━UNCONTROLLED
"they can't tame me 'cause i'm wild, not ashamed of stayin' down"
survivor | destiny's child
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LA MISIÓN HABÍA SIDO un completo desastre, aquello nadie lo podía negar. Sí, habían encontrado a Bucky, pero de igual manera había sido capturado como el resto del equipo.
Quién estaba peor por todo eso era Astrid. Después de dos años escondida del ojo público, lejos de cámaras y dedos apuntándole, ella había vuelto a estar en todos los titulares.
Aunque había una parte de ella que no se arrepentía de lo sucedido, ya que había ayudado a Steve en algo que él necesitaba.
Los militares encontraron el jet en el que habían llegado así que los obligaron a entregar sus trajes. Una vez que estuvieron listos los escoltaron hasta un subterráneo en donde los revisaron por completo, asegurándose de que no portaran ningún tipo de arma. Cuando comprobaron que estaban limpios una gran camioneta llegó.
Un hombre caminó hacia la castaña y la miró de pies a cabeza.
—Estire las manos— le ordenó a la chica.
Ella lo miró bastante confundida, y observó a sus compañeros sin saber de qué se trataba aquello. Pero al fin y al cabo obedeció la orden.
—No sé qué es lo que quiere con es...
Las palabras de la castaña quedaron en el aire ya que el militar había puesto subre sus muñecas un dispositivo similar a las esposas, pero más grandes y con más funciones.
Cuando el objeto hizo contacto con la chica ella se retorció de dolor.
Inmediatamente sus amigos fueron hacia ella pero los policías se lo impidieron mientras ellos exclamaban que los dejasen ir.
Astrid cerró los ojos con fuerza y soltó quejidos debido al dolor que aquello le causó. Todo le dio vueltas y sentía como las voces en su cabeza regresaban.
Cuando logró calmarse un poco se reincorporó a penas y miró a los uniformados con despecho.
—¿Qué me hicieron? ¿¡Qué es esto!?—habló ella con molestia.
—Control— habló una voz de acento alemán que empezó a acercarse a ellos.
El resto de los militares se pusieron firmes, por lo que Stark supuso que era algún superior.
—Es un dispositivo Controlcore— explicó el uniformado— Anula cualquier tipo de anormalidad en el cuerpo humano, reteniéndola en campos de rayos gamma en el aparato.
—¿Permanentemente?— se oyó decir a Steve.
El alemán soltó una corta risa—No, lamentablemente no. Es sólo momentánea por lo que debemos darnos prisa.
Alguien se acercó a tomar a Astrid para dirigirla al furgón pero ella volvió a retorcerse por el malestar que sentía.
—No sabe lo que está haciendo...— murmuró la neoyorquina hacia el militar. Él se le acercó más.
—¿Me está amenazando? ¿Hará algo para dañarme?
—Tal vez...Pero inconscientemente— él frunció el ceño— Y lo peor de todo es que ni yo me podré detener.
Astrid sabía el riesgo que ella y todos podían correr en cuanto a que sus poderes estuvieran siendo retenidos. Era inútil, era como tapar el agujero de una presa con un dedo.
Pero se vería en la obligación de aguantar, y así evitar una catástrofe.
Él hombre la miró un poco nervioso, pero no dejó que aquello se le notara más de la cuenta.
—Llévenselos— ordenó— Berlín los espera.
Sin esperar otra indicación los militares tomaron al grupo y los hicieron sentarse en la parte de atrás de un furgón blindado. Sam y T'Challa iban en los primeros asientos y Steve junto a Astrid en los de atrás. Iban como verdaderos delincuentes en un vehículo policial.
Bucky, a diferencia de ellos, fue escoltado en una cabina blindada que era llevada por una camioneta más blindada aún, aparte de los chicos.
El viaje no fue tan largo como esperaron, bueno, al menos eso de parte de los hombres, ya que a Stark le pareció una eternidad.
Tuvo que cerrar sus ojos y tomar constantes respiraciones mientras trataba de aplacar el dolor que sentía. Aunque estaba siendo muy difícil.
—¿Así que te gustan los gatos?
No se dieron cuenta de que ya una charla había dado inicio. Y ese comentario había sido de Wilson dirigido al príncipe.
—Sam...— le llamó Rogers.
—¿Qué? ¿Un sujeto aparece vestido de gato y no quieres saber más?— se defendió él.
Hubo un momento de silencio.
—Tu traje...¿Es de vibranio?— cuestionó el Capitán al wakandiano.
El hombre se dio el gusto de hacerles esperar unos segundos por su respuesta.
—La Pantera Negra ha sido el protector de Wakanda por generaciones— comenzó él con voz serena— Un manto que pasa de guerrero a guerrero. Y ahora que tu amigo asesinó a mi padre cargo con el manto del rey...Ahora te pregunto como guerrero y rey...¿Cuánto más crees que mantendrás a tu amigo lejos de mí?
Las palabras de T'Challa habían sido muy directas en el asunto. A pesar de la suavidad de su voz se podía notar la decisión que en ellas había. Y era obvio, ya que detrás de ellas había dolor por una pérdida.
—Él no lo hizo...Y lo vamos a probar— fue lo único que Steve dijo.
Luego de eso sintió que la joven a su lado soltaba un par de quejidos mientras apoyaba su cabeza en la pequeña ventana.
—Hey...— la llamó— ¿Cómo vas?
Ella cerró los ojos— No muy bien...¿Falta mucho?
—No, sólo un par de minutos— ella asintió.
—Ya no aguanto— susurró la joven— Siento que voy a explotar...Y literalmente.
Steve contuvo el aire ya que sabía que eso era posible.
—Sólo resiste un poco más, ya arreglaremos este asunto— murmuró un poco molesto y ella volvió a asentir.
Astrid dejó caer su cabeza nuevamente junto a la ventana y trató de calmar su respiración. Pero al hacerlo dejó al descubierto su cuello el cuál no pasó inadvertido por el Capitán.
—Oye ¿Qué es eso?— preguntó y la chica se reincorporó. Steve pasó su mano por la piel de la castaña— Las...Las venas de tu cuello...Parecen estar doradas.
Ella abrió los ojos de par en par, sorprendida por aquello. Y eso le recordó lo que le había sucedido horas antes, en la explosión del auto, cuando vio las venas de sus brazos con esa misma tonalidad.
—Hallo! Was ist da hinten los?— ellos se sobresaltaron al sentir un golpe en la rejilla frente a ellos y una voz alemana que les decía: ¡Oigan! ¿Qué está pasando allá atrás?
Rogers alejó la mano de Astrid y volvió a reincorporarse para no hacer enojar más a aquel militar. Pero de igual manera la castaña tomó fuerzas para susurrar:
—No sé que me está pasando.
Finalmente su trayecto a través de la capital alemana concluyó en una de las bases de la CIA, todos esperando ansioso la llegada de aquel grupo.
El vehículo pasó por un subterráneo hasta llegar a lo que parecía un gran estacionamiento con muchos agentes caminando de un lado a otro.
Los militares bajaron y abrieron las puertas permitiendo que los ocupantes bajaran. El Primer Vengador ayudó a la castaña a bajar, ya que aún se sentía un poco débil, y caminó con ella mientras la sujetaba por la espalda.
Caminaron hasta llegar a estar frente a dos personas. Una era Sharon Carter, pero a la otra no la conocían.
—¿Y a él que le pasará?— preguntó el rubio viendo como se llevaban a Bucky en la misma cabina blindada.
—Lo que debería pasarles a ustedes: Evaluación psicológica y extradición—respondió el hombre desconocido frente a ellos.
—Él es Everett Ross, subcomandante de la unidad especial— lo presentó Carter
—¿Y un abogado?— cuestionó Rogers un poco burlón.
—Un abogado, qué chistoso— comentó el aludido— Quiero que sus armas sean retenidas. Eh...Les firmaremos un recibo.
—Espero no ver por la ventana y descubrirlos volando en esa cosa— murmuró Sam con respecto a su traje.
—¿Y qué hay de esto?— preguntó la castaña estirando sus brazos, en relación a las esposas.
—Quédese un poco más con ellas— ella abrió los ojos como platos al oír a Everett— Aún no estamos completamente seguros.
—¿Es un chiste?— contestó ella.
En ese momento un fuerte dolor en su cabeza se presentó, pero aquello no sólo le afectó a ella, sino que hubo un pequeño remezón en todo el lugar y los presentes se pusieron alerta.
Astrid apretó el brazo de Steve, del cual se estaba sujetando.
—Se los advertí...
—¿Quieren matarla? ¿Es eso?— habló el Capitán molesto con la situación.
—Debemos retirarlas...
—No— Ross interrumpió a Sharon— Puede aguantar un poco más. Llevémosla con su hermano.
El grupo comenzó a avanzar mientras seguían al hombre de la CIA a través de las grandes instalaciones. Stark, por su parte, estaba poniendo cada fibra de su ser para no colapsar.
—Se les va a proporcionar una oficina en lugar de una celda— hablaba Everett mientras caminaban— Háganme un favor y quédense ahí.
—No tengo intención de ir a ninguna parte— respondió el wakandiano.
En ese momento un torbellino pelirrojo se unió a su caminata.
—Quiero aclarar que a eso me refería con empeorar las cosas— habló Natasha a su lado.
—No fue él— respondió Steve en referencia a su amigo— Y debíamos proteger a Astrid.
La mirada de la rusa se conectó con la de su amiga.
—Sí, yo estoy bien por cierto— murmuró la castaña— Me la he pasado súper, súper bien.
El grupo no tardó en llegar a la sala de operaciones y reuniones en donde se encontraron con Tony hablando por teléfono. Pero al instante en que vio a su hermana con el aparato en sus muñecas se desesperó.
—¿Y eso qué es?— cuestionó acercándose— ¿Qué están esperando? Quítenselos ¡Ahora!— pidió molesto.
Los agentes obedecieron, y con la ayuda de una especie de llave las esposas se abrieron y fueron retiradas.
Aunque al segundo después el cuerpo de la castaña se tambaleó mientras se quejaba, y si no es por la ayuda del rubio a su lado ella cae al suelo.
—Controlcore mis calzones— murmuró la joven con desprecio.
Se reincorporó, tomó aire y se sintió mejor, se sintió libre. Además el color dorado de sus venas había desaparecido también.
Tony estaba avergonzado y enojado por lo que había sucedido. No tenía idea de que su hermana también había estado involucrada en todo aquello, y le molestaba mucho como la habían tratado.
Pero también sabía que aquello era por los adorados Acuerdos de Sokovia.
Quiso acercarse un poco más a ella pero la chica lo detuvo poniendo una mano en frente.
—No...Ahora no— fue lo único que dijo.
Luego su mirada cayó en Steve y se dio cuenta que lo observaba bastante serio y molesto. Quiso omitir toda la presión que en ese momento sentía así que se dispuso a hablar:
—El secretario Ross quiere que los procesen— comentó haciendo a la castaña poner los ojos en blanco— Algo tenía que hacer.
—No me regresarán mi escudo ¿Verdad?
—Técnicamente es propiedad del gobierno, igual las alas— respondió Nat.
—Qué cruel...— murmuró Sam.
—¡Menos que la cárcel!— respondió el millonario.
—Qué suerte que sólo tomaron mi traje y no empezaron a sacar lo que hay dentro de mí— susurró la castaña mientras comenzaban a avanzar.
Juntos caminaron al interior del lugar lleno de pantallas que monitoreaban todo lo que estaba sucediendo en la ciudad.
Astrid tuvo que separarse de Steve debido a que su hermano le pidió que la siguiera a una sala de juntas así que ella obedeció.
Cuando llegó cerró la puerta de vidrio detrás de ella y observó al millonario.
Él sonrió de lado y se acercó a ella para abrazarla. La joven tardó un poco en corresponder debido a lo molesta que estaba. Sin embargo, cedió y le correspondió cortamente.
—Me alegra que estés bien— le dijo el hombre separándose.
La menor asintió y tomó asiento en una de las sillas junto a la mesa.
El ingeniero la observó mientras permanecía de pie y se rascaba la barba en busca de palabras para dar inicio a su charla.
—Mira yo...No...Soy de hacer estas cosas, normalmente tú lo haces, tú eres la que siempre ha cuidado de mí y...
—Al grano, Tony.
Él suspiró— ¿Por qué no me dijiste que irías a Viena?
La joven se encogió de hombros— Porque fue todo muy rápido. Acompañé a Nat a Londres y de un momento a otro me vi diciéndole que sí a ir a la ratificación de los Acuerdos.
—¿Entonces pensaste en firmar?
La pregunta del hombre en frente suyo la tensó un poco y por eso su respuesta tardó en llegar.
—Yo...— llevó una mano a su cara—Tuve un momento de debilidad.
Él soltó una corta risa— Un momento de debilidad que te llevó a hacer una estupidez.
Ella dejó caer su brazo en la mesa mientras observaba a su hermano con la boca abierta.
—Steve necesitaba mi ayuda, era una buena causa— respondió.
—¿Ayudar al hombre que explotó el edificio y que probablemente tuvo que ver con el accidente en tu auto?— ella abrió los ojos como platos— Sí, Nat averiguó sobre eso y me lo hizo saber.
La castaña ahogó una palabrota en su garganta.
—Barnes no lo hizo— se limitó a decir.
—¿Cómo estás tan segura de eso?
—Steve lo cree así...— él bufó— Estoy hablando en serio. Además no creo que él controle aquellas...— movió las manos— Criaturas.
—¿Qué sabes de ellas?
—Sólo lo que vi— suspiró— Son horribles, asustan y por lo que veo están en la Tierra.
Tony soltó un largo suspiro y pasó sus manos por su rostro. Toda la situación lo tenia agotado.
—Sigue siendo una irresponsabilidad, hermana— retomó— No habían firmado los acuerdos así que aquello se considera ilegal.
—¿Ves lo que los acuerdos nos están haciendo?— preguntó— Era necesario ir a un lugar a brindar apoyo y no podíamos.
—Es un criminal— dijo en referencia a Bucky. Ella dejó caer su cabeza sobre la mesa— Por eso él y ustedes están aquí. ¿Pensaste que no habría ningún precio que pagar por esto?
Astrid levantó su rostro al oír esa frase que removió su interior.
En silencio tomó un control que había a su lado y encendió la televisión. Inmediatamente la noticia de su aparición en público se desplegó en aquel noticiero.
—Oh, sí lo hice— murmuró.
Tony miró aquello con atención entendiendo el punto de la joven.
—Sacrifiqué dos años de anonimato y seguridad por estar en todos los canales y bocas del mundo...Otra vez—la apagó— Así que créeme, lo hice sabiendo lo que podía perder.
El millonario pasó las manos por su cara y miró a la chica con compasión la cual apagó la televisión. Si a él le disgustaba sabía que a ella el triple.
Se volteó y buscó algo que tenía guardado en un maletín para luego volver a girarse para dejar aquello en la mesa frente a su hermana.
La castaña miró el objeto con el ceño fruncido. Era una caja pequeña color negro.
—¿Y esto?
—Ábrela— pidió el hombre.
Estando un poco confundida la neoyorquina tomó el objeto y lo abrió. Y al hacerlo se quedó sin aire.
—Oh...— tomó entre sus dedos lo que había dentro— Tony...
—Lo encontré esta mañana...Ese es el micro-implante que había en tu cerebro, el que descubrimos cuando te trajimos de Rusia, el cual te dejó en coma...Y te robó los recuerdos.
Astrid cerró los ojos. Obviamente recordaba ese pequeño detalle. Nunca lo había visto antes, y hacerlo ahora la había sacudido.
Lo volvió a dejar en la caja y la cerró. Limpió su nariz antes de hablar:
—¿Y qué? ¿Con qué propósito? ¿Que me sienta débil y logre firmar?
Su hermano bufó—No, no...Sólo quería que lo vieras— ella alzó una ceja— Y además es una muestra y un recordatorio de que las cosas siempre pueden salirse de control.
Ahora quien bufó fue Astrid, llevando con molestia sus manos a la cara.
—...Lo que sucedió ahí pudo haberse evitado, quizás con más vigilancia y supervisión en las misiones.
—Lo que pasó ahí...— interrumpió ella con voz dura— Fue de las cosas más horribles que me han sucedido. Pero...Por lo que he logrado entender aquello debía suceder...Quizás fue una forma muy mala...Pero debía suceder.
Tony suspiró agotado.
—Recuerdo muy bien que tú me pediste que no fuera a aquella misión...Porque quera muy peligrosa ¿No?— él asintió— Y créeme aquello lo tuve en mi mente todo el tiempo que estuve allí...
Él tomó asiento frente a ella para poder ponerle más atención y mirarla a los ojos
—Lo sé, hermano...Los recuerdos han vuelto a mí y puedo revivir los sentimientos que tuve allí— se encogió de hombros— Pero era algo que debía pasar.
Él suspiró— Perdón, pero...¿Qué quieres que haga? Estoy desesperado por esto y por saber que mi hermana no ha firmado.
—Y yo también te pido perdón porque no lo haré— respondio decidida.
Él se sorprendió quedando en silencio por un momento.
—Así que ya tomaste una decisión— aquello sonó más como una afirmación que una pregunta.
Ella asintió lentamente— Sí. Después de todo lo que viví en las últimas horas...He podido tomar una decisión negativa...No puedo hacerlo.
Su hermano asintió levemente. No podía negarlo, aquello lo había decepcionado.
—No quiero que esto nos separe— dijo con suavidad.
—Y no lo hará...— ella tomó una de las manos del hombre—Es sólo que...No creo que sea lo correcto.
Él hizo una mueca y volvió a ponerse de pie mientras meditaba.
—Ross los va a perseguir...A ti primeramente— habló y ella se puso de pie también— De alguna u otra manera los harán firmar. Yo traté de hacerlo por las buenas...No quiero que los obliguen a las malas.
—Bueno, buscaremos alguna manera de evadirlos— respondió— Lo único que te pido es que confíes en mí, estaré bien.
—Confío en ti— la tomó por los hombros— Pero no en el Gobierno que buscará someterlos.
—Tony por primera vez en la vida no me importa lo que haga el Gobierno. Lo único que quiero es mi libertad...Y mi libertad de ayudar a los que me necesitan.
—Hermana estás en todos lados— alzó los brazos— Eso no es libertad.
Ella bufó— Bueno, ya te lo dije, fue un precio que tuve que pagar.
—Y habrán más— la joven se volteó— Por eso estoy tratando de convencerte.
—Bien, entonces es el tiempo de hacer sacrificios, a lo cual estoy dispuesta.
—...El Gobierno tiene el ojo puesto en ti. Eres una amenaza para ellos y ellos afirman que también lo eres para el resto del mundo...Hay que discutirlo, así evitaremos que te encierren, te pongan en una caja y te envíen a Madagascar.
—Esto no es una película, Tony. Y yo tampoco soy un animal de zoológico— murmuró
—¿Entonces qué? ¿Seguirás escondiéndote? No quiero que te persigan. Es mejor que cedas, que firmes y te sometas, es lo que tienes que hacer. Vas a tener que dejar que te controlen.
Tony no se había dado cuenta que sus palabras habían sido demasiado duras y se arrepintió de inmediato.
Su hermana, por su parte, se sintió terrible al oír eso y tuvo que aguantar el aire en sus pulmones por lo rápido que latía su corazón.
Lentamente camino hacia el hombre para quedar más cerca de él y susurrar:
—¿Desde cuándo soy sólo un objeto para ti?
No podía reconocer a su hermano en ese momento. Los acuerdos lo tenían bastante afectado y aquello estaba empezando a notarse.
—No lo haré— dijo mientras retrocedía— Lo lamento, pero no voy a firmar algo que me hará una esclava.
Iba a retirarse pero antes de hacerlo miró la caja con el micro-implante. La tomó y se la llevó consigo.
Tony dejó salir el aire de sus pulmones al oír la puerta cerrarse y ver como su hermana se iba de allí.
La había jodido, había sido muy duro con el asunto. Pero él también tenía sus razones que lo impulsaban a insistirle a la chica. No la quería lejos...Y menos en su contra.
Luego de que pudo calmarse y poder seguir con su labor, se encontró con Steve en el pasillo, así que le pidió que ingresara a la sala para poder hablar con él y tal vez tratar de convencerlo también.
Por un segundo pensó que si podía convencer a Steve él podría convencer a Astrid.
—Oye ¿Te enseño algo cool?— dijo llamando la atención del rubio que ya se encontraba en la sala— Es de los expedientes de mi padre, muy apropiado.
Tony dejó sobre la mesa una caja con un par de plumas antiguas. Rogers se sentó y las miró.
—Roosevelt firmó la ley de préstamo y arreglo con estas en el cuarenta y uno. Ofreció apoyo a los aliados...
—Y en parte eso llevó a este país a la guerra— le interrumpió Steve.
Tony permaneció en silencio tragándose sus palabras
—Si no fuera por ellos no estarías aquí— retomó Stark— La verdad es que trado de...— tomó asiento— ¿Cómo se dice? ¿Una rama de olivo?
¿Así se dice...?
Rogers suspiró— ¿Y Pepper? ¿No la he visto.
Aquello le incomodó— Los dos...Estamos, bueno, ella está...
—¿Embarazada?
—No, no, en lo absoluto. Sólo...Nos tomamos un respiro...No es culpa de nadie.
—Lo siento, Tony— le dijo con una mueca.
—Después de casi perderla hace unos años desheché mis trajes, luego hubo que desmantelar a HYDRA, y Ultrón...Mi culpa— rió— Y luego, y luego y luego...No me detuve...Y la verdad es que no quería hacerlo.
Stark se pasó las manos por la cara, mientras el rubio le miraba atento.
—También puse en peligro a mi hermana, pero...A ella no la podía alejar de ese modo— hizo una mueca.
Ante la mención de la castaña Rogers se removió un poco en su asiento.
—No quiero perderla— el rubio asintió— Esperaba que los acuerdos fueran el punto medio...Pero ella no quiere firmar.
Se levantó y caminó en busca de su chaqueta.
—Aunque en defensa de Pepper soy un fastidio— soltó una corta risa— Papá era en serio irritante pero...Él y mamá se las arreglaron.
—Me alegra que Howard se casara, lo conocí cuando era joven y soltero— comentó Steve.
—¿En serio ustedes se conocieron? Creo que nunca lo mencionó— habló Stark sarcásticamente— Sólo cientos de veces...Te odiamos tanto— murmuró incluyendo a Astrid.
—Tony no busco complicar las cosas— dijo Steve con suavidad.
—Por supuesto, ya que eres muy amable.
—Si veo que una situación se complica...No puedo ignorarla...A veces quisiera.
—No es cierto— respondió Tony mirándole.
Steve se giró en la silla para mirarle con una media sonrisa.
—No, no lo es— suspiró— A veces...
—A veces quisiera romperte tus perfectos dientes— murmuró Stark— Pero no quiero que te vayas...Te necesitamos Cap. Hasta hoy no ha pasado nada que no pueda arreglar. Pero si firmas eso...— apuntó la mesa—Legitimaremos las últimas veinticuatro horas, enviarán a Barnes a un centro psiquiátrico en casa, y no a Wakanda a una prisión.
Rogers meditó en aquellas palabras con mucha seriedad. Tomó una de las plumas, se puso de pie y caminó un poco.
—No pienso que sea posible...—dijo—Pero van a necesitar protección.
—Claro. Ya que apaguemos el fuego mediático los documentos...Se enmendarán. Someto a la moción que tú y Astrid se reintegren...
Steve pudo sentir la indirecta y miró a Tony con el ceño fruncido. Sabía que era capaz de pedirle que convenciera a la joven de firmar.
—¿Y qué hay de ella? ¿La encerrarán también?— cuestionó.
—No quiero que eso suceda...Pero no pasará si firma los acuerdos— respondió.
—¿Estás seguro?— Stark guardó silencio— Todos la están apuntando como la mujer más peligrosa del planeta...Eso no es lo que ella quiere ser.
—Ella...
—No creo que esté dispuesta a firmar algo que ma convertirá en una prisionera.
—Eso ya lo sé— contestó molesto— Lo único que quiero es que esté bien ¡Es mi hermana!
—¡Pues no lo está!— exclamó Rogers.
El rubio suspiró y masajeó su frente con fastidio. Stark, por su parte, lo observó con curiosidad.
—Vaya, pareces muy informado sobre la situación de mi hermana— Tony lo miró con los ojos entrecerrados.
Steve suspiró y decidió alejarse de ese tema por ese momento.
—Desde que inició todo esto de los acuerdos que ella ha sido expuesta...
—Porque decidió ayudarte— Steve bufó.
—Ya viste como la trataron cuando llegó aquí, fueron agresivos con ella.
—¿Qué? ¿Estás insinuando que contigo está más segura?— cuestionó el millonario acercándose a él.
Ambos guardaron silencio mientras se observaban. Aquel comentario había tensado toda la situación y Steve temía decir algo que empeorara todo.
—No es lo que quise decir— se limitó a decir.
—Bueno así pareció— respondió el ingeniero— Astrid es lo más importante que tengo...No voy a permitir que le hagan daño.
En ese momento escucharon voces afuera de la sala y pudieron observar como había una pequeña disputa entre algunos agentes y una chica.
Y esa chica era Astrid.
La joven se encontraba rodeada por aquellos agentes con las palmas en alto, parecía haber una discusión entre ellos.
Steve suspiró y tomó valor para continuar.
—Y yo tampoco— dijo el rubio comenzando a retirarse, pero antes dejó la pluma que había tomado junto a la otra— No hay que separar el juego, Tony— y sin más se fue.
Stark pasó sus manos otra vez por su rostro y bufó con frustración.
No lo había logrado.
Cuando el Capitán abandonó la sala camino inmediatamente en dirección al pequeño altercado que estaba sucediendo.
—Hey ¿Qué está ocurriendo aquí?—habló llamando la atención de aquel grupo.
La mirada de Astrid irradió esperanza al verle.
—Comenzaron a amenazarme porque hubo una ventisca— expuso la castaña— Pensaron que era yo pero venía de una ventana ¡Una ventana! Y ellos no me creen.
Al ver que ella quería acercarse al rubio dos hombres la tomaron rápidamente por los brazos, a lo que ella se quejó.
—¡Oigan!— Rogers se acercó más— Ya la oyeron, no fue ella quien lo hizo.
—Muss mit uns kommen— Debe venir con nosotros, dijo uno de los agentes en referencia a la castaña.
—Wage es nicht— respondió Rogers en un tono serio diciendo: No se atrevan— Ella no ha hecho nada malo, así que suéltenla.
El grupo de alemanes se miró hasta que decidieron soltar a la chica y comenzar a dispersarse. Ella los miró con odio a todos antes de dirigir sus ojos al Capitán, soltar un quejido y pegar media vuelta para irse de ahí.
Rogers suspiró. Luego su mirada se dirigió de vuelta a la sala de juntas donde Tony lo observaba con atención. Pero sin esperar otra cosa Steve comenzó a seguir a la castaña.
Ella estaba harta de todo aquello, necesitaba tranquilidad y sentirse segura. Así que caminó sin saber a dónde ir, hasta que llegó a una sala que parecía ser una oficina con un balcón que daba vista a la ciudad de Berlín.
Dirigió sus pasos hasta allá y puso sus manos en el barandal, respirando aire puro y teniendo aquel respiro que tanto necesitaba.
Los medios siempre la habían agobiado, de eso ya estaba acostumbrada. Pero ¿Ser hostigada por fuerzas militares? eso era nuevo, y era peor.
Después de estar un rato a solas sintió que unos pasos se acercaban detrás de ella. Giró su cabeza sólo unos centímetros y pudo ver de quién se trataba.
—Mi padre...Nunca fue alguien realmente cercano...O cariñoso— comenzó mirando al frente mientras el hombre se posicionaba a su lado— Sus gestos se limitaban a elogios cortos y breves palabras motivadoras...No muy buenas de hecho— se encogió de hombros— Y no te asustes no estoy retomando el tema de hace un par de años sobre él y tú.
Steve asintió y le indicó que siguiera con un movimiento de cabeza.
—Pero...Hubo algo que dijo que me marcó y siempre he recordado...Hasta el día de hoy— suspiró— Cuándo empezó a trabajar en SHIELD y los rusos querían colaborar en una de sus investigaciones, siendo que anteriormente nos habían traicionado, dijo: No puedo entregar mi voluntad sabiendo que algo va a salir mal. Si algo te hace dudar aunque sea un poco...No lo hagas.
Cuando ella finalizó la frase Rogers la miró a los ojos. Podía percibir mucha decisión en ellos, como si la misma escencia de Howard Stark brillara en ella.
Y aquellas palabras también le habían llegado. Tenía razón completamente.
—Entonces creo que no vas a firmar— se atrevió a decir. La joven le sonrió de lado.
—Nop, no lo haré.
Ambos guardaron silencio unos segundos, sólo escuchando el sonido de las autopistas y los vehículos en ellas. Hasta que Steve se adelantó:
—¿Puedo preguntar cómo estás con todo esto?
Ella soltó una corta risa—Mi reputación nunca estuvo peor— rascó su frente— Creo que prefería ser la excéntrica millonaria fiestera que ser la amenaza mundial...No me gusta...Y estoy harta de esto.
—Ya verás que lo solucionaremos.
—Tony dijo que Ross nos tiene amenazados— le miró— No se va a detener.
Rogers pudo notar lo incómoda y nerviosa que se sentía la chica ante aquello último. Habían diferencias entre el secretario y ella, y estaba seguro que Ross no las iba a dejar pasar.
—Hey— la giró para que lo mirara de frente— No te preocupes, las cosas que están sucediendo pronto verán su fin. Quizás debamos sacrificar otras pero...Todo estará bien— ella sonrió.
—Y probaremos la inocencia de Bucky, ya verás— le dijo. Aquello hizo al rubio pensar.
—Perdón por haberte arrastrado a esto.
—¿De qué hablas? Yo decidí acompañante, fue mi decisión así que no te culpes por lo que me está pasando— puso una mano en la mejilla del hombre— Y tú lo dijiste...Todo se va a solucionar.
Steve cerró los ojos por un segundo disfrutando el tacto de la joven hacia él.
Cuando la chica apartó la mano el rubio abrió sus ojos para fijarse en los de ella. Lo cual no duró mucho porque Astrid ya se había acercado para poder abrazarlo.
Sin que ella pudiera ver Rogers sonrió y correspondió al instante acariciando el cabello de la joven mientras ella recargaba su cabeza en su pecho.
No hubo necesidad de decir algo por los primeros instantes, ellos y el momento eran suficientes.
Se sentía tan bien, se sentía tan seguro poder sentir la cercanía del otro una vez más.
Luego de un rato más algo llegó a la mente de la neoyorquina así que decidió sacarlo de sus adentros.
—Entonces...— comenzó con la cabeza apoyada en el pecho del Capitán— ¿Tú y la chica rubia de la CIA...?— hizo una mueca.
Steve la tomó por los hombros para poder verla a los ojos con una mirada burlona mientras ella mantenía sus labios en una línea.
—¿En serio?
Ella sólo se limitó a encogerse de hombros y ambos rieron.
—No, no pasa nada. Si es lo que quieres saber— el corazón de la chica se aceleró— Estuve dos años esperando por alguien más que al fin llegó.
Aquello sacudió todo el interior de Stark y una sonrisa de oreja a oreja apareció en su rostro.
—Y valió la pena— completó.
Las emociones de Astrid ya no pudieron ser retenidas y se acercó al rubio, lo tomó por la nuca y lo acercó a ella para besarle.
Steve no fue tonto, siguió aquello al instante rodeando la cintura de la joven con sus brazos.
El pensar de qué alguien había esperado por ella la hacía completamente feliz. La última vez que alguien lo hizo la terminó engañando, y ese fue Kyle. Pero ahora sentía que todo era diferente.
Sus labios disfrutaban el mutuo roce del otro, cosa que habían extrañado después de tanto tiempo.
Nadie podía entender lo que estaban sintiendo.
Se separaron pero sus rostros permanecieron juntos, cosa que les hizo sacar una sonrisa a ambos.
—Mejor volvamos adentro antes de que mi hermano venga por nosotros— susurró ella mirándole.
Steve asintió— Tienes razón.
Juntos comenzaron a caminar dentro de las instalaciones nuevamente antes de que alguien fuera a buscarlos al notar su ausencia.
Cuando regresaron a la sala de operaciones encontraron a Sam en una sala de paredes de vidrio, tal y como lo eran las otras. Así que al verle decidieron ir a acompañarle.
—Miren quiénes aparecieron...— dijo desde su posición en la mesa mirando a los recién llegados— Creí que los habían secustrado— su tono sarcástico los hizo a los tres reír.
El resto del equipo— los que habían firmado y los que no— también habían sido llamados a los cuarteles en Berlín y estaban siendo custodiados en otra oficina más lejana.
Stark, Rogers y Wilson estuvieron charlando un rato mientras veían las noticias hasta que llegó Sharon con un papel en la mano, el cual extendió a Sam diciendo:
—El recibo de su equipo.
Astrid caminó hacia el moreno y tomó aquella hoja, abriendo los ojos como platos.
—¿Es en serio? Mi traje cuesta millones de dólares— habló y le pasó el papel a Wilson.
—¿Disfraz de pájaro?— leyó el escrito—Debe ser una broma.
—Yo no lo redacté— se defendió Carter.
En ese momento el noticiero— que estaba comunicando la explosión en Viena— cambió a otra noticia un poco más hostigante.
—¿Y qué? ¿Creían que la íbamos a olvidar? La mismísima Astrid Stark ha vuelto al ojo público después de dos años desaparecida en medio de un enfrentamiento entre los Vengadores y las fuerzas alemanas.
La joven puso los ojos en blanco y desvió su mirada del televisor lo antes posible.
La incomodidad había regresado.
Pero no escuchó más ya que alguien había apagado el televisor. Astrid levantó la mirada hacia ella.
—Te lo agradezco— dijo hacia Sharon y ella respondió con un asentimiento de cabeza.
—Creo que sacarla del país no fue suficiente— habló la rubia.
—Me estaban buscando en todas partes— contestó la aludida tomando asiento junto a Sam— No había caso, alguien me iba a atrapar y la CIA fue la suertuda.
Sharon hizo una mueca— Lo lamento.
Astrid sólo se limitó a hacer un gesto con la mano, restándole importancia.
En ese momento la agente de la CIA recibió un mensaje desde el comunicador de su oído. Luego miró al grupo frente a ella.
—Ya comenzó el interrogatorio de Barnes— comunicó y encendió un monitor en donde se pudo apreciar al Soldado del Invierno en su celda junto a un hombre que le hacía preguntas.
—...No vine aquí a juzgarte...Sólo quiero hacerte unas preguntas— decía el hombre interrogando— James ¿Sabes dónde estás?
Él no respondió, sólo miró a otro lado.
—No puedo ayudarte si no hablas conmigo, James.
—Mi nombre es Bucky.
Steve giró su cabeza a sus amigos que también lo observaban. La tensión al oír toda aquella conversación era real.
—¿Por qué la unidad especial difundió la fotografía?— cuestionó Steve refiriéndose a Bucky y la foto que apreció en los noticieros de él supuestamente poniendo la bomba en Viena.
—¿Para involucrar a tantos testigos como se pueda?— habló Carter.
—Claro. Buena manera de hallar a alguien— siguió el Capitán— Detonas una bomba, te toman una foto y siete mil millones de personas buscan al Soldado del Invierno.
—Crees que alguien lo inculpó ¿Verdad?— preguntó Sharon.
—Steve, pasó todo este tiempo alejado de nosotros— dijo Sam.
—No bombardeamos la ONU, eso llama la atención
—Sí, pero eso no garantizó que el que lo haya inculpado lo atrapara, garantizó que nosotros sí.
Las palabras de la agente de la CIA paralizaron a todos y se repartieron miradas.
—Sí...— Steve se volteó— Alguien lo está inculpando.
—Tiene sentido— dijo Astrid— ¿Qué hay de las criaturas que vi? ¿Creen que él haya podido liberarlas? Estaban en Viena, parte de toda la catástrofe que hubo.
—Él fue rehén de Kurse, es un buen motivo para echarle la culpa— Stark asintió ante el comentario de Rogers.
En ese momento un pensamiento cruzó la mente de la castaña, haciéndola temblar.
—Me estaban siguiendo— todos la observaron con atención— Las criaturas me estaba siguiendo...Las vi en Viena y las vi en Bucarest.
—¿Segura que te seguían a ti y no a Bucky?— preguntó Sam.
—Bucky no estaba en Viena...Yo sí— respondió ella.
El grupo inmediatamente se puso alerta.
—Eso quiere decir que...
Las palabras de Steve quedaron en el aire ya que las luces de toda la instalación se apagaron. Había sido un corte general. Incluso la sala de interrogatorio de Barnes estaba a oscuras.
En ese momento Astrid sintió un horrible dolor en su cabeza que la obligó a llevarse las manos a esta y preocupó a las personas frente a ella.
Entonces lo sintió.
Se puso de pie bruscamente antes de decir:
—Están aquí.
El grupo entendió que la chica se refería a las criaturas y aquello desató más terror aún.
—Subnivel cinco, ala este— susurró Carter con apuro.
Inmediatamente Steve, Astrid y Sam se miraron para luego empezar a correr en la dirección indicada.
Mientras tanto Tony y el resto del equipo de la CIA estaban desesperados por averiguar la razón del corte de energía.
Al resto de los Vengadores que habían sido citados a las instalaciones, se les pidió no salir de la oficina en la que estaban, y aquello los tenía desesperados.
El grupo que había salido disparado en busca de la celda de Barnes por fin llegó a su objetivo. Lamentablemente se encontraron con que habían múltiples agentes tirados en el piso y la celda del soldado estaba abierta.
Steve tomó ventaja y se acercó a mirar el lugar, allí encontró a un hombre tirado en el suelo que pedía ayuda. Logró reconocerlo, era el doctor del interrogatorio.
Rogers lo tomó por la chaqueta y lo estampó en la pared
—¿Quién eres? ¿Y qué quieres?— inquirió el rubio en tono serio.
El hombre pareció sonreírle— Ver como cae un imperio.
En ese instante sonidos extraños se escucharon a su alrededor, sonidos similares a cuervos. La castaña alzó la vista y vio por los vidrios que el techo tenía.
Eran las criaturas.
Tragó saliva—¿Esas son...?
Sus palabras quedaron en el aire al momento que recibió un duro golpe en la cabeza y cayó al suelo. Había sido Bucky, dentro de un trance, quien la había golpeado. Luego el soldado hizo lo mismo con Sam hasta que fue el turno de Steve. Ambos se enfrentaron en una pelea mano a mano a través del pasillo hasta que llegaron a un elevador. James empujó al rubio con fuerza haciéndolo atravesar las puertas y caer hasta el fondo del elevador. Sólo se dignó a mirarlo unos segundos para luego irse de ahí.
Con la vista borrosa y un poco de malestar Wilson logró ponerse de pie y vio como el doctor comenzaba a escapar.
—Astrid...— la movió y la ayudó a levantarse.
—Auch— se quejó ella tocando su nuca.
—Iré por el doctor, tú ayuda a Steve— le dijo.
—Hecho.
Y ambos comenzaron a correr a través del pasillo. Sam tomó la desviación por la escaleras y Stark buscó a Rogers.
Se inclinó al ver el gran agujero que había en las puertas del ascensor para ver si lo hallaba.
—¡Steve!— gritó— ¡Steve!
A pesar de la lejanía pudo oír un par de quejidos.
—¡Aquí abajo!— logró escuchar la voz de él.
—Maldición...— murmuró— ¡Tranquilo, ya te ayudo a subir!
Miró a todos lados pensando qué poder hacer y ahí una idea surgió en su mente.
Estiró sus manos hacia abajo y raíces comenzaron a salir de ella, o mas bien parecían lianas. Las cuales extendió hasta que llegaron a la posición del rubio. Este se quitó la chaqueta y comenzó a subirlas mientras la chica lo tiraba.
—Hablaban de control ¿Eh?— murmuró ella para sí con voz entrecortada por el esfuerzo— Bueno, les tengo malas noticias esto no está controlado.
Pegó un tirón fuerte a las lianas y estas se cortaron. Pero fue justo a tiempo ya que alcanzó a sujetar el brazo de Steve para tirarle hacia adentro.
—¿Estás bien?— le preguntó la castaña.
—Lo estoy...Pero puede el resto no lo esté si no detenemos estas cosas.
Asintió— De acuerdo.
—Yo iré por Bucky, tú ayuda al resto y alejen a esas cosas.
—Suerte.
Cada uno se dispuso a irse en sentido contrario, pero la voz del rubio detuvo la carrera de la joven.
—Astrid— ella se giró—No dejes que esas cosas te atrapen.
Ella sólo se limitó a asentir con la cabeza y voltearse para seguir corriendo.
Cuando comenzó a llegar a las plantas inferiores pude ver todo el caos que se estaba causando allí. Las sombras voladoras atacando a los agentes mientras destrozaban todo a su paso.
A la distancia pudo ver a Thor, Wanda y el resto del equipo batallando también contra las criaturas.
A su paso tuvo que pelear con algunas y deshacerse de ellas.
Pero hubo un momento en el cual llegó a un comedor, estaba solitario por lo cual se asustó un poco.
Pero toda esa soledad acabó cuando sintió en golpe en su espalda que la tiró lejos. Desde su posición en el suelo pudo ver de quien se trataba: Bucky.
Rápidamente se puso de pie y comenzó a batallar con él. No quería herirlo demasiado, pudo entender que algo le había hecho el doctor y no estaba siendo él mismo.
Ella hizo sus puños de hielo y con esos se estaba defendiendo.
James la golpeó en el estómago haciéndola tambalear y buscar aire.
—Mira...— habló ella poniendo sus manos al frente— Sé que hemos tenido un par de diferencias...Pero sé también que te están controlando.
Barnes gruñó y volvió a lanzarse hacia ella. Pero esta vez Astrid lo tomó por los hombros y lo levantó, dejándolo caer al suelo.
Se sorprendió, no tenía idea de dónde había venido aquella fuerza.
En su momento de distracción por aquello no se dio cuenta que el soldado ya había escapado, así que se dispuso a ir en busca de él o a ayudar a Sam.
En su trayecto volvió a encontrarse con las sombras que buscaban atacarla, pero lograba alejarlas con fuertes ráfagas de viento.
Cuando estuvo por salir del edificio algo la detuvo. Se quedó apoyada en una pared y se dio cuenta como unas criaturas parecían tener una conversación. Obviamente en un lenguaje totalmente desconocido para ella.
Sin embargo, su mente pareció procesar parte de lo que estaban diciendo y una frase se retuvo en ella haciéndola temblar:
Es ella.
Alejó aquello de sí sólo pensando que era una ilusión y siguió su carrera hasta afuera.
—¡Sam!— exclamó al verle.
Él se giró— ¡Se escapa!— gritó señalando al doctor que estaba a punto de perdérseles.
Ella se detuvo y estiró una de sus manos lanzando una capa de hielo en dirección al hombre. Lamentablemente ya fue muy tarde, el doctor ya había cruzado la barrera y se había ido en un auto robado.
—Maldición— resopló llegando al lado de Wilson.
—Lo logró— murmuró él.
Entonces algo más capto la atención de la chica y la de la mayoría de la gente alrededor.
—Creo que tenemos problemas mayores— dijo ella señalando el cielo.
Un helicóptero de la agencia estaba cayendo directamente al río, con dos personas en él.
—Es Barnes.
—Y Steve— completó ella.
Juntos volvieron a correr en la dirección en la que el vehículo estaba cayendo. Sus piernas se movían a la mayor velocidad posible, la adrenalina los tenía consumidos.
—Cerrada— dijo Sam cuando chocó con una puerta.
—No lo creo— respondió la joven dándole una patada. Al instante la puerta se abrió y siguieron su carrera hasta llegar a la orilla del río, donde el helicóptero se estaba sumergiendo.
—Llegamos tarde.
—No, no, no, no— susurraba ella.
Un sentimiento de angustia llegó a ella de sólo pensar que no habían sobrevivido a la caída. No podía creerlo, no quería hacerlo.
Rápidamente estiró sus manos, cerró sus ojos empezó a mover el agua, viendo si podía sentir la presencia de alguno allí.
Una sonrisa apareció en su rostro al sentir dos personas en el agua. Apretó los puños y siguió moviendo el río para atraer a los dos hombres hacia la orilla. De inmediato sus cuerpos aparecieron y Sam se acercó para ayudar a Bucky mientras Steve se apoyaba en la orilla.
Astrid dejó de usar sus poderes y se agachó para levantar a Steve.
Los cuatro cayeron en el suelo, pero sólo tres respirando agitadamente.
—Ha sido...Un día largo— susurró la mujer desde su posición.
Rogers se sentó en el piso—Está inconsciente— dijo hablando de James— Tuvo un golpe en la caída.
Sam arrastró el cuerpo de Barnes para dejarlo más lejos de la orilla.
Astrid caminó en cuclillas hacia Rogers mientras tosía un poco debido al agua que había tragado.
—Hey, hey...— le tomó el rostro en las manos— Ya todo está bien...Me diste un susto horrible.
—Lo lamento— respondió él.
Recorrió la cara del rubio con sus dedos—Tienes una...
Rogers tenía una herida cerca de la ceja y Astrid había pasado su dedo sobre ella. Pero lo fantástico en todo el asunto fue que cuando lo hizo ésta desapareció, quedando como si nada hubiera sucedido.
Astrid se estremeció al ver aquello, tratando de entenderlo, tratando de descifrar cómo lo había hecho.
—¿Qué?— preguntó el Capitán confundido.
—Eh...No, nada— ella volvió a la Tierra— Sólo que...Tenías una cortada.
Su momento allí no pudo seguir, ya que las fuerzas militares llegaron rápidamente para llevarse al soldado que permanecía inconsciente. Los otros tres miraron la escena bastante incómodos hasta que a ellos también se les ordenó volver a ingresar al complejo.
La situación estaba horrible.
En menos de lo que esperaron ya estaba todo el equipo reunido en una oficina, listos para discutir lo sucedido.
En eso un fuerte golpe se escuchó en la mesa haciendo sacudir al grupo.
—Ya cálmate, Thor— le dijo Nat.
—No me pidas que me calme— dijo el asgardiano— ¿Ya vieron a esas criaturas? Sigo pensando y no sé de dónde vienen.
—¿Ninguna idea?— preguntó Tony.
—No, nunca he visto algo así.
El grupo comenzó a comentar sobre la situación y a quejarse de lo que había sucedido.
Tony se acercó lentamente a su hermana que estaba junto a Rogers curándole una herida.
—Hey— la llamó y ella se volteó— ¿Estás bien?
Ella dejó el algodón y la pomada a un lado para mirarle bien.
—Sí— suspiró— Sólo ha sido un día de mucha adrenalina. ¿Y tú?
—Sólo un par de moretones— se quitó la corbata— Pero a salvo.
Ella sonrió— Me alegro.
—...Las bestias, los horrores de los mundos, he visto a todos y cada uno...Pero a estos no— continuó Thor—No sé que son y cuál es su propósito en la Tierra.
Steve y Astrid se lanzaron miradas.
—Estaban siguiéndome— respondió la castaña llamando la atención de todos.
—¿Segura?— cuestionó Banner.
—Mucho. A dónde he ido desde que regresé han estado...Incluso trataron de matarme en Viena.
El grupo guardó silencio y se repartieron miradas.
Toda la situación se estaba volviendo confusa.
—Astrid ¿Cómo te fue en tú investigación?— la mencionada frunció el ceño ante la pregunta de la rusa— Quizás descubriste algo que no debiste, o algo que te ponía en peligro.
Tomó asiento como cabecera de mesa— Ay tenían que tocarme la herida...—ella suspiró— Me gustaría decir que averigüé mucha información pero...No fue lo mejor.
—¿Qué averiguaste?— preguntó Thor.
—Sobre la Ultra Conquista, la batalla en la que aquella mujer me dejó en la Tierra...Sobre mucha mitología nórdica, sobre Kurse...— frunció el ceño— Pero lo más extraño de todo es que no logré averiguar sobre el lugar de donde la mujer provenía...El lugar de donde provengo.
—¿Por qué?— preguntó Clint.
—No hay nada de información, es un libro en blanco. Pareciera...Como si ese lugar no existiera o hubiera desaparecido.
—¿Estás segura?— cuestionó Nat.
—Sí, no por nada me escabullí en el Kremlin para buscar un libro sobre eso.
Todos quedaron sorprendidos y Astrid se arrepintió de inmediato al decir aquello.
—Ups— susurró.
—¿Así que esa fuiste tú?— habló Rhodes y ella hizo una mueca.
Obviamente en ese año la noticia había llegado al equipo, pero no se sabía quién había sido la causante. Ahora lo sabían.
El semidiós se había mantenido en silencio meditando un poco ante lo dicho por su compañera.
—Astrid...— el asgardiano se le acercó—Necesito que estés completamente segura de lo que estas diciendo.
Ella abrió los ojos— Lo estoy, en serio.
Thor soltó un largo suspiro y miró al techo.
—Eso es...No lo puedo creer— susurraba.
—Thor, me estas asustando, ¿Qué sucede?— dijo la castaña.
Él miró a todos lados antes de inclinarse en la mesa y susurrar:
—Hay un lugar...Que podría ser el que buscas— ella abrió mucho más los ojos y su corazón latió rápidamente— Originalmente no habían nueve mundos alrededor del Yggdrasil...Sino diez.
Todos se repartieron miradas y soltaron muchas preguntas.
Había sido una fuerte revelación.
—Espera ¿Qué?— cuestionó Pietro.
—Esa no me la esperaba— murmuró Barton.
—¿Y qué pasó con aquel mundo?— preguntó Wanda.
—Desapareció— contestó sin más— De un día para otro la mayor potencia de los mundos había desaparecido sin saber el porqué.
—¿La mayor?— preguntó el millonario— ¿Incluso más que tu planeta?
Thor asintió con lentitud ya que aquello era cierto.
—Dentro de las cosas que leí en el libro decía que el planeta...Se desorbitó— murmuró la castaña.
Thor chasqueó los dedos— Entonces puede ser.
El corazón de la menor de los Stark se sacudió de la emoción.
—¿Cómo se llama el lugar?
El asgardiano hizo una mueca ante la pregunta de la joven.
—No puedo decírtelo.
Ella puso los ojos en blanco— Oh ¿En serio?
—No puedo decírtelo aquí...O sino todos moriremos.
Todos guardaron silencio ante la incomodidad que eso les causó.
—Wow, así de prohibido es ¿Eh?— masculló la castaña.
—¿Y si no es aquí entonces donde?— preguntó Rogers.
Thor se reincorporó para mirar a sus compañeros con decisión. Luego tomó aire para decir:
—Asgard.
Muchas exclamaciones y quejidos abundaron la sala por parte del resto.
—¿As...Qué?
—¿Es un chiste?
—De sólo pensarlo ya me dieron ganas de vomitar.
—Es una locura.
—Thor ¿Perdiste la cabeza?
—Este día no se puede poner peor.
—Oigan, oigan, oigan— el semidiós los llamó a la calma— Es el único lugar en donde podemos encontrar las respuestas que necesitamos...Qué Astrid necesita— ella suspiró— Además libraríamos a Midgard de estas criaturas.
—Pero estás hablando de un viaje al espacio, amigo— se quejó Bruce.
—¿Necesito pasaporte?— cuestionó Barton sarcásticamente— Es que se me quedó en casa.
—Tiene razón— dijo Steve— Es la oportunidad que tenemos.
—Rogers, no pueden hacerlo, no han firmado los acuerdos— espetó Rhodes.
—Algo se nos ocurrirá— dijo Clint.
—Debemos ir— la suave pero decidida voz de Astrid captó las atenciones— Es lo correcto. Además...Necesito terminar mi búsqueda...Saber quien soy.
Thor sonrió— Entonces hay que ir.
—¿A dónde irán?
Una nueva voz se unió a ellos y todos giraron sus rostros a la puerta. Allí vieron al secretario Ross junto a su asistente ingresando.
El grupo se repartió miradas en poco nervioso.
—Les hice una pregunta— siguió— ¿Van a algún lado?
Tony se dispuso a explicar la situación.
—Descubrimos algo sobre las criaturas que han aparecido— Ross le indicó que siguiera— Pero aquello no lo podemos continuar aquí...Debemos...— tragó saliva— Ir...Ir a Asgard.
—¿¡A dónde!?— exclamó Thaddeus.
—A Asgard...Mi hogar— se adelantó el semidiós— Es el único lugar que nos entregará las respuestas que necesitamos.
—¿Cómo puedo confiar en que esto es real y no una treta?
—Ross— le llamó la castaña— Criaturas, horribles, del espacio, que buscan destruir todo...¿No te es suficiente?
—Querías que empezáramos a arreglar las cosas. Bueno...— el millonario suspiró— Debemos ir a Asgard.
Ross agachó la cabeza y meditó en sus opciones, además de toda la información que acababa de recibir. Se sentía atado de manos.
—Bien— miradas esperanzadas aparecieron en sus rostros al oírle— Pero sólo pueden ir los que firmaron los acuerdos.
Nuevamente todos empezaron a exclamar ante sus palabras.
—Ya me oyeron, sin discusiones— siguió.
—¿Es una broma?— habló el asgardiano— No puedes hacerlo.
—Ya lo hice.
Astrid se puso de pie estrepitosamente.
—¿Quisieras por un segundo analizar la situación?— habló en dirección del hombre— No quiero ofender al resto, pero...Piensa lo siguiente, vas a dejar fuera de esta misión a un arquero, a dos soldados, a una chica mágica, al único que nos puede llevar hasta allá...— rió— Y a la más interesada en esto que soy yo— él frunció el ceño— Por cierto, las criaturas me buscan a mí, así que si voy ellas también.
Ross puso sus manos detrás de su espalda y soltó un bufido.
—La respuesta es no, fin de la discusión— volvió a repetir— No voy a permitir que una banda de peleoneros se me escape a un planeta lejano.
—Ya estoy harto— masculló Thor acercándose a él con la intención de golpearlo. Rápidamente sus amigos fueron a detenerle.
—¿Ven a lo que me refiero?— dijo el hombre canoso— Sólo irán los que han firmado los acuerdos, eso me garantizará éxito en la misión y que regresarán.
El secretario hizo un asentimiento con su cabeza y se dispuso a retirarse. Pero Astrid no iba a permitir que las cosas quedaran así, no era lo correcto.
—No estás asustado porque un grupo de superhéroes va a ir al espacio...— habló ella y el hombre se detuvo— Te asusta el hecho de que no estoy bajo su control.
Ross se giró con una mirada de enojo para observar directamente a la castaña.
Lo peor de todo es que sabía que tenía razón.
—Enciende el televisor ¿Qué vas a ver? Mi rostro...Sé lo mucho que eso te enoja y lo mucho que tus superiores te regañan por eso— se oyeron cortas risas— Es el miedo.
—Mejor di a dónde quieres llegar antes de que llame a seguridad para que te pongan esas esposas otra vez— murmuró el hombre de gobierno.
—Tengo un trato— él levantó las cejas y todos se sorprendieron— Todos iremos a la misión a Asgard— Thaddeus rió burlón— Con todo el tiempo que necesitemos. Averiguaremos de dónde vienen estas cosas, las detenemos...De paso probamos la inocencia de Barnes— Rogers sonrió— Y regresamos.
—Eso no va a pasar, ya se los dije ¿O qué? ¿Les hago un dibujo?— respondió.
—Déjame terminar— pidió la chica— Déjanos hacer todo eso...— tragó saliva— Y yo firmaré.
Sus compañeros la observaron sin creer lo que oían, algunos sólo se mantuvieron callados y otros le rogaban con la mirada que no lo hiciera.
—Astrid no lo hagas...— suplicó Rogers.
—Ya oíste— repitió al ver la expresión de sorpresa del secretario— Firmaré tus adorados acuerdos, aquí y ahora...— miró al equipo— Mi firma...Por la de ellos.
Ross trató de evitarlo pero una pequeña sonrisa victoriosa apareció en su rostro. Hizo una seña con su cabeza a su asistente y este buscó algo en su maletín. Segundos más tarde un par de papeles fueron arrastrados hacia ella junto con una pluma.
El corazón de la joven se aceleró.
—Tu firma, en las cuatro hojas, en todos los espacios inferiores— dijo Ross.
Astrid tomó la pluma con sus dedos temblando. Observó el papel y le dio una rápida leída antes de dirigir el lápiz a la zona indicada.
Cuando llegó allí se detuvo unos segundos y meditó en lo que realmente significaba firmar. Pero luego pensó en su equipo y lo necesario que era ir a esa misión.
Era mejor llevarse la pelea a otro planeta y proteger el suyo.
Así que comenzó a firmar.
Sus dedos se movieron temblorosos sobre el papel mientras firmaba, bajo la atenta y preocupada mirada de sus amigos.
Tony la miró a su lado muy nervioso. Él quería que ella firmara desde un principio...Pero no así, no que tuviera que llegar a eso.
Al llegar a la última hoja y a la última firma miró al equipo con una media sonrisa...Y firmó.
Cuando todo estuvo hecho dejó caer la pluma en la mesa y la arrastró junto a los papeles de vuelta a Ross.
—Felicidades secretario— dijo con angustia— Estoy bajo el control del gobierno.
Soltó un gran suspiro y se alejó un poco. No quería que los hombres del gobierno la vieran débil por eso.
Al notar aquello Tony y Steve se repartieron miradas, como si estuvieran debatiendo sobre quién iba a ir a verla. Y fue el millonario quien ganó y se acercó para abrazar a su hermana.
—Bueno, gracias a la maravillosa voluntad de la señorita Stark...Les doy la autorización para ir. Pronto lo discutiré con el panel de las Naciones Unidas para ver si acceden...Pero— observó los papeles en su mano— Creo que aceptarán.
Astrid le dirigió una mirada de odio al hombre.
—Vayan, y detengan esas cosas. Accederé a darles el tiempo que necesitan, pero— marcó la palabra— Con reportes diarios asegurándome que todos están ahí y nadie se ha escapado.
El grupo se miró un poco nervioso y algunos asintieron.
—Porque...— se acercó a la mesa y cambió su tono a uno más duro— Si alguno no vuelve, aunque sea sólo uno y me engañan...Créanme que los vamos a perseguir como a liebres en temporada de caza y serán criminales de los más buscados en todo el mundo...Por haber quebrantado la ley...Y mis órdenes....¿Quedó claro?
Todos asintieron en silencio.
—Bien, me alegra— comenzó a retirarse— Tienen tiempo para planear lo que harán, no lo malgasten— y sin más que agregar se retiró.
Cuando Ross se fue todos parecieron soltar el aire que tenían retenido en sus pulmones. Aquello había sido tensión máxima.
Astrid se separó de su hermano para ahora sólo apoyar su cabeza en su hombro.
—Lo lamento— le dijo el hombre— No quería que esto fuera así.
Ella suspiró— Ya qué...Está hecho.
Tony la miró unos segundos y luego se separó de ella para unirse a una de las conversaciones que habían en el grupo. Así que ella caminó de vuelta a su silla junto a Rogers.
El rubio la miró con atención y preocupación.
—No tenías que hacerlo— le susurró y ella le miró.
—Sí tenía...Eso nos ayudó ¿O no?— respondió con una mueca en el rostro.
—Dijiste que no ibas a entregar tu voluntad— ella sonrió de lado ante la mención de la frase de su padre.
—Lo sé...Pero...Sin sacrificio no hay victoria— suspiró.
—¿Otra frase de Howard?— cuestionó Rogers.
—No— se reincorporó en su silla— Mas bien es de una película de Transformers.
Ambos se miraron por unos segundos hasta que terminaron riendo suavemente.
Luego sintieron como alguien se puso en frente de todos aclarando su garganta.
—Muy bien Vengadores— dijo Thor— Nos vamos a Asgard.
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by me
CAPITULO LARRRRGO, ya hace tiempo no hacía tan extensos uwu
casi 10 mil palabras para ustedes bbs
BUENAS VOLVÍ, espero les haya gustado y lo hayan disfrutado tanto como yo.
LES DIJE, LAS COSAS ACÁ EMPEZARÁN A ARRRDER
y aún falta muuuucho, así que no se me desesperen.
recordatorio: y muy especial para el capítulo que viene !!!!!!!! recuerden que esta historia no sigue con exactitud los sucesos ni las líneas de tiempo de Marvel, sólo usaré un poco de todo para adaptarlo a la historia. así que si hay algo que no les cuadra es por eso, don't forget <3
gracias por todo el apoyo bbs<3 la historia ya va a llegar al 1k sólo en un par de días AYYY les amo
25 votos para nuevo capítulo
nos leemooooos,<3
nat
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