♡⁞𝐔𝐧𝐢𝐪𝐮𝐞
Cada quien tiene la libertad de elegir el modo en que desea vivir; eso era algo que constantemente se repetía Park Jimin. Aunque, a simple vista, su estilo de vida podría parecer excesivamente estructurado para los demás, para él no constituía en absoluto un motivo de incomodidad. Siempre y cuando lograra mantener el orden, encontraba plena satisfacción en su manera de vivir.
No siempre fue así, pero siendo honesto, ya ni siquiera puede recordar cuándo su vida tomó esta dirección. Esta circunstancia, por supuesto, le acarreó varias complicaciones, ya que resulta difícil encontrar a alguien dispuesto a comprometerse con una vida diaria tan cargada de rutinas y orden.
Jimin se encontraba actualmente cursando su tercer semestre de la carrera de Ingeniería Civil, destacándose como el mejor estudiante de su año. No solo sobresalía en el ámbito académico, sino que también figuraba como uno de los chicos más atractivos de todo el campus. No obstante, era su personalidad peculiar y su estilo de vida lo que hacía que tanto chicos como chicas optaran por mantenerse a distancia del él. Jimin encontraba preferible esta situación, ya que consideraba ineficiente involucrarse en una relación cuando debía dedicar toda su atención a sus estudios.
Así fue como se convirtió en alguien a quien solo se podía admirar desde lejos. Jimin tampoco contaba con amigos en la universidad; prefería pasar su tiempo en solitario, ya que de esta manera podía organizarse de forma más eficiente. Y aunque su vida pudiera parecer solitaria, él encontraba felicidad en ella.
Existían numerosas rutinas a las cuales se aferraba fielmente; estas variaban según el día, el lugar y la ocasión, pero sin lugar a dudas, siempre estaban presentes en su vida.
Las rutinas escolares eran generalmente las más sencillas, ya que solo consistían en llegar puntual a las clases para asegurar su lugar preferido al frente del aula, tomar el almuerzo en el horario establecido, estudiar o avanzar en sus deberes en caso de ausencia de algún profesor, y salir a tiempo de su última clase para abordar el autobús que lo llevaría de regreso a casa.
Sin embargo, existe una rutina que, a pesar de tener un horario variable, sucede sin falta cada día. Desde que ingresó a la universidad, Jimin sabe que en algún momento del día sus ojos se cruzarán inevitablemente con los de Kim Taehyung. Se observarán durante unos segundos antes de esbozar una leve sonrisa y luego apartar la mirada, cada uno continuando con su camino.
Taehyung es indudablemente un chico sumamente atractivo. Aunque Jimin pueda ser alguien poco flexible, no es ciego, y no le cuesta admitir que ese chico ha captado su atención. Sin embargo, no considera necesario llevar esto a un nivel más profundo; le basta con ese breve intercambio de miradas. No lo considera algo ineficiente, ya que no le roba más que unos diez segundos aproximados, mejora su humor y, lo más importante, no interfiere en su perfectamente establecida vida.
Desde que Jimin ingresó a la universidad, Taehyung fue uno de los primeros chicos con los que se encontró. Este se encontraba dos años por delante, actualmente cursando el octavo semestre y destacándose como el típico chico popular que atraía las miradas de todos, Jimin no fue la excepción. Desde el primer cruce de miradas, establecieron una especie de rutina que perduró a lo largo de todo el año.
Jimin apreciaba sinceramente que Taehyung nunca hubiera intentado acercársele. Le gustaba pensar que, al igual que él, el azabache disfrutaba del breve intercambio de miradas sin la necesidad de desarrollar algo más entre ellos. Especialmente porque, por más atractivo y brillante en los estudios que fuera Kim, Jimin era consciente de que su vida era un completo caos en términos de organización.
Era comprensible; el chico destacaba por su popularidad y disfrutaba ser el centro de atención, participando activamente en fiestas y clubes durante los fines de semana. Al menos, eso sugerían los rumores que Jimin escuchaba los lunes en clases, donde Taehyung parecía ser el tema favorito de conversación entre todas las chicas y chicos de su clase.
Por esa razón, Jimin se encontraba satisfecho con su situación actual; involucrarse con Taehyung, sin lugar a dudas, acarrearía numerosos problemas. Además de la atención adicional que ello conllevaría. De alguna manera, ya estaba habituado a todas las miradas que se dirigían hacia él debido a su atractivo. Era consciente de su propia belleza. No obstante, no se sentiría capaz de manejar el añadir a eso la carga de más miradas, simplemente por estar cerca de Kim.
No, no, no.
Su vida ya era perfecta tal y como estaba, sin necesidad de cambios que pudieran arruinarla. No obstante, no contaba con la posibilidad de que él y Taehyung no compartieran la misma perspectiva, y el estilo de vida al que se aferraba con firmeza, estaba a punto de desmoronarse, pedazo a pedazo.
—Hola, Jimin, ¿cierto?
Cuando el rubio reconoció esa voz y sus ojos se encontraron con los de Taehyung, comprendió que estaba completamente equivocado.
Esa mañana, despertó al momento en que su alarma sonó, extendiendo sus brazos en busca de liberar la tensión en sus músculos. Frotó sus ojos, parpadeó un par de veces y, una vez que su mirada se adaptó a la claridad, se levantó de la cama y se dirigió directamente al baño. Disfrutó de una ducha de exactamente quince minutos, y al concluir, se vistió con la ropa que había preparado la noche anterior. Agarró su mochila con los objetos que necesitaría en el día, sin necesidad de verificar si algo faltaba, ya que había revisado meticulosamente tres veces el día anterior.
Descendió a la planta baja y se dirigió directamente a la cocina, donde encontró a su madre ocupada preparando el desayuno.
—Buenos días, mamá —saludó el rubio con una sonrisa, acercándose a ella para dejar un beso en su mejilla.
—Hola, cielo. Aquí tienes —respondió la mayor con la misma alegría, mientras colocaba ante él un plato repleto de panqueques adornados con frutas y un vaso de jugo de toronja.
Jimin sonrió con satisfacción, no solo porque disfrutaba de la deliciosa comida de su madre, sino también porque esta había sido servida puntualmente. Se sentía profundamente agradecido con ella por respetar su estilo de vida y ajustarse a él de la mejor manera posible.
Bueno, casi.
—Mimi, necesito que me hagas el favor de ir a casa del señor Hwang por la ropa que mandé a arreglar.
En ese momento, una mueca se formó en el rostro de Jimin.
—¿Qué? ¡No! —Se negó de inmediato.
—Por favor, hijo. Tu hermana no tardará en despertar, y tengo que ayudarla a alistarse para ir a la escuela. No tengo tiempo para ir a recoger la ropa, no te llevará mucho tiempo. El señor Hwang vive solo a tres casas de la nuestra.
—¿Desde cuándo sabías que debíamos ir a recoger la ropa? —cuestionó Jimin, pasando por alto por completo todo lo que su madre le había dicho.
—Ayer me avisó que ya estaba lista, así que le dije que pasaría hoy por ella.
—Lo supiste desde ayer, pero me lo estás informando justo ahora. Si me lo hubieras pedido en cuanto lo supiste, habría tenido el tiempo suficiente para acomodar tu solicitud en mi agenda del día. Pero ahora no puedo, porque si voy, eso me quitará tiempo, y no podré tomar el autobús que pasa exactamente a las siete veinte. Eso significa que tendré que esperar quince minutos para el siguiente, llegando tarde a clase. En otras palabras, la odiosa Jeongyeon ocupará mi asiento, y yo tendré que conformarme con la segunda fila, y...
Antes de que Jimin pudiera proseguir con su extenso monólogo, se vio interrumpido al comenzar a ahogarse debido a que había estado comiendo mientras hablaba. Tosió repetidamente, recibiendo unas palmadas reconfortantes en la espalda por parte de su madre. Tras ingerir un sorbo de jugo, logró recobrar la compostura.
—Deja de comer mientras estás hablando —regañó la mayor a su hijo, frunciendo ligeramente el ceño.
—¿Y perder el tiempo establecido para el desayuno? ¡Ni loco! —respondió el rubio mientras seguía comiendo su desayuno.
—Entonces, en resumen, ¿no piensas hacerme este favor?
—¿Es realmente urgente la ropa en este momento? —preguntó Jimin, esperanzado de que su madre le dijera que no.
—No, me serviría para la noche.
—¡Perfecto! —exclamó Jimin con emoción al ponerse de pie. Observó su reloj y sonrió al darse cuenta de que había terminado justo a tiempo—. Hobi vendrá hoy por la tarde, le pediré que pase a buscar la ropa y asunto resuelto.
La mayor negó con la cabeza, resignándose ante su hijo, consciente de que, por más que lo intentara, no sería capaz de imponerse en su día de manera forzada.
—Bien, pero no vayas a olvidarlo.
—Para nada —aseguró Jimin con una sonrisa, mientras terminaba de lavar sus trastes y se acercaba para darle un beso en la mejilla a su madre—. Iré a lavarme y luego me marcharé; nos vemos más tarde.
—Está bien, cielo. Yo iré a despertar a tu hermana. Ten un lindo día, te dejaré el almuerzo en la mesa.
Luego de que Jimin cepillara sus dientes y tomara sus cosas, revisó la hora en su celular y una sensación de satisfacción llenó su pecho al percatarse de que estaba saliendo justo a tiempo. Mientras caminaba hacia la parada de autobús, aprovecharía para enviarle un mensaje a su mejor amigo, pidiéndole el favor de recoger la ropa antes de que fuera a su casa.
Jung Hoseok era el único y mejor amigo de la infancia de Jimin, la única persona capaz y valiente que se había adaptado a su estilo de vida. El rubio estaba seguro de que teniéndolo a su lado, no necesitaba a nadie más.
A lo largo de los años, varias personas han intentado acercarse a él con la intención de alterar su forma de vida al conocerla. Sin embargo, nunca permitió que nadie interfiriera en su autenticidad. No quería tener a su alrededor a personas que no lo aceptaban como era, es por eso que valoraba profundamente a Hoseok, quien, a diferencia de los demás, no buscó cambiarlo. En cambio, lograron adaptarse mutuamente sin necesidad de imponer cambios, lo que fortaleció su conexión y les permitió ser genuinos el uno con el otro.
Eran un par de amigos bastante curiosos, pues a pesar de sus marcadas diferencias, compartían un profundo afecto mutuo.
Después de enviarle el mensaje a Hoseok y recibir una respuesta tranquilizadora de que no había problema, Jimin sonrió aliviado. Consultó la hora antes de guardar su celular; acababa de marcar las siete veinte. Doblando la esquina, divisó el autobús aproximándose. Al detenerse frente a él, Jimin se subió, pasó su tarjeta de transporte por el lector y se dirigió a sentarse en uno de los asientos traseros.
Una de las ventajas de tomar el autobús a esta hora era que siempre lo encontraba vacío. Resultaba curioso, ya que el siguiente, con solo quince minutos de diferencia, solía estar lleno.
Suspiró con fuerza, desviando la mirada hacia la ventanilla mientras repasaba en su mente los planes para el día. Últimamente, había experimentado días complicados y agotadores, por lo que esperaba que hoy fuera diferente. Sin embargo, esa expectativa se desvaneció cuando, al acercarse el autobús a la parada de su universidad, notó a Taehyung ahí, esperando.
Jimin respiró profundamente, tratando de convencerse de que el azabache no estaba esperándolo, aunque sabía claramente que era exactamente lo que estaba haciendo. Esta situación se había repetido durante toda una semana desde que Taehyung le había dirigido la palabra.
Descendió del autobús y se apresuró a pasar de largo lo más rápidamente posible, aunque parecía inútil, ya que cada paso de Taehyung equivalía a dos suyos. Huir de él resultaba prácticamente imposible.
—Buenos días, Jimin —saludó el mayor con una amplia sonrisa que logró calentar el corazón del rubio, aunque él nunca lo reconocería—. Que sorpresa encontrarnos nuevamente.
—Ya, claro. Siempre llego exactamente a la misma hora, pero eso ya lo sabías —respondió Jimin con seriedad, sin detener su marcha, ya que cada minuto era crucial para llegar a su salón a tiempo.
El mayor sonrió con diversión, sin desviar la mirada del rubio.
—¿Por qué tanta prisa? ¿No te parece que es un día hermoso? Podríamos aprovechar para dar una vuelta por el campus antes de las clases.
—¿Y permitir que Jeongyeon me quite mi lugar? Sí, seguro —respondió con sarcasmo, rodando los ojos—. Tengo el día planeado, Kim. ¿Y sabes qué? No estás en él, así que, si me permites, me iré a...
—Espera un momento, voy a saludar a Nam —interrumpió el mayor al divisar a su mejor amigo, tomando el brazo de Jimin para evitar que continuara caminando. Ni siquiera pareció prestar atención al hecho de que el rubio estaba tratando de mantenerlo lejos.
Inmediatamente, sus ojos se abrieron en sorpresa y por instinto, desvió la mirada hacia su reloj, observando cómo los segundos avanzaban, segundos que estaban destinados a formar parte de su camino hacia el salón de clases. Mientras observaba a Taehyung saludar efusivamente a Namjoon, uno de sus mejores amigos, sintió cómo su sangre hervía ante la idea de que Taehyung intentara entrometerse nuevamente en su rutina. A pesar de desear liberar su furia contra él, no estaba dispuesto a perder su tiempo en eso.
Por eso, en cuanto Taehyung soltó su brazo, Jimin no dudó ni un segundo en girarse y continuar su camino. Si aceleraba un poco el paso, seguramente podría recuperar los segundos perdidos y llegar a tiempo. Ni siquiera se molestó en comprobar si Taehyung se había dado cuenta de su ausencia o si lo estaba siguiendo de nuevo. Realmente le resultaba difícil creer cómo alguna vez encontró encantador a ese chico, y ahora solo deseaba no tener que volver a verlo.
Un inmenso alivio inundó su pecho cuando finalmente llegó a su salón y encontró su asiento vacío. Se acomodó, revisó su celular y esa sensación de satisfacción se desvaneció de inmediato al darse cuenta de que había llegado dos minutos después de la hora que se había propuesto.
Una vez más, una oleada de furia lo invadió al recordar que el responsable de ese contratiempo era nada más y nada menos que Taehyung. Inhaló profundamente y contó hasta diez mentalmente; no quería seguir dedicando tiempo valioso a ese pensamiento, ya que estaba destinado a repasar el tema que abordarían en clase.
—Ahí estás —escuchó la voz familiar y Jimin no se molestó en ocultar su expresión de frustración—. Si sigues marchándote de esa manera, nunca podré presentarte a mi mejor amigo —comentó Taehyung mientras tomaba asiento junto al rubio.
—Y ya te he dicho varias veces que no tengo intención de conocerlo. Así que, si me permites, debo repasar el tema.
El mayor se inclinó para examinar los apuntes de Jimin con curiosidad.
—Seguramente ya lo repasaste ayer; además, si necesitas ayuda, soy muy bueno en Análisis Vectorial —sugirió con un tono un tanto presumido.
Jimin bufó molesto antes de dirigir su mirada hacia Taehyung y fruncir el ceño.
—En primer lugar, sí, repasé el tema ayer, dos veces. Y en segundo lugar, no necesito tu ayuda. La materia no se me complica, solo quería revisarla por si acaso se me había pasado algo por alto.
—Ya, claro —respondió el mayor con sarcasmo—. Esto no es divertido, Jimin. No he dejado de decirte que no es necesario tener cada segundo del día planeado.
—Y yo no he parado de repetirte que no me interesa lo que pienses. Tengo la mitad de mi vida planeada, y eso no debería importarte —declaró con molestia, no soportaba para nada cuando intentaban hacerle cambiar; él estaba bien tal como era—. Y sí, tienes razón, esto no es divertido. Preferiría volver a esos tiempos donde solamente nos dedicábamos miradas.
—¿Y qué tenía eso de divertido?
—Que solo ocupaba diez segundos de mi día.
Taehyung estuvo a punto de responder, pero en ese momento, dos chicas ingresaron al aula. Jimin desvió su mirada hacia sus apuntes cuando se percató de quienes se trataba.
—Buenos días, Tae. Últimamente te veo mucho por mi salón —dijo animadamente Jeongyeon, quien venía acompañada de Nayeon.
—Estoy intentando entrar en la vida de Jimin —respondió el mayor como si nada, consiguiendo que las chicas abrieran los ojos con sorpresa.
—Solo vas a perder tu tiempo.
Jimin realmente detestaba a Jeongyeon, pero a pesar de eso, no podía estar más de acuerdo con ella en ese momento, por mucho que le costara admitirlo. Deseaba que Taehyung fuera capaz de entender que no estaba dispuesto a cambiar su forma de vida, mucho menos por alguien que había llegado de la nada queriendo intervenir.
—Para nada. Creo que es la mejor manera de invertirlo.
La seguridad con la que Taehyung respondió logró desconcertar a Jimin, quien no pudo evitar dirigir su mirada hacia él. El azabache ya le estaba viendo y, en ese momento, compartieron una de esas miradas que solían intercambiar tan a menudo, siendo Jimin quien desvió primero la suya. Contuvo la sonrisa que amenazó con aparecer en sus labios, porque tenía que admitir que Taehyung era increíblemente atractivo.
Un silencio se apoderó del aula antes de que Taehyung se pusiera de pie y les dedicara una sonrisa a las chicas.
—Me tengo que ir, todo tuyo —le señaló el asiento a Jeongyeon, consciente de su preferencia por sentarse hasta adelante, algo que Jimin le repetía sin falta todas las mañanas cuando intentaba hacerle desviarse de su camino a su salón.
—Oh, gracias —asintió la chica, ocupando el asiento mientras Nayeon se ubicaba en el que estaba detrás.
Jimin realmente esperaba que finalmente se marchara, porque, por mucho que fingiera estar repasando sobre los campos vectoriales, debía admitir que toda su atención estaba totalmente centrada en Taehyung. Y eso era algo que le irritaba demasiado, el hecho de que, incluso aunque se negara a romper sus rutinas, su atención se viera desviada hacia él.
—Jimin... —llamó el mayor con suavidad, logrando que los ojos color miel del rubio se posaran en él—. ¿Almuerzas conmigo?
Inmediatamente, el contrario rodó los ojos y negó con la cabeza.
—No, gracias.
—Será en la mesa de siempre entonces. Te veo luego. Ah, por cierto, tienes mal la fórmula de divergencia en las coordenadas cilíndricas —señaló con la mirada hacia sus apuntes y Jimin no tuvo tiempo de responder cuando el azabache ya se estaba retirando rápidamente del salón.
Su mirada se desvió hacia sus apuntes y, efectivamente, se dio cuenta de que le había faltado colocar la flecha del vector, algo que, aunque mínimo, resultaba sorprendente para Jimin que se le hubiera pasado por alto.
Corrigió su error y, cuando finalmente se dispuso a repasar el tema en serio, el profesor ya estaba entrando en el salón. Acababa de perder su tiempo por culpa de Taehyung.
Otra vez.
Antes de salir a almorzar, el representante de clase les informó que la profesora de Termodinámica no podría asistir, por lo que ya podían considerar el día concluido. A diferencia de sus compañeros, que no dudaron en marcharse para dar inicio a su fin de semana, Jimin mantuvo su horario tal y como lo tenía establecido. Ahora era hora del almuerzo, ya pensaría en la clase de Termodinámica cuando llegara su tiempo.
Salió del edificio y se dirigió directo a una de las mesas que se encontraban en el costado del campus. Le encantaba ese lugar porque siempre era muy tranquilo. O al menos solía serlo, ya que desde hace una semana se volvió demasiado ruidoso debido a que Taehyung afirmaba que no había nada mejor que comer escuchando música. Y como solía pasar últimamente, no era el primero en llegar al lugar.
Logró divisar al azabache recostado en la banca de la mesa, Jimin aún tenía la oportunidad de retirarse. Lamentablemente, considerar otro lugar al que dirigirse consumiría tiempo, sin contar con la certeza de encontrar un espacio disponible. Además, ¿cómo podría siquiera contemplar modificar su rutina? Eran las repercusiones de ser tan inflexible.
Soltó un profundo suspiro y se preparó emocionalmente para enfrentar al mayor. Jimin odiaba el hecho de que, por más disgustado que se sintiera, no podía simplemente apartar su mirada de Taehyung. Era como si el chico ejerciera una especie de imán sobre él, atrayéndolo con fuerza.
Al llegar, Jimin se acomodó al otro lado de la mesa, logrando que Taehyung enderezara su postura al verlo llegar. Su mirada fue hacia la hora en su celular y sus ojos se abrieron con asombro.
—Impresionante, ni un minuto más, ni uno menos.
El rubio rodó los ojos y se dedicó a sacar su almuerzo, sin molestarse en responderle al otro. En estos días, Taehyung se había acostumbrado a revisar su celular cada vez que llegaba a un lugar o terminaba de hacer algo, siempre con esa expresión de asombro, y terminaba preguntándole si tenía un reloj interno incorporado en su cuerpo.
—Solo quiero comer tranquilo hoy, Kim —pidió el menor con frustración, suspirando con fuerza antes de sacar el almuerzo que su madre le había preparado.
—¡No se diga más! —exclamó Taehyung con alegría, y Jimin realmente creyó que sería capaz de almorzar en silencio. No obstante, parecían tener un concepto diferente de paz, ya que en lugar de quitar la música, el azabache simplemente la reemplazó por una melodía clásica.
Jimin prefirió no decir nada al respecto; hacerlo solo le restaría energías y, además, le quitaría tiempo de su almuerzo.
Después de unos minutos, ya no sabía si agradecer o detestar el hecho de que Taehyung no estuviera hablando. Aunque apreciaba el aparente silencio por encima de la música, no sabía cómo manejar el hecho de que la mirada del mayor no se apartara de él para nada.
—¿Qué no piensas almorzar? —cuestionó Jimin, dando otro bocado a uno de los sándwiches de queso que su madre le había preparado.
—Me siento lleno con solo verte —respondió Taehyung con diversión, consiguiendo una mirada escéptica por parte del rubio, que enarcó una ceja—. Ya, bueno. No me dio tiempo de traer nada hoy, despertar temprano para llegar antes que tú no me deja tiempo para nada.
Un pequeño tic apareció en el ojo derecho de Jimin, incapaz de creer que este chico no pudiera siquiera organizarse para poder hacer sus cosas con tiempo. De todos modos, eso no era lo que debería importarle; lo crucial era el hecho de que realmente había estado llegando antes con la intención de emboscarlo en la parada del autobús.
—Pudiste haber ido a la cafetería a comprar algo y de paso, quedarte a almorzar con tus amigos —forzó una sonrisa, que se vio más como una mueca antes de desviar su mirada a su almuerzo.
—¿Y perderme tu preciosa compañía? Ni pensarlo.
En algunas ocasiones, Jimin anhelaba comprender hasta qué punto las palabras de Taehyung eran verdaderamente sinceras. Este chico irradiaba alegría y despreocupación de una manera que resultaba enigmática para Jimin, quien encontraba difícil descifrar sus pensamientos.
—No te preocupes, tengo esta barrita de cereal aquí —rebuscó en su mochila, sacó la barra y la mostró en alto—. Con esto estaré bien.
Ambos jóvenes se sostuvieron la mirada durante unos breves segundos, hasta que Jimin esbozó una leve sonrisa y negó con la cabeza.
—Ten, come esto —ofreció su recipiente, donde reposaba un sándwich de queso con jamón, partido en dos mitades.
Los ojos del contrario se abrieron en asombro, incapaz de procesar el gesto del menor. Una enorme sonrisa iluminó el rostro de Taehyung, esa que a Jimin le gustaba comparar con una cajita y en la que solía perderse a menudo, mientras sus ojos brillaban de emoción.
—¿Estás seguro? ¿No reduciría eso tu tiempo de almuerzo y te dejaría tiempo libre ineficiente?
La declaración del azabache sorprendió notablemente al rubio, especialmente al percatarse de que había llegado a esa conclusión por sí mismo. La cual, era completamente acertada. Jimin sentía una aversión considerable hacia el tiempo libre que podía quedar entre sus acciones, considerándolo un despilfarro total. Esta era la razón por la cual no organizaba meticulosamente su día, dejando intervalos de tiempo por si surgía algo, ya que pensaba que planificar todo con minuciosidad y llevar a cabo sus actividades al pie de la letra eliminaría la necesidad de malgastar tiempo, permitiéndole ser más eficiente en su aprovechamiento.
—No será un desperdicio porque tengo esto —aseguró, tomando la barra de cereal de la mano del mayor—. Las barritas de manzana son mis favoritas, así que tómalo como un intercambio.
Taehyung humedeció sus labios y esbozó una amplia sonrisa. Jimin desvió la mirada hacia la pieza de metal que adornaba el labio del azabache por un breve instante, antes de encontrarse con sus profundos ojos oscuros fijos en él.
—Es un avance.
El rubio parpadeó confundido, sin comprender del todo lo que Taehyung quería expresar. Antes de que pudiera decir algo, el mayor estalló en exclamaciones elogiando con entusiasmo los sándwiches de su "suegra", provocando que Jimin se ruborizara intensamente.
Y quizás, solo quizás, había comido la barrita un poco más despacio, asegurándose de terminar exactamente cuando su tiempo de almuerzo llegaba a su fin.
Al regresar a casa, Jimin se encontraba notablemente exhausto. Haberle mencionado a Taehyung que sus clases habían concluido y que, en lugar de regresar directamente a casa, emplearía el tiempo para ir a la biblioteca y hacer sus deberes, solo logró que el mayor decidiera saltarse sus propias clases con tal de pasar más tiempo con él. Taehyung le aseguró que su clase de Obras Hidráulicas no era tan emocionante como compartir tiempo juntos.
Jimin seguía sin comprender cómo era posible que Taehyung obtuviera buenas calificaciones, considerando que ni siquiera se tomaba en serio sus clases.
Al menos, había conseguido esquivar el intento de Kim de llevarlo a casa, algo a lo que este había estado insistiendo desde el primer día que le habló. Jimin no lograba comprender cuál era la motivación detrás de las acciones del mayor; en ocasiones, llegaba a pensar que disfrutaba demasiado molestarlo constantemente.
Cuando se recostó en su cama, se sintió agradecido de no haber tenido su última clase. Los viernes, le resultaba reconfortante agregar un tiempo extra para estar con su mejor amigo. Estar a su lado, sin importar la actividad que compartieran, incluso si solo implicaba quedarse en silencio contemplando el techo, nunca podía considerarse tiempo malgastado.
Ya le había enviado un mensaje a Hoseok para informarle que ya estaba en casa, así que no pasaría mucho tiempo antes de que su mejor amigo llegara ya que vivían en el mismo vecindario. Este le había respondido que solo se detendría para recoger la ropa de su madre y estaría allí enseguida, una noticia que llenó el corazón de Jimin de alegría.
Unos diez minutos después, escuchó la puerta de su casa abrirse y un fuerte grito resonar.
—¡Ya estoy aquí!
Una enorme sonrisa iluminó el rostro del rubio, quien se puso de pie rápidamente y bajó las escaleras para recibir a su mejor amigo. Había planeado abrazarlo con fuerza en cuanto lo vio, pero una pequeña personita se le adelantó.
—¡Hobi!
—¡Hola, Yuqi! —saludó animadamente el castaño, recibiendo a la pequeña entre sus brazos—. ¿Cómo estás, preciosa? —preguntó con una sonrisa.
—Estoy bien, hoy aprendí a sumar —respondió la pequeña rubia con orgullo.
—¿Es así? Vaya, entonces dime... ¿cuánto es trece millones más dos billones?
—¡Todavía no puedo sumar algo tan grande! —Se quejó Yuqi con un ligero puchero, consiguiendo que el mayor dejara escapar una fuerte carcajada.
—Seguro que podrás pronto —aseguró, dejándola nuevamente en el suelo, llevando su mirada inmediatamente a su mejor amigo—. Hola, cariño. ¿Me extrañaste? —preguntó con diversión, extendiendo sus brazos en una invitación que Jimin no dudó en aceptar, abrazándolo con fuerza.
—Claro que sí —respondió el contrario con convicción.
En ese momento, la madre de Jimin apareció en la entrada de la casa, con una enorme sonrisa adornando su rostro al ver a Hoseok.
—Hoseokie, cielo —dijo la mujer con mucho cariño, acercándose al menor para unirse al abrazo.
—Hola, Hyunjoo —saludó el castaño, besando la mejilla de la mayor—. ¿Estás completamente segura que no estás buscando un padrastro para Yuqi y Jimin? La oferta sigue en pie.
La mujer rio con diversión y se separó ligeramente cuando el abrazo se deshizo.
—Si fueras unos años mayor y te gustaran las mujeres, quizás lo consideraría.
—¡Deja de coquetear con mi madre! —Jimin interrumpió, frunciendo el ceño hacia su mejor amigo.
—No estés celoso, cariño. Sabes que tengo mucho amor para ti también.
Jimin rodó los ojos y negó con la cabeza, soltando una risa ligera. Aunque su mejor amigo era su completo opuesto, no podía evitar amarlo con todo su corazón.
—Tonto, vamos. Estamos perdiendo tiempo y las opciones de películas se están reduciendo.
—¿Qué estamos esperando entonces? Hyunjoo, dejé la bolsa con la ropa en la mesa junto a la entrada.
—Gracias, Hoseokie. Los llamaré cuando la cena esté lista —dijo la mayor con una sonrisa mientras observaba a ambos chicos desaparecer escaleras arriba.
Al llegar a su cuarto, Hoseok se dirigió directamente a la cama y se dejó caer en ella, mientras Jimin encendía la televisión para ingresar a Netflix.
—Considerando el tiempo antes de la cena, solo nos quedan algunas opciones de películas. Podemos elegir una de ellas...
—O podríamos esperar después de cenar —interrumpió el castaño, provocando una mirada confusa de su mejor amigo.
—Pensé que dormirías con Yoongi este fin de semana, ¿volvieron a pelear?
—No, para nada. Surgió un cliente de último momento que quiere un tatuaje que llevará tiempo, pero la compensación es buena. No quiso dejar pasar la oportunidad, pero como se demoraría mucho, decidimos encontrarnos hasta mañana en el almuerzo.
—Ya, entiendo —asintió Jimin con comprensión—. ¿Te quedarás a dormir entonces?
—¿Puedo? ¿Tenías ya planeado el día de mañana? —preguntó Hoseok con seriedad, a Jimin le encantaba que su mejor amigo respetara su estilo de vida.
Negó con la cabeza, una ligera sonrisa curvando sus labios.
—Por supuesto que puedes, ya sabes que los sábados suelo dedicar mi tiempo a estar con mi familia y estudiar un poco.
—¡Genial! —exclamó emocionado Hoseok, tomando la mano de su mejor amigo y haciéndolo caer en la cama a su lado—. ¿Qué te parece si vamos a una fiesta mañana en la noche?
La expresión de Jimin cambió de inmediato a una mueca de disgusto, ya que el intento constante de su mejor amigo por convencerlo de ir a una fiesta durante el fin de semana se había convertido en parte de la rutina.
—Sabes que no me gusta, la gente me mira como si fuera un pedazo de carne. Además, estoy agotado de todo el revuelo de esta semana con Taehyung; solo quiero un poco de paz para variar.
En ese instante, Hoseok se enderezó y su mirada cayó de inmediato en el rubio a su lado, quien frunció el ceño confundido.
—¿Quién es Taehyung?
Jimin comprendió de inmediato lo que había captado la atención de su mejor amigo, ya que durante toda la semana no había tenido la oportunidad de contarle sobre el azabache que no paraba de seguirlo a todas partes.
—Es un chico de mi facultad que ha estado siguiéndome toda la semana, insistiendo en integrarse a mi vida y tratando de interferir en mis rutinas. ¡Dios, es tan irritante de verdad!
—¿Por qué a penas me estoy enterando de esto? —cuestionó el moreno, simulando estar ofendido mientras colocaba una mano sobre su pecho—. Estas son las cosas que deberías contarme, no el como tu profesor terminó tarde su clase y debido a eso debiste tomar otro autobús. ¡Cuéntamelo todo!
El rubio rodó los ojos y dejó escapar un suspiro audible. Conocía a su mejor amigo lo suficiente como para darse cuenta de que no lo dejaría en paz hasta que compartiera todos los detalles. Jimin se quedó en silencio por un momento, reorganizando mentalmente su nuevo horario con las actividades que habían cambiado. Se sintió satisfecho al finalizar, sabiendo que todo estaba en orden.
—Es uno de los chicos más populares del campus; lo conocí cuando ingresé a la universidad. Desde la primera vez que nos vimos, nos dedicamos una mirada y una ligera sonrisa. Eso comenzó a repetirse durante todos los días a lo largo de todo el primer año.
—¡Wow, wow, espera! ¿Esto ha estado sucediendo durante un año entero y apenas me entero ahora? ¿Dónde quedó nuestra amistad, Minnie? ¡Yo te conté sobre Yoongi en el primer segundo que lo vi!
—Primero que nada, yo estaba ahí cuando conociste a Yoongi así que eso no cuenta. Segundo, ¿vas a dejarme hablar? Te recuerdo que pronto será hora de cenar y el tiempo de la charla va a terminar.
—Puedes hablar mientras comes.
—No, hoy mamá me regañó por hacerlo.
—¿Te ahogaste de nuevo?
—Sí, pero eso no importa. Como te decía, así fue como conocí a Taehyung. No te dije nada porque nunca pasó nada más, me conoces. Era simplemente una rutina que se repetía constantemente sin avanzar. Pensé que él y yo estábamos en la misma sintonía; ya había pasado un año con esta especie de rutina y todo estaba bien.
—¿Y no fue así? —cuestionó Hoseok con interés.
Jimin suspiró y negó con la cabeza.
—Parece que no, porque el muy tonto me habló hace una semana y no ha dejado de seguirme desde entonces.
—¿Y sabes por qué lo está haciendo?
—Él dice que quiere formar parte de mi vida y ayudarme a vivir de una manera más flexible. Asegura que no hay necesidad de planearlo todo y que podría ser más feliz así. Pero me confunde constantemente, ya que parece coquetear conmigo cada vez que tiene la oportunidad y no me deja en paz, a pesar de que le he dicho que es irritante —explicó Jimin con frustración, llevando sus manos hasta su rostro y cubriéndose con ellas.
—¡Necesito saber quien es ese chico! Vamos a buscarlo en Instagram, ¿cuál es su nombre? —preguntó el castaño, mientras sacaba su celular.
—Kim Taehyung, pero no creo que vayas a poder encon-...
—¡Aquí está! —exclamó Hoseok con una sonrisa triunfante—. Nunca dudes de mis habilidades, cariño. Ahora, vamos a ver... joder, ¿este es el Taehyung del que hablas? —El castaño preguntó con sorpresa mientras le mostraba la pantalla de su celular a Jimin.
—Sí, ese es.
—¡Sé quién es! Lo he visto en fiestas, y un amigo suyo es también amigo de Yoongi. ¡No lo puedo creer, Jimin! Deberías estar planificando un horario exclusivo para ese chico en lugar de ignorarlo; a este paso morirás virgen.
—Deja de decir tonterías, sabes que no estoy interesado en una relación. Mucho menos en alguien que no es capaz de aceptar mi estilo de vida e intenta interferir en el. Que sea jodidamente atractivo y me ponga de los nervios no me hará cambiar de parecer —declaró el rubio con firmeza.
En ese momento, silencio llenó la habitación mientras los ojos de Hoseok se abrían con asombro, procesando las palabras pronunciadas por el rubio. En el momento en que Jimin se percató de lo que estaba a punto de suceder, ya era demasiado tarde para intentar solucionarlo, pues su amigo ya no estaba dispuesto a escuchar más.
—¡Te gusta! —gritó con emoción—. Y demasiado. ¡No intentes negarlo! —dijo rápidamente cuando vio la intención de Jimin de refutar. —Lo tienes escrito por toda la cara, Minnie. ¡Con más razón deberías lanzarte a conquistarlo!
Jimin evaluó las posibles respuestas que podría darle a su amigo en ese momento, pero pronto comprendió que cualquier argumento sería en vano, ya que Hoseok parecía estar inamovible en su perspectiva. Afortunadamente, el tiempo de la charla había terminado.
—¡Chicos, la cena está lista! —gritó Hyunjoo desde la planta baja.
—Hora de cenar —comentó Jimin, levantándose y abandonando rápidamente su habitación con la esperanza de eludir seguir escuchando a Hoseok. Sin embargo, ¿a quién intentaba engañar? Sabía que su amigo no se rendiría fácilmente.
—¡Todavía no termino contigo, Park Jimin!
Por culpa de su mejor amigo, ahora tanto su madre como su pequeña hermana mostraban interés en conocer a Taehyung. Jimin no podía creer la manera en la que había logrado meterse en su vida, incluso cuando no le había dado permiso para hacerlo.
Se encontraba abrumado, y la falta de control en la situación era algo a lo que no estaba acostumbrado. Anhelaba regresar a esos días en los que podía vivir su vida con tranquilidad.
Después de que Hoseok se marchara al día siguiente y Jimin reiterara que no tenía interés en ir a una fiesta, se encontraba en la sala con su madre y su hermanita, viendo una película de princesas que Yuqi había escogido. Jimin no tuvo inconveniente en aceptar, ya que los sábados el tiempo no era un problema para él; esos días estaban exclusivamente destinados a pasar tiempo con su familia. Claro, eso era hasta que llegara su hora de estudio, pero aún faltaba tiempo para eso.
Aunque su mirada permanecía fija en la pantalla, su mente no podía dejar de reflexionar sobre las palabras de su mejor amigo. No es que Jimin tuviera la intención de vivir su vida en soledad; sin embargo, el tema de las relaciones estaba en la parte de su vida que aún no había planificado. Su deseo era concentrarse en sus estudios, ya que su sueño siempre fue convertirse en Ingeniero, de la misma manera que su padre lo fue. Y aunque ya no estuviera a su lado, Jimin sabía que, de estar vivo, se sentiría sumamente orgulloso de verlo vivir de manera organizada.
Aún rememora el momento en que vio por primera vez el plano de una estructura en la que su padre estaba trabajando. La perfección con la que cada forma estaba meticulosamente alineada lo cautivó profundamente. Cuando indagó sobre el plano, su padre le explicó con cariño: "Es esencial garantizar que todo esté meticulosamente ordenado, Mimi; de lo contrario, la estructura podría colapsar, con consecuencias significativas".
Sin darse cuenta, la tarde transcurrió con mayor rapidez de la que habría deseado, y la hora de estudio finalmente llegó. Estaba un poco frustrado, ya que no logró prestar la debida atención a las películas, distraído por sus pensamientos incesantes. Anhelaba sinceramente que su vida recuperara la serenidad que solía disfrutar.
Subió a su habitación y se dirigió directamente a su escritorio, donde ya tenía organizadas las cosas que necesitaría para estudiar. Este semestre estaba adentrándose en el aprendizaje de los cálculos básicos sobre estructuras, algo que realmente lo emocionaba, ya que fue la razón principal por la que decidió estudiar Ingeniería Civil. Comenzó a copiar algunos ejercicios de su libro en su libreta para resolverlos. Sin embargo, en ese momento, su celular empezó a sonar insistentemente, recibiendo una avalancha de mensajes de repente.
Frunció el ceño con molestia. No sabía quién podía ser, ya que Hoseok era consciente de que era su hora de estudio y nunca se atrevería a interrumpirla. Además, aparte de él, la única persona que tenía su número era su madre, y ella estaba en casa.
Al revisar los mensajes, descubrió un número desconocido que simplemente le enviaba repetidamente muchos "Jimin" al mismo tiempo.
Tú:
¿Quién eres?
Número Desconocido:
Ah, finalmente me respondes
Soy Taehyung, hola💚
Genuina incredulidad cubrió el rostro del rubio en ese instante. No entendía cómo había logrado obtener su número. Se había negado a proporcionarlo durante toda la semana, y solo el representante de su clase lo tenía, ya que era necesario para agregarlo al grupo del salón. Claro que, si alguien buscaba con determinación, cualquier compañero de su clase podría haber obtenido su número. Y dado que Taehyung era bastante popular, no sería sorprendente que hubiera logrado conseguirlo de esa manera.
Tú:
No voy a preguntar siquiera cómo conseguiste mi número porque sería una pérdida de tiempo, justo como el que me estás haciendo perder ahora.
No me molestes.
Número Desconocido:
¿Por qué eres tan cruel? Solo quería hablar contigo
Te enojas como si te hubiera interrumpido mientras estudias
Espera...
¿Estabas estudiando?
¿En sábado?😨
Jimin rodó los ojos; ya podía imaginar la expresión de asombro que tendría Taehyung en ese instante.
Tú:
Sí, así que déjame en paz.
Número Desconocido:
LOS SÁBADOS NO SON PARA ESTUDIAR PARK JIMIN😱
Es fin de semana, deberías relajarte. Ni siquiera necesitas repasar realmente, eres muy inteligente
Por eso, ¿qué te parece ir a una fiesta conmigo? Podrías pasarme tu dirección y yo voy por ti más al rato
¿Qué dices?💚
Sí, claro. Jimin no iba a caer en eso. Taehyung ha insistido demasiado en conocer dónde vive. Ya es lo suficientemente frustrante para el rubio tener que soportarlo en la universidad como para que ahora quiera perturbar la tranquilidad de su hogar.
Tú:
No quiero, así que déjame estudiar o voy a bloquearte.
Número Desconocido:
Al menos lo intenté🥺
Está bien, te dejaré estudiar. Pero si cambias de opinión, me avisas
No importa si es tarde
Iré por ti💚
Jimin anhelaba que su corazón obedeciera a su mente; no le gustaba cómo latía más rápido cada vez que Taehyung realizaba alguna acción que le resultaba adorable. Negó con la cabeza y apartó su celular sin dar respuesta. Intentó volver a enfocarse en los problemas que estaba copiando en su libreta, pero, como toda esa semana, su paz estaba siendo profundamente afectada por Kim Taehyung.
Después de unos minutos en los que se percató de que no sería capaz de concentrarse, bufó con frustración. ¿Qué le estaba sucediendo? Él no era alguien que rompiera con sus rutinas por nada del mundo; siempre se había aferrado fielmente a ellas. ¿Qué era lo que tenía Kim para hacerle tambalear de esta manera?
Suspiró con fuerza, tomó su celular y realizó una llamada que no tardó en ser contestada.
—¿¡Qué pasa!? ¿¡Estás bien!? ¿¡Vas a morir!? —Los fuertes gritos de su mejor amigo resonaron apenas contestaron.
—Estoy bien, deja el drama.
—¿Qué deje el drama dices? Minnie, me estás llamando en plena hora de estudio; eso solo puede significar que algo muy grave está pasando.
El rubio dejó escapar un suspiro profundo, moviendo su cabeza ligeramente en un gesto de negación. No podía reprocharle a Hoseok su actitud tan extremista, ya que después de todo, tenía razón.
—Empiezo a creer que mi cabeza es la que está grave —murmuró con frustración—. Como sea, iré contigo a esa fiesta. ¿Pasas por mi?
Un silencio prolongado se apoderó de la línea durante varios segundos, tanto que Jimin frunció el ceño y se aseguró de que la llamada aún estuviera en curso. A punto de romper el silencio, un chillido agudo proveniente de su mejor amigo lo obligó a apartar rápidamente el dispositivo de su oreja.
—¿¡Estás hablando en serio!?
—Hobi, no grites, me vas a dejar sordo. Y sí, estoy hablando en serio. ¿Pasarás por mi o debería cambiar de opinión sobre...?
—¡No! Claro que pasaré por ti. Estoy con Yoonie, le diré que pasemos por ti antes de irnos.
—Bien, mandame un mensaje para saber la hora.
—De acuerdo, cariño. Nos vemos más tarde.
—Sí, sí.
Al finalizar la llamada, el rubio soltó un suspiro pesado. Sinceramente, no tenía ni la más mínima idea de qué demonios estaba haciendo, y lo que le preocupaba aún más era que no experimentaba ningún remordimiento por haber interrumpido su tiempo de estudio. Tomó su celular y revisó el mensaje de Taehyung, donde afirmaba que ni siquiera necesitaba estudiar porque era inteligente. Sin darse cuenta, una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
Bueno, tendría tiempo más adelante para lamentarse en caso de que esto resultara ser una pérdida de tiempo. Por ahora, decidió no darle más vueltas al asunto y se dedicó a buscar qué ponerse.
—¿Estás completamente seguro de que eres mi hijo? —preguntó Hyunjoo por quinta vez a Jimin, quien ya se encontraba visiblemente irritado.
—¡Mamá, ya te dije que sí!
—Es que, Mimi, no puedo creer que hayas alterado tu rutina y vayas a ir a una fiesta. ¿Estás realmente seguro de que te sientes bien?
Jimin no tendría porqué enojarse, especialmente porque fue él quien contribuyó a formar esa percepción en los demás. Suspiró profundamente, tomó las manos de su madre que estaban en su rostro, las retiró con suavidad y le dedicó una sonrisa.
—Estoy bien, no te preocupes. —En ese instante, un mensaje llegó a su celular y al revisarlo, vio que era Hoseok quien le informaba que ya estaba afuera—. Bien, Hobi ha llegado, me voy.
—Tengan cuidado, y no te sobrepases bebiendo o mañana vas a lamentarlo —dijo con diversión la mayor.
—Lo sé —respondió Jimin con una sonrisa, acercándose a su madre para besar su mejilla—. Nos vemos.
Tras despedirse de ella, salió de su casa y, al frente, vio el auto de Yoongi con él al volante y Hoseok a su lado. Se acomodó en la parte trasera y, luego emprendieron marcha.
El castaño se volvió para mirar a su mejor amigo, y una amplia sonrisa iluminó su rostro.
—Te ves increíblemente atractivo. Para ser alguien que no le gusta destacar, estas vestido exactamente para llamar toda la atención.
—Ya, no pienso cambiar mi forma de vestir solamente porque existan descerebrados que no saben mantener sus hormonas a raya.
—Bien dicho, cariño. ¿Ahora, me dirás por qué cambiaste de opinión? No creo que estés aquí porque te rogué toda la mañana, ya que eso es algo que hago todos los fines de semana —preguntó con curiosidad, arqueando una ceja.
El rubio soltó un suspiro profundo y se encogió de hombros.
—Honestamente, creo que me volví loco. Recibí un mensaje de Taehyung invitandome a una fiesta y le dije que no iría, que me dejara en paz. Pero bueno... aquí me tienes, yendo a una fiesta de la que ni siquiera estoy seguro si es la misma de la que él me habló.
Hoseok quedó sorprendido por las palabras de su mejor amigo; realmente le impresionaba el impacto que ese tal Taehyung estaba teniendo en él.
—Bebé, ¿sabes si Jungkook irá a la fiesta a la que vamos? —preguntó Hoseok a su novio.
—Sí, él fue quien me dio la información.
—¡Perfecto! —exclamó emocionado el castaño, volviéndose nuevamente hacia su mejor amigo—. No te preocupes, Minnie, seguro que Taehyung estará allí. Jungkook es el amigo en común que Yoonie tiene con él, así que tranquilo.
Un suspiro de alivio llenó el pecho de Jimin. Jungkook era uno de los mejores amigos de Taehyung, y siempre los veía juntos con Namjoon en el campus. Si Jungkook asistiría a la fiesta, era seguro que Taehyung también estaría presente. Sin embargo, ahora una nueva preocupación se apoderaba de su mente: ¿qué se suponía que haría? Ni siquiera le había avisado a Taehyung que planeaba ir.
—No tiene idea que decidí ir, no me atreví a responderle el mensaje luego de haberle dicho que me dejara en paz —dijo con ligero pesar.
—No te sientas mal, Minnie. Pero ya te he dicho que tratar mal a los demás no es la mejor forma de defenderte cuando algo te asusta.
—¿Qué? ¡Él no me asusta! —Hoseok enarcó una ceja, mirándolo de manera escéptica, lo que provocó que Jimin chasqueara la lengua—. Solo me pone nervioso, eso es todo.
—Eso es porque te gusta, pero tranquilo. Si no ha parado de ser insistente a pesar de tus rechazos, entonces realmente ha de ir en serio contigo. Pero, cariño, no te confíes de eso. Todos tenemos un límite.
Jimin permaneció en silencio un momento antes de desviar la mirada hacia la ventanilla.
—Él no me gusta...
Hoseok rodó los ojos y negó la cabeza con diversión.
—Sí, claro. Repítelo hasta que te lo creas.
Veinte minutos después, llegaron finalmente al lugar donde tenía lugar la fiesta. La casa era impresionantemente amplia y estaba llena de jóvenes que se movían de un lado a otro, ya sea bebiendo, bailando o simplemente charlando.
—No te separes de mí —advirtió Hoseok a Jimin, entrelazando su brazo con el del contrario.
Entraron al lugar, con Yoongi caminando detrás de los chicos mientras fumaba un cigarrillo. A medida que avanzaban, las miradas se posaban en ellos. Algunas eran más discretas que otras, y Jimin no exageraba al decir que los demás lo miraban como si fuera un simple pedazo de carne.
El rubio lucía un pantalón negro que resaltaba sus piernas y se ajustaba a su esbelta cintura, combinado con una camisa de seda blanca suelta que dejaba ver sus clavículas. Acompañaba el conjunto con unos zapatos negros de tacón que le otorgaban unos centímetros adicionales. Sus orejas estaban adornadas con argollas, y su cabello rubio estaba perfectamente peinado hacia los lados. Incluso había aplicado un toque de maquillaje para resaltar su mirada.
Jimin siempre había sido una persona preocupada por su apariencia; le gustaba vestirse bien y cuidar su aspecto. Aunque esto a veces le causara incomodidad debido a las miradas que atraía, no tenía intenciones de cambiar su estilo, ya que se sentía feliz vistiendo de esa manera.
Su mirada recorrió el lugar con discreción mientras avanzaba. Aunque no lo admitiría en voz alta, era lo suficientemente valiente para aceptar que se encontraba buscando a Taehyung. Curiosamente, cuando logró visualizarlo, el azabache ya tenía los ojos fijos en él.
Lucía sorprendido, y no estaba tratando de disimularlo en lo absoluto. Como era costumbre, se observaron durante varios segundos antes de que Taehyung dejara su bebida a un lado y se dirigiera hacia él. Jimin aprovechó la distancia para examinarlo detenidamente; tenía que admitir que se veía jodidamente atractivo con esa chaqueta de cuero negra, los jeans rasgados que se ajustaban a sus piernas y esas botas negras.
Cuando estuvieron cara a cara, Jimin tuvo que alzar la vista como siempre, ya que el azabache era considerablemente más alto que él. Una leve sonrisa iluminó su rostro cuando vio a Taehyung sonreírle.
—Así que tú eres Taehyung —interrumpió Hoseok el momento, consiguiendo la atención de ambos chicos en él—. He escuchado de ti.
Los ojos de Taehyung brillaron al escuchar eso, provocando que su sonrisa se ampliara.
—Eres el novio de Yoongi. Hoseok, ¿cierto? —cuestionó, saludando al peligris que estaba a su lado con un gesto de cabeza, que el otro correspondió de la misma manera.
—Sí, y también soy el mejor amigo de Jimin. Ya que nos encontramos contigo, ¿puedo confiar en que cuidarás de él?
En ese instante, los ojos del rubio se abrieron de par en par, y su mirada se posó intensamente en Hoseok, quien parecía estar disfrutando verdaderamente de la situación.
—Claro, estará seguro conmigo —aseguró el azabache con una sonrisa.
—¡Perfecto! —exclamó con emoción, dirigiéndose de nuevo a su mejor amigo—. Estaremos por allá, Minnie. Si necesitas algo, envíame un mensaje.
No tuvo ni siquiera la oportunidad de negarse cuando el castaño ya le había dado un beso en la mejilla y tomado la mano de su novio para alejarse de allí. Jimin volvió la mirada hacia Taehyung, quien lo observaba con una intensidad evidente en sus ojos.
—¿Te gustaría ir por unos tragos? —preguntó el mayor, y Jimin no se opuso, ya que esperaba que eso pudiera ayudar a calmar sus nervios. Taehyung siempre tenía ese efecto sobre él, pero en este momento, estar en un entorno diferente al que estaba acostumbrado a verlo solo lograba intensificar el latido de su corazón.
Se dirigieron a la barra, donde un chico se encontraba preparando una variedad de bebidas.
—Hey, Tae. ¿Qué les sirvo? —preguntó el joven con confianza, indicando a Jimin que Taehyung lo conocía.
—¿Prefieres algo no tan fuerte? —Kim se dirigió al rubio.
Jimin abrió los ojos con cierta ofensa, ya que poseía una muy buena resistencia al alcohol. Aunque no fuera muy entusiasta de las fiestas o los clubes, había ocasiones en las que salía a tomar con Hoseok en el departamento de Yoongi, ya que al mayor le encantaba enseñarles a disfrutar del whisky. Además, también solía acompañar a su madre a cenas de trabajo y no tenía piedad con las bebidas.
—Es probable que yo tenga mejor tolerancia al alcohol que tú.
Los ojos de Taehyung se abrieron con sorpresa, y una leve sonrisa se dibujó en su rostro.
—Eso no lo esperaba, bien. Entonces danos dos tiras de tequila —pidió Taehyung al chico de la barra, sin despegar sus ojos de Jimin—. ¿Qué te parece si hacemos una pequeña competencia? El perdedor tendrá que hacer algo que el otro pida.
El rubio se quedó pensativo por un momento, pero confiado en su habilidad con el alcohol decidió aceptar.
—Bien.
—Aquí tienen, dos tiras de tequila —anunció el chico, colocando frente a ellos dos tablas largas de madera que contenían siete huecos con los shots de tequila.
—Gracias, Jackson —agradeció el azabache con una sonrisa, volviendo luego su mirada hacia Jimin—. ¿Listo? —preguntó al rubio, quien asintió en respuesta.
En cuanto dieron la señal, ambos empezaron a tomar sus respectivos shots. Jimin se tomó uno tras otro, sin siquiera fruncir el rostro mientras el alcohol ardiente descendía por su garganta. Se dedicó a consumir sus shots con velocidad, y justo al concluir el último, se giró triunfante para proclamar su victoria. Sin embargo, Taehyung ya lo miraba con intensidad, habiendo logrado finalizar antes.
Jimin hizo una mueca, y chasqueó la lengua.
—Ya, tú ganas. ¿Qué es lo que vas a pedir?
De entre todas las posibles peticiones que Jimin esperaba que Taehyung le hiciera, la que finalmente surgió lo tomó por sorpresa.
—Baila conmigo.
—Pude haber aceptado sin necesidad de hacer una competencia —dijo Jimin con diversión, soltando una risa ligera.
—Me gusta asegurar las cosas —respondió el mayor, llevando su mano hasta entrelazarla con la del rubio y guiándolo hacia el centro, donde se había improvisado una pequeña pista de baile.
Bailar era una de las cosas que Jimin amaba; algunos días de la semana siempre destinaba tiempo para poder bailar en casa. No obstante, hasta ahora solo había bailado con Hoseok y su madre. La idea de hacerlo con Taehyung comenzaba a ponerlo nervioso. No era justo que además de ser atractivo, Taehyung también fuera un chico que le gustara bailar, algo que, sin duda, intensificaba su interés por él.
Cuando llegaron al centro, Jimin optó por sumergirse en la música y permitir que los tragos lo relajaran. Lo último que quería era que Taehyung notara la intensidad con la que latía su corazón. Comenzó a mover sus caderas al ritmo de la música y se acercó más al azabache, cuya mirada estaba fija en él.
Estuvieron bailando durante un buen rato, hasta que Taehyung se inclinó hacia él para hablar y que pudiera escucharlo mejor.
—Realmente me sorprendió verte, pensé que este tipo de ambientes no eran de tu agrado.
El aliento cálido de Taehyung rozando su oreja logró erizar su piel, por lo que tuvo que hacer un esfuerzo para que el contrario no lo notara.
—No es que me desagraden las fiestas, lo que me molesta son las miradas que me lanzan los ebrios hormonales, justo como la de ese chico de allí.
Taehyung siguió la dirección que el rubio le indicó con la mirada, y su expresión se volvió sombría al percatarse de cómo estaban mirando a Jimin. El chico se sintió incómodo al notar la intensidad de la mirada del azabache sobre él, lo que le hizo ponerse nervioso y desviar la vista.
—Yo puedo encargarme de eso —declaró Taehyung, suavizando su mirada al encontrarse con los ojos color miel del contrario.
Una sonrisa iluminó el rostro del rubio.
—Seguro que sí.
—¿Quieres ir a otro lado? —preguntó el mayor, recibiendo un asentimiento de parte de Jimin.
—Le diré a mi mejor amigo —respondió, buscando con la mirada por el lugar hasta encontrarlo en uno de los sillones, sobre el regazo de Yoongi mientras se besaban intensamente—. Mejor le aviso por mensaje.
Tomando la mano de Jimin, Taehyung se abrió paso entre la multitud hasta que finalmente salieron de la casa. Una brisa fresca les acarició el rostro, haciendo que el menor se estremeciera ante el inesperado toque de frío.
—Ten, ponte esto —ofreció el mayor, quitándose su chamarra para colocarlo en los hombros del otro.
—Gracias —respondió Jimin con una sonrisa, pasando sus brazos por las mangas y disfrutando del aroma que desprendía la prenda.
—Te ves muy pequeñito en ella, pero te queda bien.
Jimin deseó responder, pero cuando Taehyung volvió a tomar su mano, sintió que su corazón empezaba a latir con fuerza y su mente se quedó en blanco. Tragó el nudo en su garganta y trató de enfocarse; esto no tenía porqué ser algo extraño.
—¿A dónde vamos? —decidió preguntar en cambio.
—Podemos simplemente caminar, ¿te parece?
—Claro.
Comenzaron a caminar sin un destino fijo por la calle, simplemente disfrutando del creciente silencio a medida que se alejaban de la fiesta. Jimin, por su parte, experimentaba una lucha interna, incapaz de comprender qué se suponía que estaba haciendo al caminar de la mano de Taehyung, mientras llevaba puesta su chaqueta en un sábado por la noche, cuando debería estar estudiando.
—Me alegra que hayas decidido venir —dijo de repente el azabache, logrando que el rubio saliera de sus pensamientos y dirigiera su mirada hacia él—. Supongo que no sería correcto pensar que estás aquí por mí, ¿verdad?
La incertidumbre reflejada en su mirada era evidente; Jimin se percató de que tenía el poder en ese instante para iluminar esos ojos o extinguir su brillo. Se sumió en el silencio por un momento, reflexionando sobre qué debía hacer. Era una situación peligrosa y, aunque no lo admitiera en voz alta, era lo bastante capaz de aceptar para sí mismo que, en realidad, estaba aterrado por lo que pudiera estar sucediendo entre ambos.
"Todos tenemos un límite", había dicho Hoseok, y él no quería que Taehyung alcanzara el suyo.
—Puede que si sea por ti —susurró en voz baja, pero lo suficientemente audible para que el otro lo escuchara, siendo la amplia sonrisa en su rostro la confirmación evidente.
Jimin agradeció que Taehyung no profundizara más en el tema. No quería sentirse abrumado por la situación y apreciaba que el azabache supiera leer sus emociones y actuara de manera apropiada.
—¿Por qué decidiste estudiar Ingeniería Civil? —Le preguntó Taehyung luego de un rato de estar caminando.
—Por mi padre —respondió Jimin, una tenue sonrisa iluminando su rostro—. Desde niño siempre lo veía trabajar en sus planos y maquetas, y yo quedé fascinado con todo eso.
—Eso es muy lindo, ¿está trabajando en un proyecto actualmente?
—No... él falleció.
—Oh, mierda. Lo siento, Jimin. No quise...
—Descuida —interrumpió el rubio—. Fue hace mucho tiempo, estoy bien. —Le dedicó una sonrisa al contrario, intentando transmitirle que todo estaba en orden—. ¿Y tú, por qué elegiste Ingeniería?
—Porque era lo que mis padres querían para mi futuro —respondió con calma, notando la mirada de Jimin posándose rápidamente sobre él. Taehyung percibió la confusión en sus ojos y le esbozó una sonrisa tierna—. No te preocupes, afortunadamente, terminé encantado con la carrera, así que está bien.
Jimin se quedó en silencio por un momento, incapaz de imaginarse lo que sería tener que vivir tu vida de una forma en la que no deseas. Desde que tiene memoria, ha planificado minuciosamente cada aspecto de su futuro, tomando decisiones que lo encaminaran hacia sus metas. Si alguna vez hubiera tenido que vivir algo impuesto, no está seguro de si habría sido capaz de lograrlo.
Taehyung era realmente increíble.
—¿Qué te hubiera gustado estudiar?
—Medicina —respondió el mayor sin dudar—. Siempre he querido ser alguien que contribuya al bienestar de los demás. Sin embargo, ser ingeniero también me brinda la oportunidad de ser útil, de una manera diferente, así que está bien. Además, gracias a mi carrera, también tuve la oportunidad de conocerte.
Escuchar eso logró que las mejillas del rubio se tiñeran de rojo. Taehyung tenía un don para decir ese tipo de cosas en los momentos menos esperados. Jimin realmente no sabía si su corazón resistiría seguir latiendo con tanta intensidad.
Una sonrisa se formó en sus labios mientras dirigía su mirada hacia el entrelazado de sus manos; en comparación con la de Taehyung, la suya era tan pequeña que quedaba completamente oculta por la del otro.
—Tienes las manos heladas, ¿no tienes frío? —preguntó preocupado. Agradecía el gesto del mayor al darle su chaqueta, pero no quería que, debido a él, sintiera frío o corriera el riesgo de enfermarse—. Puedo devolvértela...
—No, descuida. Estoy bien.
Pero Jimin no se sintió satisfecho, así que detuvo su paso, logrando que Taehyung también se detuviera. La confusión llenó la mirada de este último, mientras que en Jimin se libraba un debate interno por lo que estaba a punto de hacer.
—No creo que sirva de mucho, porque eres muy alto, pero...
En ese momento, Jimin soltó la mano del mayor y rodeó el torso de Taehyung con sus brazos, envolviendolo en un abrazo. El contrario se mostró desconcertado por la acción, pero no tardó en corresponder al gesto, una inmensa sonrisa apareciendo de inmediato en su rostro. La diferencia de altura era impresionante; tanto, que Taehyung podía descansar su barbilla en la cabeza de Jimin.
—Funciona, me siento cálido. Mi corazón está cálido.
Puede que Jimin fuera alguien pequeño, pero en ese momento lo apreció porque fue capaz de quedar a la altura perfecta para percibir claramente el latido del corazón de Taehyung. El ritmo era acelerado, justo como el suyo.
A regañadientes, finalmente se separó del contrario, posando sus ojos color miel en los oscuros del otro que ya lo miraban intensamente. Se observaron durante un par de segundos antes de que Jimin desviara su mirada con una sonrisa en sus labios.
—Debería volver a casa, definitivamente desvelarme no es lo mío.
—¿Quieres que te lleve?
Jimin se quedó pensativo; durante toda la semana, había estado rechazando los intentos de Taehyung de llevarlo a casa. Le preocupaba la posibilidad de que, al conocer donde vivía, pudiera entrometerse en la tranquilidad de su hogar. Sin embargo, en ese preciso momento, sentía la tentación de atribuir su deseo de un poco de desorden en su vida al ambiente entre ambos.
—Por favor —cedió finalmente, los ojos de Taehyung se abrieron con sorpresa, posiblemente esperándose otro rechazo por parte del rubio—. Le mandaré un mensaje a Hobi avisando que me llevarás a casa.
Regresaron caminando hasta donde Taehyung había estacionado su auto. Abrió la puerta para que Jimin ingresara, y una vez dentro, envió un mensaje a su mejor amigo informándole que Taehyung le llevaría a casa.
Hoseok no tardó en responderle, indicándole que dejara un espacio para él mañana por la tarde, ya que planeaba llegar a su casa para conocer los detalles. Tras guardar su celular, notó a Taehyung ocupado en el suyo, informando de igual manera a sus amigos que se iría. El que se marchara temprano de la fiesta por él, logró que el rubio se sintiera mal.
—¿Seguro que no prefieres quedarte con tus amigos? Puedo llamar un taxi.
—¿Y perderme de tu preciosa compañía? Ni loco —respondió el azabache con seguridad—. ¿Y bien? ¿Hacía dónde?
Jimin le indicó el camino a su casa, y durante todo el trayecto fueron charlando de cosas triviales. El rubio se reía de vez en cuando por las ocurrencias de Taehyung. Cuando finalmente llegaron, Jimin se dispuso a descender del automóvil, pero Taehyung le pidió que aguardara un momento. Con cierta confusión, Jimin acató la solicitud, y su corazón volvió a latir con fuerza al verlo descender primero para gentilmente abrirle la puerta.
Era tan ridículamente adorable.
—Así que aquí vives —dijo Taehyung mientras observaba la casa frente suyo.
—Sí, gracias por traerme.
—No es nada, la pasé bien contigo.
Las mejillas del menor se ruborizaron y una tímida sonrisa se formó en sus labios.
—También yo. Debería entrar, gracias por esto también —expresó, deslizándose fuera de la chaqueta del mayor y devolviéndosela. Taehyung la sostuvo por un momento, llevándola a su nariz con una sonrisa dibujada en sus labios antes de colocársela de nuevo.
Se miraron fijamente sin decir nada, intercambiando una de esas miradas silenciosas que tanto disfrutaban compartir. Taehyung no dejaba de morderse la perforación de su labio, y Jimin tuvo que emplear toda su fuerza de voluntad para apartar la vista y dar un paso atrás.
—Bueno, nos vemos. Vuelve con cuidado.
Dio la vuelta y emprendió el camino directo hacia su casa; no obstante, su pecho experimentaba una opresión intensa, y su corazón latía con una fuerza desmesurada. Un caos se apoderaba de su ser, forzando al rubio a detener su marcha. Podría arrepentirse más adelante de lo que estaba a punto de hacer, pero en ese instante, ni siquiera quería contemplar esa posibilidad.
Se giró, y se dio cuenta que Taehyung seguía de pie ahí, observándolo, a la espera de que ingresara a su hogar. Su ceño se frunció en confusión cuando vio a Jimin dirigirse hacia él. Ni siquiera tuvo tiempo de preguntar qué pasaba cuando sintió los labios del rubio posarse sobre los suyos.
Inmediatamente sus brazos rodearon la cintura de Jimin y comenzó a devorar su boca con la misma intensidad del otro.
Su mente era incapaz de procesar el hecho de que él y Taehyung se estaban besando, y que incluso, había sido él quien inició el beso. El azabache besaba demasiado bien que la capacidad de pensar coherentemente se desvanecía para Jimin. Mordió la pieza de metal y la atrajo hacia él; joder, había anhelado hacer eso desde el instante en que notó la perforación en el labio de Taehyung.
El beso era intenso, Jimin se aferraba con fuerza a la chaqueta del otro mientras sentía a Taehyung aprisionar su cintura con firmeza. Inclinó la cabeza en el preciso instante en que sintió la lengua de Taehyung adentrarse en su boca, otorgándole un acceso más completo, y disfrutó de la forma en que ambos luchaban por tener el control.
Cuando Jimin sintió la urgencia de respirar, se apartó finalmente del azabache, ambos jadeando por la intensidad del beso mientras recobraban el aliento. Se mantuvieron cerca el uno del otro, observándose intensamente sin pronunciar palabra alguna. De todas formas, la mente de Jimin estaba en blanco como para siquiera intentar pensar en algo.
En ese momento, sintió un tierno beso posarse en su frente, y cuando sus ojos se encontraron nuevamente con los de Taehyung, le resultó difícil descifrar qué reflejaban. Decidido a regresar a casa antes de lanzarse nuevamente hacia los labios del otro, giró finalmente y caminó en dirección a su hogar. Antes de ingresar, se volvió ligeramente y, con un movimiento de su mano, se despidió del mayor, quien correspondió de la misma manera.
Al entrar a su casa, Jimin lucía una sonrisa deslumbrante en el rostro. Aún sentía la intensidad de los latidos de su corazón, recordando la firmeza y, al mismo tiempo, la sutil delicadeza de los brazos de Taehyung rodeando su cintura. En ese instante, su celular emitió un sonido, anunciando la llegada de un nuevo mensaje.
Su corazón, cabeza y estómago se volvieron un caos al leerlo.
Número Desconocido:
Ya estoy deseando volverte a ver. Buenas noches, bonito💚
Tú:
Buenas noches💛
Por vez primera en su vida, Jimin se encontró anhelando que el día llegara a su fin rápidamente. Este deseo no era típico en él, ya que solía respetar meticulosamente sus rutinas diarias. Pero, a pesar de su anhelo, se esforzó por seguir con su día conforme lo había organizado, logrando llegar al tiempo que había determinado para estar con su mejor amigo.
—¡Cuéntame todo! —pidió el castaño con entusiasmo al adentrarse en la habitación de Jimin.
—Hola, también para ti.
—Deja los saludos para después y dime qué pasó.
Jimin rodó los ojos, pero fue incapaz de reprimir la sonrisa que se dibujó en sus labios al rememorar la noche anterior. Empezó a relatarle a Hoseok todo lo ocurrido desde que lo dejó con Taehyung hasta el momento en que lo besó justo antes de entrar a su casa.
—¡Eso es todo, guapo! Así se hace. Ah, me llenas de orgullo —exclamó Hoseok de manera dramática—. ¡Yoonie me debe una hamburguesa!
El ceño del rubio se frunció, mostrandose confundido.
—¿Ustedes apostaron sobre mí? —inquirió, enarcando una ceja.
—Oh, no le prestes atención. ¿Y ahora qué sigue? ¿Qué piensas hacer? —preguntó el castaño, muy emocionado.
—No lo sé —murmuró Jimin, su mirada perdiendo brillo—. Estoy un poco aterrado, porque no sé que es lo que realmente espera de mí. Ayer se comportó de manera linda conmigo, pero hoy... no me ha escrito en todo el día. Podría ser por cualquier razón, pero no me agrada la idea de que mi día dependa de alguien más. Soy yo quien siempre lleva el control de las cosas, y no tenerlo me abruma demasiado.
Hoseok suspiró con fuerza, acercándose más a su mejor amigo para envolverlo entre sus brazos. Comprendía que podría ser algo difícil para él, especialmente porque estaba arraigado a su forma de vivir desde hace mucho tiempo. Sin embargo, anhelaba sinceramente que su mejor amigo se brindara una oportunidad con Taehyung. No porque pensara que Jimin debiera cambiar, sino porque notaba cómo ese chico le proporcionaba felicidad, y eso era todo lo que deseaba para Jimin.
—Tómalo con calma, no necesitas tenerlo resuelto todo siempre. Habla con él y exprésale cómo te sientes acerca de todo esto.
Jimin suspiró con fuerza, cerrando sus ojos mientras permitía que la calidez del abrazo de su mejor amigo llenara su corazón. Hoseok tenía razón; no necesitaba sobreanalizar las cosas. Hablaría con Taehyung y le expresaría cómo se siente acerca de todo lo que ha estado sucediendo entre ellos. Si es el chico indicado, sabrá tener la paciencia necesaria mientras aprenden juntos a lidiar con todo.
—Lo haré. Gracias, Hobi.
—Oww cariño, siempre estaré aquí para ti.
El resto del día, Jimin pudo encontrar más tranquilidad gracias a la compañía de su mejor amigo. Aun así, no podía evitar sentirse extraño por el hecho de que Taehyung no le hubiera escrito en todo el día, luego del mensaje de buenas noches que le había respondido. Esto era particularmente desconcertante, considerando que el azabache solía ser una persona bastante persistente.
Cuando llegó la noche, Jimin tomó la decisión de abordar el tema con Taehyung al día siguiente y de encontrar la manera de reorganizar su vida para incorporar estos cambios en su rutina. No lo evitaría más, sino que buscaría la manera de incluirlo en sus días.
El lunes por la mañana, Jimin siguió sus rutinas como de costumbre, saliendo a tiempo de casa para tomar el autobús que lo llevaría a la universidad. A pesar de esperar que fuera un buen día, al bajar del autobús, lo primero que notó fue que Taehyung no estaba allí esperándolo como solía hacer últimamente, lo cual lo inquietó.
Decidió no darle demasiada importancia; tal vez Taehyung no había despertado a tiempo, esa podría ser la razón de su ausencia. Optó por dirigirse a su salón, consciente de que si no llegaba en su horario establecido, corría el riesgo de que Jeongyeon le arrebatara su lugar.
Al entrar al salón, sintió alivio al ver que su asiento estaba vacío. Se acomodó en él y sacó los apuntes de la clase para repasar, como solía hacer normalmente.
A medida que sus compañeros llegaban, el salón se volvía más bullicioso. Como de costumbre, intentó ignorarlos y concentrarse en sus apuntes. No obstante, los murmullos se intensificaban gradualmente hasta que logró captar algo que llamó su atención.
—Dicen que lo vieron irse de la fiesta de la mano de Taehyung.
No debería sorprenderle que Taehyung fuera el tema de conversación, ya que era común que fuera el centro de atención, dada su popularidad en el campus. Sin embargo, al estar involucrado, Jimin se sintió intrigado y prestó atención a lo que sus compañeros de clase comentaban.
—Sí, pero luego lo vieron volver a la fiesta. Mi amiga escuchó como le decía a sus amigos que lo había logrado y que debían pagarle por no haber confiado en él.
—¿O sea que todo fue una apuesta?
—¿Qué más podría ser sino? Jimin es lindo, pero su personalidad es un horror. ¿Quién querría estar con alguien así?
Escuchar eso apretó con fuerza el pecho de Jimin; todo comenzaba a tener sentido para él. Si todo se trataba de una apuesta, ahora comprendía el motivo por el cual Taehyung le había hablado de la nada después de tanto tiempo sin interactuar. También entendía por qué, a pesar de sus constantes rechazos y la forma cruel en la que lo trató, no se había alejado.
Todo había sido una maldita apuesta, no podía creerlo.
En el momento en que el profesor entró al aula, todos guardaron silencio. Jimin solo ansiaba salir de allí; sus ojos picaban por las ganas que sentía de llorar. Su corazón se desmoronaba en pedazos, y no lograba comprender cómo era posible que alguien con quien había convivido tan poco tiempo pudiera hacerlo sentir de esa manera.
Lo único que anhelaba era regresar a casa; sin embargo, se obligó a cumplir con cada una de sus rutinas, tal como las había establecido. Para su suerte, o tal vez no, el resto del día no se encontró con Taehyung. Ahora entendía la razón; ya no tenía necesidad de seguir soportándolo y por eso se había alejado de él.
Cuando terminaron sus clases, recogió sus cosas y salió rápidamente del aula. Lo único que deseaba era llegar a casa y dejarse caer en su cama para llorar, mientras intentaba recuperar el control de su vida.
En el camino hacia la salida, sintió las miradas dirigidas hacia él; algunas burlonas y otras llenas de lástima. Aunque solía estar acostumbrado a las miradas que recibía por su atractivo, estas eran difíciles de manejar. Apresuró el paso, aunque sabía que era absurdo porque llegaría antes a la parada y perdería tiempo esperando el autobús. Sin embargo, en ese momento, eso le importaba poco; solo quería alejarse lo más rápido posible.
Salir del campus no mejoró la situación, ya que en la entrada se encontraba Taehyung junto a otro chico que le sostenía el rostro por las mejillas, mientras parecía decirle algo que arrancaba sonrisas en el rostro del azabache.
Jimin desvió la mirada de inmediato, sintiendo cómo la punzada en su pecho se intensificaba. Aumentó el paso hacia la parada del autobús, pero antes de llegar, sintió un agarre en su brazo que lo hizo detenerse de golpe.
—Jimin, te estaba hablando, ¿no me escuchaste?
En ese instante, el rubio se sintió incapaz de retener más sus lágrimas. Se liberó del agarre bruscamente y se giró hacia el mayor, quien lo observó con confusión al ver los ojos del menor llenos de lágrimas.
—Ya no necesitas fingir todo este teatrito, Kim. Ya lo sé todo —declaró con rabia, limpiando las lágrimas que caían de forma brusca con su mano—. Así que eso es todo lo que fui para ti...
—¿De qué estás hablan-...?
—¡Solo fui una puta apuesta! —gritó con fuerza, su enojo siendo palpable en el tono de su voz—. Fui un tonto, ¿cómo pude siquiera pensar que realmente significaba algo para ti?
—Jimin, hablemos, por favor. Déjame explicarte.
El rubio negó con la cabeza, riendo con incredulidad y dando un paso hacia atrás.
—No quiero que te me vuelvas a acercar. Ya he planeado mi vida, ¿y qué crees, Kim? No estás en ella.
Sin darle tiempo al mayor para decir algo, corrió hacia la parada donde el bus acababa de llegar y se subió en él. No se atrevió a mirar por la ventanilla; tenía que ser fuerte. Más lágrimas se deslizaron, mojando sus mejillas, mientras se repetía una y otra vez mentalmente que todo estaría bien, que volvería a tener el control.
Jimin bloqueó el número de Taehyung, ya que, no dejaban de llegar mensajes y llamadas de su parte. No se atrevió ni siquiera a abrir los mensajes; todo lo que deseaba era poder retomar el control de su vida y hacer que el dolor en su pecho desapareciera.
No podía creer lo ingenuo que había sido. Sentía un dolor profundo al darse cuenta de que había estado dispuesto a ser más flexible por alguien que ni siquiera lo merecía. No necesitaba cambiar; estaba bien tal como era. Decidió volver a levantar sus barreras y enfocarse nuevamente en lo que realmente importaba. Sobre todo, no volvería a apartarse de las rutinas que mantenían en orden su vida.
Primero necesitaba liberarse de todo lo que lo asfixiaba intensamente. Por eso, cuando su mejor amigo llegó a su casa, se desahogó llorando con fuerza entre sus brazos. Hoseok lo abrazó con firmeza y escuchó atentamente todo lo que Jimin necesitaba expresar. No recordaba haberlo visto tan roto desde la pérdida de su padre.
—Todo esto es mi culpa, yo te animé a darle una oportunidad.
Jimin negó efusivamente con la cabeza.
—No es tu culpa, fui yo quién decidió confiar en él.
—Odio verte así, Minnie. Solo quería que fueras feliz. Lo siento tanto, cariño.
—Está bien, soy feliz contigo, con mamá y con Yuqi. No necesito a nadie más.
A Hoseok le preocupaba que esto pudiera hacer que su mejor amigo cerrara su corazón por completo. No le parecía justo que alguien que no valía la pena impidiera que Jimin conociera a alguien que sí lo hiciera. Pero por ahora, no pensaría en eso. Se centraría únicamente en estar para él y ayudarlo a seguir adelante.
—¿Quieres ver películas mientras comemos helado o qué tienes planeado para el resto de la tarde? —preguntó el castaño, separándose ligeramente para mirar a su amigo a los ojos.
—Eso suena bien para mí —respondió el rubio, sonriendo levemente mientras sorbía por la nariz y limpiaba sus lágrimas con las manos.
—¡No se diga más!
El resto de la tarde fue más llevadero gracias a la compañía de Hoseok. Se sintió agradecido cuando le dijo que se quedaría a dormir para acompañarlo. Y aunque su madre notó su tristeza, no hizo preguntas al respecto. Jimin sabía que le estaba dando su espacio y esperaría pacientemente hasta que él quisiera hablar con ella.
Su hermana menor, por su parte, le regaló un dibujo de una estructura metálica porque sabía cuánto le gustaban a su hermano.
Jimin se convenció a sí mismo de que eso era todo lo que necesitaba para ser feliz. Su madre, su hermana y su mejor amigo. Mientras los tuviera a ellos en su vida, estaba seguro de que no le faltaba nada.
Es por eso que, al día siguiente, cuando fue a clases, llegó a la escuela con esa actitud de hierro que tanto le caracterizaba. No se permitió mostrarse vulnerable, incluso si podía sentir la intensidad de las miradas sobre él. Levantó sus barreras y no permitió que nadie ingresara. Estaba decidido a enfocarse en cumplir su horario del día.
Taehyung intentó hablar con él en varias ocasiones, pero en cada una de ellas, Jimin levantó sus barreras más alto y lo ignoró como si no existiera. No necesitaba escuchar sus excusas; nada cambiaría la situación.
Así transcurrieron los días y, gradualmente, el orden volvió a imponerse en su vida, o al menos eso era lo que intentaba aparentar. Sin embargo, por más que se esforzara, no podía negarse la realidad de que su corazón seguía sintiendo un dolor intenso.
Cuando llegó la hora del almuerzo, se dirigió directamente a la mesa habitual donde solía comer. No obstante, no esperaba encontrarla ya ocupada, y mucho menos por la persona que menos se lo esperaba. Al darse la vuelta, dispuesto a retirarse, escuchó al chico dirigirse a él.
—Puedes sentarte, Jimin.
El rubio volvió a girarse, observando al otro de manera intensa. La idea de marcharse y buscar otro lugar para almorzar le restaría tiempo del ya programado para la comida. Por lo tanto, sin ganas de perder más tiempo, regresó a la mesa y tomó asiento.
—En realidad, quiero hablar contigo.
—Esta es la hora del almuerzo, no puedo hablar —respondió rápidamente el rubio, mientras sacaba su comida y empezaba a comer.
—Está bien, solo necesitas escuchar.
—Solo quiero almorzar en paz, Namjoon. No quiero escuchar nada de lo que tengas que decir, especialmente si se trata de Taehyung. No me interesa —cortó rápidamente, volviendo a concentrarse en su comida mientras ignoraba al castaño sentado al otro lado de la mesa.
—Parece que ambos ya nos conocemos, a pesar de que Tae lleva toda la semana intentando presentarnos.
—Le repetí toda la semana que no tenía intención de conocerte, y eso no ha cambiado —respondió el menor con brusquedad, lanzándole una mirada seria antes de continuar con su comida.
—Sé que estás molesto, he escuchado los rumores que están circulando.
—Si lo sabes, entonces lárgate. Ya te divertiste tú también con todos tus amiguitos. Ahora déjenme en paz.
Un silencio pesado se instaló entre ambos. Jimin podía percibir la mirada intensa del otro sobre él, pero aún así, se esforzó notablemente por mantener en alto sus murallas emocionales. Estaba luchando por restaurar la normalidad en su vida, y no le parecía justo que intentaran desbaratarla una vez más.
—Solo escúchame, por favor. Las cosas no son como crees, y aunque deseara ofrecerte una explicación, no me corresponde a mí hacerlo. Estoy aquí porque he pasado toda la semana observando cómo mi mejor amigo se sumerge en la tristeza. Entiendo que confiar en él puede resultarte difícil, especialmente porque Taehyung no ha sido un santo en estos años y su reputación le precede. Sin embargo, contigo ha sido completamente diferente.
—Sí, claro —respondió Jimin con sarcasmo, rodando los ojos antes de llevarse un bocado a la boca—. Lo único que quería era que cayera por él y cambiara mi forma de vida.
Namjoon negó inmediatamente con la cabeza.
—Eso no es verdad, Taehyungie nunca te dijo que debías cambiar. No te instó a dejar de venir temprano; de hecho, fue él quien comenzó a llegar a la hora que tú lo hacías. No te obligó a almorzar con nosotros; siempre te preguntaba lo que querías, y a pesar de que te negabas, él esperaba puntualmente en esta mesa para comer contigo. No te dijo que dejaras de estudiar tanto, sino que se ofreció a ayudarte. Su intención nunca fue cambiarte, solo quería hacerse un espacio en tu vida.
—Ya, porque esa era la apuesta.
—No, porque así es él. Ese chico con el que trataste estos últimos días es el único Taehyung que hay. Lo conoces, Jimin.
El rubio dejó escapar una risa carente de gracia, elevando su mirada para encarar al moreno.
—Si eso es así, ¿por qué después de la fiesta no volvió a escribirme? ¿Por qué el lunes ni siquiera me buscó en todo el día? Y justo cuando me encuentro con él, está muy feliz con otro chico mientras este le sostenía el rostro. ¿En qué parte de todo eso está el Taehyung que se preocupa por mí?
El rostro de Namjoon se bañó de confusión mientras procesaba las palabras del menor.
—¿Un chico de labios gruesos? —preguntó, a lo que Jimin asintió, logrando que la mirada del otro se llenara de comprensión—. Ah, ya entiendo. Se trataba de Seokjin, mi novio, que por cierto, también resulta ser hermano de Tae.
Los ojos de Jimin se abrieron con asombro, ya que realmente no se esperaba haber malinterpretado la situación. Aunque, claro, no podían culparlo, pues a simple vista la situación estaba propensa a confusión. No obstante, era evidente que si hubiera permitido que Taehyung le diera una explicación, la situación podría haber tomado otro rumbo.
—Solo... escúchalo. Si después de eso aún decides no volver a involucrarte con él, me aseguraré de que no vuelva a insistirte.
La súplica en el tono de voz del contrario era palpable; la preocupación que bañaba los ojos de Namjoon por su mejor amigo era algo que Jimin no pudo pasar por alto. Dejó escapar un suspiro profundo y recogió sus cosas, dado que ya había terminado de comer.
—Se acabó la hora del almuerzo. —Fue todo lo que dijo antes de ponerse de pie y abandonar el lugar.
El resto del día, Jimin se esforzó por cumplir con su horario establecido. Al regresar a casa, charló con su madre y su hermanita como si todo estuviera en orden. Intentó guardar la conversación que tuvo con Namjoon en un rincón muy oculto de su ser; no quería pensar en nada de eso en ese momento.
Cuando llegó la hora de estudio, Jimin sacó sus apuntes y se sentó en su escritorio. Ese día no tenía tarea pendiente, ya que había aprovechado la última clase cuando el profesor tuvo que retirarse antes de tiempo por un asunto urgente. Por lo tanto, se dedicaría exclusivamente a repasar lo que habían visto durante el día y avanzar un poco en el nuevo tema que estaban por abordar.
Los minutos transcurrieron, y después de un rato, Jimin soltó un fuerte suspiro cargado de evidente frustración.
—¿A quién quiero engañar? No puedo concentrarme —murmuró el rubio, dejando el lápiz sobre sus apuntes—. Esto es tan injusto —añadió con la voz temblorosa, mientras las lágrimas se acumulaban en sus ojos.
Jimin estaba genuinamente convencido de que sería capaz de recuperar el control en su vida. Era lo justo. A Taehyung le llevó tan solo una semana convertirla en un caos, lo lógico sería que le tomara el mismo tiempo volver a poner todo en orden.
No obstante, eso no estaba funcionando. Más de una semana había transcurrido, y Jimin no podía hacer que el dolor en su pecho desapareciera. Por más que se esforzaba en concentrarse en sus rutinas habituales, resultaba ser algo complicado. Ya que, cierto azabache simplemente no lograba salir de su cabeza.
Sintió que todas sus emociones se arremolinaban en su interior. A pesar de la aparente calma que Jimin pudiera mostrar exteriormente, por dentro, era un caos total.
La hora de estudio se había entorpecido por completo; no tenía sentido seguir intentando estudiar si no podía prestar atención a lo que estaba haciendo. Así que dejó sus apuntes de lado, se puso de pie y decidió salir a dar un paseo para tomar un poco de aire fresco y despejarse.
Salió de casa en silencio; si su madre lo veía salir en plena hora de estudio, era probable que esta vez sí lo arrastrara hasta el hospital para verificar qué estaba pasando con su hijo. Sin embargo, cuando abrió la puerta y dio el primer paso fuera de su hogar, se llevó una gran sorpresa.
Taehyung estaba allí, recargado en su auto, con la mirada fija en él tan pronto como lo vio salir. Jimin caminó hacia él, asegurándose de dejar una distancia considerable entre ambos. Tenerlo tan cerca no estaba contribuyendo a que su pobre corazón sanara más rápido.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con seriedad, observando cómo el mayor se encogía ante el tono y su mirada se llenaba de pesar.
—Quería verte.
Escuchar eso logró que los ojos del rubio se abrieran en sorpresa; quería regañar a su corazón por el hecho de que algo como eso lo hiciera latir tan descontroladamente.
—¿Cuánto tiempo llevas aquí?
—Media hora. No quería interrumpir tu hora de estudio.
Eso provocó en Jimin un inmenso deseo de llorar, y no pudo evitar que las palabras de Namjoon llegaran a él, donde le decía que Taehyung nunca había intentado cambiarle en ningún momento.
El rubio se sentía abrumado en demasía; toda esta situación era demasiado para manejar. No tenía idea de lo que debería hacer, y el hecho de que Taehyung estuviera jugando con la argolla de su labio no le estaba ayudando en absoluto a pensar de manera coherente.
Después de un momento de silencio, que se sintió como una eternidad a pesar de haber sido solo unos segundos, Jimin dejó escapar un profundo suspiro antes de frotarse el rostro.
—Hablemos en otro lugar. En la entrada del fraccionamiento hay un parque, vamos allá —señaló la dirección con un gesto de cabeza, y sin esperar respuesta de parte de Taehyung, comenzó a caminar hacia allí.
Debía admitir que se sentía profundamente aterrado, pero realmente necesitaba recuperar el orden en su vida y sabía que no sería capaz de conseguirlo si no hablaba con Taehyung primero. Anhelaba confiar en las palabras que Namjoon le había dicho; deseaba aferrarse al hecho de que era cierto que Taehyung era el mismo chico que había conocido en los últimos días.
Su falta de experiencia en relaciones le dejaba sin ideas sobre qué hacer al respecto. Jimin solo había salido en toda su vida con dos chicos, quienes le habían dejado por la misma razón: su obsesión por el orden. Es por eso que, a pesar de mostrar una inmensa fortaleza a los demás, solo era una persona con miedo a ser nuevamente dejado de lado.
Lo sucedido con Taehyung le había destrozado de una forma que jamás imaginó, quizás porque por un momento había confiado en que las cosas podrían ser diferentes. Cuando no resultó ser así, Jimin volvió a refugiarse en ese caparazón que le había protegido todo este tiempo. Temía que, si permitía a Taehyung volver a ingresar a su vida y más adelante se daba cuenta de que no era lo que quería, y lo dejaba de lado, eso podría romperlo de una manera que sería difícil para él de superar.
Sin embargo, ahí estaba, dispuesto a hablar con él, porque lo extrañaba. Extrañaba su voz y esa sonrisa tan peculiar suya que tenía forma de una estructura cuadrada.
Al llegar al parque, se dirigió directamente hacia los columpios y se acomodó en uno de ellos. Observó a Taehyung ocupar el columpio junto al suyo, sumiéndose en un silencio expectante, aguardando a que Jimin le brindara la oportunidad de hablar.
Independientemente de lo que estuviera a punto de suceder, Jimin anhelaba fervientemente que todo se resolviera y volviera a estar bien.
Aunque... ¿a quién pretendía engañar? En lo más profundo de su ser, ansiaba no haberse equivocado con Taehyung; anhelaba fervientemente que las cosas recuperaran su orden, incluso en medio del desorden que el azabache lograba provocar en él.
—Te escucho —pronunció finalmente, mirando al otro por un instante antes de desviar nuevamente la vista hacia abajo, balanceándose ligeramente con las puntas de sus pies apoyadas en el suelo.
—Jimin... te quiero.
Se había preparado para escuchar cualquier cosa, asegurándose de erigir sus barreras al máximo para no ceder fácilmente y escuchar con precisión todo lo que Taehyung tuviera decirle.
Sin embargo, bastaron apenas tres palabras para que esas barreras se desmoronaran en mil pedazos. No debería sorprenderle, considerando que Taehyung siempre tenía ese poder sobre él. No importaba cuánto se esforzara por mantenerlo a distancia, siempre encontraba la manera de entrar en su vida con asombrosa facilidad.
—Sé todo lo que ha estado circulando en el campus, y lamento que hayas tenido que ser víctima de esos rumores por mi culpa. Si yo fuera diferente, las cosas quizás... —Hizo una pausa, negando con la cabeza para evitar divagar—. La cuestión es que todo eso que escuchaste no es verdad, al menos, no de la manera en que lo interpretaron.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Jimin, finalmente elevando su mirada y fijando sus ojos color miel en aquellos oscuros que le observaban con tanta inseguridad.
—Ese día de la fiesta, después de dejarte en casa, tenía toda la intención de irme a la mía. Pero recibí una llamada de Namjoon, pidiéndome que fuera por ellos porque estaban bastante ebrios y Jungkook se había pasado de tragos. Esa fue la razón por la que regresé a la fiesta.
—Ya, pero te escucharon diciéndole a tus amigos que debían pagarte porque lo habías logrado.
—Es verdad —dijo Taehyung, y Jimin sintió su corazón apretarse con fuerza, sus ojos se llenaron de un dolor profundo que el mayor notó de inmediato—. ¡Pero no es lo que piensas! —agregó con terror, temiendo que el rubio lo estuviera malinterpretando—. Me refiero a que es verdad que comenté algo así, pero solo fue un comentario en tono de broma. No existe tal apuesta, Jimin. Solo lo dije porque todos los días se la pasaban diciendo que no sería capaz de ganar tu corazón, y antes de que lo malinterpretes, me refiero a que quería hacerlo porque me gustas, Jimin.
El corazón del menor empezó a latir con intensidad mientras intentaba procesar todo lo que Taehyung le confesaba. Aunque Jimin no tenía problemas graves de autoestima, admitía que le resultaba difícil aceptar que alguien pudiera sentir atracción por él. Era consciente de que no era una persona fácil, especialmente debido a su estilo de vida impregnada en orden.
—Podría pensarse que soy una persona segura de mí mismo, algo que incluso yo solía creer. Pero créeme, Jimin... toda esa confianza se fue a la mierda en el momento en que te vi por primera vez.
—¿Q-qué? —cuestionó el rubio incrédulo, con los ojos abiertos de par en par.
—Me llevó todo un maldito año reunir el valor para acercarme a ti... —expresó finalmente, sonriendo ligeramente al ver la expresión de sorpresa en el rostro del otro—. Me has gustado desde el momento en que tus hermosos ojos miel se posaron en mí. No tuve el valor de acercarme porque empecé a notar que eras una persona muy organizada. Éramos... somos, completamente opuestos. Es por esa razón que me esforcé por cambiar, por dejar atrás ese chico al que no le importaba tener encuentros de una vez o que iba por la vida sin preocuparse por nada.
»Quería hacer las cosas correctamente, porque realmente anhelaba que me brindaras una oportunidad. Nunca estuve en contra de lo que eres, Jimin. Solo quería que fueras capaz de vivir a mi manera para que no te alejaras de mí, solo por no ser organizado como tú. Quería que vieras que no todo tiene que estar perfectamente estructurado, y que aprendieras a fluir a mi lado.
—La vida es como una estructura metálica, Taehyung. Debemos asegurarnos de que esté perfectamente calculada para evitar fallos que puedan tener repercusiones desastrosas.
Una tenue sonrisa iluminó el rostro del azabache.
—Es cierto, pero incluso las estructuras manejan un margen de error. Nunca logran ser perfectas en su totalidad, y tampoco hay algo que determine cuál debería ser ese mínimo. Claro que lo esencial es reducirlo al máximo, pero al final, seguirá existiendo. Es por eso que la vida no tiene por qué ser perfecta.
Jimin se quedó sin palabras, ya que nunca habría esperado que su propia analogía de la vida careciera de algo que había pasado por alto. Desde un punto de vista académico, Taehyung tenía razón. Las estructuras, por muy perfectas que pudieran parecer, siempre contaban con un pequeño margen de error. En ese momento, todas las convicciones a las que Jimin se había aferrado con fuerza estaban empezando a desmoronarse.
—¿Y si tanto te importo, por qué razón el domingo no supe nada de ti?
—Oh, eso. Resulta que Jungkook realmente se pasó con los tragos, se puso tan mal que tuvimos que llevarlo al hospital. Por las prisas, terminé olvidando mi celular en casa. Los chicos y yo estuvimos todo el día allí esperando noticias. Cuando supimos que estaba bien, su novio se ofreció a quedarse, y entonces volví a mi casa. Estaba tan agotado que en cuanto me tiré a la cama, me quedé dormido.
—¿Y el lunes? No me buscaste en todo el día —dijo Jimin con pesar.
—Gracias a la alarma, me desperté a tiempo para llegar antes de que bajaras del autobús. Sin embargo, en el camino, el carro me falló y tuve que llamar a una grúa para que lo llevaran al mecánico. Pensé que no me llevaría demasiado tiempo, pero me equivoqué. Al final, tuve que dejar mi auto ahí y llamar a mi hermano para que me llevara a la universidad y al menos poder verte un rato. Pero, bueno... las cosas ya se habían salido de control y no pude hablar contigo.
Jimin desvió la mirada hacia su regazo y sintió que las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos. Se sentía incapaz de decir algo; su pecho se oprimía con fuerza al darse cuenta de que había malinterpretado toda la situación, provocando un mal momento a Taehyung. Si no hubiera estado tan aterrado, quizás las cosas podrían haber sido diferentes, y ambos se habrían evitado el sufrimiento innecesario.
—Detente —exclamó de repente Taehyung, logrando frenar el tormento interno del menor—. No es tu culpa haber malinterpretado la situación, así que no te atormentes con eso. A veces, no importa cuánto nos esforcemos en pensar que podríamos haber hecho de manera diferente; la realidad es que la situación no cambiará. Lo único que podemos hacer es buscar la manera de solucionarlo —dijo con suavidad.
En ese instante, Jimin sintió que su barbilla era elevada y, al alzar la mirada, se encontró con la de Taehyung, quien ya se encontraba agachado frente a él.
—Me gustas, Jimin. Eso incluye esa parte de ti que ama tener todo en orden. Quiero que me permitas seguir conociéndote y, sobre todo, que te permitas conocerme a mí también. Todo este tiempo, he sido honesto contigo; este es quién soy. Un chico que, dentro del desorden que representa, desea aprender a vivir en el orden que eres tú. Dime, Jimin... ¿hay espacio en tu vida para mí?
El corazón del rubio empezó a palpitar con intensidad, mientras una cálida y profunda felicidad inundaba su pecho. Taehyung lo estaba aceptando tal y como era; no le estaba pidiendo que cambiara, eso logró ablandar su corazón.
—Tú tampoco tienes que cambiar, estás bien tal como eres. Tu forma de ser es la razón por la que me gustas tanto. —Finalmente lo dijo en voz alta, ya no había necesidad de ocultarlo más; quería que Taehyung supiera que, al igual que él, estaba dispuesto a aceptarlo tal como era—. Lamento no haberte permitido explicarme lo que pasó; estaba aterrado.
—Es comprensible, no has tenido buenas experiencias. Pero tranquilo, no hay nada que perdonar —expresó con seguridad, sonriéndole ampliamente para aliviar su preocupación.
Jimin se perdió en esa sonrisa, dejando que su mano se deslizara suavemente hacia la comisura de sus labios para acariciarla con ternura.
—Tú sonrisa es como una cajita, mi forma geométrica favorita —mencionó con suavidad, sus ojos color miel destellando con intensidad—. Por supuesto que hay un lugar para ti en mi vida. De hecho, encajas perfectamente en ella.
—¿Con todo y desorden?
—Sí, nuestro perfecto desorden.
Taehyung sonrió ampliamente, rodeando la cintura del rubio con sus brazos y levantándolo suavemente del columpio. Jimin envolvió sus brazos alrededor de su cuello, y una radiante sonrisa iluminó su rostro.
—Te quiero con tanta firmeza como la de una estructura metálica.
El ceño de Jimin se frunció ligeramente, desconcertado, mientras procesaba las palabras de Taehyung. Luego, soltó una risa divertida.
—Eso es lo más matemáticamente lindo que alguien me ha dicho. ¿Debería decir algo como que eres el acero estructural de mi estructura, la base sólida de mi felicidad?
Taehyung no pudo evitar reír con fuerza, negando ligeramente con la cabeza.
—Quizás solo deberíamos decir te quiero.
—Me parece bien —asintió el rubio con diversión—. Te quiero, Tae.
—Te quiero, Jimin.
Se contemplaron por un momento, ambas sonrisas iluminando sus rostros y los ojos reflejando millares de estrellas, antes de cerrar la brecha entre ellos y sumergirse en un beso que expresaba todos sus sentimientos de manera tácita.
En ese instante, sus corazones se convirtieron en los cimientos de una conexión única, y el beso fue la soldadura perfecta que unió sus almas, creando una estructura indeleble de amor.
A la mañana siguiente, Jimin experimentó una profunda alegría al descender del autobús y encontrarse con Taehyung esperando por él. Una sonrisa iluminó su rostro cuando sus miradas se cruzaron.
—Buenos días, bonito —saludó el mayor con alegría.
—Hola, Tae —respondió Jimin de la misma manera, colocándose de puntitas para dejar un beso en los labios del azabache.
—Temprano como siempre, ¿qué dices si vamos a dar una vuelta? —sugirió Taehyung con emoción.
—¿Y dejar que me quiten mi asiento? Ni loco —exclamó Jimin con seriedad, dándose la vuelta para empezar a caminar hacia el edificio, dejando a Taehyung completamente desconcertado. Sin embargo, después de dar un par de pasos, el rubio se detuvo para mirar al otro sobre su hombro—. Podemos dar el paseo después de que deje mis cosas.
En ese instante, los ojos del mayor se iluminaron y una enorme sonrisa iluminó sus labios, mientras avanzaba unos pasos para alcanzar a Jimin y tomar su mano.
—Aún no comprendo por qué no podemos salir; prácticamente parecemos novios.
—Todo tiene su orden, Tae.
—Nos gustamos, nos queremos e incluso ya nos hemos besamos varias veces. Dime, ¿por qué el tiempo es una variable necesaria en esta fórmula?
Jimin rio ligeramente y negó con la cabeza.
—Nunca afirmé que la variable faltante fuera el tiempo.
—¿Ah, no? —cuestionó Taehyung, evidentemente confundido—. ¿Entonces, de qué se trata?
Las mejillas del rubio adquirieron un tono rosado, desviando la mirada hacia el entrelazado de sus manos mientras caminaban.
—Nunca me han pedido salir de manera adecuada —murmuró Jimin con cierta vergüenza, pues aunque sabía que no era algo completamente necesario, realmente le ilusionaba que, por una vez, alguien se esforzara en invitarlo a salir de manera especial.
Los ojos del azabache se llenaron de comprensión y asintió ligeramente.
—Entiendo, solo por curiosidad... ¿cuánta probabilidad hay de que te desmayes si cuelgo una pancarta en una estructura de metal?
Jimin inmediatamente se soltó a reír, negando con la cabeza antes de ver a Taehyung a los ojos.
—No exageres, no es necesario una pancarta ni que lo escribas en cemento. Solo quiero que se sienta especial —explicó tímidamente, logrando una tenue sonrisa en el otro.
—Ya, está bien.
Ambos intercambiaron una mirada que perduró unos segundos antes de sonreír con alegría. Jimin finalmente entendió que no era necesario tener cada aspecto de su vida perfectamente estructurado. Gracias a Taehyung, se permitió darse un respiro y aprendió que la vida no es perfecta; en muchas ocasiones, existe ese margen de error que la hace única.
Por eso, no le importaron las miradas que recibió en el pasillo por parte de los demás, mientras supiera quién era él y quién era el chico que caminaba de su mano, eso era más que suficiente. Porque dentro del desorden que Taehyung ocasionó en su vida, logró encontrar la estabilidad que tanto necesitaba.
Sin importar los desafíos que pudieran surgir en el futuro y el eventual desorden que podrían enfrentar, estaba dispuesto a asignarle un horario en su vida, de tiempo indefinido.
Porque juntos serían ese perfecto desorden.
FIN.
¡Finalmente fui capaz de publicar OPM!♡ AAAA cuentenme que les pareció c':. Personalmente me encuentro satisfecha con todo n.n, ya tenía tiempo queriendo escribir una historia del Vmin, ya que no suele ser tan común.
Esta historia es para mi bebé Kimi, que me animó a escribirla. Te amo, corazón♡.
Creo que muchos de ustedes no lo saben, pero soy Ingeniera Civil. Quería alguna vez implementar mis conocimientos en alguna historia. Además, solo como dato curioso, yo suelo ser como Mimi. No a ese extremo, pero si soy una persona que necesita organizar todo y vive de rutinas Asdfghjklñ. Así que ya saben de donde me inspiré c:
Bueno, realmente espero que les haya gustado la historia. Muchas gracias por leerme♡.
Tengo un canal de difusión en WhatsApp en donde les tengo al tanto de mis historias y futuros proyectos. Si gustan unirse, pueden comentar aquí y les mando el link por privado. En fin, hasta que nos volvamos a encontrar, manténganse sanos~
𝐊𝐢𝐦𝐍𝐢𝐤𝐚𝐫𝐢┊𝐀𝐧𝐝𝐢♡
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