𝟬𝟵- { 𝗺𝗮𝗿𝗰𝘂𝘀 𝗿𝗮𝘀𝗵𝗳𝗼𝗿𝗱 }
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Marcus acaricia dulcemente el brazo de su chica, que descansa placenteramente sobre su hombro. Ambos se encuentran en la sala de espera del aeropuerto de Manchester, esperando poder abordar su avión que los llevará a París, para así, dar inicio a sus vacaciones después de una temporada exitosa para el jugador británico.
Marcus sabe que su amada quiere conocer París, mejor conocida como la ciudad de los enamorados, y él está dispuesto a cumplir ese deseo. Haría cualquier cosa por Liz, con tal de verla sonreír.
— ¿Todavía no? — Liz abre los ojos después de quedarse dormida por un corto tiempo.
— Aún no, mi amor. — Murmura Marcus sonriendo. — Te dije que te durmieras temprano.
— Marcus, ¡son las cinco de la mañana! — Protesta Liz y Marcus suelta una risa burlona. — Solo porque te amo, te perdono el hacer que me despierte muy temprano.
— Es el único vuelo que encontré disponible, además, también quiero conocer París. Es mucho mejor si llegamos temprano.
— Pero si tú ya has conocido París tonto, la que debería estar emocionada soy yo. — Liz se cruza de brazos y hace un puchero, algo que a Marcus le causa ternura.
— Me encanta cuando haces pucheros. — Marcus sonríe y deposita un corto beso sobre los labios de su amada. — Y sí, ya he conocido París, pero no con la persona correcta. — Murmura muy cerca de los labios de Liz. — Después de este viaje, París será una ciudad importante para ti y para mí. — Marcus sonríe, mientras Liz lo mira sin entender a lo que se refiere y simplemente Marcus decide no decir nada más, no quiere arruinar la sorpresa que tiene preparada para ella.
Liz, al ver que el jugador del Manchester United no dirá nada más, se limita a recostar su cabeza sobre el hombro de Marcus y lo abraza.
Estos son los momentos en que tanto Liz y Marcus disfrutan, cuando solo son ellos dos y nadie más. Porque con una simple mirada o caricia ambos se dicen mucho.
Los dos nacieron el uno para el otro, los dos nacieron para estar juntos.
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El avión aterriza sobre la ciudad parisina. Marcus junto a Liz van a recoger su equipaje, para después salir y tomar un taxi que los llevaría hasta el hotel que el mismo Marcus Rashford eligió para esta ocasión especial.
Liz observa las calles de la ciudad parisina con una enorme sonrisa en su rostro y Marcus la mira, parece una niña pequeña en Disneyland. Marcus se limita a entrelazar sus manos y ella voltea a verlo, simplemente, los dos se dedican una sonrisa.
Marcus saca de su cartera algo de propina para darle al chico que subió las maletas a la suite, este después sale de la habitación.
— ¿Te gusta? — Marcus ríe y se sienta en el borde de la cama, mientras Liz inspecciona con la mirada la enorme suite en la que se quedarán unos días.
— Esto es demasiado, mi amor. — Habla Liz. — Gracias por todo esto. — Marcus se acerca a ella y acaricia su mejilla dulcemente.
— Con tal de verte feliz haría esto y más Lizzy. — Marcus con sus suaves manos toma el rostro de su chica y la besa.
Ese beso poco a poco va subiendo de intensidad hasta que la ropa de ambos termina regada por la suite.
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— Esta noche tengo una sorpresa para ti. — Murmura, el futbolista, mientras juega con el cabello de Liz.
— ¿Más sorpresas para mí? Marcus, mi amor, no es necesario. — Liz lo mira y él simplemente niega.
— Te mereces esto y más preciosa. Te prometí hacerte la mujer más feliz de este mundo y eso haré. — Liz sonríe y se acomoda quedando frente a él para besarlo.
No es hasta qué ambos se separan por la falta de aire.
— ¿Puedes darme alguna pista de la sorpresa? — Los dos ríen levemente.
— Veamos. — Marcus se hace el pensativo. — No, no hay pistas. — Liz hace un puchero, sabe que eso le encanta a Marcus y, siempre que quiere algo de él, esta es la manera en la que termina accediendo. — Esta vez no funcionará, princesa. — Marcus ríe y Liz se cruza de brazos.
— Tenía que intentarlo. — Ambos sueltan una carcajada. — Ya que no me vas a decir nada, vamos. Quiero conocer lo más que pueda hoy de París — Liz se levanta de la cama con una sábana blanca que cubre su cuerpo.
— Como usted ordene. — Marcus bromea y se levanta de la cama.
Los dos se arreglan y se ponen algo adecuado al clima de la ciudad Parisina. El clima es, en el mayor de los casos, frío, pero hoy es la excepción, el sol se encuentra a su máximo esplendor.
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Liz posa para una fotografía en los alrededores de la Torre Eiffel y, sí, Marcus es quien toma la foto. Posteriormente, el jugador británico le pide a otra persona, que va pasando por ahí, que les tome una foto juntos y este no se niega, puesto que, reconoce de inmediato a Marcus Rashford.
— Gracias. — Habla Marcus después de tomarse una foto con el chico.
Su mirada se dirige a su novia que mira con asombro la Torre Eiffel, él sonríe y se acerca a rodear la cintura de Liz, por su parte, ella, al sentir los fuertes brazos de su chico, sonríe.
— Vamos, ahora toca subir. — Murmura Marcus.
Liz con un leve brillo en sus ojos asiente.
Juntos hacen fila para subir a la famosa Torre Eiffel, después de casi una hora de fila, lograron subir hasta donde la seguridad lo permite.
Observan cada detalle de, tal vez, la ciudad más popular de Europa. Como es de esperar, se toman fotografías juntos, que más tarde publicarían en sus redes sociales.
Tras recorrer algunos de los puntos más importantes de la ciudad de París, llegan a un restaurante muy famoso de la capital.
— ¿Qué vas a ordenar? — Marcus mira a su novia que está leyendo la carta.
— Mmmm, no lo sé. — Sonríe. — Lo mismo que tú. — Marcus suelta una carcajada y toma la mano de Liz para acariciarla dulcemente.
— Me encantas, Lizzy. — Murmura Marcus entre dientes y Liz se sonroja al escuchar las palabras de su novio.
Una mesera, de cabellera rubia, los interrumpe. Marcus es quien habla para ordenar, pero Liz presta atención a un detalle que parece que el jugador del Manchester United no se percata. Así que, Liz frunce el ceño mirando a la chica rubia.
Marcus le devuelve las cartas del menú y la chica rubia las toma sonriéndole de manera coqueta a Marcus Rashford.
— Estúpida. — Murmura, Liz.
— ¿Dijiste algo? — Marcus la mira.
— No. — Liz sonríe, aunque en su interior quiere enseñarle a esa chica a no meterse con su novio.
La chica rubia se aleja de la mesa y Marcus, que conoce muy bien a su chica, sabe que hay algo que le incomoda.
— ¿Qué pasa? — Marcus pregunta.
— Pediré que nos atienda alguien más, esa chica no me agrada. — Marcus suelta una risa, algo que no le gusta a Liz. — Hasta el más idiota de este mundo se da cuenta de que esa chica te estaba coqueteando. — Liz rodó los ojos.
— Lo sé, me di cuenta de eso, pero a quien amo es a ti. Tú eres la única, Lizzy, no te quiero perder porque no sé qué sería de mi vida si tú no estás en ella
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Marcus guía a Liz, quien trae los ojos vendados. La noche ha caído sobre la ciudad parisina y, eso quiere decir que, ha llegado el momento de la sorpresa que, con tanto esfuerzo y ayuda de sus amigos más cercanos, ha preparado.
— Te quitaré la venda, pero no abras los ojos hasta que cuente hasta tres, ¿lo prometes?
— Lo prometo, amor. — Liz sonríe.
Marcus, con mucha delicadeza, quita la venda y cuenta hasta tres. Por su parte, Liz abre los ojos y, de inmediato, sus manos van a su boca, es allí cuando las lágrimas amenazan con salir.
— Marcus... — El británico sonríe y la guía hasta una de las sillas. — ¿Cómo conseguiste hacer esto? — Liz mira con asombro la vista perfecta que da a la Torre Eiffel, eso le añade un aspecto mucho más romántico.
— Tengo mis contactos. — Marcus sonríe y se sienta frente a su chica.
La cena transcurre entre risas y cursilerías por parte de los dos. Es increíble que en tan poco tiempo Marcus y Liz hayan formado un lazo de amor que parece nunca se romperá, sin duda, una relación que muchos envidian.
— Lizzy. — Marcus se levanta y toma la mano de su novia, ella después se pone de pie.
— ¿Qué sucede, mi amor? — Liz lo mira con cierta preocupación, pues el gesto de Marcus no es el mejor.
— En realidad, el verdadero motivo por el que estamos aquí es... — suspira. — No sabía cómo preguntarte esto y creí que París sería la ciudad correcta.
— Marcus, cariño, me estás preocupando. — El futbolista toma aire y saca de su saco una pequeña caja de terciopelo color rojo, posteriormente, se arrodilla frente a su novia.
— Marcus... — Liz cubre su boca con sus manos, sin duda, esto no lo esperaba.
— Estoy consciente de que no llevábamos más de un año juntos, pero estos ocho meses han sido los mejores de mi vida y eso es gracias a ti. Lizbeth... — Marcus suspira. — ¿Quieres ser mi esposa? — Ella limpia las lágrimas de sus mejillas y asiente con la cabeza, asiente varias veces.
— ¡Si Marcus!, ¡Si Marcus!, ¡Si quiero ser tu esposa! — El británico sonríe y le pone el anillo a su novia. Liz lo abraza y él corresponde a ese abrazo.
— Porque son tus brazos el lugar perfecto a donde pertenezco, porque si te tengo, tengo todo, en ti tengo todo, por eso te amo. — Liz sonríe al escuchar las palabras de su futuro esposo.
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