Beal/Core Four: Welcome to the Isle of the Lost
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𝐍𝐨𝐰 𝐩𝐥𝐚𝐲𝐢𝐧𝐠:
The Descendants Soundtracks
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El joven rey de Auradon sonrió al ver desde una de las ventanas de su hogar a su novia y a sus mejores amigos. Los cuatro caminaban abrazados y charlando, dirigiéndosea a la salida del castillo. Ben se rió y se alejó de la ventana al ver como las dos chicas se quejaban por algo que habían dicho Carlos y Jay.
Habían pasado algunas horas desde la apertura de la barrera. Invitaron a la celebración de su compromiso a cualquiera que quisiera acompañarlos. Algunas otras personas se ofrecieron de voluntarias para enseñarle el reino a los recién llegados.
Hades había pasado un buen rato con ellos, aceptando la petición de su hija y su yerno de vivir en el castillo cuando esté en la ciudad. Regresó a la Isla unas horas después, diciendo que buscaría algunas de sus cosas y que les presentaría a su hijo perruno: Cerbero.
Mal estaba emocionada, porque por fin tendría una mascota. Además, era otra gran excusa para ver seguido a su papá mientras que establecían una relación padre e hija más estable.
Bella y Adam se estaban encargando de despedir a todo el mundo, dejando el castillo en un silencio que más que inquietarlo le daba paz. Porque él, Mal y sus amigos por fin habían logrado la unión que tanto soñó desde que era un niño.
A decir verdad, esperaba pasar al menos un par de horas a solas con su novia. Quería llevarla al Lago Encantado y tener una cita. Pero entendía que debían atender a la gente y que ella quisiera recorrer las calles del lugar en que nació. Porque supuso que para allá era que se dirigían.
Sintió su teléfono vibrando en el bolsillo de su chaqueta. Lo sacó, viendo en la pantalla el número de su prometida.
-Hola cariño, ¿sigues con los chicos?- le preguntó.
-Hola Bennyboo. Sí, sigo con ellos. Y de hecho, queríamos invitarte a que nos acompañaras- pudo notar como ella sonreía por el tono de su voz- Queremos enseñarte algunos lugares y tal vez podemos ir a que conozcas la cueva de mi papá, si te parece.
-Eso me encantaría - dejó su chaqueta sobre su cama- ¿Quieren que lleve algo antes de que los alcance?
Oyó que le preguntaba a los otros tres si querían algo.
-Trae donas y chocolate- gritaron Carlos y Jay.
-Y agua, no pensamos en todo lo que vamos a caminar - se rió Evie.
-Yo me conformo con una deliciosas fresas del huerto del castillo, cielo- concluyó Mal.
El rey se rió al oír todo lo que le pidieron. Desde el momento en que la ojiverde se mudó con él y sus padres, se tomaba parte de su tiempo libre arreglando una parte de los cultivos. Específicamente, una gran cantidad de fresas que plantaba con cuidado para su amada.
-Está bien, en un rato los alcanzo. Mandenme un punto de referencia donde pueda encontrarlos. Saben que no conozco mucho las calles de la Isla todavía.
-De acuerdo, te vemos en un rato entonces.
Mal le pasó la dirección. Él preparó una mochila con todo lo que pidieron de comida y decidió guardar un mantel de picnic. Se encontró con sus progenitores antes de pisar la salida.
-Jovencito, ¿a dónde crees que vas?- le preguntó Bella, cruzada de brazos.
-Sí, se suponía que esta era tu fiesta de compromiso con Mal y los dos han estado por todos lados - siguió su padre.
-Bueno, justamente voy a buscarla a ella y a los chicos en la Isla. Están allá y quieren enseñarme algunos lugares.
La castaña se acercó a abrazarlo, más relajada.
-No regresen muy tarde, ¿sí? Queremos que Hades nos acompañe a cenar para celebrar como la familia que ahora somos, ¿no es cierto, querido? - se dirigió a su esposo.
Adam hizo una mueca. Ben sonrió con diversión. Ya veía que la relación de su suegro y su papá sería graciosa de presenciar.
-Por supuesto - respondió, tratando de no sonar incómodo.
El castaño se limitó a reírse y se despidió de los ex-reyes. Le tomaría una media hora alcanzarlos.
(...)
Mientras tanto, en la Isla de los Perdidos. Mal estaba tirada en el sillón de su antiguo hogar, jugando con los anillos en sus dedos. Estaba ansiosa por darle un recorrido distinto a Ben. Incluso quería proponerle que reformaran esa casa para el futuro.
Puso los ojos en blanco al escuchar la pelea entre el de pelo largo y el pecoso.
-Oigan, se supone que vinimos aquí a esperar a Ben, no a que ustedes pelearan por un tonto juego en sus teléfonos - se quejó.
Evie, quien estaba en el otro sillon limándose las uñas, se rió.
-Alguien está muy ansiosa por ver a su futuro esposo- bromeó.
Soltó un gritito de irritación cuando sus otros dos amigos se unieron a las burlas, sumándole que se acercaban a hacerle cosquillas.
-¡Basta!- los apartó como pudo.
Carlo le revolvió el cabello, haciendo que resoplara para apartarse los que quedaron en su rostro.
-Ni que Ben no conociera ya la Isla- la abrazó el de cabello bicolor.
Mal hizo una mueca.
-No es eso. Solo quiero que se lleve una buena impresión del lugar donde viví, y quiero que vea que todos nuestros esfuerzos en mejorarlo han valido la pena- explicó por fin.
-M, claro que se la llevará. Él sabe lo duro que has trabajado a su lado. Más todo lo que nosotros hemos aportado. Estoy segura de que no tendrá problema al conocer cosas nuevas - la tranquilizó la peliazul, sentándose a su lado.
Terminó por aceptar el abrazo reconfortante que le dieron los tres.
-Quiero ser la mejor reina para el reino, pero también para él- siguió hablando- Ben ha hecho tanto por mí, no me gustaría decepcionarlo con mi desempeño en mi rol de monarca. Lo amo, y quiero regresarle parte de todo lo que hizo por mí, por nosotros.
Evie y Carlos la miraron con ternura.
-Y pensar que eras la que decía que los novios no servían para nada - soltó Jay de la nada.
La ojiverde le lanzó un cojín. Se estaban riendo hasta que oyeron unos pasos subiendo a la sala de estar y otra voz.
-Vaya, y yo que me tomé el tiempo de buscarle a mi novia unas flores de camino acá. Pero si opina eso...- el rey entró a la habitación.
Mal pegó un salto y corrió a abrazarlo. Ben se rió y correspondió su gesto.
-Gracias, son hermosas - las olió.
Eran sus favoritas. Tulipanes morados y astromelias amarillas. Las compró en la floristería que le provee las flores al castillo.
-No tanto como tú- le dio un besito en la punta de la nariz.
Ella se rió, apoyándose en su pecho. La diseñadora les tomó una foto, mientras que los otros dos hacían ruidos de asco.
-Me empalagan- Jay hizo como si fuera a vomitar.
Mal le dio una mala mirada antes de volver a mirar a su prometido.
-Pensé que ibas a avisarme cuando llegaras, quería darte el tour completo de la casa - hizo pucheros.
Ben ya había visitado la Isla varias veces para sus proyectos en los últimos meses, sin embargo, como siempre iban corriendo no había tenido la oportunidad de enseñarle todo lo que hubiera querido.
Ya conocía Dragon Hall, la guarida y el parte del mercado principal, entre otros espacios. Al menos eso era algo.
-Quería sorprenderte con esto, por eso no te dije -se excusó- Y, traigo la mochila llena de comida y una manta. Podemos hacer un picnic.
Eso captó la atención de los demás.
-Genial, porque muero de hambre.
Jay iba a tomar la mochila hasta que Mal lo detuvo.
-Esperemos a llegar a un sitio para sentarnos todos -lo tomó del brazo y lo alejó- Dioses, Carlos y tú comen como si no lo hubieran hecho en días.
-Tienen suerte de hacer deporte - se rió la ojimiel- ¿Por qué no le das un tour de tu casa a Ben? Yo me encargo de vigilarlos.
-Ni que fuéramos niños, Evs - dijo Carlos.
-Está bien, cuida la comida - Ben interrumpió la divertida pelea que estaban comenzando.
La dama de la corte no se esperó a escuchar las quejas, tomó la mano de Ben y salieron de la sala.
-Supongo que viste la tienda de Jafar allá abajo.
-Sí, incluso trató de cambiarme mi corona a cambio de uno de sus raros artículos- se rió.
-Jay tendrá un gran problema para conseguirle otro lugar donde vivir- suspiró- Como sea, quisiera proponerte algo.
Lo conducía por el resto de los pasillos. Lo guió hacia otra escalera. Comenzaron a bajar.
-Soy todo oídos.
Mal tuvo que encender la linterna de su teléfono. Los bombillos del sótano se habían fundido.
-Bueno, ya que nos vamos a casar, pensé que este podría ser uno de nuestros proyectos como futuro matrimonio- le sonrió- Quisiera que reformaramos la casa a nuestro gusto. Podemos quedarnos aquí en fines de semana o cuando vengamos a trabajar.
Abrió el pomo de una puerta. Se rió con fuerza cuando el rey la tomó en sus brazos, haciendo que lo rodeara como una garrapata.
-Suenas tan bien cuando hablas así- besó sus mejillas- Me encantaría hacer eso- acarició su espalda, sujetandola- Pero te daré control en lo que hagamos, al fin y el cabo aquí te criaste.
Mal lo besó castamente. Se bajó y volvió a tomar su mano.
-Eso es muy tierno de tu parte, pero será uno de nuestros hogares. Por lo tanto, quiero que sea trabajo de los dos.
-Me parece justo entonces.
Ahora sí ingresaron al cuarto detrás de ellos. La pelimorada le fue explicando para qué usaban cada uno de esos espacios. El primero era la biblioteca y laboratorio de su madre, uno era un depósito, y los demás eran lo que Maléfica llamaba "las mazmorras" definitivamente remodelarían todo ese piso.
Volvieron a subir las escaleras, llegando hasta la segunda planta, que era donde estaban los cuartos y los dos baños.
-Sé que la casa está distribuida de un modo muy extraño, pero mamá quería tener la sala, la cocina y su oficina en lo más alto. Ya sabes, para "supervisar a sus súbditos"- imitó la voz de su mamá.
Su amado soltó una carcajada al escucharla.
-Hablando de tu mamá, ¿ahora que tu padre va a vivir con nosotros crees que sea prudente que siga en el castillo?
La lagartija Maléfica vivía en un espacio para ella sola en una torre. Era el sitio más espacioso, seguro y supervisado que podría tener. Eso le permitía a Mal visitarla. No había progresado mucho, pero al menos se mostraba menos reacia a sus muestras de cariño y a lo que le contaba.
-No tengo idea, aunque no creo que haya mucho inconveniente. Papá y ella podrán detestarse, pero como no se van a estar cruzando no debería pasar nada.
Le enseñó los baños, los cuales definitivamente debían arreglarse. Siguieron primero hacia el antiguo cuarto de la Emperatriz del Mal. Era bastante espacioso. Un poco más grande que el de la Princesa del Inframundo.
-¿Ya que vamos a arreglar esto, quieres que nuestra habitación sea la tuya o esta?- preguntó Ben.
-Podemos redecorar la de mamá y quedarnos con la mía- cerraron esa puerta y entraron al lugar mencionado- Te presento el cuarto en el que pasé toda mi niñez y adolescencia.
Ben observó detenidamente el lugar.
-Tiene todo tu estilo - se sentó en su cama, esta alzó algo de polvo. Ambos tosieron- No te preocupes, es normal luego de poco más de dos años deshabitada- la tranquilizó al ver la expresión de pena en su cara.
Mal se sentó a su lado. Apoyó su cabeza en su hombro.
-Es lindo tener un rato a solas y en silencio. Nuestras vidas han sido un caos últimamente- le dijo él.
Escucharon ruido proveniente de las escaleras.
-Creo que hablaste muy pronto, amor- se lamentó.
Los chicos aparecieron en el umbral de la puerta, con la mochila en los hombros de Jay.
-¿Ya terminaron su recorrido, tortólos? - preguntó Evie.
-Sí.
Se levantaron de la cama. El improvisado camino a su próximo destino estuvo lleno de risas y bromas. Mal le enseñó a Ben varios de sus graffitis, provocando que él le pidiera tomarle una foto junto a cada uno.
-¿Terminaron su sesión de fotos? Ya estamos cerca- los llamó Carlos.
Asintieron. Ben la ayudó a bajarse de las tablas en las que se subió para estar a la altura de su obra y alcanzaron a los demás.
-De regreso me vas a cargar, porque estos tacones me están matando los pies.
El castaño la estrechó entre sus brazos.
-Creo que ni tú ni Evie consideraron eso al venir- vieron como la peliazul iba más relajada- Aunque veo que ella está cómoda.
-Eso es por que ella está acostumbrada. Por más que los míos sean botas, me he movido mucho hoy.
-Te prometo que cuando vayamos a casa de tu papá te cargaré en mi espalda de camino a allá.
Ella le agradeció con un beso en el cachete. Llegaron a su destino poco después. Era lo que podría asemejarse a un muelle. Extendieron la manta, colocaron la mochila sobre esta y se sentaron.
-Así que eso de allá es la Isla de los Olvidados - señaló un islote a unos metros.
Sus cuatro acompañantes asintieron.
-Con todo el alboroto de hoy suponíamos que este sería el lugar más tranquilo- mencionó Jay.
Sacaron la comida. Repartiendo los chocolates, las botellas de agua y las donas. Mal les ofreció dos fresas a cada uno y las otras las conservó para ella.
Para Ben era agradable pasar un momento así con ellos, porque lo hacía sentirse parte de su pequeña familia. Y claro que todo su grupo de amigos con todo y nuevos integrantes era genial, pero el Core Four eran como hermanos. Por lo tanto, los amigos de su prometida eran como sus cuñados.
La consejera real y los dos chicos pateaban una piedra que se consiguieron, usándola de pelota. La pelimorada se había apartado de ellos, mirando el mar. Se recargó en el pecho de Ben al sentirlo posarse detrás suyo y rodearla con sus brazos.
-¿Sucede algo?
Ella se tomó unos segundos para responder.
-No lo sé, creo que estoy cansada y ya. Han sido días muy agotadores y no hemos podido descansar. Además de tantas cosas que debo procesar. Nuestro compromiso, mi nueva relación con mi papá, la apertura de la barrera, la unión de los reinos.
Él la acurrucó contra sí mismo y besó su coronilla.
-Princesa, creo que lo que necesitas son al menos unos días de descanso. Te hacen falta y te los mereces- acarició sus brazos.
-Pero hay tanto por hacer, a este paso no tendremos tiempo libre hasta nuestra luna de miel y...
Ben la calló uniendo sus labios. Eso la destensó. Le siguió el beso con la misma pasión y amor hasta que separaron sus bocas. Juntaron sus frentes.
-Te prometo que haré lo posible para que tengamos aunque sea este fin de semana libre. Y poco a poco nos iremos ajustando a todo y podremos salir a citas. ¿Ok?
Ella suspiró. Tomó aire con calma para relajarse. Era tanto el estrés acumulado en su cuerpo y su mente que debía hacer eso para no tener un ataque de ansiedad.
La suave respiración de Ben, la calidez de sus brazos y su paciencia incondicional lograron terminar de calmarla. Cuanto ama poder contar con él cada vez que se siente así.
-Y hablando de la boda y la luna de miel...-comenzó a decir el castaño.
Mal se rió. Se dio la vuelta y rodeó su cuello.
-¿Sí?
-¿Qué te parece si comenzamos a planear todo en nuestros días libres? Podemos quedarnos acá, puedes traer tus colores y cuadernos y nos tomamos esos dos días para los dos.
La pelimorada rozó sus narices.
-Eso suena como el plan perfecto- acarició su pómulo.
Estuvieron a punto de unir sus labios de nuevo hasta que oyeron las voces de sus amigos. La ojiverde se apoyó en su cuello, soltando un grito de molestia. Él se rió.
-Creo que es mejor que vayamos con ellos, no quisiera hacer esperar a tu papá.
La pelimorada refunfuñó. Terminó por aceptar su sugerencia. Regresaron con los otros tres. Recogieron todo lo que llevaron y comenzaron su camino de regreso.
(...)
Ben, como le prometió a su amada, la subió a su espalda y la cargó todo el camino a la guarida de Hades. Ella rodeaba su cintura con sus piernas y su cuello con sus brazos para evitar caerse.
El rey ya había mandado a llamar una limusina para el regreso a Auradon City. Todos ya estarían agotados para ese instante, y además el dios iba a llevarse varias de sus pertenencias. Eso sería más cómodo. Mal saltó de felicidad al ver que le había mandado a llevar unos tenis cómodos y suaves.
-Gracias, cariño. Ya mis pies no aguantaban más- le dio un beso en la mejilla.
Pidió dos pares de los zapatos de Mal para que Evie también pudiera ponerse cómoda. Ambas estaban sentadas en el asiento del vehículo, colocándose el calzado.
-Buena manera de ganarte a tu cuñada, Ben - se rió Jay.
-No te reirías si hubieras estado usando tacones por doce horas- lo retó la peliazul.
-Y también usarlos bailando y caminando durante gran parte de ese tiempo - completó Mal.
El de cabello largo alzó sus manos en señal de rendición. Carlos y Ben se rieron.
-No sé ustedes, pero yo voy a tomar una siesta mientras los esperamos- dijo el de pecas.
Se subió al auto y se acostó en otro de los asientos. Jay entró, encendiendo una de las pantallas del interior. Evie tomó un caramelo azul y estiró sus piermas en el espacio libre.
Mal y Ben ingresaron por la reja con la calavera que protegía la entrada de la cueva. Andaron por unos metros hasta subirse a la bicicleta improvisada. Al llegar a la parte iluminada se quitaron los cascos y bajaron las escaleras.
La futura reina soltó un grito junto con una risa cuando al ingresar un perro negro con marrón, específicamente un Rottweiler, se lanzaba a ella y le lamia toda la cara.
-Cerbero se adelantó para conocerte, Mally - Hades se reía de la reacción de su mascota- Y veo que le agradaste mucho.
Mal cargaba como podía al pesado animal. Ben acarició detrás de sus orejas, haciendo que moviera más la cola y ladrara de gusto.
-Aparentemente la mini bestia también le cae bien - su voz se tornó a una de queja.
Su hija rodó los ojos con diversión.
-Los animales y los niños lo adoran- dijo con orgullo.
El castaño se sonrojó. Se quedó junto a ella, a una distancia prudente de su suegro.
-¿Ah sí? ¿Eso significa que algún día me darán nietos? - se cruzó de brazos, mirándolos con una ceja alzada.
Ben se puso completamente rojo. Los cachetes de Mal se pusieron rosados. Cerbero bajó de sus brazos y buscó uno de sus juguetes.
-Papá- le dio una advertencia con la mirada.
-¿Qué? Eso es lo que suele hacer un matrimonio, ¿no? - Hades se estaba divirtiendo al verlos tan avergonzados- Tienen hijos luego de casarse. Además, me imagino que van a necesitar herederos.
-P-por supuesto, señor- respondió el rey, tartamudeando.
-Eso sí, no quiero nietos hasta después de que se casen. Son muy jóvenes- siguió burlándose- Y me imagino que no has corrompido ya a mi niñita, ¿cierto? - se puso serio.
A Mal casi le da un infarto al oírlo. Tomó la mano de Ben al verlo sudando como nunca. Su padre lo tenía completamente intimidado. Ni siquiera en las reuniones con el resto de los reyes lo había visto de ese modo.
Hasta ella se puso nerviosa. Porque ahí si tendría que distraerlo o decirle una mentira.
-Creo que ya fue suficiente intimidación por hoy, papá- detuvo su interrogatorio- Ben quiere conocerte y que los conozcas, pero eso no significa que lo debas atormentar con preguntas.
Hizo que Ben caminara con ella para tomar algunas de las pertenencias del Dios del Inframundo. Levantaron varias cajas y una maleta.
-Ahora, ya debemos irnos. El auto espera afuera, y los padres de Ben deben estarnos esperando para la cena- concluyó.
Subieron las escaleras para salir de la cueva. Hades hizo una mueca, tomó la correa de Cerbero y el resto de las cosas que se llevaría.
-No respondieron mi pregunta- susurró.
Los siguió, estando a unos pasos de ellos. Los observó, notando lo cómoda y relajada que se veía su descendiente junto al monarca. Se reía por algo que él le había dicho. Mal besó su mejilla y rozó sus brazos con ternura.
Parece ser un buen muchacho. Pensó. De todos modos lo mantendré vigilado. Si algo sale más, un alma más en el tártaro no hace daño.
Al llegar a la limusina metieron todo en el maletero. Ben dejó pasar primero a su prometida y luego a su suegro. El dios lo miró de arriba a abajo antes de ingresar y sentarse en el asiento.
El castaño se armó de valor y se subió. Cerró la puerta y el auto arrancó. Los chicos saludaron al padre de su amiga. Fue divertido ver lo similares que eran la dama de la corte y su progenitor.
(...)
La cena entre la pareja real y sus padres fue todo un éxito. Bella fue totalmente agradable y cordial. Y Adam reprimió su molestia al ver lo feliz que se veían Mal y su hijo. Él por la felicidad de su novia y ella por al fin pasar tiempo con su papá. Entendió que no debía arruinar las cosas.
Evie, Carlos y Jay se fueron a casa de la peliazul con varios recipientes llenos de comida que les ofrecieron la Señora Potts y Bella. No querían interrumpir el momento familiar. De todos modos salieron ganando, les dieron suficiente comida para esa noche y el almuerzo, incluyendo el postre.
Era alrededor de la una de la madrugada cuando todos por fin se fueron a descansar. Hades y Cerbero se instalaron en su habitación. Mal soltó una risita al verlos. Había ido a darle las buenas noches y lo encontró roncando profundamente.
Cerró la puerta con cuidado de no despertarlo. Se dirigió hacia su habitación. Sus pies se sentían livianos en sus pantuflas moradas de dragones. Ben la esperaba en la cama, listo para abrazarla.
Ella se rió cuando al recostarse a su lado le llenó de besos la mejilla. Estaban agotados, pero era lindo pasar al menos unos segundos así antes de dormir. Había sido un día extremadamente largo.
Se dio la vuelta, siendo apegada por los brazos de su novio hacia su pecho. Ese día era un gran comienzo para su futuro.
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Holiii
Aquí les traigo un pequeño relato de Beal con los chicos y Hades. Fue un poco corto, pero espero que lo hayan disfrutado.
¡Nos leemos pronto!
~Con amor, su escritora💕
Publicado el 27/08/2024.
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