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𝐓𝐖𝐎 ★ first half


PACIFY HIM ( ブルーロック)
O2. LA PRIMERA MITAD !

━━ CHAPTER INFO ━━
Llegó el momento decisivo: la final.
Reo nota algo en Mei que le disgusta con intensidad.
Mei se prepara para la noche más esperada del año:
la fiesta de Halloween.

ACABADOS TODOS los aspectos ceremoniales, y el sorteo del primer toque ( que por cierto, había ganado su equipo ), los jugadores se situaron en la extensa cancha. Seishirō estaba en el extremo derecho, consiguiendo una vista élite de sus rivales. Tronó sus nudillos, hombros y cuello antes de comenzar. Elevó la vista hacia el cielo, permitiendo que la corriente le refrescara el rostro.

« Si todos los días me llaman astro, hoy tendré que ser una estrella ».

—¡La alineación de hoy es una locura, Takada! En este inesperado 4 - 3 - 3, tenemos al prodigioso capitán Rin Itoshi en la delantera, y al Astroboy del equipo, Seishirō Nagi, en el extremo derecho—. Ante la mención de su nombre por parte de los comentaristas, Seishirō se encontró asediado por las miradas del público. Tendría que aprender a vivir con eso; es la esencia de ser un jugador de fútbol de su talla. —En el extremo izquierdo, nos acompaña Hyōma Chigiri. Un movimiento arriesgado de parte de Jinpachi Ego, si me lo preguntan. En el medio centro defensivo, tenemos al asesino, Tabito Karasu, y a la dupla conformada por el corazón de Blue Lock, Yoichi Isagi, y el monstruo del dribbling, Meguru Bachira, en el medio derecho e izquierdo respectivamente. En los laterales, tenemos a Kenyu Yukimiya y a el shinobi, Eita Otoya.

—¡Y eso no es todo, Ōwada! Tenemos en la última línea de defensa al fornido Rensuke Kunigami y al rey del glam, Jyūbei Aryū, conformando la barrera del equipo. Como portero, tenemos a Gin Gagamaru con sus reflejos de otro planeta. Y como de costumbre, el equipo está dirigido por el experimentado y centrado Jinpachi Ego. ¿Qué espectáculo nos ofrecerá el equipo Blue Lock en esta final? ¡Sintonicen esta emisora para saber los resultados!

Nagi miró a su izquierda. Yukimiya se ajustaba sus lentes, tragando en seco. Isagi tenía una expresión de desquiciado que, si por él fuera, lo habría internado en un psiquiátrico. Bachira jugueteaba con sus pies, impaciente por el comienzo del juego. Kunigami se rascaba la nuca y tenía esa mirada vacía, un rasgo común que era un indicio de concentración. Karasu ya parecía haber empezado a destrozar al equipo contrario solo de observarlos. Y por último, Rin, que emanaba un aura monstruosa de sí, sentimiento que no se veía del todo reflejado en su rostro.

Los 4 jueces de línea y el árbitro se habían posicionado. Y dieron el pitazo inicial.

Inmediatamente, el equipo contrario corrió a marcarlo a él, quien dió el primer toque, y a Rin. «¿Es en serio? Esto es ridículo. Y predecible » pensó, haciendo un amague, y con un fluido movimiento de pies, le lanzó el balón a Chigiri, que podría correr por la banda.

Chigiri podía correr largas distancias en segundos, lo que era una gran ventaja para el equipo Blue Lock. En un abrir y cerrar de ojos, la mitad de la plantilla contraria ya se encontraba cubriendo cualquier margen de error que diera paso a un gol por parte de Blue Lock.

Chigiri visualizó sus opciones. Nagi y Rin eran una buena opción, sin embargo, estaban marcados hasta la saciedad. Otoya y Yukimiya estaban demasiado lejos. Bajar la pelota hasta donde se hallaban Karasu, Aryū y Kunigami significaría darle el chance al rival de organizar un contragolpe. Por lo que tomó una decisión prudente: patear en dirección a Isagi y Bachira.

Isagi recibió el pase. Controló el balón con la parte interior del pie, y en simultánea, escaneaba todas las posibles situaciones a su alrededor. Dribló junto a Bachira, pasando a varios jugadores, quitándole el peso de la marca a Nagi, quien estaba más cerca suyo. El balón terminaría a los pies del de ojos grisáceos, quien fulminaba al contrario con un furibundo vistazo.

—Quítate, estorbo —espetó, enojado.

—¡Mira esto, Nagi está en el área! ¡Y que comience la magia, Ōwada! —.

Desde la tribuna, Mei Takahashi observaba todo el panorama con ilusión. « Confío en ti, Seishirō. Siempre sacas lo mejor de tí cuando es necesario ».

Anya la sacudió de los hombros sin previo aviso.

—¿Estás viendo, Mei-chan? ¡Han pasado menos de diez minutos, y Nagi-san está a punto de marcar! —exclamó, eufórica.

Seishirō recibió el balón con el pecho, bajándolo hasta su pierna dominante. Mentalmente, dibujó un plano bidimensional de la portería, a la vez que levantaba el balón a media altura.

—Tal vez si la mando directa a la esquina. . . o tal vez no —murmuró para sí mismo.

Al escuchar dicha afirmación, el arquero y el resto de la defensa se predispuso hacia la esquina izquierda de la meta. Lógicamente haría el tiro allí, ¿o no? Pobres idiotas.

—¡No lo pienses mucho, Nagi! —gritó Isagi, a la distancia.

—No planeaba hacerlo, Isagi —replicó, sin voltear a mirarlo.

La trayectoria del balón hacia la portería fue impecable. Para el equipo contrario, parecía ir en cámara lenta. En realidad, el remate del número 7 había llegado con tanta potencia que predecir su recorrido aéreo fue imposible. Seishirō, usando la física, y su excelente control del balón, contorsionó su cuerpo y disparó el balón en el sitio más improbable: la esquina superior derecha.

—¡Y eso es un gol para el equipo Blue Lock! ¡El Astroboy, con la asistencia impecable de Isagi y Chigiri, le dan vuelta al marcador inicial!

Hizo su clásica celebración: el último en pie, elevando sus brazos como si del cristo redentor se tratase. Todos los chicos se abalanzaron sobre Seishirō, quien no pudo evitar agobiarse un poco. Reo, Hiori, Kurona, Barō, y el resto de los chicos que estaban en el banco también llegaron a celebrar con los titulares.

—¡Eres una puta locura, Nagi! —exclamó Bachira.

—Pollito, me leíste la mente —Isagi despeinó su cabellera.

—Ten por seguro que el próximo es mío —Rin, haciéndose el digno, celebró sutilmente el gol de su compañero.

Nagi, sobreestimulado de atención, dejó la celebración por unos minutos. Se aproximó a la tribuna, e hizo una seña que nadie reconoció, excepto una persona.

—¿Para quién irá la seña que Seishirō Nagi está haciendo frente a la tribuna? Sería interesante saberlo, Takada.

Mei estaba perpleja. ¿Le había dedicado el gol? No, seguramente era para Anya, o eso quería creer. Allí estaba Seishirō, haciendo la característica seña de su cantante favorito —The Weeknd—. Era un "XO", cruzando sus dedos índices y juntando los pulgares.

Dejó de sobrepensar, e intentó devolverle el gesto con un pequeño discurso motivador.

—¡Bien hecho, Sei! ¡No bajes la guardia!—replicó Mei, alzando la voz. Seishirō se limitó a guiñar un ojo, dándose media vuelta, acelerando el trote hasta volver a la celebración.

—Mei, ¿soy yo, o Seishirō Nagi te acaba de dedicar un gol? —.

—¿De qué hablas, An? Déjate de tonterías —expresó, ignorando lo que su amiga estaba tratando de especular.



































—¡Y este encuentro, terminó! Con una aplastante victoria por parte del equipo Blue Lock, el marcador final queda 6 - 3, ganando el conjunto egoísta por 6 goles de ventaja, con hat trick del Astroboy, Seishirō Nagi, y del capitán estrella, Rin Itoshi. Nótese las múltiples asistencias de Yoichi Isagi, Meguru Bachira+ y Tabito Karasu, que hicieron posible este triunfo indiscutido. Con este resultado, el equipo Blue Lock oficialmente se consagra campeón de la copa universitaria regional! —.

Mei y Anya se abrazaron, vociferando su alegría sin tapujos. Anya arrastró de la mano a su amiga, a quien llevó hasta la cancha con un propósito en mente.

Estaban tan absortas en su carrera, que no se percataron del joven azabache que estaba de pie en medio de su camino.

—Creo que me golpeé contra un muro. . . —murmuró Anya, hasta que elevó la vista. Rin Itoshi la veía desde las alturas, poco perturbado por el inconveniente.

—Perdónala, Rin, mi amiga siempre está corriendo como loca —Mei se apresuró a disculparse. Conocía a Rin Itoshi; si lo pillabas cuando estaba de mal humor, podía llegar a tener un temperamento bastante. . . exótico.

« ¿Rin? ¿Estábamos hablando del mismo Rin Itoshi, el capitán del equipo de fútbol que tenía ofertas en el extranjero para unirse a la Ligue 1 de Francia? »

—No le des importancia. ¿Anya es tu nombre, me equivoco? Rin Itoshi, un gusto—la más baja, y su amiga, quedaron pasmadas ante la pregunta del de ojos turquesos. ¿Rin estaba preguntando por ella? ¿Por Anya? Más importante, ¿sabía su nombre?

« Es mil veces más majestuoso de cerca » declaró uno de sus pensamientos salvajes.

—¿Te pasa algo? Parece que te vas a desmayar en cualquier momento. Creo que te golpeaste muy fuerte, debería llevarte a-

—Respondiendo a tu pregunta, si, mi queridísima amiga se llama Anya —interrumpió Mei, prediciendo el curso de la conversación —Y como ves, está MORIBUNDA —enfatizó dicha palabra —así que nos vemos luego, Rin, ¿sí? —.

—Eh, ¿supongo? —rechistó el número 10, confundido por lo que acababa de suceder.

Mei tomó a Anya de los hombros, haciéndola caminar en frente suyo. Procuraría que no se volviesen a cruzar con Rin, pues ya había visto suficiente de Anya Weber quemando todas sus neuronas útiles por un futbolista.

Divisó a Seishirō a la distancia, quien casualmente buscaba un respiro del asedio de los reporteros.

—Bien, Nagi, como última pregunta, cuéntanos cómo fue tu experiencia en el partido de hoy —.

—Eh. . . pues, no tengo mucho más para agregar. Siempre dejo todo de mí en la cancha, y hoy tenía razones especiales para hacerlo. De todas formas, obtuvimos un resultado increíble, y que encaja con nuestro rendimiento dentro de la liga —.

—Excelente. Como un bonus, ¿podrías regalarnos tu firma? Aquí, en el lente —.

—Supongo —contestó, tomando entre sus manos el POSCA negro que le había entregado la asistente del reportero.

—Eso sería todo. ¡Muchas gracias, Nagi! ¡Fue un gusto hablar contigo! —.

« Al fin ese reportero fastidioso me dejó en paz. . . ¿Mei? ¿Qué hace aquí? Cierto, Reo también ganó esto ».

En medio del desorden conformado por jugadores, equipo técnico y la prensa, Mei perdió de vista al de mirada gris.

—Hey, Mei. Pensé que no vendrías —una voz familiar resonó en sus oídos. Se trataba de su novio, Reo.

—Estoy orgullosa, Reo. Aunque no jugaras hoy, en todos los partidos anteriores lo hiciste de maravilla —.

Reo se fundió en un abrazo con ella. Daba gracias que su rostro quedaba oculto entre su pecho. Así, no tendría que ver la expresión fastidiada del de cabello morado al percatarse de la camiseta que llevaba su novia ese día.

—Oye, tengo que dejarte. Ya va a comenzar la ceremonia de premiación —.

—Vete tranquilo —Mei lo recibió con la sonrisa más tibia que podía ofrecerle.

Soltándose del agarre de la más baja, el futbolista avanzó hacia donde sus compañeros de equipo se organizaban para recibir sus medallas de reconocimiento.

Desde donde estaban, ambas adolescentes observaban la pomposa ceremonia. Rin recibió el trofeo del mejor jugador del torneo, muy bien merecido, por supuesto. Seishirō ganó el trofeo al "pichichi" de la liga, significando que fue quien anotó más goles en todo el campeonato. Jinpachi Ego recibió otro trofeo más a mejor técnico. Y el mejor gol, se lo llevó nuevamente el Astroboy, con la inexplicable volea que había realizado en la semifinal.

El asistente de la UFJ llevó la copa hacia las manos de los ganadores, quienes posaban junto a su técnico en un arco decorado en tonalidades azules. Cada uno lucía sus medallas de honor, entregadas personalmente por el presidente de la corporación.

—¡Y allí están, Ōwada, los tricampeones de la copa! Una vez más, ¡Blue Lock se alza como el mejor equipo a nivel regional! —.

Los confetis estallaron sobre el tumulto de adolescentes, y los cánticos victoriosos del público no faltaron.

Una vez la sesión oficial de fotos acabó, los jugadores se reunieron con sus allegados para tomar fotografías personales. Reo llegó a un lado de Mei, con el fotógrafo detrás de sí.

Sonríe —susurró.

Posaron frente a la cámara, capturando un recuerdo que, a los ojos del público retrataba un momento preciado para el futbolista. Empero, la vaga expresión de la chica delataban la verdadera situación entre ambos.

—¡Oe, Nagi! ¡Ven aquí, quiero una foto contigo! —llamó Reo, provocando que Mei internamente comenzase a entrar en pánico.

« Se supone que nos estamos tomando fotos juntos. ¿Por qué llamaría a Sei justo ahora? ¡¿De verdad?! »

—Reo, sabes que no me gusta tomarme fotos —.

—Quiero una contigo, y otra de nosotros tres —señaló a Mei. Seishirō había ignorado todo lo que su compañero le había dicho. Estaba absorto en la imagen de la contraria con la camiseta del seleccionado. Con su camiseta, su número y su nombre.

—Nagi, ¿me estás escuchando? —.

—Hagámoslo antes de que me arrepienta.

Nuevamente, posaron frente a la cámara. El albino se notaba incómodo, al igual que la muchacha. Reo había hecho caso omiso, estaba demasiado ocupado deslumbrando a los medios con su perlada sonrisa.

—Bien, ya no necesito tomarme más fotos. Me iré, Mei, el chofer me espera para una reunión con mi padre. Nos vemos mañana —se despidió, besando su mejilla.

Un silencio incómodo reinó entre Mei y Seishirō, quien estaba dudando de preguntar cierto detalle.

—Mei —soltó, a secas.

—¿Pasa algo, Sei? —preguntó, sin voltear a mirarle.

—¿Puedo sacarme una foto contigo?

El rostro de la joven parecía iluminarse ante tal petición. No comprendía la sensación que se acumulaba en todo su pecho, pero estaba segura de algo: le hacía sentir bien.

—Verás, ya sabes que no me gustan para nada las cámaras, pero quería tener una foto contigo porque hoy es un día especial y. . . —Nagi no encontró más palabras para seguir excusándose.

—Obvio que sí, Sei. Ven, antes de que se vaya el camarógrafo.

—¡Isagi, tráeme la copa! ¡Es urgente!

Yoichi Isagi había captado parte de las intenciones de Nagi. Una risita malévola salió de su sistema, dejando en sus manos la copa que los reconocía como campeones mientras fingía que no tenía idea de nada.

—Aquí la tienes, pollito. Suerte con los malabares —se burló, apuntando a los otros dos trofeos en manos del peliblanco.

El camarógrafo se cercioró de que la pareja estuviese lista.

—Mei, ¿cargarías mis trofeos? No puedo con todo yo solo —hizo un puchero, sumamente adorable a los ojos de Mei.

Tomó entre manos ambos trofeos, e intentó alcanzar con la mordida la medalla del más alto.

—¿Qué haces? —.

—Esto es lo que siempre hacen los campeones olímpicos, ¿cierto? Si no la muerdes tú, lo haré yo —protestó.

Seishirō bajó la copa, y se puso la medalla entre dientes. Volviendo a cargarla con su brazo derecho, rodeó a Mei con el izquierdo, dándole a entender al camarógrafo que ahora sí que estaban listos.

—¡Tres, dos, uno! ¡Sonrían! —.

Se acercaron al camarógrafo para observar la fotografía, que registró un gesto "neutro" con toques de euforia para Seishirō, y una sonrisa de oreja a oreja para Mei.

—Definitivamente la enmarcaré cuando la envíen impresa —recalcó la de orbes rojizas.

« Maldición. Cuando sonríes así, me cuesta el doble mantener la compostura ».

























NAGI SEISHIRŌ'S DEPARTMENT. TOKYO, JAPAN.
friday, october 31st. 12:50 PM

Luego de haber agotado todas sus fuerzas el día anterior, Seishirō yacía acostado sobre su cómodo fuerte de almohadas. Había dormido más de lo normal. . . para una persona corriente. La universidad acostumbraba otorgarle el día libre a los jugadores del equipo de fútbol pensando en su bienestar; esta vez les dieron doble descanso por el triunfo en el campeonato. Aún vestía su pijama, y no estaba para nada preocupado sobre el almuerzo. Estaba entretenido con uno de sus videojuegos y no hacía caso alguno a las molestas notificaciones de whatsapp que no habían hecho más que provocar que muriera en el juego por el bloqueo del táctil.

Otra vez, una llamada de Isagi interrumpió su santo descanso.

—Isagi, son las 12 del medio día en un día libre. ¿Me llamaste para informarme que finalmente te conseguiste una novia? —.

—Eres un seco —lloriqueó. —Y ojalá fuese para eso. En realidad, te llamaba para preguntarte si ya habías escogido el disfraz que llevarás esta noche.

Esta noche, disfraz. . . ¿Qué día era?

Carajo. Era 31 de Octubre. Y no tenía ni la más mínima idea de qué se pondría. En circunstancias normales, se rendiría y faltaría a la fiesta. Pero no podía darse ese lujo. Le había prometido a Mei que estaría allí, y Seishirō se consideraba un hombre de palabra.

—¿Como adivinas siempre que estoy en problemas? —.

—Supongo que tengo un sexto sentido que sirve para más que el fútbol —.

—No vayas a salir, iré a molestarte —.

—Te esperamos, pollito —el de orbes azules colgó la llamada.

Estando en pijamas, buscó un par de zapatos entre su amplia colección, y sin más que su teléfono, sus airpods y sus llaves, salió como un remolino de su departamento.

Isagi vivía un poco más alejado de la universidad, por lo que el camino era más largo, más tedioso y más colmado de gente. Desagradable, en su opinión. Luego de sobrevivir al bullicio ajeno con "ASTROWORLD" de Travis Scott ocupando su canal auditivo, tocó la puerta del departamento de Isagi.

—¡Pollito! Apúrate, tenemos junta directiva del cártel.

El Cártel era el nombre autoimpuesto que se otorgó el círculo de amigos de Nagi. Estaba conformado por Isagi, Chigiri, Bachira, Kunigami, Rin, Shidō, Hiori, Kurona, Barō, Karasu, Otoya, Yukimiya, y el mismo Nagi.

Efectivamente, en la sala de estar se hallaba todo el grupo, apretados como pudieron sobre los muebles de Isagi.

—Normal que llegues tarde, Nagi —apuntó Yukimiya.

—Deberías agradecer que llegué, interrumpieron mi hora de la siesta —discutió, en chiste.

—Bien, ahora que estamos todos, doy por iniciada esta reunión del cártel. Estamos aquí sentados por un motivo importante: la fiesta de Halloween. ¿Quienes ya tienen su disfraz?

Rin, Barō, Otoya, Karasu, Kunigami, Chigiri, Shidō y Yukimiya levantaron la mano.

—Claramente Rin tiene disfraz, con esa cara a cualquiera termina asustando —soltó Shidō.

—Mira, antenas chuecas, no me estés jodiendo. Tu disfraz va a ser el puñetazo en el ojo que te vas a llevar por imbécil —replicó Rin, molesto ante el comentario.

—Hey, hey, ya estuvo. Bueno, cuéntenos, ¿de qué son sus disfraces? —.

—Iré de Patrick Bateman —contestó Rin.

—Edward Manos de Tijera —Shidō comentó.

—Cowboy, claramente —Yukimiya hizo un gesto de obviedad.

—El Joker de Heath Ledger —anotó Karasu.

—The Weeknd en la era After Hours —fue la decisión de Otoya.

—Dios griego —nadie se sorprendió de la opción de Chigiri.

—Freddy Krueger —finalizó Barō.

Isagi anotó todo en un papel, que luego leyó en voz alta.

—Tenemos a un Patrick Bateman, un Edward Manos de Tijera, un Cowboy, un Joker, The Weeknd, un dios griego y a Freddy Krueger. Yo pienso ir a juego con Bachira, Hiori y Kurona de hombres de negro —.

—Clásico de ustedes cuatro —bromeó Chigiri.

—Yo iré de Deadpool, sin máscara —habló Kunigami.

—Le vas a provocar un derrame nasal a cualquiera que te vea, musculitos —jodió Yukimiya, provocando las risas del grupo.

—Solo queda uno de nosotros que no tiene disfraz. ¿Qué dices, Nagi? —.

El susodicho no supo qué responder.

—No tengo ni idea —.

—Propongo que hagamos un censo y le consigamos un disfraz —Kurona sentó la orden sobre la mesa.

—Totalmente de acuerdo —replicaron todos, a coro.

El grupo entero se unió en una esquina para deliberar qué disfraz sería perfecto para Seishirō, quién había retomado su juego mientras esperaba el veredicto final.

—Pollito —intervino Isagi. —¿Y si vas de Ghostface?

El resto del grupo parecía una manada de fangirls esperando a que su idol las reconociera.

—¿No me va a dar mucho calor ese montón de ropa? Qué pereza —.

—Bueno, ya tenemos la solución perfecta —. Isagi sacó la máscara característica del icónico asesino de Scream y un cuchillo falso similar al de la película.

—Ve de Ghostface, pero sin camisa —.

—¿No estaré demasiado exhibido? —todos, en simultánea, tenían dibujado un "¿En serio, Nagi?" en sus rostros. « Como si no te quitaras la camisa frente a un estadio lleno de gente casi que a diario » pensaron.

—Ey, tampoco es que vayas a ir en bóxers —Shidō volvió a inducir risas en los miembros del cártel.

—A veces te pasas de bruto, —Isagi le propinó un zape sin aplicar mucha fuerza —¿no te das cuenta de tu propio potencial? Si quieres tener a una chica a tus pies, ese disfraz te va a sentar de maravilla —susurró en su oído.

Seishirō se preguntó qué clase de brujerías hacía Yoichi Isagi para saber absolutamente todo lo que le sucedía y qué hacer a continuación. No había hablado con nadie sobre sus sentimientos, y aún así, Isagi siempre sabía que decir. Sin darle más vueltas al asunto, Nagi dió la respuesta que todos estaban esperando.

—Acepto —.

Los gritos victoriosos inundaron el departamento de Isagi, mientras hacían un círculo de ovación, donde todos entrelazaron brazos.

—Bien, todos vayan a arreglarse, no quiero a ninguno holgazaneando —remarcó Isagi —y estoy hablando de ti, pollito.

Nagi se sintió observado luego de dicha ponencia. Tomó sus implementos, y se fue junto a Yukimiya y Rin a arreglar su disfraz.

En el departamento de Isagi había un desastre. Ropa de toda clase tirada por doquier, latas de bebidas energéticas sin terminar, cajas de pizza extra large de diferentes sabores repartidas por la sala, celulares sonando sin parar y los cuartos vueltos patas arriba. De fondo, "Girls" de The Dare sonaba a todo volumen, que dentro de lo usual ya les habrían llamado la atención, pero la administración del edificio estaba particularmente tranquila para ser 31 de Octubre. Según Isagi, el grupo necesitaba un poco de "motivación". Seishirō concluyó que esa era la excusa que había planeado para poder escuchar esa canción en paz.

Rin casi completaba su disfraz, solamente le faltaba la sangre falsa.

—Nagi, échame una mano con esto —solicitó, sacudiendo el bote de spray con el líquido carmín y altamente pegajoso.

—¿Yukimiya no puede ayudarte con eso? —.

—Se muere si se mancha su disfraz de sangre. Igual tú también tienes que estar ensangrentado —Rin tenía razón, por lo que Seishirō no tenía excusa alguna para negarse al pedido del menor de los Itoshi.

Seishirō roció la sangre sobre todo el chaleco impermeable de Rin, y esparció otro poco sobre su rostro.

—Te ves de película, Rin. Pareces el propio salido de American Psycho —le felicitó Yukimiya, quien ya terminaba de ajustar su sombrero.

—Tu no te ves nada mal —respondió Rin, en un intento de hacerle un cumplido.

—¿Y qué hay de ti, Nagi? ¿Necesitas ayuda con tu disfraz? —cuestionaron ambos.

—En serio, ¿qué pantalones me pongo? —.

—Unos joggers negros te quedarían perfectos. —recomendó el de lentes. —Asegúrate de que se te vea el bóxer, te da más par points. Si son Calvin Klein, te informo que ya coronaste, amigo.

« Bueno, si tengo unos CK puestos hoy. . . qué coincidencia ».

—Esos zapatos que traes puestos quedan geniales. Esos son los Jordan Retro 4 Black Cat, ¿tengo razón? —.

Seishirō asintió en silencio.

—Sabes demasiado de moda, cuatro ojos —soltó el de ojos turquesa.

—Son habilidades que adquirí al trabajar de modelo. También sé qué prendas de ropa adoran las mujeres. No es tan difícil —.

Nagi llamó a Isagi, quien le tendió uno de los joggers qué más largos le quedaban. En un abrir y cerrar de ojos, ya se había cambiado. Rin, quien no tenía problemas con la sangre falsa, esparció un poco de la suya sobre la máscara, la hoja del cuchillo falso y sobre el torso del peliblanco, para darle un toque de realismo.

—Y, ¿qué tal? —Seishirō pidió asesoría del par que lo acompañaban dentro de la habitación, a la vez que se ajustaba la máscara sobre su rostro. Se dió media vuelta, flexionando los músculos de sus fornidos brazos.

—¡Muchachos, tienen que venir a ver eso! —.

Todo el grupo dejó cualquier tarea que estuviesen haciendo para acercarse al cuarto donde estaban Rin, Kenyu y Seishirō.

Observaron perplejos el showoff del de ojos grisáceos, quién ya había perdido la vergüenza.

—Bro, si esta noche no la pones es porque no quieres ponerla —Otoya encontró la oportunidad perfecta para molestar a Seishirō. La habitación entera se llenó de carcajadas ruidosas, incluyendo al protagonista del comentario.

Isagi mandó a callar al cártel, como buen líder que era. Tenía que dar una información muy importante.

—Muchachos, dentro de menos de una hora oficialmente damos por iniciada la jornada de Halloween del cártel. ¿Estamos listos? —.

—¡Como nunca! —exclamaron al unísono, saliendo en fila india del recinto para ubicarse en la sala y terminar de devorar los pedazos de pizza de pepperoni y pollo con champiñones que aún no se habían comido.


























TAKAHASHI MEI'S DEPARTMENT. TOKYO, JAPAN.
friday, october 31st. 12:50 PM

Mei estaba siendo absorbida por su taller de sociología jurídica. Al no pertenecer al equipo de fútbol, el día transcurría normalmente para una estudiante ejemplar como ella. Llevaba desde la mañana en extenuantes clases acerca de mil conceptos que si era sincera, ya no recordaba. Tenía la mente ocupada con otros asuntos.

Asuntos que la perturbaban a nivel emocional.

Anya y Reiko, otra de sus amigas, la notaban distraída, cosa que no era muy común en una estudiante tan atenta como Mei. Incluso Anri, su profesora favorita de interpretación constitucional y legal, se percató de lo decaída que estaba su estudiante estrella.

Chequeó su celular para cambiar la música lo-fi que estaba escuchando, en lo que llegó un mensaje de Reo. « Qué oportuno ».

reo 💗

mei, puedo ir a tu
departamento? tengo
que hablar contigo
12:57 PM

está bien.
12:59 PM

Genial. No quería hablar con Reo. Pero, bien se lo había dicho Anya antes. No podía seguir fingiendo que estaba contenta siendo una simple "novia trofeo".

Pocos minutos después, los usuales dos toques que Reo siempre hacía en su puerta la tomaron por sorpresa mientras se servía un café. Buscó sus pantuflas, y abrió la puerta, encontrándose cara a cara con él.

La expresión severa de Reo no pasó desapercibida. Mei se atemorizó lo suficiente como para dejar su taza de cerámica en un sitio donde no pudieran alcanzarla. El hombre tomó asiento en su sofá, mientras ella apagaba la música y se enfocaba totalmente en la —desagradable —visita sorpresa de su novio.

—¿Quieres café, Reo? Preparé un poco hace unos minutos-

—No, gracias —la interrumpió el hombre de manera descortés.

El silencio total se coló dentro del departamento. Hasta que el heredero de la corporación Mikage decidió romper el silencio.

—Mei. ¿Qué carajo está pasando contigo? ¿Te importaría explicarme qué mierda hacías ayer con la camiseta de Nagi? Me dijiste que no irías al partido porque yo no iba a jugar —.

—No sé que estés tratando de decirme, Reo, pero bájale dos tonos a tu timbre de voz. Fui de improviso al partido de ayer por petición de Anya, y usé el jersey de Sei porque él sí iba a jugar y me pareció un detalle lindo de apoyo sincero con mi amigo —.

—Sí claro, detalle lindo, blah, blah, blah —rodó los ojos. —No me mientas, Mei, sé que hay algo que no me estás diciendo, y no estoy de humor para jugar a las adivinanzas hoy. Habla rápido, o tendré que obligarte.

—¡No tengo nada que ocultar! ¡Soy la misma de siempre! No me cabe en la cabeza cual es tu maldito problema, Reo. Si hay alguien que tiene que quejarse de otra persona, ¡soy yo! —.

El contrario no se esperó el estallido repentino de Mei.

—Estoy harta, Reo. Harta de que me trates como una muñeca de repisa a la que solo limpias cada que te das cuenta que se está ensuciando. Eres distante, poco afectivo, te la pasas evadiéndome por tus malditas juntas directivas y cualquier eventualidad que se te cruze, ¡¿y yo soy la del problema?! ¡No me estés jodiendo tanto! —.

—Creo que no te quedó claro que las juntas directivas con mi padre definirán mi futuro como el heredero de los Mikage.

—¿Eso es lo único que te preocupas de responder? Nunca pensé que detrás de tanta charlatanería, eras tan frío y tan egocéntrico como tu padre. De verdad, eres un sinvergüenza, Reo Mikage —una carcajada maníaca se escapó entre sus labios. —Qué excusa tan estúpida. Existe algo llamado "distribución del tiempo" algo que yo siempre hago contigo aunque estudio una carrera que me ocupa demasiado, y sí, te lo estoy echando en cara. ¿Crees que no me doy cuenta que solo me tienes contigo por lo que significo para tu reputación, y no porque realmente me quieras? ¡Si me dijeras que en verdad me quieres ahora, maldita sea, quizás pensaría en cambiar de opinión!

Las lágrimas y los nudos en la garganta no tardaron en hacerse presentes. Dentro del silencioso hogar, el único sonido audible era el pesado respirar de Mei. Ahogaba su propio llanto, tratando de mantener la compostura, frente a un Reo Mikage que no se molestaba en contradecirla en nada de lo que ella afirmaba.

—No lo voy a negar. Tengo suficiente estatus por mi cuenta, pero tú. . . tú eres el estándar en cualquier área de esta universidad, Mei. Eres la mujer perfecta. Tenía que traerte a mis pies, así fuese con falsas promesas. Y lo había logrado, sin mover poco más que un músculo —Reo respondió la pregunta de Mei.

Mei apretó la mandíbula. ¿Estaba diciendo que fue fácil engañarla, jugar con ella? No iba a aguantar otro insulto de ese calibre de parte de Reo.

En un impulso, le lanzó una sonora cachetada, quién reaccionó asombrado.

—¡Eres un cínico desgraciado, parece que estoy discutiendo con una jodida pared! ¡Solo te importa cuantas propiedades puedes tener a tu nombre! Y sobre lo del jersey de Seishirō, no sé que querías saber, pero sí sé que puedes irte muy a la mierda y muy poco me va a importar! Quédate con tus putas flores marchitas de hace dos meses, los regalos de San Valentín, todos los hoodies que dejaste aquí, las llaves de tu departamento y tu asqueroso jersey. Ya no lo quiero cerca de mi. Es más, ya te traigo todo —.

Enfurecida, y con el rostro bañado en lágrimas saladas, Mei cargó con la pila de hoodies pertenecientes a Reo y las lanzó sobre él. Aventó un par de artículos que eran suyos, añadiendo las mencionadas llaves, y el jersey del equipo Blue Lock que marcaba el número 16 en el dorsal.

—Ya vas a poder ir a tus jodidas reuniones sin que yo esté robándote tu tiempo, ni tendrás que gastar más tiempo y dinero en llevarme a los lugares más caros de la ciudad. Por si no te habías dado cuenta, te estoy terminando. Se acabó, Reo. Lárgate de mi departamento en este momento, antes de que pierda la cordura. Y dame mis llaves —.

Sin pena ni gloria, Reo Mikage abandonó el lugar, un ruidoso portazo y las llaves del departamento que había dejado sobre la alacena fueron la única evidencia de su paso por el lugar.

Mei estaba inconsolable. Pasó de sentirse mal, a estar atormentada por todo lo que acababa de pasar. A arder de la impotencia. ¿Cómo no se había percatado antes? Ni siquiera estaba triste por Reo. Es más, no lo extrañaba ni un poco. Estaba enojada consigo misma por no haber salido de dicha situación a tiempo.

En esta clase de situaciones, siempre hablaba con una persona en específico antes que con el resto. En desespero, comenzó a llamarle varias veces, todas sin respuesta.

sei ❤️

missed voicecall
3:30PM

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3:35 PM

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3:44 PM

Justo cuando más lo necesitaba, Seishirō no le contestaba. A todas estas, no le había hablado desde ayer, cuando se tomaron la foto juntos. ¿Qué estaría haciendo él? ¿En verdad iría a la fiesta? ¿Con quién. . .? ¡No! No hay espacio para preguntarse tal cosa.

Las palabras de Reo se quedaron resonando en su cabeza: "No me mientas, Mei. Sé que hay algo que no me estás diciendo". Tal vez, dentro de su egocentrismo, Reo tenía algo de razón. Sí había algo que Mei Takahashi no estaba precisamente ocultando, pero si tratando de pasar por alto.

Tal vez, pero solo tal vez, estaba enamorada de Seishirō Nagi, y no planeaba decírselo.

Se rindió luego de 7 llamadas perdidas que Nagi no devolvió. Entonces, decidió escribir por el chat grupal que tenía con sus amigas.

3pa3 🍸

chicas, están muy
ocupadas?
3:47 PM

señorita chuck bass 💅🏻
para nada, necesitas algo?
3:47 PM

reikei 🫶🏻
para lo que sea, ahí estoy
3:48 PM

pueden venir? no me
siento muy bien
3:50 PM

reikei 🫶🏻
dalo por hecho
3:50 PM

señorita chuck bass 💅🏻
same here 💋
3:51 PM

En menos de 10 minutos, el par de mujeres se apareció en su puerta. Reiko llevaba una bolsa gigantesca de comida; Anya cargaba con los disfraces de ambas.

Cuando finalmente se acomodaron en el mismo sofá donde estuvo Reo minutos atrás, hicieron la incómoda pregunta.

—¿Tuvo que ver con Reo? Porque si es así, lo supusimos —.

Mei suspiró aliviada, al saber que su estrepitosa discusión con Mikage no era ajena a la percepción de sus amigas. Resumió lo mejor que pudo el asunto, dejando el consejo final a veredicto de ambas.

—No creí que los hombres podían ser más imbéciles, y llegas a contarme esto. Te juro que si lo llego a ver en el pasillo, le cortaré los huevos y no vivirá para contarlo —Anya no era muy conocida por mantenerse en la raya con su temperamento. "Típico de mujer europea" diría Mei.

—Me transmitiste la rabia. ¿Qué carajo le sucedía a él contigo, más bien? Fuera de chistes e insultos, pienso que hiciste lo correcto, Mei-chan. Tu salud mental va primero que cualquier hombre, sobre todo por encima de un hombre que NO te valora lo suficiente —.

—Estoy de acuerdo, y te lo dije anteayer por la tarde. No era justo contigo, no cuando fuimos testigos de lo dedicada que fuiste, y te pagaron con migajas. Pero quién debe tener eso claro eres tú. No fue tu culpa, Mei. Quizás haya sido buen novio con todas sus parejas y por ello creíste que lo iba a ser contigo. Pero, hay algo de los hombres con las mujeres que en verdad aman. Si tienen a una mujer en la cabeza, harán todo por conquistarla a diario, aunque ya esté junto a ellos —.

Instintivamente, la azabache envolvió en un cálido abrazo a sus dos amistades, quienes le devolvieron el gesto, gustosas.

—¿Te sientes mejor? —interrogó Reiko.

—Definitivamente. No quiero ni pienso dedicar una lágrima más a este asunto —.

—Esa es la Mei que conozco —Anya palmeó el hombro de su amiga. —Y bien, señorita, ¿no tienes algo que hacer esta noche? Te vendría bien distraer la mente un poco, sociología jurídica te ha convertido en un zombi toda la semana.

Demonios. ¡Había olvidado la noche de Halloween!

Ahora estaba más indecisa que nunca. Originalmente, pretendía disfrazarse en conjunto con Reo, iban a ir vestidos de ángel y demonio. Ahora, supuso que podría utilizar el mismo disfraz, sin su contraparte.

—Yo tengo todas mis cosas de Suki en mi bolsa. Mujer preparada no cae ante la guerra —obvió Reiko.

—Y yo necesitaré una mano con esto —señaló su melena rubia, sacudiendo las botellas de laca azul y roja que había comprado semanas antes.

En el mundo de las chicas, Halloween es la única noche en el año donde una chica podía vestirse como una completa puta, y las otras chicas no podían decir nada al respecto. Con esa cita de Mean Girls en mente, el trío dinámico estaba más que preparado para deslumbrar un par de rostros ajenos y acaparar toda la atención de la fiesta.

La tonada de "BADGYAL" de Saiko resonaba dentro del departamento, a la vez que Mei minuciosamente delineaba los ojos de Anya para que su disfraz de Harley Quinn fuese impecable.

Reiko tarareaba la canción de fondo mientras buscaba un ítem en su "bolso infinito" como Mei solía llamarle.

Ma' dame ese flavor, ella e'una mala aunque tiene cara'e angel~ —.

Mei no tenía ni idea de en qué momento Reiko había comprado un sixpack de Smirnoff de manzana —su favorita —y se aproximó a ofrecerle una botella a ella y a su modelo de maquillaje.

—Vas a hacer que se le corra el labial —.

Ese trabajo definitivamente lo va a hacer otra persona, no hace falta decir quién —Reiko guiñó discretamente en dirección a Mei, quien no pudo contener la sonora carcajada que tenía atorada en su garganta. Mei la había puesto al corriente del tropiezo que habían tenido con Rin Itoshi, y Reiko no era quién para juzgarla.

—O sea, ¿se ponen a hablar de mí y no me invitan? Par de insurrectas —protestó la rubia, incapaz de moverse y patalear a gusto, debido a que su makeup artist la estaba sosteniendo con fuerza.

—Te estás haciendo la boba, es OBVIO que sabes de quién hablamos —Mei pellizcó la mejilla de Anya, quien respondió con un notable puchero.

Las horas entre charlas poco productivas y kilos de maquillaje pasaron como si fuesen hojas en la brisa. Reiko salió de la habitación de Mei, modelando su disfraz con gracia.

¿Rating out of ten? —se dió media vuelta, luciendo el pantalón de cuerina fucsia veteada de morado.

¡Twenty! —gritaron las dos chicas.

Anya terminó de arreglar sus coletas teñidas de colores, y se acomodó la blusa blanca que decía "daddy's lil monster" en todo el pecho. Tomó el bate de utilería que había comprado, e hizo una maniobra ágil con el mismo.

—No soy mala. . . ¡solo hago cosas malas! — sonrió, interpretando brevemente al personaje del que se había disfrazado.

—Nadie se te va a resistir si los miras con ojos de perrito mientras vas así vestida —molestó Reiko. —A todas estas, Mei, ¡faltas tu! Apúrate, te queda hora y media —.

—¡Cierto! Bueno, nos vemos en un rato. Gritaré cuando vaya a salir —advirtió, rumbo a su habitación.

El volumen de la música era tan potente que penetraba los muros anti-chismosos de su habitación. "PICARDÍA" de Rauw Alejandro era la canción que estaba escuchando en el momento. Sacó de su closet una bolsa ziploc que contenía un corset blanco, y lo situó sobre su colchón. Acto seguido, se percató de la —diminuta —tanga que venía incluida dentro de la bolsa. « Es demasiado pequeña! ».

Abrió sutilmente la puerta, llamando a Anya.

—Oye, qué hago con esto? —levantó sin pudor alguno la diminuta pieza de tela y elástico.

—Póntela. No sabes cuándo podría ser útil —musitó la última parte.

—No quiero enterarme de qué te está pasando por la cabeza mientras me das tu humilde sugerencia, Anya, pero alégrate, porque la voy a tomar —.

Cerró nuevamente la puerta, admirando la tanga blanca. Sin rodeos, se la puso, a la vez que buscaba las pantimedias blancas que usaba siempre que sus disfraces lo requerían. Compró una falda —ultra corta —por internet, que se colocó antes de encaminarse en su odisea: ajustarse el corset.

—¡Chicas, hora del corset! —no demoraron medio segundo en aparecer en la habitación para asistir a su amiga con la difícil tarea.

—Anya, jalaré las cintas mientras tú la tomas de los brazos. Mantenla firme —indicó la de ojos lila. La rubia asintió, haciendo caso al comando de Reiko.

—Hablan de mí como si estuvieran estirando un trapo de cocina —chilló Mei. —Si me quedo sin brazos, ¡será su culpa! —. Sus palabras tenían un argumento de peso; su amiga de cabello azulado practicaba Aikido y por experiencia propia, tenía demasiada fuerza. Y ni hablar de Anya, quien era una aficionada al voleibol y su recinto estaba adornado con trofeos y medallas varias. Lo recordaba por algo; Anya no aparentaba ser para nada atlética, pero su saque era el más potente del equipo.

—Te quejas demasiado, señorita cinturón negro de karate —contraatacó Reiko. —¡A la una, a las dos, y a las tres!

El aire se despidió de los pulmones de Mei tan rápido como Reiko tiró de los lazos en su espalda. Ágilmente amarró las cintas en un lindo moño, soltando a la víctima de sus jalones de su agarre.

—Mírate al espejo. ¡Pareces un ángel de verdad!

—Sin duda. Me gusta como luces este disfraz. Termina de maquillarte, esperaremos al resultado afuera —Anya se llevó a Reiko de la mano, cerrando nuevamente la puerta.

Mei finalizó su look con una vincha de aureola hecha de plumas sintéticas y finos recortes de oropel, y las alas con elásticos para un mejor agarre. Retocó su maquillaje, el cual era simple, pero coqueto. Roció polvo de hadas sobre su torso, sin llegar a tocar su cara. Y dió por terminada su preparación.

—¡Estoy lista! —.

Reiko y Anya la penetraban con la mirada. El corset, los guantes de tul, la falda, las alas, las medias, la aureola y el par de sambas blancos que había escogido como calzado: todo armonizaba sin falla. El maquillaje resaltaba sus facciones; sus labios carnosos, sus mejillas rosadas por el rubor y las pestañas, que le añadieron más personalidad a su coqueta mirada.

—Wow, estoy. . . meu Deus, que mulher linda —el asombro de Anya había llegado a tal grado que había comenzado a hablar en portugués.

—Comparto el sentimiento. Estoy sin palabras —.

—Oigan, me van a avergonzar —murmuró la de ojos carmesíes, nerviosa.

—Cual verguenza, mujer? El que tenga miedo a morir. . . —inició Anya.

—¡Qué no nazca! —completaron las otras dos jóvenes.

—Así me gusta verte, rebosada de confianza. Iré pidiendo el uber, son las 8:30.

—Bueno, indiquen donde es el after —la de orbes ceruleas no se esforzó en esconder su emoción.

—¡Anya! ¡Ni siquiera hemos salido de la casa! —.




































DOWNTOWN, TOKYO, JAPAN
friday, october 31st. 9:00 PM

El consejo estudiantil de la universidad tenía un convenio con el dueño del recinto donde se llevaría a cabo la fiesta. La entrada estaba decorada con cientos de telarañas, calaveras, y una cortina negra de fieltro impedía que los transeúntes se llevaran un vistazo de lo que sucedía dentro de dicho lugar. Mei, Anya y Reiko esperaban pacientemente a que la interminable fila de personas se acabara, y les tocase ingresar.

Reiko había pasado el chequeo de seguridad sin problemas, al igual que Anya. Hasta que fue su turno de pasar.

—Señorita, ¿le importaría mostrarme su credencial? Es solo para cerciorarme —el guardia era un joven de su edad. Alto, rubio, de cabello corto, y unos hipnotizantes ojos color avellana que a la más baja le costaba ignorar, pese a que el hombre llevaba un antifaz a juego con su ropa negra. En la chapilla de oro que llevaba sobre el pectoral izquierdo, estaba grabada la inicial de su nombre, y su apellido: R. Kira.

Mei, mostrando una clara mueca de hastío, buscó dentro de su bolso de cuentas transparentes el tarjetero con su cédula de ciudadanía.

Mei Takahashi, 21 años. . . —murmuraba el hombre. —Listo. Puede pasar, señorita. Usted disculpe —el joven le concedió una sonrisa.

Tomó su credencial, y se reunió con sus amigas al otro lado de la cortina de fieltro.

—Amiga, estaré ciega, pero a mí me dió la corazonada de que le gustaste al guardia —Anya alzaba su ceja repetidamente.

—Es gracioso que teniendo 21, todavía te pidan tu credencial —.

—No tiene mucha ciencia, simplemente se ve como una niña pequeña y su estatura no la ayuda tampoco —Anya volvió a burlarse.

—¡Qué tanto ladras, si solo me ganas por 5 centímetros! —Mei tiró de una de sus coletas, y se limpió el restante de la laca azul sobre la blusa de Anya. No iba a manchar su disfraz, al menos no recién comenzada la noche.

Se abrieron paso dentro del oscuro recinto. La única fuente de luz provenía de los reflectores que proyectaban luces de colores. El DJ, que no era nadie más ni nadie menos que Meguru Bachira, estaba comenzando a hacer mezclas increíbles de la música que estaba trending en el momento. Mei admiró su disfraz. Supuso por inercia que era de los hombres de negro. Amaba esa franquicia desde que era una niña.

Se acercaron a la barra, donde un hombre, también vestido de negro, con guantes a juegos, y el mismo antifaz que recordaba haber visto en el chico de la entrada, estaba sirviendo los tragos. También era rubio, pero tenía un teñido azul como el que llevaba Anya en las puntas de su cabello, y la manera desaliñada con la que vestía su camisa dejaba entrever un tatuaje de una gigantesca rosa azul en la parte lateral izquierda de su cuello.

En la invitación, especificaba que era barra libre, cosa que Mei —y su billetera —le agradecieron eternamente.

—Hola. ¿Podrías servirnos un moscow mule, un whiskey sour, y un cosmopolitan? —Reiko pidió amablemente al chico. Mei sonrió de lado; la mirada lasciva que el joven le propinó fue ignorada olímpicamente por Reiko. « Me pregunto cuánto tardará en besarse al bartender ».

No cabía duda que el hombre era excelente con las manos. Mientras hacía las mezclas de alcohol con las cientas de botellas de licor que tenía el establecimiento, Mei consiguió un par de detalles sobre él, siendo el primero su inicial, y su apellido: M. Kaiser. Al igual que el guardia, llevaba una chapilla de oro con su nombre inscrito, y una descripción en letra diminuta que, por supuesto, no había logrado leer. Había escuchado ese nombre en alguna parte de la universidad, pero no recordaba con precisión de quién se trataba.

Por lo que recurrió a su fiel aliado: las búsquedas de Instagram. Mei escribió "Kaiser" en la barra de búsqueda, y ¡oh, sorpresa! Fue el primero en aparecer.

Entró a chismear en su perfil, y en ese momento, cayó en cuenta de que estaban hablando con la superestrella del Bayern Münich, e integrante del new gen 11, Michael Kaiser.

« ¿Qué hace este hombre en Japón? Sería interesante saber qué lo trae por aquí. Bonus points por su perfil. Está muy organizado y estético, y. . . espera, ¡¿ese es el nombre del bar?! » Mei se sobresaltó ante sus propios pensamientos. El hombre, del que ahora sabía que era el dueño de la discoteca, les tendió las tres bebidas pulcramente detalladas.

El Moscow Mule de Reiko se veía delicioso; la decoración hecha con hojas de hierbabuena armonizaban con el vaso de cobre. Podría jurar que le puso más esmero al vaso de Reiko a propósito. El whiskey sour de Anya llevaba una media rodaja de limón con una cereza sobre la espuma, ubicada con meticulosidad. Y por último, su cosmopolitan tenía otra rodaja de limón tajada a la perfección.

Reiko recibió su bebida, y antes de aproximar sus labios a la jarra para beberla, se percató de un diminuto papel, escondido bajo el portavasos. Lo abrió con discreción, revelando la línea del celular personal del sujeto frente a ella. Reiko elevó la mirada, encontrándose con la intensa presencia del joven. Mei y Anya disimuladamente abandonaron la escena, con el pretexto de que "les darían su espacio".

Anya nuevamente tiraba de la mano de Mei, en busca de un puff más cómodo que los barrotes fríos de la silla de la barra. Estaba tan distraída, que no notó a una figura masculina en frente suyo, cayendo de bruces al suelo.

O eso habría sucedido. Resulta que el sujeto tenía buenos reflejos y alcanzó a atraparla en el aire, permitiéndole ganar estabilidad para que pudiese ponerse de pie.

—Me parece que sigues siendo igual de torpe que ayer, Anya —reconoció inmediatamente la voz grave del contrario. Por supuesto, era Rin Itoshi. Vestido en un traje de negocios con zapatos incluídos, un chaleco impermeable ensangrentado, su cabello y mejilla bañados en sangre falsa, y un hacha de utilería que a simple vista podría haber sido usada en un asesinato real, estaba de pie frente a ambas chicas.

—Qué buen disfraz, Rin. Te queda de maravilla, ¿cierto Anya? —la que estaba vestida de ángel sacudió a su amiga, quién volvió a desconectarse del servidor llamado "tierra".

—¿Eh? ¡Ah, sí, sí! —Anya volvió en sí, atolondrada por el golpe —y el atractivo visual del de ojos turquesos —.

Rin le propinó una mirada cómplice a Mei, quién inmediatamente captó sus intenciones y procedió de acuerdo a un plan.

—Los dejaré para que hablen un rato. Cuídala por mí, Rin —solicitó, petición que el azabache no se negó a cumplir.

Vagó por unos minutos dentro de la discoteca, yendo hacia el lugar donde encontraría los puffs. Se sentó sobre uno, chequeando la publicación que había hecho por el Halloweekend.

No hacía falta ver la cantidad de likes para saber que tendría mucho más éxito. Esbozó una tenue sonrisa, bajando por su feed. Hasta que un extraño interrumpió su laguna de pensamientos.

—¿Te importa si me siento aquí? —señaló el puff siguiente al suyo.

—Para nada —replicó.

El hombre era bastante alto, de pie le sacaba fácilmente una cabeza y media. Portaba una máscara de father death, la misma que utilizó Ghostface de Scream. Llevaba unos Jordans vistosos, unos guantes negros, sus bóxers sobresalían un poco de sus joggers, y no llevaba camisa. Su voz sonaba grave, pero robótica; imaginó que tenía el mismo radio que Billy Loomis y Stu Macher utilizaron en el filme para distorsionar su voz real.

Puede, tan solo puede, que se haya imaginado un escenario poco decente con el sujeto sentado a su lado. Era tan alto, que parecía incomodarle el nulo espacio libre del puff, por lo que tenía las piernas parcialmente abiertas mientras apoyaba sus antebrazos sobre sus muslos. Mantenía la cabeza gacha, pudiendo escuchar su pesada respiración a través del cambiador de voz.

—Oye, ¿quieres un trago? —preguntó, por impulso.

¿Qué hacía invitándole un trago a un completo extraño? Con sus amigos era justo, invitarle un trago a Sei, Rin o a Chigiri no era nada fuera de lo normal. Pero no tenía idea de cómo se llamaba, menos una idea de cómo se veía su rostro, pues sí tenía una panorámica prístina de sus definidos abdominales, manchados de sangre falsa.

Y, hablando de Seishirō, no había captado ni una pizca de su presencia en dicho lugar.

—¿No debería ser yo el que invite un trago? —contestó, confundido.

—Ay, por favor. Insisto. ¿Qué tomas? —.

Jägermeister —.

—¿Jäger? Eso es muy fuerte para mi sistema. ¿Nunca te has vomitado con eso? —.

—Me va bien resistiendo el alcohol. Peor me cae tomarme una botella de Pepsi —admitió, haciendo que Mei encontrara divertido su comentario.

Same, no me gusta la Pepsi. Soy una mujer de Coca Cola —pausó. —Entonces, ¿con que un shot de jäger? Está bien. Acompáñame, vamos a pedírselo al bartender— insistió, tomando de la mano del susodicho.

A la distancia, el Cártel estaba reunido en un palco. Habían comprado una cubata de whisky Buchanan's, y había varios vasos de shot repartidos sobre la mesa. Isagi, a la vez que se retiraba los lentes de sol, estaba atento a la escena que se reproducía a pocos metros de distancia de donde estaban sentados, al igual que el resto del grupo.

—Pollito, esta vez sí que reventaste el cascarón —.

Todo el grupo se echó a las risas y vítores luego de ese comentario.

Los bosés de la discoteca comenzaron a reproducir una canción que estaba en la lista dorada de Mei. La lista dorada significa que dicha canción hará que enloquezca de espíritu fiestero por el resto de la velada. La canción, en cuestión, era Borró Cassette, de Maluma. Le había tomado cierto gusto al cantante luego de haber asistido a una de sus giras en París. El hombre sin duda era atractivo hasta la médula. Es que ¿cómo es posible que hasta estando calvo se siga viendo tan lindo? "Es la face card, it never declines" habría dicho Anya.

Se aproximaron a la barra, donde Reiko permanecía sentada entablando lo que parecía una entretenida conversación con Michael Kaiser.

—Hola de nuevo, Kaiser —saludó. —¿Le sirves al chico un shot de Jäger? Y a mi dame un dry martini, por favor —Kaiser anotó su pedido, poniéndose manos a la obra.

Se sentó al lado de Reiko, quien se veía embelesada por cierto ente masculino de cabello teñido. El enmascarado se acomodó a su lado, cruzando un brazo por su espalda.

Reikei, cuéntamelo todo —susurró, en ánimos de que Michael no les escuchara cuchichear sobre él.

¡Es perfecto! Sabe sacarme temas de conversación, y no me considero la mujer más conversadora del mundo. Y no puedo dejar de mirarle el cuello. Es ese condenado tatuaje, lo juro —completó. Ambas chillaron lo más bajo que pudieron, antes de que el jugador del Bayern voltease a verlas.

¿Tienes idea de qué lo trae por aquí? —.

Está de vacaciones, y como estuvo de intercambio en la universidad por un tiempo y terminó su carrera aquí, vino a hacer un convenio para la fiesta —.

Eso explica demasiadas cosas —susurró de vuelta el ángel.

—Bien, señorita. Tu dry martini está listo. Y un shot de jäger para el chico —.

El de la máscara aprovechó la distracción para retirarla, de manera que le permitiese tomar el shot. Bajó el vaso, y lo deslizó hacia Kaiser.

Por otro lado, Mei estaba concentrada en la productiva conversación con Reiko.

—Voy de salida, Reikei. A todas estas, ¿sabes dónde está Anya? —Estaba curiosa de qué estaría haciendo Rin con su amiga.

—La vi subiendo con Rin hasta el segundo piso. Yo que tú los dejaría en paz —.

—No tenía pensado perturbarlos, jeje. Vámonos. . . —se interrumpió a sí misma —¡Cierto! Mira, esta es mi amiga, Reiko —jaló por el brazo a la misteriosa figura, quién estiró la mano para saludar a la mencionada. —Y este es. . . Digámosle señor Ghostface, porque no quiere decirme su nombre —hizo un puchero.

—Un gusto, señor Ghostface —Reiko estrechó su mano recíprocamente.

—El placer es mío —.

Mei se alejó con el de la máscara. Aprovechando el breve momento a solas, no pudo evitar comentarle algo.

—Oye, si me sigues haciendo esas caras tan adorables, tal vez te diré quién soy al final de la noche —.

—¡¿En serio?! —se emocionó.

—No lo des por hecho. Déjame pensarlo —replicó, coqueto. —Lo que me lleva a preguntarte otra cosa. ¿Cómo te llamas, angelito? —.

—Mei —.

—¿Sabes que tu nombre significa hermosa? —la joven asintió. —Tu nombre va muy acorde a tu cara y a cómo te comportas. Es jodidamente difícil quitarte la vista de encima —.

Un fuerte latido invadió el pecho de la chica. Con los labios entreabiertos, elevó la vista, admirando con ilusión al enmascarado. El sujeto ladeó la cabeza, enternecido por la tierna mirada de cachorro de la de ojos rubí.

—Perdón, es que. . . nunca me habían dicho algo así. Y menos me lo esperaría de un extraño —.

—Eso me lleva a creer que soy un extraño especial, ¿o no? —.

—En definitiva. ¡Pero aún no me quieres decir tu nombre! —.

—Mejor ríndete —bromeó.

pacify him | blue lock
© muneyuki kaneshiro ( 𝗺𝗮𝗿𝗶𝗽𝗼𝘀𝗲𝗮𝗱𝗼𝘀 )







































──⠀۪ ♡ ۫ CHAPTER INFORMATION ୨୧

# chapter count ★ 33 páginas; 9,145 palabras; 53,018 ( con espacios ); 44,168 ( sin espacios ). corregido.

# update ★ domingo 17 de noviembre, 2024 / 4:08 (GMT-5)

# next page summary ★ La fiesta de Halloween fue un completo éxito, sin embargo, Mei no cree en volver a ver al señor Ghostface. Al llegar a su departamento, se encuentra con una sorpresa no tan desagradable, y sus sentimientos más profundos saldrán a flote.





























MICK'S NOTES !

buenas tardes ( ?¿ ) MASTUR - BANDAAA! luego d una semanita de chamba y parches con mis amistades, les traigo la parte 2 de este fic que tanto amé escribir

el mood de nagi TODO el berraco tiempo be like:

DEDICATORIAS !
a ssatokashi porque ustedes JURAN que yo no le dedico todos mis trabajos a jim
a itadorins porque estuvo re involucrada en la producción de este cap
a ccigarettezzzz porque jules adora bllk tanto como yo MFBKSBD TQM COMADRE
a draconianas porque mi sae lover favorite siempre está de primeras leyéndome

recuerden apoyar el fic con su voto y comentario(s)!

━━ @𝘪𝘔𝘈𝘙𝘪𝘗𝘖𝘚𝘌𝘈𝘋𝘖𝘚

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