XI
[Leon Kennedy RE4
Pov: ERES UNA DE LAS VILLANAS >:)]
España, tu lugar de nacimiento. Habías nacido en Cantabria, pero, ese lugar ya no es lo que era. Te encantaba todo pero por culpa de esa plaga, todo empeoró. Tuviste que ayudar a los iluminados para sobrevivir, y por suerte habías sobrevivido múltiples veces a la plaga, sin ningún efecto,aunque te lo hayan inyectado,no te hacía nada.
Por eso, eras una de las curas. Todos los sabían, por eso, mejor en su bando que el de cualquiera.
Hasta que lo conociste, Leon Kennedy.
"¡Vas a morir!" Gritaste, era la tercera vez que lo veías, y vuestra relación era complicada, pero, os soportabais, sorprendemente, a ti nunca te atacó. Raro, siendo una persona que a cualquiera persona sospechosa ya le disparaba o rajaba, quizás era porque se dio cuenta que no eras tan mala como aparentabas.
"Ah, otra vez tu, ¿estas enamorada de mi, eh?" Recarga su pistola observando como venia tus esbirros, los cuales, no tardó en matar
Siempre lucías un vestido de flamenco, uno rojo ajustado a tu cuerpo. Tal vez era un estereotipo, pero era la única forma de expresar tu amor por un país que ahora solo te causaba dolor. "¿Por qué no te enfrentas a mí como deberías? ¿Tanto miedo te infundo?"
"¡Más quisieras!" gritas mientras desenvainas dos pistolas, preparada para atacar. "Prepárate para morir."
Comienza lo que parece ser un baile de armas, esquivas las balas con destreza, tal vez esa sea una de las razones por las cuales él no quiere matarte; mataría el último destello de arte que queda en este lugar.
"¿Te gusta bailar tanto? Muy bien, bailemos", dispara a tus armas haciéndolas volar. Se acerca a ti con su cuchillo, rápidamente bloqueas el ataque con el cuchillo guardado en tus muslos.
Agarra tus manos con fuerza, atrayendo tu cuerpo hacia el suyo, y luego te estira mientras aún sostiene tu mano. Lo miras sorprendida, no esperabas ese movimiento.
Le das una patada que él logra esquivar. Vuestros movimientos parecen coreografiados, están peleando pero al ritmo del flamenco.
Los pasos se entrelazan en un compás frenético, una danza letal en la que los cuerpos se desafían sin descanso. Cada movimiento es una fusión de gracia y ferocidad, mientras el sonido de los tacones resonando en el suelo crea una música propia. El rugir de las armas y el choque de los cuchillos se mezclan con el eco de las palmas, formando una melodía única que solo ustedes dos entienden.
El sudor perlaba tu frente, pero no cedías ante el cansancio. Tu pasión por la lucha y el deseo de proteger lo que amas te impulsaban a seguir adelante. Cada gesto, cada movimiento calculado, era una expresión de tu determinación y tu voluntad de resistir.
El brillo desafiante en tus ojos encontraba su reflejo en los ojos de tu oponente. A pesar de la hostilidad que los separaba, había un destello de admiración mutua en esa lucha sincronizada. Ambos reconocían el arte en su forma más cruda, una danza de destrezas mortales que solo unos pocos privilegiados podrían apreciar.
El ritmo aceleraba su pulso, como un latido desbocado marcando el compás del enfrentamiento. Cada paso, cada movimiento, estaba lleno de energía y pasión. La tensión se palpaba en el aire, mientras sus cuerpos se entrelazaban en un abrazo violento y a la vez armonioso.
En cada gesto, encontrabas la historia de tus raíces, de un país que, a pesar de sus cicatrices, aún albergaba la belleza y el coraje en sus tradiciones. Era un homenaje a tu herencia, una forma de resistir y preservar lo que te hacía sentir viva.
El tiempo parecía detenerse mientras seguían danzando, luchando en ese escenario improvisado. El sudor y la sangre se mezclaban en una sinfonía de esfuerzo y determinación. No había lugar para el miedo, solo para la valentía que brotaba de tus venas y alimentaba cada uno de tus movimientos.
El duelo alcanzaba su clímax, una explosión de emociones y habilidades. Cada golpe era un grito silencioso de resistencia, de negarse a ser derrotada por las circunstancias. Juntos, convertían el campo de batalla en un escenario de arte, donde la fuerza y la elegancia se unían en perfecta armonía.
Finalmente, en un último movimiento audaz, lograste desarmar a tu oponente y dejarlo rendido ante tu presencia. El baile de armas había llegado a su fin, pero su esencia perduraría en el recuerdo. Tú, con tu vestido de flamenco y tu espíritu indomable, habías demostrado que incluso en medio del caos, el arte y la pasión podían prevalecer.
Exhalaste agotada pero satisfecha, mientras contemplabas el escenario que se desplegaba ante ti. La pelea y el baile habían dejado su huella, transformando el espacio en un testimonio de tu valentía y tu determinación.
Dejaste a Leon con la respiración agitada, mirando tu figura como si de una deidad te tratarás. "Buen baile, pero, nunca olvides que..." Te tiró al suelo, poniendo su peso en ti mientras agarraba su cuchillo que lo pasaba en tu cuello "el último movimiento siempre es el más importante."
Tu respiración era agitada, mirabas sus ojos azules que te penetraban con fuerza, eras guapísima para estar ahí. Sentías como vuestras caras se iban acercando más y más, ya estaban a nada de besarse, pero, una explosión se hizo presente en el ambiente, haciendo que ambos miraban a la misma dirección
"¡Compañero!" Era aquel traidor, Luis. "Anda, ¿con que te van las españolas, eh? Normal, a mi también".
En un despiste, le golpeaste en sus zonas bajas para poder deshacerte de él.
"Se acabó todo esto, americano y traidor. Quizás hayan derrotado a todos los seres de este lugar, pero, me niego a dejarlos vivir, aunque eso cueste mi vida." Sacaste un pequeño botón, al pusarlo, empezó a explotar medio castillo, obligando a ellos a salir corriendo. "Todo por mi patria." Suspiras, mirando a la ventana
Aún recordabas aquel pueblo en buen estado, te parecía un recuerdo muy muy lejano.
Ahora, solo te esperaba una muerte.
[...]
Luego de huir, explorando un poco, Leon pudo visualizar lo que parecía un pequeño diario.
"____..." leyó en la portada, acordándose inmediatamente de ti, empezando a leer, se dio cuenta de todo.
'Aún que yo no quería, no podía dejar de servir a mi país, me sentiría inútil si no lo ayudo.
Desde cría me inculcaron valores patrimoniales fuertes, ahora, aunque sé que algunos están mal, no puedo evitar sentirme en contra del río al sentirme de esta forma.
Empezar a trabajar para los iluminados realmente afecta a cualquiera, me intentaron inyectar el virus varias veces, pero, nunca hubo efecto en mí, escuché decir que era una posible cura, por eso, preferían matarme antes que dejarme escapar, quizás es por eso que nació mis sentimientos suicidas.
Me hubiera gustado tener una vida tranquila aunque sea, por un tiempo.
Me hubiera gustado sentirme amada otra vez'
Leon había atado cabos, si lo hubiera sabido, te hubiera sacado de aquel castillo.
Se giró para ver un matorral de rosas, todas estaban marchitas salvo una, la única sobreviviente. Agarró con suavidad la rosa para dejarla en las ruinas del castillo
"Espero que esto te haga sentir amada, aunque sea después de la muerte".
Era mejor que nada, sin duda.
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