
𝘼 𝙎𝙞𝙣𝙞𝙨𝙩𝙚𝙧 𝙒𝙤𝙧𝙡𝙙
El sonido de las rejas metálicas abriéndosen crujieron en su mente y en su cuerpo de forma hiriente. Su ceño se frunció levemente, y tras ver la aprobación del guardia de seguridad la pelinegra comenzó a caminar por los pasillos.
Pronto, los huéspedes de aquel lugar comenzaron a silbar y a dar algunos halagos poco convencionales hacía ella. Los hombres que estaban allí llevaban meses, incluso años sin ver o sentir a una mujer, y que una de estas caminarán por el pasillo de la muerte los hacía delirar, un regalo de los dioses a los pobres desgraciados que esperaban el dulce abrazo de la muerte. Tras unos cuantos minutos de caminata el guardia se detuvo frente a una celda, y con una sonrisa algo soberbia apretó el botón de la reja, y tras otro sonido metálico está se abrió.
-Será mejor que se apure oficial, hoy no está en sus días buenos -este dijo hacía ella, poniendo una mano en su arma- Veinte minutos. Ni más, ni menos.
-Veinte minutos serán suficientes -respondió, y tras ignorar la mirada lujuriosa del guardia entro a la celda.
En el centro de la habitación, la cual estaba remodelada de una manera especial tenía una mesa de centro, dos sillas metálicas y una mujer, de igualmente cabello negro pero de un tono más oscuro estaba sentada en una de estas, con una de sus piernas amarrada a una de las patas de la silla y con ambas manos esposadas a la mesa.
En cuanto la pelinegra se sentó la otra levanto la vista, su mirada vacía denotó una mueca algo extraña al ver quién estaba frente a ella.
-Buen día T/n, ¿Cómo has estado? -preguntó, luego dejó un expediente en la mesa- Me han dicho que hoy no estás de buen humor, ¿Qué sucedió está vez?
La azabache sonrió, sus ojos rojos como la sangre le hacían ver un mundo distinto en ellos. Un mundo desconocido para ella.
-Bastante bien, muy bien doctora Park -esta respondió, las cadenas de sus manos resonaron en la mesa, Jihyo asintió- Hoy no estoy de humor por qué Soyeon se ha portado muy mal...
Jihyo sonrió, y tras abrir el expediente fue hasta la parte en dónde se mostraban los datos más importantes de la mujer encadenada.
El apartado decía que Jeon T/n, de 33 años de edad, había sufrido un accidente automovilístico que culminó en evento traumático hacía un par de años atrás. En el accidente de auto, habían muerto tres personas; el conductor contrario y causante del accidente, un transeúnte tercero que sufrió las consecuencias del accidente y Jeon Soyeon, de nueve años de edad. Hija de Jeon T/n y que murió instantáneamente debido a que el área de impacto había sido en la parte trasera del auto, lugar donde la menor estaba sentada.
Jeon T/n había caído en un estado de profunda locura, y desde entonces había estado recluida en aquella prisión para enfermos mentales. Y si, es una prisión que también funciona como un manicomio, hecha y habitada exclusivamente para aquellos criminales que no podían estar en un lugar normal.
-¿Entonces Soyeon se portó mal? -Jihyo preguntó tras seguirle la corriente, la contraria asintió- ¿Qué fue lo qué hizo entonces? Soyeon es una niña muy buena, inteligente y bastante estudiosa.
La azabache negó en repetidas ocasiones. -Ella últimamente me ha dicho cosas muy raras, y algo hirientes... -dijo, Jihyo frunció una ceja y anotó eso- Me hizo sentir mal...
-¿Y que te dijo? Tuvo que haber sido algo muy grave.
T/n asintió.
-Ella me dijo que tenía que irse... ¡Irse! -dijo en un tono bastante fuerte, sus puños golpearon con fuerza la mesa, el guardia intentó intervenir pero Jihyo lo detuvo, aquella reacción era nueva, y por ende, muy importante para el proceso, T/n continuó- ¡Yo no quiero que ella se vaya! ¡Quiero que se quede conmigo!
La pelicorto hizo un mohín, viendo como la azabache negaba y sollozaba en silencio.
-E-ella... Ella solo es una niña... -sollozo más, Jihyo le extendió un pañuelo, el cual nunca fue tomado- El mundo exterior es peligroso, yo debo cuidarla para siempre, que se quede conmigo...
-¿Y ella te ha dicho a dónde tiene que irse? -Jihyo guardo el pañuelo nuevamente, su vista se enfocó en aquellos ojos carmesí- ¿Es un lugar bueno?
Jihyo se rascó la nuca un tanto inquieta. T/n asintió.
-Al cielo -respondió la azabache- Me ha dicho que un hombre la está esperando para irse. Y yo no quiero que ella se vaya.
Nuevamente aquella plática iba hacía el mismo lugar.
Desde las primeras sesiones que Jihyo había tenido con T/n hablaban de lo mismo. La azabache tenía constantes alucinaciones con su hija, sobre los sucesos que habían pasado en aquel fatídico día y el enorme sentimiento de venganza que T/n tenía hacía el hombre que había "lastimado" a su hija.
Las autoridades de la prisión habían dado por perdido el caso de la azabache desde hace mucho tiempo. Ya habían pasado más de ocho terapeutas por aquella habitación, y cada uno había dado el mismo veredicto; T/n se había perdido en su propio mundo. Y nadie, jamás, podría sacarla de ahí. Jihyo era la última esperanza. La pelicorto, además de ser una oficial de policía excelente también era la mejor psiquiatría del país.
Si ella no podría devolver a la azabache a la normalidad, nadie más lo haría.
-¿Y aún tienes pensado en buscar a aquel hombre y hacerlo pagar por sus crímenes? -Jihyo preguntó, la otra asintió- ¿Por qué? Ya han pasado más de cinco años, el ya pagó por sus crímenes, ya pagó su multa con la sociedad.
T/n negó.
-Aún no me ha pagado a mi y a mi niña -esta explicó, con rabia en su voz- Tiene que pagar, tiene que sufrir lo mismo que Soyeon sufrió.
La pelicorto hizo un ademán de asentimiento. Ella realmente no quería dar el mismo veredicto que sus anteriores colegas habían dictaminado, aún conservaba fe, pero ya había pasado poco más de un año desde que habían iniciado con las sesiones, y la azabache antes de mejorar empeoraba.
¿Qué más podía hacer?
Nada más.
La azabache había comenzado a hablarle a la nada, muy seguramente en medio de su esquizofrenia ella imagina ahí a su pequeña hija, hablándole y diciéndole cosas.
En pocos minutos el mismo guardia de seguridad entro a la habitación. Los veinte minutos de la sesión ya habían terminado, ya debían de llevarse a la azabache a su celda.
Jihyo se despidió de su paciente y salió de la habitación, la azabache dejó de hablar con la nada y se despidió de la doctora, esa sería la última vez que se verían.
Pronto mediante avanzaba la habitación quedaba más atrás en el largo pasillo.
Todo había terminado.
T/n miró con preocupación como Jihyo comenzó a reírse sola, la pelicorto guardaba unos papeles llenos de garabatos en una bolsa de basura, y tal cual como en una película de terror la pelicorto se quedó mirando a la nada.
-¿Nada?
T/n se giró hacia su hermana, negando en repetidas veces.
-Ella aún sigue creyendo que es una oficial de policía, había mejorado, pero tuvo otra recaida -esta explicó, Heejin sonrió y puso su mano en el hombro de su hermana- Me duele mucho verla así, seguirle la corriente a sus locuras... -luego desvío su mirada- Ya no queda nada en ella, la mujer de la cual me enamoré desapareció por completo.
Luego, Heejin salió de la sala de observación. Al quedarse sola T/n sacó una fotografía de su cartera. En ella, había una foto de ella, de Jihyo y de la pequeña Soyeon.
Su hija había muerto en un accidente de tránsito provocado por un conductor ebrio. Jihyo, quién iba conduciendo el auto había comenzado a sentir remordimiento por la muerte de su hija, ella sentía que era su culpa el que Soyeon hubiera muerto. Gracias a eso la coreana menor había creado un mundo de fantasía, uno en dónde su hija había sido asesinada, dónde ella era una agente de policía y su esposa la que había caído en la locura.
Una fantasía macabra.
Un mundo siniestro.
Historia original del Fanfic basada en la película "La Isla Siniestra".
100% recomendable.
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