Beal/Bal: Your daughter hates me (AU)
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El rey de Auradon miraba a través de la ventana de su oficina, pensativo. Observaba el mar iluminado por la luna, intentando encontrar una solución al problema más grande de su vida: cómo hacer que su prometida y su hija se llevaran bien.
Para nadie era secreto la diferencia de edad entre el monarca y su amada. Llevarse casi 11 años (con él teniendo 38 y ella 27) no era algo tan común en la realeza actual. Sin embargo, también era bastante evidente el amor que se tienen; para todos menos para su ex-pareja, la princesa Audrey Rose de Auroria.
No podía negar que durante un tiempo la amó, al fin y al cabo pasaron siete años juntos y tuvieron una hija, pero se habían separado cuando Elizabeth tenía apenas unos meses de vida. Por lo que le era difícil entender el gran odio hacia Mal cuando ya tenían más de ocho años separados.
A Audrey la conoció en la universidad por tener amigos en común. Viéndolo en retrospectiva, debió darse cuenta que la mujer era posesiva y frecuentemente lo buscaba por interés, aún así se enamoró de ella. Lo que luego se convirtió en un dolor de cabeza y en su corazón cuando lo engañó cinco meses después del nacimiento de su bebé.
Luego de muchas disputas, fue evidente que para que la niña creciera en un entorno sano debía vivir con su papá y sus abuelos. Audrey no tenía ese amor genuino que le dedicaba Ben. Ni siquiera quería ser madre. A pesar de eso, ve a Lizzie al menos una vez a la semana.
Lizzie es la luz de los ojos del rey. A punto de cumplir nueve años, impresionaba cada día a su papá con su inteligencia y creatividad.
Por el otro lado estaba Mal. La conoció por que era como una hermana menor para Jay, su mejor amigo del equipo universitario de Tourney.
En un principio no tenía ojos para nadie más que Audrey, sumándole el hecho de que al conocerla Mal apenas se había convertido en adulta. No la veía como algo más. Hablaban cuando coincidían en reuniones, hasta que se volvieron amigos dos años después de la separación de los dos miembros de la realeza.
No formalizaron algo romántico sino hasta hace cuatro años, cuando Lizzie estaba por cumplir cinco.
Todo se había dado genuinamente. Ambos llevaban años solteros, luego de la fallida relación de Ben y dos relaciones desastrosas de Mal. La diferencia de edad no fue un obstáculo. Tenían muchas cosas en común, y su amor podía notarse a kilómetros.
Ben ya no sabía qué hacer para que Elizabeth tratara de acercarse a Mal. La pelimorada hacia lo posible por ganarse su cariño y respeto. Le compraba regalos, le hacía postres, incluso la llevaba a viajes al Inframundo con su padre o a que viera el proceso de creación en el taller de su mejor amiga, Evie Grimhilde, la famosa estrella en ascenso de la industria de la moda.
Mal había llorado en varias ocasiones por no saber qué hacer. Amaba a la niña como si fuera su propia hija, y se detestaba a sí misma por el desprecio que recibía de su parte.
Ese día había llegado sollozando a su oficina. Elizabeth había discutido con ella solo porque le pidió llevar los anillos en su boda. A Mal le hacía mucha ilusión que la niña tuviera un papel importante en su gran día. Eso hasta que se enteró de que Audrey le prohibió rotundamente que lo hiciera.
Elizabeth, haciéndole caso a su madre y a la furia que esta tiene hacia la ojiverde, le gritó cosas hirientes.
Al momento de ver a su prometida entrar llorando, entendió perfectamente quien la puso de ese modo.
-Me rindo, Ben. Tu hija me odia. Lizzie jamás me querrá- el llanto la hizo hipar sobre su pecho- Estaba feliz porque por fin parecía progresar un poco conmigo. Al menos me saludaba y me pedía las cosas con amabilidad.
Suspiró y levantó un poco su cabeza para mirarlo.
-Estábamos jugando con sus muñecas. Me dejó vestir y peinar a una, y sabes que ella no deja que nadie, ni siquiera tu mamá, haga eso.
Tenía razón, así como su padre y Bella cuidaban con recelo sus libros, ella lo hacía con sus juguetes favoritos.
-Y de repente, pensé que era el momento indicado para decirle que quería que ella fuera quien nos entregara los anillos. Y...y - su voz se entrecortó.
Ben acarició su espalda para tranquilizarla.
-Fue un gran error. Me gritó que me odiaba, que como creía que me ayudaría a convertirme en tu esposa cuando era mi culpa que sus padres no volvieran a estar juntos. Que solo estoy interesada en tu título.
El castaño retuvo un gruñido que iba a salir de su pecho. Respiró hondo, buscando las palabras adecuadas.
-Hablaré con ella cuando Audrey la traiga de su día de compras. Y también con su madre. No puedo creer que le haya metido todas esas ideas a mi pequeña en su cabeza.
Mal sorbió su nariz y tomó su mano.
-Por favor no seas duro con Lizzie. Es una niña, entiendo que no quiere a alguien más a quien deba llamar mamá. A mí me costó aceptar a Kore cuando ella y papá me dijeron que se casarían.
-¿Alguna vez le hablaste así de feo? ¿Tu mamá llegó tan lejos hasta el punto de hacerte creer que odiabas a la prometida de tu padre?
Mal lo pensó unos segundos. Terminó negando con su cabeza.
-No, pero...
-Nada de peros, cielo. Sabes que amo con todo mi corazón a esa niña, pero no puedo permitir que mi ex mande a la basura toda la educación que nosotros dos le hemos dado.
-¿Nosotros? - preguntó ella confundida.
-Sí, amor. Tú también has formado parte de su educación. Incluso desde antes de ser novios.
La princesa del Inframundo se sonrojó.
Con esas palabras había logrado relajar a Mal. Ella se fue un rato después, no tenía ganas de encontrarse a Audrey luego de lo que había sucedido.
La pelimorada ya vivía en el castillo, pero esa noche se quedaría en casa de Evie para ponerse al día con ella, Jay y Carlos.
Ben terminó discutiendo con ambas princesas. Su hija intentó ponerse del lado de Audrey hasta que entendió que su padre no daría su brazo a torcer. Se fue a su cuarto refunfuñando y muy molesta.
El rey le suplicó a Audrey que dejara a la niña y a su prometida en paz. La heredera de Auroria lo mandó a la mierda e ignoró el resto de las cosas que Ben le dijo. Él le pidió que no se apareciera en el castillo hasta dentro de unas semanas. Que tanto él como su hija necesitaban distancia de ella para arreglar las cosas.
Ben suspiró, llevándose dos dedos al puente de su nariz. Le dolía la cabeza luego de todo lo sucedido.
Cada vez que Lizzie pasaba tiempo con Audrey se transformaba. Lo peor de todo es que Ben estaba muy consciente de que la rubia no amaba tanto a su hija como él lo hacía.
Tenía la gran sospecha de que la única razón por la cual la tuvo fue para tenerlo atado. Para ser la madre de la sucesora al trono.
Por eso es que la mantenía lo más alejada que podía de la familia Rose. No eran buenas personas, sobre todo la bisabuela de Lizzie, Leah. No había terminado de separarlas solo porque sabía que su hija necesitaba a su mamá. Y porque sabía que Aurora, su otra abuela, era la única persona decente en esa familia.
Le dolía tanto la cabeza de pensar en toda la situación que había considerado bajar a la cocina y tomar café a pesar de lo tarde que era y que eso le quitaría más todavía el sueño.
Abrió la puerta, sorprendiendose al sentir un par de brazos pequeños rodeando sus piernas con fuerza.
-¿Princesa, qué haces despierta a esta hora? - le preguntó con preocupación. Era casi media noche.
Su corazón se arrugó al oír a la niña llorando.
-Lo siento mucho, papi.
Ben se agachó a su altura, secando sus lágrimas. Le dolía verla así a pesar de estar enojado con ella.
-Siento mucho haber tratado así a Mal, sé que ella se esfuerza por que la quiera - frotó sus ojos con su mano libre, la otra abrazaba a su peluche de conejo- Siento haberte gritado y dicho que los odiaba a ustedes dos.
El castaño sintió una puntada en su pecho. Sí de por sí le dolían las palabras que le dirigió a su futura esposa, también le habían dolido las que le dijo a él antes de huir a su habitación.
Ben decidió alzar a la niña en sus brazos. Ella se aferró a su cuello, llorando sin parar. Jamás la había visto así de destrozada.
Caminó con cuidado por los pasillos del castillo, cargándola. Entró a la habitación que comparte con Mal y cerró la puerta. La sentó en la cama, posándose a su lado. La envolvió con las sábanas.
-Aprecio mucho tus disculpas, pequeña. Pero espero que entiendas que no estuvo nada bien lo que hiciste. Ni todo lo demás que le has hecho a Mal.
La niña asintió, con la cabeza agachada.
-Lo sé- secó sus lágrimas y abrazó a su conejo.
-Debes disculparte con ella. La hiciste llorar y sentirse fatal.
-¿Eso hice? - cuestionó con angustia. Él asintió- Lo lamento mucho. Mal es una gran chica. Es solo que...
Ben la detuvo. Notaba lo estresada que se estaba sintiendo al entender lo grave de sus actos. Estaba siendo muy madura, pero seguía siendo una niña de ocho años y medio.
-Cariño, sé las cosas que tu mamá te ha dicho. Pero no están bien. Creeme, la respeto mucho. Pero ella no sabe manejar bien su frustración - acarició el cabello castaño de la niña- Debes recordar que nosotros nos separamos hace mucho. Además, ¿acaso le has hecho estas cosas a sus novios o sus citas?
-No - respondió avergonzada.
-Entonces no tienes porqué hacérselas a Mal. ¿Sí?
Elizabeth asintió.
-¿Mal estará aquí mañana?
-Sí.
-Bien, porque quiero disculparme con ella y darle un gran abrazo - Ben no pudo evitar sonreír al oírla- Nunca se lo he dicho, pero en realidad no la odio. La quiero mucho.
Ben sintió que ahora él lloraría.
-¿Qué te parece si mañana los tres nos vamos unos días a la casa de tu bisabuelo? Podemos pasar tiempo en familia y tú podrías aprender a tirar flechas con el arco que te regaló Hades.
Lizzie ladeó su cabeza al oír la palabra familia, pero por alguna razón eso no le desagradó.
-Está bien.
Ben sonrió y la atrapó entre sus brazos, haciendo reír con fuerza a la niña. Comenzó a hacerle cosquillas. La princesa reía sin parar.
El rey se metió debajo de las sábanas con ella. La apretó contra su pecho y besó su frente.
-Te amo, papi.
Ben sonrió.
-Y yo a ti, pequeña.
(...)
Mal se sorprendió cuando al llegar al castillo, durante el almuerzo, Lizzie le pidió que los acompañara a Ben y a ella a un viaje por dos semanas para convivir.
Ella aceptó sin dudar. Sonriéndole a su prometido al notar que habían solucionado las cosas entre ellos.
Esos días se les pasaron volando. La antigua casa donde vivió el abuelo de Ben era un sitio realmente acogedor y hermoso. Lo suficientemente alejado de la gente para tener paz pero lo suficientemente cerca del pueblo para poder hacer actividades.
Los tres habían hecho de todo. Montar a caballo, en bicicleta, ir al cine, comer hasta el cansancio, jugar con los juguetes de Lizzie, pintar y colorear. El día anterior la niña les pidió jugar al spa, lo que terminó en un Ben lleno de moños y las uñas pintadas de rosa, azul y morado.
Mal ya sentía que su hijastra por fin se acercaba a ella sin temor. De hecho, ella le insistió en que fuera su maestra de arco y flecha para aprender.
Estaba tan contenta, sobretodo porque por fin había aceptado ser la que entregara los anillos en la Boda Real. Incluso les dijo que quería dar un pequeño discurso en la fiesta.
No se había disculpado directamente, pero ahora la llenaba de abrazos y besos y la incluía en todos sus juegos. Eso era suficiente para Mal.
Miraba con atención al paisaje que se apreciaba desde la cama esa mañana. La habitación en la que ella y Ben estaban durmiendo tenía una hermosa vista a las montañas.
No lograba borrar la sonrisa en su rostro luego de haber pasado días tan buenos junto a su prometido y la princesa.
Estaba boca arriba, con Ben usando su pecho como almohada y sus brazos rodeando su cintura. Se sentía tan afortunada de tenerlos en su vida.
Deseaba formar una familia con él, y ya tenían parte de ella con Lizzie. Sin contar el enorme honor que sentía al ser la futura reina. Sabía que esa era una gran responsabilidad, pero a la vez le encantaba el poder ayudar a los demás.
Sabía que mucha gente la juzgaba por ser más joven que el rey. Algunos hasta decían que tenía la edad para ser niñera de la princesa y no su segunda madre. Mal no le tomaba importancia, porque sabía que por fin la niña comenzaba a aceptarla como tal.
Se rió cuando de repente sintió los labios de Ben dándole besos suaves en su hombro. Bajó su mirada, recibiendo un guiño del rey.
-Veo que alguien está de buen humor- le dijo él.
Mal se encogió de hombros.
-¿Será porque he pasado las mejores vacaciones junto a mi futuro esposo e hija? - ella acarició su mejilla.
-Me encanta como suenan esas palabras - dijo con adoración.
La ojiverde se rió y le robó un beso corto.
-¡No puedo creer que ya solo falten tres meses! - exclamó con ilusión.
Ben también sonrió. Se colocó con cuidado sobre ella para no aplastarla con su peso. La besó con ternura. Al separarse, rozó sus narices.
-¿Sabes qué es lo que más me emociona para después de la boda? - preguntó él.
-¿Qué?
Se acercó a su oído.
-Poder hacerte el amor mientras que te digo que eres mi reina- le murmuró con voz ronca.
Mal se ruborizó. Comenzaba a sentirse acalorada por su cercanía y sus palabras.
-¿Ah, sí?- acarició su nuca, siguiéndole el juego- Porque yo ya amo decirte mi rey.
De la garganta de Ben salió un jadeo en forma de gruñido. Se lanzó a sus labios con pasión. Ambos se besaban intensamente. No habían tenido mucho tiempo a solas por temor a ser interrumpidos por Lizzie.
Pero no se preocupaban mucho. La niña dormía como roca. Les había costado bastante despertarla los últimos días.
Mal gimió al sentir la mano de Ben comenzando a deslizarse hacia abajo en su cuerpo. Ambos se separaron de golpe al oír tres suaves toques en la puerta.
-¿Papi, Mally?
Ben se escondió en su cuello, gritando de la frustración. Mal soltó una risita. Lo hizo separarse de ella con cuidado.
-Pasa, pequeña - le dijo.
Elizabeth entró unos segundos después. Al llegar junto a la cama se lanzó sobre Ben, haciendo que este soltara un quejido de dolor. Ellas dos se rieron.
-¿Cómo es posible que estés despierta tan temprano? - se quejó, intentando recuperar el aire que le sacó.
Le dio un beso en la mejilla y se sentó en medio de ambos.
-Quería hablar con ustedes. En especial con Mal - explicó la niña.
La pelimorada se sorprendió. Ayudó a Ben a sentarse y miró a la princesa.
-¿De qué quieres hablar? - preguntó con curiosidad.
Lizzie miró a su papá. Él le dio ánimos de seguir al sonreírle.
-Quiero disculparme contigo. Me he portado como una niña muy mala - arrugó sus cejas al decir eso, algo que les pareció adorable- No te merecías que te ignorara, o no te diera las gracias o saludara. Tampoco mis malos tratos.
Tomó aire, hablaba un poco rápido por los nervios.
-Pero sobretodo, no merecías que te dijera que te odio - sus ojitos se aguaron- Yo no te odio. Te quiero mucho, Mal.
El corazón de la pelimorada casi se salió de su pecho de la emoción. Ahora ella sentía que lloraría. La niña tomó una de sus manos.
-Te admiro mucho. Gracias a ti me di cuenta de que quiero ser artista, o algo por el estilo.
-¿De verdad? - preguntó feliz.
-¡Sí! - soltó una risita- Adoro cuando pintas conmigo y me enseñas cosas nuevas. O cuando me llevas con Evie a su taller. También me divierto mucho cuando están Carlos y Jay. Son muy divertidos, como los tíos locos.
Ben y Mal no pudieron evitar reírse.
-Lamento mucho que mamá no te quiera. Porque eres maravillosa. He aprendido a valorarte. ¿Así se dice papi?
Ben asintió, sorprendido por todo lo que confesaba su descendiente.
-Eres mi ejemplo a seguir.
Mal comenzó a llorar sin darse cuenta. Acercó a Lizzie y la abrazó con fuerza. La niña notó que se movía por los sollozos.
-¿Dije algo malo? - se inquietó.
La pelimorada negó.
-Dijiste todo lo que soñaba oír - la alejó un poco para verla, aún sin soltar el abrazo- No tienes idea de lo que esto significa para mí, Lizzie. Porque llevo cuatro años esperando que por fin me aceptaras.
La niña se sintió importante al ver lo que habían causado sus palabras. Aunque su semblante decayó un poco al recordar la razón principal por la que no terminaba de aceptarla.
-¿Qué tienes, hija? - cuestionó Ben, apoyando una mano en su hombro.
Los dos se preocuparon al ver que sus ojos comenzaban a ponerse llorosos y perdía el valor que había tenido para confesar todo.
-¿Cuándo se casen no me alejarán, cierto? - su voz sonó mocosa debido a lo que estaba reteniendo.
-Por supuesto que no - respondió Mal con rapidez.
-¿Por qué crees eso? - siguió Ben, consternado.
-Porque mi madre dijo que cuando ustedes se casaran ya no me querrías en tu vida, papi - las lágrimas empezaron a salir- Me dijo que Mal te alejaría. Y que si tenían un bebé, tú te olvidarías de mí. Dijo que no me amarían porque sería inútil al lado de un nuevo heredero.
Los corazones de ambos se partieron al oírla. Pero sobretodo se llenaron de rabia. ¿Cómo Audrey había sido capaz de decirle algo tan horrible a su propia hija, de herirla de esa manera?
Ben quería maldecir a su ex-pareja. Elizabeth no tenía ni diez años. Si de por sí era traumático oír esas palabras viniendo de tus padres, siendo una niña era aún peor.
-Oh, Lizzie. Eso no es verdad - Ben la abrazó- Mal y yo te amamos con todo nuestro corazón. Jamás te alejaríamos de nosotros.
-Exacto. Además, si tenemos un bebé queremos que crezca junto a ti. Sabemos que serás una gran hermana mayor - la animó Mal.
Los ojos de la heredera se iluminaron.
-¿En serio?
Mal besó su frente. Ben la ayudó a sentarla en su regazo.
-Por supuesto que sí. Eres una gran niña, cielo. Somos muy afortunados de tenerte.
-Y no eres una inútil, hija. Eres una niña muy talentosa, inteligente y bondadosa. Cuando seas grande, serás una reina muy especial - completó el rey.
El corazoncito de la princesa estaba retumbando de felicidad. Nunca se sentía así cuando estaba con Audrey. En Auroria, la única que la hacía sentirse de esa manera era su abuela Aurora.
-Mi madre está muy equivocada en algo - habló. La miraron con atención- Ustedes sí son grandes padres. Y quiero que sean muy felices- tomó las manos de los adultos y las entrelazó-, juntos.
Mal y Ben se vieron. No se imaginaban que esa conversación tomaría ese rumbo. De repente, abrazó a Ben.
-Te amo, papá.
Se separó y abrazó con más fuerza a Mal.
-Te amo, mami.
Mal se derrumbó de nuevo al oírla llamarla de ese modo. Ben las abrazó. La pelimorada reaccionó unos segundos después, llenando de besos el cabello de la niña.
-Yo también te amo, hija.
Elizabeth sonrió. Se quedó en la cama con ellos, abrazada a Mal hasta volver a quedarse dormida en sus brazos. Ben no podía estar más orgulloso y contento.
Las dos se habían quedado dormidas. Les tomó una foto y la puso como su nuevo fondo de pantalla. Al ver que todavía era temprano decidió unirse a ellas, pasando un brazo sobre ambas.
(...)
Los meses pasaron, la boda y la luna de miel fueron mágicas para los reyes de Auradon. Mal había logrado adaptarse con facilidad a sus nuevos roles como madre, esposa y reina.
Desde ese día en que ella y Lizzie arreglaron las cosas, la niña quería pasar todo su tiempo con ella. Estaba muy feliz con sus abuelos, su papá y su nueva mamá.
Audrey estuvo furiosa durante meses. Ni siquiera se presentó a la boda, por más que su hija le insistió. Lo que destrozó más su corazón fue que no estuvo en su obra de teatro de la escuela. Ya ni siquiera iban de compras juntas.
La niña estaba triste porque ahora su mamá no quería pasar tiempo con ella, pero le alegraba tener a Ben y a Mal. Al menos ellos sí la amaban de verdad.
Los reyes la miraban mientras que jugaba en los columpios del parque. Habían salido a caminar para distraerse un rato, y al pasar frente al lugar no pudieron resistirse a la tierna mirada que les dio la princesa cuando les pidió permiso para jugar un rato.
Ellos decidieron sentarse un rato en una banca para picnic luego de correr con Lizzie por el parque. El castaño les había comprado unas bebidas refrescantes y unas galletas en el puesto que estaba a unos metros de ellos.
Mal sonrió al sentir los labios de Ben sobre su frente. Colocó en la mesa el vaso de té de limon helado que estaba bebiendo y se volteó a verlo de lado. Ben la tenía entre sus brazos, con su espalda apoyada en su pecho.
-¿Crees que es buen momento para contarle? - le preguntó.
Vieron como la niña los saludaba desde el tobogán. Ambos le devolvieron el saludo y su papá le hizo señas para que se acercara. Elizabeth se deslizó por el tobogán y corrió hacia ellos.
-Creo que es el momento perfecto - tomó su mano para tranquilizarla.
Mal asintió. Lizzie llegó sudando y despeinada. Los adultos se rieron. Ben la ayudó a arreglar su cabello mientras que la reina le pasaba su bebida y le daba el postre.
-Hace mucho calor - se quejó la niña, hizo una mueca cuando su papá le jaló el cabello sin querer para hacerle un rodete.
-Perdón - se disculpó- Ya estás lista.
Lizzie tomó un gran trago de jugo de naranja. Hizo un ruido de gusto al refrescarse.
-Cariño, tu papá y yo queremos contarte algo - dijo Mal.
La niña mordió una de sus galletas y los observó.
-Suena como algo serio.
Los monarcas no pudieron evitar reírse al ver la cara que puso.
-Lo es, pero también es algo bueno - le aseguró Ben.
Ben la sentó entre los dos. Mal buscó algo en su mochila. Al tenerlo puso sus manos detrás de su espalda.
-Cierra los ojos.
La niña hizo caso de inmediato.
-¿Es un regalo? - preguntó emocionada.
Ben puso los ojos en blanco, provocándole una carcajada a su esposa.
-Algo así - le respondió ella- Extiende tu mano.
Elizabeth lo hizo. La pelimorada le entregó una pequeña caja en su mano derecha. Agarró la mano de Ben con fuerza para contener su ansiedad. Lizzie abrió sus ojos y comenzó a desenvolver el lazo lila que adornaba la cajita.
Destapó el objeto, sacando una camiseta blanca. Sus ojitos comenzaron a brillar al ver la frase escrita.
-¿Voy a ser hermana mayor?
Mal asintió, con lágrimas rodando por sus mejillas. La niña se apresuró en rodearla con sus bracitos.
-¡Eso es asombroso! ¡Por fin tendré un hermanito o hermanita! - exclamó con alegría.
Ben besó las coronillas de ambas. Estaba aliviado porque su reacción fuera tan positiva. Ahora adoraba a Mal, pero sabían que un bebé tal vez era algo pronto para la relación que las dos comenzaban a construir.
-Tu papá y yo queremos que sepas que a pesar de que nuestra familia ahora será más grande, tú siempre serás especial e importante para nosotros - sonrió cuando la niña comenzó a secarle su rostro.
-¿Ya saben qué es? ¿Cuándo podré conocerlo o conocerla?
El rey se rió por su entusiasmo.
-Aún no, pequeña. Es muy pronto para saberlo - guió la manita de su hija al vientre de su esposa- Pero podrás conocerlo en siete meses.
Lizzie gritó de la emoción.
-¿Puedo ayudarlos a escoger su ropa, sus juguetes y a decorar su cuarto? Ya quiero poder jugar y ayudarlo s aprender a leer. Y que mamá y yo le enseñemos a dibujar.
La niña siguió hablando sin parar. El matrimonio sólo reía al oír sus ocurrencias. A veces Mal todavía no podía creer que por fin le decía mamá.
Tomaron sus cosas para regresar al castillo. La pelimorada cargaba a su hijastra, contándole con palabras apropiadas para su edad como iba a ser el proceso del embarazo. La niña oía con atención. Justamente le estaban enseñando sobre ello en la escuela, por lo que tenía muchísimas dudas.
Ben iba justo detrás de ellas. Cargaba la mochila de cuero de Mal en un hombro y en el otro el bolso de gatitos de su hija. No podía estar más feliz de verlas riéndose juntas y como Elizabeth se aferraba a su esposa para no caerse.
Su familia comenzaba a crecer, y le alegraba que fuera con Mal. Audrey le dio a Lizzie, y siempre estaría agradecido con ella por ello. Pero sabía que con la ojiverde era distinto. Esperaba poder pasar con ella el resto de su vida. Tener más hijos y nietos. No se veía de otra manera.
Mal se volteó a verlo, sonriéndole. Ben imitó su gesto. Sí, definitivamente ella es la indicada para ser su reina, su esposa y la madre de sus hijos. Las alcanzó, rodeando la cintura de su amada.
-Tengo una duda - soltó de repente la niña.
-¿Qué quieres saber, princesa? - habló su papá.
-Bueno, ya entiendo un poco lo del embarazo. Aunque aún no sé algo - hizo una pausa y los miró- ¿Cómo se hacen los bebés?
Mal entró e pánico al oírla, mientras que Ben se reía.
-Creo que es hora de darle la charla.
Eso solo hizo que la pelimorada se espantara más.
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Lo sé. Han pasado 84 años desde que publiqué algún capítulo.
Siendo sincera, he estado muy corta de inspiración en el último año. Por eso casi no escribo.
Esta idea me surgió leyendo por acá. Es el segundo AU que les subo en los OS, y me gustó el resultado. Eso sí, me costó poner las edades adecuadas dado a que aquí Ben era mayor. Lo bueno es que escribiéndolo logré darle sentido.
No completaba un capítulo así de rápido hace mucho.
¡Nos leemos pronto!
~ Con amor, su escritora💕
Publicado el 07/02/2024.
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