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~Treinta y cinco'🍫


Solo que no eran solo los dulces, si no que era por fin su celo de presentación.

El fuerte aroma de incienso mezclado con chocolate, se hacía cada vez más fuerte en la habitación, despertando al omega más joven de la casa.

- Ed. - murmuró el chico, levantándose de la cama, mirando como su hermano se retorcía en la cama. - Ed, despierta. - pidió moviéndolo con un poco de fuerza.

James se preocupó por su hermano, así que salió de la habitación para buscar a su padres, y justo cuando abrió la puerta de su habitación se encontró con su padre alfa luciendo igual de preocupado que él.

- Papá, Ed... - habló el omega algo asustado.

- Lo sé, cariño. Ve a dormir con Mami, yo cuidaré de él. - interrumpió el alfa dándole una sonrisa tranquilizadora al menor para que se sintiera más tranquilo.

El omega asintió, saliendo de la habitación.

Harry suspiró, mirando a su hijo quejándose en voz baja, sintiendo una presión en el pecho por eso y porque oficialmente todos sus hijos habían dejado de ser cachorros y eso hacía sentir triste y nostálgico a su alfa.

- Tranquilo, hijo. Voy a cuidar de ti. - murmuró el mayor, sentándose a su lado en la cama.

- Duele mucho. - respondió Edward refugiándose en los brazos de su padre.

- Dejará de doler. - prometió Harry besando la frente de hijo y abrazándolo, deseando en el fondo que este día hubiera llegado mucho tiempo después, porque ahora se sentía mucho más triste de ver a su hijo sufrir por el celo.

Al igual que en los celos anteriores de sus otros hijos e hijas, sus padres se la pasaron cuidando de Edward, asegurándose de que se alimentará, tomará agua y los supresores para disminuir un poco los malestares.

- Vamos los llevaré a la escuela. - habló Louis mirando al omega menor y a las alfas.

- Pero Edward está en su celo. - reprochó Olivia.

- Si, tú acabas de decirlo. Edward está en celo, no ustedes, así que al auto ahora. - ordenó.

- Papá. - habló James mirando a Harry con un puchero en sus ojos. - Yo nunca he ido a la escuela sin Edward. - murmuró en un ruego silencio de no ir a la escuela por ese día.

- Bien, tú puedes quedarte. - respondió el rizado sin dudarlo mucho.

- ¡Harry! - regañó el castaño.

- ¡Oh, míralo! Se parece tanto a ti que no le puedo negar nada. - se defendió el alfa.

James sonrió y pestañeo tiernamente como solía hacerlo Louis con su alfa.

"Estúpido", pensó su omega alegremente.

- De acuerdo, pero solo por esta vez. ¿Entendido? - accedió el omega, recibiendo un asentimiento entusiasmado de parte del menor. - Ustedes no. - advirtió mirando a las chicas.

- Está bien, yo si quiero ir a la escuela. - respondió Katie encogiéndose de hombros sin oponerse mucho; por su parte Olivia solo bufó y no se quejó más al respecto.

Aunque una vez que llegó a la escuela, Olivia deseo que su padre igual la hubiera dejado quedarse en casa, porque se sentía extrañamente nerviosa por ver a Kenia, sin poder quitar aún de su mente el beso que se dieron en esa fiesta.

- Todo estará bien. - animó Stephen, dándole una palmadita en el hombro a su amiga.

- ¿Debería hablar con ella? - preguntó la alfa insegura. 

- Mhm... no lo sé. Nunca me han besado en una fiesta, ni siquiera estoy seguro que los besos en una fiesta valgan mucho. - admitió sincero.

Olivia torció los labios en una mueca triste, pensando que quizás ella estaba dándole un valor irreal al beso, solo por haber sido su primer beso.

- Me gustaría hablar con ella. - confesó en voz baja, algo avergonzada.

- Pues ésta es tu oportunidad para hacerlo. - dijo el chico. - Ahí viene. - agregó señalando en dirección en la que venía la alfa.

Olivia asintió, levantándose de su lugar para caminar dudosamente hacia la otra alfa.

- Kenia. - habló Olivia con pena.

- Miren quién está aquí. - dijo una de las amigas de la alfa.

Olivia frunció el ceño algo confundida por el comentario de la chica.

- Podemos hablar. - pidió mordió su labio inferior.

Kenia soltó una pequeña risa nerviosa, que solo logró confundir a la otra alfa.

- Mira, Liv. - habló Kenia por fin. - No sé qué piensas qué significó eso, pero créeme que no es lo que piensas. Que yo haya dejado que me besaras no significa nada para mi. A mi no me gustan las alfas. - dijo fingiendo una sonrisa.

- Pero... tú fuiste la que...

- ¿Vas a decir que Kenia te beso a ti? - respondieron otras de las amigas. - Por favor. - bufó antes reír junto a las demás, incluyendo a Kenia.

- No te juzgo, Olivia. - habló de nuevo la alfa. - Pero no soy... así. - dijo después de mirar de manera condescendiente.

Olivia asintió, reteniendo las lágrimas en sus ojos, se sentía humillada y con el corazón roto al igual que sus ilusiones.

- Lo siento. - agregó Kenia con una sonrisa fingida, antes de irse con sus amigas, dejándola completamente sin palabras sintiendo como su corazón se hundía en su pecho.

La alfa dejó salir un par de lágrimas de sus ojos verdes.

- ¿Y cómo te fue? - preguntó Stephen llegando a su lado después de unos minutos.

Olivia no respondió a eso, solo se limitó a abrazar al chico y dejarse llorar.

- ¿Qué pasó? - cuestionó el alfa preocupado, correspondiendo al abrazo.

- Nada. - murmuró la chica, tratando de dejar de llorar, pero sin lograrlo del todo.

Stephen frunció los labios y sigo abrazando a su amiga, esperando poder consolarla de esa manera.

Aunque Olivia trató de seguir su día con normalidad, tratando de no pensar en la manera en la que le habían roto el corazón, pasando la mayoría de sus clases en silencio, fingiendo poner atención cuando en realidad su mente no dejaba de repetir las palabras de la otra alfa, junto con la imagen de ellas besando en aquella fiesta.

Ella realmente estaba jodida y ni siquiera sabía cómo manejarlo.

Por la tarde, cuando Louis pasó por sus hijas, el castaño pudo notar el gran contraste de humor entre ambas alfas, Katie estaba alegre como siempre, mientras que Olivia estaba callada y por su aroma era notorio que estaba molesta.

- Olivia, sé que estás molesta porqué no te deje faltar a la escuela, pero... - trató de hablar con la menor, una vez que Katie salió del auto para entrar emocionada a la casa.

- ¡Ojalá me hubieras dejado hacerlo! - gritó la chica interrumpiendo a su padre. - Esto es tu culpa. Te odio. - soltó de pronto con las lágrimas bajando por sus mejillas.

- ¡Hey, no vas a hablarme así! - gruñó Louis impidiendo que su bajará del auto. - Soy tu padre y tienes que respetarme. - aclaró tratando de controlar su enojo. - ¿Qué es lo que te pasa, hija? - cuestionó preocupado por la actitud de la chica.

- No te interesa. - murmuró Olivia sin mirarlo.

- Me interesa todo lo que te pase, amor. Puedes decirme todo, lo sabes. - dijo el castaño bajando su tono de voz.

- No quiero decirte nada. - respondió la alfa. - ¿Puedo irme ahora? - cuestionó.

- Si, pero estarás castigada. - respondió Louis aún doliendole lo que le había dicho su hija.

Olivia rodó los ojos y salió del auto, azotando la puerta, dirigiéndose a pasos firmes a la casa.

El castaño tragó en seco el nudo en su garganta, tratando de ser fuerte.

Y esa noche, Olivia recibió un par de mensajes de un número desconocido que la asustó por un momento, pero una vez que leyó los mensajes, se sintió desconcertada.

Desconocido: 

Liv, soy Kenia.
Quería disculparme por lo estás tarde.
No era mi intención.
Lo que pasa es que... aún no estoy lista para decirlo públicamente.
Pero quiero que sepas que si me gustas, por favor no me odies.

Olivia frunció el ceño confundida, sin entender cómo es que Kenia no quería "decirlo públicamente", pero ella misma la había besado en una fiesta llena de sus compañeros.

Y cómo esos mensajes no fueran suficientes para confundirla, la alfa envió uno más.

Desconocido:

Dame otra oportunidad, te juro que no te arrepentirás <3 

Ella solo suspiró, mirando directamente al techo de su habitación, debatiéndose en lo que debía responder a eso y tratar de ignorar la ola de emociones que tenía en esos momentos.

Mientras tanto, Louis estaba en su cama, hecho casi bolita, cuando su alfa entró a su habitación algo cansado por estar cuidando de su hijo.

- ¿Qué te sucede, amor? - preguntó Harry notando extraño a su omega.

- Nada. - murmuró el castaño, levantándose, para abrazar a su alfa, escondiendo su rostro en su cuello respirando ese aroma especial de chocolate con menta que le daba tranquilidad, antes de comenzar a dejar cortos besos por la piel de su alfa.

- ¿Vas a consentirme? - preguntó el rizado con una gran sonrisa en su rostro. 

- Mhm... tal vez. - susurró Louis sin dejar de besarlo. - Fuiste un buen alfa cuidando de nuestro hijo. - agregó.

- Lou. - habló Harry. - Dime qué tienes, omega. - pidió en voz baja. - Y no te atrevas a decirme que no es nada, puedo sentirte. Mi alfa se está volviendo loco de sentir a nuestro omega desanimado. - agregó antes de que el castaño pudiera decir algo.

- Olivia. - suspiró por fin, haciendo un puchero con sus labios. - Ella... dijo que me odia. - confesó por fin, sintiendo como sus ojos se cristalizaron.

- Oh, amor. - suspiró el rizado pegando al omega a su cuerpo. 

- Mi hija me odia. - dijo el omega con la voz corta.

- No, claro que no. - negó de inmediato el rizado. - Ella dijo sin pensarlo, ella te ama, amor. - dijo tratando de consolar a su pareja.

"No llores, por favor omega." pidió su alfa angustiado.

Louis sonrió nostálgico, limpiando el par de lágrimas se salieron de sus ojos. 

- Era más fácil cuando eran unos pequeños, ahora ya no tenemos cachorros. - murmuró el castaño nostálgico.

- Bueno, en eso no estoy de acuerdo. - habló Harry sonriendo, acostando a su pareja en la cama, para ponerse encima suyo. - Yo todavía tengo un cachorro. - agregó mirando fijamente al rostro a su omega.

- ¿Qué? - preguntó el castaño sintiendo un rubor ligero en sus mejillas.

- Si, es el cachorro más hermoso del mundo, con unos hermosos ojos azules, que no se lo digas a Katie y James, pero no se comparan a los ojos de mi cachorro. - comentó sin dejar de sonreír y mirando directamente a los ojos al castaño. - Y él se sigue sonrojando con lo que le digo, a pesar de todos estos años juntos. - agregó dándole un beso en sus mejillas rojas.

- Basta, Harry. - se quejó el omega tratando de contener su propia sonrisa por los comentarios de su alfa. 

- Mi cachorro se veía tan lindo con lentes. - comentó con un suspiro, haciendo que Louis por fin sonriera igual. - Debo comprarte unos lentes de armazón. - murmuró moviendo su rostro a su cuello.

- Ni se te ocurra. - respondió el castaño.

- Vamos, eras tan adorable. - insistió Harry besando su marca. - Entre nosotros, con lentes te veías tan besable, no sé como te bese desde antes, verdaderamente fui un estúpido. - confesó con algo de alegría.

- Si, ya dejamos claro eso muchas veces, amor mío. - respondió Louis divertido.

- Pero éste estúpido te ama mucho, con todo su corazón. - aclaró el rizado.

"Pero yo te amo más, mi omega. Siempre te he amado más" habló su alfa con orgullo.

Louis rió enternecido, antes de enredar sus dedos en los rizos de su pareja para besarlo apasionadamente, transmitiendo todo su amor en ese beso.

- Te amo mucho, Harry. Eres mi vida entera. - murmuró el castaño pegando su frente a la de su pareja, con sus respiración algo pesada. - Gracias por estar conmigo todos estos años, incluso ahora que estoy... 

- No lo digas. - interrumpió Harry antes de besarlo de nuevo, de la misma forma pasional y cargada de amor. - Estar a tu lado es lo mejor que me ha pasado en la vida. Quiero estar a tú lado hasta el día de mi último aliento. - agregó seguro de sus palabras.

Louis sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas, pero esta vez por lo conmovido que estaba por las palabras de su pareja.

- No me puedo imaginar mi vida sin ti, Harry. No quiero vivir ni un día sin ti. - murmuró el castaño, abrazando al alfa.

- Tranquilo, amor. - susurró el rizado, buscando la mirada de su omega para hablarle. - No tienes que preocuparte por eso, por qué voy a vivir mucho tiempo para ti. - aseguró con una sonrisa.

- ¿Me lo prometes?, nunca me dejarás, ¿Verdad? - preguntó asustado.

- Te lo prometo, ni la muerte va a separarme de ti, mi amor. - prometió Harry dándole un corto beso en la frente.

- Vas te vale, Styles. - respondió Louis tratando de parar de llorar.

- Si, omega. - suspiró sonriendo. - Pero deja de llorar. Sabes que en mi lista de cosas que me duelen hasta el alma, el verte llorar es la número uno. - dijo, limpiando las lágrimas de su pareja con ternura, haciéndolo sonreír. - Ahora, ven. Voy a hacerte algo de cenar delicioso. Y después, te llevaré cargando a nuestra cama para dormir. - agregó con dulzura en su voz.

Louis sonrió logrando dejar de llorar.

- Necesitas comenzar a cuidar tu espalda, amor. - comentó el castaño riendo.

- Cargar a mi omega es de mis cosas favoritas. - respondió Harry levantándose de la cama. - Y la edad no me lo va impedir ahora. Debo cargarte mientras pueda. - agregó, tomando al castaño de sus muslos y la parte de su espalda para alzar delicadamente de manera nupcial.

- Te amo. - suspiró Louis, enredando sus brazos en el cuello de su alfa, uniendo sus labios en un beso, siendo esta vez más suave y tranquilo. 

"Yo también quiero estar contigo hasta mi último aliento, alfa." dijo su omega completamente enamorado.

- Ya sabes quien más a quien, ¿Verdad? - habló Harry siendo un poco arrogante.

Louis rodó los ojos, sonriendo lo más grande que le era posible.

- Ya, alfa. - bufó el castaño. - Debes alimentarme. - ordenó escondiéndose en la curva de su cuello.

- Lo que diga mi cachorro. - asintió el rizado obedeciendo de inmediato a su omega.

Con más de veinte años de unión, cuatro hijos, Louis no se arrepentía en absoluto de elegir a Harry como su alfa, cada día de su vida solo puede confirmar que el enamorarse de él ha sido lo mejor que pudo hacer.

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