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Beal/Bal: Only Bought This Dress So You Could Take It Off [#DBM3]

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𝐍𝐨𝐰 𝐩𝐥𝐚𝐲𝐢𝐧𝐠:

𝐷𝑟𝑒𝑠𝑠 𝑏𝑦 𝑇𝑎𝑦𝑙𝑜𝑟 𝑆𝑤𝑖𝑓𝑡

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❗️️Contenido explícito.

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Los reyes de Auradon observaban con curiosidad y en silencio lo que hacían sus hijos. Mason y Ava sostenían la puerta del mueble de la cocina mientras que Blair estaba adentro sacando algo.

La pareja venía de su oficina luego de largas horas de papeleo, buscando algo para merendar. Al ser viernes, sus hijos habían salido temprano de la escuela. Kore y Hades amablemente habían ido a buscar a los mellizos de seis y la pequeña de cinco años para que pudieran trabajar con tranquilidad.

Habían almorzado con sus abuelos, por lo que no les parecía extraño que quisieran comer algo media tarde. Lo que sí era raro era que estuvieran tan callados.

Ellos habían entrado a la cocina con la intención de preparar unas galletas y helado cuando los encontraron en plena travesura. Se quedaron en el marco de la puerta.

-B, ¿por qué tardas tanto? - se quejó la niña de cabello miel y puntas moradas.

Oyeron un sonido de frustración de la menor.

-Es que no alcanzo los chocolates- se quejó- Están muy arriba para mí.

La niña estaba subida sobre la barra de la cocina, con una silla entre ella y sus hermanos.

-Yo te ayudo - dijo el príncipe.

El pequeño castaño se subió sobre la silla, ayudandola a tomar impulso. Su hermana los miraba con los brazos cruzados.

-Debimos pedirle ayuda a mamá y a papá - declaró.

Los otros se voltearon a verla con el ceño fruncido. Ben no pudo evitar entenecerse al ver lo parecidos que podían ser a su amada a pesar de haber heredado el físico de su familia.

-¿Bromeas? - le dijo Blair.

-Esto fue tu idea - siguió Max.

La ojiverde de seis años rodó los ojos.

-¿Cuánto crees que tarden en darse cuenta que estamos detrás de ellos? - le murmuró Ben a su esposa.

La pelimorada se encogió de hombros.

-Dales un minuto.

Ben rodeó su cintura con su brazo. Querían reírse al ver las ocurrencias de los niños.

-Todo por querer comer chocolates - dijo Mason, mirando al techo.

Mal tuvo que taparse la boca para que no oyeran su risa.

-Ava, por favor asegúrate de que nadie venga- le dijo Blair, siendo sujetada por su hermano al estar de puntillas.

La niña asintió y caminó hacia la puerta. Los ojos de la niña se abrieron de par en par al ver a sus padres.

-¡Ah!- gritó.

-¡Los tengo! - exclamó feliz la menor.

Ava quizo correr al verlos, pero su papá la atrapó apenas intentó correr. Mason ayudó a Blair a bajarse de la barra.

-¿Por qué gritaste Ava? Si ya tengo los chocola...- comenzó a preguntar la castaña de cinco años.

Los dos niños se quedaron paralizados.

-¡Ah! - gritaron ahora ellos.

Mal no se pudo aguantar la risa al ver el pánico que tenían ambos niños. Iban a empezar a correr, hasta que vieron que Ava ya había sido atrapada.

-¿Qué tienen para decir en su defensa? - preguntó la reina, cruzando sus brazos y alzando una ceja.

Ben bajó a la niña y la dejó junto a sus hermanos. Él también quería reírse. Mal simulaba estar seria, pero él podía notar que contenía una carcajada.

-Queríamos merendar algo - Ava hizo pucheros- El abuelo Adam no nos dejó comer chocolate.

-¿Por qué será? -murmuró Ben.

Sus hijos lo miraron.

-Niños, saben que no deben comer chocolate sin supervision. Se ponen demasiado enérgicos- les explicó con calma su papá.

-Además, es muy peligroso que se suban a cosas tan altas solos, sobretodo en la cocina- siguió su mamá.

Los tres niños bajaron la mirada. Era cierto, Blair se pudo haber caído o se podrían haber quemado si hubieran encontrado algo encendido.

-Lo sentimos - se disculparon al unísono.

El rey sonrió. La Princesa del Inframundo tomó el paquete de chocolates que había bajado la princesa menor. Se llevó uno a la boca y le pasó otro a su marido.

-¿Y nosotros? - se quejó Max.

Mal sonrió con diversión.

-Podríamos darles unos, tal vez.

Ben la observaba divertido. Cada uno se comió otro. Sus hijos no entendían que harían.

-Les podemos dar algunos si nos ayudan a recoger lo que hayan desordenado y a buscar los platos para servirle helado y trozos de chocolate a todos - le siguió la corriente.

Dicho y hecho, los tres comenzaron a recoger todo lo que habían sacado del mueble. Colocaron la silla en su lugar y limpiaron donde habían ensuciado por poner sus zapatos.

La pelimorada estaba orgullosa de ellos. Sabían que habían hecho algo malo y entendieron que debían limpiar por su cuenta. Ben y ella no suelen discutir con ninguno, y rara vez sus castigos pasan de cosas como esta al menos que en serio lo amerite.

-¿Qué tal si van a buscar a sus abuelos? - les propuso la reina, poniéndose a su altura y abrazándolos.

-¡Sí! - dijo Blair contenta.

-Y traeremos a Cerbero también- agregó Mason.

Los dos salieron corriendo de la cocina. La única que se quedó fue Ava. Ben y Mal estaban sentados en la mesa, comiendo sus porciones. Las demás estaban en la nevera para no derretirse. La princesa caminó hacia ellos y se sentó.

-¿Qué pasa, dragoncita? - le preguntó Ben con suavidad.

La niña suspiró.

-Lamento haber puesto en riesgo a Blair. Fue mi idea que buscáramos los dulces. Y yo fui la que pidió que se subiera en la barra - se disculpó.

La ojiverde la cargó con cuidado y la sentó en su regazo. Besó su frente con cariño.

-Lo más importante es que sabes que cometiste un error y asumiste la responsabilidad - la felicitó.

La princesa soltó una risita cuando su mamá le hizo cosquillas. Ben solo podía sonreír al verlas tan alegres. Poco después, los otros niños llegaron acompañados de Kore, Bella, Hades y Adam. Cerbero venía detrás, con su hueso de juguete en la boca.

Todos se sentaron, conviviendo en familia. Los adultos se reían al ver el gusto con el que los niños se comían el postre. Luego de lavar los trastes decidieron irse juntos a la sala y armar una tarde de películas familiar.

(...)

Ava y Blair estaban sentadas sobre la cama de sus padres, viendo como su mamá estaba sentada en la silla de la peinadora arreglándose. No la veían así de arreglada muy seguido. Por lo general, el maquillaje y peinado de Mal del día a día era bastante simple y natural. Solo la veían así para fiestas o eventos.

Ben estaba en el baño peinandose y rasurandose. Mason lo acompañó, con la intención de jugar con la espuma e imitar a su papá.

La camisa y los pantalones de Ben estaban apoyados en el sillón frente a la cama. Junto a sus zapatos estaban los tacones de Mal y su bolso.

Las niñas estaban fascinadas por la belleza de su progenitora. Los reyes, a sus casi 28 años, lucían extremadamente atractivos. Veían cómo la pelimorada peinaba su cabello. Ya tenía el maquillaje hecho, con labial rojo y sombras moradas con destellos azules.

La reina sintió la miraba de ambas niñas. Las vio a través del espejo.

-¿Sucede algo, mis amores? - les preguntó con curiosidad.

-No mami, es solo que te ves muy bonita - respondió Blair.

Su hermana asintió. Max entró al cuarto buscando la ropa que su papá le pidió. Se quedó parado al ver a la reina.

-Te ves muy guapa, mami - la halagó.

Mal los admiraba con ojos de profundo amor. Doce años atrás no se hubiera imaginado todo el amor que podría tener su corazón por los hijos que ahora tiene.

-Gracias, niños- les sonrió.

Mason siguió con su misión, llevando casi a rastras la ropa de Ben hacia el baño. Sus hermanas y su madre se rieron al verlo.

Mal terminó de armar las dos trenzas pequeñas a cada lado de su rostro. Se rocío un poco de su perfume habitual y caminó hacia las niñas. Se sentó junto a ellas.

-¿Papá y tú tendrán una cita? - preguntó Ava con emoción.

Ella se rió.

-Algo así- tomó el cepillo que la más pequeña le entregó y comenzó a peinarla- Tenemos que ir a una fiesta en la casa de campo de la tía Audrey y el tío Chad - les explicó.

-¿Y por qué nosotros no podemos ir?- cuestionó Blair.

-Es una fiesta para adultos, cielo - quitó con cuidado los nudos en las puntas de su cabello- Chad cumplió años hace unos días y su tía quizo hacerle una fiesta sorpresa aparte de la parillada de hace una semana.

-¿Y nuestros primos estarán allá? - siguió preguntando la menor.

Mal se quería reír al notar que comenzaba a molestarse.

-No, princesa. Chris y Ari estarán con sus abuelos, al igual que ustedes y los demás- respondió con calma.

Eso pareció calmar a la niña. Los tres ya tenían puestas sus pijamas. Su hora de dormir se acercaba. Sus papás casi siempre se veían con sus tíos y sus primos en el día, por lo que para ella no era común oír que los verían de noche.

Ben entró a la habitación, Max junto a él. Sus hijas y su esposa lo miraron encantadas.

-¿Verdad que papá se ve guapo? - les preguntó Mal.

-¡Sí!- respondieron de inmediato.

El rey se rió. El príncipe se subió a la cama y se sentó junto a sus hermanas. Ben se sentó en el borde del colchón, tomando sus zapatos y entregándole a su esposa los suyos.

-Por favor no se duerman muy tarde hoy. Recuerden que mañana en la mañana irán al parque con los abuelos- les pidió.

-¿Ustedes no vendrán con nosotros?- interrogó Max.

-Creo que no. Todo dependerá de que a que hora regresemos y que tanto podamos dormir - contestó la reina.

-Pero definitivamente estaremos despiertos para cuando regresen - les aseguró su papá.

Eso pareció bastarle a los niños. No les incomodaba la idea. Sus padres pasaban todo el tiempo que podían con ellos a pesar de su agendas apretadas. Además, tenían tiempo sin verlos tener una salida solos que no fuera algún compromiso.

Ambos terminaron de arreglar sus zapatos. Los cinco se bajaron de la cama y salieron del cuarto. Mal usaba un vestido hasta las rodillas y tacones con plataforma, por lo que no necesitaba ayuda para bajar las escaleras.

Se reían con entusiasmo. Los niños intentaban ir los tres agarrados a Ben. Ava en su espalda y los otros dos aferrados a sus piernas. Mal los grabó disimuladamente hasta que llegaron con su padre, su madrastra y sus suegros.

-¿A caso mis nietos ahora son monos? - se burló el Dios del Inframundo.

Los niños se rieron, soltandose de su padre. Se lanzaron a Bella, Adam y Perséfone mientras que hacían ruidos de mono. Los mayores se quejaron. Prácticamente les habían sacado el aire.

-No pueden seguir haciendo eso- se quejó Adam.

-Ya pesan mucho - continuó Bella.

La Diosa de la Primavera estaba doblemente aplastada al tener también a Cerbero acostado en sus piernas. Los tres hermanos se sentaron en el sillón, permitiéndoles respirar. Todavía se reían.

-Saben que cualquier cosa que necesiten pueden llamar y llegaremos lo más rápido posible - les dijo Ben.

-No debes decir eso cada vez que salen, mini Bestia - bromeó Hades.

Su novia lo codeó.

-No tienen nada de qué preocuparse- los tranquilizó Kore.

-Diviértanse, chicos. Hace mucho no salen solos de noche. Les hará bien distraerse y estar con sus amigos - agregó Bella.

Mal tomó aire y asintió. Estaban muy apegados a los niños. Es cierto, necesitaban tiempo ellos solos como matrimonio y hacer algo distinto con los chicos.

-Está bien.

Se acercaron a los niños. Los abrazaron y besaron la frente de cada uno para luego despedirse de los otros adultos.

Ben tomó el bolso de Mal y lo puso en su hombro hasta que llegaron al estacionamiento. Ambos se colocaron sus chaquetas. Para seguir el mismo hilo de hacer algo diferente, se subieron a la moto de la reina y emprendieron camino a Charmington.

Al ser de noche la brisa pegaba en sus cuerpos, pero era bastante refrescante al ya estar adentrados en la primavera.

Ben sostuvo a Mal todo el camino mientras que ella manejaba. Al llegar a la casa de campo detuvieron el vehículo junto al auto que reconocieron como el de Jay y Lonnie. El rey se bajó primero, ayudando a su reina a quitarse el casco y a bajar.

Al ingresar a la casa la música estaba lo suficientemente alta como para que se oyera por toda la vivienda pero no molestar a los vecinos alrededor del terreno.

-Miren quienes llegaron- gritó Lonnie desde el puesto de DJ.

Jay alzó su vaso, estando al lado de ella. El resto gritó. Ellos se rieron y se acercaron a saludar a todos. Uma y Harry, que hacían de bartenders les entregaron el primer vaso de la noche.

-¿Es loco decir que ya parecemos viejos cansados al hacer este tipo de fiestas y pensar en la resaca que tendremos? - le preguntó Doug a Ben.

Ambos habían ido a buscarle pizza a sus esposas, quienes conversaban animadamente con Audrey.

-Pues todos tenemos hijos, así que no- se rió.

Su mejor amigo lo siguió. Todos se reunieron un momento en la sala para comer.

(...)

Al dar las doce de la noche ya todos tenían alcohol en sus sistemas. Celia y Dizzy bailaban junto a Jane y Carlos. Gil y Alena estaban en una esquina riéndose entre ellos. Chad y Audrey estaban sobre un sillón besándose.

-Oigan tortólos, no queremos ver como nos hacen tíos de nuevo- reclamó Carlos.

La pareja se separó, con las bocas hinchadas. Sus amigos se rieron. De la nada, Evie entró a la sala con una botella de vodka en la mano.

-¿Quién quiere jugar verdad o shot? - preguntó la peliazul.

Todos celebraron. Doug y la pareja real entraron con bolsas de snacks para todos. Se reunieron en un círculo en el suelo. Pusieron la comida y los vasos para los shots en el medio para que todos pudieran agarrar lo que quisieran.

Ben y Mal solo habían bebido dos veces en lo que iba de noche, por lo que sabían que probablemente aquí se pondrían borrachos. Celia fue la primera en darle vuelta a una botella vacía.

-¿Verdad o shot, Jane y Carlos?- preguntó la pelirroja junto a ella.

-Verdad- contestaron.

-¿Cómo es que el Hada Madrina no le hizo nada a Carlos al enterarse de que Jane estaba embarazada si ustedes no estaban casados aún? - preguntó Uma.

La pareja mencionada se sonrojó.

-La verdad, ninguno de los dos sabe esa respuesta - se rió la ojiceleste.

-Entonces deben beber - celebró Harry.

Carlos extendió los dos vasos para que les sirvieran. Los dos hicieron una mueca al tragar el líquido. Sus amigos rieron.

Las preguntas fueron avanzando de nivel conforme pasaban las rondas. Solo aguantaron una hora jugando por lo ebrios que ya estaban.

Los reyes habían tenido suerte al no tener casi preguntas, pero sí que tenían el comienzo de una borrachera. Eran de los más sobrios pero no lo estaban del todo.

Mal tenía su cabeza apoyada en el hombro de Ben. Los dos tomaban agua para disminuir al menos un poco los efectos del alcohol. Ya comenzaban a cansarse.

Los demás también. Habían arrancado a las ocho y ya eran casi las cuatro de la mañana. Estaban comenzando a recoger todo. Por más que pudieran tratar de seguir, no era muy sano. Además, no podían presentarse en casa de sus padres o sus suegros a buscar a sus hijos estando en ese estado.

-¿Quienes se van a quedar a dormir?- preguntó Audrey, con la garganta algo seca luego de tanto alcohol.

La mitad de ellos levantaron la mano. Eran los que vivían más lejos.

-La pregunta la hiciste algo tarde, ya hay cuatro personas dormidas - señaló Jay.

Vieron hacia uno de los sillones, donde Celia, Dizzy, Alena y Gil dormían. El hijo de Gastón roncaba. Se rieron por la escena.

Los que seguían despiertos ayudaron un poco a limpiar. Poco a poco se fueron despidiendo, ya fuera por que se iban a dormir o regresaban a sus casas. Para prevenir accidentes, Jane, Uma y Mal los ayudaban a transportarse con su magia.

Luego de despedirse del cumpleañero y su esposa, comenzaron a irse de la casa. Evie se aferraba al brazo de Doug. Él llevaba sus tacones en la mano.

-Me voy a arrepentir tanto de beber todo eso en la mañana - se lamentó la diseñadora.

Su esposo y sus amigos se rieron. Al llegar al auto, Ben y Mal se aseguraron de que estuvieran bien antes de teletransportarlos a su hogar.

Ellos se fueron a su moto y se subieron. Estaban mejor que los demás, pero prefirieron usar la magia de Mal por sí acaso.

Al aparecerse en el castillo, Ben se bajó primero de la moto. La reina se quedó sentada, quitándose los molestos tacones. Se rió cuando su esposo la montó sobre su espalda para caminar por los pasillos.

Rodeaba su cuello con sus brazos y su piernas a su torso para no caerse. Aunque él podía cargarla sin problema alguno.

Ambos vieron la sombra de los padres de Ben a mitad de camino. Oyeron que iban hacia la cocina a tomar agua. El castaño comenzó a correr en dirección a su oficina para que no los vieran en ese estado.

Al cerrar la puerta, comenzaron a soltar carcajadas.

-Bueno, al menos así no nos verán- se rió la reina.

Ben se rió. Se acercó a ella, rodeando su cintura. La pelimorada se sorprendió al sentir sus labios unirse. Su amado la besaba con mucho amor y deseo. Se habían contenido toda la noche.

Apretó sus brazos, tratando de no perder el equilibrio. El sabor de sus labios y su aroma era intoxicante. Jadeó al sentir como apretaba sus caderas.

-Llevo toda la noche con ganas de quitarte este vestido - dijo él con voz ronca.

Jugaba con los tirantes del mismo.

-Tienes suerte, cariño. Porque justamente compré este vestido para ti - lo provocó su reina- Solo compré este vestido para que tú me lo quitaras.

El castaño gruñó. Tenían un par de semanas sin tener intimidad, de modo que beber sólo había aumentado la tensión entre ellos. La ojiverde sonrió al ver su reacción.

-Pues sería un desperdicio que no cumpla con su función- le coqueteó.

Mal se rió, juntando sus frentes. Siguieron besándose lentamente, tentando al otro. El castaño suspiró cuando ella mordió su labio, logrando introducir su lengua en su boca. Ella lo ayudó a desabotonar su camisa blanca, acariciando su pecho conforme quitaba los botones. Aflojó el cierre de su pantalón.

Ben la ayudó a subirse al escritorio, quedando sentada sobre la madera y con el hombre entre sus piernas. Mal besó suavemente el cuello de él, centrandose en sus puntos sensibles. Perdió totalmente la concentración cuando él retiró la parte superior del vestido y quitó su sostén. Sus pechos quedaron pegados. La reclinó lentamente, dejando su espalda apoyada en la superficie.

Nunca podría entender cómo es que Ben la enamoraba más. La admiraba con muchísimo amor. Como si fuera una obra de arte. Tenían casi doce años juntos y aún la hacía sentir especial cada día.

Apoyó sus codos en la madera para igualar un poco su altura. Continuaron con el beso por un rato hasta que sintió como él deslizaba delicadamente sus panties por sus piernas. Acarició su piel desnuda, haciendo que se estremeciera.

Ben se acercó a sus senos, y esa fue su perdición. Metió un pezón entre sus labios, provocando que se retorciera de placer. Besó por completo su piel antes de pasar al siguiente. Mientras chupaba el otro, trazó un camino con sus dedos hasta llegar a la intimidad de su esposa. Mal gimió cuando sintió que hundía dos de sus dedos en ella.

El rey siguió el camino de sus dedos con su boca hasta llegar a la parte baja de su estómago con besos. Se arrodilló ante ella, como un rey lo hace ante su reina, solo que no con cualquier intención. Ella se sentía en el paraíso. Un dedo más se sumó mientras que él succionaba su clitoris y luego lo soltaba. Lo acercó a ella, jalando su cabello castaño arenoso. No podría aguantar mucho más, menos oyendo los gemidos de él que la hacían vibrar.

Bastaron unos segundos para que se corriera. Él limpió todo con sumo cuidado, logrando estimularla más en medio del orgasmo. Buscó el paquete que ella había escondido en el fondo de una de las gavetas y se colocó el preservativo luego de quitarse sus boxers.

Se tomó un momento para besarla con calma. Había sido una noche bastante larga, por lo que lo único que quería era que ambos disfrutaran con tranquilidad. Besó su frente con cariño. Esperó a que ella le diera la señal de que podían continuar.

La ojiverde asintió, apretando su mano. Acercó las piernas suaves de ella y las colocó sobre sus hombros. Se aseguró de que la cadera de su amada no saldría lastimada con el borde de la mesa antes de fundirse en su interior. Ambos gimieron. Avanzó lentamente hasta asegurarse de que todo estaba en orden. Ella lo miró, haciéndole entender que estaba bien.

Comenzó con movimientos lentos mientras que ambos se acostumbraban. Fue aumentando poco a poco el ritmo. Mal estaba hecha un desastre, y él igual. Los dos gemían. Él quería besarla, de modo que llevó las piernas de ella hacia su barriga sin quitarlas de sus hombros, creando un nuevo ángulo. Este cambio claramente le gustó, se lo demostró con el gran gemido que soltó seguido de una maldición.

Se besaron con desesperación. Mal clavaba sus uñas en sus costados, dejando marcas. Llevó una mano a su cuello, apretando débilmente. Ella arqueó la espalda y gimió con más fuerza.

-¿Quieres que la deje allí?

Ella asintió. Rodeó su mano y apretó un poco más su agarre, lo suficiente como para hacerle sentir más placer pero no hacerle daño. Él obedeció a su petición. Sabía que ella ya estaba cerca, así que llevó su pulgar a su clitoris. Embistió varias veces mientras que la tocaba y apretaba su cuello, logrando que tuviera otro orgasmo. Él tuvo el suyo poco después al sentir las paredes apretadas de ella alrededor de sí mismo.

Mantuvo sus movimientos unos segundos hasta que ya los dos no podían más. Se recostó en su pecho. En la oficina se oían sus jadeos de cansancio.

-Si hubiera sabido que este vestido haría tanto efecto, te hubiera pedido que nos fuéramos mucho antes - dijo Mal, con la respiración agitada.

Su esposo se rió con fuerza. Besó su mejilla tiernamente. Se levantó con cuidado, saliendo de su interior. La ayudó a sentarse y a volver a subir el vestido. Se encargó de reunir el desastre de ropa y se puso lo necesario para poder subir a su habitación.

-¿Quieres que te cargue? - le preguntó.

Mal asintió. Todavía tenía las piernas algo debilitadas. La cargó como si fueran recién casados y salieron de la oficina. Subió con calma las escaleras luego de asegurarse de que no hubiera nadie cerca.

La dejó en la puerta cuando llegaron al cuarto. Ella cerró la puerta, pasó el seguro y lo acercó hacia su cuerpo, jalándolo por su camisa suelta. Se la volvió a quitar y la tiró sobre la peinadora. Ben soltó los zapatos de ambos en el piso.

-Dijiste que querías quitarme este vestido, y técnicamente no terminaste de hacerlo allá - lo tentó.

El castaño la miró con malicia. Él mismo se quitó sus pantalones y la alzó por sus caderas. Bajó el cierre y por completo y se lo quitó. Terminó en el mismo sitio que su ropa.

-Sabes que siempre cumplo con mi palabra- besó sus labios.

Caminó con ella hacia la cama y la dejó en su regazo. Mal comenzó a reírse al por fin notar que lo había dejado lleno de labial. Su rostro y su cuello eran pruebas de lo que acababan de hacer.

-Sabes algo, mi labial rojo te luce - bromeó.

Ben se rió y la abrazó. Ella ya estaba desnuda, por lo que se quitó la ropa interior para igualar la situación. Buscó rápidamente otro preservativo en su mesa de noche. Mal apenas lo dejaba concentrarse al estar besando su cuello. Gimió al sentir que le dejaba una marca.

-Espero que recuerdes donde está para taparla, no quiero traumatizar a nuestros hijos - le dijo.

La reina rodó los ojos con diversión.

La ayudó a alzarse un poco antes de deslizarse en su interior. Volvieron a gemir. Ben la tomó de las caderas para ayudarla. Ella subía y bajaba, jadeando. Se apoyó en sus hombros para tener más equilibrio.

Acercó el rostro de su marido a su pecho. Este captó el mensaje, de modo que comenzó a besar sus senos. Mal echó la cabeza hacia atrás. Sabía que ninguno aguantaría mucho. Ben la tomó del mentón para volver a besarla luego de un par de minutos.

-Te amo tanto, mi reina - jadeó en su oído.

La pelimorada cerró los ojos.

-Y yo a ti, mi rey - soltó un gemido- Estoy...Ugh- no podía ni hablar con claridad- Estoy cerca, amor.

Esa fue la señal de Ben para ayudarla con las embestidas. Los dos gemían, tratando de hacer el menor ruido posible debido a la hora. Sabían que nadie los oíría por la protección en las paredes, pero era mejor prevenir.

Bastaron unos segundos antes de que los dos cayeran agotados. Ben se recostó sobre el colchón, con ella aún sobre él. Acarició su espalda y besó su nuca para relajarla.

La reina se recostó a su lado cuando tuvo algo de fuerza para levantarse. El rey la acercó a su pecho y besó su coronilla. Querían darse un baño, pero ninguno tenía las fuerzas suficientes como para salir de la cama.

Se acurrucaron entre las sábanas. Cayendo lentamente en un sueño profundo.

(...)

Al día siguiente, Mal se despertó con jaqueca. No era su peor resaca, pero tenía tiempo sin beber de ese modo. Se llevó una mano a la frente, tratando de taparse de la luz que se filtraba por las cortinas. Se dio cuenta de que Ben no estaba a su lado. Al estar más despierta oyó el agua de la ducha por lo que supo que estaba allí.

Estiró su cuerpo, tratando de destensarse. Al abrir bien los ojos vio que el castaño le había dejado una pastilla y un vaso de agua. Se la tomó lo más rápido que pudo. El agua le ayudó un poco a sentirse mejor. Se paró de la cama, se puso una bata y recogió todo el desastre que habían hecho.

Al ver la hora en su celular supo que los niños ya debían haberse ido con sus abuelos, pero mientras que se arreglaban y desayunaban iba a ser la hora de regreso. No quería tener que explicarles que hacían sus padres para haber dejado tal desorden.

Todo estuvo listo justo cuando Ben salió del baño. El rey sonrió al verla y la abrazó.

-Buenos días, mi amor - la apretó contra su pecho. Ella le devolvió el abrazo- ¿Dormiste bien?

-Buenos días- le sonrió- Dormí muy bien. Aunque menos mal que no tomamos más, porque ahí sí que no hubiera podido levantarme de la cama.

El rey se rió y acarició su mejilla.

-¿Te parece si voy haciendo el desayuno mientras que te bañas? - preguntó con dulzura.

-Por favor, muero de hambre.

Ben le dio un beso en la cabeza antes de irse del cuarto. Mal arregló todo y se metió a la ducha. El agua caliente ayudó a relajar sus músculos y su dolor de cabeza. La pastilla comenzaba a hacer efecto.

Al salir del agua se vistió e hizo lo básico de su cuidado de piel. Desenredó su cabello y dejó que tomara su forma natural. Tomó un par de lentes de sol para ella y otro para Ben cuando este le avisó que llevaría la comida para el jardín.

El sol era realmente intenso para la resaca que tenían. Los dos hablaban con calma, tratando de no ver mucho hacia puntos donde se reflejara más la luz.

Entraron a lavar los platos y se regresaron al patio. A pesar de todo, era bueno tomar algo se sol. No tenían planes de visitar ninguna playa hasta el verano cuando se fueran a la casa a las afueras de la ciudad. Los dos estaban recostados en un camastro, abrazados. Mal comenzaba a quedarse dormida debido a la calidez del sol y las caricias de su esposo cuando oyeron unas risitas muy conocidas.

Se sentaron justo cuando los niños y los adultos mayores iban entrando al jardín.

-¡Mami, papi! - gritaron los tres con emoción al verlos.

Los reyes sonrieron y extendieron sus brazos. Max, Blair y Ava corrieron y los abrazaron. Llenaron de besos sus cabezas, haciéndolos reír. Los niños ya extrañaban a sus papás a pesar de haberlos visto en la noche.

-¿Se divirtieron con los chicos? - les preguntó Bella.

Los herederos al trono se sentaron, abrazándolos todavía.

-Sí, en serio les debemos una por cuidarlos para que pudiéramos salir - les agradeció Mal.

-Nada de eso. De vez en cuando necesitan tiempo para ustedes. Además, nos divertimos mucho con nuestros nietos. ¿O no niños? - interrogó Adam.

-Obvioooo - dijo Blair.

-Vimos muchas películas- continuó Ava.

-Y ahorita en el parque los abuelos ganaron unos peluches para nosotros en un puesto - celebró Mason.

Kore se los acercó para que los vieran. Eran tres ositos de peluche. Cada uno había sido personalizado según sus gustos. Eran adorables.

-Nos alegra que se hayan divertido- les dijo Ben sonriendo.

Sus hijas lo abrazaron, mientras que el niño rodeaba con sus brazos a su mamá.

-Apenas es medio día, ¿qué tal si todos nos vamos a cambiar y pasamos la tarde en la piscina? - sugirió Perséfone.

Los niños se emocionaron.

-Suena como un buen plan - aceptó la pelimorada.

Los más pequeños celebraron. Tomaron camino a sus habitaciones, gritando que juguetes bajarían al agua. Ben iba detrás de ellos, tratando de calmar su alboroto. Hades miró con burla a Mal.

-¿Por qué me miras así? - cuestionó su hija.

El dios se rió.

-Los dos no se han quitado los lentes ni un solo segundo. ¿Qué tanto bebieron? - contenía su risa.

-Lo suficiente como para no revelarselo a mi propio padre- respondió ella con sorna, intentando ver hacia dónde iba la conversación.

Hades soltó una carcajada.

-Esa es mi hija - dijo con orgullo.

La ojiverde puso los ojos en blanco antes de terminar riéndose. El peliazul pasó un brazo por su hombro e ingresaron al castillo.

La tarde se les pasó volando. Algo que les encantaba como familia era convivir todo lo que pudieran, así que eso era reconfortante. Los niños se pusieron creativos y armaron una especie de competencia entre ellos. Max ganó, dejando comprometidas a sus hermanas a ser quienes recogiera todos los juguetes al salir de la piscina.

Sus padres y abuelos sólo podían reírse al verlos hacer locuras. Eran la alegría de la casa y la familia. Estaban creciendo demasiado rápido para su gusto.

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Escribí algo del universo Black Magic después de mucho tiempo. Se sintió bien bonito 🥹🥹🥹

Esto es una especie de celebración por las 100k de lecturas en el primer libro de la Trilogía. De verdad no tengo palabras para agradecerles.

Decidí darles de todo un poco en este capítulo 🤭

Reusé buena parte de la escena que eliminé del capítulo 12 de Liar y lo adapté a esta historia.

De nuevo, gracias por su apoyo y amor❤️‍🩹

Los próximos OS que siguen son de Sin Filtro, estén atentos.

¡Nos leemos pronto!

~Con amor, su escritora💕

Publicado el 14/04/2024.

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