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EL ELEGIDO

Relato por: Army_pacramos

...

No sé que estoy haciendo aquí escuchando cómo Sara recita esa idiotez que hay escrita en un pergamino que encontraron ayer en una pared del edificio lateral de la universidad. Aquí se imparten clases de anatomía y no puedo soportar tener a esos maniquíes a nuestro alrededor, parece como si nos vigilaran y fueran parte de una trama de una 🎬 de cine en Halloween.

Todo lo que nos envuelve se siente extraño y no me gusta, recrea un ambiente repugnante y tenebroso.

Siento escalofríos y tengo demasiado fríos mis pies.

—Las alas que se extienden dentro de tu mente son tu cárcel y tu estigma —recita Sara encima de su silla con una mano en el aire—. El poder que ostentas solo se otorga a los que su alma es negra y dorada, esos que quedaron atrapados entre dos mundos. Eres EL ELEGIDO, todos te llaman y te quieren, los del ultra mundo, las criaturas ancestrales y los que desean tenerte de nuevo en el presente.

Se me hiela la sangre cuando la cortina de la pequeña ventana se mueve, no sé si es porque él aire de fuera le pegó fuerte o porque ese ELEGIDO del que hablan entró volando.

—Micki —me llama Sara.

—¿Eh? —quito los ojos de la tela de bodoques y la miro.

—¿Puedes poner otra cara? —no sé qué quiere si no me gustan estas cosas de espíritus y momias de Tutankamón.

—Me estoy adaptando, lo prometo. Solo que es mi primera vez y no sé pero me da un poco de grima todo esto —noto como todos me miran con caras de cansancio porque no estoy controlando mi desgana.

Somos tres chicas y dos chicos los que componemos la mesa. Nos hemos sentado alrededor de esta y se supone que traeremos a la vida a un antepasado de mi amiga Sara. Uno que fue el primero en su árbol genealógico, un tatara...tatara...tatara lo que sea. O tío, o abuelo o a saber Dios lo que había sido y en qué época pasó su vida.

—Pero si no te concentras no podrá venir a nosotros y todo habrá sido en vano —se oye Sara un tanto desilusionada conmigo.

—Perdón —le digo y me rehago en la silla para estar más erguida y más atenta a la tontería que estamos haciendo—. Prometo que voy a colaborar con toda mi energía y dedicación. Ese ser ancestral vendrá a nosotros —pongo voz de off— somos sus más humildes servidores y por mi parte haré que su estancia aquí sea lo mejor de su reencarnación.

—¡Que no es una reencarnación! —dice con desespero mi prima Olga—. ¿Pero se puede saber a qué viniste?

En realidad a nada pero os hacia falta una ilusa como yo para completar el círculo.

Mejor me callo y no digo nada, solo voy a empeorar las cosas.

—No te metas con ella —le dice Osvaldo y me sonríe después.

Y ahí está el porqué de que no me aguante mi prima, le gusta y piensa que yo lo engatuso para que me vea solo a mí y nada más que a mí.

Pero es que aunque ella fuese la única que vive en este mundo, tampoco la miraría. Es insufrible.

—¡Bueno seguimos o qué! —se nos encara la empollona de mi clase, la que tiene el mejor promedio de mi instituto.

Y ahora diréis que si estamos en la universidad haciendo esta idiotez, ¿porque estudiamos en el instituto? Pues porque tenemos diecisiete años y nos hemos colado en un edificio que no tendríamos que haber visto hasta dentro de dos años.

Como nos pillen, no habrá espíritu que nos salve de nuestros padres ni de la comisaría de policía.

La luz que tenemos a nuestro alrededor es solamente la que entra de la 🌌 por la ventana.

—Ahora tenemos que cogernos las manos —dice Sara y miro a Thea que la tengo a mi izquierda y a Travis que está a mi derecha. Nos cogemos las manos mientras mi amiga se baja de su silla y hace lo mismo con los que tiene a cada lado.

—Pensar en zombis o en personas que están con el cuerpo en estado de  descomposición, ah y cerrar los ojos.

Los míos se me abren de par en par y paseo la habitación, los maniquíes nos miran en la penumbra y mi corazón lo oigo palpitar en mis sienes como la batería de una banda de música de rock.

—Nuestros antepasados vendrán para sanar nuestras heridas —las palabras de Sara se meten en mi 🧠 y no me deja pensar en cosas bonitas y que no me den tanto miedo y asco.

Noté como Thea también tenía miedo porque estrujaba mi mano, la apretaba muy fuerte pero seguía con sus ojos cerrados.

La cortina se volvió a mover con más ímpetu que antes.

Tenía ganas de hacer pipí y sin embargo no iba a ir ni muerta al baño. Jamás de los jamases me pondría a andar sola por el pasillo que estaría desierto a estas horas.

Era la única que tenía los ojos abiertos y di las gracias de que ninguno supiera que no los había cerrado. Si me descubrieran me volverían a reñir otra vez.

Estaba deseando de que todo terminara e irme a mi casa y meterme en la cama para taparme la cabeza. Pedí al cielo que esta experiencia no me dejase sin dormir y me hiciera tener pesadillas.

—Ya está aquí, lo siento. Su presencia se siente cada vez más fuerte —la voz de Sara me desesperó, más por lo que decía que por su tono lúgubre.

De pronto escucho pasos y me quedo petrificada en mi asiento. Miro asustada a los demás y nadie parece haberse dado cuenta de nada.

Siento un aliento llegar a mi nuca y mi respiración se dispara. Quiero gritar y no puedo, me he congelado a tal punto que no siento mi cuerpo.

Un olor a eucalipto y madera recién cortada me traspasa, se siente como si hubiera viajado a un lugar lejano pero reconfortante.

—Si quieres puedes salir de ahí —una voz áspera pero calida se escucha tras de mí y yo me siento cohibida.

—Dios del cielo cuida de mí, saca los malos espíritus de aquí —digo con un sollozo y por primera vez he cerrado los ojos.

—A bueno llamas tú para que te ayude —dice esa voz y luego se ríe.

Soy chica muerta, soy un despojo humano en manos de un espíritu que me va a estrujar hasta morir.

¡Espera!, ¿quién dijo que era un espíritu?

Me volteo con decisión esperando a uno de los guardas de seguridad o algun profesor que se ha dormido y no consiguió irse a casa a tiempo. Le cerraron las puertas y aquí se quedó atrapado.

Pero no fue así.

—Dios del cielo —digo en un balbuceo.

—¿Otra vez? —me dice negando con la cabeza—. No quiero que menciones a gente que no quiere que vaya a su reino.

Es un demonio...bueno no sé. Tal vez un ayudante de ese ser del mal que me mira a través de dos ojos negros que brillan en la oscuridad.

—Yo...yo.. —intento decir algo pero no sé ni siquiera que es lo que quiero decirle.

Tal vez...perdoname la vida o por favor no me comas.

—No como personas, así que no te preocupes.

Mierda...¿escuchó lo que pensé?

—Te estoy escuchando todo, así mismo es. Tus pensamientos están en mi cabeza así que ten cuidado con lo que piensas —me advierte y se acerca intimidante.

Yo doy un respingo y me pongo de pie.

Luego volteo para ver si los demás también lo vieron.

Pero no podían, no iban a ver nada porque estaban con sus cabezas contra la mesa.

—¿Están... están...

—Solo duermen, no están muertos como piensas —dice y yo lo miro.

—¿Qué quieres de mí? —quiero retroceder pero no puedo porque tengo mi silla dando en mi espalda.

—¿Yo?, creo que esa pregunta me pertenece, tú me has llamado.

—Yo no te he llamado —le digo incrédula—. Yo no hice nada.

—Te escuché, dijiste que eras mi más humilde servidora y que harías que mi estancia aquí fuera la mejor de todas —sonríe y yo quedo pensando que soy una bocazas.

—Eso no lo dije en serio —y es que era verdad, solo me estaba mofando de los demás.

Y sin saber que era lo veo mirar hacia atrás, luego vuelve a mí y me hace un gesto 🤫. Quiere que me calle.

—¿Qué...

Me tapa la boca viniendo deprisa a mí. Posa sus labios en mi oído y lo oigo susurrar.

—Vienen a por tí.

¿A por mí? ¿Quién viene?

—El malo —me dice porque ha escuchado mis pensamientos.

Tiemblo cuando noto como me saca de la estancia donde estamos todos. Me quedaré a solas con alguien que no conozco y es el ayudante del diablo.

—Me gusta que pienses que tengo un cuerpo duro y que estoy muy bien. Gracias.

Paro de andar porque lo que he pensado ha sido de forma inconsciente. Qué vergüenza me ha dado y seguro que me he puesto roja como un tomate.

—¿Porqué te detienes? Sigamos, tenemos que escondernos —lo dice serio y yo le hago caso, sigo andando cogida a su cuerpo.

Me empuja un poco y entramos a un lugar que parece un archivo. Las estanterías llenas de papeles y libros se alzan sobre nosotros.

—¿Qué les pasará a mis amigos? —le digo ofuscada porque no quiero que les pase nada.

—No sé, pero creo que si se llevan a tu prima no vas a llorar mucho, ¿me equivoco?

Lo miro y me doy cuenta que sabe más de lo que dice.

—¿Quién eres? ¿Eres familia de Sara?

—No, pero el que ha llegado si lo es, no sé para qué lo invocaron si ahora no podrán parar las consecuencias de sus actos —su seriedad me dice que les pasará algo muy malo.

—¡Tengo que ir a ayudarlos —me ha dado miedo pensar que están en peligro y quiero salir fuera a ayudarlos.

Pero el ser de otro lugar me agarra el brazo y para mi paso.

—No voy a dejar que te hagan daño, lo siento pero soy tu ELEGIDO. Tú me pediste a mí y no a él.

—¡Yo no pedí a nadie! —me he desesperado y quiero despertar de esta pesadilla. Inhalo y exhalo con fuerza y creo que me va a dar un ataque al corazón.

—Tranquila, tranquila —intenta que recupere mi cordura.

—Creo que voy a morir —sollozo.

—Micki —me dice con aspecto tranquilo— tú ya estás muerta —me toca la mejilla con sus dedos—. Ellos sufrirán antes de hacerlo y yo no quise que tú pasaras por todo eso tan horrible que les está sucediendo a tus amigos en este momento. Abrieron las puertas del infierno con esas palabras que pronunciaron y ahora ya no podrán parar las consecuencias.

Creo que me falta el aire en este momento, creo que estoy teniendo una pesadilla. Solo tengo diecisiete años y una vida por delante. ¿Cómo voy a estar muerta.

—Me estás mintiendo —digo casi sin aliento y me niego a que me esté diciendo la verdad.

—¿Tienes miedo? —me arropa contra su cuerpo y yo lloro sin poder parar lo que estoy sintiendo—. No lo tengas porque ahora te llevaré conmigo y serás mi protegida como siempre has sido desde que naciste…

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