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𝘎𝘦𝘰𝘳𝘨𝘦 𝘞𝘦𝘢𝘴𝘭𝘦𝘺

datos:
•slytherin fem!oc
•narrado en primera persona
•año 1995
•segunda generación


𝐓í𝐭𝐮𝐥𝐨: 𝐛𝐞𝐬𝐨




Umbridge, un nombre que en el diccionario debe significarse horrible ser sin alma, casi como un dementor, pero considero a los dementores adorables comparados con la horrible profesora Umbridge. ¿Quién aguanta a ese horrible adefesio? Si, lo oyeron bien, es un adefesio, ¿pero qué digo? ¡Estoy ofendiendo a los adefesioso! Es una vieja amargada que odia a los adolescentes y no deja hacer nada.

¡Ni respirar!

Yo juraba que mi último año iba a ser asombroso, digo, ¡es el último año! Tenía que hacer bromas (junto con mis mejores amigos) y disfrutar lo que me quedaba de adolescencia junto con mis compañeros de casa (que en realidad no me quieren mucho).

Pero claro que no, por que la ministerio se le ocurrió meter las narices donde nadie le llama.

—Señorita Morgenstern —llamó la chillona voz de la cara de sapo—. ¿Hay algo más interesante que mi clase? —preguntó ligeramente ofendida.

Todos los ojos me miraban a mí y me sentí incomoda. Vi a los gemelos Weasley que me miraban divertidos. Merlín, George me distrajo por unos segundos, es simplemente... hermoso. A diferencia de su gemelo Fred, George tiene ese lindo lunar en el cuello que me gusta tanto.

—A decir verdad, profesora, su clase es muy aburrida —algunos se miraron sorprendido, pocos soltaron risitas. Ella alzó su cuello ofendida—. Sip, no vemos nada interesante. ¿Qué hay del encantamiento Patronus? Sería genial aprenderlo ya que a Potter lo atacaron algunos en el verano y...

—Silencio —ordenó—. Queda castigada y retírese de mi clase, ahora —pidió, cosa que me hizo bastante feliz—. Ah, y quince puntos menos para Slytherin —dijo con su chillona voz.

—De acuerdo —respondí colgandome la mochila en el hombro—, nos vemos, brujita —susurré.

Ignoré las miradas molestas de mis compañeros de casa y sonreí un poco al escuchar las carcajadas de los gemelos, mientras la profesora Umbridge les regañaba. Como todavía faltan cuarenta minutos para el cambio de clase, decidí dirigirme a la cocina. El truco para entrar es sencillo, ya que solo tienes que hacer cosquillas a la pera que encuentra en el retrato de un frutero.

—¡Señorita Morgenstern! —saludo Dobby, un elfo muy alegre y con lindas calcetas.

Me cae muy bien ese pequeño elfo.

—¡Hola Dobby! ¿Cómo estás?

—Dobby está muy feliz —dijo tomando mi mano para guiarme hacia las mesas—. Dobby prepara el delicioso caldero de chocolate que tanto le gusta a la señorita Morgenstern.

—Muchas gracias, Dobby —el pequeño elfo se fue corriendo y tome una manzana roja del frutero para morderla—. Navidad, navidad, hoy no es  navidad —canturreé sin poder contenerlo.

—¡Es un día de alegría y felicidad! —grito un pelirrojo brincando frente a mi y abriendo sus brazos.

—¡HEY! —grite parándome en el banquito.

George comenzó a reír y ladee mi cabeza al verlo en la cocina.

—Sabes, fue asombroso como callaste a Umbridge —dijo sonriendo.

—Gracias, gracias —hice inclinaciones un tanto dramáticas.

—Aunque muchos Slytherin están enojados y te llamaron traidora...

Fingí una exclamación, no es novedad que los Slytherin me consideren traidora, en realidad, no me importa mucho lo que piensen ellos de mi. Si la opinión de mis padres no me importa, mucho menos la de aquellos que se hacen llamar mis amigos.

—¿Traidora yo? Como crees —ironicé y le di una mordida a mi manzana—. ¿Y tú copia?

—Oh verás, cuando nos reímos, Umbridge se enojó y Fred me echo la culpa, entonces me sacó de clase —puso su mejor sonrisa, luciendo adorable.

—Que feo tu caso —respondí un tanto burlona, él alzó sus hombros haciendo una mueca divertida.

—Y, ¿qué haremos?

—¿Haremos? —pregunté subiendo mis ojos—. No se tu pero yo comeré —justo en ese momento el caldero de chocolate apareció frente a mí y aplaudí con cierta emoción.

—¿Me das? —preguntó haciendo ojitos.

—Toma un cubierto y comencemos a celebrar nuestra no feliz navidad —respondí tomando rápidamente una cuchara.

Él corrió para rodear la mesa y tomar asiento a mi lado, me dio un ligero codazo con emoción y antes de tomar una cuchara guiño un ojo.

George tiene esa costumbre de guiñar un ojo (o al menos a mi) y cada que lo hace, juro sentir como mis piernas tiemblan.

—Ya quiero que sea navidad —dijo suspirando algo dramático.

—¡Falta tan solo un mes! —le recordé sonriendo.

—Eso es mucho —soltó un suspiró triste y haciendo un puchero.

Mire el caldero de chocolate y luego en la mejilla. Claro que tenía una idea, por lo que metí mi dedo al caldero de chocolate para después embarrarlo en la mejilla de George.

Comencé a reír por la cara que hizo y acto seguido tomo pudin en sus dedos y lo embarro en mis mejillas.

—¡Hey! —me pare de un brinco y tome el caldero de chocolate para comenzar a correr.

—¿A donde llevas eso? ¡Ven acá pequeña duendecilla!

—¡¿Duendecilla?!

Comenzamos a correr por la cocina, el jefe de los elfos, Pitts, nos pedía que dejáramos de hacerlo, pero claro que no le obedecimos, al contrario, comenzamos a hacer más desorden del que ya estabamos haciendo. Comencé a lanzarle pedazos de caldero de chocolate mientras el respondía lanzandome pudín.

—¡Pelea de comida! —grité alzando mis brazos.

Tome una bandeja que tenía pudín y rápidamente lo lance al rostro de George.

Solté una carcajada al ver como se había quedado parado con su rostro repleto de pudín y di brincos divertida. Si tan solo tuviera mi cámara conmigo esta ya sería una muy buena foto para el álbum que tengo con los gemelos.

—¡Deshonra! ¡Desgracia! —grito quitándose el pudin de la cara, pero solo consiguió embarrarse más, luciendo tan lindo.

—¡Oh tu cara! —tuve que parar para comenzar a reír, el muy tonto ahora tiene pudín en su cabello.

Por estar burlándome de él, nunca note cuando George corrió hacia mi, por lo que terminó cargándome por la cintura para empezar a pegar su rostro con el mío y ensuciarme de pudín. Dio un par de vueltas aun cargándome mientras pedía a gritos que me bajara, sentía mis pies volar y comencé a reír sin poder evitarlo.

—Eres mala —susurró en mi oído causando calosfrío.

—Soy el estereotipo de Slytherin mala —respondí con una sonrisa traviesa y aferrándome con fuerza de sus brazos.

—Sobretodo tú —dijo burlón—. A ver, ¿por qué estás en Slytherin?

Me bajo lentamente y me gire para quedar frente a George. Su rostro luce como un delicioso pastel y en serio no me molestaria comer... no, esperen, ¿que cosas digo?

Merlín santo, este hombre me pone mal.

—Estoy en Slytherin por qué el sombrero dijo que sacaría todo mi potencial —respondí con arrogancia—. ¿Tú porqué estás en Gryffindor?

—Porque soy muy osado y valiente... ah y también soy muy cool, Gryffindor tiene gente realmente cool.

Comencé a reír por dicha tontería y lo mire a los ojos.

—Eres un tonto, Georgie —dije negando lentamente con mi cabeza.

—Solo un poco —aclaró tomando una servilleta. Solté una risita al ver como se quitaba un poco de pudín de su rostro.

—Ven aquí.

Tome un servilleta y comencé a limpiarlo cual bebé sucio. George observa todos mis movimientos lentamente, y tiene una pequeña sonrisa ladeada.

Utilice bastantes servilletas para poder quitarle el pudín del rostro y aun así seguía teniendo chocolate, relamí mis labios de tan solo pensar en lo delicioso que debe saber el pudín y ladee un poco mi cabeza.

Justo cerca de sus labios, mantiene una pequeña mancha de pudín, por lo que me pare de puntitas para darle un beso en aquella mancha de pudín.

—Lo siento —dije rápidamente al sentir nerviosismos.

George tiene una pequeña sonrisa (¿emocionada quizá?) y parpadeo lentamente.

—No pidas perdón —susurró.

Se acercó un poco a mi y tomo lentamente mi brazo, nos miramos por una fracción de segundos, observe sus labios y se que el también miro mis labios.

¿Que si quiero besarlo? Sí, sí, quiero besarlo.

¿Sería prudente...?

Una voz nos hizo reaccionar dando un brinco.

—Con que aquí están —dijo una voz calmada a nuestra espalda.

Ambos nos giramos para encontrarnos con el viejo profesor barbón Dumbledore, que tiene una sonrisilla traviesa.

—La profesora Umbridge los está buscando como desquiciada —comentó—. Me he tomado el tiempo de recordar como a usted, señorita Morgenstern y a usted, señor Weasley, les gusta la comida —observó el lugar con una ligera sonrisa—. Que mejor lugar que la cocina para encontrarlos.

George y yo nos miramos cómplices y sonreímos un tanto apenados.

—Ahora será mejor que se vayan o si no Umbridge explotara y, aunque no me molestaría ver eso, tienen (al parecer) un castigo que cumplir —ambos asentimos lentamente.

—Hasta luego profesor —dijimos al mismo tiempo, para salir bajo su atenta mirada.

Tragué saliva nerviosa y mire de reojo a George.

—Bueno, Weasley, nos vemos, supongo —me despedí para caminar rumbo a las mazmorras pero George me detuvo.

—Espera Morgenstern —lo miré algo nerviosa y ladeo una sonrisa—, hay algo que no hicimos...

—¿Qué? —pregunté con voz muy baja.

—Besarnos.

¿Me sonroje? No lo sé, nunca me he visto sonrojada, pero siento como si estuviera sonrojada. Quizá si lo estoy, pero por la túnica de Merlín, George quiere besarme.

—Estas demente, Weasley, eso solo pasará en tus sueños —respondí negando con mi cabeza.

—Quizá sí —dijo un tanto cínico—. Pero aquí entre nos, así de demente, se que me amas —continuó bastante seguro.

Podría negar aquello si tan solo no estuviese sonriendo como estúpida.

—Un poquito, quizá —respondí antes de dar un paso más cerca de él.

Las manos de George se posaron lentamente sobre mi cintura, lo abrace por el cuello para quedar más cerca y solté una risita viendo como todavía tenía betún, por lo que pase mi dedo por su mejilla para llevarlo a mi boca.

—¿Está rico? —preguntó en voz baja.

—Delicioso —aclaré.

—¿Pasarás vacaciones de navidad con nosotros? —preguntó en susurró mirándome a los ojos.

—Quizá...

—¿Quizá sí? ¿Quizá no? —preguntó confundido.

—Solo... quizá —musité antes de pararme de puntas e inclinar un poco mi rostro para besarnos por primera vez.

Y por dios, la forma en que respondió aquel beso me aseguro que no sería la última vez que lo haríamos.





Nota de autora:

Hola quiero un George repleto de pudín.

Lots of love, Cici x

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