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Beal/Bal: I would give anything for you

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𝐍𝐨𝐰 𝐩𝐥𝐚𝐲𝐢𝐧𝐠:
𝑝𝑒𝑎𝑐𝑒 𝑏𝑦 𝑇𝑎𝑦𝑙𝑜𝑟 𝑆𝑤𝑖𝑓𝑡

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Era una tarde bastante tranquila en el reino de Auradon. La pareja real iba rumbo a su lugar preferido en las motocicletas de ambos: el Lago Encantado.

Los días habían pasado tan rapido desde el nombramiento de Mal como Dama de la Corte, que entre la escuelas, eventos, inauguraciones y reuniones ya había pasado más de un año desde entonces.

Un año bastante importante para ambos. No solo trabajaban, junto a los mejores amigos de la pelimorada, por mejorar el estilo de vida y la educación en la Isla de los Perdidos, sino que además cada vez lograban obtener más respeto de los monarcas y mandatarios con más edad que ellos.

Se lo habían ganado con mucho esfuerzo a pesar de todas las críticas que recibían.

Académicamente, los dos estaban entre los mejores alumnos de su clase y de la preparatoria. Ben asistía a clases avanzadas de literatura y Mal a las de arte.

No tenían muy claro el tema de asistir a la universidad, ya que sus agendas eran extremadamente ocupadas. Además, las pruebas de admisión ya habían pasado, por lo que por el momento no estaba en sus planes.

La graduación estaba a la vuelta de la esquina, en tan solo cuatro meses terminaría su vida escolar. Iba a ser extraño, ya que al dormir en las instalaciones de la escuela se habían acostumbrado a convivir a diario con sus amigos.

O al mudarse a la casa de Evie, donde Mal pasaba sus días con ella, Carlos y Jay. En donde ocurrían tantas reuniones del grupo de amigos que era difícil contarlas.

Pero, tenían planes a futuro como pareja. La hija de Maléfica se mudaria al castillo de la familia Beast al comenzar el verano. El rey se lo había propuesto en Navidad. Sentía que no habría podido recibir un mejor regalo.

Luego de su pelea y el hechizo de Uma se dieron cuenta de que su comunicación debía mejorar. Sus vidas les habían puesto tantas trabas desde antes de conocerse, que entendieron que esos malos sucesos no debían afectar su relación.

Los últimos meses habían sido cruciales como pareja y como equipo. Habían madurado y crecido mucho. Al punto que el tema de mudarse juntos y casarse había sido algo recurrente en sus conversaciones.

Incluso el tema de formar una familia, algo tan delicado para la ojiverde, estaba sobre la mesa. Eran muy jóvenes aún, apenas entrando a su adultez. Pero sabían que en un futuro querían ser padres.

Mal aún luchaba con sus traumas y demonios causados por Maléfica y por la ausencia de su padre. Sabía quién era Hades, y que tal vez en un futuro trataría de acercarse a él, pero no estaba lista, no todavía.

Eran tantas las cosas que necesitaba sanar con respecto a sus padres. Por eso Ben no estaba cien por ciento seguro de quien era su papá, aunque Mal le había dicho lo suficiente como para hacerse una idea.

Ambos se habían sincerado en todos los temas que podían. Pero ambos sabían que ese tema era algo complejo. Respetaban los límites que debían ponerse con cosas así.

Ben le había dicho muchas cosas de su infancia, haciendo que Mal entendiera más su personalidad. A pesar de toda la perfección que podrían aparentar él y sus padres, su familia era muy unida, pero Bella y Adam también traían consigo problemas de la infancia.

Problemas los cuales hicieron lo posible porque no dañaran su manera de criar a su hijo. A pesar de eso, el castaño tuvo que soportar muchos altibajos. Muchos niños lo trataron terriblemente por tener tanto amor por la lectura y todo lo que en ese entonces era considerado "extraño". Y en ocasiones, lo hirieron al acercarse solo por ser el heredero al trono.

Mal no podía entender como tanta gente había tratado de perjudicar a su novio, incluyendo a Audrey y a Leah. Y de cierta manera ambos entendían a la rubia, pero nunca habían logrado tener una conversación sincera con ella. Audrey no se los permitía.

Sin embargo, la dama de la corte admiraba la benevolencia y esfuerzo del chico. Sino fuera por él, su vida y la de sus mejores amigos sería muy diferente. Sin contar a toda la gente que ahora ayudaban.

Volviendo a la actualidad, los dos iban llegando al bosque encantado. Habían decidido hacer una competencia en sus motos, el que llegara primero debía encender la fogata y armar la carpa de su campamento.

Ninguno podía hacer trampa. No usarían magia, encendedores o fósforos, nada fuera de lo común.

Ben se quejó cuando Mal lo rebasó, ladeando su moto. Ella soltó una carcajada. Unos segundos después, llegó a la meta.

Apagó el motor, oyendo como el de la otra moto se detenía justo después. Le quitó el seguro a su casco. Él hizo lo mismo, mirándola.

-¿Cómo es que eres tan rápida si yo mismo te enseñé a conducir? - se quejó, casi sin aliento por la adrenalina de la carrera.

Mal se rió. Los dos se quitaron sus cascos y los aseguraron en los asientos.

-No seas mal perdedor, Bennyboo - se burló.

El castaño llegó frente a ella, ayudándola a bajarse. Mal sintió cosquillas cuando el cuero en los guantes de Ben rozó su piel. La ayudó a arreglar un mechón de pelo que se atravesó en su rostro.

-No soy mal perdedor - le dijo.

Ella captó su truco, la estaba distrayendo. Le sonrió.

-Sí lo eres. Aunque no soy la única que ha aprendido de su maestro. Estás usando tácticas de distracción, un lindo detalle de tu parte.

Él soltó una risita y la abrazó. Los dos se quitaron sus guantes y los amarraron a los cascos. Tomaron sus mochilas con todo lo que necesitarían y entrelazaron sus manos para empezar a caminar.

Se tomaron el camino con calma. Atravesaron el puente, admirando las flores que brotaron en medio del pasto y los árboles. Al llegar a la isleta de piedra, comenzaron a instalarse. Ella acomodó sus pertenencias y la comida mientras que él armaba la carpa e inflaba el colchón.

Cuando tuvieron todo listo ya estaba atardeciendo. Ben encendió la fogata y tomaron los pinchos para asar los malvaviscos. Los dos se reían, intentando que no se quemaran.

-Espera, espera - exclamó el rey de repente- ¡No! - se molestó al ver que el postre se tornaba completamente negro.

Ella no paraba de reírse al verlo tan desesperado. Redujeron un poco la intensidad del fuego con la magia de Mal. Era eso o comenzar un incendio. Armaron los smores con galletas, chocolate y le agregaron encima helado de fresa.

Conversaron sobre las tareas que tenían pendientes. No eran cosas complicadas, para ese punto del año escolar prácticamente solo les quedaban sus últimos exámenes.

-¿Amor? - la llamó el chico luego de unos minutos de silencio.

Mal se limpió la boca con la servilleta.

-¿Sí?

Ben imitó su acción, recogió un poco las cosas y se sentó más cerca de ella.

-¿De verdad te sientes preparada para vivir juntos? - le preguntó- Es un paso muy grande en nuestra relación y en nuestras vidas.

Mal lo observó unos segundos, asintiendo.

-Claro que sí, cielo - tomó su mano y jugó con sus dedos- No habría aceptado en primer lugar sino - arrugó su nariz, con una sonrisa de lado- ¿Por qué lo preguntas?

Ben suspiró.

-Es que no quiero que sientas que estamos llevando muy rápido ciertas cosas en nuestra relación, o que te sientas obligada a aceptar cosas para no herirme.

Mal lo tomó con cuidado de la mejilla, acariciando sus pómulos.

-No me siento obligada a nada - le sonrió calidamente- Con respecto a que estemos o no llevando rápido las cosas, yo creo que es complicado de definir - se sentó justo enfrente de él- Porque aunque tú me dijiste que me amabas bastante pronto, yo tardé seis meses. Y con todo y que queríamos que pasara, no nos besamos hasta ese momento.

Ben sonrió enternecido al ver que ella se sonrojaba.

-Por otro lado, apenas tenemos dieciocho, y mira todos los planes que tenemos para nuestra vida.

El entendió a donde quería llegar con eso.

-Bueno, parte de eso se ha dado bajo las circunstancias en las que nos conocimos y que soy el rey. Sé que en una relación normal no habrían tantas trabas o locuras por las cuales pasar. Tendríamos más privacidad y...

-Y eso no tiene importancia, cariño- la miró a los ojos- No quiero una relación normal. Quiero lo que tenemos. Quiero poder ayudar a la gente, quiero poder reinar a tu lado. Quiero que nos casemos y pasar mi vida contigo.

Ben la oía atentamente, con sus ojos cristalizándose.

-Pero, justamente el hecho de que todo estuviera planeado para nosotros y la falta de privacidad fue lo que nos orilló a tener problemas. Y no quiero eso, no quiero perderte - le confesó- Sellamos nuestras vidas al nombrarte mi dama, nos comprometimos de cierta manera. Es mucha presión, y no quiero que eso nos vuelva a alejar.

Mal sintió un nudo en la garganta al oírlo. Se sentía exactamente igual. Pero tenía esperanza de que todo sería distinto a todos sus pensamientos ansiosos.

-No nos alejaremos, jamás- juntó su frente con la de él- Eres parte vital de mi vida. Daría todo por ti. Haría todo para apoyarte y demostrarte cuanto te amo.

-Es mucha presión sobre nuestros hombros.

-Lo sé- aceptó ella- Y por eso no dudaré en repetirte cuanto te amo cada vez que lo necesites- rozaron sus narices- Somos un equipo, en las buenas y en las malas. Saldremos adelante y afrontaremos nuestro futuro, juntos.

Ben cerró los ojos, sintiendo la calidez de los brazos de Mal alrededor suyo. La apretó contra su pecho.

Se sentía tan conmocionado, que casi se le escaparon sus planes. Sus planes de pedirle que se case con él en el verano. Casi le dice que hacía tan sólo unos días había mandado a hacer un anillo para ella. Un precioso anillo de oro con una amatista en el centro.

-Te amo tanto.

Mal sonrió. Al alzar su mirada, Ben la tomó cuidadosamente del mentón. Acercaron sus labios hasta unirlos.

(...)

Habían pasado un par de horas desde su conversación. Los dos estaban metidos en la tienda, aprovechando la parte de arriba que era transparente para ver las estrellas.

Al estar en una zona alejada de la ciudad, no habían luces que estorbaran para ver el cielo nocturno.

Estaban acurrucados dentro de su saco de dormir. Ben se rió cuando las manos de Mal le hicieron cosquillas por estar acariciando su pecho. Ella tenía sus brazos en su torso y su pierna rodeando su costado. Él la abrazaba por la espalda, acariciandola con cariño.

El ojiverde-miel la notaba algo inquieta, como si estuviera perdida en sus pensamientos. Era extraño, porque sentía que la noche había avanzado bien. Pero suponía que tal vez lo que habían hablado la dejó de ese modo. Besó su frente, reconfortándola.

La pelimorada salió de su trance al sentir el contacto. Por alguna razón, comenzaba a sentirse muy ansiosa. Y no entendía porqué, la velada estaba siendo perfecta. Lo único que la relajaba era estar entre sus brazos.

Su mente divagó tanto que en algún punto entendió cual era el motivo de su distracción. Suspiró, sintiéndose pequeña a su lado.

De la nada, sintió la necesidad de besarlo, y no entendía porqué. Tal vez era porque ahora era ella quien necesitaba que le afirmaran que saldrían adelante. O porque había algo que nunca le había confesado y temía que eso afectara sus planes.

Ben besó su mejilla, intentando tranquilizarla. Era evidente que algo no estaba bien. Se sorprendió cuando de repente ella lo besó.

Lo que lo dejó más perplejo no fue la acción, sino el modo en que lo hacía. Por lo general, para llegar al punto de besarse tan apasionadamente debían tener rato besándose o estar en plena sesión de besos. No era común que desde el primero fuera tan intenso.

Quedó sobre ella, intentando mantenerse tranquilo. Aún no pasaban más allá de los besos llenos de deseo y caricias superficiales. Claro que los dos estaban conscientes de que últimamente la tensión entre ambos había aumentado. Sobretodo ahora que sabían que pasarían varias semanas juntos por la gira que debían realizar por el reino en menos de un mes.

Mal jadeó, observando como le había dejado el rostro y la boca llenos de labial rojo. No sabía que la había impulsado a ponerse así, pero se sentía bien.

Cerró los ojos cuando él la tomó delicadamente de la cintura, dejando besos suaves en su cuello. Esto era lo máximo a lo que habían llegado alguna vez.

La ojiverde lo tomó del rostro y volvió a impactar sus labios. Gimió en un suspiro al sentir la mano de Ben acariciando su estómago por debajo de la tela de su camisa.

Estaban acalorados, tentados a dar ese gran paso.

Tomó toda su fuerza de voluntad para separarse de él cuando sintió que lo ocurría no estaba bien. No en ese lugar tan especial. No cuando en ese mismo lugar debió confesarle algo tan importante casi dos años atrás. La ansiedad comenzaba a carcomerla.

Ben la miraba, aturdido. Se había dejado llevar por el beso sabiendo que ella probablemente lo hacía para distraerse de lo que sea que pasaba por su mente. Tomó una ligera distancia de su rostro.

-¿Qué sucede, pequeña? - cuestionó con preocupación.

No quería aprovecharse de su vulnerabilidad. En realidad, comenzaba a sentirse culpable al ver que los ojos de ella retenían lágrimas.

-¿Me sobrepasé o hice algo malo? - dijo con genuina inquietud.

Ella negó, cerrando los ojos y tomando aire. Hacía tanto que se preparaba para decirle eso, y era ahora o nunca. No quería seguirle mintiendo.

Ben se sentó, ayudándola a hacer lo mismo. Le entregó un pañuelo de tela que llevaba en su bolsillo. Ella le agradeció con la mirada, limpiando su rostro.

-Temo que me odies o que quieras terminar conmigo por esto - murmuró angustiada.

-Jamás te odiaría, mi amor.

Mal lo miró, observando la sinceridad en sus ojos y su expresión tranquilizadora. Soltó un chillido de frustración. No quería arruinar su relación, pero sabía que sería peor mientras que lo ocultara por más tiempo.

-Es...- volvió a tomar aire para calmarse- Es sobre la galleta- dijo en un susurro.

Habló tan bajo que si no fuera porque estaban en un lugar silencioso no hubiera podido oírla.

-¿Qué pasa con eso?

Ella apoyó su espalda en uno de los pilares, rodeando sus piernas, flexionandolas al nivel de su pecho. Ben se puso a su lado, dejando que hablara.

-Cuando en el carruaje camino a tu coronación me dijiste que sabías por qué te había dado esa galleta para hechizarte entré en pánico- admitió- Pero luego me dijiste que era porque estaba celosa de Audrey y creía que no tendría oportunidad de acercarme a ti.

Ben asintió a lo que decía. Sospechaba hacia dónde iba la conversación.

-Me duele mucho haberte ocultado la verdad por tanto tiempo- sorbió su nariz- Ben, yo no te di la galleta porque estuviera celosa de Audrey- él la oía con atención- Te di la galleta como parte del plan que teníamos para conquistar Auradon. Te hechicé para que te enamoraras de mí, para tener acceso directo a la varita - comenzó a sollozar.

Estaba asustada por su reacción. Sentía que lo había decepcionado con sus palabras, no soportaría verlo a los ojos en ese momento.

-Tenía tantas ganas de enorgullecer a mi mamá, que en algún punto sus deseos de conquista fueron los míos. Porque prácticamente mi única razón de existir era ser su sombra y seguirla en todo lo que hiciera. Sin importar a quien le causara daño.

A Ben se le destrozaba el corazón al oírla tan herida y ansiosa.

-Idee este plan en donde tú te enamorarías de mí y yo tomaría el poder de todo. Poder que al final del día no iba a ser mío, sino de Maléfica- dijo con rabia.

Rabia a como toda su vida había girado en torno a esa mujer.

-No tuve el corazón ni la valentía para contradecirte. Menos cuando me confesaste que no habías fingido nada, que te enamoraste de mí.

Hundió su rostro entre sus rodillas. Se le caía la cara de la vergüenza al admitir todas esas cosas.

-Me acobardé conforme pasó el tiempo. Porque cada día me enamoraba más de ti, y temía perderte. Mi temor aumentó cuando casi terminamos, así que con todo y mi remordimiento de conciencia decidí guardarme esto hasta que creyera que era el momento adecuado para decirlo.

Ben apoyó una mano en su hombro. Había evitado tocarla hasta ese instante, porque sabía que ella lo apartaría o se arrepentiría. Y no estaba bien que ella se destrozara por dentro para protegerlo.

-De cierto modo terminé siendo otra de esas personas que se acercó a ti por interés. Durante mucho tiempo me odié por eso - admitió- Estos meses hemos sido tan sinceros en todo. En todo menos en la verdad de cómo terminé llegando a ser tu novia.

Ella lloraba, sintiéndose aliviada de al fin decirle todo. Pero a la vez, estaba aterrada. Aterrada a que él no quisiera verla más.

Se sobresaltó al sentir como Ben la dejaba en su regazo y la abrazaba con mucha fuerza. No era exactamente la reacción inicial que imaginaba. Esperaba todo menos sentir como él la consolaba con tanta delicadeza, como si temiera que se quebrara.

-Princesa, ¿en serio crees que yo no sabía esto? ¿Que no me había dado cuenta?

Mal abrió los ojos, aún con su cabeza oculta casi por completo en su cuello.

-¿Qué? - preguntó con voz temblorosa.

-Cielo - acarició su mejilla para que lo mirara- Claro que me había dado cuenta. ¿O por qué crees que yo mismo he evitado el tema por tantos meses? - ella se confundió más- No quería hacerte sentir mal. No quería presionarte a decir algo que sabía que era tan difícil para ti. Algo tan doloroso.

-Pe-pero, ¿cómo lo supiste? - volvió a temblarle la voz.

-Al pasar los meses empecé a darme cuenta y conectar los puntos. Me has contado muchas cosas sobre ti y sobre tu pasado. Todo tomó sentido el día del incidente.

Mal volvió a cerrar los ojos. Los recuerdos de esa noche eran muy lindos, pero no los del comienzo de la velada. No cuando sintió que lo perdía para siempre.

-Ya me habías hablado de su plan. Y aunque omitiste el porqué de la galleta, siempre lo sospeché. Te había prestado la suficiente atención hasta ese momento en el carruaje para saber que era lo que necesitabas oír. Luego pasó todo lo demás, y eso confirmó mis sospechas.

Él acariciaba sus brazos para relajarla. Ya no estaba tensa, esa era una buena señal.

-¿Por qué no me había dicho que lo sabías?

-Porque temía que te pusieras de este modo - se sinceró- No quería verte llorar, mucho menos ser el causante de ello- dijo con tristeza- ¿Sabes? En realidad eso no me importó. No me importó que me lo ocultaras.

-¿Cómo es eso posible? - ella en serio creía que al menos se molestaría. Pero estaba siendo extremadamente comprensivo.

-Porque desde nuestra primera cita me demostraste que te preocupabas por mí, que me querías. Y yo entendí que solo necesitabas tu espacio para abrirte conmigo - besó su corinilla- Has sido una gran novia, mi mejor amiga, el amor de mi vida. ¿Cómo podría odiarte cuando actuaste conforme al entorno en el que estabas y la vida que llevabas?

Comenzó a llorar de nuevo, pero ya no era por dolor. Sus palabras la habían conmovido. Su corazón y su respiración se terminaron de relajar. Ben la siguió abrazando, esperando a que se calmara. Le decía cuanto la amaba una y otra vez.

-¿No te molesta que haya escogido este momento para decírtelo? - preguntó con calma.

Los dos se sonrojaron al caer en cuenta de lo que estuvieron a punto de hacer.

-No, para nada - le aseguró- Aunque debo admitir que no me hubiera incomodado seguir - dijo nervioso.

Ella se rió levemente, aún con los pómulos rojos.

-A mí tampoco. De hecho, si no nos hubiéramos detenido creo que habríamos llegado más lejos - besó su mejilla- ¿Hubieras estado listo?

Ben no lo pensó mucho.

-Por supuesto que sí. Desde que hablamos de eso por primera vez lo he pensado. Nos dimos nuestro tiempo, pero cada vez me es más difícil contenerme.

La ojiverde volvió a reírse. Era gracioso verlo tan seguro pero a la vez tan apenado por hablar de un tema así. Claro que era atrevido con ella, últimamente se coqueteaban más de lo normal. Solo que seguía siendo Ben, un caballero y romántico empedernido.

-A mí también me está costando bastante- acercó sus rostros- Cada vez que me tocas o me besas tengo pensamientos que no son nada adecuados para una futura reina - bromeó en medio de su confesión.

El rey no pudo evitar reírse.

-Bueno, tenemos un viaje juntos dentro de unos días. Pasaremos nuestras noches en la misma habitación - empezó a divagar en sus pensamientos al tenerla tan cerca- Podríamos intentarlo. O al menos avanzar un poco más. Si estás lista.

Mal sonrió y lo besó tiernamente.

-No suena nada mal - sonrió- No estamos obligados a no hacer nada que ninguno quiera. Pero es cierto que sí que necesitamos ese tiempo a solas. También nos ayudará a acostumbrarnos a cuando me mude al castillo.

Los dos se miraron, sonriendo ampliamente. Regresaron a la carpa, volviendo a acurrucarse. No irían más allá ese día. Habían sido muchas emociones para una sola noche.

Está de más decir que al haber confesado todo y tener esa última charla, el viaje fue memorable para los dos.

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Buenaaaaas. Este es el primer escrito en medio de mi intento de reestructuracion de la cuenta y para activar mi creatividad 🫶🏻

En varias ocasiones había pensado en hacer algo relacionado a esta conversación que tuvieron Ben y Mal. JocyLaPinguino está escribiendo una historia que me inspiró a retomar este tema.

Muchas gracias por su paciencia y compresión en este nuevo proceso.

Justo este fin de semana caí enferma, así que esto me ayuda a distraerme un poco de la gripe. Ojalá no me toque faltar a la uno por andar así.

Por el momento, de aquí a finales de mes espero publicarles dos capítulos de Sin Filtro y otro OS Beal.

Spoiler: Usaré una canción de Taylor que varios de ustedes me han pedido para la inspiración 😏🤭

¡Nos leemos pronto!

~Con amor, su escritora💕

Publicado el 07/04/2024.

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