los momentos en que me dan ganas de que la llevemos de vuelta a la Tierra...Pero no podemos —secundó Barton.

—Sería buena idea —le apoyó Bruce.

—No imagino lo mal que se debe sentir —habló ahora la rusa—Ella siempre ha sido tan...—buscó las palabras—Libre e independiente. Siempre ha deseado la felicidad, pero...  —bebió de su trago—Va a tener que renunciar a ella por un bien mayor.

—No lo tolero más —se sumó Stark—Pero conociéndola, si se trata de salvar a un planeta entero...Ella lo hará.

—¿Siempre ha sido así? —quiso saber el asgardiano.

Una tenue sonrisa apareció en el rostro del millonario—Sí.

Steve fue el único que no aportó algo a esa conversación, y la verdad era...Que no podía. Nadie más que él mismo sabía lo mucho que aquel tema le estaba afectando, y que no sólo Astrid tendría que renunciar a algo por aquella tradición, sino también él.

Luego el grupo decidió que era buena idea adelantarse para de igual manera ver el espectáculo y eso hicieron. No obstante, Natasha se quedó un poco más atrás para hablarle a Rogers con disimulo.

—Tú crees que no me doy cuenta...Pero lo hago.

Él ni se dignó a mirarle, sólo caminó mirando el piso.

—No quiero hablar de eso —fue lo único que la mujer obtuvo por respuesta.

Además de ser una espía inigualable, Romanoff era una mujer y podía mejor que nadie ver entre la neblina el asunto que estaba acongojando a su amigo en relación a Astrid.

Todos terminaron uniéndose a la maravillosa celebración mientras sonreían y aplaudían al ritmo de la folclórica música que el cuerpo de danza estaba interpretando. Era una presentación maravillosa que le transmitía a todos pura alegría y aumentaba el regocijo de la celebración entera.

No obstante, algo llegó a sacudirlos.

Literalmente.

De un momento a otro todos sintieron como el piso debajo de ellos se remecía. La alerta se sembró en sus rostros y miraron asustados a todos lados tratando de averiguar qué había sido eso.

—Madre... —llamó su hija—¿Y eso qué?

—No lo sé... —respondió ella con la misma expresión.

Entonces, otro temblor un poco más fuerte se presentó y éste causó algunos gritos de por medio de parte del pueblo.

—Esto no me gusta... —susurró la reina—Borg...

—No veo nada —contestó él como si le hubiera leído la mente—No sé de dónde vino eso.

Justo en ese momento la menor de los Stark giró su cabeza a su lado izquierdo y se percató de algo.

—Eh... —apuntó con su dedo—. Creo que viene de allí.

Instantáneamente todos voltearon su vista al lugar que la castaña señalaba. Se trataba de algo fuera de Erathor y sus defensas, algo flotante que que ahora emitía una luz verdosa.

¿Felder?

—¿Qué? ¿Qué es Felder? —cuestionó la princesa a su madre.

—Es una isla erat fuera de nuestro domo —el que respondió fue su padre y su ceño se fue frunciendo poco a poco—¿Pero...? ¿Por qué se sacudió? ¿O por qué está brillando?

La última pregunta fue la respuesta que necesitaron.

Sus corazones se sacudieron y toda la emoción que el festejo les había entregado comenzó a desmoronarse poco a poco cuando sus mentes comenzaron a unir toda la información.

Lorleen —dijeron Magna y Eir al mismo tiempo.

—¿Ya llegó? —se escuchó a Alrek.

—No completamente —dijo la diosa de la sabiduría—La isla está fuera de nuestras defensas así que aún no puede tener acceso a nosotros.

—Pero algo está queriendo lograr con esto —meditó la hermana de la nombrada—Creo que debemos ir a ver.

—¿Estás segura? —se adelantó la princesa—¿Y si eso es exactamente lo que quiere y termina siendo una trampa o algo?

—Hija...Si no vamos e intentamos detenerla seguirá sacudiendo todo hasta causar algún daño importante.

Stark maldijo por lo bajo al darse cuenta que su madre tenía razón. Ese era su deber y debían cumplir.

—De acuerdo...Hay que irnos.

—Dile a tus amigos que se preparen, vendrán con nosotros —ella asinitó.

—Alrek —le llamó Borg—, quédate a cargo de las labores aquí. Que nadie pierda la calma o se altere, nada malo sucederá pero por precaución que vaya a sus casas los que puedan.

—Sí señor.

—Perfecto, lo que nos faltaba, la fiesta del siglo arruinada por la bruja loca —murmuró Tony mientras caminaba con el equipo a las dependencias del palacio.

A la mayor velocidad que pudieron dejaron de lado las vestimentas festivas para enfundarse en sus trajes de batalla y luego irse hacia Felder. Una nave fue su transporte colectivo a lo largo del dorado puente en dirección a las afueras del planeta. Magna y Eir se fueron volando por su propia cuenta dirigiendo el grupo y autorizando el rápido despliegue de las defensas; dejándoles salir.

Había que ser más precavidos que nunca. No podían darse el lujo de distraerse y dejar las barreras abiertas antes de tiempo logrando así que Lorleen acelere su llegada a la ciudad dorada; no podían. Y si tenían la oportunidad de detenerla ahí mismo lo harían.

Ambas diosas y la nave aterrizaron en la isla causando un notable estruendo. El lugar era cálido y con mucha vegetación; similar a la ciudad dorada pero un poco más pequeña.

No obstante, a lo lejos había algo que no pertenecía a tan divino paisaje, y eso era una nave; una oscura y verdosa nave. Obviamente aquella pertenecía a la diosa de la muerte y la oscuridad.

—No se separen —habló la reina a todo el grupo—, ojos alerta.

La presencia del equipo proveniente de Erathor no pasó para nada desapercibida por la pelinaranja que aguardaba por ese momento en su nave. Una infame sonrisa se dibujó en sus labios y sólo bastó una corta mirada hacia Daven para señalarle que era hora.

Los minutos pasaron y la mujer hizo su aparición junto a un grupo de sus monstruosos soldados. Su figura quedó expuesta para todos los presentes robándoles el aliento por un momento. Toda ella emanaba maldad, desde las expresiones de su rostro hasta la manera en que batía sus dedos mientras caminaba.

Por fin estaban presenciando a la demoníaca Lorleen.

Astrid se tensó en su lugar y trató por lo más sagrado que aquello no se notase. Recordó las repetidas charlas con su madre sobre la profecía y que ella sería la encargada de acabar con la diosa de una vez por todas.

—Vaya... —su lisonjera voz llamó la atención a medida que se acercaba—. Qué honor que una comitiva de Erathor venga a visitarme...¿Al menos me trajeron algo de pastel de Gerf?

Eir gruño y su espada apareció en su mano—Lorleen.

Con firmes pasos comenzó a acercarse a ella.

—Me sorprende que recuerdes mi nombre... —la miró de pies a cabeza y con desprecio emitió—: hermana.

—¿Qué es lo que quieres?

Lorleen hizo una mueca como diciendo que la respuesta a esa pregunta era obvia.

—Pues tu trono —la reina bufó—. Es mi destino, Eir, y no hay nada que puedas hacer para detenerme.

—No es tu destino —alzó un dedo amenazante—. Tu destino es pagar todas tus cuentas encerrada en una prisión infernal —la aludida se tensó—La profecía que te envuelve no es nada comparada con...

—¿Con la de Magna? —la interrupción la tensó también—Cariño...Tu hija recién está descubriendo quién es. No es nadie para enfrentarme.

—Eso es lo que tú crees.

A pesar de no poder escuchar mucho de aquella conversación la diosa de la vida se removió en su lugar.

—Magna...Está aquí, está viva y ha regresado para terminar esto de una vez por todas —siguió hablando Eir—. No es necesario que ocultes tu miedo, hermana...Sé que está ahí.

Aquellas palabras fueron las que colmaron la paciencia de Lorleen y la incitaron a lanzarse sobre su hermana de una buena ve.

La pelea comenzó.

Los secuaces de la diosa tampoco perdieron el tiempo y se abalanzaron sobre el resto del equipo causando que una ardua y épica batalla diera inicio.

El ejército del inframundo batalló en contra de los Vengadores y los dioses mientras la reina arreglaba cuentas con su hermana en otro arduo combate. Los residentes de aquella isla corrieron a ocultarse y correr por sus vidas para dejar el terreno de pelea libre, para así librarse de cualquier daño.

Mientras luchaba la mente de Astrid estaba dividida en dos. Por un lado se deshacía de los demonios que se venían hacia ella quemándolos antes de que pudieran tocarle un pelo. Pero por el otro le angustiaba el hecho de que su madre estaba peleando sola contra su tía, y que supuestamente ella era quien debía estar haciéndolo.

¿O no?, se preguntó, ¿Debería ir? ¿Debería hacer algo?

Mientras sus pensamientos se debatían en su mente notó como en un momento la diosa de la muerte lanzaba lejos a la reina, quedando sin nadie a quién combatir.

Por lo que pensó: ¿Será mi momento?

Pues lo fue.

Se impulsó y voló con rapidez en su dirección y la fuerza que usó terminó empujando a la pelinaranja contra una casa. Stark se recompuso para quedar de pie con una expresión imponente; no iba a dejar que su contrincante la viera débil.

—Lorleen —la llamó firmemente.

La diosa rió con sarcasmo y comenzó a ponerse de pie entre los escombros que su impacto había dejado. Se sacudió el ropaje para luego comenzar a acercarse.

—Pero si es mi linda sobrina —satirizó—. Por fin nos conocemos.

—Y para nada es un placer hacerlo —respondió ella con tono duro—, ya que lamento informarte que tu estadía en este lugar no va a ser muy larga.

—¿En serio? —ladeó su cabeza para caminar lentamente—. Usas arrogantemente la armadura que tu madre y yo usábamos cuando éramos jóvenes, apareces en Erathor reclamando tu derecho a la realeza creyéndote lo más grande del mundo, recibes la profecía y realmente crees que eres capaz de vencerme.

—Lo soy —ella rió—. Tú no me conoces...Pero pronto...Lo harás.

Dichas esas palabras volvió a lanzarse sobre la mujer dando comienzo al primer combate de ambas profecías del universo.

La escena fue presenciada por su familia y amigos, bastante sorprendidos porque la castaña le estaba haciendo la pelea, pero también preocupados ya que se trataba de una enemiga totalmente nueva y no sabían con qué truco podía salir.

El control de los cuatro elementos estaba llevando la ventaja frente a las sombras de la diosa de la muerte, haciendo que por una fracción de segundo Lorleen se preocupara.

A pesar de esto atacó con todo lo que tenía a su contrincante, tanto así que una onda expansiva se creó ante la colisión de ambos seres.

Ambas cayeron al suelo de espaldas por la potencia que todos en aquella isla—incluso en Erathor—pudieron notar.

Rápidamente las involucradas en la pelea se volvieron a poner de pie para verse cara a cara.

—Lo confieso —la primera en hablar fue Lorleen—, te subestimé. Eres mucho más fuerte de lo que pensé.

—¿Sabes algo? —contestó ella acercándose—Ese es el error que todo el mundo comete conmigo.

—¿Ah sí? —hizo una mueca para igualmente caminar hacia ella—Bueno, eso significa que tenemos dos cosas en común...Y que tú también cometiste ese error —la castaña frunció el ceño—. También me subestimaste.

Y antes de que Astrid pudiera decir algo ante eso la mano de la pelinaranja se estampó en su pecho con mucha más brusquedad de la que imaginó haciendo que toda su anatomía se sacudiera en un incesante dolor que se extendió por todo su cuerpo.

El grupo que estaba más alejado gritó en exclamación al ver aquella escena sin saber lo que estaba sucediendo y siendo incapaces de correr a socorrer a la princesa debido a los soldados demoníacos.

Los ojos de la diosa se fijaron en los de su enemiga mientras empezaba a caer de rodillas y pudo notar la malicia que su rostro emanaba.

Poco a poco sintió como todo su interior comenzó a cambiar.

—¿¡Qué le está haciendo!? —exclamó Tony hacia Eir con total desesperación— ¿La está matando?

Poco a poco la castaña sintió como el dolor pasaba y ya no sentía...Nada.

Levantó su cabeza con algo de dificultad en un recto acto en dirección a la diosa de la muerte y lo que su rostro reflejó podía espantar a todos menos a su enemiga.

Los ojos de Astrid se habían tornado completamente negros.

—No... —respondió la reina al millonario un rato después— Peor...

Luego de unos segundos en aquel inconsistente estado Magna comenzó a ponerse de pie con delicadeza tal cual pluma, quedando frente a la pelinaranja; sin mirar a nadie más.

Lorleen había oscurecido el corazón de la diosa de la vida.














































































HOLA NUEVA YORK ! *se saca el sombrero* I AM BAAACKKK POR FIN

espero estén muy vuen y no les haya dado un ataque cardíaco con el final como a mí.

sólo les aviso que tendremos en el siguiente capítulo a Astrid siendo the bad girl pq su buen corazón ahora está oscuro 😭😭😭

odiamos a lorleen? la odiamos

muchas gracias por estar aquí y espero sigan haciéndolo. no olviden votar y comentar que eso me anima a seguir <3

un agradecimiento especial a mi bebita -underoosparker por el banner gif arriba al final del capítulo. LO AMO MUCHO, GRACIAS BB TKM<3

40 votos para actualización <3

les amo muchooooo.

nat

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