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~Treinta y siete'🎄

Con el paso de las semanas, la situación entre Louis y su hija, Olivia había mejorado un poco, después de que la chica se disculpara por haberle dicho eso a su padre; pero incluso así, el omega mayor podía sentir que algo andaba mal con su hija, algo que le ocultaba y ese algo la mantenía angustiada la gran mayoría del tiempo.

- ¿Aún sigues con eso? - preguntó Stephen en voz baja, cerrando la puerta puerta de la habitación de la chica.

- Algo así. - murmuró Olivia, colocando algo de música para asegurarse de que alguien de su familia fuera a escuchar su conversación. - Hemos salido un par de veces, ella es muy linda y me la paso muy bien cuando estoy a su lado, pero no creo poder seguir con esto. - dijo sincera, torciendo sus labios en una mueca de incomodidad. - Eso de estar a escondidas y negar lo nuestro, no es algo que me agrada mucho. - agregó.

- ¿Y lo has hablado con ella? - dijo el chico en su lugar.

- Si, me ha dicho que aún no está lista y que estamos bien así y no quiero presionarla. - suspiró la alfa.

- Kenia no me agrada, nunca me ha dado buenas vibras. - confesó el alfa con un suspiro igual. - Pero si tú la quieres, yo te apoyaré en esto. - agregó.

Olivia frunció el ceño, bajando la mirada sintiéndose muy confundida sobre sus sentimientos, al no estar segura de sentir amor por la otra alfa ni de su relación actual.

- Tus padres son encantadores. - comentó el chico con una sonrisa. - Siempre los he visto tan enamorados, mis padres no son así. - agregó acostándose en la cama de su amiga.

- Si, ellos siempre se han amado mucho. - suspiró Olivia. - Mi papá Louis dice que mi papá Harry es la única persona de la que ha estado enamorado en toda su vida. Y yo crecí pensando que así era el amor, que así debían ser todas las historias, ya sabes... enamorarse a primera vista y que esa persona sea tu única pareja de toda la vida. - explicó algo nostálgica.

- ¿Les has preguntado a tus padres su historia? - preguntó Stephen. - No todo tiene que ser miel sobre hojuelas, para que una relación pueda funcionar, no tienes porque vivir la misma historia que tus padres, sea para bien o mal. - comentó.

- Si, la historia no debe ser la misma, pero sí debe ser el mismo sentimiento, que cuando mires a los ojos esa persona sepas que es tu complemento, es lo que veo en mis padres. - explicó la chica.

- ¿Y tú sientes eso con Kenia? - preguntó el alfa, mirando a su amiga.

Olivia pasó saliva, sin saber que responder a eso, para ser sincera.

- Ella me gusta mucho. - fue lo único que pudo decir.

- Esa no fue la pregunta. - murmuró Stephen.

Antes de que la alfa pudiera decir algo al respecto, su hermana mayor, tocó la puerta de su habitación, antes de asomarse por la puerta.

- La comida está lista, Liv. Estás invitado a quedarte a comer Stephen. - dijo Katie con una sonrisa.

- Gracias. - respondió el chico antes de que la chica se fuera.

- Vamos. - dijo Olivia de inmediato, levantándose de la cama, evitando que su amigo volviera hacerle esa pregunta en la que no quería pensar mucho.

Aunque en el fondo sabe, que el no querer pensar o darle una respuesta directa, era de alguna manera una verdadera respuesta a sus sentimientos.

- ¡Mañana es el cumpleaños de Mami! - exclamó Katie emocionada.

Louis sonrió ligeramente y asintió.

- ¿Y estás emocionado? - preguntó James con curiosidad.

- Claro. - respondió el mayor, sonriéndole a sus hijos, encontrando tierno que sus hijos cada año estuvieran emocionados por su cumpleaños.

- ¿También estás emocionado, papá? - preguntó Edward, dirigiéndose a su padre alfa.

- Es el día de celebrar a mi omega, por supuesto que estoy emocionado. - respondió el rizado, con sinceridad.

- Pero no es justo, papá siempre le da los mejores regalos a mamá. - dijo el omega menor.

- Ya coman, niños. - dijo Louis tratando de no sonrojarse por el comentario de su hijo.

Harry sonrió al ver el leve rubor en las mejillas de su pareja.







[...]







Para el día siguiente, Louis no se sorprendió al sentir los labios de su alfa dejando cortos besos por su rostro y cuello, abrazándolo con fuerza por la cintura, manteniéndolo pegado a su cuerpo.

- Harry. - murmuró con una gran sonrisa en su rostro, sintiéndose aún adormilado.

"Despierta, mi hermoso omega." dijo su alfa con emoción.

- Mhm... - respondió el rizado en su lugar, sin dejar de besarlo. - Feliz Cumpleaños, amor. - dijo en voz baja, en tono ronco, metiendo su mano debajo de la camiseta del omega.

- ¿Qué haces? - preguntó el omega con una pequeña risa. - Es mi cumpleaños, no el tuyo. - agregó sintiendo como el aroma de su alfa comenzaba a intensificarse.

- Ya sé que es tu cumpleaños, mi amor. - respondió Harry, acariciando la piel desnuda de su omega. - Por eso quiero darte mi nudo como regalo. - dijo con una sonrisa.

Louis rió, negando con la cabeza.

- Oh, vamos. - rogó el alfa. - Los niños salieron con tu hermano al centro comercial a comprar los regalos. - dijo sin dejar de besar la piel del castaño.

- Mhm... puede ser. - murmuró el omega, mordiendo su labio inferior para evitar sonreír y caer por las caricias y besos del rizado.

Las manos del alfa bajaron al borde del pantalón de chándal, que usaba para dormir, llevando sus caricias a los muslos, apretando su piel.

- Está bien. - jadeo el omega accediendo.

La enorme sonrisa que se pintó en los labios de su alfa, hace que todo valga la pena, enredando sus dedos en los rizos de su pareja para besarlo.

- Te amo mucho. - murmuró Harry, antes de elevarse sobre el cuerpo de su omega, para quitarse la camiseta y regresar sus labios a la piel descubierta de su cuello, respirando con deseo el aroma de su omega con fuerza.

- Si, yo también te amo mucho. - suspiró Louis. - Hazlo, por favor. - pidió dejándose llevar por sus deseos y caricias de su alfa.

Mientras tanto los hijos de la pareja, estaban dando vueltas por el centro junto con su tío Niall, buscando regalos para sus padres.

Y en un momento, Olivia se encuentra con Kenia en una de las tiendas, mientras sostenía uno de los posibles regalos que le podía dar a su padre omega.

La alfa pensó en ignorar a la otra chica, pero antes de que pudiera darse la media vuelta para irse de ahí, Kenia la llamó.

Olivia tragó en seco, sintiendo como su corazón se aceleraba al ver a la alfa acercarse a ella.

- Hola, Kenia. - murmuró no muy entusiasmada de ver a la chica.

- ¡Feliz Navidad! - dijo la otra alfa, con una pequeña sonrisa, sintiendo la incomodidad y tensión entre ellas.

- Feliz Navidad a ti también. - respondió Olivia, sonriendo un poco.

- No me has hablado en estos días. - comentó Kenia con un suspiro nostálgico.

- Pensé que necesitabas tiempo. - murmuró la otra chica, desviando su mirada, para asegurarse que ni su hermana o hermanos estuvieran cerca.

- Yo quería verte. - confesó la alfa, sonriendo aún más, tratando de romper la tensión, dando un paso más cerca de la otra chica.

- Creí que... no te gustaba que nos vieran juntas en público. - dijo Olivia, retrocediendo.

- ¿Y qué piensas?, ¿Qué al ignorarme unos días, eso va a cambiar? Ya lo habíamos hablado. - respondió Kenia un poco a la defensiva.

- Si. - asintió la alfa con una presión en su pecho. - Lo hablamos, pero la verdad es que... ya no quiero seguir así. - confesó sin mirarla aún.

- ¿Qué? - preguntó la chica, confundida.

- No quiero seguir escondiéndome, como si estuviera haciendo algo mal, cuando no es así. El amar a alguien o que te guste, no debería ser algo prohibido ni hacerte sentir tan mal todo el tiempo. Así que... por mi bien, ya no quiero seguir con esto de vernos y tener algo a escondidas, pero casi unas extrañas enfrente a todos. Esto se terminó. - dijo Olivia con dolor, pero sabiendo que era lo mejor para ella.

- Liv. - habló Kenia tomando a la otra alfa del brazo, cuando esta iba a darse la media vuelta para irse. - No me hagas esto. - pidió. - Lo de escondernos no es por hacerte sentir mal o porque no me gustes mucho, si no porque...

- No estas listas. - interrumpió la alfa de ojos verdes. - Lo sé y lo entiendo, es por eso que quiero que esto termine ahora, porque yo no puedo seguir así y tampoco quiero que te sientas presionada a decírselo a tu familia. Así que, por favor. Entiéndeme y dejemos esto antes de hacernos daño. - explicó manteniéndose lo más fuerte posible ante la situación.

- Te quiero. - susurró Kenia, sonando casi como una súplica silenciosa.

- Yo también. - respondió Olivia. - Adiós, Kenia. - agregó saltándose suavemente del agarre de la chica para irse de ahí.

Aunque se sentía como una puñalada a su corazón, Olivia no se permitió llorar, con la esperanza de que esto fuera lo que era necesario para avanzar y ser feliz, pero sobre todo, para por fin tener el valor de decírselo a sus padres y dejar de sentirse asustada la mayoría del tiempo con que ellos fueran a descubrirlo en algún momento.

Durante la noche, la pequeña familia estaba celebrando el cumpleaños del omega mayor, con un pastel hecho por su alfa, mientras ellos usaban suéteres con un canciones de la época de fondo y las decoraciones navideñas iluminando la casa junto con su árbol de Navidad, que había sido decorado por todos.

Louis se sentía sumamente amado y cálido por su familia, con sus pequeños emocionados por recibir sus regalos y por darle los suyos a sus padres.

- Han pasado muchas cosas en un solo año. - murmuró el castaño acurrucándose contra el cuerpo de su alfa. - Hace un año, teníamos tres cachorros y ahora, tenemos tres alfas y un omega. - agregó con una sonrisa nostálgica.

- Si, ha sido un año muy agitado para nosotros. - respondió Harry con su nariz en el cabello castaño del omega.

- ¿Ya podemos darle su regalo de cumpleaños a mamá? - preguntó Katie emocionada.

- Claro. - asintió el rizado con una gran sonrisa, separándose un poco de su omega para dejarlo moverse para tomar los regalos de sus hijos.

- Nosotros primero. - hablaron los niños al mismo tiempo con su regalo en sus manos.

- ¡No!, yo soy la mayor, así que voy primero. - argumentó la alfa mayor.

- No tú lo haces primero todos los años, nos toca. - reclamaron los chicos, con un puchero en sus labios.

- Bien. Tienen razón. - suspiró Harry no queriendo que sus hijos comenzarán a pelear. - Katie, deja que los chicos lo hagan primero. - dijo con calma, recibiendo un asentimiento de parte de su hija.

- De acuerdo, veamos qué tenemos aquí. - dijo Louis tomando el regalo de los niños, recibiendo primero un abrazo y beso en cada mejilla de parte de ellos, notando como su alfa comenzaba a grabarlo con mucha ilusión.

El omega de Louis se removió conmovido al abrir el regalo, con una enorme sonrisa en su rostro, mirando una de sus fotos familiares con un bello marco con detalles brillantes de color azul y verde.

- El mejor regalo de los mejores hijos. - comentaron los chicos con orgullo.

- Por supuesto. Lo ame, hijos. Muchas gracias. - respondió Louis con un suspiro. - Mira, amor. Podemos ponerla en nuestra habitación. - dijo, dirigiéndose a su alfa, grabando el rostro del omega lleno de emoción, para después enfocar la cámara en la foto.

- Olivia, ¿Quieres dar tu regalo primero? - preguntó el alfa, grabando a su hija, notando a la chica nerviosa.

La alfa más joven negó con la cabeza, mordiendo su labio inferior.

- ¡Genial, voy yo! - dijo Katie emocionada dándole el regalo a su padre, junto con un beso en la frente.

Louis podía jurar que sentía sus mejillas doler por tanto sonreír en todo lo que llevaba del día.

- Muchas gracias, cariño. - suspiró el castaño, tomando el pequeño collar plateado que le había regalado su hija, que tenía las iniciales de cada uno de la familia. - Me encanta. - dijo sincero, abrazando a la joven.

- Tu turno, Olivia. - habló el rizado.

- Claro. - asintió la alfa menor, tomando su propio regalo, con su corazón martillando con fuerza en su pecho, al momento de darle el regalo a su padre. - Es algo sencillo, pero espero que te guste mucho, mami. - dijo sincera.

Louis sonrió y asintió, sabiendo que cualquier cosa que le dieran sus hijos, él iba a amarlo sin dudarlo.

El omega mayor, se encontró con una caja de chocolates al abrir su regalo, pero lo que llamó su atención fue la carta que había en el fondo.

- Gracias, Liv. Me gustan mucho. - dijo el castaño, encontrándose con los ojos de hija, viendo el pánico en ellos, entiendo que no quería que abriera la carta en ese instante.

- Chocolate con menta, tus favoritos. - comentó Olivia algo más tranquila.

- Si, es mi sabor favorito. - murmuró Louis mirando directamente a su alfa, quien sonrió detrás de la cámara.

- ¡Es turno de papá! - exclamaron Edward y James, quitándole la cámara de las manos a su padre alfa.

- Yo ya le di su regalo de cumpleaños a su padre, esta mañana cuando no estaban. - comentó Harry con algo de burla.

- ¡Harry! - regañó, el castaño sonrojándose, dándole un fuerte golpe en las costillas al alfa.

- OK, perdón. - se disculpó el alfa riéndose, levantándose para tomar su regalo.

- Papá parece más emocionado todos los años, por el cumpleaños de mami que él. - comentó Katie.

- Claro que estoy emocionado, es un año más que estoy al lado de mi omega. - respondió Harry, regresando al lado de su omega en el sofá. - ¡Feliz Cumpleaños, mi amor! - exclamó dándole un beso en los labios a su pareja.

Louis tomó con mucha emoción la pequeña caja que le dio su alfa.

- ¡Oh, Harry! - exclamó el castaño al ver el anillo de oro que había comprado su pareja para él. - No creí que fueras a comprar un anillo de verdad. - comentó, colocándose el anillo sin dudarlo.

- Bueno, tú dijiste que querías uno. Y sabes que no podemos negarte nada, mi amor. - dijo el rizado dándole un beso en la frente, mirando la ilusión en los ojos de su omega, que no dejaban de mirar con atención el anillo en su dedo anular.

- Si, ahora solo te falta la boda. - comentó el omega con alegría, estirándose para besar en los labios a su alfa.

Harry sonrió completamente enamorado, deseando poder hacer posible ese sueño de su omega en un futuro no muy lejano.

- Hora de cenar, niños. - habló Louis levantándose del sofá, adorando tener la hermosa familia que había logrado formar en estos años de unión.

A diferencia de muchas familias, ellos no era hacer grandes fiestas en Navidad, con que ellos estuvieran juntos con una cena sencillas, pasando el tiempo en familia tranquilos, era más que suficiente, así que no se quedaban despiertos hasta muy tarde, ya que a primera hora los más joven de la casa bajaban emocionados al árbol para abrir los obsequios que sus padres habían comprado para ellos.

Una vez que la pareja estuvo en su habitación, Louis no podía dejar de mirar el anillo ni de pensar en la carta que había puesto su hija en el fondo de su regalo.

- ¿Todo bien, amor? - preguntó Harry acostándose en la cama.

- Si. - suspiró el castaño levantándose, para tomar el regalo de su hija y tomar por fin la carta para poder leerla, mientras que su alfa estaba revisando algo en su celular.

"Mamá, ¡Feliz Cumpleaños!
Quisiera disculparme de una mejor manera, por lo que te dije el otro día.
Te amo mucho, nunca podría sentir otra cosa por ti que no esa amor, respeto y admiración.

De ti he aprendido muchas cosas, como el valor de la valentía y me encantaría poder ser igual de valiente que tú, quizás algún día lo sea, pero por ahora no lo soy, es por eso que en lugar de decirte todo esto en persona te lo escribo en esta carta.

Tengo algo muy importante que confesarte, yo... tengo sentimientos hacia una alfa, pero también sé que puedo sentir lo mismo por un omega, pero no estoy segura, estoy muy asustada y espero que tú puedas entenderme y ayudarme con esta confusión por la que estoy pasando.

Te amo mucho mami. - Liv."

- ¿Sucede algo? - preguntó Harry una vez que su omega se acostó a su lado.

- Tenemos una hija muy, muy valiente. Hablaré con ella mañana. - suspiró Louis con una media sonrisa.

- ¿Olivia? - cuestionó el alfa, estando seguro que se trataba de ella, ya que él podía sentir que algo le pasaba a su hija menor.

Louis asintió con tranquilidad.

- Eres un buen padre, mi amor. - comentó el rizado acariciando el rostro de su omega.

- ¿Si?, creí que era un cachorro torpe. - dijo el castaño, riendo, recordando cuando el alfa lo llamaba así para molestarlo.

- Mhm... si. - suspiró el alfa. - Aún lo eres. - dijo, girando con cuidado al omega para verse a los ojos. - Sigues igual de hermoso desde entonces. - comentó con cariño, sabiendo que oír eso era lo que siempre hacia sentir mejor a su omega, cuando era su cumpleaños.

Louis sonrió con las mejillas rojas.

"Y cada año te amamos mucho más, mi omega." dijo su alfa enamorado, haciendo que el omega del castaño se emocionara demasiado por las palabras de su omega.

- Agradezco mucho el estar envejeciendo a tu lado. - comentó Louis llevando su mano al cabello de su alfa.

- Hey, no estás envejeciendo. - negó el rizado. - Sigues siendo el mismo jovencito del que me enamoré. Ve, que cada año solo es un tiempo más que hemos estado juntos y amándonos, y no que estamos envejeciendo. - dijo con una sonrisa nostálgica en sus labios, marcando los hoyuelos en sus mejillas.

- Tus canas no dicen lo mismo, amor. - bromeó el castaño, riendo ligeramente para no llorar.

- Ssh... no digas eso. - pidió el rizado riendo de la misma manera. - Yo sigo siendo el mismo estúpido que esta enamorado de ti desde el momento en que te vio. - agregó lleno de amor por su omega.

- Si, pero ya no eres un estúpido, mi amor. - suspiró Louis.

- Lo soy, pero de mejor manera. Estoy estupidamente enamorado de ti. - dijo antes de unir sus labios en un caluroso beso, que llenó sus corazones de amor.

Ellos definitivamente seguían amándose con la misma fuerza cada año, desde que eran jóvenes, con un amor que duraría muchos años más y seguiría en sus próximas vidas.

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