
𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐭𝐫𝐞𝐬
Aquella montaña de nieve.
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Era como estar adormecida en un sueño, en un largo y eterno sueño repleto de dolor. Me era inevitable no estar aturdida, mientras que el viento removía mi suelto y alborotado cabello. No podía ser posible, ni siquiera se sentía tan real, pero lo era. Dos grandes titanes colosales, donde en su interior, albergaban dos jóvenes que solían correr a la misma colina cada atardecer, solo para recordar que eran unos niños, unos grandes y buenos amigos que se seguirían incluso en las tinieblas. Eso era lo que veía. Pero ese grito de Falco a través de su titán, me estremeció por completo, haciéndome cambiar la vista, porque era momento de sentir una fría sensación en el interior. No era que no había sentido algo así, pero la impotencia y el cansancio, no eran algo que se podía evitar en esta situación. Ver a las personas que amabas, que querías y estimabas, perderse entre una alma sin propósito. Los escombros se corrompieron, así como en Paradis, todo se destruyó en un momento. Mis gritos desconsolados agobiaban el ambiente tenso, mi familia, mis amigos. Estaban ahí, luchando sin propósito en contra de su presa, nosotros. Apreté mis labios fuertemente, esta pesadilla debía acabar de una manera u otra. Mi padre, Jean, Connie... todos ellos, los habíamos perdido. ¿Eren, esto era parte del plan?
Me quede apretando mi costado, ese dolor que me sacudía por dentro, el dolor que quería dejar ir, que me perseguía, aún me susurraba al oído que faltaba más, que esto acababa de la manera tan bonita que nos idealizamos, no habría esperanza para todos, no habría esperanza para Eren.-¡Ahh, papá!-ni siquiera fue valiente para observar cómo Pieck se lanzó sin pensar del titán de Falco, incluso aunque Levi haya querido alcanzarla, ese hombre no era capaz de abrazar y consolar la rabia que podíamos sentir. Él me miró fijamente, me pedía con su mirada que no los abandonara, que no me fuera y peleara por esos que no podían pelear, porque su fría mirada me decía, que aunque estuviera con una de las mujeres más poderosas para poder ponerle fin a esto, necesitaba algo más, me necesitaba a mi. Negué, volviendo a mirar como los que aún vivían, peleaban. Annie, Reiner, Pieck. Peleaban sin fronteras, como no pelearon antes, lo hacían ahora. Habíamos perdido todo, ¿o así se sentía esta nueva tristeza? Si, era como si me hubieran arrancado la ilusión de una nueva vida, de un nuevo amanecer.-¡Prepárense, somos los únicos que podemos matar a Eren!-era lo que decía aquel capitán, mientras que su pariente lejana yacía a su lado aturdida y sacudiéndose la cabeza, sus ojos estaban humedecidos. Mikasa decaía. Así que eleve mi mirada al cielo, y deje que el viento se llevara mis lágrimas.
-No necesito ser valiente. Necesito ser fuerte.-dije entre dientes, sabiendo el costo de esta decisión, quería calmarme, pero el viento me susurraba que no había tiempo que perder.-Después de todo, nací en este mundo tan cruel. Y solo los fuertes, seguiremos de pie. Es por eso Eren, que hoy decido, que debes morir.-dije con convicción, para así girarme y observar a Levi, quien me miraba y escuchaba atento, esto le dolía también.
-Toma.-Levi, pesadamente me paso aquellos lanza relámpagos.-Tenemos que atacar.-indicó.-¡Mikasa!-le gritaba a la joven a su lado, quien yacía aturdida, y en eso, ella abrió los ojos, sacando del interior de su camisa, aquella vieja bufanda roja, mientras que se la colocó y alzó su mirada, para observarme detenidamente.
-Eren está en la boca. Lo haré. Yo mataré a Eren, ayúdenme.-nos pidió, a lo que Levi y yo asentimos, observando su frío semblante, pero la mano que sostenía su hoja, temblaba.-¿Irán conmigo?-nos preguntó.
-No.-respondí, viendo como ella me miró afligida al dolor que sentía.-Es tu responsabilidad, es tu familia.-expresé, viendo como ella asentía.-Levi y yo nos elevaremos en la altitud de Falco, lanzaremos los lanza relámpagos hacia la boca de Eren para fragmentarla, ¡es tu último momento para decir adiós Mikasa!-le dije, viendo como ella valientemente asentía.-¡Vamos, Falco!-le pedía al niño que nos conducía hacia la decisión más fuerte que habríamos tenido que tomar.
-¡Ahora, Mikasa!-exclamó Levi, cuando ambos nos levantamos para así, lanzar los lanza relámpagos, logrando que Mikasa se adentrara en la boca del titán, por el fuerte impacto, pero a solo cuestión de segundos que mi corazón se quebrara en mil pedazos, todo se tornó borroso, por lo cual cerré mis ojos escuchando un grito hueco del capitán Levi.
Abrí mis ojos, aquellos que estaban pesados. Logre tomar una bocanada de aire, mientras podía sentir mi cuerpo acostado en una montaña de frío, la cual parecía estar tragándome ante sentir mi cuerpo hundido en ella. La noche estaba estrellada, habían grandes árboles a mi alrededor, pero se sentía una ventisca, una muy fría. Parecía que el aire trascendía entre mis labios, creando una bruma cada vez que respiraba. Me levante, quedando sentada para observar que había nieve alrededor. Confundida, veía mi cuerpo con ropa acogedora, mis manos con guantes, estaba abrigada, como si supiera. Sentía que este lugar era conocido. Que ya había estado aquí antes, pero no entendía porque estaba aquí, sí pareció haber sido mucho tiempo atrás. Quede parada, mientras que mis pies se hundían en la nieve. Los copos caían encima de mi, en mi cabello y en toda mi ropa, pero algo se sentía extraño dentro de mi, así que cuando abrí mis abrigos, noté ese uniforme, ese vago y viejo uniforme. Botas marrones oscuras, altas con correas del mismo color, abrochándose al pañuelo que yacía en la cadera del mismo intenso marrón. Mi respiración se entrecortaba. Tenía el mismo uniforme de cuando entre a la base de reclutas, aquel que nombraba a esos que se convertirían en soldados próximamente.
No entendía que había sucedido. Todo se sentía tan extraño, tan conocido, pero a la vez desconocido. Me quede detenida, aunque mi cuerpo se congelara, porque podía sentir como el frío traspasaba mi ropa, como aquella noche. Si, esa noche donde estábamos caminando por una montaña de nieve. Era una tarea, una donde debíamos soportar la fría nevada y llegar hasta la base, para reunirnos y calentarnos todos en una fogata. No caminaba, me quede ahí con mis hundidos, pudiendo tener una secuencia de imágenes delante de mis ojos. Todo pasaba delante de mi, como si alguien me hubiera devuelto todas esas memorias que creí haber olvidado, pero simplemente estaban encerradas en un abismo del olvido. Suspire gruesamente, en cada una de esas secuencias, podía ver sus azulados verdosos ojos. Su mirada perseguirme, su andar siguiendo mi camino, él estaba en cada memoria, en cada una de ellas que ni siquiera podía recordar, hasta esta noche tan extraña. Ni siquiera entendía en qué tiempo estábamos, si todo lo viví allá fue una terrible pesadilla de la que había despertado, pero se había sentido muy real para ser mentira. Escuchaba pasos, pasos vagos que arrastraban la nieve. Me alcanzó, a diferencia de mi, que siempre me costó alcanzarlo, Eren llego nuevamente hasta este punto de la montaña de nieve.
-¿Recuerdas este día?-me preguntó, quedándose a mi lado, mientras que examinaba este lugar, asintiendo.-Creíste haberte perdido por la tormenta, pero la realidad es que huías de mi.-confesó, haciéndome tener ese amargo sabor de poder recordar todo en un leve pestañeo.-Huías porque te había contado todo lo qué pasó afuera de estas memorias. Porque seguimos en el presente, solo que estas memorias ocurrieron en el pasado, es por eso que estamos aquí, de esta manera. Así fue que nos conocimos y nos enamoramos.-contaba.-Tenías tanto miedo, solo estabas enfocada en que había descubierto de donde provenías, para así evitar pensar en que aniquilaría al ochenta por ciento de la humanidad.-añadió, mientras que baje la cabeza, recordando.
-Ahora lo recuerdo... todo lo recuerdo.-afirme, aún observando la nieve caer sobre nosotros.-El titán de ataque concede a sus portadores visualizaciones de memorias futuras. ¿No fue eso una de las cosas que me contaste, Eren?-le pregunté, viéndolo a mi lado, pero él parecía mirar algo más allá, pudiendo lograr ver cómo alguien parecía estar perdida entre la nieve; era Historia, Historia Reiss a quien creíamos en ese momento como Krista Lenz.
-Todo ocurrió cuando bese la mano de Historia, en un reconocimiento luego de recuperar la muralla María. Desde ese día, toda mi perspectiva del mundo, había cambiado.-me explicaba, estrechando su mano para que la cogiera, creando entre nosotros una fuerte brisa, que pareció habernos llevado a otro lado.-Todo lo que no entendía o sabía, lo supe con el contacto de la sangre real. Las memorias de las que desconocía, tenían por alguna razón, un propósito que luego conocí. Muchos de ellos se dirigían a ti, como a otras personas, pero dentro de todo, parecía tener como objetivo eliminar toda aquella amenaza que les impedía ser libres.-contaba, mientras que visualicé un soleado día, junto a él, con su cabello empezando a crecer al igual que él, estábamos delante de una hermosa playa; era aquella donde yacía el puerto de Paradis.-Desde un principio, manipule todo como debía ser, como debía pasar para poder llegar a este punto. Todo lo qué pasó, ha sido bajo mi tutela. Incluyendo el que haya manipulado al portador anterior de mi padre, cuyo nombre también es Eren, pero él era Eren Kruger.-detallaba, mientras mirábamos el mar.-Él obligó a Mía a hacer un pacto con Marley para que sus dos hijas fueran sucesoras de titanes, por eso se convirtieron en guerreras. Por eso tú madre tuvo que morir, para que tú pudieras llegar hasta acá, para que yo te conociera.-expresaba, mientras me miraba apenado.-Yo también fui quien ese día, llevo al titán de sangre real a que se comiera a mi madre, aunque lo haya desviado de un Berthold más joven y causante de la desgracia de mi ciudad, lo salvé para que ese propósito me llevaré a mi a querer odiar lo que un día me convertí, pero jamás, parte del ganado de donde quería sacarlos.-decía, con sus ojos humedecidos.
-Ven, Eren.-le pedí, tomando su mano mientras bajábamos aquella montaña de arena, para así, sentir una brisa fresca, una gran brisa.-Entonces, ¿todo esto ha sido para que nosotros pudiéramos vivir décadas en paz?-le pregunté, viendo como él asentía.
-Era la única manera.-afirmó, mirando el mar.-Era algo que la fundadora Ymir, nunca sintió. Pero gracias a tu decisión, y a la de Mikasa, no solo pudieron terminar con esto, la hicieron soltar esas cadenas que la aferraban a un amor que debía dejar ir.-decía, mirándome a lo que simplemente le escuchaba.-Por alguna razón, ella se sintió identificada con Mikasa, ese amor no correspondido que no podía dejar de sentir la hizo que Mikasa fuera la tenue gota de culminar con esto, pero tú acto más valiente, fue el que representó una liberación total. Dejarme ir.-especifico.-Nunca quise herir a nadie. Tampoco que muchos pelearán por mi, solo quería que incluso ustedes hasta este final, fueran libres de decidir qué debían matarme, porque estaban tomando decisiones bajo su tutela sin que alguien les dijera que tenían que hacer. A eso, le llamo ser libre.-murmuraba, mientras le impulsaba a meterse en el mar, viendo como sus mejillas parecían marcarse con esa transformación titán.
-El amor parece ser la base más fundamental de esta gran situación, ¿no es así?-le pregunté, viendo como él asentía, a lo que yo le empujé con fuerza.-¡Eres un egoísta!-le acusé, viendo como llevo su mano al hombro, acariciándolo.-Nos hiciste creer que no te importaba nada, ¡creíamos que te habíamos perdido, Eren!-dije, enfadada.
-Lo siento.-lamento, cabizbajo.-No quería hacerles daño, ¡no quería hacerte daño!-indico.-Es tan curioso como nunca deje de amarte, ni siquiera un poco. Estando aquí parado me haces sentir nervioso como el primer día, pese a que odiabas lo impulsivo que eras, me aceptaste y ayudaste. Siempre recordaré esa noche donde te levantaste de la cama, para ayudar a que pudiera pasar ese tonto examen de balance.-decía, mientras que veía su cabello amarrado, su cuerpo actual y sus ojitos aún humedecidos.-Ese día en Marley, quería cogerte la mano e irme lejos contigo. Juro que estuve a un paso de hacerlo, pero aún así, no podía ser capaz de dejar a la Isla en el ojo del huracán, sabiendo que tenía el poder de que la dejaran en paz, por décadas, aunque las represalias volvieran a ella tiempo después; pero en ese tiempo, ya ustedes no habitarían en la faz de este mundo, este cruel mundo.-continuaba diciendo.
-Te hubiera elegido, si me hubieras dado una opción. ¡Pero te fuiste, y Dios! ¿Sabes cuánto sufrí?-le pregunté, lanzándole agua salada en los ojos, viendo como él se restregaba el rostro con sus manos ante el ardor que sentía en ellos.-¡No me levantaba de la cama por semanas, creí que me moriría de dolor!-continué mojándolo, mientras que él cayó al agua, mojándose todo.
-¡Yo también sufrí!-expreso, alzando su mano para que lo dejara en paz, mientras que me arrodillé, mojando mi cuerpo hasta las caderas.-Lo más que sufrí fue no haber tenido una vida contigo. Pero, por eso sabiendo que pasaría, quise darte un regalo de mi alma que te haría recordarme cada día. Fue por eso que te di una parte de mi, una parte de nuestro amor que te acompañara para siempre.-decía, mientras que mis ojos se humedecían, sabiendo que se refería a ese pequeño niño que nació de mi, gracias a su amor.-Me fui, porque debía hacerlo, porque ya habías sufrido lo suficiente. Fuiste feliz, hiciste una pequeña y corta vida, pero la disfrutaste. Quería que fueras feliz, quería que siguieras avanzando para traerte hasta aquí, y darte una nueva oportunidad de vida. Una esperanza.-musitaba, a lo que ambos estábamos frente a frente.
-Armin.-nombre, viendo como él asentía.-A pesar de todo... tú fuiste quien nos guió a nosotros a este punto. ¿Fue para redimirte por el daño que nos hiciste?-le pregunté, viendo como él negó.
-Porque se que nadie mejor que Armin te va cuidar.-esclareció.-Ambos merecen renacer en este nuevo amanecer, o en la próxima puesta del sol. Yo fui quien los guié hasta acá, para que sus sentimientos se reflejaran entre ustedes, y aunque una parte de mi odie no poder quedarse aquí, para ser feliz con todos ustedes... o con mi hijo, me voy en paz porque los dejo en buenas manos.-decía, mirándome entristecido.-Armin es la esperanza de este cruel mundo, y tú eres quien la enciende.-expresó, llevando sus manos a mis mejillas, mientras que veía como Eren parecía empezar a tener las marcas de transformación, lo estaban consumiendo.-Ya debo irme.-indicó, a lo que aterrada negué.
-Eren, por favor, debe haber otra manera.-dije, sintiendo mis labios temblorosos, pero él tan solo se acercó y me abrazó.-Debe haber otra manera de que puedas regresar con nosotros, no nos dejes.-le pedía, abrazándolo fuertemente.
-No puedo quedarme, aunque quiera... no puedo.-respondió, apretándome con más fuerzas mientras que su voz era llorosa.-Este fue un camino que debía recorrer solo, en el que sacrificaría todo de mi por ustedes, me repudiarán, me odiarán, quizá nunca lleguen a comprender el porque, quizá me olviden, pero si al final logran vivir un día mas, habré ganado... Nadie me obligó, yo lo elegí, y si me voy, me iré sabiendo que fui, al menos por una vez, libre.-solloce fuertemente ante esas palabras, ante ese apretón de mi alma que se sacudió por sentir a Eren distanciarse de mi.
-Eren, te prometo qué hay otra vida ahora mismo en donde tú y yo somos completamente felices.-le dije, viéndolo parado delante de mi, mientras que las lágrimas me bajaban rápidamente por las mejillas; Eren me sonrió, una sonrisa que creí no volver a ver, esa grata sonrisa.
-Si. Voy en camino a vivirla. Allí te estaré esperando, para pasar juntos la eternidad.-indicó, mientras que las olas del mar mojaron mis muslos, y ante bajar la vista, volví a levantarla, quedando asombrada ante ver a un pequeño Eren delante de mi; ese Eren que observe en la fuente de energía de los caminos estaba delante de mi.
-Tardaré un poco. Solo un poco... pero espérame. Porque mientras esté aquí, te recordaré en cada latido de mi corazón.-le decía, con mi voz entrecortada, casi no podía ni respirar ante ver como él entre una gran sonrisa lloraba, asintiendo para girarse y darme la espalda.-Puedes irte Eren, puedes irte.-le decía, sintiendo todo el peso de mi corazón, y como se me estaba yendo el alma cuando veía el cuerpo de Eren empezar a desvanecerse entre luces a su alrededor, era un largo sueño que llegaba a su fin.
-¿Nos veremos pronto?-me preguntó, para así girarse y mirarme, mientras que yo asentía.-Bueno, entonces, se feliz con Armin. Ese regalo que ahora traes ahí, se que a él le encantará.-me quede boquiabierta cuando señalo mi estomago, cuando señalo mi vientre, no evite sonreír; debía ser irreal; pero no lo era.-Estarás acompañada toda la vida, pero eso no implica que no pueda amarte por siempre. Yo te amare por siempre.-fue lo que dijo, y yo simplemente decaía en llanto, tapando mis sollozos con mi boca, pero no podía.
-¡Yo también Eren!-desprendí en un sollozo.-Para siempre.-esclarecí, viendo como su imagen se tornó borrosa.
De una manera lejana, podía escuchar gritos ahogados en mis tímpanos. La clemencia de que despertara, me obligaba abrir mis pesados ojos, pero podía sentir la humedad que sobresalía de ellos, incluso aunque la fuerte iluminación opacara mi vista, pude ver como la sombra de un rostro, me cubrió. Confundida, todo pareció estar lento en cuanto vi los azulados ojos de Armin al bordado en lágrimas, mirándome, mientras sus manos sujetaban mis brazos. Intentando de hacer que quedara sentada, pero estaba muy mareada. Aún podía observar la imagen de Eren, la cual borrosamente se iba de mi vista. Aún podía observarlo entre esa bruma, yéndose lejos de nosotros, por lo cual escupí un sollozo, dándome cuenta que estábamos en la fría y amarga realidad, de que Eren se había ido para siempre de nuestras vidas. Quede sentada, ante el terrible shock de observar a Mikasa inclinada delante de mí y de Armin, con la cabeza de Eren. Sus ojos estaban cerrados, aunque ella no transmitiera lágrimas, podía ver la tensión que la obligaba a estar relajada, porque estaba sometida en una fuerte burbuja, donde no podía pensar de una manera fría. Ella estaba entre medio de mi y de Armin, por lo cual los tres, de una forma u otra, abrazamos a ese quien nos unió, y no nos separó. Llegamos juntos aquí, como cuando nos encontramos, porque fue ese día de la montaña de nieve donde los cuatro nos abrazábamos fuertemente, dándole la bienvenida a nuestra amistad con el calor, pero hoy, la frialdad y la tragedia nos unía, como esa noche.
Fue Eren quien esa noche tan fría, me llevo hasta ellos, para que me calentaran y me dieran ese amor y calor que necesitaba. Me cubrieron, como hoy aún estaba sucediendo, porque Eren seguía aquí. Mis manos temblaban, todo mi cuerpo temblaba, mientras que mis manos se dirigieron a la cabeza de Eren. Era una imagen atroz, y muy insensible, pero era lo único que ahora tendríamos de él, ademas, de lo que me prestó con su amor; nuestro querido, y pequeño Noah. Me quede aturdida, mientras observe la bruma para poder observar a lo lejos, lo que quizás mis amigos no estaban viendo. Me levante, quedando parada, para poder honrar este momento tan significativo. Las lágrimas bajaban solas, ni siquiera tenía que parpadear, pero esta imagen entre las brumas parecía sumamente irreal. Lleve mi mano voluntariamente al pecho para consagrar mi corazón, cuando vi, luego de tantos años la silueta de Erwin Smith, mirándome entre el vapor. Solloce, cuando detrás suyo se esclarecieron todas esas personas que dieron la vida, aquellas que se sacrificaron para que llegáramos hasta acá. Hange, Sasha... y Marco, si, ahí estaban observándome junto a Ymir, con una grata sonrisa.-Gracias.-susurré, mirando el rostro de Erwin, aquí estábamos, cumpliendo el deseo de despedirnos, como nunca pudimos haberlo hecho.
-Iré a llevarlo a esa colina, Eren siempre se quedaba dormido ahí.-me giré, observando cómo Mikasa envolvía a Eren en sus brazos, mientras que caminaba entre el humo.-Gracias, por permitirme escoger esa elección.-musitó ella, mirándome fijamente.
-Llévalo a ese lugar.-le pedí, viendo el rostro de Eren apagado para siempre.-Es donde siempre perteneció.-indique yo, viendo como ella asentía, para valientemente caminar entre el humo, aquel donde ya no yacían nuestros compañeros.
-Todos volvieron.-expresó Armin, señalándome algún punto, pero yo tan solo caminé hacia él, para abalanzarme con apretarlo con fuerza contra mi cuerpo, sintiendo como aún estaba lloroso.
-¿Sabes que me dijo Eren en mis memorias?-me preguntó él, acariciando mi espalda.-Que fuéramos felices.-musitó, para yo, simplemente esbozar un fuerte sollozo, lo cual lleve su mano a mi barriga en cuanto nos distanciamos.
-Él me dijo, que tendría un regalo que te encantaría.-dije entre una risa llorosa, viendo como Armin no asimilaba lo que decía, hasta que bajo su cabeza, la cual quedó en mi pecho; él sonreía de una manera llorosa, igual que yo.
-¡Escuché secretario Muller, Eren Jeager está muerto!-se escuchaba más allá, entre el bullicio de las personas, mientras que habían personas separadas entre otras.
-Ven.-Armin estrechó su mano, mientras que yo miré atrás, dándome cuenta que Mikasa había desaparecido entre el humo.-Vamos.-me pidió, a lo cual tome su mano, para caminar atrás suyo, observando a todas esas personas, observando cómo veía a Pieck inclinada en el suelo, aún lado del capitán Levi, quien lloroso me miró; y eso era una imagen que no borraría de mi cabeza, quizás... debió haberlos visto, debió ver a sus camaradas una última vez.
-¿¡Pruébenlo, son humanos o titanes!?-se preguntaba aquel hombre, mientras que las miradas de mis compañeros se dirigían a nosotros, y no podía evitar sentirme aliviada cuando vi que todos habían vuelto a sus formas naturales, inclusive mi padre, a quien le asentí con una sonrisa.
-Si todavía tengo el poder de un titán, usare el poder para resistir. Pero el hecho de que esté indefenso, es una prueba sólida de que somos humanos.-comentó Armin, creando un silencio entre todos, mientras que no pude evitar estrechar mis brazos encima de los hombros de Jean y Connie, quienes con sus ojos humedecidos me abrazaron de lado.-Soy Armin Arlert, el hombre que mató a Eren Jeager, el titán de ataque.
Esos miles de soldados nos miraban, nos apuntaban. Nos miraban con temor, sin saber que habíamos sudado la gota gorda para llegar hasta aquí, y salvarlos. Bajaron sus armas, las gotas de sudor bajaron entre ellos, y así permitieron que la ideología con la que los criaron, se desvaneciera entre la bruma que se llevaba todos los recuerdos que teníamos, que le decía adiós a esos que hoy ya no podían estar, pero que permanecieron con nosotros hasta el final. Mi mano de entrelazo fuertemente con la de Armin, aquel hombre se dirigía a él, y le hablaba, pero yo podía ver cómo todo volvía a renacer en esta nueva puesta del sol, en este día que nadie jamás podría olvidar, ni siquiera más allá de la muerte. Y así fue. Estábamos sentados en los escombros de aquel lugar, donde nuestro día finalizó con un gran vacío que no podíamos entender. Ni siquiera queríamos hacerlo, solo se que estábamos dolido, y una parte de nosotros siempre estaría en duda con el joven impulsivo que buscó su libertad hasta conseguirla. De seguro debía estar entre las nubes, bailaría en cada estrella y volaría con cada ave, pero siempre cerca de nosotros. Luego de ese día, se unieron vidas que nunca creyeron unirse. Nacieron amores, que no querían romperse. Nació un nuevo día, uno en el que Eren Jeager, jamás volvería estar.
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Próximo capítulo: La apuesta del sol.
El sacrificio de Eren les dio una oportunidad. ¿A donde los llevará?
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