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𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐭𝐫𝐞𝐬

Pelea.

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-Eren, ¿estás bien?-le miraba detenidamente, sabía que estaba agotado como cualquiera de nosotros.

-Si... -musitó él, sentado en el borde de la muralla, aún los soldados pasaba por su lado, y la gente no dejaba de admirarnos.-Sabía que ganaríamos.-afirmó, mientras que fui caminando hasta él con dificultad, llevando mi mano al costado, para así sentarme.

-¿Crees que siempre seamos los que ganemos?-le pregunté, viendo aquel distrito, viendo como había una ovación alrededor de Historia Reiss.

-Nos aseguraremos de eso.-respondió, sin mirarme aún, estaba concentrado en sus pensamientos como si algo vagara por ahí.-Si perdemos, iremos al borde de la extinción.-añadió.

-Estoy segura que no tiene que terminar así.-él me miró ante mi vaga respuesta, su mirada fue penetrante, una que rara vez me hacía.

-A veces siento que sabes más de este mundo, más de lo que creo saber.-baje la cabeza, mirando mis manos, si notaba mi semblante nervios; sabría que algo ocultaba.-Pero siento qué hay algo en tu que vibra en la misma sintonía que Armin, ese deseo de paz no se los quita nadie.-indicaba, mientras que giró la mirada para observar a Armin, quien estaba hablando frente a frente con la teniente Hange.

-¿Quieres vivir en guerra?-le pregunté, viendo como él denegó, estaba cansado se veía, esta batalla contra Rod Reiss nos desgastó físicamente.

-Quiero ser libre, aunque tenga que pelear.-musitó, mirando al cielo con gran aflicción, como si se enganchara de esas palabras, lo observe hasta que la sombra del capitán Levi nos alertó de su presencia.-Quiero que todos ustedes lo sean.-esclareció.

-Amaya, necesito que me acompañes a la tierra de los Reiss. Debemos revisar el paradero, no sabemos qué sucedió con Kenny y sus secuaces.-ordenó el capitán.-¿Puedes?-me preguntó, a lo que asentí, viendo como él estrechó su mano para levantarme con cautela.

No me despedí de Eren ese día, a veces creía que no era necesario decirle adiós, pero ahora que lo pienso, debí haberle despedido siempre que pude; aún sabiendo que volvería a verlo. Recuerdo ese día, y esas palabras. Eren siempre fue igual, siempre había sido ese impulsivo que deseaba sin duda alguna vivir libremente, no importaba el costo; no importaba de qué manera, Eren debía ser libre junto a su pueblo y las personas que amaba. Remoje mi rostro con aquella fría agua, el amanecer llegaba, era hora de elaborar aquel plan. No podía contener mi cansancio, esa preocupación que me estaba comiendo por dentro. Me aguante del lavabo, suspiraba gruesamente, la culpabilidad de algunos eventos ocasionados recientemente no me dejaban estar tranquila, no podía estarlo. Me quede parada, sin movilidad, estaba segura de que este día sería igual de complicado que los próximos, pero tenía esperanza de que todo acabara muy pronto, aunque terminara muy mal; solo quería sentir el olor de mi hijo, y sus manos apretar mi rostro mientras me besa las mejillas. Nuevamente remoje mi rostro, queriendo despertarme, estiraba mi uniforme, debía estar presentable para la ejercitación de hoy, esperaba que también nada saliera mal, absolutamente nada. Me giré ante escuchar la puerta abrirse, observando los tallados grisáceos ojos de Mikasa mirarme.

-Falta poco.-afirmó, a lo que asentí levemente.-¿Estás lista?-me preguntó, examinándome la mirada.

-¿Tengo otra opción?-le pregunté, viendo como ella ajuntaba la puerta.-¿Aún no sabes nada de Armin y Falco?-pregunte, sabiendo que aquel rubio había salido en busca del pequeño junto a Gaby, pero no había rastros de ellos, incluso de Connie, quien fue el responsable de llevarse a Falco.

-No.-denegó, cabizbaja.-Reiner está bien, ante lo que Gaby sobre el desvanecimiento de la coraza desde que Eren volvió cenizas los muros, tampoco sabemos si Annie está al alcance.-comentaba.

-Creo que siempre llega una hora donde debemos enfrentar nuestros fantasmas.-musité, sabiendo que las cuentas claras con Annie no existían hace mucho tiempo.

-¿Es eso lo que te preocupa?-me preguntó ella, mirándome fijamente.-No sabremos si viviremos, así que, lo que sea que necesites escuchar; estoy aquí.-añadió, a lo que denegué frustrada.

-Todo este tiempo di pasos en falso, sin saber los daños colaterales que eso podría generar, y ahora que estoy dando paso firme y concreto, no sé si es lo correcto. Todo cambia cuando eres madre, solo tienes un norte, y es la vida de la persona que cargaste por meses dentro de ti.-musité frustrada, sabía que Noah estaba a salvo, pero él estar lejos de él, desvanecía mi espíritu.

-Okay. Aquí voy... -suspiro Mikasa, sabía que ella no era expresiva, pero parecía querer esforzarse.-Que estés enamorada de Armin no significa que sea incorrecto. Nuestros corazones pertenecen a donde los hagan palpitar, y si es él, esta bien. No importa lo que pase, no importa quien esté de acuerdo o no, yo nunca antes había visto los ojos de Armin brillar con tanta esperanza desde que volviste. Al final, siempre hemos sido nosotros tres, y espero que así siga siendo. No importa si Eren vive o no, no importa si vivimos o no, tú eres la única que puedes decidir a quien aferrarte en tu último suspiro.-musitó ella, llevando su mano a mi hombro.-Incluso yo, como tú amiga, como tú mejor amiga; estaré dispuesta abrazarte en tu último suspiro si no quieres escoger a nadie más, solo a ti. Yo estaré contigo, hasta el final.-Mikasa y yo nos aferramos en aquel fuerte abrazo, ese que lleno de sinceridad y amor puro de una amistad nuestro aura.

-Gracias, Mikasa... -susurré, observando por la puerta media abierta entre el espacio, como alguien pareció entrar, pero estaba tranquila ante reconocer la postura de Jean.

-Es hora.-Jean abrió la puerta, afirmando la pronta situación, a lo que asentí, mientras él se me quedó mirando de una manera detallada.-Lo siento. Es que en medio del ataque vi a tu hermana, son muy idénticas.-musitó cabizbajo.

-¿Llevas la lampara?-le pregunté, viendo como este asintió, estrechando su abrigo verdoso para mostrarme en su bolsillo una pequeña lámpara que de seguro debía pesarle.

Mikasa nos acompañó a la salida, ella no vendría con nosotros, así que todo estaba en nuestras manos. Jean y yo empezamos a caminar, ambos juntos por los alrededores. Las personas estaban afuera, como si fuera un día normal, sin temor a lo que pudiera estar pasando allá en el exterior, pero estoy segura que pronto la nación de Marley sentirá la presión de pánico decaer en sus hombros. Mi enfermo padre aún yacía allá, con otros seres queridos importantes para mi. No podía caminar tranquila sin imaginar que Eren estaba más cerca que nunca, con su ejército de titanes colosales. Por un momento sentía que el aire me faltaba, pero continuaba caminando aún lado de Jean sin demostrar que algo andaba mal. Si, eran esos ataques de pánico, esos que se me recreaban por mi presión mental ante los pensamientos que reflejaba por mis emociones. Jean empezaba avanzar, la gente alardeaba a los Jeageristas, apoyaban a quien ahora estaba liderando la campaña, pero desde un principio pareció haber sido así. Flotch sin duda había perdido los escrúpulos, pero desde que lo conocí, supe que él también era de estas personas que deseaban que la justicia decayera en sus manos. Se que en el fondo ese joven no era malo, solo fue como nosotros, nos obligamos a crecer en medio de esas difíciles adversidades. Él pudo haber muerto en aquel ataque, pero aún estaba aquí. Él no quería que eso fuera en vano.

-Amaya, ¿estás bien?-me preguntó Jean, ni siquiera sabía que me había detenido en seco.-Ya estamos aquí.-afirmó, mostrándome el edificio, asentí, sabía que estábamos aquí.

-Yo, no me siento bien... -musité, recostándome de la pared con dificultad, mientras no podía respirar.

-Oye, oye.-él se acercó, pero guardó distancia mientras que me miraba preocupado.-¿Qué tienes? ¿Qué hago?-me preguntaba, pero veía también en él ese desespero.

-Tú tampoco sientes a veces que puedes respirar, ¿o no?-le pregunté, mientras intentaba de retomar compostura.-Mierda, tengo mucho miedo de lo que vaya a pasar, siento que vamos a morir.-decía, algo alocada.

-Si, parece ser que no soy el único que siente una crisis por completo en su mente.-musitó él, observando cómo yo inhalaba y exhalaba.-¿Llevas mucho tiempo así?-me preguntó.

-Desde que llegue aquí por primera vez.-respondí, viendo como parecía apenarse.-Todo se complicó cuando Marcó murió, pero después de todo, no fue lo único que me afectó.-le conté.

-Lamentó que te hayas sentido así todo ese tiempo.-se disculpó, mirándome.-Fui un completo idiota.-denegué.-Pero no estamos en sentimiento, ni tampoco hay resentimiento; al menos contigo ya no, andando.-me pidió, a lo que asentí mientras subíamos unos escalones.

-Me voy a fatigar.-comente, eran muchos escalones, hasta que vi como Jean abrió una puerta, mostrando un gran brillo de luz, se podía escuchar a la gente alardear.

-Acomódate.-me pidió Jean en cuanto vimos cómo Flotch nos miró, con una expresión seria, parecía estar en medio de una charla, pero continué caminando; quedando aún lado de Jean.

-¡Personas del imperio! ¡Gracias por reunirse aquí hoy!-exclamó principalmente Flotch, un montón de gente les observaba, y es que, delante de esa multitud se veía a Yelena y a Onyankopon arrodillados.-¡Y ahora, es hora de eliminar a estos dos voluntarios que se rebelaron contra el imperio Eldiano!-musitaba Flotch, a lo que Jean estiraba su arma, cargándola.-¡De esta forma, los Jeageristas heredaran la intención de que Eren gobierne el mundo! ¡Con esto declaramos nuestra intención de gobernar la isla Paradis! ¡Está criminal se llama Yelena, se rebeló contra Marley y apoyó al imperio Eldiano pero su objetivo era otro... !-Yelena yacía cabizbaja, sin mirar a nadie, estaba sin expresión.-¡Querían poner el poder del fundador en manos de Zeke para hacer su plan de eutanasia realidad, y así eliminar a todos los Eldianos!-acusaba Flotch, creando alboroto entre los que le escuchaban.

-¡Ramera!-eran una de las ofensivas cosas que le decían.-¡Siempre fue una Marleyana!-continuaban diciéndole desagradablemente.

-¡Yelena! ¿Algunas últimas palabras?-le preguntaba Flotch a la alta rubia arrodillada frente a él, quien yacía sin importancia ante lo que sucedía.

-¿Aún no disparas?-sonreí en un bufido de lado ante su respuesta sarcástica, viendo como Flotch me miró de reojo, incómodo ante alardear la actitud de Yelena contra él.

-¡No dispararé aún!-aviso el pelirrojo, ante el llamado del público que disparará.-¡Este criminal se llama Onyankopon! ¡Trabajo duró por Eldia! Ignorante del plan de Eutanasia, pero, ¡escogió la muerte antes de dedicar su vida al imperio Eldiano!-acusaba Flotch, aquel moreno también estaba arrodillado sin expresión en su rostro.-Si cambias de parecer, este es el momento... -Flotch se detuvo ante la carcajada de risas que Onyankopon soltó delante suyo y de los espectadores, creando seriedad en los rostros de mucho, creyéndolo como una falta de respeto.

-¡Trabajé por Eldia para salvar mi hogar de Marley, también para ayudarlos a ustedes! ¡Como resultado de eso... mi hogar será pisoteado, mi familia será asesinada! ¿Y ahora solo les queda una pila de bastardos nacionalistas?-preguntaba aquel hombre en un desespero e impotencia horrible, miraba a Onyankopon quien dirigió su mirada a mi.-¡Amaya, tú sabes más que todo esto! ¡Sabes que tengo razón! ¡Quizás mi vida no es suficiente para honrar a personas tan grandes como ustedes! ¡Cada uno de ustedes debe saberlo, lo atroz que es asesinar repentina e indiscriminadamente! ¡¿Por qué nadie lo entiende?!-se preguntaba, agitado y con falta de aire, sus lágrimas sobresalían con temor.-¡Deja de pararte ahí en silencio, di algo Jean!-pidió, y en ese instante en que Jean le apunto para dispararle, vi cómo desvió el arma, y disparó, raspando el suelo rocoso con la bala.

-Mierda... falle.-musitó Jean, cabizbajo, mientras empezaba a escuchar un revuelo a lo lejos, si, ya había llegado nuestra carroza; el disparo fue la señal, como habíamos planeado.

-¿Qué estás haciendo?-pregunto Flotch, agitado y desconcertado se acercó, pero en ese instante que miramos atrás, pudimos ver que era hora de irnos, el titán carreta había llegado.

-¡Flotch!-Jean lo empujó fuertemente en cuanto la boca de ese titán cuádruple se abrió grandemente, pero un sonido y un ardor me sacudió el cuerpo por completo, viendo a Flotch desde el suelo con su arma transmitiendo vapor, pero ya la boca del titán careta me había consumido.

-Mierda.-gruñí en medio de esa oscuridad, mientras sentía como mi cuerpo se continuaba removiendo rápidamente, ante los movimientos del titán.

-¡Qué asco!-se quejaba Jean, encendiendo aquella lámpara, dándonos iluminación, mientras que me miró fijamente.-¿Te disparó?-preguntó en cuanto me vio arrodillada, con mi mango sangrienta.-¿Estás bien?-preocupado intento de acercarse, pero se removió ante los continuos movimientos.

-Quédate ahí. Esta bien.-indique, observando a Yelena y Onyankopon mirarnos aturdidos ante lo que había pasado.-Tan pronto lleguemos, yo puedo curarme, solo que no tengo energías.-musité, sabía que mi titán también había deshecho su coraza al igual que la de Reiner, ahora sería más difícil protegerme de los ataques y regenerarme, Eren nos había quitado ventaja.

Suspire. Me quede sentada en aquella viscosa lengua, todo mi cuerpo estaba ensalivado. Se sentía grotesco, muy asqueroso, pero era lo único que teníamos como una escapatoria segura. Además, con la velocidad en la que iba Pieck, estaba segura que llegaríamos a tiempo. Menos del que esperábamos realmente, pero una parte de mi no quería llegar y enfrentarse de frente con el duelo de mi hermana. Donde su corazón y el mío estaban quebrados, en medio de un luto, ese en donde perdimos a personas importantes con las que crecimos y creamos lazos, que quisimos, que quisimos muchísimo, pero es que Porcco, él era el hombre de su vida. Desde siempre, y pensé que para siempre, pero jamás creí que el tiempo sería más corto para él. Ella era fuerte, pero se que esta vez todo era diferente. Y es que aún podía recordar su rostro, como el tipo se me metió entre medio para evitar que muriera. Se fue a la oscuridad del más allá sin temor, sin presagios, no solo me salvo a mi, salvo a Falco y honró la memoria de Colt para siempre, inclusive la de su hermano Marcel. Me quede cabizbaja, recordar esa sensación de hueco en mi interior era horrible, pero saber que el camino se estaba acortando, también me carcomía, porque luego de mucho rato de haber estado sentados y movidos con constancia, sentí que todo se detuvo.

Jean se acercó a mi, observando entre medio de la poca luz y del oxígeno que se iba, cómo sudábamos, pero que mi herida de a poco se fue regenerando, a pesar de que aún parecía dolerme. Le mire y asentí, le creé seguridad de que todo estaba bien, y en ese instante la gran boca del titán se abrió, deslizándonos con su lengua tan viscosa al suelo, a un suelo mojado. Me quede tumbada, y remojada. Estábamos en medio de un gran lago, mientras que la viscosidad de la saliva trascendía, saliéndose de mi cuerpo allá. Alce la mirada, la primera observación que hice fue que Hange estaba ahí, delante del titán carreta mientras le expresaba sus opiniones personales de higiene, pero yo me levante valientemente para observar cómo Pieck aún no había salido de su titán, como su mirada estaba afligida en mí desde que me levante con dificultad y camine con ella, con mis ojos humedecidos. Inclinó su cabeza, mientras que yo lleve mi mano a su gran y extraño rostro de titán, sintiendo mis labios temblorosos, sintiendo la tristeza a invadirme. Ella no estaba preparada para salir y enfrentar el duelo, como yo tampoco estaba lista para hablar de ello. Tan solo deje que mis lágrimas cayeran en el suelo, mientras que suspiraba entrecortadamente, necesitaba que saliera de ahí y me abrazara, quería que mi hermana mayor me dijera que todo estaría bien, pero ambas estábamos rotas por dentro, ambas sentíamos una gran tristeza de pérdida.

-Lo siento tanto, Pieck.-fue lo que musité, mientras que veía aún la mirada colocada en mi, y era la primera vez que veía como el ojo de un titán estaba humedecido, derramando lágrimas, me distancié, observando aquella acción genuina y pura que nunca había visto.

-¿Y por qué no al titán bestia?-me giré bruscamente ante escuchar aquella voz, distanciándome momentáneamente de Pieck, para observar aquel hombre acostado en una carreta.

-¿Capitán... ?-susurre impresionada, no era por su aspecto, se veía mal y como un gran vendaje tapaba todo su rostro, a excepción de su ojo izquierdo, estaba tapado con su uniforme, pero me miró detenidamente.-¡Capitán, Levi!-si, fue una manera tan genuina en la que me abalancé a él, sintiendo esa emoción de verlo con vida.

-A mi también me da gusto verte, querida Amaya.-musitó un poco cansado, pero sentí como él me abrazó fuertemente, como entre medio de este caos, él aún seguía con nosotros; como desde el principio.

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Próximo capítulo: Guerreros y Soldados.
Los chicos de Marley se reúnen entre los de Paradis, insinuando sus indiferencias y buscando una manera de detener a Eren.

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