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CAPÍTULO DIECINUEVE
• DE REGRESO AL INFIERNO •
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El tiempo había pasado tan rápido desde la perspectiva de Némesis que ahora anhela con todo su ser regresar el tiempo al primer día de clase y no tener que volver a eso que ni siquiera podría considerar casa por los que habitan ahí, lo peor de todo es que no solo le espera su compromiso con Malfoy, sino que posiblemente también varios castigos luego de ignorar toda advertencia de su padre sobre alejarse de mestizos y los nacidos de muggles, además de su comportamiento.
Regulus y ella se encuentran sentados solo ellos en un vagón del tren, ambos están en silencio y sin ganas de hablar sabiendo lo que les espera a cada uno al llegar, sus mentes solo pueden rondar a la situación y nada más, ni siquiera pudieron quitar algún tema de conversación cuando lo intentaron.
La puerta siendo abierto llamó la atención de ambos y se encontraron con James, el pelinegro rodó los ojos al verlo y ella solo se mantuvo seria sin muchos ánimos ahora mismo.
— Pero que caras.
— ¿Qué quieres James?
— Solo vengo a invitarte una vez más en mi casa para navidad.
— Ya te dije que no podré ir.
— Igual no debe ser ese día, puedes ir cualquier otro día que quieras mientras esté ahí — insistió.
Si bien ella no lo dice él sabe lo que le pasará en su casa, después de todo vivió eso con Sirius y ya le tiene un gran aprecio a la chica, por tanto no desea que la dañen mucho, debido a eso ha estado insistiendo con que puede recibirle en su casa cuando sea.
— Está bien, veré cuando voy — cedió en mentira solo ya no teniendo ganas de hablar sobre eso.
— Genial — sonrió y le observó al chico — Tú también puedes ir Black.
— No — simplemente respondió sin mirarlo siquiera.
James supuso que no están de humor por tener que regresar, así que se despidió de ambos y se marchó de ahí yendo hacia su vagón. Apenas entró el primero en mirarlo fue Remus ya que todos sabían a lo que fue.
— ¿Qué te dijo? — preguntó al instante.
— Que verá cuando ir — se sentó a un lado de Peter — Igual se me hace que es mentira.
— Por supuesto que es mentira, su padre ni nunca la dejaría ir a la casa de unos traidores — habló Sirius con indiferencia observando por la ventana, pero internamente un poco preocupado por ella.
— ¿Y por qué no solo escapa? — preguntó Peter.
— Que se yo, seguro le gusta esa vida.
— No seas idiota, obvio que no — le dijo al instante Remus con el ceño fruncido — No se va de ahí porque no tiene con quien quedarse, además aún no tiene dieciocho años, no puede acceder a su herencia.
— Así que ya andan compartiendo secretitos eh — sonrió burlón.
— No empiecen — intervino al instante James al ver la expresión que puso Remus sabiendo que estaba a punto de discutir.
El castaño rodó los ojos y se limitó a ver la ventana ignorando la conversación que tienen los tres. Hoy desde que despertó se encuentra de mal humor, igualmente una parte suya si está feliz de regresar a su casa y poder verle por fin a sus padres, especialmente a su mamá quien es su favorita entre los dos.
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Al llegar a la estación Némesis y Regulus se despidieron y dieron apoyo a sus maneras antes de que él se aleje de ella para ir junto a sus padres, en cambio la pelinegra observó a su alrededor caminando lo más lento posible sin ganas de toparse con quien sea que la llevará a su infierno como lo dice; sin embargo, su propósito no duró mucho cuando para su mala suerte su hermano Rodolphus se colocó frente a ella impidiendo que siga caminando.
— Ya vamos de una vez.
— Hola hermano, yo estoy bien ¿y tú? — rodó los ojos fastidiada.
El hombre la ignoró agarrando su brazo y apareciendo en la sala de la casa quitándole sus cosas por obligación, la pelinegra le observó extrañada ante eso ya que nunca lo había llevado por ella, pero muy pronto entendió al verle a su padre sentado en el sofá individual viéndola con el semblante serio.
— Por favor no me dejes con él y llévame contigo con cualquier excusa — le susurró viéndolo suplicante después de años de no hacerlo.
— Debes aprender que tus errores tienen consecuencias.
Sin más la dejó abandonada ante su padre y ella se quedó dándole la espalda sintiéndose una estúpida, si nunca la ayudó ni intervino en nada no lo haría ahora por alguna clase de milagro, después de todo esos dos son iguales, los únicos más parecidos a su mamá son Rabastan y ella, es decir, que tienen una mínima misericordia al menos por otras personas aunque estos no le caigan bien.
— Ven aquí ahora Némesis.
La susodicha no le quedó de otra más que dar la vuelta y caminar hacia él sin expresión alguna aunque en su interior esté gritando y deseando huir ya sabiendo lo que prosigue.
Y finalmente vino el primero de todos, el fuerte sonido de una cachetada inundó la habitación y la pelinegra cerró los ojos con fuerza apretando las manos para no sobarse la mejilla en un intento de disminuir el dolor debido a que Jacob siempre utiliza anillos, lo cual hace aún más doloroso y que probablemente se le quede una hematoma.
— Te dije miles de veces que te comportes y aún así me llegaban cartas informándome sobre tus andanzas.
— Debes dejarme vivir mi maldita vida en paz, no soy tu objeto al que puedes manejar a tu gusto — abrió los ojos mirándolo con odio, algo del cual hizo que se gane otra cachetada.
— ¡Silencio! No te permití hablar.
Némesis se tuvo que morder la lengua para no decirle miles de cosas y se quedó ahí quieta, ni siquiera cuando él se acercó a ella se dejó intimidar y continuó observándolo desafiante, algo que Jacob odia de ella y un carácter que tuvo que forjar con el tiempo al vivir rodeada de personas como su padre.
— Y qué es eso de estar con un asqueroso mestizo y hombre lobo, son los seres más repugnantes y tú vas y te metes con uno— negó molesto — Deberías respetar a tu prometido y no andar de puta todo el tiempo; me das vergüenza, yo no te crié así.
— Ni siquiera me criaste tú, le dejabas todo el cargo a mamá y a los elfos, así que no me vengas con esa estupidez, además si tanta vergüenza te doy ya te dije varias veces que puedes dejarme ir en lugar de tenerme encerrada en este lugar de mierda por culpa de tu jodido egoísmo — espetó sin poder evitarlo.
— Deberías tener bien en claro que no te irás jamás de aquí Némesis, y mucho menos te dejaré ir para que luego te vayas corriendo con esos amigos asquerosos que te conseguiste.
— Al menos esos amigos no son unos ridículos como los tuyos que siguen a un mago que promueve el odio a los no puros siendo él un simple mestizo; formar parte de eso sí que debería darte vergüenza.
Al ver su expresión molestarse aún más con el pasar del tiempo sabía que estaba cavando su propia tumba con todo lo que dice, pero odia callarse cuando alguien la está atacando y las palabras salen por sí solas cual veneno.
— Quítate la ropa en este instante, recibirás lo que te mereces por tu desobediencia.
La pelinegra bufó quitándose de mala ganas la camisa que trae y ya sabiendo todo el procedimiento le dió la espalda sentándose de rodillas siguiendo sus órdenes solo para desligarse de una vez al desear ya poder huir de ahí y sabiendo que no podrá hasta que le implemente todos los castigos que tiene en mente.
— No quiero volver a saber que te juntas con ellos.
El primer golpe y cortada hecha con la espada de esgrima vino junto a sus palabras, el primero de varios más en donde Némesis cada vez se iba debilitando más y su cuerpo temblaba del dolor, pero no debía moverse de su posición ni quejarse o de lo contrario le hará algo peor.
Se sintió como una eternidad cuando finalmente se detuvo y creyó que había acabado, pero supo que estaba equivocada cuando finalmente cedió y se cayó retorciéndose del intenso dolor hecho por el crucio.
Rabastan quien llegó recién a la casa vio el panorama con los ojos abiertos enormes del susto al verle a su hermana retorcerse y con un charco de sangre bajo ella mientras su padre la tortura con una leve sonrisa. En ese instante por primera vez no le importó nada y el miedo que le tiene desapareció por un momento y fue rápidamente hacia él desarmándolo con magia.
— ¡¿Qué te pasa?! ¡La vas a matar si sigues! — gritó alterado acercándose a Némesis para tomar su pulso por las dudas.
Antes de que Jacob le diga algo o le torture igual por intervenir le alzó con cuidado a su hermana y apareció en la habitación de él acostándola en la cama sin importarle que manche de sangre.
— Tranquila, ya te voy a curar — dijo de inmediato al oír sus quejidos que ya no reprime.
La colocó boca abajo con suavidad viendo lo destrozado que se encuentra su espalda y de como la sangre no para de salir de sus heridas abiertas, así que rápidamente se movió comenzando a curarla con magia, incluso aplicó magia oscura ya que no funcionaba del todo el conjuro normal de curación, pero gracias a eso logró cerrar cada uno de ellos, más no se pudo borrar algunas cicatrices que le quedaron.
— ¿Puedes levantarte?
— No tengo fuerzas — susurró con los ojos cerrados.
— Está bien, te llevaré a la bañera para quitarte toda la sangre.
Al recibir un sonido de afirmación la sujetó con cuidado llevándola a su baño y la dejó ahí viéndola preocupado ya que está muy pálida, diría que hasta parece muerta, pero lo entiende, perdió sangre quien sabe por cuántos minutos y luego recibió una de las maldiciones más dolorosas siendo que ya estaba débil.
Sin perder más tiempo comenzó a limpiarla de a poco cargando con todo su peso dado que se quedó dormida, o quizás desmayó, no lo sabe, pero al menos le tranquiliza saber que está respirando.
Una vez que terminó por completo la alzó llamándole a su elfina quien cambió rápido las sábanas y la acostó ahí para luego él darle la espalda mientras ella le cambia de ropa.
— ¿Quieres que la lleve a su habitación amo?
— No, déjala acá y ya puedes irte.
— Con su permiso — hizo una reverencia y desapareció.
Rabastan se sentó al borde la cama observándola fijamente sintiendo más culpabilidad que nunca de no estar ahí para ella cada vez que lo necesitaba y hacerle a un lado justo como su familia lo hace.
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Al día siguiente para la gran suerte de Némesis en la casa no se encuentran los dos hombres mayores, por tanto, se siente más tranquila y por esa razón se encuentra recorriendo el gran jardín que ellos tienen, un lugar bellísimo y que genera mucha paz por la cantidad de plantas que hay, es como el único lugar en donde no hay tanta negatividad y la razón es que nadie más que ella y los elfos que cuidan salen ahí dado que el jardín se creó gracias a su madre y ella solía pasar horas ahí arreglando y plantando cosas como un escape a su realidad, así que el salir le trae recuerdos a los demás y por eso evitan, especialmente Jacob quien después de todo si amaba a su esposa y el perderla fue devastador.
Al llegar a la parte donde hay una banca se detuvo sentándose mientras observa la nada consumida en sus pensamientos. Luego de lo que pasó ayer y cosa que ya esperaba no tiene ganas de nada, es cuando todas sus defensas se bajan y se vuelve vulnerable, todo lo contrario a como es normalmente, además está el hecho de que le sigue doliendo su espalda pese a que las heridas estén cerradas, es como si doliera por dentro, o quizás simplemente se lo está imaginando, sea cual sea se siente muy real.
Después de mucho tiempo Rabastan salió al jardín luego de verle a su hermana por ahí y tuvo que tomar toda valentía para poder acercarse y hablar de lo que tiene en mente, pero ya no hay vuelta atrás, no cuando se sentó a su lado mirándola pero está ni siquiera le dirigió una mirada.
— ¿Qué miras tanto?
En respuesta solo señaló hacia una flor donde se encuentra una mariposa posada en el, algo raro teniendo en cuenta que es invierno, pero la diferencia es que el jardín se encuentra en una gran cúpula que mantiene siempre el calor gracias a hechizos que se pusieron, haciendo así que sea un verano eterno.
— ¿Te gustan las mariposas? — intentó crear conversación antes de ir a los hechos.
— Más bien desearía poder convertirme en uno y ser libre, pero estando acá me siento una oruga incapaz de lograr convertirse en mariposa.
El pelinegro suspiró ante eso, no es noticia nueva que ella desea escapar lo más lejos posible de todos y silenciosamente siempre prefirió eso antes de que siga sufriendo mientras vive con ellos.
— Tal vez algún día logres convertirte en uno.
— Lucharé hasta hacerlo sin importar las consecuencias.
— Y yo te apoyaré.
Eso finalmente captó su atención e hizo que voltee a verlo para ya toparse con su mirada.
— Ni tú te lo crees Rabastan, te cagas de miedo cada que padre se dirige a ti, hasta me sorprende que ayer tuviste las pelotas para intervenir luego de ver durante años que me torturaba y no hacer nada.
— Lo sé y lo siento, tienes razón, me da miedo e intimida y siempre fui un cobarde incapaz de hacer algo, pero ya no quiero ser eso para ti, quiero ayudarte a cumplir ese escape que tanto deseas con tal de que seas feliz por fin.
Némesis no está que se cree nada y es normal su desconfianza luego de todo lo que ha pasado y que de la nada venga a decir esas cosas; por su parte, él se dio cuenta por como lo mira.
— Comprendo que desconfíes de mí, no soy una buena persona luego de todo lo que he tenido que hacer, pero esta vez te juro que estoy diciendo la verdad. Tú no eres como nosotros, no mereces seguir viviendo esto.
— Aunque no lo creas sí que tengo algunas cosas parecidas a ustedes, hasta me han catalogado de malvada miles de veces.
— Lo sé, pero sé que muy en el fondo tienes un corazón lindo aunque no lo quieras aceptar y te hayas escondido con todas esas armaduras para que no te lastimen aún más. Además la gran diferencia es que tú aún estás a tiempo de salir de esto, para mí y para el resto ya no hay vuelta atrás, por eso quiero ayudarte.
La pelinegra se quedó pensando en la situación sin saber si dejar que la ayude o no, pero por otro lado sería conveniente tener un aliado, además nadie sospecharía jamás de él al ser siempre tan obediente y callado con el resto.
— Está bien, acepto tu ayuda.
El mayor sonrió levemente al instante; sin embargo, aún siente la culpa sobre sus hombros.
— Perdóname por no ser un buen hermano todos estos años, te prometo que desde ahora intentaré serlo.
— Lo entiendo Rabastan, después de todo solo eres un chico asustado por todas las situaciones que tuviste que atravesar, pero eso no significa que pueda perdonarte tan fácil y confiar en ti de la noche a la mañana, así que tendrás que demostrar eso que dices.
— Te lo demostraré, ya lo verás — sonrió verdaderamente, algo que no suele hacer hace tiempo — ¿Puedo abrazarte?
— Ya vamos muy rápido eh — sonrió divertida al ver su expresión de vergüenza — Bien, pero no tanto tiempo que no acostumbro a las muestras de afectos.
— Lo sé, yo tampoco, pero tengo ganas de hacerlo.
Antes de que ella se arrepienta se acercó envolviéndola con sus brazos, Némesis al principio se tensó pero poco a poco fue cediendo hasta regresarle el abrazo y ciertamente se siente bien, es como por fin sentirse apoyada, hablando de un familiar.
Y así continuaron unos segundos más pero como siempre ella rompió el contacto y el otro ni se molestó por ello.
— Estamos tan traumados que ni abrazos podemos recibir — habló en un tono gracioso el chico aunque esto le dé tristeza.
— Lo sé, es tan incómodo a veces, lo peor es que ahora tengo un amigo que se la pasa queriendo darme muestras de afectos, según él para quitarme lo amargada — le contó sin pensar recordando a James.
— Hm sí, padre se puso furioso al enterarse que ahora te juntas con uno de los traidores Potter, ni hablar cuando se enteró sobre ese chico Lupin — soltó una risita — Admito que si fue gracioso verlo todo molesto.
— ¿A ti no te molesta? — frunció el ceño confundida — Es que tú también tienes la creencia ridícula esa.
— Ya no es tanto como antes, y no, no me molesta, si ellos, el Black menor o cualquier otro impuro te hacen feliz por mí bien — se encogió de hombros — Pero cuéntame de ese Lupin, quiero saber el causante de tanto enojo de padre y Malfoy.
— No somos nada, es decir, solo nos acostamos y a veces pasamos el rato juntos hablando y otras cosas más, además es muy inteligente y hace que las conversaciones sean bastante interesantes y difíciles de aburrirse — sonrió sin darse cuenta al recordar.
— Así que te gusta y por fin han ablandado ese corazoncito.
Némesis de inmediato lo miró como si estuviera loco y negó reiteradas veces.
— Por supuesto que no, solo me atrae como muchos y ya.
— Ajá, yo veo que si te gusta y no lo quieres aceptar.
— Que nooo — rodó los ojos cruzándose de brazos.
— ¿Hace cuánto tiempo que estás interactuando con él?
— Desde septiembre, pero eso no viene al caso, ya supéralo.
— Y ya estamos en diciembre, para alguien como tú que se aburre con facilidad de sus conquistas ya es mucho tiempo, y supongo que lo sigues buscando aún y él a ti, lo que me indica que también se gusta de ti.
Mierda. Es lo primero que pensó Némesis al darse cuenta que es verdad, se suponía que solo sería un corto tiempo y sigue juntándose con él, pero no, se niega a que sea eso, tal vez solo pasa bien con su compañía y ya, como con un amigo, sí, desde ahora le dirá que ya es su amigo.
— Solo espero que no sea tarde cuando termines de aceptarlo — habló Rabastan tras ver como si tuviera un debate interno — Y sinceramente espero que algún día dejes todo miedo atrás y te abras románticamente ya sea con él u otra persona.
Sin ganas de querer hablar sobre eso Némesis cambió de tema y su hermano solo le siguió pese a darse cuenta. Y así continuaron conversando de algunas cosas como los viejos tiempos cuando tenían toda una hermandad, pero poco a poco probablemente vuelvan a recuperar eso que alguna vez fue unido.
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