𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐝𝐨𝐬
Dame luz.
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Mis ojos estaban abiertos en plena noche fría. No podía dormir ante el sonido de las pisadas, de esas grandes pisadas alrededor del distrito. A penas había anochecido, no creería que esto acabaría tan pronto, pero no era capaz de sentir que podía moverme. Mi salud emocional se había ido al abismo, a uno lleno de pinzas que no podía sostener sin cortarme. Mis ojos estaban hinchados, no podía llorar, me dolía. Ese ardor, ese sentir de la garganta estancarse hasta que no pudiera respirar, no podía seguir llorando, pero era inevitable. Se me revolcaba el estomago con todas las cosas que visualicé, que vi, y sentí. Se me humedecían los ojos de tan solo pensarlo, y ahí lo dejaba, dejaba que mis lágrimas se resbalaran por mis mejillas mientras miraba el techo. Esas pisadas sonaban como sonó mi corazón, aplastante y mutilado para quien estuviera soportando el peso, en ese caso, yo. Los ojos color avellana de Colt me miraban en esa desesperación, mientras aferraba a su hermano en él. Tenía miedo, lo podía ver, su cuerpo temblando y como sus lágrimas caían. Él no quería morir, pero lo hizo, porque no podía dejar a su hermano solo en ese sufrimiento. Fue un hombre y murió con dignidad, pero, ¿cómo le dire a su hijo que deberá recordar a su padre como un héroe?
Me levante de la camilla, me quede sentada mientras veía a varias personas dormir. Nos habíamos quedado atrapados aquí en el distrito, muchos dormían, sabían que los Jeageristas tomarían riendas del gobierno. Estaríamos contra la espada y la pared, pero no podía pensar en nada que fuera positivo, no tenía luz. Lleve mis manos a mis ojos, restregándolos, pero era inevitable no seguir llorando durante toda la noche. Toda mi vida habría tenido que sentir dolor, para madurar y ser fuerte, pero aún sigo sin poder hacer nada. Han muertos personas a las que pude salvar, otras a las que aprecié más que nada, Marco, Hannes, Erwin, Berthold, Sasha, Colt y Porcco. Algunos murieron delante de mi, otros no, pero estoy segura que pude haber hecho algo y no lo hice. ¿Era una persona? ¿O era un monstruo? Me cuestionaba, pero no encontraba respuesta digna. Solloce en un tono bajo, estaba quebrada por dentro y por fuera. Sentía que todo estaba perdido, desde ahora, hasta cuando llegáramos a Eren. No podía olvidar ese disparo tan dijo de Gaby, porque se lo que vi, se que al final no podremos salvarlo y desde ahora me estaba muriendo con ese sentir. Alce la mirada cuando escuché pasos, y le observe. Se acercaba a mi mientras me miraba con detenimiento, el colchón de la camilla se bajo ante su peso, pero aún así, no me importo; quería que estuviera cerca en este momento.
-¿Qué haremos ahora?-le pregunté, mirando sus azulados ojos, yo estaba perdida, no sabía que debíamos hacer.-Armin.-le llame.
-Amaya, ni yo mismo lo sé. Lo único que se, es que tarde o temprano tendremos que salir, y pelear.-me respondió, llevando su mano a mis hombros.-Y tú debes estar. Te necesitamos, te necesito.-decía, a lo que bajaba la cabeza.
-¿Cómo puedo seguir haciendo esto, Armin?-le pregunté, estaba en el momento de mi vida que colapse, me había explotado.-Mira todo lo que ha pasado, mira donde estamos Armin. Retenidos, de seguro mi padre tiene sus horas contadas allá en Liberio. ¿No podré salvarlo también?-pregunte en voz alta, pero él me miraba fijamente, incluso se me acercó, pero solo fue para unir su frente con la mía.
-Estoy rodeado de mujeres poderosas, fuertes y se que tú eres una de ellas, se que puedes con todo. Eres la segunda mujer más fuerte que conozco. Puedes con esto, y con todo lo que venga Amaya. Estamos juntos en esto, hasta el final. Lo sabes.-me decía, mientras que tenía mis ojos cerrados.-Eres fuerte. Eres inteligente, eres sabia, eres grandiosa. Tú no eres poderosa porque seas un titán, te he visto pelear siendo humana y aún así, sigues ganando. No puedes quedarte aquí y esperar que la vida continúe, moriremos en algún momento, se que así será, pero ahora debes levantarte, luchar con nosotros. Salvemos el mundo, no para nosotros, para tu hijo.-abrí mis ojos, observando los suyos, no pude evitarlo, así que lo abrace fuertemente.
-Tú... tú... -repetía, mientras sus manos acariciaban mi espalda.-Siempre fuiste tú.-musité, mientras que mis lágrimas se derramaban en su camiseta, pero era aquí donde él me estaba dando luz.
-Para mi solo fuiste tú.-me dijo, para así, acercarse a mis labios con delicadeza y besarlos suavemente.-Y siempre serás tú.-añadió entre medio del beso, y podía sentir su respiración.
-Yo siempre lo supe.-alce la mirada al igual que Armin, para así observar a Mikasa delante de nosotros, estaba seria, pero no molesta.-Se qué hay muchas cosas que quieren aclarar, pero yo debo decirles que los necesito, ahora.-dijo, parecía estar pasando algo.
-¿Qué sucede?-pregunte, viendo cómo Mikasa se quedó mirando a Armin, como si debiera decirme algo.-¿Qué no me han dicho?-arregle la pregunta, mirándoles a ambos.
-Te desmayaste. Y en ese momento, Jean logró recuperar a Falco, pero... Connie se lo llevó a Ragako.-abrí mis ojos grandemente ante lo que Armin me decía, no debía ni pensar en la razón, ya lo sabía.-Iré a buscarlos. Se que puedo traerlo.-me dijo, pero estaba tan abrumada.
-Maldita sea.-maldije, tirando la camilla con fuerza y molestia, abalanzándola boca abajo, logrando que algunos soldados se despertaran.
-Cálmate.-me pidió Mikasa, llevando su mano a mi hombro.-Lo necesitamos.-decía, pero yo solo suspiraba gruesamente.
-Iré a buscarlo también.-indique, pero Mikasa apretó mi brazo con fuerza impidiendo que me moviera.-Mikasa, suéltame.-le pedí, jamás le había hablado así, pero ella pareció inquietarse ante mi mirada, aún así, no me soltó.
-Seré egoísta una vez más, y quizás me arrepienta, pero necesito que vengas conmigo antes de ir a buscar a Falco. Confío en que Armin puede traerlo de vuelta, pero no confío en que puedas estar estable, eres capaz de matar a Connie en estos momentos, ven conmigo.-me pedía, mientras que baje la cabeza.-Piensa en frío.-fue soltándome, a lo que me quede aún sin mirarla.
-Me adelantaré.-indicó Armin, para así, pasar por el lado de nosotras, dejándonos solas.-Suerte.-nos deseo, yéndose.
-Amaya.-Mikasa se dirigió a mi, pero tan solo me incliné para recoger la camilla con el colchón.-Te esperaré afuera.-indicó, distanciándose de mi.
Recogí la camilla, acomodando el colchón. Escuchaba sus pasos huecos, dirigí mi mirada a ella, estaba abatida también por todo lo que sucedía. Se que no fui la única que perdió algo, pero, ¿qué pasará con Mikasa al final? No la imaginaba sin Eren, aunque para mi ella no necesitaba de él para sobrevivir, se que era un amor incondicional que yo no comprendía. Suspire, se que ella también estaba sufriendo. Se que todos estábamos sufriendo nuestras propias batallas, no quería encerrarme en que era la única que estaba sufriendo, pero era inevitable no encerrarle en este hueco de sufrimiento que cargaba en mis hombros desde hace años. Arregle mi ropa, no iba ponerme ninguna de mis defensas, no podíamos levantar sospechas o estos tipos sí que nos matarían, no había duda que de titubearían. Camine entre la oscuridad de ese refugio, siguiendo por los mismos caminos en los que Mikasa y Armin se fueron, aún podía escucharse el estruendo afuera, era sumamente molestoso, pero debíamos aguantar la presión. Me eleve, abriendo una de las ventanas para poder salir por ahí de manera delicada y cuidadosa, sin que nadie me viera afuera y sospechara de mis movimientos, observando a Mikasa un poco a la distancia, señalándome que la siguiera.
-¿Hange?-me pregunté confundida en cuando la vi en aquel callejón sin salida, no pude aguantar y corrí, corrí para abrazarla.-Me alegra tanto verte... -exclame, distanciándome de ella.
-Amaya, a mi también me alegra verte. Créeme, saber que están bien me alivia.-dijo, mientras que parecía querer acercarnos a una casa abandonada, pero unos pasos nos desviaron.-Entonces viniste, Jean.-indicó Hange, a lo que me giré, observándolo, mientras que abrió la puerta de la casa para que entráramos.-Mikasa me contó de la situación, lo han hecho bien bajo circunstancias tan difíciles. Lamento no haber estado ahí.-se disculpaba, ella se veía frustrada.
-¿Donde está el capitán Levi?-pregunte, nadie había notado su ausencia, pero yo si.-¿Él está bien?-pregunte, era inevitable pensar que algo le había ocurrido cuando Zeke llegó al distrito.
-Si no llega ser por su poder Ackerman, Levi no lo hubiera librado esta vez.-decía Hange, cabizbaja y frustrada.-Una bomba detonó cerca de él, lo ha destrozado. Perdió unos dedos, e incluso creó que quedara ciego de un ojo. Esta mal.-me quede aturdida ante lo que ella me decía, todos lo estábamos.-Él esta a salvo, con el titán carreta. Y las fuerzas restantes de Marley. Logramos encontrarnos con tu hermana y aparentemente su capitán, el señor Magath. Uniremos fuerzas.-contaba, pero me miraba fijamente.
-¿Cómo?-se preguntó Jean, algo desconcertado por lo que Hange acababa de decirnos.
-Es la única manera para detener a Eren, la matanza en masa está mal, lo saben.-esclareció, pero Jean parecía en desacuerdo.
-¿Como lo detendremos?-le preguntó Mikasa a Hange, quien se veía abrumada, más que yo o cualquiera.
-Primero reuniremos colaboradores, lo que podamos hacer o no, depende los aliados que tengamos.-respondía.-Pero sin ustedes o el poder de los titanes, no hay nada que podamos hacer. El ejército que existía, ahora ya no existe. Ha sido destruído. Por lo que queda, ya no soy su comandante, pero aún así se los estoy pidiendo. Los necesito... -decía abatida en sus palabras, como si ya no pudiera más, había llegado a su límite.
-Lo haremos.-accedió Mikasa sin pensar.-No quiero que Eren vaya más lejos en este ataque indiscriminado, aunque sea para protegernos o a proteger a la Isla, lo haremos. Lo detendremos.-decía ella, mientras que Hange la miraba con gratitud, pero también me miró a mi; no solo me necesitaba a mi, necesitaba mi poder.
-Accedo.-dije.-Aún tengo familia en Liberio, no todos merecemos morir. Podremos hacerlo.-alentaba, viendo como ambas me sentían, pero Jean parecía no acceder.
-Está bien. Digamos que realmente detuvimos a Eren, ¿cual sería el plan siguiente?-se preguntó, hipotéticamente.-Incluso suponiendo que de alguna manera Eren logre mantener el poder del titán fundador; ¿que será de la isla cuando se le acaben sus cuatro años de vida?-añadió, dejándonos sin respuesta alguna ante su buen análisis.-Después de eso, si en las próximas décadas, el odio que el mundo siente hacia nosotros no ha desaparecido, de nada valió salvar a Eren. Detenerlo, haría que nosotros mismos seamos los causantes de destruir a la Isla.-detalló él, no podía contradecirlo, estaba en lo correcto.
-Creo que, desde el punto de vista de Marley, el retumbar se activó tan pronto lanzaron su ataque sorpresa a la Isla. Al menos de ahora en adelante, podrán mantener sus manos fuera de la isla, por un tiempo, creo.-le justificó Hange, dándole una razón para apoyarla en este debate.
-Pero si el mundo no destruye esta Isla, no sabrán en qué momento puedan ser aniquilados.-seguía diciéndole Jean, él no perdería, sus puntos eran buenos, pero no era momento de pelear entre nosotros.
-Eso es ciertamente plausible, pero en cualquier caso hay un tiempo antes de que esa hipótesis suceda. Incluso si la isla va ser destruida, deberíamos poder retrasarlo durante varios años.-le interfería Hange, intentando de buscarle una solución al problema, mientras que coloqué mi peso en la pared, cruzándome de brazos; todo parecía oscuro, nadie daba luz, no había esperanza dentro de nosotros, así de jodidos estábamos.
-¡Pero! ¡Pasó el tiempo!-Jean fruto, también estaba abastecido, veía el cansancio en su mirada, no es que no quería pelear, es que parecíamos no tener opciones para liberarnos de la guerra luego de detener a Eren, inclusive si no lo deteníamos habrían represalias.-¡Mientras intentábamos buscar una forma de hacerlo, no pudimos encontrar una solución. ¡Por eso Eren va destruir el mundo!-decía tan seguro, pero para mi, Jean tenía más que razón.-Lo sabes, por eso estás callada. Quieres apoyarme, pero tú orgullo no te deja.-me miró, señalándome, a lo que negué.
-No podemos abandonar a Eren; todo sería en vano. De cualquier manera. Y nada fue en vano Jean, tendremos opciones, debemos crearlas.-le dije, sin negarle que tenía razón, pero él negaba.
-¡Y haberlo salvado también! ¡Porque igual terminaremos podridos en esta Isla con el odio de la humanidad!-me grito, pero en ese momento Hange golpeó la mesa con fuerza.
-¡No puedes tan solo masacrar a todos! ¡No hay una buena razón para hacer eso ni siquiera!-me quede anonadada ante su repentina actitud, pero Jean la había llevado a su enfurecimiento.-Lo siento. Hice mucho ruido.-apenada se disculpó, suspirando para retomar fuerzas.-Eren terminó así debido a mi débil mente, o pensamientos idealistas. Le hicimos creer que él estaba a cargo, le dimos ese cargo, y estas son las consecuencias. Estoy aquí, a pesar de que haya querido huir y dejar todo atrás. Pareció ser bueno en pensar olvidarme de todo, y continuar mi vida, pero sin embargo aquí estoy. Sigo siendo la decimocuarta comandante de la legión de exploración. He dedicado mi corazón a la libertad de la humanidad, y no puedo irme, porque siento la mirada de mis compañeros, esos que ya no están aquí.-musitaba, entristecida.-La mayoría de ellos murieron sin saber que la humanidad existía fuera de los muros, pero con lograr la libertad de esta Isla es suficiente. El tiempo de detener esta matanza, es ahora o nunca. Jean, es ahora o nunca.-le repetía a él, mientras que esté tan solo se cruzó de brazos y colocó cabizbajo, como yo.
-Vamos a salvar este mundo.-fue lo que dije yo, planteando las cosas sobre la mesa, sin esperar una respuesta de Jean, solamente lo haríamos y ya, creando un plan, uno que llevaríamos a cabo sin importar las consecuencias.
-Chicos. Les deseo suerte.-nos deseo Hange, quien se desbordaba entre la oscuridad, hasta que perdimos su sombra, quedando los tres fuera de esta casa, en medio de un callejón oscuro donde solo se podían escuchar las grandes pisadas de los titanes.
-Vámonos, antes de que nos vean aquí.-pidió Mikasa, caminando, pero me detuve ante ver que Jean se quedó detenido en seco.-Jean.-Mikasa lo llamo, pero él se quedó cabizbajo.
-Yo también siento que Sasha me está mirando.-musitó, a lo que me tense por su repentino comentario.-Quiero demostrar que no fue en vano que haya muerto, pero, ¿es correcto que sea de esta manera?-se preguntaba, mirándonos.-¿Fue en vano la muerte de Sasha?-nos preguntó.
-Estoy segura que no.-respondió Mikasa, pero su voz se notó quebrada, no quería pensar en esa chica de cabello castaño, pero fue inevitable.
-Parece ser que, no importa lo que pase, siempre iremos a rescatarlo, ese idiota... no sé merece todo lo que hemos hecho por él.-decía Jean entre dientes, mientras que me acerqué a él, parecía lloroso.-Por su culpa han pasado tantas cosas. Por su culpa estamos en esta posición, y lo único que nos queda es ir a rescatarlo como siempre.-continuaba diciendo, llevando sus manos a su rostro, tapándose, pero yo tan solo lleve mi mano a su hombro, y suspire.
-Lo sé. Más que tú, lo entiendo.-musité.-Era divertido cuando solo éramos reclutas. Cuando despertábamos todas las mañanas para desayunar juntos, estábamos completos en la mesa. Nos divertíamos corriendo o entrenando. Durante ese entonces, sé que todo era más fácil, y que no creíamos que todo esto pasaría, Jean.-le decía, sintiendo sus músculos tensos.-Incluso no perteneciendo aquí, podía olvidarme de todo. Eren ha sido un completo impulsivo desde que lo conocimos Jean. Yo también como tú sentía que no podía lidiar con su incrédula actitud, pero no fue su culpa que fuera así. Todos cambiamos Jean, no somos esos mismos niños que nos conocimos en esa base de reclutas. ¿O lo somos?-le pregunté, pero no hubo respuesta de su parte, solo silencio.-Aunque, hay algo que no ha cambiado en ninguno de nosotros; seguimos peleando juntos, al igual que Eren sigue protegiéndonos.-él levantó su mirada, al igual que podía sentir como esas palabras habían tocado a Mikasa por completo, sonreí con mis ojos humedecidos.-Lo siento mucho Jean. Debí haber hecho más para que Marco estuviera aquí. Se que es muy tarde, pero... lo siento.-musité en un sollozo.
-Amaya... -él trascendió en un aire, porque parecía estar aturdido ante lo que le decía.
-Jean, se lo mucho que sufriste. Pero no tenía el valor de decirte la verdad, temía hacerte el daño que te hice. Y es que, por años no he podido dormir pensando en los gritos de Marco para que lo ayudara. Creí que no tenía opción, pero quizás las tuve.-dije, con lágrimas cayendo al suelo.-Marco también me importaba, mucho. También fue mi amigo.-finalice en decir con un sollozo, pero en ese momento, los brazos de Jean me abrazaron fuertemente.
-Te perdonó.-dijo entre lágrimas.
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Próximo capítulo: Pelea.
Los chicos deben avanzar para llegar a Eren, pero antes deben pasar por los Jeageristas primero.
Nota: Hola chicos. Espero que estén bien, les pido apoyo para mis nuevas obras. The Life Whe Lives es una novela de romance que me encantarían que leyeran y apoyaran. Gracias.☁️
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