Salvaguarda tus recuerdos, pues
este es el final de la vida
como la conoces.

Hermoso y maravilloso sentimiento es aquel que nos llega cada que estamos en el cálido lugar que llamamos hogar. Ese que nos resguarda de la crueldad del mundo con las personas que amamos.

¿Cuál era el hogar de Eris exactamente?

Al principio era junto a su madre, pero cuando esta murió la rubia no se detuvo a pensar nuevamente en un hogar, pues estaba muy ocupada manteniendo su vida a flote.

Ahora, Eris no podía creer lo que sus oídos escuchaban.

Arina, su amiga, viajaría al imperio de las penumbras, el que fue hogar de su madre y donde seguro podría encontrar alguien de su familia, si es que realmente me quedaba una.

— Por favor prepara una habitación para mi nueva joya mientras no estoy — ordenó la albina sin despegar más vista de su libro — Es todo puedes retirarte, partimos mañana al medio día. Volveremos en seis días según Efrit.

— Si, su majestad — obedeció sin chistar. Tal vez solo era una sirvienta con sueños demasiado grandes.

— ¿Deseas ir?

— Eso no es importante — le respondió la rubia recojiento los platos de la merienda que Raymond Amber tomó en el balcón del cuarto tres horas después de la comida — Tengo trabajo en el palacio, así que esta bien.

— ¿Desde cuando trabajas en el palacio? — pregunto el duque Phantom a sus espaldas — Se supone que la princesa es tu amiga, no? ¿Por que no se lo pides?

La rubia sonrió y bajo la cabeza recordando el primer y último favor que le pidió a la primera princesa de Arbezela — Ella esta ocupada, no quiero molestar.

Nell suspiró antes de mirar a la sirvienta. Sus cabellos de oro se fundían con los rayos del sol que se colaban por la ventana y sus hermosos ojos de esmeralda hacían parecer que le más bello y misterioso de los bosques florecía en lo profundo de su mente.

¿En que momento fue que el duque Phantom empezó a adorar en silencio a esa mujer? Tal vez fue tras la llegada del príncipe Efrit, cuando pudo darse cuenta que la compañía de Eris no podía igualarse a nada que el ubiera experimentado antes y la tortura que era no tenerla a su lado debido a que ella se encontraba ayudando al príncipe de Xek. Nada podría igualar esa hermosa calma que llenaba su ser cada que ella le sonreía, ni siquiera la propia princesa Ariana.

— Entonces la molestare yo — murmuro el moreno levantándose — ¿Sabes donde esta la princesa?

— En su habitación, su excelencia — respondió la rubia saliendo del cuarto y dejando pasar a Marina, una de las damas de la princesa.

— Duque Phantom, la princesa Ariana solicita su presencia — dijo la castaña haciendo una reverencia.

Muy conveniente, pensó el duque antes de salir en dirección a los aposentos de la princesa albina.

El duque se adentro en la habitación iluminada por la luz de luna. La princesa lo esperaba en su cama, ansiosa por pasar esa noche con su amado Nell después de estar con Efrit tanto tiempo.

— Mi Nell.... — pronunció con esa voz melosa que alguna vez ocasionó algo en las entrañas del duque pero ahora solo lo hacía sentir un tanto incómodo — Ve aquí.

El moreno se acercó en silencio, firme y con un objetivo en mente. En la guerra, un método para obtener información que utilizaban los hombres del Rey era el del canje. Normalmente se intercambiaban una cantidad casi mínima alimentos y agua por información, claro que esto funcionaba después de matar de hambre a los prisioneros por más de ocho días y menos de once.

¿Quién dice que no puede hacer un canje con la princesa?

— Princesa... — murmura contra el pálidos cuello entre besos mientras su mente viaja a los hermosos rayos del sol — ¿Me haría un favor?

Ella ronronea antes de tomar el rostro del moreno entre sus manos y mirarlo con reproche, como si le estuviera prohibido pedirle algo a ella — Mi Nell...

— Por favor.... — vuelve a pedir mientras sus manos acarician las pálidas piernas — Solo un favor. Usted me dijo que eramos aliados — Nell aprieta con suavidad el muslo de la albina — Y los aliados se apoyan.

— Pídeme lo que quieras — le dijo ella con ojos lujuriosos sin saber que esas cuatro palabras le traerían alegrías y miserias después.

El duque sonrió pensando en la alegría de su amiga, su confidente, compañera, enemiga, su aliada y más grande adoración

Su todo.

Sin más, Nell se lanzó a besar una ves más el cuello de la princesa mientras su mente vagaba en la dulce y angelical belleza prohida e inalcanzable de Eris.

La rubia no se lo podía creer. La princesa había solicitado su presencia en el viaja a Ancage, y no precisamente para trabajar de sirvienta. La albina había dicho que era una disculpa de su parte por aquel viejo favor que nunca pudo cumplir, pero eso si, el viaje no sería gratis.

— Esto es maravilloso — dijo la rubia con alegría a su más reciente amiga mientras dejaban las sábanas en la lavandería — Viajare al lugar donde nació y creció mi madre, no es algo hermoso Delilah?

— Es algo increíble Eris — le dijo la pelimorada satisfecha con lo bien que había jugado sus piezas el duque — Tal vez incluso conozcas a tu padre si tienes suerte.

— Oh a el no le importa mi vida — dijo la ojiverde sin inmutarse — Mi madre decía que el nunca se interesó por mi.

— Que mal — suspiró, al parecer la madre de Eris había dejado dejado a su hija con la idea de que era una niña común con sangre común — Entonces, que harás en Ancage?

— Voy a cubrir a Chelsey — Eris la miro emocionada — Voy a ser una dama de la princesa, y con suerte iré a algún evento con ella. No sé cómo sea el luto en Ancage.

— ¿¡Tu madre es de Ancage y no te dijo nada!? — chillo la de ojos púrpura aprovechando que no había nadie en el pasillo — Dios, estos niños sin cultura.

— ¿Qué?

— Esta noche tu y yo tendremos un curso intenso de tradición y cultura de Ancage antes de que te marches — no puedo llevarte al palacio con la familia real si no sabes nada de tu imperio, pensó Delilah.

El trato esta hecho. Pronto el mayor canje se haría presente, trayendo dolor a la vida de algunos y claridad a la de otros.

Holo  :3

Pa quien no visito el capítulo Our de Set Fire To The Rain, miren mi "experimento"

Bye~