🛤𝐓𝐇𝐄 𝐑𝐎𝐀𝐃🛤
song ; the road
by ; wendy of red velvet
ship ; wenseul
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Hay un sentimiento de soledad y nostalgia en las extremidades de Seulgi. Una necesidad, que busca satisfacer sin saber realmente cómo, pero sigue caminando por este camino en el que se encuentra por primera vez.
Sus piernas quieren correr, sus brazos buscan desesperadamente algo que rodear. Y de su mano, del dedo meñique de Seulgi hay un hilo rojo vagamente anudado.
La castaña acababa de salir del restaurante donde estaba cenando con Wendy; una chica tan cálida como el sol mismo que contrasta maravillosamente con el frío de sus fuertes visuales. Wendy es un lugar donde Seulgi puede descansar sus preocupaciones y dejar que todo se desmorone bajo el suave toque de esas fuertes manos.
Lo que Seulgi siente por ella se parece mucho a la necesidad de caminar en este momento. Es repentino, extraño, algo tan familiar como desconocido.
Wendy es un sentimiento más que una persona y Seulgi todavía no sabe cómo reaccionar ante eso. Se siente tan parecido al amor pero tan lejos de ello al mismo tiempo.
Como un amor que no sabe que siente porque no lo recuerda.
Estar cerca de Wendy es para que Seulgi sienta que el hilo rojo de su dedo se aprieta, se enreda y se rompe al mismo tiempo, en esa sucesión exacta.
Apretado por su cercanía, enredado por la confusión de Seulgi, roto por la comprensión de que algo anda mal.
La castaña sigue caminando ignorando el sonido de la voz de la rubia en su cabeza diciendo que podría haberla llevado a casa. Pero esta noche, Seulgi no necesita ese toque suave. Solo necesita mantener alejados los pensamientos sobre Wendy.
Pero Wendy vuelve a entrar en su mente cuando se encuentra perdida en medio de su paseo por la ciudad. Seulgi no recuerda cómo salir de aquí, y el hilo de su dedo se ha vuelto a romper.
En la calle solitaria, las luces de los postes que dan ese color amarillento a todo lo que hay debajo hacen un paisaje poco convencional para Seulgi. Lo abrumador del momento hace en su mente un mar de emociones ahogando la imagen de Wendy.
Un amanecer dentro de una sonrisa, atardeceres en ojos color avellana, nubes en un pecho y oro en forma de palabras.
Esas cosas se sienten como alguien que Seulgi no puede recordar pero que la alivió de la frustración de un día agotador. Alguien que le quitó el peso de los hombros y le dejó un suave beso en la frente. Las emociones que han tomado la forma de un cuerpo llevan a Seulgi al borde de desafiarse a sí misma a recordar.
Para volver a anudar sus hilos sueltos.
Seulgi se concentra, pone todo su esfuerzo en tratar de darle a esa melancolía un nombre, una cara.
Pero no hay nada. No hay nadie que la haya enamorado así, solo más profundo que eso.
Hace un año, Seulgi tuvo un accidente automovilístico, su cabeza golpeó el volante con tanta fuerza que le causó un daño cerebral importante que resultó en amnesia, y olvidó los últimos tres años de su vida.
Pero la parte más triste de ello es que no recuerda haber conocido a Wendy, enamorarse de Wendy, mudarse y finalmente casi comprometerse con Wendy.
A pesar de que ese es el sobrenombre por el cual todo llaman a la rubia, Seulgi nunca llamó así a su novia, para ella ella era Seungwannie. Ahora decir el verdadero nombre de su menor por una semana y media le resulta extraño, como una palabra en un idioma que no habla. La calidez e intimidad que llamarla tan personalmente le daba ahora ha sido reemplazada por sentimientos inexistentes al decir ese común sobrenombre.
Seulgi reemplazó inadvertidamente algo tan personal con algo tan ordinario. El hilo en su dedo se ha vuelto a anudar una vez más.
Pero no hay forma de que ella pudiera haberlo evitado, y mucho menos saberlo.
Los viajes y conciertos parecen sueños de vidas pasadas, las canciones que escribió son poesía de otro autor. Pero son los momentos de ella con Seungwan que toda su familia y la propia Wendy le han ocultado los que mantienen a Seulgi despierta todas las noches.
No puede recordar esos sentimientos, pero los ha estado buscando durante mucho tiempo y todavía lo hace.
-Estoy esperando a que regreses, quiero que yo sea tu último amor.* -la armoniosa voz de Seulgi se vuelve una con los sonidos comunes de la ciudad que llenan el espacio. (Canción: Last Love - Wendy)
Aunque está perdida, Seulgi no deja de caminar. Dejarse llevar por el cuerpo que sus sentimientos perdidos han creado y ahora ha puesto un brazo alrededor de su cintura, le da el calor que necesita en esta fría noche blanca.
Frente a ella puede ver destinos interminables entrelazados unos con otros en las personas que caminan cerca de ella. Hilos rojos que no están conectados con la persona que está a su lado sino con la que acaba de pasar, todo un lío pero que poco a poco se va deshaciendo y llevando corazones al otro extremo de su destino. Para llevarlos a su predestinado hogar. Seulgi vuelve a romper sus propio hilo.
Hogar. Esa es la palabra que Seulgi intenta encontrar para describir la ola de escalofríos esporádicos que golpean la costa de su piel de vez en cuando. Un hogar es lo que busca Seulgi.
El brazo ficticio alrededor de su cintura trae un recuerdo algo nublado a sus ojos que parece golpearla más fuerte de lo que debería cuando Seulgi finalmente reconoce dónde está.
Sus piernas la han llevado al parque del río Han, un panorama que Seulgi sí conoce y está familiarizada. Puede que haya perdido el valor de varios años de su memoria, pero la leve diferencia en el aire en esta parte de la ciudad es algo que no puede olvidar.
Ella no olvidó este lugar.
A lo largo de la hilera de bulevares de la avenida que funcionan como una línea que separa sus nuevos recuerdos de los viejos, un momento se queda atascado en el medio. Seulgi siente que el brazo imaginario alrededor de su cintura se aprieta un poco más, pero eso no puede evitar que huya de ese abrazo.
Los ha vuelto a atar.
-Vamos, debes recordar esto. ㅡla castaña se repite para si misma en medio de los fantasmas que la rodean.
Seulgi se pierde de nuevo en medio del parque hasta que sus ojos se fijan en la cafetería al otro lado de la calle.
Vacía, como su mente cuando el mar de recuerdos se profundiza y la idea de haber ahogado a Wendy dentro de los sentimientos de este mismo mar se ha convertido ahora en una realidad contraria. Seungwan es quien la ahoga en sentimientos encontrados.
«...- ¿Sirven chocolate caliente aquí?
-Somos una cafetería, señorita. No servimos eso.
-Oh ... está bien, lo siento-
-Pero puedo hacerte uno.»
«...-Entonces... ¿Qué somos, wannie?
ㅡ¿Qué quieres que seamos?
ㅡQuiero ser todo para ti porque tú ya lo eres todo para mí.
-Cariño, has sido mi todo desde que te vi.»
«...-Estaba pensando, ¿y si nos casamos?
-No bromees sobre eso, Son Seungwan.
-No estoy bromeando, tengo muchas ganas de casarme contigo.
ㅡ¿De verdad lo quieres?
-Vamos Seul, te he pertenecido durante los últimos tres años de mi vida, déjame llevar eso a la eternidad. ¿Que dices?
ㅡAcepto.»
Seulgi se para frente a la cafetería, mirando las mesas sin entender cómo los fantasmas de Wendy y los suyos sonríen y se aman. Las manos entrelazadas, las sonrisas que no parecen guardar secretos, los labios hechos para encajar con los opuestos.
Es tan diferente a lo que es ahora con la rubia pero al mismo tiempo es igual a esos tímidos comienzos.
Ella mira su mano y puede ver que nunca tuvo únicamente un simple hilo rojo. Cada hilo que ha sido roto, cortado y anudado de nuevo se ata a las manos de los fantasmas de Wendy.
De Seulgi sale un tejido complicado y entre sus puntadas muestra cómo su destino intentó llevarla a su casa cien veces diferentes. Todos sus hilos van a Wendy, todas las partes que faltan de su historia están con ella. Estos son los recuerdos que busca desde hace tiempo.
Ella ve esos fantasmas a su alrededor como una película de amor sucediendo frente a sus ojos, en ese camino a casa que solía caminar con Seungwan todas las noches toda la noche.
Todo empieza a tener sentido para ella.
Cómo apareció Seungwan de la nada en su nueva vida y cómo cambió todo lo que Seulgi solía hacer y ser, cómo Seulgi comenzó a necesitar del abrazo de la menor, cómo Seungwan la cuidaría con devoción.
Cómo Seulgi siempre encontraría un camino de regreso a donde sea que esté Wendy y finalmente entiende por qué terminó aquí. Por qué se enamoró de ella tan fácilmente de nuevo.
Seulgi puede darle un nombre al cuerpo que su anhelo y soledad ha creado.
Wendy... no, borra eso.
Seungwannie.
-Me despierto todas las mañanas para caminar por la misma ruta que solíamos caminar juntas tratando de deshacer mis pasos y así poder olvidarte.
La voz de Seungwan suena como una triste serenata detrás de Seulgi. Con tanta tristeza que pinta las farolas amarillas de un azul profundo, tal vez tan profundo como el mar en el que está ahogando a la mayor.
-Pero no importa a dónde mire ni qué haga, todo me trae de vuelta a tu lado, Kang Seulgi. ¿Qué puedo hacer para olvidarte como tú me olvidaste?
Los pedazos de un corazón manchado de amargura aterrizan a los pies de Seulgi, y ella reconoce a cada uno de ellos. ㅡ¿O estoy en el camino correcto para encontrarte en el medio?.
Todos los hilos que unen a Seulgi con Seungwan están apretados en un complicado enredo.
Con lágrimas que Seulgi no puede sentir correr por sus mejillas, se vuelve para mirar esos ojos color avellana llenos de puesta de sol a pesar de que están lloviendo en este momento, la sonrisa de amanecer que ahora es un labio inferior atrapado entre los dientes frontales, el pecho hecho de nubes que ahora es una jodida tormenta. Todo es un desastre, pero Wendy todavía luce como amor para Seulgi.
Del dedo meñique de Seungwan, un hilo rojo gastado, lleno de nudos que parece estar a un tirón de romperse, encuentra su otro extremo en la mano de Seulgi.
ㅡNos conocimos aquí, ¿verdad? -con cada palabra, la castaña se acerca un paso más a la rubia. ㅡNos amamos aquí, ¿verdad? Respóndeme rápido, ¿es tuya la voz que me sigue llamando y hasta ahora puedo recordar?
Las palabras salen tan naturalmente de los labios de Seulgi mientras las lágrimas ruedan por las mejillas de Seungwan. Este momento es el hogar que la menor ha estado buscando, es Wendy a donde pertenece. Aunque no parece ser el lugar donde nadie más quisiera estar, es donde la mujer castaña sabe que debe estar. En este roto hogar, pero esperando ser construido de nuevo. Más fuerte, más nuevo, con más amor por medio.
-Nos conocimos aquí. Nos amamos aquí. Realmente quiero creer que es mi voz la que escuchas.
Con manos tan delicadas, Seulgi recoge los pedazos del corazón de Wendy que han caído al suelo. Este corazón ahora es suyo, el suyo ha encontrado el camino de regreso a donde pertenece, entre el suave y fuerte tacto de Seungwan.
Seulgi no recuerda todo, pero todo lo que necesitaba eran los recuerdos del amor de su vida, para poder volver a amarla en su nueva vida.
-Vuelve a recorrer este camino conmigo esta noche, no intentes borrar nuestros pasos y hagamos unos nuevos. Aquí, ámame como si nos acabáramos de conocer aquí y no dejes que te olvide nunca más, Seungwannie.
La fuerza de la tensión en los hilos entre Seulgi y Wendy es tan fuerte que todos los nudos se rompen al mismo tiempo.
Pero un nuevo hilo rojo, uno que luce más fuerte y duradero se forma en sus dedos anulares cuando Seungwan besa al amor de su vida por una segunda primera vez.
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