Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ xxᴠɪ
DECEPCIÓN
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—¿Quieres contarnos qué sucede Ronnie?—pregunto Cygnus, mientras que Alexandra y el se sentaban a los costados del pelirrojo, al frente de ellos Harry y Hermione los miraban.
—No es nada de relevancia es solo que, mi varita se rompió al único de año. Es por eso que Harry y yo no llegamos a tiempo para la cena. — confesó Weasley.
—¿Cómo que algo sin relevancia?—dijo Lexy mientras fruncía el seño—La varita es importante Ronnie, además, la necesitas para aprender todo sobre los hechizos y a manejarla correctamente. Ahora entiendo porque lucias tan nervioso cuando la profesora McGonagall te pidió tu varita a mitad del pasillo el otro día. Tuviste suerte de que Parkinson interrumpiera.
—Exacto. Ahora, Ronnie. Lo que haremos será esto. Lexy y yo haremos todo lo posible por conseguirte una nueva varita de Ollivander.
—No, no, enserio, está...perfecta está varita—dijo Ron mientras levantaba el palo de madera que se encontraba atada con una cinta en el medio que al momento de levantarla está se rompió nuevamente por la mitad cayendo un pedazo. —¿Lo ven? Perfecta.
—Ronnie, esto no está a discusión. Le pediremos a papá que venga este fin de semana y aprovechando...el pequeño miope podría prestarnos su capa. —Cygnus miró a Harry.
—Podría pensarlo...—los dos Ravenclaw's lo observaron con los ojos entrecerrados.
—¿Que es lo que quieres pequeño miope? Te escucho. —Cygnus posicionó sus antebrazos sobre la mesa, mientras sus manos estaban en su barbilla.
— Podría prestarles la capa si tan solo me trajeran una bolsa llena de todos los dulces que existen.
—Prestanos la capa y te traeremos media bolsa de dulces y un recordadora para que no olvides hacer tus tareas. —Lexy hablo adoptando la misma postura que Cygnus.
—No olvidó hacer mis tareas, Lexy. Tengo una mejor idea, les prestaré mi capa pero con la condición de que nos lleven a Hermione y a mí para acompañar a Ron. —hablo Harry.
—¡Harry...! Aunque no sería mala idea, de verdad me gustaría probar los dulces que existen en el mundo mágico...—Hermione murmuró.
Lexy y Cygnus se miraron por unos minutos. Sabía que sacarlos del colegio traería problemas, y aunque de verdad les gustaría que los acompañarán, aún tenían una carta debajo de la manga.
—Prestanos la capa y te llevaremos con una vieja amiga de tus padres y podrás saber todo lo que quieras. —dijo Cygnus.
—¡Lupin!—Lexy exclamó dándole un leve golpe en el hombro—Tienes el tacto de un puercoespín, enserio.
—¿En-Enserio podré preguntar sobre mis padres?—pregunto Harry aún en shock.
Lexy suspiro: —Escucha Harry, está...amiga nuestra, ha estado escondida de Dumbledore y del mundo mágico por años, ¿De acuerdo?, Ella me ayudó a encontrar un hogar cuando escape de los Malfoy y se que su vida no ha sido fácil, mucho menos porque ella sigue aún teniendo lagunas que...a veces la hacen pensar que tus padres o sus amigos están vivos, ¿Me entiendes?—Potter asintió mientras pasaba su mirada de Lexy a Cygnus.
—Sin embargo, podríamos enviarle una carta a papá y pedirle si podría hablar con ella para que...—Cygnus compartió una mirada con Lexy—Ustedes puedan conocerla.
—¿Quién es ella?—las miradas se dirigieron a Hermione quién al sentir la mirada sobre ella se sonrojó.
—Mary McDonald.
[...]
Alexandra no podía evitar morderse las uñas preocupada cuando noto que Draco se había empezado a acercar más a Leo, y literalmente no despegarsele. Aunque pasará a su lado, ni siquiera los miraba y eso, aunque Cygnus supiera no hacerlo muy obvio, los preocupaba a ambos.
Cygnus pensaba que debía ser fácil para el pequeño Malfoy, no después de lo que el mundo mágico opinaba sobre ello. Incluso Lexy y el habían visto a Remus y su difícil camino por conseguir un trabajo. Sabían que ser un hombre lobo en la sociedad mágica era como vivir con lepra, sentir un completo rechazo del resto, que lo consideraba una persona a medias, contaminado y, por supuesto, peligroso.
Ambos de la casa del águila sabían que la mayoría de los hombres lobos terminaban marginados, viviendo de la delincuencia o malviviendo, porque no lograban conseguir un trabajo decente que les dé para vivir simplemente porque no generan confianza. Ese era uno de los miedos del pequeño Malfoy, algo que por supuesto Remus había preferido no hablar, sabía que Draco tendría una mejor vida de la que el había tenido cuando fue mordido cuando tenía cuatro años. Pero por supuesto, que ellos, inclusive el, jamás a dejarían a Draco a pesar de que el se alejara.
Lexy no habia necesito que alguien le dijera que Leo a diario hacia sentir a Draco cómo un fenómeno, lo hacía sentir que de una manera u otra que el siempre estaría solo y que nadie lo querría por su condición, y que solo sería un niño, un adolescente, un adulto asustado por lo que tendría que vivir por años. Viviría con la posibilidad de morir solo, y de la posibilidad de hacerle daño a alguien que Draco amará, y aunque el pequeño Slytherin no lo dijera eso lo hacía sentir mal y querer dormir y jamás despertar, lo hacía sentirse la peor persona que podría habitar el mundo.
Y eso solo aumentaba las ganas de que Lexy y Cygnus quisieran golpear a Leo Malfoy.
Aunque Draco ya no les quisiera dirigir la palabra, ellos siempre estarían con el.
Y eso nos trae a este momento.
El fin de semana llegó pronto y con ello, la salida de los Ravenclaw's y los tres leones hacia Hosmeade. Cuando Remus había respondido su carta les sorprendió que la respuesta llegará al rededor de dos días, fue una emoción total cuando recibieron la respuesta afirmativa de que Mary querría ver a Harry y contarle sobre sus padres y sus amigos.
Fue en ese momento en el que iban caminando por el pasillo, cuando el mundo para los de la casa azul y naranja se detuvo completamente. Pero aún más, para una chica de la casa de los leones, que dejó caer sus lágrimas al escuchar aquellas horribles palabras de quién jamás espero.
—¡No puedes juntarte con esa asquerosa sangre sucia, Draco! ¡Mucho menos con Lupin! Cuando perfectamente sabes lo mucho que lo odio. —Leo le agarraba del cuello a Draco que forcejeaba para librarse, hasta conseguirlo a la fuerza.
—¡Eso a ti no te importa, Leo! ¡Jamás te he respetado! Además, ¿Por qué tendría que hacerlo? ¡Tu no eres nada mío! ¡Solo compartimos un estupido apellido!
Los chicos observaban a Draco y Leo discutir, parecían no haberse dado cuenta de que ellos se encontraban ahí, o al menos, eso pensaban en ellos, pues Leo pareció reparar en ellos, y aprovechando que Draco les daba la espalda habló con una sonrisa sarcástica y burlona en el rostro.
—¿Que? ¿Por qué idioteces estás sonriendo ahora?
—Quiza es cierto que no somos familia como tú dices, porque somos verdaderamente distintos, pero mírate, miras a cualquiera que no esté a tu altura o rango de nuestra familia, lo miras con desprecio y...¿Sabes una cosa? Ni siquiera sé por qué te juntas con Granger, los otros quizá están bien, acepto que estés cerca de Alexandra y de Potter, ¿Pero Granger? Vamos hermano, se que piensas lo mismo que yo de esas estúpidas escorias.
—Para que te calles de una vez, escúchame, realmente creo que no deberían dejar entrar a los del otro tipo, cómo los muggles ¿De acuerdo? Simplemente no son lo mismo, nunca han sido educados para conocer nuestras costumbres. Algunos de ellos nunca han oído hablar de Hogwarts hasta que reciben la carta. Creo que deberían mantenerlo entre las antiguas familias mágicas.
—¿Entonces estás de acuerdo con que Granger es una sangre sucia que no debería estar aquí?
—¡Pensé que ya lo había dejado claro! ¡Esa sangre sucia inmunda no pertenece a nuestro mundo!
En ese momento un jadeo detrás de el de escuchó.
—Draco...
Malfoy menor se quedó como estatua en su lugar, mientras que Leo sonreía burlón. Cuando Draco se dio la media vuelta para observarlos, se arrepentio totalmente de haberlo hecho.
Lexy y Cygnus lo miraban con desilusión y decepcionados. Ron y Harry lo miraban rojos de furia desde que había insultado a su mejor amiga y Hermione, bueno...ella sentía que estaba regresando a su primer año cuando no tenía amigos y todos la molestaban y lastimaban.
—Hermione...
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