━MORE TO FIND
my head still takes me back
thought it was done
b
ut i guess it's never really over
never really over | katy perry
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TODOS SE HABÍAN REUNIDO en las afueras del palacio, ya que la pronta aventura a Obden había llegado.
Astrid se embarcaría a aquel viaje en compañía de su hermano y del Capitán. Ellos se ofrecieron sin discusión a acompañar a la castaña.
Lo que parecía ser una desconocida aventura, perfectamente podía convertirse en un viaje sin retorno.
—¿Estás segura de que no quieres que vaya con ustedes?— preguntó Eir a su hija.
Sonrió—Estaremos bien, madre. Hemos tenido muchas misiones juntos, sabemos como hacerlo. No te precupes.
—Sí me preocupo— tomó las mejillas de la castaña— Obden es un lugar peligroso y nadie ha ido allí de manera segura...
—Estaremos bien— repitió— Soy la diosa de la vida ¿No es así?
Una sonrisa de oreja a oreja apareció en el rostro de la reina al oír a su hija decir eso, el oírla reconocer su identidad; cosa que le había costado bastante.
—Por supuesto que lo eres— alejó sus manos— Ahora, hay algo que quiero mostrarte...O mas bien darte.
La menor frunció el ceño y ambas erats se alejaron del grupo y volvieron al interior del castillo. La rubia la dirigió nuevamente a lo que era su bóveda privada y una vez allí ambas se detuvieron frente a un gran armario color dorado.
Astrid lo observó con curiosidad y luego a su madre, esperando que le dijera de qué se trataba todo eso.
—Oficialmente ya tienes tu primera misión erat— comenzó— Y no quisiera que fueras...Sin esto.
Con un movimiento de sus manos hizo que las puertas del armario se abrieran, dejando ver una reluciente armadura color plateado, algo similar a la de su madre, pero un poco más pequeña y con una capa color azul, igual que algunos detalles de entre medio.
Astrid se acercó a ella asombrada y pasó sus dedos por la estructura; admirándola.
—Wow...— suspiró— Es bellísima.
—Y ahora es tuya.
La castaña se volteó con una sonrisa al oír las palabras de su madre.
Su tiempo había llegado.
Todos aguardaban aún en el lugar anterior junto a ma nave que utilizarían. La reina y Magna se estaban tardando un poco y eso comenzó a desesperarlos un poco.
—¿Dónde están?— murmuró Tony mirando la salida— Este viaje me pone nervioso y ya debemos irnos.
—Tranquilo, Tony— le dijo Steve— No han de tardar.
—Eso espero.
En ese momento sus súplicas fueron oídas y ambas mujeres llegaron hacia ellos nuevamente. Y la castaña dejó a todos con la boca abierta.
Magna lucía radiante y orgullosa portando su nueva armadura erat. Sus amigos sonrieron al verla tan distinta...Pero a la vez tan ella.
La princesa se acercó al grupo, específicamente hacia quienes serían sus dos acompañantes. Les sonrió y dijo:
—¿Ya nos vamos?
Una despedida esperó a los viajeros por parte del grupo que permanecería en Erathor. Eir les dio las últimas indicaciones y consejos antes de que los tres ingresaran a una nave para iniciar su travesía.
Antes de que la puerta trasera se cerrara, Astrid se volteó y llevó su mano a su hombro, luego al otro y levantó su brazo, realizando la seña erat.
Cuando la visibilidad del equipo desapareció, los tripulantes de la nave se miraron con un poco de nerviosismo.
—Muy bien, llegó la hora— murmuró la mujer.
Los hombres la miraron y suspiraron. Sus ojos aún no podían despegarse de la chica y su nueva apariencia, estaban asombrados y contentos por verla portar su verdadera identidad.
Era algo digno de ver...Era algo digno de admirar.
Ver a una persona que había luchado y sufrido tanto por saber la verdad sobre su vida, ahora había renacido y había tomado el lugar que le pertenecía.
—Eh...¿Chicos?— movió su mano— Sé que soy muy linda, pero ya dejen de mirarme. Debemos irnos.
Ambos hombres se reincorporaron y se sintieron un poco incómodos.
La menor se adelantó a ellos y caminó a lo que parecía ser la cabina de la nave.
—¿Sabes cómo hacerla funcionar?— le preguntó su hermano.
Ella chasqueó la lengua— La Guardia la dejó programada, sólo hay que presionar un botón y nos dirigirá automáticamente a Obden.
—Pues presiónalo— volvió a hablar.
—Eh...— rió nerviosa y tomó asiento—Es que no me acuerdo cuál es.
El millonario abrió más sus ojos— ¿Es una broma?
—Sí, sí, yo tampoco estoy muy orgullosa.
La princesa comenzó a pasar sus manos por todo el panel de control tratando de encontrar el botón adecuado. Sólo esperando que no fuera a activar algo peligroso.
—Deja de hacer eso— se quejó su hermano tratando de detenerla.
—Pero no encuentro el botón— trató de apartarlo.
—Chicos...— murmuró viendo el escándalo que estaban haciendo los Stark— Ya cálmense.
—...Tony déjame, sé lo que hago.
—No, no lo haces. Déjame intentar.
—Muévete— seguían forcejeando.
—Vas a hacernos explotar o algo...
—Oh ya recordé...Es éste.
En ese momento Astrid presionó el botón indicado e inmediatamente eso produjo una reacción en cadena que impulsó a la nave lejos de ahí.
Tony y Steve—que no iban sentados— se fueron de espaldas al suelo llevándose un fuerte golpe y una dificultad para ponerse pie debido a la fuerza y a la rapidez con la que la nave volaba.
Magna se aferró a la silla en la que estaba y cerró los ojos cuando la luz cegadora volvió a invadirla. Los hombres hicieron lo mismo desde sus posiciones.
—De acuerdo...— murmuró la castaña con dificultad— No creí que esto fuera a suceder.
Un ruido molestó sus oídos producido por la velocidad de su vehículo y eso los hizo soltar un par de quejidos.
Hasta que todo se detuvo.
La nave paró su trayecto bruscamente haciendo que los hombres volvieran a deslizarse por el piso y la chica casi se dio un golpe en el panel.
El equipo se miró y con cuidado salieron de sus posiciones, un poco adoloridos.
—Eso fue pesado— dijo Astrid estirando su espalda.
—¿En serio? ¿Míranos a nosotros?— se quejó Tony poniéndose de pie en compañía del rubio— Nos tocó la parte fea.
La castaña sólo hizo una mueca y se giró para ver por el ventanal del vehículo.
—Oh wow— se acercó lentamente— Creo que llegamos.
Sus acompañantes la siguieron y observaron lo mismo que ella.
No era para nada lo que ellos esperaron.
Era un lugar vacío y oscuro, con cráteres y montañas rocosas. Dos soles de color anaranjado eran la única luminosidad que el lugar poseía. Era algo muy similar a la luna de la Tierra.
—Bien, no es tan bonito como creí, pero...Tenemos una misión— dijo la chica mirando a sus acompañantes y ellos asintieron.
Salieron de la cabina para ir al centro de la nave y tomar todos los implementos que necesitarían. Una vez listos bajaron la rampa de la nave y salieron de ahí.
Un frío recorrió sus cuerpos debido a la baja temperatura del planeta y admiraron el llano terreno para comenzar a caminar lentamente.
No se veía nadie cerca, incluso, era posible de que no hubiera nadie a kilómetros.
Eir les había contado que Obden había sido atacado hace años y mucha de su población había desaparecido, así que sabían la razón de lo vacío que todo estaba.
—Entonces...¿Sabes a dónde vamos?— preguntó Steve a la castaña.
—Mi madre me dijo que debemos ir hacia un gran lago...— miró a su alrededor— El único en todo el lugar. Debemos nadar y bucear hasta encontrar la entrada al escondite donde tienen todos los tesoros. Y una vez allí...Encontrar la espada.
—Suena sencillo.
—Eso espero— respondió a su hermano.
El grupo siguió caminando, manteniendo la mirada alerta por si algo llegaba a suceder. Sin embargo, parecía poco probable ya que seguía siento todo un terreno vacío a medida que avanzaban.
No habían casas, estructuras ni personas— al menos en esa zona— un par de árboles se erguían en la llanura y cráteres les acompañaban.
—Les juro que si alguna criatura de miedo salta sobre nosotros la voy a atravesar con una lanza de hielo— murmuró la castaña un poco atemorizada por el paisaje.
—Y yo te lo agradeceré, créeme— respondió el millonario.
De pronto, detuvieron su caminata al encontrarse de frente con lo que parecía ser su primer objetivo.
—Oh...¿Ese es...?
—¿El lago? ¿Parece que sí?— contestó la castaña al Capitán.
Los tres se observaron y siguieron avanzando para ver aquella zona con mayor claridad.
Pero a medida que se fueron acercando sus pasos iban más lentos y sus pulsaciones más rápidas.
No era lo que realmente esperaron.
—De acuerdo...— se detuvieron en ma orilla— Mi madre mencionó un lago...Esto parece...Un océano.
Y no era mentira. Aquel lago era correntoso, denso, oscuro y las grandes olas bailaban en la superficie y llegaban a la orilla con fuerza.
Una arribó cerca de ellos y tuvieron que retroceder un poco para no ser llevados por ella.
—Bueno, lo intentamos— comentó el mayor de los Stark a punto de dar media vuelta.
—Oye no, ven aquí— lo detuvo su hermana— No seas cobarde.
—Lo dice la diosa que respira bajo el agua y la controla— le siguió Rogers— Tú no tienes problemas, As.
—Por eso mimso deben estar tranquilos. Les ayudaré— se puso en frente de ellos estirando los brazos.
Ambos hombres no respondieron por los primeros segundos; sólo se miraron y luego a la chica. La cuál puso los ojos en blanco y dijo:
—De acuerdo, entonces lo haré sola.
Ella pegó media vuelta y se encaminó más cerca de la orilla bajo la atenta y tensa mirada de los varones. Estiró sus brazos y su cuello para luego disponerse a saltar en las turbias aguas.
—¡Espera!
Una sonrisa triunfadora se dibujó en sus labios al oír a sus acompañantes a sus espaldas. Se recompuso y se giró a verlos y se dio cuenta que se estaban acercando a ella lentamente.
—Estás loca si crees que te vamos a dejar ir sola ahí— respondió Tony.
La sonrisa de Astrid se hizo más grande mientras llegaban completamente hacia ella.
No tardaron mucho en alistarse para iniciar su viaje submarino y poder aventurarse a encontrar la Ultrek.
El pasadizo hacia el escondite de tesoros estaba debajo del agua. Luego de atravesarlo debían nadar un poco más hasta salir a la superficie.
Era una corta pero difícil travesía.
—¿Estás seguro que estos trajes funcionarán?
—Traje para ti, Rogers. Yo solo adapté mi armadura— el hombre de metal tomó lo que él rubio tenía en sus manos y lo observó con una mueca— Mas bien, es más pequeño que un traje, es sólo algo que va en tu espalda— bufó y se lo devolvió— En fin, fue lo mejor que puede hacer en tan poco tiempo y con tan poco material.
—Deja de palabrear— le molestó la castaña llegando a su lado—¿Listos para esto?
Inconscientemente los tres giraron sus cabezas hacia el agua.
—No— respondieron los hombres al unísono.
Con eso se ganaron una molesta mirada por parte de la princesa, la cual los hizo tensarse.
—No, no lo estamos pero vamos a hacer esto de todos modos— agregó Stark tratando de salvar su situación.
Ella suspiró— Andando.
Tony alistó las funciones de su armadura, Steve ajustó el aparato de buceo en su espalda y luego en su boca, mientras eran dirigidos por la castaña hacia la orilla.
—Voy a saltar primero para que logren seguirme. Despejaré el camino para que avancemos, pero en serio no se aparten— ellos asintieron— No podré estar volteando a cada segundo.
La chica tomó una gran bocanada de aire y volvió a girarse para quedar en frente del agua que ya comenzaba a tocar sus pies.
Con mucho valor empezó a adentrarse en las profundidades sintiendo un frío horrible por la baja temperatura del agua. Pero tuvo que aguantárselo y sumergirse de una vez por todas.
Sus acompañantes no tardaron en imitarle y en comenzar a seguirle.
Cuando ya estuvo en lo profundo, Astrid abrió sus ojos y soltó su respiración— ya que por costumbre la había aguantado— para poder respirar con normalidad bajo el agua.
A diferencia de los hombres el cuerpo de la castaña no se hundía, así que no necesitaba mucho movimiento. Ellos en cambio debían mover sus brazos de un lado a otro, solamente impulsados por un pequeño motor— al menos el rubio—
Astrid les hizo una seña de que la siguieran y ellos fueron rápidamente.
Los tres comenzaron su travesía acuática admirando toda la flora marina que allí había. No era para nada como en la Tierra, todo era distinto, oscuro, e incluso algo tenebroso.
—De acuerdo, agrego a mi lista a Obden como otro lugar al que nunca quiero volver— dijo Tony por el comunicador causando leves risas.
De repente , las corrientes se volvieron más fuertes, impulsándolos un poco hacia atrás. Se miraron un poco nerviosos pero continuaron nadando.
—¿Estás segura de que sabes cuál es el pasadizo?— cuestionó el millonario.
—Nunca dije que supiera cuál es...— hizo una mueca— Pero que supongo que será fácil identificarlo ya que no creo que haya otra cosa así a lo largo de este horrible lugar.
Las corrientes aumentaron un poco más su intensidad y esto tornó su trayecto un poco más complicado.
La princesa se impulsó con sus manos hacia atrás para poder acelerar al igual que su hermano, el Capitán sólo lo hizo mediante aquel motor que cargaba en su espalda.
Pero para su suerte, algo comenzó a destellar a la distancia como si fueran luces color naranja oscuro. Magna frunció el ceño y nado un poco más profundo para ver de que se trataba. Hacerlo fue difícil y un tanto peligroso por la fuerza que el agua ejercía contra ella. Pero al final la vista le sacó una sonrisa.
—¡Chicos!— les llamó— ¡Creo que encontré la entrada!
Se trataba de un arco de piedra cubierto por flora marina y que destellaba una apagada luz que parecía estar del otro lado.
Los hombres no tardaron en seguirle a prisa para poder llegar ahí. La joven ya se encontraba frente a él admirando la estructura.
—¿Y ahora qué?— cuestionó el millonario.
—Eh...— estiró su mano— No lo sé, pareciera que no conduce a nada...
Las palabras de la diosa quedaron en el aire cuando su mano atravesó aquella entrada. Miró a su hermano sorprendida al notar que debían cruzarlo para llegar a su objetivo.
La mano de Astrid había traspasado aquello, sintiendo un ambiente distinto; seguía siendo fondo marino, pero no era el mismo lugar.
—Ya veo...— alejó su mano— Hay que cruzar.
Tony asintió y nadaron a través de aquel portal.
Cuando cruzaron por completo sintieron la diferencia de inmediato. Las aguas no eran turbias, eran un poco más claras y cálidas, casi lo opuesto a su ambiente anterior. A pesar de que el cielo seguía siendo oscuro e iluminado por dos anaranjados soles.
Continuaron su trayecto hasta que por fin salieron a la superficie, inspiraron ferozmente y siguieron nadando, pero ahora por la superficie hasta llegar a la orilla.
Tony llegó casi arrastrándose y se tendió en la arena. Su hermana, por su parte caminó con normalidad como la diosa que era.
Apoyó sus manos en sus rodillas— Eso fue loco— se reincorporó y suspiró.
—No quiero hacerlo otra vez— se quejó el moreno tratando de ponerse de pie.
Luego la mirada de la castaña recorrió su alrededor y su ceño se frunció.
—Tony...¿Dónde está Steve?
El aludido puso la misma expresión de la chica y se acercó a ella.
—Eh...— miró a todos lados— No lo sé.
Astrid abrió sus ojos como platos y ahogó las ganas de gritarle a su hermano su arsenal de maldiciones.
—¿¡Perdiste a Steve!?
—¿En serio?— exclamó— ¡Estaba junto a mí hace unos segundos! Además...— la apuntó— ¡Tú eres la diosa todopoderosa!
—¿¡Y eso qué!?— alzó sus manos— ¡Estaba despejándoles el camino!
Tony no pudo objetar nada más ya que no tenía idea de como eso había sucedido. Además se sentía intimidado por la feroz mirada de la chica que no se separaba de él.
Luego la princesa soltó un bufido y pegó media vuelta para correr de vuelta al agua.
Al sumergirse se impulsó con sus manos hacia atrás para aumentar la velocidad de su trayecto.
Estaba preocupada y asustada. Su mente no dejaba de dar vueltas en las infinitas posibilidades del paradero del rubio.
¿Perdido? ¿Ahogado en aguas espaciales horribles? Era un caso complicado.
Su cuerpo cruzó el portal y el frío la invadió otra vez, pero ahora no le importó y siguió acelerando en busca de Rogers.
Se detuvo por unos segundos para poder mirar a su alrededor y soltó un suspiro de alivio cuando divisó una figura un poco más abajo.
Comenzó su nado hasta poder llegar hasta allí y suspiró otra vez de la misma manera al comprobar que se trataba de Steve.
El rubio había quedado enredado en una especie de algas y aquello había dañado el equipo de buceo. El Capitán se encontraba inconsciente debido a la falta de oxígeno, así que Astrid tuvo que cargarlo como pudo para poder volver a acelerar a su destino anterior.
Con un brazo del hombre en sus hombros y ella sujetando su torso, atravesó rápidamente el portal rogando en su interior que él se encontrara bien.
Se odiaría a sí misma por el resto de su vida si eso no era así.
Cuando cruzaron y salieron a la superficie Astrid trató de seguir cargando el cuerpo del Primer Vengador, pero se había vuelto más complicado en esa circunstancia, así que sólo lo dejó sobre el agua y con su mano movió esta para guiarlo a la orilla.
Cuando Tony vio que ellos se acercaban soltó un gran suspiro de alivio y se quedó en la orilla para esperarles.
El cuerpo del Capitán fue recibido por su compañero y lo dejó en la arena. Astrid suspiró agitadamente por el cansancio, echó su cabello mojado hacia atrás y se agachó rápidamente hacia Rogers.
—Sólo está inconsciente— comentó a su hermano— Sentí su pulso al cargarlo— llevó sus manos al cuello del rubio asegurándose de que eso seguía igual.
—Eso estuvo cerca— suspiró ganándose una mala mirada de su hermana— ¿Qué? Yo también me asusté. Pudo haber muerto.
La castaña puso los ojos en blanco y observó al rubio que permanecía con los ojos cerrados, en busca de algo que hacer para despertarle.
Entonces tuvo una idea.
Limpió su cara empapada, se acomodó en sus rodillas y se acercó a Steve.
Al notar aquello el millonario inmediatamente se tensó, ya sintiendo lo que estaba por venir y cuál podía ser la idea de la chica para despertar a Steve.
—No, no, no. Espera...¿Qué estás haciendo?— sus palabras sonaros algo nerviosas.
Pero lo que el ingeniero pensaba que iba a suceder no sucedió. Astrid puso una mano sobre el rostro del Capitán; un tanto levantada, para extraer lentamente y con cuidado el agua que estaba estorbando su organismo.
Y al parecer estaba funcionado.
Cuando todo el líquido estuvo afuera, Steve se sentó bruscamente, despertando de su inconciencia. Y esto hizo que le propinara un cabezazo a la chica frente a él. Ambos se quejaron.
La castaña y el rubio llevaron sus manos a sus frentes respectivamente por el dolor causado. El segundo comenzó a toser y a respirar agitadamente, esto hizo que Astrid se le volviera a acercar para asegurarse de que todo estaba bien.
—Hey, hey— alcanzó a tomar su rostro— Está todo bien, ya estás de vuelta.
Al recordar que su hermano estaba con ellos cambió sus manos de posición, ahora en sus hombros.
El rubio la miró luego de dejar de toser— ¿Qué?— miró a Tony— Eso fue horrible.
La castaña soltó una corta risa— Lo sé.
—Rayos, no tenía idea de que el traje podía fallar— se lamentó el ingeniero a su amigo.
—No lo hizo— sacudió sus húmedos mechones— Sólo una corriente me arrastró y el resto es historia. No te preocupes.
Los tres guardaron silencio unos segundos. Sólo podían oírse sus agitadas y cansadas respiraciones.
Luego de un rato la mujer dijo:
—¿Alguien se apunta para volver a casa?
Sorpresivamente los hombres levantaron sus manos.
—Pues qué pena, no podemos hacerlo porque tenemos una misión.
Las palabras de la erat los hicieron reír por un corto lapso de tiempo. Aquello logró disipar aunque sea un poco toda la tensión y el nerviosismo que tenían.
Luego Tony se volteó unos segundos para poner sus manos en sus rodillas y recobrar aire. Dicho momento de distracción del millonario no fue desaprovechado por Astrid que se acercó a Steve y le susurró:
—Me alegra que estés bien.
Sus palabras habían sido tan suaves que sólo pareció un movimiento de labios.
—Gracias a ti— le respondió Rogers de la misma manera.
Ambos sonrieron por otros segundos y la mirada de la castaña pasó ahora al paisaje a su alrededor.
Sus ojos recorrieron todo lugar y la diferencia con su ambiente anterior se hizo más evidente.
Astrid se puso lentamente de pie sin apartar su vista del frente y ayudó a Steve a levantarse también. Las tres miradas de aquel grupo se quedaron pegadas en el paisaje.
—Bueno...Creo que ahora sí— comenzó la castaña— El escondite de tesoros de Obden.
El lugar parecía una pequeña ciudad obrera, no muy reluciente y se notaba un poco la pobreza que allí abundaba. Sin embargo, su tamaño y altura eran impresionantes.
Un gran edificio— similar a un castillo, pero de tamaño mucho más pequeño— era lo primero que se alzaba ante sus ojos y no dudaron de que algo debía de haber allí.
—¿Será ahí?— preguntó Steve.
—¿Quieres que les vayamos a preguntar?— la respuesta de la menor hizo que se ganara una mirada con ceja alzada por parte del rubio— Oh vamos— comenzó a caminar— Sólo hay una manera de averiguarlo.
Los hombres se miraron entre sí y luego a la chica para disponerse a seguirla.
Ella tenía el mando ahora.
Tuvieron que atravesar una pequeña pero oscura selva para dirigirse a aquella fortaleza. Tony se abría paso con los artilugios de su traje, el Capitán con su escudo, y Astrid simplemente alzaba su mano al frente para que las ramas se movieran.
Cuando su objetivo comenzó a verse con mayor claridad sus dudas fueron disipadas, y ya no había cuestionamiento de que la espada estaba ahí.
Era una fortaleza alta y reforzada, completamente pintada de un desgastado color negro y un gran escudo— que debía ser el de Obden— estaba como decoración al centro.
El equipo sabía que se estaba embarcando a un planeta de gigantes, pero las fortalezas y las estructuras eran mucho más grandes de lo que pensaron.
—Ay qué lindo— dijo Tony mirando todo— Somos David en contra de muchos Goliats.
—Qué bueno que traemos más que una piedra— murmuró su hermana para seguir avanzando. El Primer Vengador la siguió.
—Sí...Y sólo nos falta una espada— continuó el millonario repasando aquella tan conocida historia— Oh espera...— avanzó— Vamos por ella justo ahora.
Los altos y oscuros árboles quedaron atrás y el grupo quedó frente a frente con el castillo. Sólo un par de metros en terreno árido los separaban de la entrada.
—¿Y ahora qué? ¿Avanzamos?
—¿Te quieres quedar aquí esperando a que te abran?
—Sabes a lo que me refiero. No seas sarcástica, hermana— miró al frente— No sabemos con qué nos vamos a encontrar ahí.
Hubo un momento de silencio.
—Sólo hay una manera de averiguarlo— dijo Rogers.
Los tres se miraron, asintieron y se dispusieron a caminar por el terreno con mucho valor.
Todo fue tranquilo al inicio, sólo con la presencia de un horrible silencio que ponía sus pelos de punta. Pero era algo que debían enfrentar.
Iban atentos; alertas, a cualquier cosa que pudiera acercárseles. Con sus armas o poderes dispuestos en sus manos.
De pronto se detuvieron al sentir un ruido de una rama quebrándose. Miraron a todos lados con los latidos a tope, pero no vieron nada; parecían estar solos.
Volvieron a repartirse miradas entre ellos y eso fue suficiente para indicar que había que seguir.
Pero no lo lograron.
De entre los árboles y de los costados de la fortaleza aparecieron cinco gigantes armados que lograron rodearlos. Los tres trataron de huir por algún rincón, pero no había caso; estaban rodeados.
—Ay no, ay no, ay no— comenzó a susurrar la chica.
—Fantástico ¿Este era tu magnífico plan?
Astrid pateó levemente a Tony— Ya cállate, no es el momento de reclamarme cosas— masculló.
—¿Qué hacemos? ¿Atacamos?— dijo Steve del mismo modo.
—Ni lo piensen. Los obdenianos son demasiado venerados, no debemos mostrar indicios de violencia u hostilidad.
Las figuras de casi tres metros de altura comenzaron a soltar gruñidos y susurros en su lengua hasta que se detuvieron al sentir una nueva presencia. Se pusieron firmes y abrieron el círculo dónde estaba el grupo para dejarles la vista libre hacia alguien.
Se trataba de una giganta que venía hacia ellos con expresión molesta. Al llegar miró con seriedad a los extranjeros.
—Intrusos— murmuró enojada— Ya saben qué hacer...Sáquenlos de aquí, llévenlos a las celdas.
Eso fue suficiente para lograr tensar al equipo. Se miraron asustados y luego fueron empujados por los gigantes para avanzar.
—Bien, esto no lo tenía en mente— murmuró el millonario.
—Ninguno Tony, ninguno— le respondió Steve.
Pasaron por unos grandes arcos de piedra para luego ingresar a la fortaleza.
Todo era muy lúgubre, oscuro y parecía incluso abandonado. Los escalofríos que la estancia les estaba provocando ya eran de un grado mayor.
Pasaron por lo que pasaría ser el salón principal, pero no duraron mucho allí ya que los gigantes los dirigieron hacia otro pasillo alterno, donde se suponía que estaban las celdas.
—¿Por qué no les dices que eres una erat y ya?— susurró el Capitán de repente.
—¿Y eso en qué nos ayudaría?— respondió en el mismo tono— Además, debemos mantener un perfil bajo y observar todo desde esta posición.
Hubieron unos segundos de silencio mientras los guardias los hacían doblar en una esquina.
—¿Así que todo esto es una estrategia?— preguntó Tony, pero más pareció una afirmación.
Justo en ese momento los tres recibieron un fuerte empujón por parte de sus escoltas.
Magna bufó —Lamentablemente.
Su trayecto terminó en una pequeña sala, que resultó ser un vestidor. Allí se les exigió que se deshicieran de sus armaduras para ponerse un par de piezas de ropa color marrón que eran especialmente hechas para los prisioneros.
Una vez aquello estuvo realizado, los gigantes volvieron a tomarlos bruscamente para guiarlos a las celdas de una vez por todas.
El lugar era horrible, y no olía muy bien que digamos. A cada paso que daban los otros prisioneros gemían, se burlaban o sólo se asomaban a ver a sus nuevos compañeros.
Una celda vacía fue abierta ante ellos y los guardias empujaron ahí a Steve y a Tony. Los tres se tensaron al ver a a Astrid no.
—Pero...— trató de rebatir ella.
—Dos prisioneros por celda— la interrumpió el gigante. Luego la tomó con fuerza del brazo y los otros cerraron la celda de los hombres— Camine, bonita. La suya está por aquí.
Al principio Magna se resistió en avanzar, pero terminó obedeciendo al recordar su plan.
Sus dos compañeros la miraron con preocupación aferrados a los barrotes de su jaula.
Mientras tanto la princesa junto a los guardias caminaron unos cinco metros hasta llegar a otra celda. Allí abrieron la puerta y lanzaron a Astrid adentro. La chica se quejó desde su posición y trató de ponerse de pie.
—Disfrute su estancia— dijo uno de los gigantes— Que sea un recordatorio de que Obden no recibe intrusos.
Los gigantes rieron y luego comenzaron a retirarse de ahí a pasos pesados.
Cuando la mujer logró ponerse de pie se apoyó en una de las paredes tratando de calmar su nerviosa respiración.
—Es parte del plan, es parte del plan, parte del plan, parte del plan— pensó una y otra vez.
Pero...¿Relamente tenía un plan?
La respuesta era no.
Luego de reincorporarse un poco recordó lo que los gigantes dijeron: Dos prisioneros por celda.
Y ahí sintió una presencia en el mismo lugar que ella.
Giró su cabeza con lentitud y vio una figura en la penumbra de uno de los rincones de la celda. Tragó saliva para poder hablar, pero aquel ser se dejó ver en la poca luz de la única ventana y eso le impidió decir algo.
Se trataba de un hombre tapado hasta los hombros por una manta, tenía cabello desordenado y una larga barba. No pudo apreciar mucho más pero se notaba el fran cansancio en sus ojos.
Astrid quiso retomar su hablar pero tartamudeó un poco, estaba sin habla.
—Hola...— soltó al final— Soy...
—No me interesa.
La dura y apresurada voz del hombre la interrumpió, haciéndola sentir muy incómoda. Soltó un corto suspiro y volvió a replegarse a su lugar en la pared bajo la atenta y escudriñadora mirada de su compañero de celda.
Iba a ser una larga noche.
Al día siguiente Astrid se despertó por un fuerte ruido cerca de ella. Abrió los ojos y se sentó en el suelo— ya que desgraciadamente durmió ahí— para encontrarse con los gigantes que estaban despertando a todos los prisioneros al hacer sonar sus armas en los barrotes.
Repartían instrucciones y alegatos en las distintas lenguas de las personas ahí y Astrid pudo entenderlas todas.
Todo se resumía a un: Levántense, es hora de trabajar.
La chica observó a su acompañante que también se estaba levantando y juntos se pusieron de pie.
—Eh...¿Qué sucede?— se atrevió a preguntarle.
—Hora de trabajar— respondió mirando al frente.
La chica frunció el ceño no entendiendo muy bien a qué trabajo se estaba refiriendo. Pero fuera lo que fuera, ya no le gustaba.
Se sobresaltó cuando uno de los gigantes llegó a su celda con lo que parecía un carrito, y sobre el carrito venía una gran roca junto con unas herramientas.
Abrieron la celda y empujaron el carrito al interior, luego les lanzaron las herramientas y sin más se fueron.
El hombre tomó una de las herramientas dispuesto a trabajar; él ya sabía que hacer. Sin embargo, la castaña lo miró confundida ya que ella no.
—Toma la herramienta— le dijo al ver su confusión— Hay que pulir la roca.
Ella alzó las cejas— ¿Pulir? ¿Para qué?
—Espejo, diamantes...— comenzó a trabajar y Magna recogió su herranienta— Quieren que los hagamos por ellos.
—¿Es en serio? ¿Y han logrado algo?
El hombre guardó silencio un poco y observó a la mujer.
—No.
Ella apretó sus labios aguantando una leve risa y se dispuso a trabajar, imitando los movimientos de el hombre castaño.
La labor no era tan sencilla como parecía. La roca era dura y filosa, y tratar de pulirla era bastante difícil.
La castaña estaba ejerciendo mucha presión que no se dio cuenta cuando su herramienta resbaló y pasó a cortarse levemente con la piedra.
La herramienta cayó al suelo y ella sujetó su mano y ahogó un quejido. La sangre no tardó en salir y Astrid trató de detenerla.
El hombre a su lado la miró con atención y un poco de preocupación.
—Oye...¿Estás bien?— aún se podía oír indiferencia en su voz.
Astrid cerró los ojos y apretó su mano. Luego de unos segundos el dolor comenzó a disminuir.
—Sí...— susurró más aliviada— Es que me preparé para todo menos para hacer esto— comentó mirando a su acompañante.
El hombre alzó las cejas y volvió a su labor— Era algo que debía pasar.
—Bueno, si anoche no hubieras sido tan terrible te hubiera preguntado— trató de sonar un poco divertida.
Astrid miró su mano por lo bajo ya que le ardió un poco, y cuál fue la sorpresa de encontrarse con que la herida ya había desaparecido.
Abrió los ojos como platos pero rápidamente escondió aquello para que el hombre a su lado no lo notara y recogió su herramienta.
—Lamento no haber sido tan cortés, alteza— se burló— Pero los días como prisioneros en Obden no son una maravilla.
La chica se sorprendió y tensó un poco ante el alteza. Era obvio que él no tenía idea de quién era ella en realidad, pero de igual manera le preocupó un poco.
Astrid sólo sonrió de lado y continuó con su labor.
Horas fueron las que pasaron mientras ellos pulían aquella roca inútilmente, ya que esta no había cambiado casi nada. Sólo fue una pérdida de tiempo y energía.
Los gigantes llegaron a verificar el estado del trabajo y se vieron muy molestos debido al fracaso de su tarea. Los insultaron, sentenciaron y les dieron una porción más pequeña de comida. Se llevaron la roca a bufidos y cerraron la celda con fuerza.
Ambos prisioneros se sobresaltaron un poco ante eso y la chica observó aquel plato de comida con una mueca; no se veía muy apetitoso.
—Así es siempre— dijo su acompañante sentándose en el piso con su platillo— No hay ningún tipo de lujo ni excepciones.
La castaña suspiró y miró su comida una vez más hasta que se la extendió al hombre.
—Si quieres te doy mi parte, no tengo mucha hambre.
Él alzó las cejas un poco confundido pero terminó accediendo y tomó lo que la joven le ofrecía.
Astrid se alejó un poco de él y se acercó a los barrotes, mirando todo el exterior. Frotó sus brazos por el frío y pensó en su hermano y el Capitán, deseando que estuvieran bien.
—¿Nerviosa?— se escuchó a sus espaldas su compañero con la boca llena— ¿Asustada?
—Preocupada— corrigió sin apartar su mirada del exterior.
—¿Por qué?— frunció el ceño mientras comía— ¿No viniste sola?
Magna soltó un largo suspiro y se volteó balanceando sus brazos a sus costados. Sonrió de lado y se dispuso a tomar asiento junto al castaño.
—No— dejó caer su cuerpo— Vine con...— meditó— Otros dos hombres.
Su acompañante asintió y agitó su cuchara, apuntándola.
—¿Por qué?— tragó su comida— ¿Por qué están aquí?
La princesa se tensó un poco ante la pregunta realizada.
—¿Cómo?
—¿Por qué vinieron aquí? ¿Qué los hizo terminar en un lugar tan horrible como Obden?
Ella soltó una risa nasal— ¿Estas son las típicas conversaciones de compañeros de celda?
—Nunca lo hago, pero tú me caes bien— comió— Pareces una niña lista.
Astrid negó ante las palabras del mayor y meditó un poco en lo que iba a responder.
—Bueno...— rascó su nuca. No podía dar muchos detalles así que se dispuso a resumir— Vinimos a...Robar algo.
Técnicamente eso era, pero no en ese término tan bárbaro.
El hombre abrió los ojos como platos y no pudo hablar por los primeros segundos.
—¿En serio?— no lo podía creer— ¿Robar algo...En Obden? ¿El escondite de tesoros más horrible detodos?
Astrid apretó sus labios— Sí— él soltó una risa corta— Es una historia larga.
—Hacer eso es como suicidio— sus palabras parecieron serenas mientras comía, pero lograron que la castaña se pusiera nerviosa— Te deseo suerte.
—Gracias...— respondió ella no muy segura— Bueno, creo que es tu turno ¿Cómo terminaste aquí?
El hombre se tensó en su lugar y a pesar de que tratara de ocultarlo se notó.
—También es una historia larga— trató de evadir el tema.
—Oh vamos, yo te conté mi historia. Es tu turno...Es lo justo.
El castaño la observó negando con la cabeza. Le sorprendía la tenacidad y el carisma de su nueva compañera.
—De acuerdo— limpió su boca, dejó su plato a un lado y se acomodó para mirar a la ansiosa chica— No miento al decir que la historia es larga.
—Y por lo que veo tenemos mucho tiempo libre— contestó ella.
Él suspiró rendido— Como quieras, niña— ella sonrió victoriosa— Hace muchos años sufrí una dura pérdida...Fue lo más difícil que he tenido que enfrentar. Aquello me cambió y me volvió más vulnerable...— miró a otra parte— Y mucho más ahora con los años encerrado.
—Wow...No pensé que llevaras tanto aquí— comentó la chica con suavidad.
—Ya casi perdí la cuenta— rascó su nuca— Pero...Esa no es la razón en sí, es el motivo— volvió a hacer una pausa. Se notaba que el tema no era algo sencillo para él— De donde vengo...Fui una persona muy importante y eso me daba gran posición en cualquier escenario.
—Excepto aquí— murmuró Astrid con un poco de gracia.
—Lamentablemente— alzó las palmas— Continuando...— miró al suelo unos segundos y buscó las palabras para seguir— Me fui a una guerra dirigiendo un pelotón...Eran los más capacitados; yo mismo los entrené— se notaba el orgullo en sus palabras— Pero...— su tono de voz decayó— El dolor de mi pérdida me seguía afectando...No me dejaba en paz.
Sintieron un par de gruñidos en el exterior y el hombre tuvo que detenerse. Se voltearon y se dieron cuenta que eran los gigantes haciendo su ronda nocturna.
Una vez que desaparecieron el castaño retomó la conversación.
—Era el dolor más horrible...De hecho sigue doliendo.
—Lo lamento mucho— susurró la princesa jugando con sus dedos.
El hombre asintió lentamente, en signo de agradecimiento.
—En fin— suspiró— Todo lo mal que me sentía...Afectó aquella misión— Astrid abrió los ojos de par en par— Debo haber planificado mal las estrategias que...Perdimos— agachó su cabeza— Fue un completo desastre. Nos vencieron con facilidad y...Perdí a muchos de mis hombres.
Otra pausa vino allí para que el castaño pudiera tomar valor y continuar.
Él se veía muy fuerte y valiente, pero al parecer hablar sobre su tragedia le hacía mal.
Todos tienen un punto de fragilidad que rompe hasta la más fuerte armadura.
—Me sentí tan terrible como no puedes imaginar...— suspiró— Pero hice todo lo posible para salvar a los que quedaban...Tanto así que caí a la nada...Terminando aquí— señaló a su alrededor— Traté de defenderme, de explicar quién era...Pero nada sirvió.
El ceño de la castaña comenzó a fruncirse poco a poco a medida que oía aquella historia.
—A los obdenianos no les importa quién eres...Bueno, al menos que seas alguien realmente grande. Lo único que tenían en mente era que yo fui un intruso más...
Había algo en todo aquello que no la estaba dejando tranquila, algo que no cuadraba en la situación.
—Así que me encerraron sin manera de salir por...— frunció el ceño pensando— Casi treinta años.
Aquello fue como un balde de agua fría cayendo sobre Astrid.
Se puso de pie bruscamente, casi no dándose cuenta de lo que estaba haciendo y se apoyó en los barrotes.
El hombre se vio bastante confundido y algo preocupado, así que se puso de pie para acercársele.
—Oye, ¿está todo bien?
La joven no respondió por los primeros segundos, su mente estaba sumida en otra cosa.
—No puede ser...— susurró para sí misma.
—Oye...Chica— su acompañante tocó su hombro— ¿Te encuentras bien? ¿Dije algo malo?
Magna quería decir algo, pero las palabras estaban estancadas en su garganta.
Con lentitud se volteó y echó su cabello hacia atrás. Trató de despejar su mente de aquel pensamiento pero era imposible.
Debía aclararlo.
—Yo...— tragó saliva— Tu historia me suena conocida.
Las palabras de la chica habían salido suaves como pluma, pero duras como bala.
El hombre se quedó estático y sin poder emitir palabra por los primeros segundos.
La mujer lo había tomado por sorpresa.
—Es una historia que nadie sabe— contestó rígido y con la mirada fija en la chica.
Negó con la cabeza— No, no. Yo sí la sé....— sus ojos se sintieron húmedos— Y...— limpió estos—Y también sé que fue lo que perdiste.
Nuevamente aquello le vino al castaño como una bofetada. Su rostro empezó a tornarse pálido y sus manos a temblar.
—¿Qué?— se atrevió a cuestionar.
Ahora fue Astrid la que estaba temblando. Sus castaños y esperanzados ojos no se podían despegar de los confusos y nerviosos de aquel hombre.
Tragó saliva y tomó mucho valor para decir:
—A tu hija.
La sorpresa fue tanta que el hombre retrocedió un par de pasos sin despegar la vista de la chica.
Ese simple acto fue todo lo que Astrid necesitó.
Dejó salir el aire que estuvo conteniendo en sus pulmones y se llevó una mano a la boca, sin creer lo que estaba sucediendo frente a sus ojos.
—¿Cómo sabes eso?— su voz sonó más dura— ¿Cómo lo sabes? ¿¡Quién te lo dijo!?— tomó a la castaña por los hombros y la sacudió.
—Sé eso y más— Magna sonó desafiante, pero no tan agresiva. Esto hizo que el ojiverde la soltara, pero no se apartó— Sé...— suspiró agitada y nerviosa— Que eres de Erathor...Y tu nombre es Borg, dios del océano.
—¡Ya estoy harto!— volvió a acercarse y a sacudirla, exigiendo respuestas— ¿Quién eres realmente? ¿¡Cómo sabes todas esas cosas!?
—¿Entonces son ciertas?— inquirió mirándolo fijamente. Él no respondió— ¿¡Lo son!?
—He dicho que es suficiente— retomó con seriedad— ¿Qué eres? ¿Una espía? ¿Una secuaz de alguno de los terribles monstruos del universo?
Astrid meditó sus siguientes palabras.
Se necesitaba mucha valentía para decirlas.
—No— dijo con suavidad y negando con la cabeza— No soy eso...Soy otra cosa.
—¡Entonces responde a la pregunta!
Con cuidado la castaña apartó los brazos del hombre de su cuerpo, pero no apartó su mirada de él. Cuando estuvieron un poco más separados ella dijo:
—Sé eso y sobre lo de tu hija...— él la miró atento— Sé lo que le sucedió a ella y porqué...— el castaño se tensó— Una guerra, una villana malvada...Y una bebé recién nacida que debía ser apartada para proteger al universo.
—¿Qué estás haciendo...?— murmuró ya entrando en la desesperación
—Abandonada en Midgard para poder protegerla...Hasta que una profecía se cumpliera— lentamente comenzó a acercarse a él— Entonces ella volvería a restaurar todo, a equilibrar Erathor...— pasó saliva una vez más— Ella y su gran nombre eran todo lo que aquel planeta...Y su familia habían esperado por años.
El castaño ya no pudo articular otra palabra, estaba completamente sorprendido.
—Sé todo eso...— cerró los ojos— Porque yo soy ella...— los abrió para mirarle directamente— Yo soy Magna.
Los ojos de Borg se abrieron de par en par, su boca también lo hizo, pero fue imposible que algo saliera de ahí.
Él luego movió la cabeza de lado a lado, negándose a sí mismo creer lo que la joven le estaba contando.
Así que en método de garantía, la castaña levantó un poco la manga de su vestimenta para dejar al descubierto la marca en su muñeca...La marca erat.
—Encontré el camino a casa— susurró ella.
Al ver las tres franjas de los tres colores de Erathor, el hombre sintió que se desvanecía, las piernas ya no le daban y el corazón iba a salirse de su pecho.
Las lágrimas en los ojos de Magna no tardaron en salir. Lo que por un momento pensó perdido ahora lo estaba encontrando.
Cada pieza del rompecabezas de su vida estaba tomando la posición que le pertenecía.
Y eso era lo que ella más deseaba.
—Soy Magna...Y tú eres mi padre.
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BUENAAAAAAAAAAAAAAAS
me extrañaron o qué?
sisi una disculpa, la universidad me tiene absorbida y además empecé un nuevo proyecto de graphic shop uwu
spam: si quieren se pueden pasar ahre
QUÉ LES PARECIO????
terminé temblando junto a la Astrid JAJAJAJA
POR FIN, FAMILIA REUNIDA YAAAAY
*voz de star lord*
25 votos para nuevo capítulo
ESPERO LES HAYA GUSTADO, A
qué creen que va a pasar?¿ uwu
los dejo bbs les am0
nat
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