
𝟎𝟏. 𝐋𝐎𝐕𝐄 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐎𝐔𝐑𝐆𝐄𝐎𝐒𝐈𝐒𝐄𝐒
" Soy el poder tu eres el fusible "
𝐅𝐈𝐑𝐒𝐓 𝐏𝐀𝐑𝐓: 𝐋𝐎𝐕𝐄
Tacones resonaban en los pisos de Hogwards, ojos color caramelo analizaban el lugar, curiosos, interesados. A Louise le habían hablado maravillas de Hogwards y no aceptaría nada que no alcanzara sus altísimas expectativas para el lugar. Era primero de septiembre, el frío de Londres la arropaba con sus brazos infinitamente congelados y su abrigo no parecía ayudar, pero, claro, esta era la última de sus preocupaciones.
—Buenos días a todos. Por favor todos los de primer año agrúpense hasta atrás y la señorita... - La profesora McGonagall reviso un papel que tenía en la palma de la mano y continuó —La señorita Louise D'Charles, por favor pase adelante.
Louise tomó dos pasos adelante y noto como todos los ojos de repente estaban en ella, todos eran menores que ella y todos parecían sorprendidos de que ella entrara a Hogwards a los 16 y, honestamente, ella también estaba sorprendida.
Al posicionarse al frente de todos los alumnos de primer año Louise vio a la profesora McGonagall abrir la puerta del gran comedor y de nuevo sintió ojos en ella. McGonagall la hizo pasar de primera acercándola hacia una silla con un sombrero muy curioso.
Está se sentó y sintió el peso ligero pero existente del sombrero en su pelo rubio.
—hmh, interesante, tan ambiciosa como inteligente, tan Slytherin como Ravenclaw, curiosa, ingeniosa - El sombrero paró un momento para pensar. —¡Ravenclaw! -finalmente anunció este.
Louise escucho unos aplausos y se sentó luego en la mesa de la casa Ravenclaw, apenas se sentó junto a los demás de su casa asignada una chica de pelo marrón y ojos del mismo tono empezó a hablarle.
—Tu has de ser la nueva ¿no? -dijo con tono alegre y curioso la castaña y aunque Louise no disfrutaba el uso de la palabra nueva estaba totalmente segura de que aquella chica no la utilizaba de mala manera.
—No disfruto mucho de la palabra nueva, pero estás en lo correcto. Louise D'Charles. -dijo extendiéndole una mano a la castaña.
—Liz, Liz Betlynson.
Louise asintió y le soltó la mano a la chica que ahora sabía se llamaba Liz.
—No suelen entrar estudiantes en el penúltimo año.
—Soy un caso especial. -explicó confiada Louise. Eso le habían dicho, no aceptaban gente después de los 11 años y ella tenía 16 y aún así aquí estaba y la explicación de su padre fue que ella era un caso especial, ¿Porque no creerle? Por muchas razones, pero Louise decidió no pensar en eso.
Louise disfrutaba la idea de que ella era especial alguien distinta al resto con una mente maravillosamente amplia pero la realidad era que ella era simplemente alguien demasiado obsesiva con la absoluta perfección y eso hacía que fuera mejor que el resto en la mayoría de cosas, pero, la cosa era que, existían y siguen existiendo gente así en todas partes y pronto Louise conocería a uno de ellos.
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Liz le estaba haciendo un tour de todo el castillo y Louise no estaba prestando demasiada atención y así siguió hasta que llegaron a la biblioteca, era gigante, ella había visto cientos de bibliotecas a lo largo de su vida pero esta la atraía de una forma única. Liz se dio cuenta de la manera tan peculiar en la que los ojos marrones de Louise se iluminaron cuando entraron a la biblioteca.
—Es linda -expresó Louise tomando dos pasos hacia adelante dejando a Liz atrás, continuó acercándose hasta llegar a una de las muchas estanterías llenas de libros.
—Lo es -Liz asintió. El lugar era bello, poético casi, la suave luz y el silencio lo convertían en un lugar donde encontrar paz no sería nada difícil a diferencia del ruidoso comedor y los aún más ruidosos comedores.
Las estanterías del lugar, llenas de libros, de pensamientos. Las personas sentadas en las mesas, llenas de pensamientos, de ideas.
La simplicidad fascinaba a Louise.
Pero la complejidad que se colaba en aquel lugar de manera sutil y agraciada la fascinaba aún más.
1 week after
𝐒𝐄𝐂𝐎𝐍𝐃 𝐏𝐀𝐑𝐓: 𝐁𝐎𝐔𝐑𝐆𝐄𝐎𝐒𝐈𝐒𝐄𝐒
Las hojas, suaves e irregulares, caían suavemente de los árboles cercanos al lago negro. Louise vio caer a su lado una de estas hojas antes de que otra cayera sobre su libro tapándole la visión clara que necesitaba para leer, con su mano quito la hoja y continuó con lo suyo, pero, ahora lo que le impedía leer era otra cosa, la silenciosa presencia de algún ser, ella supuso que no se trataba de Liz pues ella ya le habría gritado en el oído para que se diera la vuelta. Paso un momento en silencio donde, ni Louise se movió, ni, fuera lo que fuera que la veía de tan intensa manera, se movió.
—noches blancas es un libro mucho más interesante -comentó el ser a espaldas de Louise, la cual cerró su libro y se volteó rápidamente encontrándose entonces con un chico de, más o menos, su misma edad, más alto y peli negro.
—lo es, pero no disfruto del arte de releer libros -concordó mientras guardaba dentro de su bolso su libro para después cruzar los brazos.
Ella prefería moverse hacia la siguiente historia y no quedarse estancada en la misma, historia, sentimiento y momento.
—pero supongo que tú si lo disfrutas.
—podrías decir eso -respondió con un tono monótono que escaseaba de emociones el chico.
—Louise D'Charles -se presentó ella ofreciéndole un apretón de manos.
El chico no aceptó aquel apretón de manos, pero ella no notó en su simiente ninguna señal de incomodidad ni disgusto por el gesto.
Es interesa la manera en la que el dejaba todo a la imaginación incluyendo lo que pensaba, no había ni una sola pista de que barcos navegaban los mares de su mente, pero eso no era lo que desconcertaba a Louise, lo que la desconcertaba era el no saber el porqué de su acercamiento, tal vez era su necesidad de saber lo que pensaba la gente y poder controlar esa parte de ellos pero el no saber que quería el le carcomía la cabeza.
—Tom Segundo Marvolo Riddle.
Nombre pretensioso, pensó ella al escucharlo, seguramente sus padres era igual o incluso más presuntuosos que el, aunque dudaba que el en específico fuera algo más que incapaz de sentir emoción alguna pero tal vez sus padres si tuvieran la habilidad de ser presuntuosos.
—un gusto -respondió después de un segundo Louise arreglándose el pelo rubio hacia un lado.
A Louise le gustaba saber que era aquello que la gente opinaba de ella y Tom era, como decirlo, tibio, lo podia decir todo o podía decir absolutamente nada y ella estaría igual de ansiosa.
—diría lo mismo pero lees Arthur Conan Doyle.
—no leo Arthur Conan Doyle, leo Sherlock Holmes -disintió Louise. No conocía nadie que no disfrutara de leer Sherlock Holmes, era buen libro, claro no era el mejor de todos los escritos pero no era malo.
—Claro, Louise.
Escuchar su nombre dicho de manera tan monótona la espantó sutilmente, normalmente si nombre era pronunciado con odio o amor pero no de esta manera pero decidió en aquel momento que dos podían jugar aquel juego.
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