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Beal/Bal: A Nonsense Christmas (Sin Filtro)

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𝐍𝐨𝐰 𝐩𝐥𝐚𝐲𝐢𝐧𝐠:
𝑨 𝑵𝒐𝒏𝒔𝒆𝒏𝒔𝒆 𝑪𝒉𝒓𝒊𝒔𝒕𝒎𝒂𝒔 ~ 𝑺𝒂𝒃𝒓𝒊𝒏𝒂 𝑪𝒂𝒓𝒑𝒆𝒏𝒕𝒆𝒓


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Christmas Season (Sin Filtro Universe)

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❗️Contenido explícito

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El día de Navidad había llegado. El reino de Auradon estaba repleto de celebraciones y decoraciones. Las calles llenas de luces y adornos. Las familias preparando sus regalos y cenas navideñas.

La familia Beast-Underworld no era la excepción. El castillo estaba teniendo uno de sus días con mayor movimiento en el año. La celebración con los amigos de los reyes ya había pasado, así que los trabajadores y guardias del lugar se preparaban para llevar sorpresas a sus casas y retirarse para celebrar.

Los ex reyes, Adam y Bella, se despedían de todos mientras que Hades y Perséfone les entregaban las cestas de regalo junto con los cheques con sus bonos navideños.

Ben y Mal sacaban los regalos de sus hijos de su escondite aprovechando que los niños estaban entretenidos jugando con las mascotas de la familia. Matthew y Amélie se han vuelto más curiosos conforme crecen. Así que como prevención, varios de sus regalos habían estado escondidos hasta ese momento.

Terminaron de organizar todo justo a tiempo, ya que al terminar de ordenar los regalos, llegaron la princesa y el príncipe. El joven matrimonio, quienes acababan de sentarse en uno de los sillones, se miró con curiosidad cuando escucharon las risas de los menores y los ladridos de los perros.

Juliette corrió hacia ellos, lanzándose sobre Ben. La pelimorada rió cuando detrás de ella se le lanzó su primogénito. Cerbero se subió al mueble, echándose panza arriba y moviendo la cola. La bebé caminó hasta su mamá, pidiéndole ayuda para subirse.

-¿Se divirtieron jugando con ellos en su piscina de pelotas? - preguntó la reina, sobando al perro de su padre y abrazando a su hija.

Los dos asintieron.

-Ami logró subir shola las eshcaleras del tobogán- dijo Matt.

-Oh, ¿eso hiciste, pequeña? - Mal apretó la mejilla de su niña.

La mencionada se rió.

-Shiii.

Ben colocó a la perrita a su lado y subió a su hijo a su regazo.

-Bueno, espero que se hayan divertido bastante, porque se acerca la hora de su siesta - les comentó.

Él y su esposa reprimieron sus risas al oír los reclamos de los niños.

-¿A caso quieren pasar la cena navideña malhumorados y con sueño? - interrogó.

-Ñooo- reaccionó Meli.

Ella comenzaba a sentirse cansada dada la hora y el tiempo corriendo con su hermano mayor y mascotas. Además, hacía frío y las caricias de su mamá empezaban a adormilarla.

-Claro que no, yo quiedo ver los fuegos atificiales - dijo el niño de tres años.

-Bien, entonces háganle caso a su papi. Los llevaremos a dormir y en un rato pasamos para bañarlos y vestirlos, ¿sí?- Mal acariciaba la espalda de la bebé.

Amélie está despegándose lentamente de la lactancia, pero cuando quiere dormir come para reconfortarse. Tenía su cabecita apoyada en el pecho de su mamá, abrazándola y comenzando a cerrar sus ojos.

Asintió contra su cuerpo. El príncipe no tuvo más opción que aceptar. Debía admitir que se sentía cansado, y no quería hacer irritar a su hermanita por falta de sueño.

Cerbero y Juliette también se cansaron, por lo que se retiraron para irse a sus camas. Mal alzó a su hija y Ben al niño. Caminaron con calma hacia sus habitaciones.

Al entrar al cuarto de Amélie, esta se negó a dejar ser puesta en su cuna.

-¿Qué pasa, cielo?- le preguntó Ben con confusión.

-Mati- fue lo único que dijo.

-¿Quieres dormir con él? - la ojiverde volvió a levantarla.

Meli hizo un ruido, dando su respuesta. Le hicieron caso, por lo que salieron de su cuarto y entraron al del niño. Este preparaba sus peluches favoritos para su siesta.

-Matt, ¿te molesta si ella duerme contigo hoy? - le dijo Ben, señalando a la bebé medio dormida en brazos de su esposa.

-Nop - le abrió espacio en el colchón- Ven, Ami.

Mal se acercó y la dejó sobre la cama. La princesa abrazó a su hermano, quedándose dormida al instante. Los reyes se despidieron de ambos y se fueron a su propio cuarto cuando estuvieron seguros de que estaban cómodos y abrigados.

Lo mejor era dejar todo listo para arreglarse y bañarse antes de despertar a sus hijos. La reina dejó su vestido negro y dorado sobre la cama, colocando sus tacones y mayas junto a las prendas. Soltó una risita al subir la mirada.

-¿Qué?

-Nada, solo veía en mi mente como te quedará ese atuendo - dijo él.

La pelimorada rió. Notó como la mente de su marido divagaba en varios escenarios poco navideños.

-Pues yo creo que tú te verás igual de guapo con lo que te confeccionó Evie - acarició sus mejillas y besó sus labios- Por cierto, quiero contarte algo sobre mi regalo.

Ben se emocionó. Tenía días intentando sacarle pistas a su amada, pero ella no decía nada al respecto.

-¿Al fin me dirás qué es?

Ella negó con la cabeza.

-Solo te diré que lo tendrás esta noche, y que lo recibirás por partes- lo miró con coquetería.

El rey no comprendió del todo, pero decidió dejarlo en manos de su esposa.

(...)

Mal estaba emocionada y nerviosa a la vez por su regalo. Era muy distinto a cualquier cosa que le haya dado antes. Y requirió de mucha confianza en sí misma y meses de planeación.

Era un plan muy elaborado. Este año quería regalarle algo diferente a Ben. Decidió crearle una especie de búsqueda del tesoro. Serían doce regalos, y cada uno lo llevaría a una nueva pista en lugares importantes para ellos en su hogar.

Agradecía que esa noche solo estaría su familia en los terrenos del castillo, porque como sus padres, su madrastra y sus suegros estarían pendientes de sus nietos y la comida, no encontrarían nada de lo que estuvo escondiendo discretamente las últimas horas.

Suspiró ansiosa al colocar la última pista. Organizó todo tan meticulosamente, que sabía que Ben encontraría la última pista para cuando todos estuvieran durmiendo.

Esperaba que le gustara.

(...)

Ben peinaba a su hijo. Ya habían pasado un par de horas desde que los niños despertaron. Pensó que sería un lindo gesto hacerse cargo de vestir a sus hijos para darle un tiempo de relajación a Mal.

Así que él se ocupó de bañarlos, vestirlos y perfumarlos. Amélie ya estaba lista, sentada en un sillón viendo la película animada del Grinch.

Ben sonrió al verla de reojo mientras arreglaba el cabello del pequeño castaño. Su hija estaba muy entretenida, abrazando a su peluche favorito -un dragón verde, azul y morado de crochet-, jugando con su chupón en su boca. Evie le hizo un vestido similar al de Mal, pero con toques lilas en vez de negros. Usaba dos coletas, decoradas con dos adorables moños.

-Por todos los dioses. Meli parece una muñequita- exclamó Kore enternecida al entrar a la sala.

La niña sonrió al sentir como la Diosa de la Primavera apretaba sus cachetes regordetes. Siguió viendo su película.

-Y mi nieto se ve como todo un galán- comentó Hades.

Matthew se rió.

Perséfone usaba un lindo vestido largo color naranja pastel, mientras que su prometido (el padre de Mal) usaba un look rockero pero a la vez elegante.

Ben tenía una camisa Blanca y pantalones de vestir. Matthew usaba algo similar.

Sus padres se unieron a la reunión familiar. Bella usaba una blusa y falda amarillas, mientras que Adam usaba un look parecido al de su hijo solo que con una camisa azul marino.

Incluso Juliette y Cerbero estaban vestidos para la ocasión. Y Maléfica, recostada a un costado de Meli, usaba un micro sombrero que le hizo Dizzy.

Ben terminó de arreglar el cabello del príncipe y se entretuvo viendo la película con sus hijos. Su atención se vio totalmente afectada cuando oyó los pasos de Mal y la vio entrar.

Su imaginación no le había hecho justicia a como se veía en realidad con el outfit. El vestido tenía un escote pronunciado pero apropiado, la parte baja rozando la zona de arriba de sus rodillas, y se acentuaba adecuadamente a todas sus curvas. Y las medias negras en sus piernas lo enloquecieron.

Tuvo que toser para aliviar su garganta seca de solo verla. Su reacción pasó por alto cuando su mamá y Kore la vieron. Las dos mujeres estaban encantadas con su vestido.

-Bueno, ya que estamos todos aquí. ¿Les parece si pasamos al comedor?- sugirió Bella luego de un par de minutos.

Todos estuvieron de acuerdo. Los niños pasaron corriendo delante de ellos para alcanzar a sus abuelos, por lo que Mal aprovechó para hablarle al oído a Ben.

-Amor, al menos disimula un poco enfrente de nuestra familia- le dijo juguetonamente.

El rey bufó, haciéndola reír.

-Lo veo un poco difícil.

Mal volvió a reírse. El castaño besó su coronilla y tomó su mano para entrar al comedor.

(...)

La cena fue muy tranquila y entretenida. Esta técnicamente era la segunda Navidad de Amélie, pero como en la anterior apenas tenía cuatro meses de vida, no recordaba nada. Estaba muy feliz probando toda la comida.Matt ya ubicaba los platillos navideños de su casa, por lo que estaba muy a gusto con todo.

Bella y Perséfone habían preparado el pavo y parte de los acompañamientos, Hades se destacó con las bebidas; Adam y Ben se aseguraron de que los niños y los perros no entraran a la cocina mientras que el horno estaba encendido; y Mal hizo las galletas para los niños, su esposo y "Santa".

Al terminar la cena, todos colaboraron para recoger la vajilla. Se fueron a la sala de estar principal, en donde los adultos se sirvieron ponche con alcohol y a los niños les dieron la versión regular.

Bailaron un buen rato, cada pareja por su lado y con el príncipe guiando a su hermana menor para dar algunas vueltas. Los reyes también bailaron con sus lindos retoños. Terminaron viendo películas hasta tarde, y salieron al jardín justo a tiempo para ver el espectáculo de luces.

Claramente le colocaron aislantes de sonido a Cerbero y a Juliette, quienes habían quedado profundamente dormidos luego de tener una buena cena y jugar un rato.

Unos minutos después de la medianoche dieron por concluida la velada. Los niños ya estaban muy cansados, y querían despertar antes del mediodía para abrir sus regalos.

-Ya quiedo ver lo que me dará Santa- comentó el pequeño castaño.

-Sataaa- repitió la niña, medio dormida pero a la vez emocionada.

Sus padres rieron. Les estaban poniendo sus pijamas. Habían insistido en dormir juntos como a la hora de su siesta, por lo que estaban en el cuarto del niño.

-Estoy seguro de que les traerá todo lo que pidieron- les aseguró Ben, acariciando sus cabezas.

Ya estaban metiéndose entre las sábanas. Ambos tenían sus peluches favoritos en sus brazos, con pijamas combinadas con bastones de caramelo en el estampado. Los monarcas los veían, con profundo amor reflejado en sus ojos y sonrisas.

Los abrazaron, verificaron que estuvieran bien arropados y apagaron la luz. Cerraron la puerta con cuidado de no despertarlos. Mal se había quitado los tacones y se había colocado unas botas como pantuflas, al igual que los demás.

Bajaron al árbol principal, en donde sus padres ya habían comenzado a repartir los regalos alrededor de este. En la mañana entregarían sus regalos.

La pelimorada logró escaparse algunos minutos luego de decirle a su suegra y a su madrastra que la encubrieran. No les dio muchos detalles, simplemente que quería darle una sorpresa a Ben y necesitaba que lo distrajeran.

Regresó a la sala después de un rato, tuvo que sacudir sus botas en la entrada para que no la descubrieran por causa de la nieve en las suelas. Ya solo quedaban Ben y Hades en el lugar.

-Oh, ya regresaste, Mally- le sonrió su papá- Bueno, creo que es hora de irme a la cama. Si no voy pronto, Kore me dejará durmiendo al borde del colchón.

Su hija y yerno rieron. Besó la coronilla de Mal y le dio unas palmadas a Ben en la espalda antes de dirigirse a las escaleras.

La reina esperó a que el dios se fuera para voltearse a ver a su marido. Sacó de detrás de su espalda un sobre.

-¿Qué es esto? - indagó.

Ella sonrió.

-Quise darle un toque divertido a tu regalo este año, cariño - apoyó su mano en su brazo- Esta es tu primera pista. Habrán varias más, en las cuales irás consiguiendo tus regalos hasta llegar al último.

Él la miró.

-Pues es una idea muy linda, cielo. Gracias - besó su frente.

Mal correspondió el abrazo que vino junto a ese gesto antes de separarse.

-No abras el sobre hasta que me vaya. ¿Ok?

Ben asintió. Mal dejó un beso en sus labios y se retiró. No pudo ocultar su sonrisa al darse la vuelta y subir rápidamente las escaleras. El ojimiel la vio irse, divertido por su actitud. Abrió el primer sobre.

"Hola, amor.

Quise celebrar esta navidad con un toque muy especial. Verás, parte de mi regalo es algo que claramente no quiero que vea nuestra familia, así que me pareció adecuado esperar para dejar mis regalos y que nadie más quisiera intentar abrirlos.

Estuve meses organizando esto, y algunos de los regalos fueron llegando en el camino. De verdad espero que te guste mucho todo.

Para no hacerte perder más tiempo, acá la pista del primer lugar. Técnicamente ya estás en él, por lo que tendrás que observar atentamente.

Un consejo, mira en lugares que sabes que no alcanzo con facilidad".

El rey se quedó pensativo con el primer párrafo. ¿Qué planeaba cómo para no querer que sus hijos ni sus padres lo vieran? Decidió no centrarse en eso por ahora, no quería tardar mucho.

Detalló cualquier superficie alta del salón principal. Era uno de los espacios más altos en el interior del castillo. Descartó el árbol rápidamente por razones obvias. Miró sobre la chimenea. Solo estaban algunas fotos en sus marcos.

Algo azul y brillante llamó su atención al ver el mueble del televisor. Estaba mucho más arriba del aparato. Supuso que había usado su magia, porque ni él llegaba. Lo bajó luego de ponerse en puntillas.

Era una caja pequeña. La destapó con cuidado, era aterciopelada y suave. Le enterneció el detalle. No sólo era un lindo reloj, algo que ella sabe que usa prácticamente a diario, sino que en medio de las manecillas y los números estaban grabados varios símbolos importantes para sus historias. Sabía que era ideal para usarlo en la víspera de Año Nuevo.

Estuvo apunto de cerrar la caja, hasta que dos pequeños trozos de papel entraron en su visión. Lo que vio en un de ellos hizo que mirara a todos lados, asegurándose de que nadie más estuviera viéndolo.

Estaba sorprendido, no de mala manera, pero no creyó que Mal le regalaría algo así. Era una polaroid de ella. Captó con rapidez que había sido tomada en su habitación. Lo que le sorprendió no era el lugar donde fue tomada, sino el contenido de esta y la inscripción que tenía debajo.

Era su esposa, recostada sobre su cama. Su cabello totalmente desordenado, su cabeza apoyada en las almohadas. Su vestido morado estaba claramente desarreglado y arrugado. Su maquillaje un poco corrido y los labios rojos. Leyó lo que decía en marcador. Enero.

Al ver su ropa su mente viajó a ese día, o específicamente, a lo que habían hecho esa noche. Sucedió al llegar a casa luego de asistir a una fiesta de lanzamiento de una de las colecciones de Evie. Sacó la nota que estaba con la foto.

" estás leyendo esto es porque claramente descubriste el por qué no quería que buscaras tus regalos con nuestra familia presente.

Tuve que armarme de mucho valor para tomar esa foto luego de lo que claramente hicimos. Pero me tomó más valor aún tomar todas las que siguen.

Por que sí, tendrás exactamente una por mes, y cada una más especial que la anterior.

Ahora, es momento de que busques el siguiente regalo. La pista, es un lugar en donde no solemos dejar que los niños entren sin supervision."

El calor comenzaba a sentirse en sus mejillas, saber que recordaría varias noches junto a ella y aparte de eso tener evidencias de ellas empezaba a volverlo loco.

Pensó en qué lugares sus hijos no tenían permitido entrar solos. La bodega de licores, el ático, la cocina y el estacionamiento. Lo más lógico es que estuviera en la cocina.

Guardó la foto y la nota en la caja antes de caminar hacia allá. Todos los lugares del castillo se hallaban a oscuras, por lo que tuvo que encender una luz al ingresar.

La cocina era un espacio en el que cualquiera podría entrar a cualquier hora, así que supuso que no lo había puesto en un lugar muy evidente. Después pensó que el lugar en donde nadie buscaría a esa hora era en donde guardan la comida de los perros.

Sonrió victorioso al encontrarlo. En una caja transparente se hayaba un postre muy parecido al que le dio cuando quiso revertir el hechizo en su coronación.

Tomó la caja y sacó el postre y la nota. Tenía un uno escrito en una esquina, por lo que supuso que debía leerla antes de ver la siguiente foto.

"Llegaste al segundo regalo. Y sé que ya recordaste el día en que te di este postre por primera vez.

Me pareció adecuado darte algo para reponer energías antes de seguir con tu búsqueda. Además, va acorde con la foto y lo que sucedió ese día de Febrero. Algo un poco obvio, pero fue tomada el Día de San Valentín.

A pesar de haber estado tan ocupados con el trabajo y nuestros hijos, no olvidaré lo lindo que fue preparar postres con ellos ese día. Ni la cita improvisada que tuvimos esa noche en la terraza.

Antes de que veas la foto, te daré la pista del próximo lugar. No está tan alejado de donde te encuentras ahora, y técnicamente han pasado cosas en un objeto, o más bien varios, que se encuentran en ese sitio."

Le dio sentimiento recordar ese día. Matt, Meli, Mal y él se habían divertido mucho esa tarde. Su mente procesó unos segundos lo que pasó en su cita.

Su amada y él se habían puesto ligeramente ebrios mientras comían galletas y tartas y tomaban vino. Ni siquiera lograron llegar al interior del cuarto cuando la pasión los inundó. Lo habían hecho en la manta de picnic, bajo las estrellas y la luna.

Sacó la foto. Y ahí estaba su esposa, con los labios hinchados, una marca en su cuello y su top suelto y desabotonado. Lucía totalmente hermosa, y sexy. Sabía que el calor en su rostro no desaparecería hasta que encontrara todas las fotos y fuera con ella.

Tomó la nota, la foto y se llevó el postre a la boca. En medio de su distracción logró pensar cuál sería su siguiente destino.

(...)

Caminó en medio de los vehículos de toda la familia. No estaba seguro de si revisar en su auto o en la limusina morada. Empezó por ahí. Tuvo suerte, ya que en el asiento trasero cerca de la puerta se encontraba el siguiente regalo.

Tenía un delicado moño dorado y la nota adherida encima. Se rió al ver que era un pequeño álbum de fotos. Era negro, con los nombres de ambos grabados a mano en dorado en la portada y una foto de ambos en su graduación.

"¿Qué? ¿Creíste qué no buscaría algo para que las conserves? ¿Y que además tendría una foto de distracción en la portada ya que hay muchos álbumes con fotos repetidas de ese día?

Sin contar que este lugar fue testigo de algunas cosas esa noche.

Como sea, me tomé la libertad de colocar la foto del mes de Marzo en su lugar. Allí mismo podrás guardar la nota junto a las otras.

Una última cosa, te recomiendo que no te tardes mucho en los próximos dos lugares, podría darte frío."

No pudo evitar reírse por las ocurrencias de la ojiverde. Guardó rápidamente las primeras fotos y notas antes de abrir las páginas para el mes de Marzo.

Su boca casi se secó al ver la imagen. Ahora entendía cómo podrían ser las siguientes. Suponía que las había tomado en momentos en que él cerraba los ojos, dormía o iba a buscar cosas para ayudarla a limpiarse o refrescarse.

Una tarde de marzo, huyendo de las molestias de todos y aprovechando de sus padres y los niños no estaban, terminaron escondiéndose justo en ese lugar. La verdad, ese día no querían que nadie los molestara con trabajo. Por lo que su escondite terminó siendo usado para algo muy distinto a lo planeado originalmente.

Se vio a sí mismo dormido detrás de ella en el asiento. Mientras que la pelimorada era abrazada por él. La foto sería muy tierna, de no ser porque sabía que ambos estaban desnudos en ese momento.

Ella había cuidado de que no se viera nada de más, pero se veía que él no usaba camisa y ella tampoco tenía nada que la cubriera. Sus hombros destapados los delataban, más porque casi se veía el inicio de su pecho.

Respiró profundamente, tratando de que su mente no se distrajera. Hiló que el recorrido lo estaba llevando a sitios importantes para ellos, directa o indirectamente, en su hogar.

Por lo del comentario del frío supo que debía ir al jardín. Ubicó con facilidad dos lugares que podían ser importantes: donde oficiaron su boda civil y el invernadero en donde a veces van con sus hijos a buscar flores.

(...)

Se guió por el oscuro jardín con la ayuda de las luces navideñas que decoraban la zona. Su mente se llenó de nostalgia al llegar a la plazoleta donde oficiaron su matrimonio. No podía creer que ya han pasado prácticamente cuatro años de eso.

Sobre el suelo lleno de nieve encontró una especie de bolso y pañalera azul rey. Rió suavemente. Recordaba haberle mencionado a Mal que pronto necesitarían cambiar de pañalera, ya que la que estaban usando la tenían desde que Matt era un recién nacido. Ahora, llevando las cosas de sus dos hijos el pobre bolso estaba bastante desgastado.

El sobre estaba amarrado con una cinta violeta al cierre de la mochila. Lo tomó, abriendo primero la nota.

"Obviamente no iba a ponerte a buscar todos los regalos sin tener algo con qué llevártelos. Además, aproveché de darte la que te gustó aquella vez que fuimos a comprarles ropa a los niños.

Para que no te mueras del frío seré breve. El siguiente regalo, si es que no has deducido ya dónde se encuentra, lo escondí en un lugar que huele mucho a flores."

Sacó la fotografía. Sus nervios volvieron al entender que la del mes de Abril era nada más y nada menos de su aniversario. Y no solo de su aniversario civil, sino de la noche en que al fin tuvieron su boda soñada.

Ni siquiera habían logrado contenerse hasta el viaje que tendrían dos días después para su Luna de Miel. Apenas llegaron a casa, sabiendo que todos estaban agotados luego de la fiesta, subieron a su habitación.

Su esposa se había puesto un set de lencería que lo encendió más de lo que de por sí había estado parte de la celebración. Este se podía apreciar por completo en la fotografía. Suponía que la había tomado cuando le pidió que dejara su vestido de novia en el vestidor para que no se ensuciara.

Bueno, ese recuerdo definitivamente le había quitado parte del frío que sentía gracias al viento invernal.

Guardó las cosas en la mochila y se encaminó al invernadero. El olor a rosas y el resto de plantas invadió sus fosas nasales. Enfrente de uno de los rosales encontró una bolsa de regalo.

Sus ojos se aguaron con ternura al ver lo que había en su interior. Sacó con cuidado dos pequeñas camisetas de Tourney, exactamente iguales a la suya y a la que le regaló a su esposa pero en miniatura.

"Sé cuanto te entusiasma que los chicos y tú vayan a retomar por algunas temporadas al año el Tourney.

Por lo que me pareció buena idea pedirle a Evie que confeccionara unas para nuestros hijos. Así podré combinar con ellos cuando vayamos a apoyarte en tus partidos.

Vas llegando a la mitad del recorrido. El siguiente destino está relativamente cercano a donde te encuentras ahora. Es un lugar en el que sabes que me encanta pasar tiempo para relajarme y descansar."

La idea que tuvo Mal le enterneció demasiado, sobretodo porque sabía que su hijo mayor estaba muy ilusionado por verlo jugar.

Entendió con facilidad que su próxima parada sería su taller de arte. Y el contenido de la foto se lo confirmó.

Al verla a detalle se rió un poco. La polaroid de Mayo era bastante atrevida, pero no por la foto en sí -aunque en parte lo era- sino por como terminaron en esa situación.

El día de las madres habían estado todo el día fuera de casa. Toda la familia llevó a Mal, Bella y Maléfica (evidentemente como lagartija) a desayunar. Y el resto del día lo pasaron en un parque de atracciones. Cenaron temprano todos juntos y después sus padres se habían ido a dar un paseo por la costa.

Hades y Perséfone se propusieron para cuidar a los niños, por lo que ellos decidieron irse al taller de la reina para tener una cita.

No habían logrado tener tiempo a solas desde unas semanas atrás, cuando volvieron de su Luna de Miel. Así que tomaron vino mientras que pintaban un gran lienzo que la pelimorada apartó para la ocasión.

Terminaron llenos de pintura cuando entre besos, copas y música se tumbaron en el sillón. Y ahí estaban ambos. Se sonrojó al ver que él también protagonizaba la foto.

No se veían por completo sus rostros, pero sí sus sonrisas. Después de lo que estuvieron haciendo, se la pasaron bromeando y riéndose. De hecho, esta foto la había tomado él mismo con el teléfono de ella.

Los dos estaban acostados en el sofá cama. Los torsos de ambos llenos de pintura de distintos colores. Mal usaba un sostén lila ese día, el cual dio por perdido gracias al montón de manchas que nunca le pudo quitar. Distinguió una leve marca en su propio cuello y la cobija que tapaba sus partes inferiores.

Guardó la imagen y la nota en el álbum. Ya era de madrugada, y el frío comenzaba a aumentar. Corrió un poco hasta el espacio que convirtieron en el taller de Mal un poco antes de la pandemia.

(...)

En el caballete que siempre tenía expuesto se encontró con un sketchbook. Su amada lo había personalizado. El encuadernado negro tenía su nombre y varias rosas y libros pintadas a mano en la portada.

Al abrirlo, casi cayeron la foto y la nota. Desdobló el papel.

"Estás cada vez más cerca, cielo. Espero que todo te haya gustado hasta ahora.

No quiero que te dé un resfriado por estar tanto tiempo fuera de las chimeneas y la calefacción, de modo que el próximo lugar estará un poco más cerca.

Ya vas a regresar al interior del castillo, así que debes entrar por la puerta más cercana a donde te encuentras y luego llegar hasta el final del pasillo."

Esta pista le costó un poco más descifrarla. Al cabo de un minuto comprendió que quería que fuera al salón del trono. Había hecho un recorrido en su cabeza para ubicarse.

Las fotos se habían vuelto progresivamente más gráficas conforme avanzaba en los meses, pero esta le confirmó que las que quedaban le harían perder la cordura.

Llegó el turno del mes de Junio, específicamente a finales de ese mes. Captó rápidamente que era del día de su cumpleaños. Bueno, no exactamente ese día, más bien el día que lo celebraron con sus amigos.

Los chicos los habían llevado a un club. Reservaron el lugar solo para ellos y más gente de confianza. En realidad ninguno de los dos se había embriagado, pero como es costumbre en ellos, al notar que los demás sí lo estaban se habían escapado.

Les dijeron que se irían a casa porque estaban agotados, pero en vez de eso se fueron al Lago Encantado. Lo tenían planeado desde el principio, por lo que habían llevado lo necesario para pasar una noche allá en el auto.

Se quedaron dormidos al cabo de un rato y se despertaron para el amanecer. En ese lapso de tiempo fue que las cosas subieron de tono, y terminaron volviéndose a quedar dormidos.

La foto la sintió más explícita e íntima, no sólo porque él estaba abrazado a su cuerpo y con su cabeza recostada en su pecho mientras que dormía. Sino porque se podía ver con más nitidez que los dos no tenían nada de ropa.

La guardó junto al resto. Sacudió sus botas en la entrada del castillo y cerró la puerta. Suspiró de alivio al sentir la calidez del interior invadir su cuerpo.

(...)

Tomó el pomo de la sala del trono y caminó directamente al suyo y al de la ojiverde. Esa no solo era la sala del trono, sino que también es donde celebran reuniones oficiales cuando necesitan hacerlas desde casa.

Soltó una carcajada al abrir la pequeña bolsa. Casi nueve años después aún seguía molestándolo con eso. Le regaló unos shorts con coronas. Entendía la ironía del porqué escogió dejarlo allí. Lo guardó en la mochila.

No resistió la tentación de ver primero la imagen (la del mes de Julio), sobretodo cuando vio que por el dorso de la nota marcaba que podía hacerlo.

Tenía muy presente el recuerdo de esa ocasión. La reunión con el Consejo de Segundones había sido un desastre total. Los dos salieron victoriosos, pero habían quedado demasiado tensos. Tanto que apenas los miembros del consejo se fueron cerraron todos los accesos y vistas a la sala.

Él había tenido que salir a buscar algo de limonada para ambos cuando pararon. Entre el calor de lo que hicieron y el verano, les urgía algo frío para refrescarse. Habían dejado la puerta con seguro mientras que ella recobraba fuerza en las piernas. La foto no le dejaba nada a la imaginación.

La pelimorada había apuntado la cámara hacia el único espejo que había allí. Estaba sentada sobre la mesa, justo donde él la dejó antes de irse. No tenía nada puesto más que el vestido, con la tela acumulada en sus caderas. La distancia entre ella y el espejo le permitió no mostrarse tan directamente.

"Para este punto sé que estás impacientándote por terminar con todo esto. Y no te culpo, porque creeme que organizarlo y ver las fotos casi me hizo echar mis planes para atrás y pedirte que nos encerraramos en nuestro cuarto.

No te quitaré mucho tiempo. Para llegar a los próximos destinos debes subir las escaleras. Tu primera parada involucra comer palomitas y dulces."

Se sentía acalorado y con sed. Buscó agua en la cocina y subió las escaleras. Para su suerte, la sala de cine estaba muy cerca de estas.

Miró sobre los asientos, pero no había nada. Se giró hacia la pantalla, viendo una caja sobre su consola de videojuegos. Le dio ternura, porque era un juego que él deseaba comprar para poder pasar tiempo con Amélie y Matthew en sus ratos libres.

El nuevo sobre estaba debajo de la caja.

"Me costó un poco conseguir este, ya que estaba agotado en casi todos los lugares que lo busqué. Pero me esforcé, porque sé que desde que Matt y tú vieron el anuncio en televisión querían jugarlo.

Estás llegando a la recta final. El siguiente lugar es de los últimos, pero no por eso es menos importante.

Creo que es un sitio que no solo disfruta tu familia, sino que los demás también le hemos tomado cariño".

La biblioteca fue su opción más obvia.

Tomó la polaroid entre sus dedos. No pudo negar que ese día se arriesgaron mucho a ser descubiertos. Estaban de vacaciones, en casa, pero tomándose el mes de Agosto libre para descansar y tomarse todo con más calma.

Los niños tomaban su siesta, los dos dioses se encontraban en el Inframundo y Bella y Adam habían salido junto a Aurora y Felipe. Mal se había quedado acompañándolo mientras que jugaba videojuegos con sus amigos.

Para resumir, ella bromeó con él por días que habían llevado a cabo parte de la letra de So High School de Taylor Swift.

La foto mostraba su mano acariciando sus piernas, reconfortandola. Solo que él recordaba muy bien lo que había sucedido antes de eso. Y debía admitir que estaba orgulloso de ello.

Sonrió tontamente a la par que salía de ahí hacia la biblioteca. Mal no se complicó mucho, dejó el regalo encima del asiento en donde él suele sentarse a leer.

Quitó con calma el envoltorio morado, sintiéndose conmovido al apreciar el libro que cubría. Ella sabe cuanto ama la saga de Harry Potter, y como por años ha intentado buscar una edición original del Cáliz de Fuego, su libro favorito.

"Espero que el miembro de Hufflepuff que está leyendo esto acepte este regalo de parte de la Slytherin que lo ama.

Llevo años buscando esta primera edición, así que mejor cuídala de nuestros hijos. No vaya a ser que termine llena de rayones de colores o stickers de Bluey.

Ya te falta muy poco mi amor. Tus últimos dos regalos son los que me tienen más ansiosa por darte.

El siguiente destino es uno en el que solemos pasar mucho tiempo. Tanto que los niños a veces se quedan dormidos ahí cuando quieren acompañarnos".

Se rió al leer la parte de los stickers. Matt y Meli andan en esa etapa en donde todo lo que ven puede terminar lleno de calcomanias.

Estaba muy conmovido por todo lo que le había dado hasta ahora, no sabía que más querría darle. Aparte de algo bastante obvio cuando llegara a su cuarto.

Le pareció lindo el detalle de que dejara el libro para Septiembre, el mes del regreso a Hogwarts. Aunque al ver la foto entendió que la primera frase de la nota había sido completamente intencional.

El día primero de septiembre, Mal lo acompañó al cine a ver una proyección especial de las primeras dos películas de Harry Potter. Los dos se habían puesto las túnicas de sus respectivas casas. No llevaron a los niños porque era muy pronto para llevar a Amélie al cine por primera vez, así que les llevaron ranas de chocolate como recompensa.

Habían bromeado, como en memes y series de televisión han mencionado, lo escandaloso que sería que una Slytherin y un Hufflepuff pasen la noche juntos.

Era bastante tarde cuando regresaron a casa, así que luego de acostar a los niños, se habían ido a su respectiva habitación.

Ella había apoyado la cámara sobre su peinadora para tomar la foto. Solo tenía puesta su túnica negra y verde. Sabía que no tenía puesto nada más al ver el brillo de la piel de sus piernas y un escote muy pronunciado en la túnica amarrada a su cintura.

No estaba muy seguro de en qué momento la tomó, pero no se quejaría en lo absoluto.

Pensó que su oficina podría ser el penúltimo destino. Caminó hasta el otro lado del pasillo. Esta vez, habían dos notas. Tomó la más pequeña primero.

"En esta ocasión creí que era más adecuado que vieras la foto primero y de último el regalo y la nota.

Felicidades, cariño, estás en tu último destino (antes de nuestra habitación, claro está)."

Le causó gracia el final del texto. Quitó con calma la nota adhesiva para no dañar la foto debajo de esta. Octubre era el mes marcado en ella.
La noche de Halloween.

Ese día habían llevado a los niños a pedir dulces, además de ver un montón de películas apropiadas para ellos para esa ocasión.

Habían asistido a una fiesta organizada por Chad y Audrey. Llegaron al castillo pasada la medianoche. En la imagen, ella estaba sentada de lado sobre su regazo. Estaban en su vestidor. Digamos que habían usado el espejo como parte de su encuentro de aquella noche.

En la foto se veían los desarreglados disfraces de ambos (ella vestida de Christine y él de Erik del Fantasma de la Ópera). Sobretodo en el apretado escote de su esposa, la cual había usado un corset para su personaje.

Ella estaba sentada en el pequeño sillón que tienen allí. En el fondo se veía su propio rostro de perfil, aun con la máscara puesta y la camisa desabotonada. El cabello de la ojiverde estaba completamente revuelto y el labial corrido por las comisuras de sus labios.

Controló su respiración al tener ese recuerdo tan fresco en su mente. Guardó la imagen, sintiendo su corazón latiendo con fuerza.

Observó con mayor detenimiento su escritorio. Mal había volteado los portaretratos que tenía allí para que quedaran cerca de los regalos. Miró las fotos de ellos y su familia, sintiéndose pleno y feliz.

Al alzar la caja de regalo, que era pequeña y de madera, sintió el movimiento de más de un objeto. Al abrirla, no pudo creer lo que veía.

Había una camisa como las que le dio para Matt y Meli, pero más pequeña. Un pequeño peluche de osito tejido con una pijama de dragón la acompañaba. Y en medio de todo se encontraban tres pruebas digitales de embarazo, todas positivas. Marcaban +3 semanas.

Se apresuró a tomar la nota.

"¡Sorpresa! Este regalo fue el último que concreté, ya que apenas me enteré hace cinco días. Corrí con Evie antes de que me entregara las camisas de los niños para que tuviera esta lista a tiempo.

Ella, tu mamá y Kore se enteraron antes de que yo misma me diera cuenta. Llamemoslo intuición de madres.

Siento que es el momento perfecto para saberlo, justo como nos pasó con Meli en año nuevo hace unos años.

Ambos estábamos abiertos a tener un tercer bebé ahora o cuando pudiera darse. Y bueno, tomando en cuenta que Matt ha estado pidiendo otro hermanito, digamos que cumpliremos con otra de las cosas que pidió en su carta.

Apenas tengo cuatro semanas (casi cinco para el día de Navidad), según lo que decía en los análisis de sangre que me hice. No he tenido síntomas hasta ahora más que dolores de cabeza, así que difícilmente nos hubiéramos dado cuenta. De no ser porque se me retrasó el período.

Te prometo que te contaré todo más a detalle, pero para cuando leas esto sé que estarás tan desesperado como yo en que llegues conmigo.

Felicidades amor, vas a ser papá de nuevo. Jamás me arrepentiré de decidir tener mi vida a tu lado, mucho menos de la familia que seguimos formando.

Te amo, y Feliz Navidad."

Ben secó las lágrimas que se habían escapado de sus ojos hasta sus mejillas. No podía creerlo, tendrían otro bebé. Su emoción aumentó.

(...)

Puso la caja con mucho cariño junto a los demás regalos. Subió con prisa las escaleras, ansioso por verla. Caminó en silencio por el pasillo. No quería despertar a los niños, mucho menos en ese instante.

Oyó unos suaves pasos en el cuarto, no había tomado el pomo de la puerta cuando vio como debajo de esta se deslizaba algo. Se agachó para tomar el objeto. Casi se le salieron los ojos al ver la foto.

Noviembre era el mes inscrito en esta. Y vaya que recordaba esa ocasión. Él había salido de viaje por una semana pocos días después del cumpleaños de Matthew. No querían desajustar los horarios de su hijo, quien apenas tenía casi dos meses en preescolar.

Mal le dijo que no tenía problema en quedarse en casa para estar con sus hijos. Era un viaje muy necesario en Corona para poder terminar de establecer algunas leyes de magia en las que llevaban meses trabajando.

Sorprendiendola, a la cuarta noche de su viaje le propuso que tuvieran una llamada bastante diferente a las que suelen tener. En un principio les costó soltarse, porque no acostumbran a sextearse ni enviarse fotos.

Básicamente tuvieron una llamada bastante erótica, algo que nunca habían hecho. En la polaroid en sus dedos, su esposa estaba acostada en la cama, completamente desnuda. Ya no pudo aguantarse, abrió de golpe la puerta.

Soltó el bolso en el piso al verla. Cerró la puerta con seguro. Mal había encendido unas luces de Navidad alrededor del techo, por lo que el cuarto solo era iluminado por estas y las que ya poseía el árbol en la esquina de la habitación junto a la chimenea.

La reina lo miró, con una gran sonrisa postrada en su rostro. Se sentía aliviada de que por fin hubiera visto las fotos y las pruebas. Estas últimas técnicamente no eran parte de su plan inicial, pero no podía aguantarse más el secreto. Le urgía contarle de su embarazo.

Ella pasó todo el año planificando las fotos. Escogiendo cuáles momentos le parecían los apropiados para tomarlas. En la última fue en una de las que más requirió confianza y autoestima para tomarla, y no se arrepentía del resultado.

En todo el tiempo que lo esperó mientras que Ben hacía el recorrido estaba que se moría de los nervios. Con sus dos embarazos anteriores él había estado con ella al hacer las pruebas, se sintió demasiado extraña cuando las hizo en casa de su mejor amiga el día que llevó a los niños a una cita de juegos con sus sobrinos, Emily y Dominic.

Ben había ido a buscar los regalos de sus hijos y los de ella, por lo que la mejor opción era aprovechar el día para que los niños se divirtieran. Doug lo acompañó, así que para Evie también fue buena idea.

Todo era muy lindo, hasta que a mitad de la mañana se sintió mareada y con mucho dolor de cabeza. Casi le llegaron las ganas de vomitar, casi. Y en ese instante cayó en cuenta de que debía haberle bajado el período hacía más de una semana.

Sus sospechas aumentaron cuando pensó en que unos días antes su suegra y su madrastra le habían dicho que tenía de nuevo ese brillo en su mirada, como le dijeron cuando estuvo embarazada de Matt y luego de Meli. Maléfica, que estaba en la biblioteca con ellas, hizo un gesto que le dio a entender que opinaba lo mismo. Y unas horas antes cuando llegó a casa de la diseñadora, la peliazul le repitió esas palabras.

Se mantuvo calmada hasta la hora de la siesta de sus hijos y sus sobrinos. Evie le ofrecía una tasa de té en la cocina cuando le soltó la bomba. Su amiga casi chilló de felicidad.

Encargó a la farmacia varias cosas para sus hijos y disimuladamente agregó las pruebas para que Mal pudiera realizarselas. Una hora y media después, la acompañó a ver el resultado como cuando la reina lo hizo con ella.

Tuvieron suerte de que los niños estuvieran entretenidos viendo películas navideñas y comiendo galletas de jengibre en la sala, porque el grito que ambas dieron al leerlas los podría haber asustado.

Claro que los mellizos y el príncipe fueron los primeros en escucharlas, pero no le dieron importancia al ver que regresaron a ellos bastante alegres.

Ahora también le hacía sentido el porqué estaba tan sensible al frío del invierno de ese año. Había pasado por eso cuando estaba esperando a Amélie. Y el porqué su hija estaba más apegada a ella últimamente también tenía una explicación.

Logró ir a hacerse las pruebas en la clínica cuando ella salió a buscar los regalos de último minuto que le faltaban. Logró que las enfermeras que la atendieron fueran totalmente discretas. Casi lloró cuando en el auto de camino al centro comercial leyó los resultados.

Le contó todo esto a Ben luego de que él corriera al colchón y se lanzara a abrazarla y llenarle de besos la cara. El rey besó sus labios, apartando los mechones de cabello de su rostro.

-Ahora no sé si podremos hacer todo lo que he tenido en mente viendo las fotos y por pasar toda la noche viéndote con esa mallas- confesó el castaño.

Su esposa soltó una carcajada. Se había quitado el vestido y el maquillaje, pero todavía portaba las medias panties. Se había colocado un camisón de encaje negro que claramente era de lencería. Era un babydoll que Lonnie le regaló en el intercambio que habían hecho ella y las chicas hacia un par de semanas.

Le pareció gracioso, porque resultó que luego de tantas bromas no solo le daría a Jay ese sobrino por el que tanto rogaba, sino que además él los haría tíos de nuevo. La pelinegra apenas estaba por pasar el primer trimestre. Carlos y Jane casi se desmayaron de la emoción cuando les dijeron esa misma tarde.

Y ni hablar de Audrey y Chad, quienes luego de tantas burlas se vieron en una situación similar a la de Ben y ella. Se habían comprometido a principios de año e hicieron su boda en verano. El día de la ceremonia les dieron la sorpresiva noticia de que ella estaba embarazada. Su hija nacerá en marzo.

No divagó mucho en ese tema. Le echaría la culpa a las hormonas del embarazo por las inmensas ganas que tenía de tener intimidad con su marido. Se sentó por sobre sus piernas. Apoyó una mano en el pecho de Ben y la otra acarició su pómulo. El rey la miraba, hipnotizado.

-No veo por qué no podríamos hacer esas cosas que imaginaste- el tono seductor en su voz enloqueció al castaño- No sería la primera vez.

Él se rió, entendiendo a lo que se refería. Ambos saben que para ellos es imposible contenerse, sin importar si está embarazada o no.

Se inclinó hacia ella para besarla. Los dos suspiraron en medio del beso, venían conteniendo esa tensión desde hace muchas horas. Apoyó sus manos en su cintura, logrando que el camisón se levantara un poco al acariciar su espalda.

Ella fue levantando lentamente la camisa de él, apenas aflojando los primeros botones para facilitarse el trabajo. Logró que él se estirara y se la quitó. Jadeó cuando Ben mordió su labio inferior y entrelazó sus lenguas. Apretó sus hombros, tratando de contenerse un poco y no llevar las cosas muy rápido.

El castaño les dio la vuelta, dejándola a ella debajo. Acarició sus piernas, rozando la tela sobre ellas. Sus ojos la admiraban, sintiéndose afortunado por ser el que pasa estos momentos a su lado.

-¿Puedo pedirte algo?- le preguntó.

-Claro- acarició su cuello.

-¿Podrías dejarte las mallas? - sus mejillas estaban ruborizadas.

Mal soltó una risita. Sospechaba que le pediría algo así desde que posó sus ojos sobre ella cuando se reunió con él y el resto de su familia.

-Um, ¿por qué crees que me las dejé aunque ya me quité el vestido? - jugó con el borde de sus pantalones.

Ben rió suavemente. Sabía lo que su amada pretendía, así que él mismo bajó sus pantalones.

-No te importa que debo romperlas para seguir, ¿verdad? - sobó la piel de sus brazos.

Ella negó.

-Llegaste a tu último regalo, cariño- dijo, su voz sonando bastante grave- Puedes hacer con él lo que quieras.

El rey gruñó al sentir su mano jugando con su cabello y por sus palabras.

Volvió a juntar sus bocas. La ojiverde jadeó al sentir sus manos ascendiendo de sus muslos hacia el interior de sus piernas. El ruido de sus labios chocando se vio interrumpido cuando él no pudo contenerse más.

Jaló la tela negra, rasgandola justo donde necesitaban. Los dos se vieron, riéndose. Puede que no haya medido mucho su fuerza, por lo que el espacio quedó un poco más amplio de lo que planeaba.

-Vaya Bennyboo, y luego se preguntan por qué ya tenemos dos hijos - soltó un ruido en medio de su risa- Bueno, dos y ahora uno en camino.

El rey besó su frente.

-Debo estar a la altura de la semi-diosa que tengo como esposa. Debo esforzarme- le siguió el juego- Además, tu padre insiste en que quiere que el árbol genealógico del Olimpo debe seguir creciendo hacia abajo y no hacia los lados con tus tíos. Simplemente lo ayudamos con eso.

Mal rodó los ojos, divertida.

-Quiere ver crecer su linaje y adora tener nietos, pero detesta saber el cómo llegan a este mundo- dio un toque en su nariz.

-Y mejor dejemos de hablar de él, porque no quiero tentar a la suerte y que se despierte y nos interrumpa. Te quedarías viuda muy pronto si eso pasa.

Ella estalló en risas. Tomó su mano y la entrelazó con la suya. Más allá de las bromas que estaban haciendo, se sentía muy feliz por todo. Por su matrimonio y la familia que han formado. Porque se siguen amando locamente. Ya llevan nueve navidades juntos, y esperan seguir teniendo muchos más.

-Mejor dejemos esta conversación para otra ocasión. Digamos que el embarazo y tenerte tan cerca con solo esto- estiró el elástico de su única prenda-, me tienen bastante tentada. Tu regalo terminará convirtiéndose en el mío.

-¿Y porqué no podría ser un regalo para ambos?- interrogó en tono sugerente.

Como respuesta, ella lo atrajo a su rostro de nuevo. Ben no quiso perder más tiempo, en medio de sus besos pasó sus manos por debajo del camisón. Ella emitió un gemido que le puso los vellos de punta.

Él agradeció internamente que ella no llevara sostén, por lo que pudo tocar sus senos con mayor facilidad. Apretó uno, recibiendo un gemido en sus oídos. Bajó su boca por su cuello, mordiendo su piel pero sin dejar marcas.

Cuando ya no tuvo ni un centímetro sin besar, les dio la vuelta. Ella alzó una ceja con curiosidad. Entendió lo que él quería y sonrió. Imitó lo que él acaba de hacer, arañando su pecho con sus uñas negras a la vez que recorría su cuello.

Se recostó en su lado de la cama. El rey se posó encima de ella otra vez. Ya no tenía nada puesto, y con lo que la pelimorada vestía, no le importaba ser el único desnudo. La acercó a su cuerpo, jalando sus piernas para que rodearan su torso. Ella apoyó sus pies justo sobre su trasero.

Ambos gimieron cuando se hundió lentamente en su intimidad. Tomó su cintura, marcando un ritmo suave pero a la vez preciso. Ella movió sus caderas, acompañando sus movimientos.

Los dos intentaban atrapar los ruidos que salían de sus bocas besándose, pero la posición que tenían no les permitía acercarse tanto sino querían aplastar su estómago.

Él se detuvo. Se puso de pie a un costado de la cama. Ella se acercó y se rió cuando la tomó en sus brazos y la levantó. Los llevó hasta la ventana de su balcón, allí se podía apreciar la nieve cayendo a la vez que algunos fuegos artificiales se apreciaban en la lejanía en el cielo.

Mal se sorprendió cuando casi de inmediato su esposo la recostó con cuidado sobre la puerta. Se posó detrás de su espalda y alzó la tela del camisón. Sintió su piel arder cuando le dio una nalgada. Echó la cabeza hacia atrás, recibiendo los besos en su nuca a la vez que él volvió a estar en su interior.

-¿Te hice daño?- notó la preocupación en su voz a pesar de los jadeos.

-No - emitió un chillido por el contacto de sus pezones con el vidrio frío a pesar de la tela que cubría su pecho- De hecho se sintió bien.

No era la primera vez que hacía eso, pero comprendió que no quería sobrepasar algunos límites por el bebé. La pelimorada arqueó su espalda al sentirlo llegar justo al lugar que la hace retorcerse.

-Amor- oyó a Ben en su oído. Había apoyado su mentón en su hombro, una mano en su cadera y la otra la abrazaba- Te amo tanto.

La reina giró un poco su cabeza.

-También te amo- cerró sus ojos, vencida por el placer- Carajo, nunca dejas de sorprenderme.

Eso lo motivó a acelerar sus embestidas. Sintió como ella se apretaba a su alrededor a la vez que soltaba gemidos. Solo tuvo que hacer unos pocos movimientos más para alcanzarla en su clímax.

Los dos se apoyaron en el otro, recuperando fuerzas. Ben abrió la boca para decirle algo, solo que apenas intentó hablar sintió la boca de su esposa sobre la suya. Mal se había girado hacia él.

Lo empujó lentamente hasta regresar a la cama. El castaño cayó sobre el colchón. La semi-diosa se quedó de pie. Se puso de espaldas a él. Estiró sus brazos, aflojando los lazos en la espalda del camisón. Al tenerlos sueltos, bajó las tiras en sus hombros. El vestido se deslizó por sus piernas hasta el suelo.

Ben se mordió el labio inferior. Sabía que lo estaba provocando. Sobretodo al tener su trasero tan cerca de su rostro con las mallas. Se las quitó con cuidado junto con sus panties, sabiendo perfectamente que él la veía con atención. Apartó las prendas de sus pies y volvió a encararlo.

Mal le hizo una seña que él entendió de inmediato. Se recostó sobre las sábanas, tomando una de sus manos para ayudarla a subirse. Su atención estaba completamente centrada en ella, sobretodo al tenerla desnuda encima de su cuerpo.

Ella se acerco a su cara, poniendo una pierna a cada lado de su cabeza. Gimió cuando él la apegó inmediatamente a su boca. El castaño tomó sus muslos, apretando su piel a la vez que dirigía su lengua a su clítoris. Mal tomó su cabello, jalandolo.

Echó su cabeza hacia atrás, moviendo sin poder evitarlo sus caderas cuando él introdujo un dedo en su interior mientras que sus labios y lengua chupaban y lamían su botón de nervios. Tuvo que apoyar una mano en el marco de la cama para no perder el equilibrio. Aún seguía sensible por el orgasmo de unos minutos atrás.

-¿Esto te gusta, mon amour? - cuestionó.

La pelimorada gimió agudamente. La vibración de su voz contra su intimidad terminó de empujarla al borde de su clímax. Él aceleró los movimientos de sus dedos y su lengua.

-¡Sí! - casi gritó- Sigue amor, estoy...estoy muy cerca- jadeó- Lo haces tan bien.

Pudo sentir la sonrisa de él contra su cuerpo. No podía negar que le parecía adorable y a la vez le encendía lo orgulloso que él se siente y actúa cada vez que sabe que la está complaciendo.

Y lo demostró cuando las embestidas de sus dedos se volvieron tan placenteras que literalmente estaba montando su cara. Sentir y oír los gemidos de él atrapados en su piel, mientras que su nariz rozaba su sensibilidad la llevó directamente al orgasmo.

Ben se sintió desfallecer con solo oírla y sentir el temblor en sus piernas. La estimuló un poco más hasta bajarla con cuidado y dejar que se recostara en su pecho.

Acarició su espalda, relajándola. Entre lo que le estaba haciendo y sentir como su piel se pegaba a la suya, se sentía preparado para una siguiente ronda. Pero no daría ningún paso hasta saber si ella aún podía continuar.

-Eso fue grandioso, cielo- lo halagó, su voz amortiguada en su hombro.

Él giró con cuidado su cara para poder verla a los ojos. Quitó unos cabellos pegados a su frente con el sudor. Se besaron lentamente. Pasaron un par de minutos abrazados en un cómodo silencio hasta que oyó que hablaba de nuevo.

-Me gustaría devolverte el favor- le susurró juguetonamente al oído.

Su mano había comenzado a bajar por su pecho lentamente. Él se tensó al sentir como cada vez llegaba más abajo. Mal juntó sus labios justo cuando comenzó a acariciarlo. Ladeó la cabeza, dejando que besara su piel.

Estaba tan concentrado en lo que hacía con sus manos, que apenas sintió como su peso se retiraba de su pecho. Al abrir los ojos, su espalda se levantó del colchón al sentir como su miembro se deslizaba en su interior.

Quedó hipnotizado al verla moviéndose. Su diosa lucia sensacional. Su cabello morado iluminado por los pequeños focos, su piel brillando ante la luz del fuego de la chimenea. El movimiento de sus pechos al estar moviéndose en círculos lo volvió loco.

Se sentó, rodeando su cintura. Enterró su cara entre sus senos, besando la extensión de piel hasta llegar a uno de sus pezones. Ella jadeó. Ben lamió su piel, succionando y mordiendo.

Su perdición fue que al cambiar de seno, su mano se dirigió a su clítoris de nuevo. Para este punto parecían pequeños saltos los movimientos que hacia. Él se corrió primero, apretando su trasero. Escucharlo tan de cerca y sus dedos la llevaron a acompañarlo menos de un minuto después.

Se recostó en su hombro, incapaz de moverse por lo abrumado que se sentía su cuerpo. El rey besó sus hombros, dando caricias reconfortantes en su espalda baja. Ben tomó las pocas fuerzas que le quedaban para acostarlos a ambos.

Ella se quedó con su cabeza apoyada en su pecho. De pronto, él tuvo una idea que sabía que probablemente ya había pasado por la mente de ella al no tener ninguna foto para ese mes. Buscó su teléfono y activó la cámara.

Ella abrió los ojos con cansancio al oírlo abriendo su celular. Se rió cuando vio la sonrisa maliciosa en la boca de su marido. Abrazó su torso y rozó sus narices. Ben tomó su nuca delicadamente, uniendo sus labios.

Tomó la foto. Siguieron besándose, por lo que cerró como pudo la cámara y volvió a poner el aparato en el suelo. Mal lo miró soñadoramente. Los dos estaban completamente locos el uno por el otro, de eso no cabía duda.

La reina tenía unos minutos medio dormida. Sintió una calidez en su corazón cuando entre sueños su esposo la rodeó y dejó su mano apoyada sobre su estómago.

(...)

El matrimonio despertó a las ocho, una hora decente considerando que debían estar preparados para cuando sus hijos despertaran y quisieran abrir sus regalos.

Pusieron algo de orden en su cama y en toda la ropa que habían dejado tirada. Guardaron los regalos de Ben, especialmente el álbum de fotos (al cual le habían agregado la última imagen). Se dieron una relajante ducha y se pusieron sus pijamas navideñas.

Ya es una tradición que el 25 de diciembre pasen todo el día en pijama. Solo se cambian si van a salir a la nieve, lo cual es probable que hagan ya que buena parte de la noche nevó.

Pasaron por la cocina, sin poder creer que nadie se había levantado. Es habitual encontrar a Bella y a Perséfone despiertas a esa hora. Prepararon chocolate caliente para todos. Dejaron bien conservado el de los demás y se sirvieron sus tazas junto a un par de muffins.

Encendieron la chimenea y se acurrucaron en el sillón. El castillo estaba sorprendentemente silencioso. Mal acariciaba el cabello de Ben, quien se había acurrucado en su regazo y acariciaba su vientre.

-¿Cómo quieres contarle a nuestra familia? - consultó con ella.

-No te preocupes, tengo eso cubierto con los regalos- respondió.

Le contó lo que le daría a todos. De repente oyeron unos pasos y risitas en el pasillo. Unos segundos después, sus hijos ingresaron a la sala.

-Feliz Navidaaad- gritó Matthew.

Se subió al sillón y los abrazó.

-Mami, papi. Ñavidad- dijo Amélie.

Iba igual de emocionada que su hermano mayor. Le costó un poco más que a él, pero logró subirse sola.

-Feliz Navidad, mis amores - Mal les llenó las mejillas de besos.

Los más pequeños se rieron, más cuando su papá se unió.

-¿Durmieron bien?- les preguntó Ben.

Los dos asintieron.

-Queremos abrir losh regalos- pidió el príncipe.

El rey se rió al ver la expresión en el rostro de su esposa. Había sido directo, como suele serlo ella.

-¿Pueden esperar a que sus abuelos lleguen?- pidió su papá.

-No hace falta que esperen mucho- oyeron a Hades.

Venía muy sonriente, con Kore a su lado con Cerbero en sus brazos. Bella y Adam llegaron poco después con Juliette. Llevaban una bandeja llena de tazas y un jarrón con el chocolate y otra con croissants, galletas y muffins.

-Chocodate- balbuceó Amélie, aplaudiendo.

Todos rieron. Desde que se lo dieron a probar unos meses atrás no paraba de pedirlo cuando hace frío. Aunque claro, se lo daban en pocas cantidades.

Se dieron los buenos días y se dividieron la bebida y las comidas. Se sentaron alrededor del árbol. Primero repartieron todos los regalos de cada uno, incluyendo los que les dieron a sus mascotas.

Mal quedó fascinada con uno de los regalos de Ben. Era una gargantilla dorada con un dragón en el medio. Lo rodeaban varios cristales, los cuales representan los colores de sus ojos y los de sus hijos, además de sus colores favoritos. Podía verse elegante, pero tenía el toque rockero que jamás falta en sus atuendos.

Dejaron que los niños sacarán sus juguetes y se divirtieran un rato. Mal había ocultado los regalos finales, y justo cuando pidieron salir a jugar con la nieve les pidió un momento.

-Les tenemos un regalo más a todos- anunció, contenta- Quiero dárselos antes de que salgamos.

Ben la abrazó de costado. Los apareció con su magia. Sus suegros, su padre y su madrastra los abrieron con calma. Maléfica estaba a su lado, presintiendo de qué iba todo eso. Miró con felicidad a su hija cuando esta le abrió su regalo.

Le había pintado un lienzo para poner en su habitación. Era un retrato con la silueta de todos los miembros de su familia de espaldas al castillo. Hades y Kore a un lado de Mal, ella sobre su hombro, los niños en el medio y Ben y sus padres al otro lado. Solo que en los brazos de su hija se podía ver la silueta de un bebé.

Se recostó a su lado, sonriendo a su modo.

Bella y Adam tenían uno similar, solo que eran solo ellos dos junto a sus dos nietos y un bebé sentado en medio de ellos. Estaban en la biblioteca, leyendo en la alfombra. Rodeados de varios juguetes y libros de cuentos.

En el de Hades y Perséfone, todos se encontraban en los jardines de Kore en el Inframundo. Los niños corrían entre las flores. La diosa sujetaba un bebé para ayudarlo a caminar y el dios a otros dos.

La pelirroja y su esposo los voltearon a ver rápidamente. Captando que Mal de algún modo había descubierto su secreto. La reina les sonrió, con los ojos cristalizados.

Cuando Bella y Kore le habían dicho días atrás que presentían que ella podía estar embarazada de nuevo, notó que la Diosa de la Primavera se había puesto ligeramente nerviosa cuando se lo dijo. Como si ella misma estuviera sintiendo esos cambios en ella.

Además, en medio de todos los cambios en sus poderes en los últimos años, los sueños premonitorios habían ocurrido varias veces. Primero fue antes de conocer a su esposo, luego cuando soñó que estaba embarazada unos meses antes de enterarse que esperaban a Matthew. Lo mismo pasó con Amélie y con este nuevo bebé.

Y dos noches después de enterarse que esperaba a su tercer bebé, soñó que ella y Kore jugaban con cinco niños. Dos de ellos pareciendose mucho a su papá y a la pelirroja. Una bebé y un bebé. Lamentablemente no logró saber cuál era el género de su propio hijo ya que despertó poco después.

Por último, estaban los regalos de los niños. A ellos les hizo varias ilustraciones y las encuadernó. Por eso había estado metida en su taller los días antes de Navidad, quería tener listos a tiempo los regalos de todos.

En los dibujos trataba de enseñarles como sería jugar entre ellos, agregándole a un bebé. Matt tenía un ligero conocimiento, pero seguía estando pequeño cuando Meli nació. Y la niña apenas tenía un año y cuatro meses, así que ella no tenía casi experiencia con niños más pequeños.

Ben y Mal se agacharon y los levantaron. Matthew miró alternativamente a sus papás y a su hermanita, entendiendo mejor lo que vio en uno de los dibujos.

-¿Tendré otro hermanito o hermanita?- preguntó ilusionado.

Ese era uno de sus deseos de Navidad. La pelimorada asintió, sintiéndose sensible al ver la felicidad plasmada en el rostro de su hijo.

-¿Emañito? - cuestionó Amélie.

Ella ubicaba esa palabra por tener un hermano mayor.

-Así es, dragoncitos. Serán hermanos mayores- les dijo Ben.

Estaba con los ojos cristalizados al ver la adorable reacción de Matt y la ilusión de su esposa. Meli chilló, emocionada. Eso terminó de provocar el llanto de Mal. La niña había oído sobre bebés últimamente por que cuatro de sus tíos tendrían niños, así que a su modo entendió lo que querían decirle.

-¡Mi sueño se cumplió!- gritó el príncipe.

Sus padres rieron. Se abrazaron entre todos. Bella y Adam se acercaron, alegres por tener un nieto más. Los niños no habían hecho más que ponerle color a sus vidas. Los adoraban con todo su corazón.

Los ex-reyes cargaron a la niña y el niño, apartándolos para que hablaran con los dioses. Los habían felicitado mientras que su hijo y su nuera hablaban con los niños. La intuición de la castaña no había fallado, ni con su nuera ni con su amiga.

A Maléfica no le causó gran impresión que su ex esposo y la diosa fueran a tener bebés. Hacía meses que lo sospechaba. Notaba un aura distinta en la magia de Kore, la misma que sintió estando embarazada de Mal y la que ha percibido en su hija estos años.

No lo admitiría ni aunque pudiera hablar - cosa que hace mucho deseaba hacer-, pero estaba feliz por ambos. Esos años conviviendo con su ex le hicieron entender el por qué su hija le dio otra oportunidad, al igual que aceptó a la mujer.

Kore estrechó a Mal con fuerza entre sus brazos. La pelimorada rió y aceptó el gesto. Hades le dio unas palmadas al rey en la espalda. No le cabía la felicidad en su interior. Tendría un nieto más y por fin formaba una familia con su futura esposa. Debían renovar sus votos para oficializar de nuevo su matrimonio.

-¿Cuántas semanas tienes, Mally? - preguntó el peliazul, abrazando a su hija.

-Apenas siete semanas - sonrió calidamente cuando su padre secó sus lágrimas- ¿Y cuando conoceré a mis futuros hermano y hermana?- preguntó divertida.

-En poco menos de cinco meses- le respondió la pelirroja.

La semi-diosa y su esposo abrieron la boca con sorpresa.

-Mal sospechaba hace como dos meses, pero no creíamos que ya pasara del primer trimestre- explicó él al ver la confusión de los dioses.

-Bueno, el próximo año estará lleno de llantos de bebés en este castillo - dijo la reina, riéndose.

La familia se reunió de nuevo un rato después en el jardín. Luego de las felicitaciones se habían ido a poner ropa abrigada para salir a la nieve.

Todos disfrutaban de jugar, lanzarse bolas de nieve y armar muñecos con los pequeños de la casa. Los mayores jugaban con los perros. Ben y Mal se habían sentado un rato, vigilando que sus hijos no comieran la nieve mientras que jugaban.

-Esta navidad se descontroló más de lo que esperaba- le comentó Mal a Ben.

El castaño rodeó sus hombros.

-Al menos sabemos que la próxima estará llena de niños gateando y corriendo por allí- jugó con sus dedos entrelazados.

-Creo que vamos a enloquecer de aquí a ese día- se rió.

Ben la siguió. Besó su frente y la abrazó. En definitiva, esa Navidad marcaría el comienzo de una nueva etapa para toda la familia.

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¡Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo!🎄🎉

Ya que tardé tanto en terminar este capítulo, quise hacerlo bastante extenso y detallado. Un poco de Navidad, un poco de romance, escenas hot y más 🤭

Primera publicación del 2025 y creo que rompí mi propio récord de cantidad de palabras por capítulo (poco más de 11 mil palabras).

Espero que esto haya compensado la espera🥹🫶🏻

Psd: Actualicé esto para dedicarselo a la cumpleañera de este día (14/01). FELIZ CUMPLEAÑOS xoxolyLaura ❤️❤️❤️ Felices 21 mi niña🫶🏻

¡Nos leemos pronto!

~Con amor, su escritora💕

Publicado el 05/01/2025.

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