━FIGHTING RITUAL
✦ • ° *.
"combat, i'm ready for combat, they say i don't want that, what
if i do?"
the archer | taylor swift
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LA CASTAÑA NO DEJABA de caminar de un lado a otro dentro de su habitación bajo la atenta mirada de los Vengadores. Estaba muy nerviosa e incluso un poco desesperada por lo que aquel día debía suceder.
—...Dios, no sé qué será de mí después de esto—decía—Es demasiada presión.
—Pero has peleado sin poderes antes—le dijo la pelirroja—Y muy bien has ganado.
—Lo sé, pero esto es distinto— se detuvo y los miró—Debo luchar contra el mejor guerrero o guerrera de Erathor...—abrió sus manos—Es Erathor, no la Tierra.
—Estarás bien. Mientras más pienses en una derrota más nerviosa te pondrás y más posibilidades tendrás de obtenerla— habló Rogers.
—¿Cómo será el método de combate?— siguió pensando la princesa— Supongo que es completamente distinto a lo que conozco.
—Eir te lo dirá pronto, no comas ansias—dijo Thor.
—Deja de crear películas en tu mente, hermana. Ganarás, te lo aseguro.
Ella meditó un segundo, y su mente se fue a las consecuencias de perder.
—Si no lo hago me exiliarán...— murmuró— Independiente de que tenga poderes, esté conectada con la historia y la profecía...Si no soy capaz de defenderme sola no soy digna de ser una heredera.
Soltó un largo suspiro y se sentó en su cama, en frente de sus amigos.
—Debo hacerlo—susurró para sí— Tengo que lograrlo.
—Y lo harás— dijo Tony— Y le demostrarás a todo este planeta quién eres.
Astrid levantó la vista y estuvo de acuerdo con eso.
El grupo se repartió un poco mientras charlaban sobre otras cosas, específicamente sobre el otro tema—las criaturas— que pronto deberían comentar con Eir.
Steve se saltó un poco la conversación al notar que Astrid se mantenía distante sentada en su cama.
Su rostro seguía preocupado y él lo podía notar.
Se acercó a ella y se sentó a su lado.
—Puedes dejar de fingir que ya no te preocupa— le dijo llegando a ella.
La aludida frunció el ceño— Ya estoy mejor, no sé de qué hablas.
Rogers alzó una ceja— He aprendido a descifrarte mucho más que los otros— aquello sorprendió a la chica— Te sigue preocupando ¿Verdad?
La castaña no pudo más, lamentablemente a Steve no le podía ocultar esas cosas. Llevó sus manos a su cara y suspiró.
—Sí, sí me sigue preocupado.
El rubio asintió al darse cuenta que tenía razón.
—Astrid— ella lo miró— Te soy honesto, no conozco a otra mujer más fuerte y valiente que tú— suspiró— Y si hay alguien en este lugar que puede vencer a un erat...Eres tú.
Una sonrisa de lado se formó en el rostro de la chica y aquello contagió también a Rogers.
Él la hacía sentir tan bien, le daba calma y seguridad.
Con completa libertad la joven apoyó su cabeza en el hombro de Steve, sin importar que alguno los mirara. El rubio no se sorprendió, sintió aquello como algo normal, algo cómodo y real.
—Gracias— murmuró en su posición—Te prometo que si gano yo invito las cervezas.
Rió— Tú eres la princesa, no tendría ninguna gracia, serían gratis.
—Esa es la idea— dijo la chica y ambos rieron.
Era la primera vez que Astrid escuchaba que Steve la llamaba princesa, lo que ahora era, y se sintió distinto.
Pero cuando él lo decía se sentía bastante cómodo.
Levantó su cabeza y conectó su mirada con la del rubio, sólo disfrutando de la paz que sus orbes azules le brindaban.
En aquel instante golpearon a la puerta de los aposentos y la castaña ordenó que ingresara.
Se trataba de una de las mujeres de la Guardia Real.
—Alteza— dijo hacia Magna— La reina y la general la esperan para los preparativos del combate.
La aludida se puso de pie— Entonces vamos.
Con leves miradas se despidió del grupo para poder salir de la habitación y seguir a aquella chica a través del palacio.
Su trayecto terminó en una parte externa del castillo, en donde ambas rubias le estaban esperando, rodeadas de distintos elementos de lucha.
—Muchas gracias Sidote—agradeció la reina a su guardia— Puedes retirarte.
La mujer hizo una reverencia a la reina y a la princesa y luego se fue.
—Magna no tuve tiempo de presentártela antes...—señaló a la rubia a su lado— Pero ella es Renha, general de la Guardia Real.
La aludida llevó su brazo al pecho para reverenciarse ante la castaña.
—Es un honor—se reincorporó— Anhelábamos su llegada con ansias.
Sonrió— El honor es mío, mucho gusto.
—Ahora...—retomó Eir y le indicó a Renha que fuera por unas cosas—El primer ritual público consta de un combate en el Firb, es nuestro centro de lucha, carreras y otros eventos— señaló a sus espaldas como aquella estructura se levantaba— Es una ceremonia abierta para todo erat que quiera asistir, incluidos los dignatarios.
—Sip, y eso disminuye la presión— murmuró Astrid para sí misma.
—Pelearás contra nuestro mejor guerrero o guerrera para demostrar tu verdadero poder: Tú—se le acercó y luego la general llegó con unas piezas de ropa— Este es el uniforme— se las entregó— Somos muy estructurados para nuestras ceremonias.
—Así veo.
—La pelea consta de tres etapas. La primera es una lucha sin armas, en la segunda se les proporcionará a ambos un arma ligera; no dañina, y la tercera es un combate libre...Una sola arma para ambos, por la cual deberán luchar también.
—Entendido.
—Y recuerda—señaló las manos de la chica— Sin magia.
Astrid suspiró y asintió en silencio, esperando que aquello realmente diera resultado.
En eso sintieron como unos pasos acelerados llegaban a ellas. Otra vez era una mujer de la Guardia.
—Mi reina—reverenció— El ladrón del sector Velhorg ha sido capturado, está en la sala del trono esperando a que lo juzgue.
Eir y Renha se miraron— Qué buena noticia— la primera empezó a caminar— Sígueme— le dijo a su hija— Quiero que veas esta parte del trabajo.
La chica asintió levemente y siguió a su madre hasta llegar a la sala del trono. Allí, dos hombres del ejército sostenían a otro que al parecer trataba de soltarse.
Al notar la presencia de la reina se tensó de inmediato, mas no dijo nada.
—Acérquenlo— ordenó Eir una vez en frente de su trono y los hombres obedecieron— Tu nombre— exigió al prisionero.
Al principio se resistió pero los soldados lo obligaron a hablar.
—Sigmud...—murmuró molesto.
—Sigmud, se te acusa de robo con violencia, desorden en las calles, intimidación, asalto a la moral erat e intento de homicidio a uno de nuestros habitantes—la voz de la reina salió firme, no había ningún rastro de titubeo en ella—Y por tus crímenes serás juzgado.
—No, no, no. Por favor mi reina— sollozó- Pido...Pido clemencia.
En ese momento aquel erat se arrodilló frente a la regente y como si fuera magia una corona más grande y con largas puntas apareció en la cabeza de Eir.
—Reconozco mi error, y por eso estoy aquí; vil de mí—lloró— Pidiendo su misericordia y perdón.
La reina lo observó desde su alta posición con superioridad, meditando sus acciones.
Aquella frase dicha por el prisionero tenía dos respuestas: una positiva y una negativa. Y dependía de la regente decidir su destino.
—Tu reina...—comenzó a decir— No te perdona.
Inmediatamente el hombre comenzó a sollozar y a soltar quejidos.
—Llévenselo al calabozo—ordenó y los soldados obedecieron de inmediato mientras se llevaban de ahí a un muy afligido erat.
Cuando desaparecieron la gran corona de Eir desapareció y trajo de vuelta la anterior; la normal.
—Wow—dijo Astrid— ¿Qué fue todo eso?
Ella sonrió—Se llama petitorio de clemencia—comenzaron a caminar— Cuando un criminal es juzgado por mí tiene la opción de recurrir a él y tal vez tener una opción de salvar su vida mediante mi misericordia.
—¿Por eso la frase? ¿Es repetitiva?
—Única. Todos en Erathor la conocen en caso de caer en una situación así.
—Y...—tosió—¿Qué hay de...?—alzó sus manos y las movió sobre su cabeza— ¿La corona?— Eir soltó una risa nasal.
—Al recurrir a mi clemencia están recurriendo a mi estado puro de reina...Por eso aparece la corona imperial, con la cual fui coronada y con la cual realizo ceremonias de gran importancia— explicó— Refleja el poder de una reina en toda su expresión.
—Me encanta— sonrió la joven con emoción.
—Siempre he sido muy estricta con el petitorio de clemencia—se detuvieron—No tolero gente que no respete nuestros valores, que ponga en vergüenza el orgullo erat o desprecie nuestros colores.
Pararon en frente de una gran bandera que caía de manera horizontal en uno de los pilares del palacio.
Eir levantó una mano y la señaló.
—Verde es por sabiduría, dorado es por dominio y azul...Es por poder— explicó— No los olvides nunca, son la base de todo erat.
Asintió—Sabiduría, dominio y poder—repitió— Lo tengo.
Luego la rubia se giró para quedar en frente de la chica y la tomó por los hombros.
—Estos colores y tu identidad son los que tienes que defender en el Firb— dijo con seriedad— A tu contrincante no le importará nada, tiene prohibido mostrar misericordia ante ti— la menor asintió— Pelea limpiamente, defiéndete con dignidad...— se le acercó un poco— Y gana...Como una diosa.
El mensaje estaba claro y ella lo había entendido: había que ganar.
No pasó mucho tiempo cuando ya se encontraban en el glorioso Firb. Astrid se mantuvo en una sala de preparación mientras aguardaba por su momento de salir. Dos mujeres le habían ayudado con el uniforme, el cual consistía en una parte superior de mangas cortas con algunos grabados que era similar a un top, ya que le llegaba arriba del ombligo. Y la parte inferior era un pantalón delgado de lino con empuñaduras en los tobillos.
Se sentía un poco extraña, no era lo que ella estaba acostumbrada a usar para una batalla.
También aquellas mujeres pintaron en su brazo izquierdo — en el costado exterior— una larga línea color azul que iba desde su hombro hasta su muñeca.
Finalizado su trabajo, ambas mujeres hicieron una reverencia y se retiraron del lugar.
Cuando la castaña quedó sola el nerviosismo volvió a invadirla. Su mente no dejaba de rondar en las consecuencias de perder, en que todos iban a estar observándola e iba a luchar con el mejor de Erathor.
Los gritos afuera ya se empezaron a escuchar junto con el sonido de trompetas; dándole a entender que la hora estaba cerca.
Dio cortos saltos en su lugar e hizo un par de estiramientos, se convenció a sí misma de que podía hacerlo y que debía alejar los pensamientos negativos porque sólo le harían peor.
—De acuerdo...—suspiró— Demuestra quién eres, demuestra quien eres— detuvo sus saltos— Gana la pelea.
Un hombre del ejército llegó al lugar donde ella estaba y le indicó que debían salir. Ella tomó su última bocanada de aire y caminó con aquel erat a la salida, al mismísimo Firb.
Mientras avanzaban la chica podía oír la voz de su madre, la cual ya había iniciado un discurso.
—...Nuestras tradiciones son invaluables y siempre las hemos seguido al pie de la letra. Y hoy por primera vez en la historia de Erathor seremos testigos de una lucha por identidad...Una lucha donde alguien probará en frente de todos nosotros quién es realmente.
La luz comenzó que darle en la cara a la castaña una vez se fueron acercando. Los gritos se oían con mayor claridad y podía apreciar la gran estructura del Firb mucho mejor.
—Sólo falta un paso para que la profecía de nuestro mundo se cumpla, y es que su princesa pruebe su valor en la batalla.
Al oír su mención la chica se tensó.
—Un verdadero guerrero debe ser capaz de pelear y defenderse por sí mismo, y hoy ella lo va a probar.
El soldado le hizo una seña a la castaña indicándole que debía salir.
Astrid tomó valor una vez más y empezó a caminar a la salida, quedando a la vista de todo el mundo.
Caminó hasta llegar al centro del Firb, un gran círculo dorado que era levantado por un pilar cilíndrico, para quedar con un poco de altura.
Cuando terminó de subir observó todo a su alrededor, con valor, tratando de ocultar todo rastro de nerviosismo.
Erathor se inclinó ante ella en signo de respeto.
—Magna de Erathor defiende su título e identidad, demostrando a todo su pueblo que es realmente la profecía cumplida— siguió Eir.
La chica la buscó con la mirada y la halló en un espacio amplio donde estaban todos los dignatarios y también sus amigos. No los podía ver con tanta claridad debido a la distancia, pero les sonrió, asegurándoles de que estaba bien.
—Sin embargo, su contrincante intentará impedir aquello, presionando e incentivando a una lucha más fuerte.
La chica sintió como las puertas del otro costado del Firb se abrían, indicando que alguien iba a aparecer, tal como ella lo había hecho.
Se puso firme mientras esperaba que su contrincante terminara de subir las escalinatas; moría por saber quién era.
—Magna se enfrentará a nuestro mejor guerrero, y este es Alrek, comandante de nuestro ejército Real.
Cuando la chica escuchó aquel nombre y vio como el mencionado ascendía al centro dorado se quedó sin habla.
El castaño la miró con una sonrisa de lado y comenzó a acercarse. Astrid cerró los ojos y soltó una risa sarcástica.
—Y pensé que me habías caído bien— habló un tanto molesta.
—Alteza— se inclinó el comandante.
Astrid lo observó unos segundos y notó que llevaba un uniforme similar al de ella, al menos la parte de abajo, ya que estaba con el torso descubierto. Y al igual que ella llevaba una franja en la misma zona del brazo, pero esta era color verde.
Así, en el Firb se completaban los tres colores erats: Verde, dorado y azul.
—Voy a considerar esto como traición— le dijo al hombre.
—Lo lamento— se le acercó.
A la distancia, el equipo de Vengadores observaba la escena con atención.
—¿Ese no es...?—le susurró Steve a Tony.
—¿El chico con el que Astrid hablaba ayer?—respondió él— Sí, lo es. Y espero que ella le parta la cara.
Mientras tanto la charla entre ambos luchadores continuaba a la vez que caminaban en círculos observándose.
—Y no se te ocurrió decirme ayer...—movió las manos— Oiga princesa mañana nos enfrentaremos a muerte para que pueda defender su honor.
Alrek soltó una leve risa—Estaba prohibido contarle, lo lamento. Pero me hubiera gustado.
Astrid entrecerró los ojos y lo miró desafiante.
—Y también lamento informarle que tengo estrictamente prohibido emplear algún tipo de piedad en mi ataque, independientemente de que usted sea mi superior.
Ella se encogió de hombros— Genial, más diversión entonces...Por que yo tampoco mediré mi fuerza.
Las trompetas sonaron y el cetro de Eir golpeó el suelo tres veces haciendo que todos guardaran silencio y que los contrincantes se detuvieran, para quedar el uno frente al otro, con sólo tres metros de distancia que los separaban.
Un hombre se acercó a Astrid y ella frunció el ceño al verle llegar con una especie de lazo ancho. El erat tomó delicadamente el brazo derecho de la chica— no donde tenía la franja color azul— y ella entendió de qué se trataba todo aquello.
—Sin magia— la voz de su madre resonó en su mente al recordar lo que le había dicho.
El soldado envolvió la cinta dorada tres veces alrededor del antebrazo de la castaña. Y cuando estuvo hecho la chica sintió como un escalofrío la rodeaba. Cerró los ojos y cuando la molestia acabó los abrió.
No sentía nada. Trató de activar sus poderes pero no sucedió cosa alguna.
Sin magia.
—Esto hubiera sido mejor que el Controlcore— pensó ella recordando aquel doloroso momento.
Tres soldados se mantuvieron en las orillas del círculo dorado, a una buena distancia de alejamiento, para poder monitorear todo.
Luego ellos hicieron una nueva seña: con su puño derecho tocaron su hombro izquierdo, luego el derecho y luego levantaron en brazo. Esa se conocía como la seña de batalla.
—Al sonar de la tercera trompeta se dará inicio a la primera fase—informó uno de los hombres y señaló un gigantesco reloj de arena que había a un costado, el cual marcaría la duración del encuentro.
Astrid tomó aire y escuchó el sonido de los tambores que iban casi a la misma velocidad que su corazón acelerado.
Alrek se puso en posición de ataque y la chica no dudó en hacer lo mismo otra vez.
Sonó la primera trompeta.
—Suerte— le dijo el hombre.
La segunda.
—La necesitarás— respondió ella.
Y la tercera.
Ambos inmediatamente se abalanzaron en contra del otro para iniciar su combate. Para su suerte, Astrid fue la primera en ejercer un golpe que retumbó en el rostro del comandante, haciendo que el público vitoreara.
Sus amigos en la zona especial en la que estaban también estaban apoyando a la chica.
Los golpes de cada uno eran precisos, fuertes y seguros. Magna pudo notar que realmente el chico era el mejor de Erathor; no habían fallas en su ataque.
La pelea iba bastante nivelada por ambos hasta que Alrek golpeó el estómago de la castaña con fuerza. Aquello le dolió y la obligó a retroceder y a retorcerse. El comandante no desaprovechó la oportunidad de su debilidad para volver a atacarla con otro golpe en la misma área haciendo que ella se fuera de espaldas al piso.
El hombre se fue dispuesto a agredirla pero Astrid tomó fuerza de sus brazos y se impulsó para quedar de pie nuevamente y lanzarse contra su atacante.
Con su pie se subió en una de las rodillas del chico y escaló para poder llegar a su cuello y apretarlo. La maniobra fue muy vitoreada por el público.
Los hombres del grupo de superhéroes se vieron bastante asombrados por aquello.
—Oh sí chicos— les dijo Natasha— Esa es maniobra femenina.
La estrategia le estaba saliendo muy bien a la castaña, hasta que Alrek tomó las piernas de la mujer, con fuerza las alejó de su cuello y la empujó lejos de él.
Astrid cayó nuevamente al suelo dándose un gran golpe.
El comandante no perdió su tiempo y se puso sobre ella para golpearle. Astrid iba a defenderse pero escucharon el sonido de una trompeta.
La primera fase había concluido.
La chica soltó un bufido y miró a su contrincante enfadada. Lo apartó de sí con un empujón y se puso de pie para volver a la posición inicial, al igual que el castaño.
Su respiración era agitada y trató de recomponerse en aquellos escasos segundos que tenía.
Giró su vista y visualizó a su madre y al equipo, se veían preocupados por ella. Sin embargo, la chica no iba a rendirse, no ahora.
Los soldados a su alrededor se acercaron a ellos para entregarles una larga vara de madera.
La segunda fase iba a comenzar: combate con arma ligera.
Su mirada desafiante hacia su enemigo no había desaparecido, estaba dispuesta a seguir la lucha.
Al escuchar el tercer toque de las trompetas volvieron a abalanzarse sobre el otro, pero esta vez defendiéndose con sus varas.
Alrek ya había encontrado el punto débil de la chica, el cuál era su estómago, así que no dudó en atacarla ahí con la punta de su arma.
Ella se quejó y retrocedió por el dolor. Pero con todas sus fuerzas pegó un salto y un giró para golpear al comandante en su costado. Este se retorció y trastabilló un poco, y Astrid aprovechó eso para inclinarse con un ágil movimiento y golpear los pies del castaña con su vara, haciéndole caer.
La castaña iba a golpearlo pero él puso la vara sobre sí y se cubrió dos veces debido a los ataques de la princesa.
Luego la tomó del brazo y la tiró al piso también, con la diferencia que ella se puso de pie de inmediato para continuar.
Y se levantó tan rápido que no se dio cuenta que Alrek la había golpeado con la vara en la cara.
Todos guardaron silencio, con mucho temor, al ver aquello.
Magna retrocedió un poco bajo la atenta mirada del comandante y llevó su mano a su nariz, dándose cuenta que estaba sangrando. Volvió a levantar su rostro con aquella mirada desafiante, limpió la sangre con rabia y se lanzó sobre el castaño una vez más.
Con la vara de manera horizontal lo empujó y lo tiró al suelo. Él trató de ponerse de pie pero Astrid lanzó su arma a otra parte. La chica se levantó y puso uno de sus descalzos pies sobre
el pecho del hombre.
No pudo hacer más ya que la trompeta había sonado.
Ella sonrió victoriosa y se separó de él. Lanzó su vara a otra parte y se puso en la posición inicial para continuar.
—Si te quieres rendir este es el momento—le dijo la mujer con voz cansada.
—Me temo que no puedo, majestad— respondió de la misma manera.
Astrid intentaba negarlo, pero ya se sentía agotada, casi sin fuerzas. Sin embargo, debía resistir, sólo faltaba una etapa más.
Los soldados sacaron ambas varas y dejaron sólo una al centro del círculo.
Llegaba la fase tres: Una sola arma para defenderse y pelear por ella.
Astrid trató de recobrar el aire y las fuerzas perdidas para continuar.
—Una más, sólo una más— decía en su mente.
Y entonces escucharon los tres toques de trompeta que dieron comienzo a su pelea.
Magna corrió con todas sus fuerzas y fue la primera en tomar la vara dando una voltereta en el suelo para luego ponerse de pie.
Alrek se sorprendió, no esperó ser vencido en esa etapa.
La chica le sonrió y giró la vara en su mano. Luego le hizo una seña al castaño con su mano indicándole que se le acercara.
Él no lo dudó y comenzó a batallar con ella. Era difícil ya que la mujer tenía un palo y él sólo sus puños.
Astrid lo golpeó en el estómago tal y como él lo había hecho con ella, para luego patearlo en la misma zona.
El comandante se vio debilitado y se apoyó unos segundos en sus rodillas para volver a lanzarse sobre su contrincante. Pero esta vez tomó la vara que ella tenía con fuerza.
Ambos sostenían el objeto por sus extremos, tirándola hacia sí. Hasta que Alrek levantó su pierna y con ella enrolló el trozo de madera, haciéndolos a ambos girar en el el suelo; él quedando con el arma.
La multitud nuevamente aclamó una maniobra bien hecha.
Magna maldijo en su lugar y se puso de pie, justo a tiempo para tratar de evadir el ataque de Alrek.
A la izquierda y luego a la derecha, así se movía la chica esquivando la vara. Lamentablemente uno de esos golpes llegó a su costado y trastabilló.
Realmente Alrek no estaba ejerciendo piedad con ella.
Mientras estaba en el suelo el hombre volvió a agredirla con la vara y ella se quejó.
En en su corazón Alrek no quería hacerlo, le dolía herir a alguien inocente así. Pero sabía que era un ritual que se debía cumplir, y si no sucedía habrían consecuencias.
Astrid rodó sobre el piso esquivando un nuevo golpe y logró ponerse de pie y propinarle un golpe en ma mandíbula a Alrek, el cual lo descolocó y le permitió a la mujer golpear su abdomen y tratar de quitarle la vara.
Nuevamente ambos lucharon por el objeto, tirándola a su lado. Pero lamentablemente en ese momento el comandante tenía más energía y fuerza que la princesa, así que se la arrebató y la golpeó, lanzándola hacia atrás.
Esta caída fue distinta ya que la cabeza de la chica impactó en el suelo y le causó una gran contusión.
Todo el público estaba tenso observando la escena. Astrid no podía levantarse debido al dolor que sentía y que todo le daba vueltas.
Su madre y el equipo estaban más preocupados que nadie, deseando ir allá y sacar a la joven del círculo.
—¿No hay nada que podamos hacer?—cuestionó Rogers a la reina con preocupación.
Ella sólo le miró con angustia y negó.
Alrek se había mantenido en su lugar, aprovechando la debilidad de la chica para recobrar fuerzas, ya que había quedado bastante malherido por los ataques de la joven.
Una vez más Magna trató de ponerse en pie, pero sus brazos y piernas flaqueaban.
Magna.
A lo lejos oía murmullos, voces que parecían distantes, pero estaban en su propia mente.
Magna.
Logró girarse y quedar con la cabeza hacia arriba mientras sus ojos comenzaban a cerrarse y un hilo de sangre corría por sus sienes.
Magna.
El comandante no tuvo más opción que caminar hacia la castaña para poder acabar con el ritual, ya que él había ganado.
Oscuridad.
Todos estaban muy nerviosos al ver que su princesa no había logrado pasar el ritual y ahora debería ser exiliada.
Oscuridad.
Quedaba muy poco tiempo, la arena del reloj estaba por acabarse. Si la princesa no se levantaba y peleaba...Ella iba a perder.
Oscuridad.
Y al parecer eso iba a suceder.
Alrek llegó hacia ella y la miró con angustia, sabiendo que era su momento de derrotarla. Alzó la vara y se dispuso a atacarla una última vez.
Vence a la oscuridad.
Repentinamente los ojos de la chica se abrieron y una fuerza sobrenatural la invadió. Alzó sus manos justo a tiempo para detener la vara que iba a su dirección.
El castaño se vio confundido y asustado y trató de seguir ejerciendo fuerza hacia abajo. Pero la que ejercía Magna estaba siendo mucho más fuerte.
La chica alzó sus piernas y las enrolló en la vara, haciendo que esta se rompiera y que ambos rodaran por el piso.
Alrek quedó ahí, pero la mujer quedó de pie con los dos trozos de la vara en sus manos.
El público la aclamó, alegres porque el ritual aún no había terminado...La princesa seguía en pie.
Su contrincante estaba sorprendido, no sabía cómo había sucedido aquello. Pero aquella fuerza no venía de otra persona que Magna.
Eso era suyo, eso era ella.
Su madre soltó un gran suspiro de alivio y sus amigos tenían sonrisas de oreja a oreja.
Sabían que ella lo lograría.
El comandante no tuvo otra opción que volver a atacarla. El tiempo seguía corriendo, el ritual seguía en pie.
Astrid puso la parte filosa de los trozos de madera hacia atrás para no dañar de gravedad al castaño y una nueva batalla dio inició.
Alrek ni siquiera llegó a tocarla en los primeros golpes ya que ella los esquivó y lo golpeó con las varas. Golpe en la sien, golpe en el abdomen y golpe en las piernas.
Él cayó al suelo adolorido pero trató de ponerse en pie lo más rápido que pudo.
Cuando lo hizo Astrid le lanzó uno de los trozos de madera al estómago y corrió hacia él para subirse a su cuello una vez más. A diferencia de la última ocasión Alrek no logró apartar las piernas de la joven de sí.
Magna tomó fuerzas y giró con el comandante, haciendo que ambos cayeran al piso. Con el trozo de madera la chica aprisionó el cuello de Alrek, al igual que con su pierna.
La arena del reloj estaba por terminarse, la batalla pronto vería su fin.
—No quiero lastimarte más— habló la chica con voz cansada— No voy a hacerlo.
Alrek seguía luchando por soltarse, pero estaba siendo imposible y sus fuerzas se agotaban.
Astrid no iba a soltarlo, no podía hacerlo, sólo esperaba que todo el tiempo del combate terminara.
Miró el reloj de arena y su corazón latió más rápido al ver que el último grano cayó, indicando que el ritual había finalizado.
Los eufóricos aplausos y vitoreos se escucharon, todos con una inmensa alegría abordándolos.
Astrid soltó al castaño y se dejó caer en el suelo respirando agitadamente. Miró el cielo y una sonrisa de oreja a oreja coloreó su rostro.
Lo había logrado.
Se volteó y tomó fuerza para ponerse de pie, soltó los trozos de madera y observó a todo su público.
El equipo de Vengadores no dejaba de gritar aclamando a la joven, aplaudiendo orgullosos y alegres por el logro se la chica.
Una débil lágrima resbaló por la mejilla de Eir al ver como su hija había defendido su identidad y se había ganado su título.
Magna sonrió, una sonrisa tan grande que le llegó a doler la cara. No le importó estar sudada, adolorida, con moretones y algo de sangre, ella sonrió como nunca.
Rápidamente removió el lazo dorado de su brazo y por fin fue libre de su contención de poderes.
Entonces ella hizo la seña de batalla, llevando su puño a sus hombros y luego alzó su brazo hacia arriba, y así, ganándose mucho más euforia por parte del Firb.
Alrek seguía en el suelo, así que los soldados tuvieron que llevárselo casi arrastrando de allí. Magna lo había dejado molido.
La chica no se dio cuenta que su madre ya había llegado al círculo dorado, con una sonrisa de orgullo plasmada en su boca. Se acercó a su hija con alegría y pasó su brazo por sus hombros.
—¡Mi hija Magna de Erathor, su princesa!— exclamó a todos.
El público aplaudió y gritó nuevamente.
Luego la rubia hizo que su hija la observara, quedando de frente y le pidió que se arrodillara. Ella estuvo un poco confundida pero obedeció.
Eir tomó un pequeño objeto similar a un lápiz plateado con punta de serafín.
—Hay algo que cada erat lleva al momento de nacer— explicó la reina y extendió su brazo para enseñar una especie de tatuaje en su muñeca, un poco más arriba de la palma de la mano— Es nuestro sello distintivo...Y es momento de tener el tuyo.
La marca constaba de tres barras horizontales, de color verde, dorado y azul; los colores de Erathor.
Ella extendió su brazo derecho y Eir lo tomó para poder terminar el ritual con aquello. No se demoró más de diez segundos en dibujar las tres barras. Y así convertir oficialmente a su hija en una erat.
Se puso de pie una vez que finalizó y volvió a mirar al público que terminó haciendo una reverencia ante sus autoridades del reino.
Eir y Magna sonrieron victoriosas a todo su pueblo, sintiendo el triunfo y el éxito recorrer sus venas.
Sin embargo, había algo que no dejaba a la castaña tranquila, y eso era las voces que habían invadido su cabeza durante el combate.
Vencer a la oscuridad.
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INTRODUCING!
ROSAMUND PIKE IS RENHA
the general
BUENAAAAAAAAS
llegué uwu
perdón si el capítulo estuvo aburrido, es que es de esos capítulos que tengo que hacer para unir la historia):
AUNQUE YO ESTABA EMOCIONADA ESCRIBIENDO, la batalla me traspasó toda su adrenalina, ah
also, no se preocupen por los momentos de Steve y Astrid, ya vendrán más.
no se olviden que no soy fan de las relaciones "rápidas" en las novelas. sólo pónganse a pensar que los Vengadores son bien serios y no se andan besando a cada 5 segundos, ah, eso.
ah y se acuerdan que les dije que habría una revelación???? JAJDJSJDJ que cosas no?
bueno, la iba a poner pero el capítulo se me hizo LARGUÍSIMO, así que lo dejaré para el próximo 🤭
hasta aquí mi reporte joaquín
25 votos para siguiente capítulo.
MUCHAS GRACIAS POR TODO, LES AMOOOO🧡🧡🧡
nat
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