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OO5|𝐌𝐈𝐋𝐄𝐒 '𝐓𝐀𝐈𝐋𝐒' 𝐏𝐑𝐎𝐖𝐄𝐑

DANDELIONS

El inventor reaccionó con rapidez, sosteniendo a la chica que acababa de tropezar, para evitar que se lastimase. La torpeza de la chica no solo le había válido la caída de distintos artefactos en la mesa del zorro, si no que también, hizo caer la bolsa que llevaba en sus manos.

—¿Estás bien? —la cuestiona Tails, soltándola suavemente. Ella dice sí con la cabeza, dejando al zorro respirar aliviado—. ¡Ay (T/n)!, Debes ser más cuidadosa, mira cuántas cosas peligrosas hay a tu alrededor. Pudiste haberte hecho daño —le reprocha con preocupación.

La chica baja la cabeza avergonzada. Se sentía estúpida.

—Lo siento Tails —susurra apretando la maltratada bolsa de plástico en sus manos.

El inventor suaviza su mirada y procede a revolver el cabello de la chica, haciéndola sonreír levemente.

—Esta bien, solo ten más cuidado —Tails se dirige a levantar sus artefactos caídos, ignorando el hecho de que algunos habían quedado inservibles—. Entonces, ¿A qué debo el honor de tu visita?

Las mejillas de la contraria adquieren un tono carmín. Aquel tropiezo no solo la había hecho caer a ella, también decayó su autoestima. Ya no se sentía capaz de entregar lo que tenía pensado, además de que los panecillos que había horneado se habían estropeado. Chasqueo la lengua fastidiada por sobre pensar. Maldita sea, lo haría ahora.

—A lo que yo venía era a...

—¡Tails!

La atención que Tails le había dado previamente a (T/n), se dirigió a la coneja que acababa de llegar al taller. (T/n) muestra fastidio en su mirada.

—Hola Tails —saluda Cream con una sonrisa, al percatarse de la presencia de (T/n) se dirige a ella de igual modo— Hola (T/n), que sorpresa verte aquí.

—Hola Cream —saluda cabizbaja.

—Traje algunos pasteles y te de menta —informa la coneja levantando una canasta.

—Gracias Cream, puedes ponerlos ahí —señala un espacio libre en una de las mesas.

Cream asiente y camina con cautela entre los cables que se encuentran en el suelo del taller.

—Creo que es hora de que me vaya —dice (T/n) soltando un suspiro—, lamento lo que ocurrió.

—¿Te vas, tan pronto? ¿No había algo que querías decirme? —pregunta Tails con confusión.

(T/n) vuelve a mirar a Cream, que ahora se encuentra sacando los pasteles y un recipiente con te de menta, hecho esto, devuelve su vista a la bolsa que sigue teniendo en manos.

—Hablamos luego —farfulla saliendo del taller—. Adiós Cream.

—Adiós (T/n) —se despide confundida por la actitud de su amiga.

Tails levanta su mano en un titubeo de detenerla, pero no basta y (T/n) sale del taller con un agridulce sabor en la boca. Y esto no se debe a los pastelillos de menta que había horneado para él, pastelillos que nunca probaría.

Permanecía mirando a través de su ventana, se sentía afortunada de tener una vista tan linda como aquella, una vista que daba a a un hermoso campo que en primavera se llenaba de flores de distintos colores y dientes de león.

Sostuvo entre sus dedos un pequeño diente de león, lo miró con dulzura y susurró:

—Por favor, que algún día Tails y yo podamos estar juntos —y lo sopló.

Contempló con una sonrisa como las pequeñas semillas volaban hasta alejarse de ahí y cerró los ojos para soñar despierta con el día en el que Tails y ella, finalmente fueran pareja.

—Pequeño diente de león que el el viento vas, ¿No le avisarás que es con el con quién quiero estar?

Se sintió una tonta enamorada por andar creyendo en esos cuentos de pedir deseos, pero no era su culpa, era la de Tails. El tenía la culpa de ser tan malditamente irresistible, hablando física, sentimental y emocionalmente.

Recordaba haber gustado de el desde que tenía 11 años, de eso ya seis años. Mordió su labio con frustración, pues si tan solo hubiera hecho algo hace seis años, tal vez no se sentiría tan mal consigo misma al ver qué Cream tenía una gran ventaja. Sí, porque a la coneja también le gustaba el.

Corrió a admirarse en el espejo, tratando de animarse a sí misma. Su pelaje era lindo de cierto modo. De un intenso color rojizo cómo cabello y un tono crema para el resto de su cuerpo. Pero lo que más amaba de si misma, eran sus ojos, de un azul tan claro que se asemejaba al hielo, redondos y muy expresivos. Sonrió para sí.

—Tu puedes (T/n), ¡Tú puedes!

Y así, salió de su casa para volver a intentar declararse. Después de todo, la centésima cuarta era la vencida.

Tails no era un chico tonto, sabía lo que Cream intentaba cada vez que entraba a su taller con nuevos postres y más raciones de té de menta y limón. Pero simplemente no podía corresponderle, pues ya había alguien que profanaba sus sueños y era responsable de sus desvelos.

—Withlock —susurró, mientras veía una pequeña maceta en el alferraz de su ventana—. Tal vez sea esa manera especial en la que pronuncias mi nombre, o el modo en el que pretendes jugar. Pero tal vez eso sea algo bueno, porque nunca en mi vida había conocido a alguien como tú.

«Ella se enamoró primero, pero el más fuerte» recordó aquella frase que había leído en uno de los libros que había en casa de Amy. Realmente describían su situación, pues lo que para ella era una misión imposible de lograr, para el era algo que lo hacía soñar.

—Tampoco había soñado con alguien como tú —sonrió.

Dicen que amores como ese ocurrían una sola vez en la vida, y el estaba seguro de que ella era ese amor suyo.

Acarició la flor que ahí se encontraba plantada, una hermosa Camellia de pétalos rojos. Regalo de aquella ladrona de suspiros.

—¡Tails!

La voz detrás de él, lo asustó y casi tira la Camellia. Se dio la vuelta encontrándose de frente con Cream.

—Hola Cream.

La nombrada miró hacia abajo y jugueteó con sus dedos mientras se disponía a declararse.

—Tails, hasta hace poco me permito llamarte así, tratando de dejar de lado las formalidades contigo. Y lo que hoy vengo a decir, cambiará mi vida de alguna u otra manera...

El inventor comenzó a sudar, ¿Cómo rechazas a alguien de la mejor manera? Eso ni el mismo lo sabía.

(T/n) caminaba en dirección al taller de Tails con los puños cerrados.

—Tails, tu me gustas

Chasqueó la lengua y se golpeó, aunque se arrepiente poco después, cuando comenzó a sentir dolor en su frente.

—No, así no se hace. Otra vez —tomó aire—. ¡Yo te amo!

Se tapó la cara con ambas manos en señal de frustración.

—Creo que lo mejor será dejar que las cosas fluyan. Sí, es lo mejor.

Y apresuró su paso a la casa de su amado.

—... Voy a dejarme de rodeos y decir lo que realmente quiero...

«No lo hagas» pensó el zorro.

—Tails —Cream alzó la mirada y se acercó un poco más al doble cola. Colocó ambas manos en el pecho de él y tomó fuerzas para hablar—. Tu. Me... me... Ufff. Tails tu me...

—¡Miles Prower!

Ambos se sobresaltaron hasta quedar en un pose para nada en contexto. Miraron en dirección a la puerta y a la chica que acababa de entrar. Su cabello ondeó con la corriente de aire que acababa de entrar. Sus penetrantes ojos azules mostraron sorpresa y sus labios se abrieron hasta expresar asombro.

(T/n) escudriñó con sus ojos la escena y a cada vistazo, era aún más desalentadora. Cream con las manos puestas en el pecho de Miles y prácticamente, acurrucada en el. Tails con una de sus manos puesta sobre las de Cream, y la otra, apegándose más a ella. Tails se apresuró a soltar a Cream y apartarse de ella.

—No hacíamos nada, solo...

Sus ojos buscaban con desesperación encontrarse con los de (T/n), pero al momento de hacerlo, lo invadió la tristeza. Aquellos gélidos ojos estaban cristalizados y al borde del llanto.

—No, no es lo que piensas —trató de tranquilizarla otra vez.

Cream observaba impactada. Ahora entendía aquellas sonrisas extra que el le dedicaba a ella. Entendía los extremos cuidados que Tails tenía con (T/n), y comenzaba a razonar sobre porque siempre en primavera, el se desaparecía una semana antes y reaparecía cubierto de tierra y distintos tipos de semillas. Entendía a la perfección, que todo era por ella, (T/n) Whitlock.

—Yo... Lo lamento —se disculpó, con una sonrisa triste adornando sus labios—. Debo aprender a tocar la puerta. Sigan en los suyo, yo me voy.

—¡No, espera!

Pero había sido tarde, (T/n) había salido del taller.

—Lo siento Cream, volveré después.

Y se había llevado a Tails con ella.

—Ay (T/n), ¿Por qué siempre consigues lo que yo no? —pregunta Cream en voz alta, y sonríe antes de dejar caer lágrimas.

Después de correr detrás de (T/n) por un buen rato, Tails se detiene al ver qué ella baja la velocidad de su paso. Al mirar a su al rededor, se da cuenta de que están en el campo de flores que el le regala cada primavera.

—(T/n) —la llama sin recibir respuesta.

—Mira los dientes de león —comienza ella—. Cuando el viento sopla, se los lleva con suma facilidad, nunca saben dónde caerán, pero tienen la certeza de que lo harán. Con ellos llevan semillas, pero también deseos.

Con suma delicadeza, (T/n) sopla en uno de los dientes de león, desprendiendo las semillas de inmediato. Las cuáles, se pierden en el horizonte, en las dulces nubes rosas que parecen algodón de azúcar.

—¿Alguna vez te contaron que sí soplas a un diente de león, tu deseo se hace realidad?

—Sí, claro que lo eh oído. Tu misma me lo...

—Pues quién lo haya dicho, es un idiota —farfulla con molestia, arrojando el tallo de diente de león en sus manos—. Los deseos no se cumplen, punto.

—¡No!, (T/n), si lo hacen. ¡Se hacen realidad! —dice Tails tomando las manos de la chica.

—No, porque es muy fácil soñar despierto y creer que sucederá. Pero no es así Tails. Y tú eres el claro ejemplo de que no —su voz suena cansada, monótona y aburrida. Simplemente no es la chica que el ama escuchar tararear.

—¿Que no se hacen realidad? —la cuestiona con incredulidad—. El simple hecho de estar contigo y sujetando tus manos, me hace estar seguro de que si lo hacen.

Ella lo mira confundida.

—No te entiendo, Cream.

—Cream no es más que una amiga para mí. A la chica que yo amo le gusta regalarme las flores del campo que planto para ella.

Por primera vez, los ojos de (T/n) vuelven a brillas con felicidad.

—¿Tu cultivas ese campo para mí?

—Se lo mucho que amas las flores, cómo te encanta soñar despierta y como entregas todo el corazón cuando haces algo (T/n). Por eso te amo.

—¿Que tú qué? —pregunta ella, queriendo oírlo nuevamente.

—Que yo te amo (T/n). Te amo, te amo, te amo y no puedo dejar de gritarlo, porque yo te amo —repite Tails, mientras aprieta las manos de la chica—. Se que el amor es como dar un salto al vacío, y que el amor lo puede todo. Por eso no quiero dejar de decirte, ¡Que te amo!

(T/n) sonrió con energía e hizo lo que siempre había querido. Besar los labios de Tails.

No hicieron falta palabras, su beso dijo: «te quiero» y el de el respondió: «yo más»

Porque soplar los dientes de león de los campos floreados, da muy buenos resultados.

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