𝐨𝐜𝐡𝐨
Viviendo en una mentira.
───
-¡Amaya!
-¡Ah!-tome una bocanada de aire, volviendo a retomar mi conciencia, despertándome de aquella agria pesadilla, que de seguro; me perseguirá hasta mi último día.
Lleve mis manos a mi rostro, y lo tape. La luz del sol se adentraba a los dormitorios de la cabaña, la mayoría ya se estaba despertando, muchos continuaban como si nada, pero para mi, aún era pesado. Me quede unos momentos acostada, sin ánimos de levantarme, no sabía cómo dar cara, pese a que nadie supiera, lo que había visto. Los días habían pasado, máximo, solo dos. Se sentían lentos, y tensos. Mi mente estaba nublada de emociones que me atrapaban, y cegaban mi razón. Me levante para ir a las regaderas, y ducharme. Debía ser casi medio día, supongo que pronto sabríamos algún dato de él, de Eren. Su cama estaba vacía, luego de todo lo que hizo por ayudarnos a recuperar el distrito de Trost, había sido puesto bajo prisión, por el desconocimiento de su poder de titán, y el porqué un humano lo portaba. Claramente, podía dar respuestas detalladas sobre eso, pero no hacía gracia que lo hiciera. Deje que vagamente el agua tibia cayera en mi cuerpo, mientras recordaba la sensación de haberlo tenido en mis brazos. Lo apretaba con fuerza, y no deseaba soltarle, incluso aunque Mikasa hubiera llegado, no le permití que me lo arrebatara. Había sido insensata, muchos pudieron descubrir lo afligida y entrelazada que estaba hacia Eren, debido a sentimientos que vagaban en mi corazón, me hacia débil, y lo noté ese día. Intentaba de estar aislada, dándome cuenta que me había ido más a fondo con estas personas, y que ahora sería inevitable no fraccionarles más el corazón cuando sepan, nuestras verdaderas intenciones.
El agua continuaba cayendo, me sentía impotente, y deseaba evitar mi propósito aquí, y es que, todo cambiaba ahora al saber que Eren portaba al titán de ataque; y que de seguro, nos llevaría al titán fundador, si no era que él ya lo tenía en sí mismo. Temía por su vida, y por lo que sucedería en cuanto descifrara todo lo que albergaba su gran poder. Ahora, mi única postura era, estar al margen. Apague el grifo, sintiendo un vacío, había un gran silencio abrumador, pero mi conciencia continuaba despedazándome por dentro. Seque mi cuerpo, y me vestí. Hipócritamente me coloque aquel uniforme, el cual debía hacerme sentir honrada, pero no era así, era una maldita falsa, y me había dejado consumir en esta irrealidad, de la cual no deseaba huir. Me senté en el borde de mi cama, llevando mi cepillo a mi cabello, y peinándolo en una coleta, mientras que me sacaba algunos flequillos. Observe alrededor y sabía que no sólo la cama de Eren yacía vacía, si no, la de muchos compañeros que habían dado su vida allá afuera, y yo aún estaba aquí, viva. Me levante, y me quede en silencio en aquel escritorio de adorno para quien quisiera sentarse. Estaba sola, sin nadie, así que saqué aquel papel y lápiz, y escribía. No había nada mejor que colocar los sentimientos en un trozo de papel vacío, era la mejor terapia, pero había pasado mucho y el papel, estaba forrado de palabras.
-¿Amaya?-la voz de Armin me sobresaltó de mis pensamientos, y de mi mano temblorosa, algo precavida, tapé el papel, alzando la mirada y encontrándome con sus ojitos apagados.
-¿Qué sucede?-le pregunté ante notar su triste expresión.-¿Estás bien?-le pregunte curiosa, y él vagamente asintió, obviamente aún procesaba lo que había estado pasando.
-Jean vino hacia mi, no se atrevía acercarse a ti. Así que me envío.-me tense ante ese nombramiento, yo no sabía cómo darle cara tampoco, pero claramente no era la misma razón por la cual él no se acercaba a mi.-Cuando halló el cuerpo de Marco sin vida, rebusco en sus bolsillos, y encontró esto.-mis suspiros se entrecortaron, y vi la mano de Armin estrechada con un papel doblado, y con gotas de sangre seca.-Parece que Marcó lo había escrito para ti.-aclaró.
-"Si no logró vivir, quisiera que jamás me olvidarás, y que pelearas en mi honor, pero si logro vivir, solo quiero una cita, y estaré muy agradecido".-mis ojos estaban abiertos como platos, y mis manos temblaban sosteniendo aquel trozo de papel, mientras que procesaba esas palabras desgastadas por la tinta.
-Jean aún está muy dolido.-me decía, mientras que baje el trozo de papel, y me mantuve cabizbaja, con mis ojos cerrados.-Sabía que Marcó no te gustaba, pero, aún así eras muy buena con él. Por eso, quizás no se atrevió a venir y dártelo, no quería ver tu expresión.-la mano de Armin toco mi hombro, como un tipo de consuelo, yo no merecía esto.
-Gracias, Armin. Lo guardaré.-le indique, doblando nuevamente el papel, para colocarlo en mi bolsillo.-No habrá manera que me perdone por esto... -susurré, recordando a Marco, y como él me gritaba para que lo ayudara, pero no lo hice; lo deje morir ese día, y conmigo, una parte.
-Armin.-la puerta abierta presentó la imagen de Mikasa, quien yacía con una mejilla cortada, debido a un ataque de Eren, en su forma de titán.-No tenemos mucho tiempo.-indicó ella, quedándose en el margen de la puerta.
-¿Qué sucede?-pregunte, ante la tensión en el ambiente, que ambos trajeron.
-También, he venido porque policías militares están afuera de la base.-indicó, y rápidamente me levante tensa ante eso, asustada.-No es por nada.-me aviso de manera extraña, ante notar mi actitud.-Pidieron nuestra asistencia para el juicio de Eren.-indicó, a lo que alce mi ceja.
-¿Juicio de Eren?-pregunte confusa, y le mire extrañada ante eso.-¿Por qué un juicio?-volví a preguntar, algo preocupada.
-Si, definirán si su poder es una amenaza, o una alianza.-él intentó de relajar su expresión, pero estaba igual de preocupado que yo.-En pocas palabras, si debe vivir o morir.-esclareció más, empeorando lo que sentía.
-Yo no creo que él sea una amenaza.-indique, dejándome caer encima del escritorio, y sentándome de manera pesada, mientras que llevaba mis manos a mi rostro, y lo tapaba.-Él no es la amenaza... -suspire, recordando lo que sucedió, aquel jodido día.
───
Dos días antes.
Distrito Trost; Restauración
───
Estaba detenida en aquel tejado, veía lo que sucedía a mi alrededor, y como claramente, luego de un conflicto decisivo, habían llegado a una conclusión. Más allá, Eren debía estar portando nuevamente su titán, aunque se le creyó una amenaza desconocida, e incluso, el enemigo, el comandante de las tropas de guarnición; Dot Pixis, un señor bastante conocido y respetado por su sabiduría, le dio la confianza para mantenerlo con vida, creyéndolo una clava para salvar el distrito Trost. Armin había ideado al azar un plan, en conjunto conmigo. Se sellaría el boquete que se había creado, con un pedazo de roca gigante, y así, se impediría el adentramiento de los titanes puros. Mi deber, como el de algunos soldados, era velar que Eren se enfocara en su misión y objetivo, ya que era claro que no portaba mucho conocimiento de lo que era, o al menos, eso era lo que decía él. Yo le creía, porque sabía la situación, y que realmente, él ni siquiera sabía que portaba dicho poder, pero necesitaba respuestas, y él saber cómo había podido adquirirlo, ya que solo hay una agria manera de que puedas portar un poder de titán. Tenía intenciones de removerme, de una manera sigilosa, sin llamar la atención de algún supervisor, pues tenía claro que debía acatarme a la orden de vigilancia en la primera línea, esto debido a mis habilidades y fuerza contra los titanes, estaba en formación de defensa, pero una inquietud agobiaba mi razón. Obtuve la oportunidad, y me impulsé en el aire con mi equipo de maniobras tridimensionales.
Sabía que en algún lugar, mis dichosos aliados estarían revolcándose ante el plan que yo había ayudado armar, de seguro me reprenderían, sabiendo lo difícil que fue el que Berthold creara un agujero sin que le descubrieran, pero era aquí donde me maldecía. No sabía si hacía lo correcto, no sabía si Marley tenía razón, o si Paradis siempre fue inocente, solo sabía que deseaba defender a Eren a toda costa, y que de seguro mi objetivo cambió desde que supe lo que portaba dentro de su ser. Un grito de ayuda me alertó, uno que reconocí y me estremeció. Buscaba de manera desesperada de donde provenía ese grito, hasta que elevada en el cielo, los vi. Abrí mis ojos grandemente, y de un fuerte impulso, llegue hasta allá, visualizando cómo Reiner tenía retenido a quien conocí, como a Marco. La confusión me invadió, notando como Berthold yacía allí, y Annie también. Parecieron sentirme, pues sus miradas se alzaron, y me atraparon en ella. Deslice con delicadez, pero con prisa, y los ojos de Marco me miraron detenidamente, de manera inquieta. Él yacía asustado, y estaba intentando de no pensar que esto era lo que pensaba, y que solo era una maldita confusión.
-¡¿Qué diablos haces?!-me dirigí hacia Reiner, confundida, sin saber que sucedía y él porque retenía a Marco, quien yacía asustado.
-Esto no tiene gracia, imbécil.-Annie habló entre dientes, resentida y asustada, pero no entendía nada de lo que sucedía, yo solo miraba como Reiner retenía a Marco en el suelo del tejado.
-¡Ayúdame por favor, se han vuelto locos!-me pidió, y mire a Reiner, de manera fulminante ante el grito de Marco, con intención de ayudarle, pero Berthold se interpuso entre medio de mi.
-Nos ha oído hablando, no puede seguir con vida. Es lo que le acabo de decir a Annie.-me indique Reiner, y algo en mi se removió, era la humanidad, la maldita humanidad y el cariño que hizo que me estremeciera ante esas palabras.
-¡Se acerca un titán!-indico Berthold, ante un leve retumbar que se esbozó en nuestros oídos, y yo tan solo sentía algo de ansiedad, y de cómo el pánico me empezaba atacar.
-¡Annie, quítale el equipo de maniobras tridimensionales!-las palabras de Reiner dirigidas a Annie me llenaron de desespero, pero el ver que ella no se movió, y eso me llenó de calma, que no duraría.
-¡¿Qué?!-pregunte agitada hacia él, sabiendo sus intenciones, tenia a Marco asustado.-¡Suéltalo!-le pedí, hasta que sentí los fuertes brazos de Berthold apretarme por detrás, y retenerme.-¡Reiner!-grite, intentando de sacarme del agarre de Berthold, pero me apretaba con fuerza.
-¡Rápido!-le pidió Reiner a Annie, levantando a Marco del piso para crear más facilidad, y Annie no se movía, no dejaba de mirarme cortamente para volver a mirar a Reiner.
-¿Por qué yo?-pregunto ella, mirándole desconcertada ante lo que le estaba pidiendo, y mi pecho empezaba a subir, y a bajar, todo se estaba estremeciendo a mi alrededor.
-¿Es que ahora sientes apego a esta raza demoniaca?-Reiner se dirigía a Annie, y ella solo le miraba aún más desconcertada.-Si no es así, ¡demuéstralo!-le pidió en aquel grito, en aquellas palabras consumidas por su propia manipulación, y deseo de llevar el honor a nuestra nación, pero esta no era la manera.-Demuestra que tu papá y tú, no son como esa raza demoniaca.-añadió, estremeciéndola, pero a su vez, convenciéndola.
-¡No!-pedí con desespero, intentando de soltarme de Berthold, estaba hasta pataleando, pero él no me soltaba.-¡Annie por favor! ¡No somos asesinos!-le decía a ella, pero aunque ella deseara, no me daba ni una mirada de esperanza.
-Llévatela.-pidió Reiner a Berthold, a lo que me negué, y mire a Reiner de una manera tan llena de desprecio.
-¡No!-rogué, para así intentar de morder mi mano, con el objetivo de sacar por primera vez en mucho tiempo, el poder de mi titán.-¡Suéltame, suéltame!-gritaba a Berthold, quien me arrastraba, y llevaba mis brazos hacia atrás de mi espalda, para evitar el que me convirtiera.-¡Por favor!-le pedí desesperada, viendo los ojitos de Marco mirarme, exclamando ayuda.-¡Marco! ¡Marco, perdóname!-le gritaba ante tener la fuerza de Berthold sobrellevar la mía, pero al menos atrasaba el que me llevara lejos.
-¡No! ¡Annie, detente, por favor!-Marco gritaba desesperado, y Annie no se detendría en quitarle sus equipos.-¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué, Annie?-preguntaba él, asustado y entre lágrimas, no pude evitarlo.
-¡Ah!-grite fuertemente.-¡No! ¡Berthold suéltame!-seguía rogando, impidiendo que me llevase lejos.-¡Esto no tiene que ser así, Reiner por favor!-él no me miraba, ni siquiera se estremecía, ni Annie, quien nerviosa ante el llanto de Marco, continuaba quitándole las correas.-¡Ayuda!-grite fuertemente, de una manera desgarradora, pero Annie ya le había quitado el equipo de maniobras, lanzándolo hacia dentro de un hogar.
-¡Vámonos!-exclamó Reiner, tirando a Marco en el suelo, y yo me solté bruscamente de Berthold, con la intención de ayudar a Marco.
-¡No!-grite fuertemente, pateando a Reiner.-¡Marco, levántate!-le pedí, pero él estaba aturdido, y tan solo veía como Reiner agarro mi cintura, aferrándome a él, y elevándose en el aire, mientras que yo dejaba a Marco allí, sin esperanzas de vivir más allá de lo que él deseaba.
-Esperen, por favor. ¿Por qué tienen tanta prisa?-todo se volvió lento, y solo escuché esas pesadas palabras.-Si ni siquiera... ¡hablamos!-grito, mientras que nuestros cuerpos cayeron en un tejado, cercano a él, y yo tan solo, me estremecí de ira y miedo.
-¡Cabrón!-empuje a Reiner, y fui a impulsarme en el aire, pero los dos hombres me aguantaron, y me colocaron boca abajo en el suelo.-¡No!-gritaba.-¡Annie, por favor!-ella me miraba entre lágrimas, y yo solo escuchaba a Marco gritar, pidiendo ayuda.
-¡Amaya!-gritaba él, y mi corazón se empezaba a llenar de temor, pero Reiner me apretaba con tanta fuerza, que no podía moverme, tenía su rodilla encima de mi espalda, y sus manos apretaban mis brazos hacia atrás.
-¡Mmh!-mi boca estaba siendo tapada, y mi cuerpo estaba espetado contra el suelo del tejado, no me dejaban ni respirar bien, me estaban lastimando físicamente, pero más allá, mental.
Mis ojos se humedecieron, y mi cuerpo se estremeció cuando aquel titán desprendió el cuerpo de Marco en su boca. Él hizo su último intento de salvarse a través de sus gritos, y de esos empujones, pero no pudo, y no hicimos nada para evitarlo. Mi cuerpo dejó de sentir, como si hubiera perdido inmovilidad, y también, las ganas de estar respirando, porque le habíamos arrebatado a Marco, su vida. Mis ojos aún estaban abiertos como platos, mi garganta estaba caliente, sentía esas ganas tan desgarradoras de sollozar a través de un grito lleno de ira, y de impotencia, pero era tan débil, que no podía sacarme a Reiner de encima; hasta que pareció perder su fuerza, y pude levantarme. Me quede arrodillada, y cabizbaja. Sus gritos estaban retumbándome, mi cuerpo se congelo por completo, y no sabía cómo reaccionar. Mi cabeza empezó a doler, a doler tan fuerte, que lleve ambas manos a cada extremo de mi cien. Negaba lo que había visto, y lo que había dejado que sucediera, no tuve el valor suficiente para enfrentar a mis amigos, pero nadie podía culparnos, no sabíamos que la vida sería así de difícil, pero yo no quería esto. Mis manos estaban manchadas de sangre, una sangre que solo yo sería capaz de ver, y mi conciencia había quedado maldita para siempre, hasta el día en que decidiera expiar mi alma de mis pecados, y morir. Porque estaba segura que lo único que merecía, era la muerte.
Los latidos de mi corazón se sentían lentos, y mi mirada estaba perdida en el enojo que sentía a través de las personas alrededor de mi, impidieron que pudiéramos llegar a una acción sana, impidieron que hiciera lo correcto. Llore, y desee arremeter contra Reiner, pero él estaba más dañado que yo, porque él estaba cayendo en cuenta de lo que había hecho, y lloraba aturdido. Mis manos temblaron, y tenía ganas de impulsar mis hojas en su pecho, e incluso, dejar que un titán vagamente me comieran, y perder toda la vida aquí, porque no era capa de continuar con esta misión, no después de este día. Tape mi rostro, llena de lágrimas y sentí como Annie, llorosa y con su cargo de conciencia más podrido que el mío, me aferro a su cuerpo. No deseaba mirarles, a ninguno de ellos, todos habíamos hecho algo tan frío y terrible, que jamás podría perdonarles, pero no tenía opción, así que ella me llevo en los aires, alejándome de esa escena. Mi mano se estiró, con el deseo de volver a sentir una vez más la de Marco, su mirada y su voz quedarían en mi mente, era como si me hubiera clavado una estaca en el corazón, porque pese a todo, era mi compañero, y se ganó mi amistad. Ahora, no había manera de que pudiera seguir con esto, mi humanidad se fue ese día.
Sus ojos húmedos estaban plasmados en mi mente, al igual que sus gritos. Pidió ayuda, deseaba vivir más que nada. Recuerdo que no sé cómo obtuve fuerzas, pero mis nudillos desprendieron el rostro de Reiner, hasta el punto de sacarle sangre por cada extremo de sus labios, y de ambas fosas nasales. Estaba encima de su cuerpo, y mis nudillos empezaban a desprender la piel, me ardía pero no me detenía. Le odiaba, más que nada. Maldecía su nombre, lo maldecía por completo. No importo que Berthold y Annie me aferraran a sus cuerpos, llore sentida por lo que me habían hecho pasar, lloré de ira y impotencia, de sentimiento ante el cariño que le había tomado a ese niño. Recordaba ese día, como el comienzo de una pesadilla de la cual no podríamos escapar, y pese a que Eren Jeager había sellado el muro, yo no celebraba ningún triunfo, pues nuestras acciones llevaron a la muerte injusta de un ser humano vivo como Marco. Mis rodillas estaban peladas, y mi garganta estaba desgarrada, mi voz se colocó ronca, y mis ojos estaban hinchados. Mi vida se llenó de tristeza, y lloré. Lloré tan fuerte que el cielo se colocó gris, y logró que las gotas de lluvia me arroparan. Marco, no había manera de que pudiera olvidar lo que te hicieron, y fue por eso que hoy viviría, como tú quizás deseaste que lo hiciera.
───
Actualidad
───
Mis ojos estaban humedecidos, y frente a mi podía ver a Armin mirarme detenidamente. No solo el, si no, Mikasa. Ella también me miraba con confusión, ambos desconocían lo que iba rondando por mi mente, pero la vida me estaba agrietando cada vez más en el hueco de nuestra mentiras, fue eso lo que pensé cuando sus brazos me arroparon en un cálido abrazo; uno que yo no merecía. Ambos juntaron sus brazos, y me acorralaron, me dieron la calidez de una amistad llena de bondad, de un consuelo que no debía merecer ser calmado, pero aún así ellos estaban aquí. No supe cómo aceptar aquel acto, no lo merecía, y años después, ellos comprendieron el porque de este día. Aún así, lo único que pedí el día en que lo supieron todo, fue que me entendieran, que yo no estaba aquí porque quería, ¿como iba a saber que la vida sería así? No lo sabía, pero ahora, nuestras acciones sobrellevaron a cargar más la ira del hombre que estaría frente a mi en un futuro, Eren Jeager; el amor de mi vida, a quien perdí, el día en que me fui, y jamás volví. Continuaba aferrándome a sus cuerpos, y mis lágrimas cayeron en sus ropas, pero me mantuve en silencio sin exclamar ningún tipo sollozo, debido a lo que estaba sintiendo a mi alrededor.
-Debemos irnos, se nos hará tarde.-pidió Mikasa, desprendiéndose del abrazo con cuidado.-Vamos.-pidió, mientras que Armin también se desprendió de mi con cuidado.
-Espera.-pidió Armin, notando cómo no me movía.-No tienes que ir, si no te sientes bien, lo mejor es que te quedes aquí.-dijo él, pero Mikasa lo miro en desacuerdo.
-Se que esto sonará egoísta, pero somos los únicos testigos que Eren tiene, él nos necesita.-expresó Mikasa, mirándome.-Él es tu amigo.-indicó, cómo si deseará recordarme todo lo que él ha hecho por mi.-Lo estabas protegiendo aquel día, ayúdanos a protegerlo una vez más.-pidió ella, y yo tan solo asentí.
-Espérenme afuera, un momento.-les pedí, para ver cómo ellos asentían, y me daban la espalda, aislándose de mi para salir de la puerta abierta.-No me perdonare, pero jamás te olvidare... -dije en un susurro, sacando aquella carta de mi bolsillo, para así, besarle.-Será hasta luego, Marco... -continúe susurrando, guardando la carta nuevamente, para así, recoger las cartas que escribía en el escritorio y colocarlas debajo de mi almohada.
-¿Lista?-me preguntó Armin desde el margen de la puerta, a lo que yo le asentí, para así ver cómo él se iba hacia afuera.
Respire hondo, y pase por aquella cama, la cual estaría vacía. Marco dormía abajo, y Jean arriba, pero de seguro ahora, no había manera de llenar ese hueco. Camine vagamente, y como si todo mi cuerpo estuviera pesado. Sentía esas ansias de llorar, pero ya había llorado lo suficiente. Salí afuera, y recibí la brisa fresca del viento, la cual removió mi coleta, y deseaba darme esperanza, pero no había ninguna que me salvara de este hoyo. Las miradas de Armin y Mikasa estaban colocadas en mi, mientras que les acompañaban policías militares, con quienes accedimos en acompañar a donde se encontraría Eren. Me coloque entre medio de ellos, como si mereciera su confianza, pero no era así. Caminaron a mi lado, y creyeron en mi fuerza, incluso empatía que sentía hacia ellos. Me consumía el remordimiento, y la conciencia no me dejaba estar en paz, pero caminé, con intención de ayudarles, porque era lo menos que podía hacer por ellos. A través del andar, antes de que pudieran ocuparnos en las carretas para irnos a la ciudad, les vi. Más allá, en el patio, se podía ver a Reiner y Berthold, solos y aislados. Sus miradas se concentraron en mi, pero yo no pude mirarles con más desilusión de la usual.
Me estremecí, estaba sintiéndome de esta manera por ellos, y solo recordaba en cómo me aferraron a sus creencias, como me arrastraron a esta inmunda crueldad. Rompí la conexión de miradas, como la confianza, y la seguridad de la amistad que teníamos, eran años y recuerdos que nos unían, pero todo en un día había colapsado. Me monté en la carreta, entristecida y cabizbaja, para así, irme. Me quede entre medio de Armin y Mikasa, y ellos parecían desear empatizar con lo que sentía, pero moriría de desagrado al saber lo que abundaba en mi podrido ser. Cabizbaja, deje que mis lágrimas cayeran en el suelo, sin que nadie me viera. Estos fueron los días en donde sentí dolor, en donde se empezó a consumir, volviendo un gran hoyuelo que no me dejo ser feliz. La esperanza quería adentrarse, pero no podía. Estaba tan vacía y resentida, cubierta de emociones que me consumían más de lo usual. Lo único que tenia en mente, además de las desgarradoras imágenes de Marco, eran los ojos de Eren. Mi ser se estaba transformando, y a pesar de tener resentimientos, y falta de conocimiento a lo que era esta Isla, quería una sola cosa; proteger a Eren, y estaba segura que aunque eso costara mi vida, y la enemistad de Marley, iba a protegerlo. No solo porque le quería, si no, porque Eren merecía tener la libertad que jamás había tenido, y aunque me costara, iba a dársela.
───
Próximo capítulo: Un juicio justo.
Amaya, junto a Armin y Mikasa, se presentan en el juicio de Eren, mostrando su apoyo, mientras que nuevos personajes se adentraran a sus vidas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro