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~Treinta y seis'🍩

Durante toda la semana Katie estuvo insistiendole a su padre alfa que la llevará al centro comercial el fin semana, a lo que Harry no pudo negarse mucho, así que, el Sábado se fueron los dos solos.

- ¿Para qué querías venir, hija? - cuestionó el rizado, estacionando el auto.

- Quiero comprar unas cosas. - murmuró Katie sacando un post it, donde tenía escrita una lista.

- ¿Qué cosas? - preguntó el mayor.

- Quiero comprar unas donas, quiero ir a la tienda de cosas aromáticas, para comprar una vela, compraré una rosa y necesito una caja para guardar todo. - dijo con emoción.

Harry asintió escuchando la lista de su hija, pensando que estaba bien, así que cayó en cuenta que parecía estar preparando un cortejo.

- Katie. - habló tosiendo ligeramente, manteniendo la calma. - ¿Para quién es eso? - cuestionó tranquilo.

- Para Valeria, obvio. - respondió la alfa rodando los ojos.

- Suenan como... un cortejo. - dijo el rizado algo angustiado.

- Es porque lo es. - dijo Katie con una sonrisa.

- Dios. - suspiró Harry echando la cabeza hacia atrás, sintiendo como su alfa sobreprotector estaba rasgando en su pecho. - Katie. - susurró tratando de pensar con claridad.

- Tú cortejaste a mamá cuando tenía mi edad. - aclaró la menor en su defensa.

Harry soltó una risa y asintió, sin poder negar eso.

- Además, tú también le diste un postre a mamá para su cortejo. Y yo le daré su postre favorito a Valeria, lo haré bien, papá. - argumentó Katie con mucha seguridad.

- Así que quieres copiarme. - bromeó el rizado, riendo.

- No, no. - negó la alfa riendo igual. - Solo quiero ser una buena alfa, como tú. - aclaró.

- De acuerdo, amor. - suspiró el mayor, rindiéndose al hecho de que su hija ya había crecido y debía dejarla hacer su vida. - Si quieres hacer el cortejo, está bien, yo te apoyaré. - agregó por fin.

- ¡Gracias, papá! - exclamó Katie abrazándolo por unos segundos, estando muy emocionada de tener la aprobación de su padre. - Ahora, vamos o se hará tarde. - dijo entusiasmada, apurándose a salir del auto.

Harry sonrió en grande, antes de salir del auto para ir detrás de su hija que estaba desbordando emoción.

Katie no tardó mucho en llegar al lugar favorito de la omega, mirando en el aparador con todos los sabores posibles de donas.

- Dos de coco. - pidió la alfa.

- Amor, para un cortejo una es suficiente. - opinó el rizado.

- Pero conozco Valeria, ella no me perdonaría que solo le comprara una. - respondió la chica.

Harry asintió, sin poder decirle nada más a su hija, sabiendo que debía dejar que ella lo hiciera sola.

Por casualidad, sus ojos verdes se centraron en la sección de cupcakes con glaseado amarillo, se parecía tanto al que él le había hecho a su omega, que lo hizo sentir nostálgico.

No podía creer que hayan pasado muchos años desde ese día y ahora él tenga a la mejor familia que podía imaginar con el chico de sus sueños.

"Llevaselo a nuestro, omega" ordenó su alfa.

Harry sonrió y lo hizo sin dudarlo.

- ¿Es para mami? - preguntó Katie notando el brillo en los ojos de su padre, al comprar el cupcake.

- Por supuesto, pero no se lo digas. - respondió el mayor, guiñandole un ojo a su hija.

- Lo prometo. - respondió Katie riendo.

Y mientras Harry estaba con su hija, Louis había sido despertado por una llamada de su hermano.

- ¿Cómo va la familia? - preguntó Niall, escuchándose a través del teléfono como estaba comiendo algo.

- Harry salió con Katie, los chicos están en su habitación, a Edward le está costando un poco adaptarse a ser alfa y Olivia sigue sin hablarme. - respondió Louis, haciendo una mueca con sus labios por lo último.

- Es una adolescente que se esté enojada es natural, ya se le pasará. - aseguró su hermano.

- No es eso. - negó Louis, arreglándose para comenzar su día. - Algo le pasa, lo puedo sentir, pero no quiere decirme nada. - comentó con un suspiro.

- Bueno, si ella no quiere decírtelo debe ser por algo. - dijo Niall tratando de animarlo. - Quizás no es algo grave. - agregó.

Louis bufó, no creyendo mucho en las palabras de su hermano mayor, pero no queriendo sobre pensar demasiado las cosas ahora.

Después de unos minutos hablando, al castaño no le gustó trabajar darse cuenta que algo estaba mortificando igual a su hermano, pues Niall siempre trataba de hablar de sus hijos cuando trataba buscar la manera de pedir ayuda o un consejo, ellos habían pasado casi toda la mañana hablando de las gemelas, los trillizos y Katie.

- ¿Cuál es el problema? - preguntó por fin Louis.

- Shawn. - suspiró el omega mayor.

- ¿Qué pasa con él? - cuestionó Louis.

- Él no quiere tocarme a menos que sea nuestro celo o cerca de ello. - confesó Niall. - ¿Qué haces para que Harry quiera tocarte? - preguntó curioso.

- Bueno... - suspiró el castaño pensando en que responder a eso, y cuando estaba apunto de decirlo, Harry entró a la casa con una pequeña caja. - Justamente acaba de llegar. - dijo Louis con una risa. - ¿Dónde está Katie?, ¿La perdiste? - le preguntó a su alfa.

- No la perdí, ¿Quién me crees? - respondió el rizado algo indignado por la idea de su omega. - La deje en casa de Valeria. - aclaró de inmediato. - ¿Con quién hablas? - preguntó, abrazando por la cintura al castaño, pegandolo a su cuerpo, comenzó a besar el cuello de su pareja.

- Con mi hermano. - susurró con una sonrisa en su rostro. - Niall, sobre tu pregunta... - volvió a hablar con el omega mayor, sin poder dejar de sonreír por los besos y el toque de su alfa. - Creo que yo tengo ese problema, conmigo es lo contrario. Tengo un alfa muy toquetón. - agregó, dándole manotazos a su pareja, cuando su alfa bajo su mano hacia su muslo.

- Maldito afortunado. - bufó Niall algo frustrado.

- Deberías hablar con Shawn, llevan muchos años juntos, tienen unas gemelas preciosas. El decirle que quieres tener sexo no debe ser un problema. - aconsejó el castaño, mordiendo su labio inferior para ocultar la sonrisa de su rostro por los besos de su alfa.

- Bueno, gracias hermano. Te dejo. No quiero que comiencen a tener sexo conmigo al teléfono. - comentó con burla antes de cortar la llamada. - Demasiado traumas tengo de cuando vivíamos juntos y ustedes empezaron su relación. - agregó.

- ¿Qué sucede con Niall? - murmuró el rizado.

- Mhm... parecen problemas maritales. - comentó el castaño, encogiéndose de hombros. - Ahora dime, ¿Cómo que Katie está en la casa de Valeria? - preguntó curioso.

- Va cortejarla. - suspiró Harry aún sin poder superarlo del todo. - ¿Le contaste sobre cómo te corteje? - cuestionó.

- Si, un día. Pero fue hace mucho tiempo, ¿Por qué? - respondió Louis con una sonrisa.

- Quizás hacer algo similar. - murmuró sin soltar a su omega de sus brazos.

- ¿En serio? - dijo el castaño riendo alegremente.

- Le compró unas donas, una vela y una flor. - respondió el alfa soltando una respiración profunda, rindiéndose a ese sentimiento de sobreprotección que tenía hacia sus cachorros.

- Es muy lindo. - opinó Louis sin dejar de sonreír por la idea de su hija dando ese gran paso.

- Si. Tú lo disfrutas, yo no. - bufo el alfa en forma de broma, haciendo que su omega se reirá.

"Mi alfa protector." suspiró su omega.

- Te traje algo. - habló Harry separando de su pareja, para darle la caja que había traído con él.

- Vaya. - suspiró Louis tomando la caja de las manos de su alfa, para abrirla.

El corazón del castaño se hunde en el pecho de la conmoción al ver el pequeño cupcake de vainilla.

Era casi idéntico al que le dio Harry hace más de veinte años, quizás estaba demasiado sensible, pero no pudo evitar que unas lágrimas se formarán en sus ojos por la emoción, sintiese por los recuerdos, como un adolescente de dieciocho años, al que la persona de la que estuvo enamorado por mucho tiempo se le estaba declarando.

Él aún puede recordar la emoción que sintió ese día, la ilusión de su omega por recibir algo de su alfa.

- Oh, Hazz. - suspiró el castaño conmovido, jurando que sus lágrimas no tardarían en bajar por sus mejillas, lo cual podía pasar en cualquier momento. - No puedo creer esto. - murmuró, sonriendo.

Harry sonrió igual de conmovido, pasando su mano por el cabello lacio de su omega.

"Él nos ama. Lo hemos hecho bien." celebró su alfa alegremente.

"Nuestro alfa nos ama mucho." chilló su omega.

- Sigues estando igual de hermoso, incluso diría que estás más guapo, me vuelves loco. - comentó Harry besando la frente del castaño.

Louis sonrió igual, dándole una mordida a su cupcake, manchando sus labios con el glaseado.

- Me encanta. - dijo el omega saboreando el postre. - Pero el tuyo era mucho mejor. - admitió sonriendo en grande.

- Algún día te haré uno. - prometió el alfa, besándolo para quitar el glaseado del cupcake de sus labios.

El omega sonrió contra los labios de su pareja, enredando sus brazos en su cuello, soltando un pequeño jadeo cuando el alfa lo tomó de sus muslos, para alzarlo y colocarlo encima del mueble de la cocina.

Los labios del alfa se movieron a su cuello, mordiendo suavemente en la marca del chico.

- Tienes suerte de que los trillizos estén en casa. - comentó Harry, apretando sus muslos.

- Idiota. - jadeo el castaño echando su cabeza hacia atrás. - Alguien parece cerca de su celo. - murmuró con burla.

- Si, puede ser eso o que mi omega está cada día más guapo. - se defendió el rizado, alzando su rostro del cuello del chico.

Louis rodó los ojos con las mejillas rojas, dándole un pedazo del cupcake a su alfa para que lo probara.

- Mhm. - jadeo el rizado con sus ojos fijos en los labios de su pareja. - Sabe mejor en tus labios. - comentó, uniéndose en un beso dulce.








[...]









Katie no podía decir que no estaba nerviosa en el momento en que tocó la puerta de la casa del omega, sentía a su alfa preocupado de no tener la respuesta que esperaba.

- ¡Oh, qué agradable sorpresa! - exclamó la madre de Valeria. - ¿Vienes con alguno de tus padres? - preguntó con curiosidad, tratando de mirar detrás de las espaldas de la chica.

- Mi papá Harry. - respondió Katie, señalando al auto de su padre.

- Mhm. - la alfa mayor frunció los labios mirando el auto. - Pasa, Valeria está en su habitación. - murmuró sin muchos ánimos.

- Gracias. - susurró la joven entrando en la casa.

La alfa se dirigió a la habitación de la omega, sintiendo su corazón acelerado en su pecho una vez que llegó a la puerta, tocándola con nerviosismo.

- Déjame sola mamá. - gruñó la chica del otro lado de la puerta.

- Soy Katie. - dijo la alfa con una pequeña sonrisa.

Valeria tardó unos minutos, que Katie sintió casi eternos antes de abrir la puerta de su habitación.

- ¿Katie? - dijo la omega algo confundida y desconcertada. - ¿Qué haces aquí? - preguntó, tratando de arreglar un poco su cabello, para estar más presentable.

- Yo... te traje algo, ¿Puedo pasar? - respondió la chica, esperando lucir más tranquila de lo que estaba en realidad.

- Claro. - asintió Valeria con el corazón acelerado, dejando pasar a la alfa, antes de cerrar la puerta. - ¿Y qué es lo traes ahí? - cuestionó curiosa, mirando la caja que parecía de regalo que tenía la chica. - Mi cumpleaños fue hace semanas. - recordó con una risa nerviosa.

- No es por tu cumpleaños. - negó Katie con una media sonrisa. - Pero si es para ti, Val. - aclaró después.

- ¿De verdad? - preguntó la omega, tomando la caja de las manos de su amiga.

- Si. - asintió la alfa, mordiendo su labio inferior, esperando ansiosa la reacción de la chica.

- Bien. - rió Valeria nerviosa, pero confundida, sentándose en la cama para abrir la caja, sintiendo como la alfa se sentaba a su lado.

Una vez que la omega vio las dos donas de coco, junto con la vela y la flor, su cerebro comenzó hacer un montón de escenarios y posibles significados de eso en su mente.

- Katie... - murmuró la chica tratando de pensar con claridad, rogando que fuera algo de su imaginación lo que estaba pasando.

- Valeria, ¿Me dejarías cortejarte? - habló Katie interrumpiendo a la omega, no creyéndose capaz de soportar mucho sin una respuesta de su parte.

- Oh, por... - suspiró la omega conteniendo las lágrimas en sus ojos.

- ¿Y qué dices, omega? - preguntó la chica, emocionada.

"Ella nos quiere." dijo la omega de la chica, estando casi al borde del colapso por la ilusión.

"Claro que te quiero, omega." respondió su alfa.

Valeria sonrió en grande, logrando retener sus lágrimas en sus ojos.

- Aceptó tu cortejo, alfa. - respondió por fin con una gran sonrisa en su rostro, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho.

Katie sonrió de la misma manera.

- ¿Puedo besarte? - preguntó la alfa.

- Si. - asintió la omega con las mejillas sonrojadas.

La alfa no lo dudó mucho, antes de besarla dulcemente.

Ese era sin duda el mejor día para la omega y para Katie.

- ¿Qué quería esa chica? - preguntó la madre de Valeria, una vez que la alfa se fue de la casa.

- Me pidió que me dejara cortejarme. - respondió Valeria aún estando emocionada por eso.

- Como sea, eso no durará mucho, no deberías hacerte ilusiones. - comentó la mujer sin mirar a su hija.

- ¿Por qué siempre me dices eso? - preguntó la omega molesta. - Siempre que algo es bueno para mí, tienes que arruinarlo. - dijo al borde de las lágrimas por el enojo.

- Solo te digo la verdad, no es problema si eso te molesta. - respondió su madre encogiéndose de hombros.

- Eres la peor. Entiendo porque papá se fue en cuanto tuvo la oportunidad. - escupió llena de frustración. - Yo haré lo mismo cuando llegue el momento, no lo dudes. - agregó antes de correr a su habitación lejos de la mujer.

Cuando la joven entró a su habitación el aroma de la vela de anís que le había comprado Katie la envolvió, haciéndola sentir mejor y logrando que volviera a sonreír, limpiando de inmediato sus lágrimas de rabia de sus ojos.

Ella no dejaría que nada ni nadie arruinará un momento tan especial en su vida y mucho menos su madre.

Katie va cortejarlo y eso la hacía más feliz que nada en el mundo.

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