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━COMING BACK

without you i'll never make it out alive
but I know, yes i know we'll be alright

ready to run | one direction

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BORG SINTIÓ COMO SU RESPIRACIÓN se aceleraba, de una manera que nunca antes había experimentado. Era imposible que su mirada se apartara de la chica en frente suyo, e iban de sus ojos a la marca en su brazo y viceversa.

Sus pasos avanzaron cortos y hasta torpes hacia la castaña que ya tenía los ojos llorosos. Volvió a recoger sus vestiduras para tapar su brazo y jugó con sus dedos por lo nerviosa que estaba.

El hombre la miraba...Maravillado, adorándola con los ojos, de una manera distinta al inicio.

Ya no era sólo su compañera de celda, era su hija.

—Por los dioses...— llegó más cerca— Magna...— sus ojos se cristalizaron— Eres tú...Realmente eres tú.

Ella asintió— Sí. Lo logré...Descubrí quién soy.

Borg lentamente acercó sus manos y las puso en las mejillas de la mujer. Sintió el tacto de su rostro y seguía sin creer que era real.

—Soy yo...— susurró— Soy tu hija.

El dios del océano ya no aguantó más la emoción retenida en su pecho y estrechó a la chica entre sus brazos con fuerza.

Ella tardó un poco en reaccionar por la emoción y la sorpresa, pero con una expresión de asombro comenzó a enrollar con cuidado sus brazos alrededor del hombre.

Fue un gesto que se sintió demasiado bien.

No les importó la condición o el lugar en el que estaban, si estaban sucios o heridos. Lo único que importaba era que estaban reconstruyendo su familia.

—No puedo creerlo— sollozó Borg acariciando en cabello de la chica— Nunca creí que volvería a verte. Llegué al punto donde pensé que...Tu regreso jamás sucedería.

Ambos se separaron para mirarse mutuamente y secar sus cortas lágrimas. El castaño siguió mirando a Astrid con admiración, sin creer lo que veía.

—Pero estás aquí...El destino te trajo aquí.

—Creo que el hecho de que mi llegada iba a restaurar todo...— hizo comillas con sus dedos— Iba en un sentido mucho más profundo de lo que creí.

Ambos rieron con suavidad, sin apartar la mirada del otro.

—Y mírate— rió ahora, con nostalgia— Eres toda una mujer.

—Ha pasado mucho tiempo— respondió ella con una media sonrisa— Ya no soy la bebé que mamá dejó en la Tierra.

Al oír la mención de su madre los ojos de Borg se iluminaron.

—¿Eir? ¿Ella está bien? ¿La has visto?— cuestiono ansioso.

Ella sonrió ampliamente— Por su puesto que ya la conocí, es una mujer asombrosa...Y está bien— él suspiró aliviado— Sólo extrañándote. Créeme que aquello ha agujereado su corazón.

El hombre hizo una mueca y agachó la cabeza.

—Yo la he extrañado mucho más— la levantó, pero ahora con una media sonrisa— Pero el verte aquí ahora...El conocerte— sonrió— Me da la esperanza de volver a reunir a mi familia después de casi treinta años.

Ambos sonrieron y volvieron a abrazarse, seguían disfrutando de la calidez mutua, adorando el hecho de que eran reales.

Este abrazo fue un poco más corto, fue para volver a revivir el sentimiento vivido en el primero; un sentimiento de realidad. Cuando se separaron la castaña dijo:

—Y créeme, lo haremos.

—Lo veo difícil por ahora, estamos encerrados— puntualizó.

—Y tú, dios del océano ¿No has podido salir de aquí?— cuestionó con una ceja alzada.

—No— puso los ojos en blanco— Es una prisión gigantesca. El atraer las aguas e intentar inundar todo no fue efectivo. Créeme, ya lo intenté.

Ella hizo una mueca— Qué mal.

—Así que por mi parte no tengo ninguna idea— sonrió de lado— ¿Y tú, hija?— ella sonrió también.

—Bueno...— se encogió de hombros— Mira y aprende.

Ella se volteó y caminó a la cerradura. Primero observó que todos los otros prisioneros cercanos a ellos estuvieran dormidos y no la espiaran. Una vez chequeado eso, la chica puso su mano sobre el gran candado, cerró sus ojos y comenzó a calentarla. No pasó mucho tiempo hasta que esta cedió y la chica la rompió con facilidad.

Una vez finalizada aquella acción ella se volteó con una sonrisa victoriosa a ver a su padre con la cerradura en su mano. La dejó caer al suelo y el hombre dijo:

—Pero...

—Oh...— se acercó— Diosa de la vida. Sí, ya lo descubrí.

Su padre la miró asombrado— Lo hiciste— ella asintió— Al parecer ya sabes todo— sonrió.

—Espero.

—Aguarda— señaló la cerradura en el suelo—¿Por qué no hiciste eso antes?

—Es que no tenía un plan— hizo una mueca—No podía salir de aquí sin tener uno.

—¿Y ahora lo tienes?

La castaña se volteó y miró que no viniera nadie a través del pasillo, asegurándose que el área estuviera despejada.

—Sip— le vio— Tú.

Borg abrió su boca para decir algo pero en el primer intento nada salió debido a la sorpresa que aquello le había causado.

—¿Yo? ¿Por qué?

—Mientras más seamos en este plan, mejor. Y además...Eres el dios del océano, por favor.

El castaño se limitó a encogerse de hombros mientras Astrid se giraba a verle. Esperanza era lo que su mirada irradiaba en ese instante.

—Voy a llevarte a casa— puso una mano en su hombro— Vamos a regresar.

Borg le sonrió e imitó su gesto— Lo haremos.

Luego de sus palabras motivacionales ambos se acercaron a la puerta de su gran celda para abrirla con cuidado. Cerraron los ojos esperando que esta no hiciera rechinido alguno y para su suerte nada sucedió.

Una vez fuera se dispusieron a caminar pero el hombre se detuvo.

—¿Qué?— le dijo Magna— ¿Qué sucede?

El rostro de él permaneció sereno unos segundos, inspirando aire con tranquilidad y mirando todo a su alrededor.

—Nada...Sólo que...— soltó una pequeña risa y la miró— No había salido de aquí en todos mis años como prisionero.

Aquello tocó el corazón de la castaña y le sonrió ampliamente. Puso su mano en la espalda del hombre y dijo:

—Hora de irnos— caminaron— Tienes que ver como el mundo está afuera...

A medida que pasaban entre las celdas sus pasos eran más sigilosos y sus voces más silenciosas. No podían darse el lujo de despertar a algún prisionero y que este los delatase, dando todo su esfuerzo por perdido.

Astrid buscaba con la mirada la celda de sus acompañantes, no recordaba cuál era y era un poco difícil hallarla entre tan grande estructura.

—Oye— le susurró Borg de repente— Ahora que estamos juntos en esto...— hizo una pequeña pausa— ¿Puedo saber que vinieron a robar tú y tus amigos?

Astrid se detuvo un segundo y le miró a los ojos.

—Más que robar...Vinimos a recuperar algo—respondió en el mismo tono. Luego, una sonrisa se formó en su boca— Vinimos por la Ultrek.

Al oír aquello el rostro del castaño cambió, pero no de mala manera, sino que en buena. Había esperanza y asombro plasmados en él.

—¿La espada?— ella asintió— La espada de Torfa, la que iba a ser de Eir pero ahora...Será tuya.

Stark volvió a asentir con una sonrisa ladina.

Pero entonces, el rostro de Borg volvió a cambiar, y ahora sí de una manera no muy agradable. Se notaba preocupado y tenso.

—Pero...Eso quiere decir que algo está sucediendo...¿No es así?

La sonrisa de Magna desapareció también y asintió otra vez, pero ahora con pesar.

—Estamos por enfrentar algo...Complicado.

—¿Qué?

Ella suspiró y tardó unos segundos en responder— Lorleen.

El castaño sintió como si le hubieran dado un fuerte golpe en el estómago. Definitivamente esa no la había visto venir.

—¿Lorleen?— una rabia rencoro lo invadió—
Esa bastarda...— luego frunció el ceño, dándose cuenta de algo— Claro...Es porque...

—Porque yo regresé— completó— Mamá ya me explicó todo...Incluido lo que tengo que hacer— soltó un largo suspiro— Por eso vinimos por la espada— sonidos se escucharon a sus espaldas— Y ya debemos irnos...

—Vámonos, vámonos.

Ambos siguieron con su trayecto pero ahora en un paso un poco más acelerado. Seguía siendo sigiloso, pero apresurado.

Los ojos de Astrid pasaban rápidamente por las celdas, esperando pronto identificar la deseada.

Hasta que lo hizo.

Soltó un gran suspiro de alivio al divisar a los dos hombres sentados en el piso en una celda a unos pasos de ellos.

Ella aceleró su paso hacia allí y su padre la siguió, aunque un poco confundido.

Cuando llegó puso sus manos en los barrotes y sonrió al verlos.

—Chicos— susurró lo suficientemente audible para que ellos oyeran— Soy yo.

Ambos giraron sus cabezas esperanzados al oír tan adorada voz. Al ver a la mujer sonrieron y se pusieron rápidamente de pie.

—Astrid...— habló su hermano.

—¿Astrid?— murmuró su padre.

—Luego te explico— le dijo entre dientes— Debemos salir de aquí— dijo ahora a los otros hombres.

Ellos asintieron y le dieron espacio a la castaña para que rompiera la cerradura. Lo cuál logró en un par de segundos igual que la última vez.

Cuando la reja se abrió Tony la abrazó y suspiró aliviado.

—Qué bueno que estás bien— la tomó por los hombros y la separó rápidamente— Ahora sácame de aquí.

Ella rió y les hizo una seña con la cabeza para que salieran.

Cuando Steve pasó a su lado ambos se sonrieron y la mujer me guiñó el ojo.

—Este lugar es horrible, ya vámonos— dijo el millonario listo para irse.

Pero algo lo detuvo.

Su mirada chocó con la nueva presencia entre ellos y escundriñó a Borg con una mirada confusa de pies a cabeza.

—Espera ¿Y él quién es?— Steve se giró y observó lo mismo.

—Eh...— ella miró a su padre— Luego les explico— repitió— No hay tiempo que perder, es hora de salir de este lugar.

Los tres hombres se miraron escudriñándose entre sí pero siguieron la petición de la chica y todos comenzaron su trayecto para salir de aquel horrible lugar.

Los sonidos a sus espaldas volvieron a escucharse así que aceleraron sus pasos tratando de no despertar a nadie o llamando la atención.

Cuando estuvieron afuera volvieron a escabullirse en la jungla con ma adrenalina corriendo por sus venas. Una vez que estuvieron bien escondidos se detuvieron cerca de un gran árbol.

Recobraron fuerzas y sus respiraciones. Y cuando estuvieron más calmados el mayor de los Stark dijo:

—As— se reincorporó ya que estaba apoyado en sus rodillas— Ya dinos quién este hombre y por qué lo acarreas con nosotros.

La joven tragó saliva y miró al aludido que estaba a su lado. Este asintió animándole a explicar.

Eso iba a ser una gran bomba.

Y sólo esperaba que su hermano no se fuera a desmayar.

—Chicos...— comenzó con suavidad— Él...Él es Borg...Mi padre.

Ambos hombres frente a ellos abrieron sus ojos como platos. La chica y sus pensamientos internos tenían razón: era una gran bomba.

Se miraron entre sí como si trataran de asimilar lo que habían oído. Porque hasta el momento...No podían.

Esa no la vieron venir.

—Eh...Espera— Tony se acercó— ¿Tu...Tu padre?— ella asintió con lentitud— Pero la reina dijo que él había salido a una guerra y nunca volvió, por eso lo dieron por muerto.

Rogers también comenzó a acercarse.

—Tú lo dijiste— respondió ella— Lo dieron por muerto— miró al aludido— Pero acabo de descubrir que no es así.

—¿Cómo estamos seguros de que es realmente quién dice que es?— cuestionó Rogers.

Magna iba a responder pero su padre se le adelantó. Sin embargo, no dijo nada, sólo alzó un poco sus vestiduras en la parte de su muñeca y dejó al descubierto la marca erat.

Ambos Vengadores se observaron mutuamente, asombrados.

—Por las cosas de la vida empecé a contarle a Magna sobre como terminé aquí— recogió su brazo otra vez— Y ella sacó sus propias conclusiones...Lo descubrió.

—Su historia era igual a la que mi madre dijo...Sólo até cabos sueltos y...— se encogió de hombros— Encontré a mi padre.

—La profecía lo dijo; ella viene a equilibrar todo— Borg se señaló— Hasta esto...

Hubo un minuto de silencio.

—Oh...— Tony suspiró sin despegar su mirada del rey de Erathor— Esta no me la esperaba, hermana.

Borg frunció el ceño y se volvió a acercar a su hija bastante confundido.

—¿Hermana?— estaba atónito— ¿Astrid? ¿Qué...? ¿Qué es esto? ¿Por qué este hombre te llama así?

El millonario alzó las cejas ante el comentario.

—Cielos, lo olvidé— la castaña rió con suavidad— Astrid es el nombre que me dio la familia que me recibió en la Tierra. He vivido todos estos años con él— el dios del océano pareció entender. Luego ella miró al millonario— Y...Tony es parte de esa familia, es mi hermano.

El erat analizó al mayor de los Stark con mucha atención.

—He pasado toda mi vida con él— finalizó la chica su frase.

El aludido le sonrió brevemente y luego se dio cuenta que Borg se le acercaba. Éste le extendió la mano y él la recibió.

—Entonces es un placer— dijo el mayor.

Tony no dijo nada, sólo se limitó a sentir con la cabeza. Una vez que estos se separaron la mirada del rey recayó en el rubio.

—¿Y él quién es?— preguntó.

Rogers y Astrid se lanzaron una mirada furtiva.

—Eh...Es un amigo— respondió ella con facilidad tratando de no dilatar la situación— Trabajamos juntos. Todos somos parte de un grupo de héroes radicado en la Tierra— aclaró.

Borg alzó las cejas sorprendido— Suena bien.

—De acuerdo, creo que este tiempo de presentaciones acabó— dijo nuevamente la chica tomando una voz un poco más seria— Tenemos que salir de aquí.

—Eso quedó más que claro...— murmuró su hermano.

—¿Cuál es el plan?— dijo su padre.

—¿Tenemos un plan?

—Ella dijo que tenía uno— respondió Borg a Steve.

—Eso no parecía cuando llegamos aquí— volvió a murmurar Stark.

—Oigan deténganse— reclamó ella mirándolos recriminatoriamente— Tengo...Algo que podría ser un plan.

—¿Qué es?

Ella tomó aire— Examiné bien el lugar mientras nos escoltaban a nuestras celdas. En la torre de ahí...— señaló arriba— Se reúnen los gigantes, así que iré...Y les diré quién soy— dejó al descubierto su marca.

—¿Es en serio? A mí no me fue de mucha ayuda— objetó su padre.

—Pensé lo mismo, pero luego recordé mi gran importancia...— hizo comillas en el aire— Para el universo en este momento. Quizás les interese ayudar a su profecía y diosa de la vida.

Los hombres parecieron entender la estrategia.

—¿Y si no funciona?— cuestionó Rogers.

Ella hizo una mueca— Tendremos que atacarlos, cosa que no quiero llegar a hacer.

Todos estuvieron de acuerdo con la última parte.

—Entonces mas vale que funcione— dijo el ingeniero.

—Es la idea.

Astrid se giró para poder caminar un poco en dirección al castillo, pero algo la detuvo.

Sintió un fuerte mareo y una dura presión en su cabeza que la hizo quedarse en su lugar y llevarse una mano a la zona afectada.

Los hombres rápidamente notaron aquello.

—Astrid— el millonario se le acercó— ¿Qué sucede?

La mujer no respondió, sólo soltaba leves quejidos y le pedía al dolor que se fuera.

—¿Qué está pasando? ¿Está bien?— preguntó Borg con preocupación.

—Relájate, esto ocurre siempre— respondió Tony como si estuviera compitiendo— Oye As, ¿Qué tienes? 

—¿Son voces? ¿Sientes algo o a alguien?— siguió Rogers a su lado.

Entonces todo cesó.

La cabeza de la castaña volvió a levantarse y miró a sus compañeros con una mirada llena de preocupación.

—A alguien— respondió a la pregunta del Capitán— Pero no les va a gustar.

Steve y Tony se repartieron miradas.

—¿A quién sentiste?— se atrevió a decir el millonario.

Ella mantuvo su vista rígida y se notó como pasaba saliva.

—A Lorleen.

Los tres hombres aguantaron la respiración y sintieron que sus palpitaciones aceleraban.

—¿Lorleen? ¿A esa bruja desquiciada?— habló el rey molesto.

—Sí...— ella miró a todos lados— Es como la última vez, creo que está cerca...O lo estará pronto.

—Eso significa entonces que debemos apresurarnos— dijo Tony y todos estuvieron de acuerdo.

—No podemos dejar que Lorleen obtenga la espada...Tu espada— retomó Borg— Será una masacre.

—No lo haremos— dijo la chica— Demonios, ¿Cómo es que vamos a terminar en el mismo lugar?

—Por favor no lo digas— el millonario cerró sus ojos.

—Bien, bien, bien, bien— ella se detuvo, ya que estaba caminando de un lado a otro— Haremos esto, y será rápido. Steve y yo iremos con los gigantes y ustedes dos se quedarán aquí en caso de que Lorleen aparezca...Necesitaremos que nos cubran.

—Dalo por hecho— respondió el dios. Sin embargo, Tony se oponía internamente a esa idea.

—Vámonos, no hay tiempo que perder— le dijo el rubio a su compañera. 

—Suerte— dijo Borg.

—Igual...Aunque espero que no la necesiten— dijo Magna haciendo referencia a la inminente llegada de Lorleen.

Luego Rogers y Stark comenzaron a correr otra vez, pero ahora en dirección de la fortaleza. Ambos hombres restantes los observaron hasta que desaparecieron.

Cuando quedaron completamente solos un incómodo silencio los rodeó, ninguno era capaz de emitir palabra.

—Así que...— comenzó Tony mirando a otra parte— Tú eres el padre.

Borg no le miró, mantuvo su vista al frente igual que él y con sus manos juntas adelante.

—Y tú el hermano— respondió de la misma manera.

Mientras tanto, Steve y Astrid habían logrado volver a entrar a la fortaleza sin ser vistos, consiguieron esquivar varios guardias y lugares concurridos para poder subir las escaleras a la torre deseada.

Eran bastantes escaleras, pero lamentablemente la mujer no podía darse el lujo de volar rápidamente a su destino, No, debía esperar a Rogers que era un simple mortal.

Una vez que terminaron aquella carrera se dieron unos segundos para recobrar aire y poder continuar. Voces se oían a lo lejos y eso podía significar su objetivo.

—Bien...Ya estamos aquí— habló ella recuperando el aire.

—Hay que avanzar— insistió el rubio y ambos caminaron con un poco de rapidez.

El lugar era gigante— al igual que lo habían sido esos pesados escalones— y la imponencia de este los hacía sentirse muy pequeños.

—Oye...— le llamó Rogers mientras avanzaban— ¿Segura que fue buena idea dejar a Tony y a...?—meditó un segundo— Borg— se sintió raro al decir aquello— ¿...Juntos?

Ella torció la boca— No creo que vayan a matarse. Además mi padre está adaptándose al exterior otra vez, no creo que haga un escándalo.

De repente Astrid se detuvo, lo cuál hizo que el Capitán hiciera lo mismo. Ella mantenía la vista al frente con el ceño levemente fruncido.

—Astrid...¿Sucede algo?

Entonces una pequeña sonrisa empezó a dibujarse en el rostro de la chica.

Mi padre— repitió, como si aún no se creyese aquella realidad. La sonrisa se agrandó y miró al rubio— Encontré a mi padre.

Un suspiro salió de los labios de la princesa y el hombre a su lado fue contagiado por su sonrisa. Se acercó a ella, la abrazó por los hombros y ella le correspondió.

Fueron escasos segundos dónde no les importó el hecho de que sus vidas estaban en peligro.

Sin embargo, la chica tuvo que cortar el momento un poco después por la urgencia del asunto.

—Oye...— se separó pero con las manos aún apoyadas en el pecho de Rogers— Hay que irnos.

—Manos a la obra.

Su carrera se reanudó pero ahora con más velocidad, acercándose poco a poco a la gran sala de reuniones de los gigantes.

Las voces comenzaron a oírse más claras y las figuras a verse así también.

—¿Segura de que tu plan funcionará?— cuestionó el Primer Vengador mientras trotaban.

—Eh...Eso espero.

—¿Y si no lo hace?

—Deja de ser pesimista, por los dioses— ambos se detuvieron al oír aquella frase de la chica. Ella sonrió juguetona y batió sus cejas de arriba a abajo— ¿Cómo me salió? ¿Eh? Toda una erat.

Rió suavemente— No es tiempo de bromas, As— siguieron trotando— Hay que ponerse en el caso de que no funcione.

—Ya te lo dije, si no resulta utilizaremos la fuerza bruta.

—Querrás decir, tú lo harás. No te voy a ser de mucha ayuda.

Hizo una mueca— Eso es cierto...Pero ya veremos.

Su carrera finalizó y ambos permanecieron escondidos y apoyados en una pared cercana a la gran entrada. Estiraron un poco sus cabezas y pudieron ver a los sujetos, incluida la giganta que había dado la orden de encerrarlos.

Ella parecía a líder, ya que estaba sentada en una gran silla similar a un trono, y el resto frente a ella.

Astrid miró a Steve— que estaba al otro lado del pasillo— y le hizo un asentimiento de cabeza, indicando que era la señal de actuar. Éste entendió y procedieron.

Ambos salieron de su escondite, ingresaron a la sala e inmediatamente llamaron la atención de todos.

Los gigantes se voltearon confundidos pero en un par de segundos comenzaron a gruñir y a tomar sus armas para apuntar a los intrusos.

La líder también se puso de pie y se acercó a ellos con una mirada no muy amigable.

—¡Alto, alto alto!— exclamó la castaña con las manos al frente— No vamos a hacerles nada.

—No queremos pelear— apoyó Steve de la misma manera.

Una criatura rió— ¿Ustedes? ¿Hacernos algo?— volvió a reír— Podría aplastarlos con mi mano si quisiera.

Gert— le llamó uno de los gigantes a la mujer, y ahora sabían que su nombre era Gert— Escaparon de sus celdas. Tú da la orden y volverán a donde pertenecen.

La aludida iba a hablar pero la princesa la detuvo.

—¡No esperen!— tragó saliva— Sólo queremos hablar...

En ese momento Astrid dejó al descubierto su muñeca y la levantó, para que todos pudieran apreciar la marca erat y darse cuenta de su identidad.

Las criaturas abrieron los ojos como platos y se repartieron miradas entre sí, murmurando con algo de asombro.

Gert permaneció con el ceño fruncido y mirando directamente a la castaña debajo de ella.

—Salgan— todos se sorprendieron al oír la voz de la giganta— Déjennos un momento.

Luego de un par de otras miradas los gigantes obedecieron. Sin embargo, estaban dispuestos a llevarse a Rogers también.

—¡Espera por favor!— detuvo Magna— Viene conmigo.

Las criaturas dudaron un poco, pero el asentimiento de cabeza de su líder les dio a entender que estaba bien y soltaron al rubio.

Una vez que los gigantes se fueron cerraron las puertas detrás de ellos, dejando a los tres solos.

Luego de unos segundos Gert soltó una profunda risa nasal.

—No sé que quieres lograr con decir que eres una erat— dijo con su profunda voz— Ya tenemos uno aquí y no le dimos ninguna preferencia.

—¿Entonces porqué accediste a hablar con nosotros?— cuestionó la castaña.

—Porque me gusta oír sus historias y luego lanzarlos al calabozo.

Ambos tragaron saliva y se miraron un poco asustados.

—Te lo ruego, por favor— retomó la erat— Necesitamos tu ayuda, estamos en grandes problemas.

—Sus problemas no me importan— respondió ella.

—No son sólo nuestros, son de todo el mundo— dijo Rogers haciendo que la giganta frunciera el ceño.

—El universo está en peligro una vez más, y necesitamos que por favor nos...

Las palabras de Astrid fueron interrumpidas por un feroz gruñido de Gert a la vez que la tomaba y la levantaba en su mano como si fuese una simple muñeca.

La chica pataleó y soltó un grito del susto. Steve trató de detener aquello pero era básicamente imposible.

—¿Ayudarlos?— gruñó— Qué falta de respeto ¿¡Quién te crees para hablarme así!? ¿Eh?— la sacudió como si fuera una simple espiga de trigo. Sin embargo, Astrid estuvo más tranquila— ¿¡Quién eres tú para alzarme así la voz!?

El corazón de la castaña latía con frenesí. Tomó aire y trató de acomodarse en el puño de Gert, tratando de evitar la presión que ella ejercía.

Pero dentro de todo tomó fuerza y dijo:

—Soy Magna; princesa de Erathor, hija de la reina Eir y el rey Borg, el cuál tienes encerrado aquí—el rostro de la giganta comenzó a cambiar— Soy la diosa de la vida y la profecía cumplida del universo.

 Ella soltó un gran suspiro cuando terminó su frase. Era la primera vez que lo decía así. Le había escuchado a Thor cosas así muchas veces, pero nunca se imaginó así misma confesando su gran identidad a alguien más.

Gert abrió los ojos como platos e inconscientemente su agarre se fue soltando.

—¿Tú?— frunció el ceño— ¿La profecía?

Asintió lentamente— No estoy mintiendo. Soy yo y por eso estoy aquí...Necesitamos tu ayuda para enfrentar lo que se viene.

La gigante nuevamente no respondió. Se quedó en silencio y le echó una mirada a Steve hacia abajo, el cuál asintió, confirmando la autenticidad de esa información.

La mirada de la líder de Obden volvió a la castaña que la seguía observando, esperando que lograra confiar en ella.

—Con mi regreso...—Astrid decidió continuar al ver que Gert aún se mantenía en silencio, asombrada por la reciente revelación— Se desata que un antiguo ser regrese...Y debo detenerla...

—¿Detenerla?— habló ella al oír que se hablaba de un ser femenino.

Magna tragó saliva y miró al suelo antes de responder— Se trata de Lorleen, la diosa de la muerte y la oscuridad.

Al oír eso el rostro de Gert se desfiguró. Incluso, aún estando encerrada en su puño, Astrid pudo notar como ella temblaba.

Aquel silencio de meditación duró un par de segundos. Luego su cara volvió a transformarse, pero ahora en una de enojo y rencor.

—¡¿Lorleen?!— sacudió a la princesa en su mano como si fuera una muñeca de juguete— ¡La bruja maldita!— gruñó— ¡Es a quién menos esperaba!

—Lo sé, lo sé. Yo tampoco, pero...

—¡No lo entiende!— volvió a gruñir— ¡Lorleen fue quién le quitó la luz a nuestro planeta!

Al terminar de decir eso un pesado suspiro salió de los labios de la giganta. La furia había disminuido dando paso a la angustia y la nostalgia de un doloroso recuerdo.

Magna pudo notarlo y se compadeció de ella.

—Nosotros fuimos uno de los planetas alcanzados por su oscuridad en aquel entonces...— negó con la cabeza— Nos destruyó y nos quitó todo lo que teníamos. Debido a nuestra protección divina como raza ante los dioses ella no puede matarnos...Pero sí arrebatarnos todo.

El agarre comenzó a disminuir y Gert torció sus labios en una mueca. Astrid podía sentir todo aquel dolor que ella tenía al estar entre su mano y lo ue menos quería era que esa tragedia se volviera a repetir.

—Te prometo...— habló la diosa con suavidad— Que voy a luchar hasta devolverle la luz a tu planeta— Gert abrió los ojos como platos— Para eso vine...¿No es así?— nadie respondió, Astrid sólo tragó saliva para continuar— Pero necesitamos tu ayuda.

—Los obdenianos no vamos a pelear contra ella— respondió ella con rapidez.

La castaña rió levemente y negó con la cabeza— No, es algo más sencillo que eso— ella se detuvo antes de lanzar la bomba rogando que ella fuera a acceder— Necesitamos la Ultrek...La espada de mi abuela; la reina Torfa— la giganta volvió a abrir los ojos como platos— Si voy a enfrentar a Lorleen necesito algo de ayuda...Mi madre me envió a buscarla y sería un gran apoyo para nosotros si tú...Nos la dieras.

Gert meditó un poco en las palabras de la princesa, y poco a poco su agarre se hizo más débil hasta que volvió a dejar a la erat en el el suelo. Ésta y el Capitán se observaron confundidos y luego a la líder obdeniana, la cuál ya les había dado la espalda para caminar cerca de su silla.

La giganta se posicionó en el medió del salón y estiró sus manos hacia abajo; en el piso, donde unos garabatos estaban dibujados allí. Luego pronunció y repitió unas palabras que sus visitantes no pudieron entender. Sin embargo, luego de unos segundos descubrieron el objetivo de ellas.

Una especie de portal pequeño apareció en el suelo debajo de ella y de este, un objeto largo y rectangular comenzó a ascender.

Astrid y Steve miraban asombrados la escena, empezando a sentir de qué se trataba todo eso.

Cuando el objeto subió completamente este levitó sobre las manos de la giganta y el portal desapareció. Luego, ella se dirigió con aquel artilugio hacia los dos personajes que la esperaban ansiosos y expectantes.

—Esta es la Ultrek— dijo la obdeniana haciendo que sus invitados ahogaran un suspiro— Esta caja de cristal la protegerá hasta que lleguen a su destino. Sólo deben abrirla una vez que regresen, no antes. Eir sabrá qué hacer y dónde abrirla— Stark asintió.

La chica observaba aquella larga caja, deseando ver en su totalidad la espada, pero la cubierta se lo impedía.

Gert levitó la espada hasta las manos de la diosa y esta descendió hasta ellas. Astrid se sorprendió al sentir el tacto del objeto y como este llegó a esta ella, ya no levitaba.

—Eso es buena señal— murmuró la giganta.

Astrid y Rogers se miraron con esperanza y luego a Gert.

—Muchas gracias, no tienes idea de lo importante que está siendo tu ayuda— le dijo Magna con una sonrisa de lado.

La aludida sólo asintió e hizo una pequeña reverencia ante la princesa.

Posteriormente el Primer Vengador y la diosa se giraron para salir corriendo por el mismo lugar por el que habían entrado. Sin embargo Gert los detuvo.

—¡Alto!— ellos se giraron— Quizás hay otra cosa que les puedo dar que ayude en su viaje.

Ellos fruncieron el ceño, pero luego siguieron a la giganta hasta una salida que aquella sala tenía y allí observaron algo que no esperaron volver a ver.

Su nave. 

El vehículo en el que ellos habían legado y que les había sido arrebatado al hacerse prisioneros ahora estaba frente a ellos, listo para ser abordado.

Steve y Magna se miraron y sonrieron.

Era hora de regresar.

Mientras tanto, Borg y Tony esperaban impacientes al dúo que había salido en busca de la espada.

—¿Crees que estén bien?— preguntó el rey apoyado en un árbol mientras el millonario se paseaba de un lado a otro.

—Sí, sí, eso espero—contestó él deteniéndose— Saben cuidarse bien.

Borg suspiró y caminó hacia él— Si las cosas salen mal allá arriba ellos no volverán— tragó saliva.

Stark lo miró— Entonces será mejor que no pensemos en eso.

Y como si sus plegarias fueran oídas escucharon el sonido de una nave acercándose y posteriormente aterrizando unos metros más allá de ellos. Ambos se echaron una mirada y luego la devolvieron a aquel vehículo. Y en ese momento la parte trasera de esta se abrió dejando ver a una sonriente Astrid moviendo su mano hacia ellos. Los hombres sonrieron también e iniciaron una carrera hacia ella.

Una vez que llegaron vitorearon aquel triunfo.

—Lo lograron— rió Borg triunfante y abrazó a su hija cortamente levantándola un poco del piso. Ésta rió también ante el gesto.

Una vez que se separaron todos fijaron sus miradas en el objeto que yacía en el piso, sujetado firmemente por una cuerda y un par de cajas.

—¿Esa es...?—la palabras del rey quedaron el el aire.

—Sí— completó la castaña— La Ultrek.

Los cuatro se volvieron a repartir miradas victoriosas.

—Buen trabajo— le dijo el dios a ambos encargados de aquella misión.

Pero de repente, sintieron que algo los sacudía y tuvieron que sostenerse de lo que fuera para no caer. Miraron a todas partes buscando respuestas pero no había nada en ningún lado.

Sin embargo, un pensamiento cruzó luego la mente de la princesa y este la sacudió.

—Lorleen— fue lo único que susurró.

Todo el resto se tensó y aquello fue como un impulso para salir de ahí cuanto antes.

Corrieron a sus posiciones, ordenaron todo, cerraron la puerta trasera y con velocidad Astrid se dispuso a presionar el botón que los llevaría de vuelta a Erathor.

—¡Espera!— la voz de su padre la detuvo y todos voltearon a verle.

—¿Qué sucede?

ÉL no respondió al inicio, sólo respiraba con la mirada fija en aquel botón hasta que una corta sonrisa apareció en su boca.

—Iremos a casa— Astrid soltó un suspiro de alivio, pensó de que se trataba de algo grave. Luego posicionó su mano sobre el hombro de Borg.

—Así es.

Y sin más que decir— y antes de que se enfrentaran a una catástrofe— Magna presionó el botón indicado y la nave comenzó su escala hacia Erathor.

Tuvieron que sostenerse nuevamente para no irse al suelo debido a la velocidad de la nave y cerraron sus ojos debido a la presión que aquella rapidez causaba.

Aquella sensación producía malestar; sí, pero también un sentimiento de esperanza de saber ue estaban volviendo a casa.

Y en menos de lo que esperaron la nave dio un pequeño rebote y se detuvo en el aire, dándoles a entender que ya habían llegado a Erathor.

Todos se reincorporaron— ya que estaban sujetos a cualquier cosa a su lado— y levantaron sus vistas para presenciar el hermoso paisaje que se levantaba ante ellos; el mismísimo Erathor.

Se sintieron como la primera vez que lo presenciaron. Pero ahora les inspiraba también un sentimiento de alivio y esperanza.

El estar en casa.

Una sonrisa nostálgica coloreó el rostro de Borg y caminó con lentitud hacia adelante, más cerca del ventanal.

Su mirada recorrió cada rincón que era posible en ese lapso de tiempo y en ese ángulo de visión. Se sentía maravillado ante la potencia que el paisaje le transmitía. Era algo que había extrañado como nunca.

—Por los dioses...— susurró maravillado— Estoy...Estoy en casa— soltó una risa nasal.

Astrid se le acercó y puso una mano sobre su hombro— Estamos— corrigió—Y sé que hay alguien que muere por verte.

El dios se volteó a verla y sonrió inmediatamente al entender de quién estaba hablando: Eir

La nave volvió a tomar su curso hacia el palacio mientras Borg seguía admirando el paisaje erat que había extrañado durante muchos años.

Su corazón se aceleró cuando el castillo comenzó a verse cada vez más cerca. El lugar que por años había sido su hogar estaba a sólo unos metros de distancia.

La nave comenzó su descenso al mismo lugar de donde había despegado la primera vez. Y cuando los residentes del palacio notaron aquello rápidamente corrieron hacia el lugar indicado, esperando con ansias la llegada de los viajeros.

Los Vengadores, Eir y Ordea corrieron al oír el sonido de la nave llegando al castillo, sabiendo que se podía tratar de los susodichos.

Cuando esta hizo descenso total la rampa trasera se abrió y de allí salieron Astrid, Tony y Steve; la primera con una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando los que aguardaban su llegada les vieron sonrieron también, consientes de que había una alta posibilidad de que la misión haya sido exitosa.

Magna se acercó a su madre y ella la abrazó.

—Oh hija— habló con los ojos cerrados—Por fin, ha sido una angustia muy grande.

Se separaron— Te dije que podríamos hacerlo, sólo tuvimos unos problemas de por medio.

—Yo estaba tranquila— se adelantó su abuela con una sonrisa— No puse en duda las habilidades de mi nieta y su equipo.

La reina observó a su hija y frunció el ceño al notar la ropa que ella llevaba.

—Larga historia— respondió la princesa.

Astrid volvió a sonreír y luego recordó aquello que habían traído de Obden, y no se refería a la espada. Entonces habló:

—Bueno...Fue una travesía mucho más dura de lo que pensamos— rió cortamente— Y...Encontré mucho más de lo que creí posible.

En ese momento la castaña le hizo una seña a sus acompañantes que permanecían junto a la nave para que trajeran aquella cosa.

—¿A qué te refieres?— cuestionó su madre.

Su hija sonrió por lo bajo y se volteó a sentir unos pasos a sus espaldas.

La hacerlo se encontró con quién esperaba caminando hacia ella.

Eir y Ordea ahogaron un suspiro en sus gargantas y parecía que sus corazones iban a salirse de su pecho.

—Madre...— Borg llegó a su lado— Estamos en casa.

El dios del océano caminó lentamente hacia su esposa, sin apartar los ojos de ella que seguía sin creer lo que veía.

Un metálico y duro sonido se escuchó y todos dirigieron sus miradas al notar que el cetro de la reina había caído al suelo.

Eir se acercó a Borg con torpes y lentos pasos. Seguía pensando que todo lo que estaba admirando era un simple sueño.

—Borg...— susurró cuando estuvo frente a él— Borg...— sus manos temblorosas llegaron hacia el rostro del hombre— Estás vivo...

Las lágrimas no tardaron en aparecer y una sonrisa nostálgica vino con ellas.

—Sí Eir— la voz del rey sonó titubeante, debido al llanto retenido— Soy yo...

—Y volviste...— sonrió— A casa.

Sin decir otra cosa ambos se abrazaron. Un abrazo lleno de amor, nostalgia y recuerdos de años juntos. Vivencias que creyeron muertas, pero resultaron seguir igual de vivas.

Ahora estaban juntos, estaban de vuelta.

Los reyes de Erathor se habían vuelto a encontrar.

Magna observaba con una amplia sonrisa la escena. Había encontrado a sus padres uno por uno...Pero lo había hecho, y ahora los había reunido.

Los reyes se separaron y siguieron mirándose, había una parte en ellos que seguía creyendo que todo aquello era un sueño.

Luego de aquello Borg dirigió su vista hacia atrás de su esposa para encontrarse con alguien que ya había desatado su llanto: Ordea.

—Madre...— se separó de la reina y abrazó con efusividad a la consejera Real que ansiaba volver a tener a su hijo en sus brazos.

Ella lloraba de alegría. Nunca se imaginó tener de nuevo a Borg junto a ella luego de pensar que estaba muerto durante años.

Sabían que la llegada de Magna iba a significar restauración y equilibrio de las cosas. Pero nunca pensaron que sería así de impresionante.

Ordea y Borg se separaron mientras la mayor pasaba sus manos por el rostro de su hijo, como si aquello fuera una ilusión. Pero una gran sonrisa apareció en su rostro al recordar que era algo real.

—Esto amerita una celebración— dijo la consejera con emoción mientras secaba sus lágrimas.

Los reyes estuvieron de acuerdo y se tomaron de las manos mientras se rehusaban a apartar la mirada del otro.

—Estoy de acuerdo con celebrar esto, pero...— todos se voltearon al oír a la princesa— Creo que hay algo que debemos ver primero.

Cuando notaron lo que la chica tenía en sus manos ahogaron un suspiro.

La castaña tenía en sus brazos la caja en la que la espada estaba. Debido a la cubierta no podían apreciarla completamente, pero pronto lo harían.

—La Ultrek...— susurró la reina y su hija asintió. La mirada de la rubia pasó por todos los presentes con algo de nerviosismo— Vamos.

Ella se volteó y rápidamente todo el grupo comenzó a seguirla por los largos pasillos del palacio hasta que llegaron a un área en la que no habían estado antes. 

Entraron a aquella sala gracias a las guardias que abrieron la puerta, y lo que encontraron en el centro de la estancia era una especie de pilar color dorado.

Las guardias que estaban afuera ahora hicieron ingreso para acompañar y custodiar el lugar.

—¿Qué es esto?— preguntó Astrid.

—El lugar donde mi madre guardaba su espada.

Todos miraron a Eir cuando pronunció esas palabras. Habían quedado sorprendidos.

—Wow...— susurró la princesa— Un cuarto sólo para una espada.

La reina caminó hasta su hija y extendió sus brazos hacia ella.

—Dámela— pidió. Rápidamente la castaña obedeció la acción y entregó la caja a su madre.

Al tenerla ella sintió un escalofrió, y con cuidado y reverencia se dirigió a aquel y puso la caja sobre este con cuidado, viendo como calzaba perfectamente.

Una vez realizada aquella acción la diosa se alejó con lentitud.

—¿Y ahora qué?

La pregunta de Thor no alcanzó a ser respondida ya que un resplandor dorado invadió todo el lugar, haciendo que los presentes retrocedieran y cubrieran sus ojos.

Cuando este empezó a disminuir la gloriosa Ultrek quedó expuesta ante la vista de todos.

El grupo quedó maravillado ante lo hermosa que era. Se podía notar con claridad que era la espada de una diosa.

—Es hermosa...— susurró Magna maravillada. Luego miró a Eir— ¿Ahora qué hago?

—Debes tomarla— respondió Borg junto a su esposa.

La chica comenzó a acercarse con temor y lentitud pero la voz de la reina la detuvo.

—Espera— todos la observaron— Debes hacerlo con cuidado.

—¿Por...Por qué?

—Porque si no eres digna de ella la espada te rechazará.

Astrid se dio vuelta completamente para mirar a su madre con una expresión no muy agradable.

—¡¿Qué?!— exclamó— ¿No crees que era importante decirme eso desde un inicio?

—Cielo, no perdamos tiempo en esta conversación...— suspiro— Sólo tómala, yo sé que eres digna.

—¿Y qué me pasará si no lo soy?— preguntó— ¿Algo así como con el martillo de Thor? ¿No la podré levantar?

Eir negó— No lo sé...Pero estoy muy segura que no es algo así de simple.

La castaña tragó saliva y se volvió a voltear para mirar la espada, sabiendo a la perfección que era lo que tenía que hacer.

—Bien, hagamos esto de una vez.

Astrid tomó aire y poco a poco comenzó a acercar su mano a la empuñadura de la espada mientras el resto contenía la respiración esperando el resultado de aquello.

Por una milésima de segundo quiso arrepentirse por temor a las consecuencias, pero aquella bondad dentro de ella la impulsó a continuar.

Todo se detuvo cuando la mano de Magna llegó a la empuñadura.

Nadie habló, con suerte respiraban. La mano de Eir apretaba con fuerza y nerviosismo la de su esposo a la espera de algún resultado.

La involucrada frunció el ceño al notar que nada sucedía y se volteó al grupo para averiguar algo.

—Oigan...

Sus palabras fueron interrumpidas por un fuerte dolor que se presentó en su brazo. Fue tan grande que la obligó a arrodillarse y soltar un doloroso quejido.

Todo el grupo inmediatamente— y casi por instinto— se acercó a ella.

—¡No!— les detuvo la reina— ¡No se acerquen, puede ser peligroso!

La chica seguía en su desesperación sujetando la espada con una mano y con la otra su adolorido brazo.

—¡Pero mire lo que le está haciendo!— exclamó Tony. Sin embargo, no tuvo respuesta alguna.

Astrid trataba de controlar el dolor con su mente, pero aquello le estaba costando demasiado.

—La espada...¿La está rechazando?— se escuchó al asgardiano.

De repente comenzaron a notar como la espada iba desapareciendo, o mas bien, iba recogiéndose.

Y allí Eir entendió lo que estaba sucediendo y porqué su hija sentía dolor.

—No— respondió a Thor— La está recibiendo.

La espada comenzó a recogerse en el brazo de Astrid, estaba metiéndose en ella, se estaba volviendo parte.

Luego de mucho sudor, gritos, dolor y desesperación, todo cesó.

El dolor paró y la joven pudo estar más tranquila.

Ella observó su brazo confundida y pasó sus manos sobre él. No entendía que había sucedido o dónde estaba la espada.

Con cuidado se puso de pie sin quitar la mirada de su brazo. Sin embargo, luego lo hizo para mirar a los presentes. 

Todo en silencio, todos expectantes a lo que podía suceder.

En eso, la princesa dejó caer su brazo a su costado y algo mágico sucedió: La espada apareció allí.

Todos se maravillaron e incluso pegaron un salgo en sus lugares.

Astrid sonrió complacida y aliviada. Admiró la espada en su brazo y allí se dio cuenta de lo mismo que su madre: La espada se había vuelto parte de ella, por eso sintió dolor.

No había sido rechazada.

Magna era digna de la Ultrek.

Todos estaban asombrados y maravillados, pero los padres de la joven mucho más.

Ambos se miraron y dijeron:

Eternidad a la diosa de la vida.

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arte conceptual de la ultrek













holaaaa<3 volví

la verdad no tengo mucho que decir, tampoco tiempo

escribí este capítulo mientras mi abuelo luchaba por su vida en un hospital y lejos de nosotros, y ya hace unos días él falleció.

agradezco a los que me apoyaron en este momento, a los que respetaron mi tiempo y mi demora a pesar de quizás no saber sobre mi situación.

y si van a comentar algo en mis historias...por favor que no sean sólo "actualiza" "actualiza porfa" pq me cansa, en serio. y lo digo con mucho amor, xfa no se me enojen ):

capítulo dedicado a mi esposita rewritcstars pq ella me apoyó en todo momento y en especial en mi última difícil vivencia, te amo maru <3

30 votos para nuevo capítulo.

loa amo y gracias <3

nat

 



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