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Obssesion.

¡Especial semana de terror!

Realizado por: GrisetRodriguez

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La oscuridad de mi habitación especial me hace sentir a gusto, aspiro de mi cigarro una vez más a la vez que observo mis tesoros más valiosos en las repisas pegadas a la pared. Una sonrisa de satisfacción se dibuja en mis belfos al haber conseguido cada uno de ellos, justo del modo que me gusta, estos representan lo que soy. Le doy la ultima calada al cilindro de nicotina y tiro la colilla al suelo para aplastarla luego con mis botas y así apagarlo del todo.

El timbre de mi casa suena repetidas veces y frunzo el ceño extrañado. Nadie sabe donde vivo y no espero visitas mucho menos a esta hora. Dirijo mi mirada al reloj que hay a mi lado para ver la hora exacta, 2:47 am. La duda se vuelve a plasmar en mi ser al no saber quien jodidos se atreve a irrumpir en mi propiedad.    
Salgo echo una furia a despedazar a esa persona estúpida e indiscreta. Mi mansión no es muy fácil de encontrar ya que vivo bien alejado de la ciudad y un bosque la rodea, quisiera averiguar de una vez quien fue tan inteligente(o idiota) para dar con ella.

El camino a la puerta principal se me hace rápido y en un segundo abro para luego sentir un cuerpo avalanzarse contra mi y presionarme contra él, una colonia suave y sutil inunda mis fosas nasales y noto una abundante cabellera castaña pegada a mi.

Cierro los puños con enojo y de un tirón separo a la chica de mí, sí supe identificar muy bien su género debido a su aroma, la deliciosa suavidad de su piel junto a sus perfectos y redondos senos cuando se apretaron en mi torso.

─¡¿Quien mierda eres?!─ sí la sutileza no es algo que me caracterize y más cuando invaden mi preciado espacio personal.

Soy un idiota y no me importa serlo.

La chica aun está con la cabeza gacha y un fuerte sollozo se escucha, se debe haber asustado el doble al oírme gritar pues ya la había notado aterrada, sollozaba como cachorro malherido y abandonado.

Lo que le haya pasado realmente no me importa.

─Habla de una vez, ¿Quién eres? ¿Qué haces en mi casa?─ repito para ver si sale de una vez por todas del trance en el que se halla.

─Necesito ayuda, ayúdame por favor.─ habla finalmente y me deleito con la dulzura de su voz pero noto un leve acento.

La mira detenidamente de pies a cabeza. Sus zapatos están casi destrozados supongo que de correr por el suelo del bosque huyendo de quien sea que le haya hecho daño, sus piernas son bastante tonificadas y sus caderas prominentes. No debe ser coreana por su complexión física. Termino mi reparo en su rostro notando unos labios rosados y carnosos, de esos que me gustaría morder hasta hacerlos sangrar; tiene un notable moretón en la mejilla señal que la golpearon, intento ignorarlo pero por algun motivo me molesta que se hallan atrevido a tocarla   pero sin duda lo que mas me cautivó de ella fue su mirada, en especial sus ojos, unos orbes del azul mas bello y raro que halla visto jamás.

Sin duda, no es asiática, su mirada pícara y ojos expresivos me lo confirman.

Relajo mi expresión, no quiero espantarla más de lo que ya está. No ahora, ya que encontré lo que estaba buscando.

─¿Qué te pasó?, si no me dices no puedo ayudarte─ le digo en tono confiable para que se abra a mi

─Unos tipos me asaltaron en la carretera, querían robarme el dinero y el coche pero cuando me vieron quisieron violarme, no se como pude escaparme de ellos pero logré huir internádome en el bosque hasta que di con tu casa.

Soltó todo tan rápido que apenas pude entender.

Bien solo debo trasmitirle confianza y se quedará bajo mi cuidado.

─Dígame que puedo quedarme al menos hasta que sea seguro salir─ suplicó en un hilo de voz y con manos temblorosas.

Sonreí internamente. Esto es demasiado fácil, más de lo que pensé.  

─No hay problema, dejame asegurarme de que no te hayan seguido, espérame en la sala

Le indico donde está y me encamino al porche, no hay rastro de sus asaltantes, imagino que no la dejaría huir tan fácilmente. Algo me huele mal en esta historia.

Me encojo de hombros y le resto importancia, de todos modos no la dejaré marchar.

Regreso al interior de mi hogar y respiro aliviado al verla acurrucada cerca de la chimenea, buscando entrar en calor ya que la noche está siendo de las más frías de la temporada.

─Siéntate aqui─ le ordeno y la chica me obedece de inmediato, se ubica justo a mi lado.

─Gracias no sabes cuan agradecida estoy con usted.─ aún está tiritando y frota las palmas de sus manos constantemente, me deleito cada vez más con su estado.

No soy de disfrutar mucho del dolor ajeno, siempre trato de acabar de manera rápida y eficaz mi trabajo pero contemplar su semblante contraído y mirada temblorosa es como una dosis de éxtasis o cocaína.

─No tienes nada que agradecer─ le aseguro─, estoy encantado en poder ayudarte─ no sabes cuanto─; y sé que de algún modo me regresarás este favor─ con certeza lo puedo asegurar.

─Mil gracias, ¿cómo debería de llamarlo?─ pregunta levantando la cabeza y posando sus brillosos ojos en mi.

Es un perfecto desastre, con el maquillaje corrido, la nariz roja de tanto llorar y sus orbes hinchados por lo mismo.

─Por favor no me trates de usted me hace sentir demasiado mayor, llámame Yoongi- pido con gesto fingido y falsa amabilidad─. ¿Cómo te llamas?

─Raquel, ese es mi nombre.

─Hermoso nombre─ contesto─, te voy a buscar un cuarto para que descanses y estés tranquila

─Bueno, descansar es lo que necesito, tal parece que me atropelló un camión─ una risa se escapa de sus labios al hallar divertida sus propias palabras

─Me imagino, debes estar exhausta─ afirmo─, sígueme por aquí

─Claro.

Escucho sus pasos tras de mi y en mi mente ya estoy maquinando el método de conseguirlos y sumarlos a mi "colección". Paro justo al frente del cuarto de invitados y le abro para que entre.

─Date un baño y descansa, te traeré algo de ropa cómoda, siéntete como en casa.

─Una vez más gracias Yoongi, no se como pero te pagaré tu amabilidad.

─No te preocupes por eso.─ finalizo y Raquel se interna en la recámara cerrando la puerta tras de si 

Perfecto, ya entraste a la boca del lobo y no hay salida para ti.        

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 Una semana después...

En estas semanas he logrado convencer a Raquel para que se quede aquí con la escusa de que sus atracadores aún rondaban la propiedad.

Pan comido.

También logré entablar una cierta amistad con ella, en estos días me ha contado que es natural de España y que sus padres la mandaron a estudiar acá, solo tiene 22 años y está a poco de graduarse de la universidad en la carrera de Contaduría.

Me ha dicho que su familia no la valora y prefirieron "desterrarla" a Corea para que dejara de darles dolores de cabeza, según ella solo salía a divertirse como cualquier joven de vez en cuando pero ninguna de esas actitudes eran aceptadas por sus progenitores.

En realidad sacarle información sobre su vida fue sencillo, Raquel es muy moldeable.

Era ya el momento justo para darle fin y conseguir lo que quería, justo en unas horas empezará mi verdadera diversión.

Termino de limpiar mis utensilios y observo por la ventana que ya se oculta el sol, llegó la hora.

A pasos lentos pero seguros avanzo hacia ella. Abro lentamente y la oscuridad de la habitación me hace sentir mas excitado cada vez. En la cama distingo un bulto, supongo que está durmiendo. Ya puedo imaginar que hermoso se verá su cuerpo con mi cuchillo enterrado hasta el fondo, viendo como poco a poco su sangre baña su anatomía y como su vida se escapa en un ultimo suspiro.

Una retorcida sonrisa se instala en mis labios, ya no puedo esperar un segundo más.

Apuñalo el cuerpo inerte que reposa en las sábanas pero algo no anda bien, no sentí el rasguido característico al atravezar carne, así que levanto las colchas y solo veo almohadas colocadas de forma tal que asemeje una figura humana.

Es un trama.

¡Sal de ahí!

Me grita mi otro yo, hasta ahora se encontraba dormido, solo despierta cuando llega el tiempo de trabajar.

Decidí obedecerlo pero una vez me volteo la puerta se cierra con lentitud y la figura de Raquel se hace ver entre las tinieblas, esta camina en mi dirección con una expresión sádica en su cara. 

─Vaya, creí que este día no llegaría nunca─ menciona con desdén-, me preguntaba cuanto tiempo más me tendrías aqui antes de matarme.

─¿Qué intentas hacer? ¿Quién eres en realidad?

─Raquel, ya te lo había dicho, de hecho todo lo que te conté de mi vida es la pura verdad, excepto mi llegada aquí.

─Soy todo oídos, cuéntame que buscas de mi exactamente─ mascullo entre dientes.

Debo reconocer que es astuta y calculadora, no sospeché nada de sus intenciones ni de sus mentiras.

─Simple, digamos que me llamaste la atención hace unos meses, te vi en el centro comercial cuando vas cada mes a comprar tus víveres.─se sienta muy calmada en cama y prosigue─, desde ese día te seguí a cada instante y di con tu casa pero lo que terminó de obsecionarme fue verte en acción. Vi como acababas con la vida de una chica a puñaladas y le arrancaste sus ojos aún viva.

─¿Sabías de un principio quien era y a que me dedico?─ pregunto tratando de entender si es cierto todo lo que escucho

Me agrada, voto por que la conservemos.

Tú cállate, le respondo a mi otro yo.

Yo solo decía.

─Sip, de hecho fue una vil mentira la historia que te dije el día que llegué; no me atacó nadie, todo fue planeado por mi para poder estar a tu lado.

─¿Qué logras con estar conmigo? ¿Sabes que puedo acabar con tu vida sin importarme nada?

─Yo no estaría tan segura, tengo todas las pruebas necesarias para meterte a prisión, tomé fotos esa noche que mataste a esa joven y de tus trofeos también.

Maldigo internamente al haber permitido esto. ¿Cómo pasé por alto todo esto?, parezco novato al haberme dejado engañar tan fácil
 
─Dime tu precio para que me dejes en paz.─pido agarrándola del brazo.

─Déjame unirme a ti, juntos podemos hacer arte.

─Trabajo solo, no necesito que me estorbes.─ niego rotundamente, no la necesito

─Ah ah ah, no te conviene negarte, no miento cuando digo que puedo condenarte─ me sorprende cada vez la decisión en sus palabras, es arriesgada y valiente, debo aceptar que esa parte de ella me gusta.

─Bien pero a la primera te mando al otro mundo y sin pasaje de regreso─ advierto con voz grave y amenazante

─Perfecto, no te vas a arrepentir.

Y justo como lo dijimos empezamos desde ese día nuestras matanzas, cada día nos deleitamos con la sangre de nuestras víctimas. En estos instantes la contemplo bañado en líquido escarlata mientras le perfora el estómago a un desgraciado que se atrevió a ponerle una mano encima, sus gritos de dolor son música para mis oídos y verla tan ensimismada en su labor me hace no arrepentirme de haberla dejado entrar a mi mundo.

Raquel finaliza su masacre arrancando sus extremidades con un hacha y el hombre se desmaya al fin.

Podrán pensar que somos un par  de enfermos pero me importa tres hectáreas de mierda, donde estamos hoy en día es nuestro mayor orgullo, incluso más, ya que todo inició gracias a nuestra sádica obsesión.

•⊰Fin⊱•

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