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𝐜𝐚𝐭𝐨𝐫𝐜𝐞

La vida que nos une.

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Corría, mientras sonreía. Mi cabello estaba amarrado, pero tenía ganas de soltarlo para que jugara con el viento. Mis amigos estaban a mi lado, siempre jugábamos, aunque seriamos reprendidos de seguro. Éramos niños, sólo disfrutábamos lo que en un futuro no imaginaríamos que pudiéramos disfrutar. Mi mano sostenía la de Colt Grice, siempre fue protector conmigo, desde que era más pequeña, nuestras madres fueron grandes amigas en aquel entonces. Frente a nosotros, Reiner y Berthold corrían juntos, como siempre, todo era ellos, o no podría ser. Aunque así fuera, atrás suyo, y a mi lado, estaba Annie, su fría expresión aún no había nacido, éramos inocentes de lo que nos esperaba, y veía como también Pieck intentaba de alcanzarnos junto a Marcel, y su pequeño hermano Porcco. Éramos un buen grupo, donde todos fuimos criados desde pequeños como nuestras familias, éramos amigos, y siempre sería así, sin nada que pudiera cambiarlo. Nos detuvimos en seco, mientras que teníamos nuestra respiración entrecortada. Estábamos a lo alto de la cima, observando claramente un campo de entrenamiento, para aquellos que defenderían nuestra nación.

No imaginábamos que nuestra vida terminaría ahí, que todo lo que algún día soñamos, se perdería en un abismo que nunca podríamos encontrar. Uno había muerto, los otros cuatro se encontraban lejos de esta nación, y los que quedaban a mi alrededor, parecían no estar. Con frustración restregué mi rostro con aquella fría agua del lago donde me observaba, podía ver mis raspaduras en mis mejillas, pero estaba bien, o al menos intentaba de estarlo. Me había arriesgado demasiado, pero, no me arrepentía en lo absoluto de haber salvado a Eren. Estaba segura de que debían preguntar dónde estaba, o a donde me dirigía, pero sin duda, la rabia me cegaba, y no mediría mis fuerzas. Me giré, y la mire detenidamente. Caminaba con lentitud, y su expresión estaba fría, como si supiese que algo rondaba por mi cabeza en su contra, pero no pude aguantar, ya había aguantado demasiado. Su postura y la mía se organizaron rápidamente, nos sincronizamos como si hubiéramos leído nuestras mentes, estábamos en desventaja, ambas entrenábamos juntas desde niñas, sabíamos cada uno de nuestros movimientos.

Mi nudillo traspasó la mejilla de Annie, las palabras no salieron de nuestras bocas, estábamos en un desahogo que nosotras ni siquiera podíamos entender. Me giré con rapidez, y esquive su patada, bajándome, para así, derivarla a través de las piernas, logrando que cayera al suelo. Me coloqué encima de ella, y golpeé fuertemente su mejilla, tanto, que sentí un leve calentón. Ella mordió su labio, e intentaba de que yo estuviera bajo de ella, pero estaba enojada, y solo recordaba las cosas que tuve que aguantar. Se incorporó, y pateo mi estómago, lanzándome lejos de ella, haciendo que emitiera un leve gemido de dolor ante eso. Me incorpore, pero pateo nuevamente mi estomago, y me tumbo al suelo. Retome aire, y ambas en pies, empezamos a lanzarnos golpes, ella apretó su brazo en contra de mi cuello, me bloqueaba, dejándome sin aire, mientras que tan solo recordaba los ojitos llorosos de Marco, y como Annie quitaba su equipo de maniobras tridimensionales ese día. Mis ojos se humedecieron, y comenzaba a recordar, comenzaba a recordar ese maldito día que no podía sacarme de la cabeza; ni aunque lo deseara con todas mis fuerzas, no podía hacerlo, me dolía, aún Marco me dolía.

-¡No! ¡Annie, detente, por favor!-Marco gritaba desesperado, y Annie no se detendría en quitarle sus equipos.-¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué, Annie?-preguntaba él, asustado y entre lágrimas, no pude evitarlo.

-¡Ah!-grite fuertemente.-¡No! ¡Berthold suéltame!-seguía rogando, impidiendo que me llevase lejos.-¡Esto no tiene que ser así, Reiner por favor!-él no me miraba, ni siquiera se estremecía, ni Annie, quien nerviosa ante el llanto de Marco, continuaba quitándole las correas.-¡Ayuda!-grite fuertemente, de una manera desgarradora, pero Annie ya le había quitado el equipo de maniobras, lanzándolo hacia dentro de un hogar.

-¡Vámonos!-exclamó Reiner, tirando a Marco en el suelo, y yo me solté bruscamente de Berthold, con la intención de ayudar a Marco.

-¡No!-grite fuertemente, pateando a Reiner.-¡Marco, levántate!-le pedí, pero él estaba aturdido, y tan solo veía como Reiner agarro mi cintura, aferrándome a él, y elevándose en el aire, mientras que yo dejaba a Marco allí, sin esperanzas de vivir más allá de lo que él deseaba.

-Esperen, por favor. ¿Por qué tienen tanta prisa?-todo se volvió lento, y solo escuché esas pesadas palabras.-Si ni siquiera... ¡hablamos!-grito, mientras que nuestros cuerpos cayeron en un tejado, cercano a él, y yo tan solo, me estremecí de ira y miedo.

Volví a la realidad, y la fuerza me consumió. Si me convertiría en titán, la haría añicos, pero eso me arriesgaría más de lo que ya me había arriesgado. Gruñí, y me incorporé con fuerza para apretar su brazo contra mi cuello, y hacer que pudiera alzar su cuerpo en el aire, creando que cayera de espalda y con brusquedad. Sujetaba su brazo, y veía su rostro, con mucha fuerza lleve mi nudillo hasta su nariz, y escuché un leve crujido. Mi nudillo dolió, y se pelo, pero le había roto la nariz a Annie. Sangre se desbordaba de su nariz, y veía como ella iba a defenderse, pero simplemente me aislé, y me arrodillé, retomando aire. Veía como ella llevaba sus manos a su nariz, intentando de defender el sangrado, pero la sangre caía por gotas en el césped, manchándolo. Sus azulados ojos me veían, estaba desconcertada, quizás ambas lo estábamos, pero me quede a distancia, levantándome, como si ya no quisiera hacer más, era como si tan solo hubiera venido para desahogarme debido al dolor que llevaba consumiendo por días, pero ella me transmitía mucho con esa mirada. Mire mis nudillos, yacían rojizos, y también observé como ella se quedó arrodillada en el suelo, abatida, mirándome.

-¿Es todo?-me preguntó confundida.-¿Solo querías una pelea?-volvió a preguntar.

-Es todo.-respondí, de manera fría.-Ya no me interesa nada más.-añadí, viéndola desde el suelo, con su moño algo desajustado.

-Soy tu amiga.-dijo, limpiándose la sangre.-Entiendo tú molestia, pero, somos tus amigos.-me decía, levantándose, y retomando algún tipo de energía, que no me interesaba desgastar.

-No.-denegué.-No eres mi amiga, ni tú, ni ellos.-le decía, refiriéndome a Berthold y Reiner. Annie me miró extrañada, como si tragara fríamente esas palabras.-Ya no más.-continuaba diciendo.

-¿Renuncias a nosotros?-me preguntó, aún más desconcertada, se veía afligida a lo que decía, estaba procesándolo.

-¡A todo!-le dije altamente en aquel campo, donde solo estábamos nosotras.-¡Renunció a Marley! ¡A ti, a Reiner, a Berthold! ¡A todo!-grite, mirándola con enojo.-Ya no voy a seguir con esto.-afirme.-Estoy decidida a enfrentar las consecuencias, pero Marley, ya no es algo que representaré.-sus ojos se abrieron grandemente, como si no lo creyera.

-No puedes hacer eso.-dijo, segura de eso.-No puedes hacerlo así porque si, te matarían.-expresó, mientras que alce los hombros, como si no me importara.-El honor de tu familia, ¿donde quedaría?-me preguntó.

-Yo soy el honor de mi familia.-le dije, mirándola detenidamente, con una expresión seria.-Yo represento lo que ninguno ha podido, la libertad de mi propia vida.-esclarecía.-Mi madre era una Eldiana, y la mataron delante de mi. Mi padre me obligó a permanecer en esta mierda de elite junto a mi hermana, para poder sobrevivir junto a él. Ser esclavo, no es ser una persona honorable.-detallaba, con frías palabras.-Yo haré lo que mi madre me pidió que hiciera antes de morir... -musité, tristemente, recordándola.-Me dijo, que fuera libre, que amara y que soñara.-le decía a Annie, mientras que miraba el cielo.-Es lo que haré, no importa que.-afirme.

-Esto es por Eren.-dijo ella, asombrada, y en denegación.-Es porque te has enamorado de Eren.-volvía a decir.

-Y os dije, que si iban a por él, les iba a joder todo.-gruñí, frunciendo mi ceño con enojo.-Se que no se van a detener, no pienso delatarlos, pero se las voy a poner difícil.-le amenazaba.-La lealtad que teníamos, se acabó hace dos días cuando te cargaste a esos soldados, cuando intentaste llevar a Eren lejos de mi.-le recordaba, agriamente, sus ojos se humedecían.

-Si me delatas, tú también caes.-dijo, intentando de intimidarme, mientras que sus lágrimas amenazaban por escapar.-Todos caeremos, juntos.-añadía.

-Que así sea entonces.-musité de manera agria, viéndola en denegación.-Si Marley viene, que me lleven, que me maten; no me importa, pero todos sabrán quienes eran los verdaderos demonios, todos sabrán.-dije, dándole la espalda.

Sus lágrimas salían de sus ojos, como si se sintiese traicionada, o dolida, pero era así como yo me sentía. Me giré, y caminé, distanciándome, mientras que escuché un leve gruñido de su parte, y cuando fui a girarme, había sido tarde, me había atacado por la espalda. Esbocé un gemido en cuanto me apretó con fuerza contra su cuerpo, y me dejó caer al suelo, intenté golpearla con mi codo, pero ella estaba igual de molesta, y me proporcionaba fuertes golpes en mi rostro cuando lo deslizaba con el césped, raspándome la piel, lo cual se sentía con ardor. Llevo su brazo a mi cuello, intentando de retenerme, mientras que la escuchaba sollozar con rabia, era como si ya no pudiera respirar, pero aún así, continuaba intentando de esforzarme por salirme de su agarre. Le di un cabezazo, lo cual hizo que sangre brotara de su boca, me giré, y me dio una leve patada que me hizo sentir como mi labio ardió con un leve calentón, caí al suelo, y escupí sangre, mientras que alce la mirada, y la vi en el suelo, nuevamente sentada, mientras que yo me incorporaba, pero con velocidad, ella volvió hacia mi, creando esa llave en donde yo no podía respirar, y pateaba al aire, intentando de soltarme.

-Se acabó Annie... -le decía con mi voz entrecortada, mientras que me removía, con mis ojos humedecidos.-Ya no voy a pelear más, no lo haré.-continuaba diciendo entrecortadamente.-Haces esto solo por tu padre, no lo haces por ti.-gruñía.

-¡No sabes nada!-sollozaba, apretándome con fuerza.-¡No vas arruinar este arduo camino!-continuaba diciendo, frustrada.-¡No después de que Marcel haya muerto! ¡Esto no podrá ser en vano!-sollozaba, mientras que mis lágrimas se escurrían, mezclándose con la sangre de mi mentón.

-¡Lo es! ¡Porque él ya no está!-sus músculos perdían fuerza, como si mis palabras la hubieran arruinado.-Como Marco, ya no están... -susurre, sintiendo como me empujaba, soltándome, haciendo que pudiera volver a retomar ese aire que me faltaba.

-Vete.-me pidió, quedando arrodillada.-Haz lo que quieras, enfréntate a Reiner o a Berthold, al capitán Magath, o a todo el gobierno de Marley, pero no me importa.-masculló, escupiendo la sangre que le había proporcionado ante su rota boca.

-Bien.-musité, dándole la espalda nuevamente, pero, me detuve.-Cuando todo esto se haga más grande, cuando tengas que esconderte dentro de un cristal para proteger tu vida, desearás que todo hubiera sido diferente, te acordarás de mi cuando no puedas ver a nadie, cuando estés sola en un gran sueño, y no puedas decirle a Armin lo que has sentido por él todo este tiempo.-le decía, mirándola de reojo.-Esto no es solo por Eren, es por todos ellos, que han creído en nosotros, que nos han acogido y querido, es por ellos que hago esto; es por Marco.-añadí, con una voz neutral.-Yo no os voy a delatar, no voy a decir quien es quien, ellos por si solos lo descubrirán y me atendré a las consecuencias, aunque eso incluya perderlos, aunque eso me cueste a Eren, pero seré libre de pecados, ustedes en cambio seguirán pudriéndose en la mentira.-finalice, aislándome, y caminando con leve dolor en mis brazos, incluso cuerpo.

-Está es la vida que nos une... esta es la vida que debemos llevar... -susurraba Annie, mientras que aún lagrimeaba, pero yo, continué.

Quizás rompía un lazo, una hermandad ajena a este caos, Annie siempre fue una gran amiga, y lo más probable; ella tampoco quería hacer esto. No quise mirar atrás, y simplemente, la dejé allí tirada en el suelo con el mismo valor con el que ella dejó morir a Marco, con el mismo valor con el que mató a todo un escuadrón, la abandonaba. Limpie mis lágrimas, siendo fuerte y orgullosa. Observé el cielo, aquel azulado y soleado, la puesta del sol caería en lo que llegaba de regreso. Camine, camine y me aísle hasta llegar al cuartel del cuerpo de exploración. Ya mis lágrimas estaban escasas, y sabía que algunos soldados me veían llegar, curiosos por mi aspecto, y mi caminar vago, pero los ignore, y continué al interior. Con rapidez, intente de llegar al área de aseo, para así poder limpiar mi rostro, y ponerme uno que otro vendaje. Mi labio estaba roto, y mi cuello se veía rojizo, mientras que mi mejilla algo hinchada, y con una leve abertura. Empecé a limpiarme, restregándome el agua tibia en mi rostro y cuerpo, sacando la sangre y el sucio del césped. No moje mi cabello, así que salí de las duchas, me seque y vestí, mirándome en el espejo, para colocarme cortos vendajes.

Suspire amargamente, y me peine, haciéndome una coleta, dejando mis flequillos afuera. Un reflejo de mi hermana Pieck se adentró en mi en cuanto me mire al espejo, pero evadí cada pensamiento que me llevara a ellos, a mi familia, saliendo del área de aseo, caminando por los pasillos. Camine, observando los rayos del sol adentrarse por las ventanas, y a través de esos pasillos pude ver un balcón, donde podía ver de espalda a ese hombre. La postura que llevaba, era una fría y de fortaleza. Veía al capitán Levi, tomar aire y parecer pensativo, le di su espacio, por respeto al luto que estaba cargando en sus hombros, y continué, lamentando como debía estar sintiéndose. Continué, pasando por uno que otro pasillo, y deteniéndome en aquellas columnas. Suspire, y me senté aún lado de quien estaba allí, quien me miró con sus azulados ojos como si me examinara, y quisiera determinar lo que me había sucedido, confuso continuo mirándome, pero me mantuve en silencio aún lado de Armin, dejando que él mismo creara sus dudas. Le mire, y sonreí de lado, lo cual le hizo quedar un poco más impresionado, procesando mi corta carisma.

-¿Qué te pasó?-me preguntó curioso, observando mis vendajes.-No tenías tantos golpes.-afirmó, recordándome anteriormente.

-Me caí.-le dije, lo cual era absurdo, pero él, asintió, sin preguntar demás.-¿Como está Eren?-le pregunté, viéndole.

-Está descansando, Mikasa está con él.-respondió, sereno, como si algo estuviera rondando por su mente.-Cuando ella salga, podrás ir a verlo, de seguro a él le encantaría.-comentó, sonriendo de lado.

-¿Y cómo estás tú?-pregunte curiosa, tocando el vendaje que estaba en su frente, acariciando su rubio cabello.

-Estoy aún algo aturdido por lo que ha estado pasando.-me decía.-Pero dentro de todo, bien.-añadió, con una voz tan suave.-Estamos vivos, y eso es lo que más importa.-continuaba diciendo, asentí.

-Me alegra que estés vivo, Armin.-comente, mirándolo detenidamente, mientras que él me miraba de una manera que no determinaba, era como si me examinara.-¿Qué sucede?-le pregunte curiosa, mirándolo.

-Amaya, creo saber quien está detrás del titán femenino.-me quede helada ante sus palabras, estaba segura que no se refería al otro titán que porte; ese qué visualizaron.

-¿Afirmaron que habían dos titanes?-le pregunté, y él se encogió de hombros, parecía confuso.

-Eren dice que recuerda haber visto a otro titán, dice que intento ayudarle, pero luego se desapareció, se esfumó con el vapor.-me contaba, en un tono bajo.-También dijo que por un momento, recuerda haberte visto arrastrándote debajo del titán.-musitó, mirándome detenidamente mientras que mi corazón se aceleró.-Dijo que creyó verte morir, pero que cuando te vio arrastrándote, se sintió aliviado. ¿Tú recuerdas al otro titán?-me preguntó, y cuando pensé contestar, no pude.

-Chicos.-me giré con suavidad, observando la figura de Mikasa, y como caminaba de a poco hacia nosotros, con sus brazos cruzados mientras que se envolvían en su cuello aquella bufanda.

-Mikasa.-la llame, mientras que ella se detuvo en seco, y por un momento, me examino.

-¿Qué te pasó?-me preguntó, viéndome.-Te ves hinchada.-llevo su mano a mi labio, el cual dolió cuando las yemas tocaron la herida que tenía tapada con un corto vendaje.

-Se cayó.-expresó Armin, a lo que Mikasa alzó una ceja, extrañada.-Si, yo tampoco le creo.-me removí un poco, para así evitar que continuaran mirándome.

-Parece que te peleaste con alguien.-opinó Mikasa, segura de lo que decía.-Tienes el labio roto e hinchado, y tú mejilla está rojiza, cortada e hinchada.-continuaba mirándome, pero aún así, me quede en silencio.-Deberías intentar de descansar. Perdiste mucha energía.-me aconsejo, a lo cual cabizbaja, asentí.

-¿Puedo verlo?-le pregunte curiosa, viendo como tan solo ella se sentaba a nuestro lado.

-Claro.-expresó Mikasa, mirando a la nada, pensativa.-No ha dejado de preguntar por ti.-añadió, a lo que yo la mire ante su comentario, intentando de evitar que mis mejillas se sonrojaran.

-Ya vuelvo.-les dije, distanciándome, mientras que un silencio se apoderó en aquel lugar.-... -me quede en silencio, y me metí en aquella habitación, antes de poder decir algo, pero las palabras no me salieron en cuanto le vi.

-¿Tengo alguna otra cortadura más que no haya visto?-me preguntó con sarcasmo ante quedármele viéndole, sin más que decirle.

-No, mi amor.-le dije yo.-Te ves aún así, tierno.-le halague, viendo como él suspiraba sonriente.

-El que seas cariñosa y romántica, me hace sentir más enamorado de ti.-expresó, a lo que me quede pegada a la puerta, cabizbaja, sonriendo de lado, y sonrojada.-Es solo que, sorprende que te abras de a poco, y más con un sentimiento de amor.-aún continuaba cabizbaja, y con mi cuerpo pegado a la puerta.

-No te aproveches.-dije sonriente.-Estoy enamorada de ti, pero puedo seguir siendo igual de fría.-le amenace en broma, viendo como él negaba y sonreía.

-Mientes.-afirmó, mirándome desde la camilla.-Ya no eres tan fría, dejaste de serlo hace tanto tiempo.-le mire con una expresión seria.-No solo por mi, por todos... desde que te acoplaste, has sabido querernos y cuidarnos.-dijo, de una manera tierna.

-Creo que así ha sido... -dije en un suspiro.-¿Te debería de buscar otro vendaje?-le pregunté, rondando hacia otro tema, viendo sus golpes.-Luchaste bien, pero te hizo mucho daño.-dije, preocupada.

-No soy el único que necesita más vendajes por lo que veo.-comentó.-¿Tan mal me veo?-me preguntó, mientras veía el vendaje envuelto en su cabeza, y sus verdosos ojitos apagados.

-No... no es eso.-dije yo, cerrando la puerta de aquella habitación de la enfermería, para acercarme a él, y mirarle detenidamente.-Creo que tenía mucho miedo en perderte, y verte así al menos, me alivia.-solté, observando cómo Eren bajaba la cabeza algo sonrojado.

-Yo también tenía miedo que algo malo te pasara allá afuera.-dijo él, pero su voz era fría.-Siento que no puedo protegerlos.-comentó.

-Si puedes, Eren.-le afirme con seguridad, sentándome en la silla a su lado.-Yo creo que puedes hacer lo que sea.-añadí, logrando que sus verdosos ojos, me miraran.

-¿A que costó?-pregunto.-¿Cuanto costara protegerlos?-volvió a preguntarme, de manera impotente.-¿Qué me costará lo que anhelo?-su mirada estaba aturdida, se veía entristecido.

-¿Qué anhelas, Eren?-pregunté, mientras que sus verdosos azulados ojos me miraban.

-Ser libre.-expresó, acostándose en la cama, mirando el techo, mientras que me quede abastá ante esas palabras que ya conocía.-Ven, acuéstate aquí.-pidió, haciéndome un espacio en su cama, mientras que con algo de dificultad ante el dolor de mi cuerpo, me paré, decidiéndome acostar a su lado, para observar el techo junto a él, pero mi corazón no dejaba de palpitar ante su cercanía.

-Todo tiene un costo Eren.-le dije, mientras que iba sintiendo como de a poco su mano y la mía se rozaban, buscando esa calidez, para así ser entrelazadas.

-¿Qué va costar lo que anhelas?-me preguntó, y fuertemente apreté su mano, sin que él pudiera entender.

-Todo... -susurré, mientras que me quede ahí acostada con Eren, sin él imaginar, que era a él a quien más me costaría esta maldita vida.

───

Próximo capítulo: Emboscada.
Amaya se entera que el cuerpo de exploración ya sabe quien es el titán femenino, y planean emboscarla.

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