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𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

Verdades.

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Cabalgamos en grupo, todos concentrados y nostálgicos, sabiendo que nos diríamos al lugar donde todo había empezado, donde todos nos conocimos y creamos un lazo inquebrantable que nadie podría entender. La brisa tocaba nuestro rostro, el día estaba soleado, pero fresco. Luego de unas semanas descansando, de llegar a vagas conclusiones, Eren pudo reflejar en los recuerdos que obtuvo de su padre a través de su titán, que alguien muy conocido puede saber sobre el origen de Grisha Jeager. Miraba a Eren cabalgar, muy dentro de mi, yo tenía mis propias apuesta a las conclusiones, podía saber e imaginar de donde Grisha provenía, y cómo había robado tal poder. Antes de todo, continuamos avanzando en las murallas. Ayudamos a personas, inclusive niños junto a una gerencia que Historia creo para aquellos huérfanos que no podían permanecer solos en las ciudades subterráneas. Avanzábamos más entre el bien, que en el mal. Pudimos ayudar a crear un nuevo arma para matar a los titanes, también, Eren pudo desarrollar más su habilidad de endurecimiento, pero tanto tiempo entrenando lo había estado desgastando.

Mire a Eren, veía la intensidad en su mirada de llegar a aquel lugar. Se veía desesperado, ellos estaban ansiosos de llegar a una verdad de la cual no estaban preparados en oír. Haría lo que fuera para qué estas cosas ya no estuvieran sobre ellos, pero no tenía control, y en algún momento, mi verdad también caería en sus hombros. Deje de mirarle, percatándome en mis mismos pensamientos que ya no llevaba aquí un tiempo, parecía ser una eternidad y costumbre. El golpe para decir la verdad, vendría peor, pero debía sacarme la valentía de decirles en el momento perfecto. Baje la cabeza, pensar en eso, me estresaba y me atemorizaba como nada lo había hecho. Alzando la mirada, pude percatarme que habíamos llegado a la base de entrenamiento. Nos detuvimos en seco, un sin de recuerdos nostálgicos me arroparon. Veía esa gran puerta abierta, y así la recordaba el primer día que llegue. Adentrándome solitaria, sin hablarle a nadie, pero la primera mirada que pude ver y con la que crucé, fue la de Eren. Me preguntaba si había sido coincidencia, o algo del destino. Me baje del caballo con ayuda de Eren, quien se colocó a mi lado, y entrelazó su mano con la mía. Era la primera vez que hacíamos esto en público luego de varios meses en esta burbuja de sentimientos mutuos, lo mire, pero él miraba adelante, sabía que quería entrar más que nadie.

-Bien, debe estar esperando.-indicó Hange, bajándose de su caballo, para quedar aún lado de Levi.-Keith Shadis.-ella nombró su nombre, como si lo hubiera olvidado, pero no era así.-Él fue comandante de la legión antes que Erwin fuera nombrado, hace mucho tiempo que no lo veo.-decía, caminando con nosotros al interior.

-Ya, supéralo.-pidió Levi, caminando junto a nosotros, observando la base.-No ha cambiado mucho aquí.-comentó, a lo que asentí.

-Ay, que mucho corrí bajo el sol en esa área.-Sasha suspiro frustrada, recordando sus arduos re prendimientos por su falta de disciplina.-Pero como olvidar que valieran la pena cada una de ellas... -decía, como si saboreara cada papa que robó de la cafetería.

-Vaya, bienvenidos.-aquel hombre estaba parado con la misma firmeza de aquel día que nos concedió la entrada a esta base, nos miró a cada uno con sorpresa.-No creí que vendrían en serio.-expresó.

-Pues aquí estamos.-afirmó Levi, murándole detenidamente, aunque se veía un respeto de por medio.

-Instructor Shadis.-Eren delante de todos se paro frente a él, llevando su mano derecha a su corazón como muestra de saludo a este.-Hay unas cosas que queremos hablar con usted.-expresó Eren, a lo que aquel instructor asintió.

-Pasen.-pidió, abriendo la puerta de lo que sería algún tipo de comedor o oficina.-¿Quieren tomar algo?-pregunto, varios dijeron que si, y otros negaron, como yo.-Bien, tomen asiento.-nos pidió, nos fuimos sentando todos en el comedor.

-Levi, veo que no has cambiado nada.-comentó el instructor, observando al capitán sentarse aún lado suyo, mientras que yo me senté aún lado de Eren, para así Mikasa sentarse a mi lado.

-Me lo recuerdan a diario, pero usted tampoco ha cambiado ni un poco.-expresó Levi en respuesta, de manera serena como de costumbre.

-¿Qué pasa Braus? ¿No vas a sentarte?-le preguntó el instructor a Sasha, ante esta quedarse parada aún lado de la puerta.

-¡No señor! ¡Estoy bien, no se moleste!-le respondió Sasha en un tono alto, ni siquiera le miró por el gran respeto que le tenía.

-Es verdad, recuerdo cuando venías a esta habitación cuando tenía que reprenderte.-comentó él, recordando.-Solo han pasado unos meses, sin embargo, están irreconocibles.-opinó, murándonos a todos, pero su mirada se detuvo en mi.-Amaya Finger.-musitó mi nombre, a lo que me quede mirándolo por respeto.-Una de mis mejores estudiantes, debo admitir que me da gusto ver que te integraste en la legión más suicida.-me dijo, a lo que asentí, sonriendo cortamente.

-Disculpe comandante... no, instructor Shadis, estamos apunto de recuperar la muralla María. ¿Usted sabe porque hemos venido hasta aquí?-le preguntó Hange a él, a lo que este, dirigió su mirada al joven aún lado de mi.

-Eren, no sabes lo mucho que te pareces a tú madre, pero los colmillos que acechan en tu mirada, se parecen a los de tu padre.-expresaba Shadis, examinando el físico de Eren, pero eso pudo ser una respuesta a lo que Hange preguntó,

-Se lo suplico, ¡cuénteme todo lo que sepa!-pidió Eren, levantándose de la silla, dándole un leve golpe a la mesa del comedor, por lo cual me incomode, odiaba su impulsividad.

-Eren.-lo llame, mirándolo directo a los ojos, mostrándole que estaba reaccionando sin control, él no tardó en sentarse, sin mirarme.

-No quiero decepcionarlos, pero no sé gran cosa. Aunque espero que no les moleste escuchar una historia inútil para la humanidad. Conocerán el pasado de un mero espectador.-indicó, a lo que pareció suspirar, buscando las palabras para contar su pasado.-Hace veinte años, lo encontré frente a las puertas del distrito ShingaShina en la muralla María. No sé si estaba diciendo la verdad, pero según él, no recordaba que hacía en el exterior. Había perdido todos sus recuerdos, solo sabía que Grisha Jeager, era su nombre. Aunque también recordó que era médico, rápidamente me pidió que lo llevara a un hospital donde pudiera trabajar. Lo curioso fue en cómo me pidió que le contara más sobre este mundo, y nosotros, era como si no perteneciera aquí. Nada le resultaba familiar, no sabía nada sobre este mundo, y era verdad. Estuvimos largas horas hablando en un bar, le explicaba todo, tanto la economía como la función de las legiones. Él parecía entender rápido, pero aún así cuestionaba muchas cosas. Ese día, él conoció a Carla. Ella trabaja de mesera en ese bar, de ahí podía vivir con lo poco que le daban.-expresó, detalladamente en cada uno de los recuerdos que contaba, todos le escuchábamos, pero más Eren.-Él creía que para estar en el cuerpo de exploración, se debía ser un elegido. Lo pensé mucho, "un elegido". Era la primera vez que me decían algo así, la verdad para mi nunca fue suficiente el espacio entre las murallas. La arrogancia me hacía querer ser más de lo que era, quería que todos pensaran como yo. Llegando a otros puntos, una gran enfermedad evaporó el distrito de ShingaShina, y Grisha Jeager fue el único que supo sobrellevarla. Ganó respeto, ganó aprecio de los ciudadanos, en esa época también logré adentrarme a la comandancia para liderar el cuerpo de exploración, como también pudo casarse con Carla.-musitaba, como si eso fuera algo que le había dolido, se veía en su fría y amarga expresión.-Mucho tiempo después, me distancié de tu familia. Hasta que en una expedición, donde hubieron muchas bajas, volví a encontrarme con tu madre, y eras todo un bebé. Me cuestiono si continuaría en la legión hasta que perdiera la vida, y yo, realmente me moleste ante eso, por lo que decidí responderle: "¿Sabes por qué una persona ordinaria vive sin lograr una sola hazaña en su vida? Eso es porque carece de imaginación, esa gente no se avergüenza de limitarse a sobrevivir sin lograr algo que realmente importe. Jamás alcanza la grandeza, ni siquiera pueden comprenderla. No tienen la capacidad, sobre todo alguien que solo sabe servir bebidas, y pasándola coqueteando con cualquier hombre que conocen. Tú jamás entenderás."-contaba él, dando una pausa, observando a Eren detenidamente.-Pero era exacto, la gente ordinaria no logra nada. Luego de eso, le pedí a Erwin que decidiera ser el comandante. Sabia qué había gente especial, sin embargo, eso solo significaba una cosa, que yo no era uno de ellos. No supe porque tarde tanto en darme cuenta.-decía, frustrado.-Al pasó del tiempo, la muralla María había sido destruída. La gente entró en pánico, y entre ellos pude encontrar a Grisha, pero ahora recuerdo que fue él.-hizo una pausa, una muy tenaz, donde parecía armar un rompe cabezas en su mente.-No dormimos buscando a Eren entre los refugiados, y cuando te encontramos, diste la dura noticia de que Carla murió siendo devorada. Sentí mucha tristeza, pero pude escuchar como Grisha te pedía que debías vengar a tu madre, no entendía a donde te llevaba, me pidió que no los siguiera, pero quise cuestionar. Me quede lejos, y vi un rayo. Así que camine subiendo la colina, encontrándote inconsciente. Después de eso, te lleve devuelta al refugio.-se detuvo, pero todos parecíamos querer escuchar más.-En pocas palabras, eso es todo lo que sé.-finalizó, haciéndonos entender, que había acabado, y un vacío de silencio nos recorría en la sala.

-¿Es lo único que sabe?-pregunto Eren, procesando todo lo que aquel instructor nos había contado.-Dígame.-le pidió sereno, con respeto, pero aquel hombre solo asintió.

-Ahora ya sabemos porque se retiró al campo de entrenamiento, estoy segura que no fueron por los soldados que murieron. Si no por una estupidez sentimental, en saber si eras especial o no.-decía Hange, con una actitud incómoda hacia aquel hombre, juzgaba sus sentimientos.

-Ya basta con eso Hange.-le pedio Levi, dándose cuenta que ella exageraba en arremeter contra él.

-Tus complejos no importan, no huyas de la realidad. Eso es justo lo que significa consagrar tu corazón.-continúa diciendo ella, llevando su mano derecha a su corazón, ofendiéndolo.

-Por favor ya no sigas Hange, el instructor tiene razón, a final de cuentas yo no soy especial. Solo soy un hijo de un padre especial, eso es todo.-pidió Eren, cabizbajo, decepcionado de lo que había escuchado.

-Tú querida madre Carla, me dijo algo más.-expresó Shadis, mirando a Eren abatido, quien levantó la cabeza para escuchar.-"¿Por qué uno debe ser especial? Yo no pienso igual que tú, me tiene sin cuidado si mi hijo no alcanza la grandeza o si lo logra ser el mejor. Vamos, tan solo míralo, es un bebé adorable. Y eso ya lo hace especial, porque tuvo la oportunidad de nacer en este maravilloso mundo".-mi corazón se blando ante eso, y pude ver como Eren se afligía a esas palabras, significaba mucho para él.-Eren, tal y como deseaba tu madre. Elegiste engrandecer la llama de tu vida, la cual arderá fuera de las murallas hasta las cenizas.-comentaba, y es que recordando, es algo que si pasaría realmente en el futuro. -Eres especial.-afirmó, levantándose de la mesa, al igual que todos.

-Bien. Creo que es todo.-indicó Hange.-Es hora de irnos.-ordenó, mientras que me levante aún lado de Eren, y yo fui quien entrelace mi mano con la suya.

-Me alegra que hayan venido a verme, lamento no haber podido dar más información.-expresó aquel frío instructor, mirándonos.

-Creo que ha sido de ayuda.-opinó Levi.-¿No es así Eren?-le preguntó a un Eren cabizbajo, analizando todo.

-Algo más.-me detuve en seco, para observar al instructor, quien miraba mi mano entrelazada con la de Eren.-¿Ustedes dos están juntos?-pregunto, curioso.

-Creo que si.-respondí, sonriendo de lado, sintiendo como mis mejillas se calentaban.

-Siempre supe que eso sucedería.-expresó, caminando junto a nosotros a la puerta.-Desde el primer día que llegaste, supe que algo en Eren se había encendido, porque tuvo más ganas de entrenar, que de dormir.-decía, de manera burlona, a lo que Eren sonrió mirándole.-Espero que su amor, sea igual de especial que el de Carla y Grisha.-llevo su mano al hombro de Eren, palmándolo, para así, dejarlo ir.

-Hasta pronto instructor, ha sido un honor volver a verlo.-dije, despidiéndome.

-¡Si, hasta pronto!-se despidió Sasha también, intimidada y saliendo corriendo de ahí.

-¿Por qué corres?-le preguntó Mikasa a Sasha, se que en su interior, se burlaba de ella.-Chica patata.-la nombró en aquel hombre que le teníamos en aquel entonces, había pasado mucho que no le decíamos así.

-¡Han pasado años! ¡Ya no me llames así!-le pidió Sasha, endureciéndose, recordando todas las vergüenzas qué pasó.

-¿Por qué "chica patata"?-pregunto Levi, curioso por el apodo que Mikasa indicó, y Sasha se giró en negación para que Mikasa no contara esa historia al capitán.

Apreté mi mano con la de Eren, demostrándole mi apoyo emocional ante lo que debía estar sintiendo en su interior. Caminábamos en grupo, todos juntos hacia los caballos, pero Eren parecía estar en otra dimensión. Caminando, pude observar a varios reclutas. Muchos sonreían y se sentaban juntos para charlar, así como nosotros en aquel tiempo. Nunca fuimos vagos, siempre entrenábamos arduamente para ser lo que hoy somos, gracias a ese instructor y a su difícil entrenamiento, éramos parte de no solo la legión de exploración, si no del escuadrón de operaciones especiales dirigido por una honorable persona; el capitán Levi. Dejábamos la base atrás, observando todo, inclusive charlando sobre nuestros mejores momentos. Es cierto que sólo habían pasado unos meses, pero parecía que no, se sentía que no habíamos estado aquí hace mucho. Me detuve delante de mi caballo, observando a Eren detenido, aún en silencio sin decir una sola palabra a diferencia de los demás que charlaban a gusto, contando sus recuerdos, sus nostálgicos recuerdos que jamás podrían irse, porque esto, fue parte de nosotros. Me acerqué a él, viendo como la brisa removía su cabello, fue una brisa fresca, pero a la vez, reconfortante.

-¿En qué piensas?-le pregunté, tomando su brazo, viéndolo mirar al cielo, se veía feliz.-Eren.-lo llame nuevamente.-¿Está todo bien?-pregunté curiosa, viendo su expresión.

-Si... -susurro, respondiéndome.-Solo pienso en que somos especiales... -musitó, girándose para mirarme directamente a los ojos.-Porque nacimos en este mundo.-añadió, a lo que con delicadeza lo abracé, aferrándome a él.

-¿Tú crees?-le pregunté, ante ver su afirmación, no tenía dudas de que así creyera.

-Soy más que especial, porque además de nacer en este mundo, también naciste tú, y eso me hace más especial, porque te encontré en él.-indicó, ayudándome a montarme en el caballo, pero antes de eso, me quede mirándolo afligida, inclinándome, para que ambos juntáramos nuestros labios en un gran beso, lleno de amor, y necesidad.

-Gracias.-le dije, viendo como sus verdosos y azulados ojos me miraron detenidamente.-Gracias por encontrarme, Eren.-le dije, viendo como se montaba en su caballo, y asentía sonriendo.

-Incluso aunque te perdiera, no dejaría de buscarte hasta volver a encontrarte.-dijo sonriéndome para avanzar a cabalgar, pero me quede aturdida ante sentir algo, era como si Eren supiera lo que pasaría, como si supiera que yo, me iría muy pronto.

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Próximo capítulo: Lo que ves, es lo que soy.
La verdad de Amaya sale a la luz.

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