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~Veintiséis'🍷

Pasaron varios días en los que Katie no supo nada de Valeria, desde que su celo terminó ella intentó comunicarse con la la omega, pero no respondió a ninguno de sus mensajes o llamadas y tampoco asistió al colegio por una semana.

- ¿Hoy tampoco fue? - cuestionó Louis mirando como su hija mayor se dejaba caer desanimada en el sofá de la sala.

- No. - suspiró decaída.

Louis torció los labios, sintiendo como el lugar se llenaba del aroma a alfa deprimido.

- Basta. - dijo el castaño poniéndose de pie. - No voy a verte así por más tiempo. Levántate, hija. - ordenó.

- ¿A dónde vamos? - preguntó la alfa confundida, mirando como su padre tomaba las llaves del auto.

- Te llevaré a casa de Valeria. - respondió el omega. - Y no aceptó una negativa, tu alfa se va a morir de la tristeza si sigues así. - agregó saliendo de la casa con su hija detrás de él.

- No creo que sea buena idea. - negó Katie insegura y nerviosa en el auto.

- Amor, sé que esto es nuevo para ti y es normal que estés nerviosa, pero a veces debes dejarte guiar por tu alfa. - comentó Louis, manejando hacia la casa de la omega.

- ¿Y si lo arruino? - preguntó la chica temerosa. 

- No lo harás cariño. - aseguró el castaño. - ¿Tú crees que estaría con tu padre si él no hubiera escuchado a su alfa? - bromeó, riendo.

Katie sonrió tímida y asintió un poco más segura de ella, mirando por la ventana del autobús dejando que su corazón se normalizará por la emoción de ver a Valeria de nuevo.

Por su parte Louis estaba feliz por ayudar a su hija, pero no estaba a gusto con ver de nuevo aquella señora irrespetuosa que lo miro con morbosidad e hizo sentir muy celoso a su alfa, pero no hay nada que no hará por sus hijos y si tenía que ver y convivir con esa señora con tal de que Katie fuera feliz, lo haría sin dudarlo.

- Mami... - dijo tímida su hija, una vez que llegaron a la casa del omega, sintiendo sus manos sudar por los nervios. 

- Estarás bien, amor. No tienes que declararle tu amor hoy, solo vienes a verla porque la extrañas y querías saber como esta. - animó Louis antes de tocar el timbre de la casa.

Katie nunca se había sentido así de ansiosa en esos momentos, su corazón casi iba a salirse de su pecho y su aroma la estaba delatando, lo sabía.

La madre de Valeria abrió la puerta en cuestión de segundos, con una sonrisa coqueta pintándose en los labios en cuanto vio al castaño y Louis se contuvo de no rodar los ojos por ello.

- Esto si que es una buena sorpresa. - dijo sin ni siquiera mirar a la niña.

Louis carraspeó incómodo, sintiendo como su hija se pegaba a él, abrazando con fuerza su brazo.

- Señora, ¿Se encuentra Valeria? - preguntó lo más neutral posible.

- Si, está en su habitación. - respondió sin interés en el tema.

- ¿Mi hija podría entrar a verla? - pidió amablemente, obligándose incluso a sonreirle a la mujer.

- Por supuesto. - sonrió de nuevo. - Entra, chico. - dijo mirando a la chica por primera vez, abriendo más la puerta para dejarla entrar.

- Ve, amor. - susurró Louis haciendo que su hija soltará su brazo y entrará en la casa.

- Usted igual puede entrar. - habló la mujer una vez que Katie desapareció de la vista de ambos.

- No, gracias. - negó el omega.

- Por favor, no puedo dejar un omega tan bello afuera de mi casa. - insistió dejando la puerta abierta y dándose la vuelta para entrar en su hogar.

Louis rodó los ojos y suspiro resignado, entrando en el hogar de la mujer, ¿Cómo alguien tan desagradable tenía una hija tan dulce como Valeria?, se preguntaba el castaño en el fondo de su mente.

- Siéntanse como en su casa. - habló la mujer regresando con dos copas y un vino, Louis estaba mucho más confundido e incómodo que antes. 

- Puedo esperar a mi hija en el auto, debo llamar a mi alfa. - respondió el castaño marcando lo más posible la parte de "mi alfa" de su oración.

- Su alfa. - murmuró la alfa abriendo el vino y llenando las dos copas, sentándose en el sofá. - ¿Tienen mucho tiempo juntos? - cuestionó mirándolo con interés, invitándole una copa de vino sin decirle nada más.

- Bastante. - se limitó a responder, tomando la copa pero no bebiendo de ella. 

- ¿Cuánto es bastante? - preguntó con un tono de burla, bebiendo su vino y mojando sus labios mientras miraba de pies a cabeza el cuerpo del castaño.

- Desde que me presenté como omega. - dijo Louis firme, mirándola a los ojos.

- Vaya. - expresó riendo. - No me diga que es el único alfa que ha tenido en su vida. - comentó con burla.

- Es el único que necesito. - respondió el omega.

- ¿Cómo puede saber eso, si nunca ha estado con alguien más? - preguntó la alfa poniéndose de pie.

Louis rió sin humor, notando el deseo en los ojos de la mujer y con el fuerte aroma a leña con café intensificado en el ambiente.

- Mi alfa hace un muy buen trabajo. - dijo con orgullo.

- Yo podría hacer uno mejor. - susurró con la voz gruesa, colocando una mano en la espalda del omega.

- Lo dudó. - respondió Louis alejándose del toque de la mujer, con un ligero y suave empujón. - El alfa que presume de habilidades, normalmente no tiene esas habilidades. - comentó con burla. - Además, si es tan buena, ¿Cómo es tan buena y no pudo mantener un omega a su lado por tantos años? - cuestionó con una sonrisa falsa en sus labios.

- Un paquete tan grande no puede ser para una sola persona. - respondió la mujer sonriendo de lado y dándole un trago más a su copa.

Louis rió de nuevo y negó lentamente, dejando la copa llena en la mesa del centro. 

- ¿Sabe lo que yo pienso? - cuestionó el castaño, analizando a la alfa.

- ¿Qué? - respondió la mujer con curiosidad.

- Usted no sabe realmente lo que es ser un alfa. - respondió tajante. - Piensa que con hacer el trabajo en la cama, ya se merece ese título o que con cualquier omega debe ceder a su aroma, pero déjeme decirle lo que es un verdadero alfa. 

- ¿Cómo sabe lo que es ser un verdadero alfa? - preguntó la mujer comenzando a molestarse.

- Porqué he estado con uno los últimos veinte años de mi vida. - respondió Louis con un gran orgullo en su voz y en sus palabras. - Y un alfa es quien se preocupa por el bienestar su omega, sus sentimientos y preocupaciones, procura tener a su familia a salvo y sobre todo trata a su omega y a todos los demás omegas con respeto, y obviamente respeta cuando alguien ya está enlazado. - explicó, mirando con indiferencia a la alfa. - Ahora, prefiero esperar en mi auto, antes de que mi piel se impregne con su aroma molesto y pierda el hermoso aroma de mi alfa. - agregó dedicándole un guiño de despedida, antes de salir de la casa.

Zendaya gruñó y se dejo caer en su sofá, sintiéndose frustrada.

Mientras que Louis entró en su auto, respiró su propio aroma tratando detectar si el aroma de la mujer se había impregnado en su ropa, pero por suerte el leve toque de chocolate puro y menta aún estaba presente en él.

Louis realmente se sorprendió cuando en cuestión de segundos recibió una llamada de su alfa.

- Hola, mi amor. - saludó Louis alegre, emocionado por oír la voz de su pareja.

- Hola, cariño. ¿Dónde estás? - dijo Harry calmado.

- Traje a Katie a ver a Valeria. - respondió el omega, mordiendo su labio inferior, esperando que su alfa no se sintiera mal por eso.

- No me agrada su madre. - se limita el alfa a responder, soltando un bajo gruñido.

- Ni a mi. - admite Louis. - ¿Para qué me llamas, amor? - preguntó tratando de cambiar un poco el tema, no queriendo seguir hablando de la alfa.

- Te sentí. - responde su alfa, con un poco de preocupación. - Estabas incómodo y molesto. - agregó aclarando su garganta.

Louis sonrió enternecido, sintiendo la preocupación de su alfa como suya.

- Y te preocupaste por mi y por eso llamaste. - murmuró el omega sin borrar su sonrisa.

- Además, te extraño. - dijo Harry haciendo un puchero con sus labios, que obviamente el omega no pudo ver.

- Amor, estamos todo el tiempo juntos antes del trabajo. - respondió Louis riendo.

- Pero te extrañamos. - reprochó Harry, y el omega sabe exactamente que el plural en la oración de su alfa no se refería precisamente a sus hijos y él, si no a su alfa y él. 

Y Louis no podía amarlo más por eso.

- Lo sé, mi amor. Te prometo que cuando llegue te compensaré. - prometió con gran ilusión.

- Te amo mucho, Louis. - dijo el alfa más tranquilo.

- Te amo mucho, Harry. - respondió con un suspiro.

Cuando la llamada se terminó, pasaron unos minutos para que una Katie sonriente con las mejillas coloradas regresará al auto, desprendiendo felicidad.

- ¿Y qué tal? - preguntó Louis mirando con orgullo a su hija.

- ¡Tengo una cita con Valeria! - gritó de emoción con su corazón acelerado. 

- Una cita. - repitió el omega alegre. - Genial. ¿Cuánto será? - cuestionó interesado.

- Mañana, la invite a la feria a la que vamos con mis primas y mis hermanos. 

- Vaya, mi pequeña tendrá su primera cita, me siento orgulloso. - comentó Louis con alegría. - Sabía que lo harías bien. - murmuró encendiendo el auto para irse. - Ahora, debemos irnos, tu padre no puede estar sin mi. - agregó con una risita.

- Eso lo sabemos todos, mami. - murmuró Katie en respuesta, poniéndose el cinturón de seguridad.





[...]





Para la noche, Louis se encontraba sentado a horcajadas en el regazo de su alfa, acariciando y peinando el cabello largo de su pareja, mientras este lo miraba con gran admiración y tenía sus manos en su cintura y muslos.

- Una cita. - repitió Harry tensándose ligeramente, mirando a su omega sonreír.

- Si, amor. - asintió Louis besando su frente. - Nuestra pequeña alfa va a tener su primera cita. - murmuró sintiéndose nostálgico. 

- Pero... Ella es una cachorra. - suspiró el rizado haciendo un puchero con los labios, sintiendo a su alfa triste por perder a su cachorro mayor.

- Ya no lo es, alfa. - negó Louis con un suspiro nostálgico. - Nos estamos haciendo viejos y pronto seremos nosotros dos solos de nuevo. - comentó con una pequeña sonrisa, abrazándose a su alfa.

Harry escondió su rostro en el cuello de su omega, respirando su aroma dulce de vainilla y canela para relajarse y no sentirse tan triste.

- Omega. - llamó el ojiverde besando el hombro de su pareja. 

Louis ronroneo y se pegó más a su alfa.

- Mi próximo celo es unos meses. - recordó, tragando en seco. - Y creo que es momento de hacer lo que dije. - agregó seguro de su decisión.

- ¿Lo de la operación? - preguntó Louis torciendo los labios.

- Si. - asintió el rizado. - No podemos tener más cachorros, amor. Cuando tenga la edad de Katie seremos casi unos abuelos. - comentó, abrazando al omega para que no se pusiera triste.

- Lo sé, tienes razón. - admitió el castaño, respirando hondo.

- Me hubiera encantado poder darte más cachorros, amor. Pero sé que esto es lo correcto, tú eres lo más importante y no soportaría que algo te pasará. - confesó Harry totalmente sincero.

- Te amo, Hazz. La mayoría de alfas solo piensan en su lado animal reproductivo y tú estás pensando primero en la salud de tu omega, eres increíble.

- Todos debían pensar primero en la salud y decisiones de su omega, antes que en el sexo. 

Louis sonrió en grande y asintió.

- Aunque, yo podría ser igual el que se haga la operación, Harry. - murmuró inseguro.

- No, amor. - negó el alfa inmediatamente. - Has pasado toda tu vida tomando supresores para cuidarnos a ambos y no es justo que tú te sometas a eso también. La salud reproductiva de una pareja, no es solo responsabilidad del omega. Además, no quiero arriesgarte a nada que yo pueda evitar. - argumentó dulcemente, acariciando la espalda del omega y besando su marca.

- No me equivoque al decir que tú si eres un verdadero alfa. - suspiró Louis orgulloso. 

Harry sonrió en grande y giró su rostro para besar a su pareja.

"Tú eres lo más valioso que tengo, mi omega" ronroneó su alfa totalmente enamorado.

"Tú eres lo más correcto que he hecho en mi vida" respondió el omega igual de enamorado. 

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