𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐞
Lo difícil de elegir.
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Mis párpados estaban pesados, no podía abrirlos, pero aún así, podía seguir sintiendo el caluroso sol, calentar todo mi cuerpo. Mi pecho subía y bajaba, de seguro todos los que lograron permanecer en las murallas debían sentirse de igual forma, débiles, luego de ese gran vapor que el titán colosal había ejercido para atacarnos. Estaba consiente que si intención, era dejarme de manera inmóvil, como lo había hecho, para así llevarme con ellos, pero no había podido ni siquiera tocarme nuevamente luego de que Mikasa me agarro en el aire cuando caí inconsciente al vacío. Me incorporé con debilidad, quedando sentada para abrir mis ojos, y restregar mi rostro con mis manos. Me sentía debilitada, y más que eso, derrotada. Tenía plasmado en mi mente la imagen desgarradora que expresó Eren en su semblante cuando observó quiénes eran sus enemigos todo este tiempo, sin contar que aún él no tenía conocimiento de quién era yo realmente, un monstruo más que abrumaría todo su poco resplandor. Maldije por lo bajo, pues se lo habían logrado llevar, y sentía mi corazón llorar de impotencia por no poder haber hecho ni siquiera un mínimo movimiento para detenerlos.
No pude elegirlos a ellos, pero tampoco pude elegir salvar a Eren. Tape mi rostro, y me quede sentada en esa posición, deseaba expresar en llanto todo el dolor que sentía en mi interior, estando aislada de todos podría, pero ni siquiera podía llorar de la frustración que sacudía mi alma ante no poder hacer ningún movimiento. Estaba consiente de que todo lo que hiciera, tendría un daño colateral, y no sería bueno, siempre sería devastador, y dañaría a más de una persona. Abrí mis ojos, y observé cómo a lo distante, Mikasa estaba tapada con aquella bufanda rojiza, la cual perdía su color y se desgastaba, pero nunca se la quitaba. Ella la acariciaba, la aferraba a su cuello, sin importar el calor que hiciera, ella no podía quitarse esa especial prenda de aquel quien la salvó cuando era una niña, y había perdido todo. Podía ver la tristeza en su expresión, como si el alejamiento de Eren la hubiera dejado sin fuerzas, después de todo, él era lo único que ella tenía. Desvíe mi mirada cuando observé cómo aquella teniente, sin casi poder caminar, se acercaba a mi, con sus mejillas coloradas, y agotamiento en su respirar.
-¿Estás bien?-me preguntó Hange, con sus espejuelos colocados en su cabeza, ella se inclinó un poco, para así mirarme detenidamente, pero yo no respondí.-No comprendo, Amaya.-musitó ella, confundida.
-Yo tampoco puedo hacerlo, Hange.-le respondí, mirando por aquel horizonte, pero justamente por donde se seguro Reiner se había llevado a Eren.-No comprendo porque elegí quedarme aquí, y no abandonarles.-añadía.-Pero cuando se trata del corazón, hay muchas cosas que no entendemos, solo el.-indique, sintiendo como ella me miraba.
-Pero pudiste convertirte, pudiste irte, pudiste hacer lo que sea, y no lo hiciste. ¿Por qué?-me preguntaba confundida.-Erwin no estaba aquí, Levi tampoco. Nadie podría haberte detenido, dime la razón por la cual aún estás aquí sentada creyendo que nosotros podríamos salvar a nuestra humanidad, a la gente que está dentro del muro. Quiero saber porque aún estás sentada con la gente que vinieron a destruir.-me pedía, agitada, pero en un silencio bajo, queriendo respuestas ante lo que estaba presenciando, ante todo lo que ha sido ajeno tantos años, que hoy ya no lo es.
-¡Porque elegí estar aquí!-le respondí, con mis ojos humedecidos.-Elegí no defraudarles, elegí que confiaran en mi como yo confío en ustedes. ¡Elegí ser libre! Pero aún así, no me siento libre porque aunque los elegí, siento que no puedo pelear en contra de ellos, porque es como si estuviera en una batalla conmigo misma.-mis lágrimas salían de mis ojos, estaba cansada, no podía aguantar sentirme impotente.-Elegí a Eren, pero no pude ir tras de él, no pude defenderle, porque no quería defraudarles, no quería que me vieran como lo que soy, no quería perderlos a ustedes, porque confío plenamente en sus capacidades, confío en cada uno de ellos.-señale a mis amigos, esos quienes no sabían que sucedían, no llamábamos la atención de lo cansados que estaban.-Confío en ellos, porque me quieren, como yo a ellos. Y si los defraudo, perderé todo lo que algún día elegí. Perderé a Eren.-me quede cabizbaja, dejando que mis lágrimas cayeran en el suelo del muro.
-Joder... Erwin tiene razón... -susurro ella, alzó la mirada y vi como tapó su rostro, avergonzada.-Se nos ha olvidado que solo eres una niña que ha sido forzada a crecer.-musitaba en un tono bajo.-Aún eres una cría qué debemos proteger; que egoísta he sido.-dijo, levantándose del suelo, para darme la espalda y caminar distante de mi.
-A mi también se me ha olvidado que soy solo una niña... -susurre, mirando por donde se fue, para así levantarme con dificultad y dirigirme hacia la joven chica que estaba sentada en el suelo, con aquel mismo semblante de tristeza en su expresión, con Armin aún lado de ella.-¿Estás mejor?-le pregunté, recordando el ataque de pánico que recibió cuando despertó de su inconsciencia y descubrió que Eren fue llevado por Reiner; habían pasado cinco horas desde eso, la mire, pero Mikasa no me respondió.
-¿Como están tus heridas?-me preguntó Armin, mientras que me encogí de hombros, y me senté aún lado de ellos dos.
-Me duele el corazón.-le respondí, mirando al mismo horizonte que miraba Mikasa, con el anhelo de recuperar a Eren.
-El corazón es difícil de calmar, y más cuando se trata de un ser querido.-la voz serena de Hannes me alertó, giré un poco mi mirada, y le observé caminar hacia nosotros.-Veo que ya han despertado, les traje algo.-aviso, enseñándonos las galletas envueltas en papel, le lanzo uno a Mikasa, luego a mi.-Atrápalo Armin.-le pidió a este, quien lo atrapó mirándole.-Para variar, estas son las únicas raciones qué hay. Esto no sabe ni bien, ni mal. Igual que siempre.-decía el, dentándose en el suelo junto a nosotros, pero yo aún no comía, ni los chicos tampoco.-Bueno, creo que es lo mismo de siempre. Me acuerdo muy bien que ustedes dos se pasaban buscando a ese mocoso busca pleitos; siempre limpian su desastre.-contaba él una etapa, una en la que yo estuve ajena.-Se que sin importar el tiempo, o la situación, ustedes tres hacen lo mismo que cuando eran pequeños. ¿No es cierto?-preguntaba, con ese optimismo para hacernos sentir mejor, mientras que Mikasa se mantenía cabizbaja, con sus ojos humedecidos.
-Los titanes son un poco más grande que los niños que nos molestaban antes.-decía Armin, sonriendo, y pareciendo recordar una época donde eran felices.
-Si, lo sé, pero aunque a ese mocoso se le dificultaban las peleas, creo que nunca le importo si se oponía a más peligroso y fuertes que él.-continuaba recordando Hannes, quien se veía sereno y en calma, a diferencia de nosotros.-Recuerdo cuando aparecía Mikasa o los soldados, ya estaba todo golpeado. Sin embargo, aunque no lo he visto ganar una sola pelea, tampoco lo he visto rendirse o perder en ningún momento. A veces es tan tenaz que incluso a mi me da miedo lo persistente que es.-decía.-Así lo tiren mil veces, siempre se pone de pie. Así es Eren, ¿creen que él permitirá que lo secuestren sin poner resistencia?-preguntaba, mientras que nosotros caíamos en cuenta de que él, tenía razón.-Apuesto que usará todo su poder para pelear, y más si solo son dos oponentes. Hará problemas sin importar a quien se enfrente, hará eso hasta que nosotros aparezcamos ayudar, Eren es así. ¿O me equivoco?-nos preguntaba, murándonos, pero más a mi.-¿No fue por eso que te enamoraste de él?-mi corazón palpitaba ante esa pregunta, cabizbaja no pude ni siquiera responder, y él tan solo suspiro agotado.-No saben como me encantaba esa época, si le preguntó a Eren, me diría que es una paz falsa, pero para mi, el hecho de ser un soldado inútil y ebrio, era más que suficiente.-admitía, sonriendo nostálgico.-Haré todo lo que esté en mi poder para volver a esos días, lo juro por mi vida. No importa cuanto tiempo me tarde, yo también iré. Además si ustedes tres no están juntos, mis amados y tranquilos días no volverán.-nos animaba a comer, pero yo no lo hacía, porque a pesar de todo, sentía que por un momento era parte de ellos, pero quizás no era así.-No me olvido de ti, si eres parte de ellos; eres parte de mi.-alce mi mirada, viendo como aquel hombre me sonreía, y me animaba a comer, así que lo hice.
Comí migaja por migaja, sabiendo que debía ahorrar fuerzas, y mantenerme estable para combatir a mis propios demonios. Estábamos levantados, en la orilla de la muralla, sabiendo que el tiempo seguía pasando, pero que no perdíamos las esperanzas de recuperar a Eren. La brisa nos daba, era de medio día aún, y todos estábamos allí, intentando de recuperar energía y fuerza, pese a que muchos habían quedado sin esos fundamentos por el golpe del colosal, querían seguir luchando por la esperanza de recuperar su humanidad, de saber una verdad que solo yo sabía, y que aún no era capaz de decir. Mikasa se veía más animada, estaba dispuesta a pelear por recuperar a su familia, y sabía que Armin no les abandonaría, porque aquí estaba junto a mi. Porque yo también iría, yo recuperaría a Eren, sin importar el precio y el costo, y mi corazón bombardeó con fuerza ante la adrenalina que sentí cuando escuché el revuelto de los caballos aproximarse con varios soldados y rostros conocidos. Me mantuve de pie, observando como todos se levantaban cuando vieron al comandante más leal de nuestra era venir por nosotros, para recuperar a su esperanza. Venían con caballos, venían con soldados, iríamos todos a buscar lo que perdimos.
-Por el momento, es mejor que te quedes aquí Krysta.-me quede observando como Armin se dirigía a quien verdaderamente era Historia, pero ella con su semblante serio, pareció denegarse.
-Gracias Armin, pero debo ir. No podría abandonar a Ymir.-le respondió ella, dispuesta a pelear, dispuesta a ir.-Ustedes lo entienden más que nadie.-añadió, viéndose de manera serena ante la situación que estábamos pasando, pues Eren no fue el único secuestrador, si no que Ymir también.
-Krysta está en lo correcto, Armin.-Connie adelante, dándonos la espalda y cruzado de brazos, se dirigía al rubio aún lado de mí con una voz gruesa, y llena de molestia.-Todos nosotros tenemos fuertes motivos para ir.-decía.-Quiero confirmar por mi mismo, que Reiner y Berthold son unos traidores. Necesito que me lo digan ellos mismos.-una sacudida provocó que me quedara mirándolo de manera ofendida, sabiendo que yo a pesar de estar aquí, era una traidora.
-¿Estamos en la misma situación de hace unas horas?-preguntó el comandante Erwin al subordinado de Hange, quien de hecho, ella venía arrastrándose por todo el suelo para llegar hasta ellos; Moblit asintió ante la pregunta de Erwin.-¡Desplieguen los ascensores!-pedía el comandante, para así los caballos pudieran estar en tierra firme, la misión se ponía adelante.
-¡Teniente Hange!-Moblit se sobresaltó en cuanto sintió la mano de su comandante apretar su pierna, ella se veía mal, peor desde hace unos pocos minutos atrás, no resistiría la pelea.
-Por favor Moblit, dame un mapa.-pidió ella, a lo que Armin y yo nos mirábamos, pues sabíamos que lo que venía ahora era, un plan de rescate.
Veíamos el mapa, aquel donde Hange nos ilustraba y argumentaba sobre los movimientos de Reiner, también de Berthold y de seguramente donde estarían. Ella conocía sus energías, sabía que estarían cansados por la pelea, y que debían retenerse de continuar. Era una mujer tenaz, era inteligente, y no tenía límites para sobrepasarlos. Armin y yo opinamos, ordenamos las líneas y éramos idolatrados por el comandante Erwin. Organizábamos las líneas de soldados que irían adelante, los que estarían en el sur, y aún lado en el este y oeste. Formábamos las bandas, los ataques y los contraataques, íbamos a prepararnos para avanzar a nuestro objetivo. Me colocaba encima de mi caballo, mientras que amarraba mi cabello con fuerza, y me preparaba para avanzar a través de la primera línea de soldados. Estaba preparada, y estaba dispuesta a pelear para recuperar lo que deseaba que fuese solo mío, y no por capricho, si no, por amor. A mi lado, Mikasa se postulaba en su caballo, sabía que ella era la más mentalmente estable que estaba para lo que se venía, y lo podía ver en su rostro. Su expresión fría, y como apretaba las cuerdas de su caballo, me hacían saberlo a la perfección. Sus ojos y los míos se conectaron, y ambas asentimos, dispuestas a perder toda nuestra postura física, por recuperar a Eren.
Avanzamos por orden del comandante, quien nos daba la adrenalina para que avanzáramos atrás suyo, porque él pelearia junto a nosotros, eso era ser un líder. Él estaba dispuesto a pelear, a morir, a sacrificar, a perder todo, pero a cambio de pelear junto a nosotros, y eso lo era todo para su élite de exploración que confiaba ciegamente en él, y yo a pesar de todo, era una de esas que lo seguían. La brisa removía mi coleta, y atrás de mi sabía que estaba aquel escuadrón donde sentía que pertenecía. Estaba clara de que Reiner y Berthold habían defraudado la lealtad de cada uno de ellos, de lo que no estaba siendo consiente es que yo en algún momento, también les defraudaría. No imaginaba ese momento, en donde clavaría otro puñal en sus corazones, encima del de Annie, Reiner y Berthold, pero lo que no imaginaba era como Eren me miraría luego de ese día. Continúe avanzando, sabía que nos demoraríamos mucho en llegar hasta ellos, pero de seguro Hange había dado en el clavo, debían estar descansando. Mis manos se cansaban de apretar las sogas, estaba cansada de cabalgar, pero continuaba haciéndolo.
-¡Mikasa, cálmate!-mire adelante, viendo como Hannes atrás de mi se dirigía a Mikasa, quien yacía más enfrente.-Te estás adelantando, y rompes la formación.-le indicaba, llegando a su lado.-Te entiendo, pero como te dije, Eren no se dará por vencido hasta que lleguemos para ayudarle.-Mikasa volvía a la formación, relajando sus músculos, y cabalgando a nuestro ritmo.-Como cuando eran niños.-musitó Hannes, y mi piel se erizó ante eso.
-Cuando éramos niños... -susurre, recordando aquellos tiempos, aquellos vahos tiempos que no volverían.
El recordar como Reiner se esforzaba para ser un valioso guerrero, en cómo Berthold corría siempre a la cima junto a todos, para observar a los guerreros de aquel tiempo. Reabría mis ojos, y recordaba cada ves que parpadeaba. Pieck, mi querida hermana. Era como si viera un abismo de ella, estaba lejos, y a veces ni siquiera recordaba su voz, pero como extrañaba oírla, como extrañaba verla sonreír. También a mi papá, porque mi familia se había quebrado, y solo ella y yo, éramos las únicas que podíamos liberar nuestro apellido de los pecados de un pasado, pero no podía, porque esa no era mi vida. Una parte de mi vida se quedó allá, y la otra parte de mi vida, creció aquí. En ninguna era libre, pero deseaba que el poco fragmento que quedaba de ella, pudiera lograr serlo. Ya no era una niña, ya no éramos unos niños, debíamos escoger nuestro propio camino, y yo escogía este. El humo rojo de la bengala, no dejaba de verse en el cielo, pero el comandante continuaba enviando la bengala verde; debíamos continuar, sin importar la cantidad de los titanes que empezaban a rodearnos. Aún así, avanzábamos y gritábamos, no hasta que vi un destello caer dentro del bosque.
-¡Es un destello! ¡De seguro la transformación de un titán!-avisaba Armin, a lo que todos habíamos mirado por donde ese destello de luz había salido.
-¡Llegamos a tiempo! ¡Soldados dispérsense!-pedía el comandante Erwin, con una alta voz para que todos pudiéramos acatarnos a sus órdenes.-¡Localicen a Eren, y recupérenlo! ¡La batalla no es nuestro objetivo, procuren el objetivo y la retirada!-ordenaba, a lo que todos asentimos, y cumplíamos con nuestra misión.
-¡Utilicen el equipo de maniobras tridimensionales para adelantarnos por el bosque, los demás soldados guiarán a los caballos!-expresaba Hannes, a quien le asentí, para elevarme de mi caballo, y continuar en el aire.
-¿Es un titán?-avisaba un soldado de la élite, intente de visualizar lo que veía, pero no podía.-¡Acabaré contigo!-expreso, y mientras me adelante con los demás, Connie pareció llegar primero.
-¡No, espera!-pidió este, quedándose aún lado de aquel titán.-¡Deténganse, es Ymir, la soldado que secuestraron! ¡Es su forma de titán!-avisaba, a lo que junto a Armin me detuve en aquel tronco del árbol, observando que ella estaba sola.-Oye Ymir, ¿por qué estas aquí sola? ¿Donde está Eren, y qué pasó con Reiner y Berthold!-le preguntaba de manera agitada, quería respuestas, igual que todos.
-¡Dinos algo por favor, Ymir!-pedía Sasha, pero aquel titán, nos observaba uno por uno.
-¡Oye abre la boca, fea, tenemos prisa!-Connie se trepo en su cabeza, molestándola.
-Algo no está bien, nos está observando uno por uno.-decía Armin a mi lado.-¿Qué hace?-se preguntó, pero yo había descifrado la situación.
-Está buscando a alguien.-indique en él preciso momento que aquel suave voz alteró en el bosque, llamando la atención de Ymir, Histodia, quien en un parpadeo fue devorada por Ymir en cuanto la vio.
-No es cierto.-musitó Connie, sorprendido junto a Sasha, pero todos realmente lo estábamos.-Devoró a Krysta.-añadía, y no reaccionaban.
-¡Muévanse!-les pedí, adelantándome con mi equipo de maniobras por los aires, queriendo seguir el paso tan ágil y rápido que tenía Ymir.
-¿Por qué Ymir haría eso?-se preguntaba Mikasa, atrás de mi, quien intentaba de darme el paso, pero no podía.
-¡Siempre supe que no estaba de nuestro lado!-opinaba Jean, mientras que a través de las ramas, pude verlos, pude ver a Reiner saltar de una, pero a quien vi, fue a Eren sostenido de la espalda de Berthold.
-¡Ahí están!-grite agitadamente, acelerando más rápido, gastando toda mi energía física en un solo momento, que podría ser el último.
-¡Amaya, gastas el gas!-exclamaba Armin, pero un parpadeo, cuando aquel destello de rayos cayó nuevamente sobre la tierra, tuve el privilegio que ninguno de ellos tuvo, engancharme en el músculo acabado de regenerarse de Reiner, y mi cuerpo se impulsó con velocidad hacia él.-¡Amaya se enganchó en Ymir!-grito Armin cuando me vio sobresalir del bosque, pero en ese instante pude presenciar al comandante Erwin en su caballo.
-¡Comandante, Erwin!-grite fuertemente, captando su atención en mi, y en cómo dio ritmo a su caballo, para en si, yo aválese y caer en el cuello del titán acorazado.
-¿¡Amaya!?-la voz de Berthold se dirigió a mi, confundido me miraba, mientras que escuché un leve gruñido del titán que portaba Ymir, a quien mire de arriba a abajo, de una manera repugnante.-¿Qué haces aquí?-me preguntó, tenia mis hojas arriba, en manera de amenaza, mientras que él estaba de frente, no me dejaba ver a Eren, quien yacía inconsciente.
-No voy a permitirlo, no voy a permitir que se lo lleven.-le dije, mirando fijamente a Berthold, pero sabía que Reiner podía escucharme.-Historia.-me giré en cuanto escuché la babosa boca de Ymir abrirse, y visualicé como aquella rubia, intentaba de respirar.
-¿Amaya?-ella me miró de manera confusa, mientras que se limpiaba de aquella saliva viscosa, siendo sostenida por la mano del titán de Ymir, quien sobresalió por la nuca con un poco de vapor sobre ella.
-Historia, perdóname por comerte así, apuesto que estás enojada conmigo.-decía Ymir, mirando a la dulce chica que tenía enfrente.
-¿Qué estás haciendo? Vinimos a rescatarte a ti y a Eren.-le preguntaba Historia.
-¡No es necesario! He decidido que los seguiré, y tú también vendrás conmigo.-le interrumpió Ymir, hablándole en un tono alto, y frío.-¡No hay futuro dentro de las murallas!-decía, a lo que yo, me giré observando a Berthold, sabiendo que ellos le idealizaron esas ideas a ella.
-Berthold, no quieres hacer esto.-le dije, bajando mis hojas, demostrándole que no le haría daño.
-¡Déjame ir, no me importa qué hay algo que no puedas contarme! ¡Sin importar lo que pase, yo siempre voy estar de tu lado!-mire nuevamente a Historia, y cómo está se dirigía a Ymir.
-Ymir, mira eso, la legión ya está pisándonos los talones. Esto pasó porque quisiste volver por Krysta, y ahora estamos perdidos.-Berthold le hablaba, quería confundirla, quería que se obligara a sí misma a estar de su lado.-¿Por qué nos esforzamos tanto? ¿Si ahora quieres cambiar de opinión?-decía, a lo que Ymir se coloca cabizbaja, rendida ante ellos.
-¡Ymir, libérame por favor!-pedía Historia, quien me miró.-¡Amaya, podemos detenerlos!-me dijo, y nuevamente eleve mis hojas, observando a Berthold entre dientes.
-¡No puedo!-grito Ymir.-Le robe este poder titán a uno de sus amigos, y allá afuera, esas personas con poder tarde o temprano, me matarán.-mis músculos se tensaron, recordando aquella mirada de Marcel en mis recuerdos, mire a Berthold quien no lucía tan sorprendido como yo, y una parte de mi, dolía. -Pero, si llego a corroborar, y te entrego a esos individuos, me dijeron que perdonarían mi crimen. Pues, tú eres una persona muy importante, conoces el secreto del culto de la muralla. Me da miedo morir, soy una persona despreciable. Te he utilizado para mi propio bien, ¡por favor Historia, eres la única que puede salvarme!-grito desesperada aquella mujer, cayendo tan bajo como nunca creí.
-¡Ya te lo dije, Ymir! ¡Pase lo que pase, yo siempre estaré de tu lado!-expreso Historia, mirando adelante, me di cuenta que Berthold me miraba, pues yo no hacía ningún movimiento.
-Amaya, tú eliges, ahora o nunca.-musitó él, mirándome detenidamente, con aquel rostro lleno de esperanza.
-Ya elegí.-le indique, alzando mis hojas nuevamente.-¡Elegí a Eren!-dije, elevándolas para atacarle, raspando su hombro, y viendo como la sangre brotaba.
-Reiner, rápido, protégenos.-pidió Berthold, mientras que corrí rápidamente hacia allá, mi mano casi se aplastaba por las manos de Reiner, quien protegieron a Berthold en el área del cuello, pero cuando mire atrás; los chicos ya habían llegado hasta mi.
-¡Eren!-gritaba, intentando de ver por el hoyuelo como este se levantaba.-¡Eren!-grite de emoción, viendo como empezaba a patear, estaba consiente; y los chicos, habían llegado a mi lado.
-¡Ya no te resistas, Eren!-le pedía Berthold, podía escucharle, y ver como intentaba de calmar a Eren.
-Sabes que eso es imposible, Berthold.-decía Jean, aún lado de ml.-Es el tipo más irritante que existe, lo digo por experiencia. Yo también lo odio tanto como tú. Vamos, sal de ahí.-expreso con honestidad, y esperanza, de que esto terminara de una buena manera.
-¡Reiner, Berthold! ¡Díganme que no es verdad!-gritaba Connie, desesperado y en negación, sin darse cuenta, que rompían mi alma.-¿Todo este tiempo nos engañaban?-se preguntaba.-¡Eso es algo muy cruel!-dijo con sus ojos humedecidos, mientras que me coloqué cabizbaja, y mordí mis labios impotente.
-¡Vamos, díganos que no es verdad!-pedía Sasha, atrás de mi.
-¿De verdad se irán sin más?-se preguntaba Jean.-Berthold, convivieron con nosotros por tres años. Tus posturas al dormir eran artísticas, siempre deseábamos adivinar cómo te levantarías cada mañana.-sonreí, recordando mientras que mis ojos se humedecían. Pero ustedes dos podrían dormir relajada mente al lado de sus víctimas.-les culpo, y yo, me marchitaba mucho más en mi interior.
-¿Recuerdan cuando hablábamos de cuando fuéramos viejos? ¿De los tragos que beberíamos? ¿Era mentira?-continuaba preguntándose Connie, podía sentir lo desconcertados que estaba, yo podía sentirlo.
-No se centren en eso. Piensen en rebanarles la nuca, porque si fallamos, ya no podremos recuperar a Eren. Ellos son enemigos de la humanidad, eso es todo.-indicó Mikasa, pero yo eleve mi mirada con enfado, y denegué lo que dijo.
-No, son enemigos.-ella me miró aturdida ante lo que dije, ante ver como les defendí, pero ignoré su expresión, y nuevamente me dirigí a Berthold.-¡Berthold, si devuelves a Eren, podremos resolver esto, juntos!-le pedí, con esperanza de que me ayudara, de que todo cambiara.
-¡No puedo Amaya! ¡No puedo hacerlo!-me dijo, y yo enojada, lleve mi nudillo hasta la pared de músculo que adornaba la mano del titán acorazado, raspándome.-¿¡Creen que queríamos matar a tanta gente!?-preguntaba, a lo que caí de rodillas ante eso.-¡Es normal que nos odien! ¡Que quieran matarnos después de lo que hicimos! Fue algo imperdonable, pero no éramos capaces de asumirlo. Solo cuando actuábamos como soldados encontrábamos algo de paz.-afirmaba.-¡No era mentira, Connie y Jean! Es cierto que los engañamos, pero no todo era mentira. ¡Los veíamos como amigos! ¡Se que no tenemos derecho de pedir perdón, pero que alguien por favor se ponga en nuestro lugar!-gritaba él, llorando desgarradamente, y eso a mi me fraccionaba en mil pedazos, y más cuando pidió mi ayuda.-¡Amaya, por favor!-solloce, sabía lo mucho que le dolía, pero aquí estaba yo, contra la espada y la pared.
-¡Por favor, déjame ayudarles! ¡Somos amigos! ¡Somos amigos!-le gritaba yo. -¡Yo estoy en tus zapatos, yo estoy en tus zapatos!-le decía, haciéndole sentir que no estaba solo.
-Berthold, devuélveme a Eren.-pidió Mikasa, con una fría y serena voz que podría erizar a cualquiera, y ahí, escuchamos la peor parte.
-Lo siento, pero no puedo.-indicó.-Siempre hay alguien que debe mancharse las manos de sangre.-dijo, a lo cual gruñí más frustrada de lo que podía estar.
-¡Oigan, aléjense de ahí!-visualizamos a Hannes, y como nos señalaba lo que venía, y quedamos idos cuando observamos la gran manada de titanes que el comandante Erwin dirigía hacia nosotros.-¡Salten y aléjense de inmediato!-nos pidió, y así mismo fue.
-¿Es el infierno?-se preguntó Jean cuando nos acomodamos en nuestros caballos, observando como la tierra temblaba ante el corre y corre de los titanes hacia el titán acorazado.
-Aún no, pero lo será.-indicó aquel comandante cuando pasó por nuestro lado, agitado y lleno de adrenalina.-¡Todos los soldados a la carga! ¡Definiremos el destino de la humanidad en este preciso instante! ¡La humanidad nunca podrá sobrevivir en este mundo sin la presencia de Eren, por lo tanto lo recuperaremos y nos retiraremos!-gritaba, alzando su espada y enseñándonos el camino. -¡Entreguen sus corazones!-pidió.
-¡Ahhhhhh!-grite fuertemente junto a los demás, avanzando mi caballo mientras veíamos como el titán acorazado, desprendía su mano con lentitud de su cuello.
-¡Funcionó! ¡Quitó su mano!-grito Jean, alertándonos, a lo que yo tomé ritmo, queriendo tomar acción para recuperar a Eren.
-¡Avancen!-pidió el comandante, pero mi corazón se salió por la boca cuando observé aquel horror.
-¡Comandante!-grite junto a otros soldados, viendo como su mano derecha fue devorada por un titán, alejándolo de sus soldados.
-¡Sigan adelante, Eren está enfrente! ¡Avancen!-pedía, y yo quede aturdida ante la jodida valentía de este hombre, ante ver como pedía que continuáramos.
-¡Amaya, te necesito!-aún abrumada por lo que sucedía, por lo qué pasó, me mantuve detrás de Mikasa, quien se elevó encima de su caballo, iríamos a por Eren.-¡Vamos!-me eleve, dejando mi caballo atrás, para observar cómo Mikasa dio vuelta al titán acorazado para así yo poder tener acceso a Eren, pero Berthold se había movido rápido, y los ojos verdosos azulados del chico que tenía mi corazón, me miraron con miedo.
-¡Ahhhh!-grite fuertemente cuando aquel titán me atrapo, era como si me hubiera dejado inmóvil, todo mi interior parecía quebrarse.
Mi vista se nublo, todo en mi se quebró. Deje caer el mango de mi espada, y con ella, mis hojas. Cerré mis ojos y veía lejos a Mikasa, ni siquiera podía ver a Eren. No sabía si moriría, pero sólo sé que no sentía nada, como si estuviera preparada para morir, después de dar una buena pelea, pero no era el día. Aquellas grandes manos dejaron de asfixiarme, y mi cuerpo estaba siendo atrapado por otros brazos. Podía ver de manera borrosa, el rostro de Jean. Me aferré a él, mientras que me dolía cada fragmento de mi cuerpo, y sentía como el viento removía mi cabello, el cual estaba suelto. Estaba encima de su caballo, mientras que él me sostenía con fuerza para que no me cayera. Buscaba mirar el cielo, pero mis lágrimas salieron solas cuando visualicé como aquel comandante aún seguía con vida, y fue el único capaz de desprender a Eren de Berthold. Él fue rescatado, y cayó en su caballo, mientras que pude ver en el aire cómo Mikasa retomaba aquel fragmento de su vida, a Eren Jeager. Sonreí, lo habían rescatado.
-Jean... -susurre, visualizando aquellos ojos mirarme.-Lo hizo, lo rescató.-sonreí de lado, observando como Jean todo agitado y sudado, asentía.
-¡Soldados, retirada!-podía escuchar de lejos la voz de Erwin, mientras que yo tosía, y sentía un amargo sabor en mi boca.
-Amaya, resiste.-pedía Jean, veía preocupación en su rostro, y podía ver su capa manchada de sangre, estaba tosiendo ese líquido, por dentro estaba podrida, estaba hecha añicos.-Por favor, resiste.-me pedía, pero pude sentir como el suelo tembló más fuerte, y como la sombra de un titán nos opaco.-¡Reiner cabrón! ¿Ahora nos lanzas titanes!-gritaba Jean.-¡Armin, Amaya está muy herida!-expresaba Jean, dirigiéndose al rubio que estaba aún lado en su caballo.
-Amaya, todo estará bien.-alce la mirada, observando a Armin, quien me miraba con ese dulce rostro, él se adelantó, y continuó, pero yo me tambalee del caballo de Jean, cuando visualicé aquella imagen
-¡Amaya, espera! ¡Quédate quieta!-me pidió él cuando me baje del caballo, no podía mantenerme de pie, pero debía llegar hasta aquella persona.
-¡Sigue sin mi!-le pedí a Jean, llevando la mano a mi costado, mientras que él se negaba.-¡Confía en mi!-le dije, y él, bufo, para así, irse, mientras que yo caminaba hacia ese hombre tirado en el suelo.-Comandante.-le llame, para intentar levantarlo con mi poca fuerza.
-Suéltame, a mi me pueden reemplazar.-expreso él, mientras colocaba todo su peso en mi, yo solo quería llevarlo hasta su caballo, quería salvarlo como él me había salvado a mi.
-Te equivocas.-le dije, casi cayéndome de rodillas, mientras que sangre brotaba de su brazo perdido, pero no me importaba manchar mi capa.-Nadie puede reemplazarte, Erwin.-le dije, cuando pude llegar hasta su caballo blanco, y con fuerza, levantarlo.
-¡Amaya!-me grito, cuando caí al suelo casi inconsciente, mientras que veía más allá el atardecer, era un infierno lo que veía, y lo que se sentía adentro de mi.-Tu tampoco podrías tener reemplazo.-se bajo del caballo, y podía sentir como me levantaba.
-Quizás no tenga reemplazo, pero no pertenezco aquí, mi corazón no encaja aquí.-musitaba vagamente con dolor, mientras que volvía a llorar, recordando todo.-¡Yo no soy una de ustedes!-grite en sollozo, mientras me aferraba a él.
-Eres parte de nosotros desde que elegiste unirte al cuerpo de exploración. Eres uno de mis soldados más valiosos, porque aunque seas una niña, tu corazón puro y lleno de vida, me hace confiar en que darías tu corazón, como lo hiciste hoy.-decía, subiéndome a su caballo, mientras que él subía con dificultad.-No importa lo que pase, yo confío en ti, como tú confiaste en mi aquel día que te uniste... -dijo, mientras que mis ojos se cerraban, viendo todo negro.
───
Próximo capítulo: A donde ir.
Amaya intenta recuperarse físicamente de sus heridas, mientras que debate una pelea mental, su cercanía con Eren se hace más profunda.
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