
𝟎𝟓. 𝐓𝐎 𝐆𝐎𝐃 𝐀𝐍𝐃 𝐓𝐎 𝐋𝐔𝐂𝐈𝐅𝐄𝐑
" Pero cada golpe de suerte tiene que filtrarse "
𝐅𝐈𝐑𝐒𝐓 𝐏𝐀𝐑𝐓: 𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒 𝐓𝐎 𝐆𝐎𝐃
Flashback
La locura divina, también conocida como theia mania y sabiduría loca, es un comportamiento poco convencional, escandaloso, inesperado o impredecible vinculado a actividades religiosas o espirituales.
El sonido sutil y sagrado del piano despertó a una Louise de once años. Por más conocido y amado que fuera el sonido, a estas horas de la noche no hacía nada más que disturbar a la pequeña Lou. Colocándose las pantuflas en los gélidos pies y comenzó a bajar las incesantes escaleras, y se preguntaba si tantas escaleras de verdad eran necesarias, y tal vez únicamente existían para aumentar la tensión en momentos de incertidumbre e inquietud. La atmósfera se sentía pesada con desasosiego. Al final de las escaleras, al final del pasillo se escuchaba el suave canto del piano, hipnotizante. Al haber llegado al final del pasillos, la música empezó a desaparecer, como si únicamente hubiera existido en su cabeza, como si nunca hubiera estado allí.
—Assez traîné, il faut dormir.
La voz tomó por sorpresa a Louise haciéndola dar un pequeño salto en su lugar. Por un momento mente curiosa se preguntó si el que estaba tocando el piano había sido su padre pero luego descartó la idea recordándose que la música no era un talento de los que su padre manifestaba.
—Oui, mon père.
End of flashback
Louise se despertó de golpe viendo a su alrededor y suspirando con alivio cuando no vio ningún padre ni ningún piano a su alrededor. Salió de la cama yendo a lavarse la cara para sacarse los recuerdos de la mente.
En un momento Louise ya estaba vestida con su uniforme, azul, el color de su casa, Ravenclaw. El azul, aunque no era su color favorito, hacia brillar cada una de sus facciones. Se vio al espejo una última vez y pudo haber jurado que la persona que vio en el espejo era su padre, pero al volver a verse se encontró con sus bien conocidos rasgos. Respiro profundamente, tomó sus cosas y salió de su habitación, la cual compartía con Leslie Kelsen la cual seguía dormida, no la culpaba, el anterior día había sido largo para ella después de que Mattheo hubiera salido furioso de la biblioteca.
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Llegó, como de costumbre, primera a la clase de pociones tomando asiento en su habitual puesto, junto a la mesa de una chica que sabía por Liz que se llamada Silena West. Louise colocó sus cosas en la mesa, colgando su mochila en el lado derecho de su silla y tomando en una mano su libro y en otra el café que llevaba tomándose desde que había salido de su habitación. Sintió la puerta del salón abrirse y supuso que era el profesor Snape llegando a acomodar las cosas para la clase de hoy.
—Muy buenos días, profesor Snape. -saludo ella sin quitar sus ojos ni por un momento de su libro. Estaba muy ocupada leyendo como para darse cuenta de que la altura de aquella persona que había entrado era más baja que la de el profesor Snape.
—muy buenos días a ti también Louise.
Si hubieras estado allí en este preciso momento, querido Lector, hubieras notado la manera en la que la sonrisa se borró de la cara de la señorita D'Charles y la manera tan particular en la que sus facciones pasaron de ser tan dulces como la miel a ser más amargas que los limones.
Ella cerró su libro de un golpe colocándolo con poca sutileza en la mesa, volteándose con los brazos cruzados. Avellana encontrando marrón oscuro. Su rostro delato por un segundo lo poco que disfrutaba de la presencia de un tal Mattheo Riddle, por algo no había asistido a su sesión de estudio y había mandado a Leslie en su lugar, pero no fue hasta que miro detrás de Mattheo que su rostro enseñó algo parecido a la fascinación.
𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐏𝐀𝐑𝐓: 𝐀𝐍𝐃 𝐋𝐄𝐓𝐓𝐄𝐑𝐒 𝐓𝐎 𝐋𝐔𝐂𝐈𝐅𝐄𝐑
Los ojos eran más oscuros que los de su hermano (irónica metáfora para lo que Louise encontraría en sus almas) y, era claro que aquel Riddle era más metódico y arreglado que su hermano. Por un milisegundo sus ojos se quedaron posados en la inescrutable mirada de el más alto Riddle, pero después de darse cuenta de que era obvio que su mirada estaba clavada en Tom decidió que lo más sensato era devolver su mirada al, no tan interesante, Mattheo.
¿Sabes, querido lector? a Louise siempre le fascinó el ajedrez. La reina, versatilidad y fuerza, inteligencia y adaptación. El peón, sacrificio y perseverancia. El Rey, soberbio y, de maneras tan interesantes, frágil como el vidrio.
Ella se volteó nuevamente, volviendo a abrir su libro, pero, por alguna razón, ya no se sentía igual de concentrada. Ambos hermanos pasaron, sentándose uno en cada esquina del salón, Tom en la esquina delantera derecha y Mattheo en la esquina izquierda hasta el final del salón, y Louise pudo haber jurado que ambos se voltearon, como por hábito, a verla, al mismo tiempo, pero ella sabía por experiencia que no debía jurar ni mucho menos confiar en lo que su mente cuando Louise se encontraba tensa.
Poco tiempo después el profesor Snape entró al salón y el debía admitir que le deleitaba que sus dos mejores estudiantes estuvieran ya en el salón, aunque no podía decir lo mismo del pobre Mattheo.
—muy buenos días, profesor Snape -dijo ella esta vez a la persona correcta. Snape no respondió simplemente asintiendo con la cabeza a su saludo mientras caminaba hacia al frente y empezaba a arreglar las cosas para la clase de hoy.
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—¡Felicidades! -la voz chillona de Liz dijo emocionaba, aunque la misma Louise no sabía por qué la felicitaba.
—¿Felicidades exactamente porque? -preguntó Louise confundida mientras tomaba un sorbo de su café.
—Tienes el segundo promedio más alto en todas tus clases con los de séptimo -explicó Liz sin saber lo que realmente significaban sus palabras para Louise.
—¿Quién tiene el primero? -preguntó ella tratando de esconder lo mucho que la transformaba no tener el promedio más alto, solo tenía dos clases con los alumnos de séptimo y ¿aún así era la segunda? inaceptable.
—Tom.
Maldito desgraciado, pensó Louise y todo pensamiento bueno que alguna vez había residido en su mente sobre Tom se había desvanecido. Claro que Tom tendría el promedio más alto, acaso no había sido el quien había llamado la atención de alguien tan difícilmente impresionada como Louise, pero, aún si hubiera sido así, Louise no podía permitir que tal cosa sucediera.
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Llegando el día siguiente a su clase de pociones, el desgraciado de Tom ya estaba sentado en su usual puesto en la esquina derecha del salón con un libro en sus manos. Louise, con la cabeza en alto, tomó asiento junto a él, colgando su mochila al lado derecho de su silla y abriendo un libro, sin antes mirar por su vista panorámica si su presencia molestaba siquiera un poco a Tom, pero, en su mirada no encontró nada.
Momentos después llegó el profesor Snape, viéndolo a los dos sentados juntos sorprendiéndolo. El continuó su camino hacia la mesa al frente de la clase organizando todo lo que necesitaría para la lección de hoy.
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—¿Alguien podría responder esta pregunta? -preguntó el profesor Snape mientras caminaba por el salón, moviéndose entre los estudiantes.
La mano de Louise subió tan rápidamente como la mismísima luz, ella podía responder la pregunta, no, ella debía responder.
—Pase adelante señorita D'Charles -dijo el profesor Snape mientras se acercaba a la pizarra.
Louise se levantó arreglándose la falda plisada y comenzó a caminar hacia la pizarra, pero, por un momento sintió la pesada mirada de una cierta persona. Volteando la mirada le sonrió a un cierto chico alto de ojos oscuros.
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