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𝐭𝐫𝐞𝐬

Lo que era.

───

Estaba parada en aquella ventana, desde esta segunda planta podía ver el puerto, y muchos pueblerinos del pueblo Liberio dirigiéndose a él. Giré mi mirada, observando a Colt cerrando su pequeña mochila, mientras portaba aquel uniforme que representaba la milicia de Marley. En su brazo derecho yacía aquel brazalete para identificar que era de sangre eldiana, como yo, como todos los que residían en esta zona de internamiento. Su cabello estaba húmedo, se había dado una ducha mañanera antes de irse en aquella inesperada misión Marleyana. No sabía cuánto tiempo iba estar fuera, solo se que la mayoría de los Guerreros participaría de esta confrontación para la conquista de una pequeña nación, ajena a Marley. Fui la única que decidió no asistir, aunque fui excusada por mi debilidad mental, o así ellos lo llamaban luego de mi situación y afligió en la Isla Paradis. Veía a través de la ventana a muchas familias con los soldados, los niños agarraban de la mano a sus papás, quienes portaban el mismo uniforme que Colt, en representación a Marley. Se veían con un semblante triste, era difícil cuando alguien se tenía que ir de casa para ayudar a resolver conflictos que no nos competen, y en este caso, me tocaba no solo ver a Colt irse, si no, a Pieck.

Levante la mirada, para dirigirla a Colt, viendo como ya tenía en manos su mochila, junto a su casco listo. Le asentí, para acceder acompañarle hasta el puerto, y despedirme. Era amargo, mientras tome su mano para entrelazarla y salir de nuestro nuevo hogar, recordaba el desesperante día que viví cuando me obligaron a despedirme de mi familia en aquel puerto, hace cuatro años, casi cinco. Aún podía recordar la expresión de mi padre al verme suplicarle que no dejara que me enviaran allá, tenía doce años, tenía miedo. Solo deseaba estar en mi casa, prefiriendo a que me tuvieran de esclava en su milicia, que portar lo que porto ahora, y haber sido enviada allá. Caminaba junto a Colt, metida en mis pensamientos mientras él saludaba a unos vecinos que lo conocían de seguro desde niño. Mientras que yo analizaba, que pese a todo lo que sufrí por irme de aquí, aún no me sentía que había vuelto, alguna parte de mi alma fraccionada, se había quedado allá, en la Isla. Me acostumbre a dormir con personas mixtas, a levantarme temprano para todos desayunar en una gran mesa. Mi manía por limpiar se debía a la estricta obsesión del capitán Levi por limpiar, y mi amor a comer papa, era por la costumbre que Sasha tenía en llevar varias a los entrenamientos. Lleve mi mano a mi cabeza, odiaba recordar esto, sentía que enloquecía.

-Ay, Colt... lamentó que tengas que irte.-sentí como Colt soltó mi mano para abrazar a su madre, quien lo había estado esperando en el puerto.

-Hola.-salude, viendo como ella y el padre de este me sonreían, mientras que Falco salió corriendo de donde estaba la familia Braun, para abrazar las piernas de Colt con fuerza.

-Estaré bien, no se preocupen.-les decía él, a lo que yo les observaba.-Tú tendrás que cuidar a Amaya por mi, será tu misión cada vez que me vaya.-le decía Colt a Falco, despeinando su cabello.

-Auch... -jadee cuando sentí como con brusquedad me jalaban, sintiendo a Pieck abrazarme con fuerza.-Me lastimas el cuello.-exclame cuando llevo su mano por mi cuello, para acercarme más a ella.

-Niñas.-mi padre se acercó a nosotras, viendo a Pieck fulminante ante su burlona actitud conmigo.

-Que suertuda, se queda aquí cogiendo aire entre las piernas.-comentaba ella, aislándose de mi, mientras que acaricie mi cuello.-Tu titán es más eficaz que el mío, ¿que pacto hiciste con el diablo para que te dejaran quedar?-comento, a lo que yo reí.

-Ya tenemos un pacto con el infierno.-le respondí, refiriéndome al poder titánico que llevábamos dentro.

-La dejaron quedarse porque quieren que mejore su condición mental.-susurro papá, hablándonos a ambas, a lo que Pieck y yo nos miramos negando.

-Claro, porque creen que intentará matarnos en medio de la misión o que quizás se meterá una granada hasta la garganta, ¿cual de las dos es más probable?-preguntaba ella, sarcástica.

-La granada, si probablemente.-decía en un tono alto, viendo como papá se avergonzaba.

-Ni una, ni la otra.-suspiro él, acercándonos a ambos extremos de sus brazos para abrazarnos.-No irá, porque es preferible que descanse. Aunque ya me avisaron que en la próxima, estás obligada a ir.-indicó él, a lo que suspiré.

-Será genial, las dos hermanas juntas por primera vez, en acción.-comentaba Pieck, como si estuviera desde una nube.

-Amaya.-escuché a Colt hablarme, a lo que me giré, observándolo, para sentir como mi papá me soltaba, e aislarse con Pieck, como intención de darnos privacidad.-¿Estarás bien?-me preguntó, llevando sus manos a mis brazos, para darles un leve apretón.

-Lo estaré, no te preocupes.-le dije, intentando de no preocuparle, veía la expresión en sus ojos, se veía preocupado.

-De verdad no quiero irme, pero no pude hacer nada para quedarme, lo lamento... -se disculpaba, a lo que yo me negué, acercándome para darle un abrazo, sintiendo su cuerpo, y como sus manos acariciaban mi cabello.-Haré lo que sea necesario para volver, lo prometo.-susurró, él no tenía porque inclinarse, era igual de alta que él.

-Ay, ya se van... -escuché la voz de la señora Grice, mientras que de fondo se podía escuchar la bocina del barco, avisando que debían montarse sus pasajeros.

-Okay, déjame darle un fuerte abrazo, por favor.-pidió Pieck, metiéndose entre medio de Colt, quien le dio espacio para ir a despedirse de su familia nuevamente.

-Como si no nos volviéramos a ver.-suspire, abrazándola mientras que ella se aferraba a mi.

-La última vez fui yo quien te dije eso, y no te vi por tres años... -susurro, a lo que sentí una leve nostalgia de tristeza por ese pensamiento, reflejando viejas memorias.-Cuida a papá.-me pidió, separándose de mi, a lo que asentí.

-Adiós, Pieck.-me despedí, viendo como ella se acercaba a papá, él sería quien la acompañaría, al igual que lo hizo conmigo hace cuatro años.

-No me iré sin un beso.-sentí los brazos de Colt abrazarme por la espalda, haciéndome girar lentamente, para mirar sus ojos color avellana mirarme detenidamente.

-No quiero que te vayas lejos... -suspire en medio de aquel beso, mirándolo aún de manera detenida.-Quién sabe cuando puedan volver... -comente, viendo como él negaba.

-Haré lo que sea por volver antes, lo prometí.-me decía, llevando sus manos a mi rostro.-Te toca a ti esperarme ahora... -susurro, llevando sus labios a mi frente, sabiendo que debía irse.-Amaya, no importa que tú aún no te sientas así, pero desde que era un niño tengo este sentimiento, y antes de irme tengo que decir, que te amo, como no tienes idea.-exclamó, dejándome abatida en esa corta palabra tan grande.-Adiós, mi amor.-me diii, dándome un beso en la mejilla, para pasar por mi lado.

-Colt.-lo llame, apretando su brazo antes de irse, viendo como él me miró.-Gracias.-agradecí, sabiendo que le debía más de lo que podía darle.-Por favor, vuelve.-le pedí, viendo como él asentía, guiñando su ojo, para alejarse.

Se sentía extraño en cómo me sentí cuando dejé de sostener su brazo, y veía como se iba. Me quede detenida en aquella acera, para llevar mis manos a la baranda. Muchas familias, amigos y conocidos estaban ahí para despedir a sus allegados, como yo junto a mi padre, y otras familias unidas a nosotros, como los Grice, Galliard o Braun. Todos estábamos allí, despidiendo a nuestros queridos, con anhelo de que como se iban, volvieran. Cada vez que caminaba hacia el puerto, se hacían más pequeños, pero se distinguían igual, con un corazón grande y puro. Estábamos obligados a pelear batallas que no nos correspondían, pero nos hacía más grande demostrar que éramos fuertes, que podíamos sobrellevar la carga de pescados que no habíamos marcados en el camino de la vida. Sonreí, y alce mi mano, para llevarla de un extremo a otro, en despedida a mis amigos, e hermana. Mientras que Colt me miraba, se quedó detenido, como si me observara, pero fue ahí que sentí lo que él hace unos años, cuando me fui, impotencia de no poder detenerme, de no poder apretar mi abrazo y decir que me quedará con él, lo sabía, porque fue justo lo que sentí hacía él cuando apreté su brazo.

Sonreí, despidiéndome con mi mano, viendo como él repitió la acción, hasta que se montó en el barco, con los demás. No era un titán, no tenía un poder sobrehumano que lo defendiera de los próximos ataques, pero ahí estaba, dispuesto a sobrevivir de cualquier costo, por su familia, inclusive por mi. Ya todos se habían montado, y el barco se emprendió en marcha, en medio del océano. Muchos se aislaban con tristeza, habían soldados que como se iban, no volvían. Podía ver cónyuges, padres e hijos afligidos al deseo de que volvieran con sanidad. Mi padre era uno de ellos, ahí estaba desde el borde de la baranda como yo, mirando el barco con tristeza. Podía ver en su expresión, como los sentimientos de lo comían vivo, al punto de tener que parpadear continuamente para evitar la humedad, que provocaría sus lágrimas. Me quede ahí, en aquella puesta del sol, observando el barco, porque de seguro Colt miraba desde el borde del acantilado para desear verme como yo desearía verlo, pero eran tan diminutivos desde aquí, que no podía hacerlo, porque la mayoría estaban en ese borde, apunto de caer de la borda, pero con sentimientos de abandono, por dejar a sus familias aquí. Así se sentía irse, así me sentí hace cuatro años cuando me fui, en este mismo puerto.

-Me iré a casa.-dirigí mi mirada a su padre, sintiendo como llevo su mano a mi hombro.-Cocinaré, dejaré un plato extra en la mesa, por si quieres pasar.-indicó, a lo que asentí.

-Iré más tarde.-le respondí, viendo como él asentía, palmeando mi hombro.

-Bien... -dijo en un suspiro, alejándose de mi, con sus manos en el bolsillo.

-¡Amaya! ¿No vienes?-me preguntó Falco, aún lado de la señora Grice, quien me miraba con una cálida sonrisa.

-Ella vendrá luego amor, démosle espacio.-le pidió ella, a lo que él asintió, caminando junto a mi padre quien les acompañaba, pero Falco continuó mirándome, a lo que le sonreí.

-Pero Colt me pidió que la cuidara.-comentó Falco, caminando más distante de mi, mientras que yo, me quedaba ahí en la baranda, observando el mar.

-Vaya, es una pena que se hayan tenido que ir tan pronto.-me quede sostenida en el mismo lado, pese a reconocer la masculina voz que se dirigía a mi.-Pero bueno, al parecer no fui el único que debió quedarse, aunque a diferencia de mi titán, el tuyo es más ágil.-halagaba él, exhalando el humo del cigarrillo que fumaba.

-El capitán Magath habló con la junta central del gobierno militar de Marley, creyeron que podría cometer un acto suicida por mi debilidad emocional. Así que, prefirieron dejarme a acceder ver como me lanzaba del tren para morir.-comentaba, mirándolo, mientras reía.

-Es patético.-comentó, a lo que asentí.-He querido hablar contigo, hace mucho, pero he preferido estar distante por los preparativos de la boda.-decía, a lo que ante mi silencio, él no tardó en suspirar.-Joder, lamento que se haya tenido que atrasar.-se disculpó, a lo que negué.

-Creo que es mejor, así podré tener mi tiempo de reflexión sola, al igual que Colt el suyo.-le interfería, relajando su anterior comentario, a lo que accedió en entendimiento.-También esperaba encontrarme contigo, habían muchas preguntas que quería hacerte.-le confesé, viendo como inhalaba del cigarrillo.

-Yo quiero empezar primero.-me dijo, a lo que asentí, dándole paso a que asintiera mientras que ambos estábamos allí, parados en una baranda que nos separaba del mar.-Decidí repasar los informes de Reiner y los tuyos hace días, recordando la actualización de informe que me dio él mismo cuando llegue a Paradis.-empezaba a comentarme.-En su informe, denegó desconocer su tuviste algún tipo de relación sentimental con el dueño actual del titán ataque, y del fundador, pero cuando me enviaron hace un año, Berthold y Reiner expresaron que estabas envuelta sentimentalmente con el dueño de esos dos podemos. Entiendo que Reiner no te haya querido exponer a más daños con el gobierno de Marley, además de que sabían de tu descomposición mental por creer que eras parte de la legión de Paradis, pero, en tu informe tú pusiste que tenías una estrecha relación sentimental con uno de los soldados, aunque no colocaste que era el portador del titán ataque y fundador.-continuaba contando, a lo que yo, le miraba.-Reiner te protegió a ti, para que tú pudieras proteger a este individuo. A pesar de la fracción que se creó en su amistad, ambos se linearon para salvar a Eren Jeager de las fuerzas de Marley.-desvíe la mirada cuando mencionó su nombre, a lo que entrelace mis manos colocadas en la baranda.

-No sabía que Reiner había hecho eso.-indique, viendo como Zeke exhalaba el humo.

-Quiero saber, ¿por qué ambos creyeron que era lo correcto salvar a ese muchacho?-me preguntó curioso, a lo que yo, le mire.

-Creí que no entendía la situación aquel día cuando le dijiste: "Se que algún día podré volver para salvarte Eren, algún día".-le decía, repitiendo esas palabras.-Creí que era difícil de entender porque habías dicho eso, pero era curioso cómo Eren Jeager tenía el mismo apellido que nuestro soldado líder de guerra, pensé que no reconocía de dónde había escuchado ese apellido, hasta que te volví a ver, Zeke.-añadía, viendo como dejaba el cigarrillo aún lado.-Pero lo que derramó el vaso no fue eso, fue saber que el padre de Eren se llamaba igual que tú difunto padre, Grisha Jeager, quien aparentemente había sido condenado a ir al paraíso, pero, ¿como explicas que Eren haya concedido el poder del titán de ataque que venía usualmente de su padre, Zeke?-pregunte, viendo como se abrumaba.

-Vaya, pareces que llegaste al fondo de todo esto, antes que yo.-me respondió, botando el cigarro.-Eren Jeager, es mi hermano.-afirmó.-Por eso estoy aquí, quiero saber como es él, o como era antes de que tuvieses que irte. Lo conociste, más que Reiner o Berthold, es lo único que quiero saber, Amaya.-me pedía, a lo que suspiro.

-¿Como es Eren?-pregunte en voz alta, mirando el mar, de manera melancólica.-Cuando lo conocí hace tres años, lo describí como una persona testaruda e impulsiva. A través del tiempo, no maduro en lo absoluto, pero su determinación por ser disciplinado, y un buen soldado, lo llevó a obtener grandes resultados en su desarrollo.-recordaba, sonriendo.-Siempre pensaba en los demás, quería salvarnos a todos, darnos esperanza, pero Eren desconocía del mundo exterior, desconocía de la verdad. Nunca pude decirle nada, pero en esos tres años, no niego que me afligí a él, más que a ninguno, fue a él en quien me aferré. Es divertido, es muy noble, Zeke. Muy leal a sus pensamientos, y decisiones. Más que nadie, siente impotencia por no poder salvar a todos los que quisiera, tiene un corazón débil, y eso lo hace puro.-continuaba diciéndole.-Pero, a medida que pasaba el tiempo. Eren fue perdiendo ese brillo, se veía opaco. Estaba sumergido en una gran depresión, pero, creo que terminó marchitándose el día en que supo quien era yo en realidad, pero lo rematé cuando decidí abandonarlo. Ese día, se que se quebró. Así que, no creo que Eren sea la misma persona que conocí hace tres años, Zeke. Él muestra una sed de venganza por la muerte de su madre a manos de titanes, ante la caída del muro de su hogar que Reiner y Berthold provocaron.-contaba.•Lo único que Eren tenía, era a su mejor amigo Armin, y su hermana adoptiva, Mikasa Ackerman, al parecer los padres de Eren decidieron refugiarla con ellos, por la perdida de sus padres en manos de unos asesinos. Pero, también me tenían a mi.-musité, viendo como Zeke abría los ojos grandemente.

-¿Otra Ackerman?-pregunto él, afligido, a lo que asentí confundida.-Maldita sea... ese tipo casi me mataba, estaba seguro que moriría ese día, si no hubiese sido por Pieck, no la libraba... -susurraba, recordando, definiendo en mi mente que se refería sin duda a Levi Ackerman.

-Es todo lo que puedo decirte Zeke, así que, me voy a casa de mi padre.-le dije, llevando mi palma a su brazo para darle un leve toque, y así, darme la vuelta para irme caminando.

-El mundo es pequeño, ¿no es así?-pregunto, a lo que me detuve por respeto ante su continua charla.-Se hará más pequeño, puedo presentirlo.-continuaba diciendo.-Pero, necesitaré tu ayuda, más que la de cualquiera.-me giré completamente ante su comentario.

-¿De qué hablas?-le pregunté, curiosa, para acercarme un poco.-¿Por qué necesitarías mi ayuda?-le añadí a la pregunta, a lo que él miró el mar.

-Al otro lado del mar, se encuentra la gente con la que pertenecemos, se encuentra nuestra esperanza a la salvación de nuestra raza.-decía, señalando el mar, y por un momento, me estremecí ante esa acción.-Estoy creando un imperio, uno que luche en contra de Marley, y salve a la gente de Eldia, para que pueda ser libre. Entre ellos, desatare a Eren, antes de que el tiempo se acabe para ambos, pero, de hermano a hermano, salvaremos el mundo. Y necesito tu ayuda, tu alianza para este capítulo.-me decía, mirándome, a lo que yo negaba.

-¿Es una broma?-le pregunté, pero él estaba en silencio y parecía firme.-No me jodas.-lleve mi mano a mi rostro, de manera frustrada.-Mierda, yo creí que viviría en paz.-musité, enojada.

-Hasta ahora, tengo todo bajo control, pero será cuestión de tiempo que los Eldianos en Paradis nos acechen. No tengo dudas de que Eren próximamente se avecinaría en algún rincón de Liberio. Confío en que mi subordinada hará todo lo que esté en su alcance en Paradis.-hablo, confiado en lo que decía.

-Los barcos desaparecidos, ¿ha sido cosa tuya, Zeke?-le pregunté curiosa.-Están todos parados en Paradis.-musité, viendo como él asentía.-No voy a participar en esto.-le dije, viendo como él se acercaba, pero me distancié.-No voy a participar en una guerra de la cual no soy partícipe, lo siento mucho, pero no.-dije, como si un ataque de pánico me invadiera.

-Tú ya eres partícipe, desde que naciste. Desde que te dieron ese poder, desde que fuiste a la isla, desde que te enamoraste de Eren, ¡todo empezó ahí!-afirmo, y yo apreté mis labios, queriendo estabilizarme mentalmente.-Salvaste a Eren una vez, puedes salvarlo otra vez.-decía.-Puedes ayudarnos a salvarnos.-musitaba, a lo que yo negué y me di la vuelta.

-Nadie me salvo a mi, Zeke... -fue lo que susurré.-Dile eso a Eren cuando vuelvas a verlo.-musité, distanciándome, para finalizar con aquella conversación.

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Próximo capítulo: Locura.
Amaya entra en un estado de mediocridad al creer ver rostros conocidos, meses después.

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