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EL DIA QUE PERDIMOS A UN AMIGO

Relato por: Khira_Highmore

...

Has tardado esta vez—dijo Joey con dificultad.

El tiempo había logrado que su tono de voz se volviera más grave y tembloroso. Sin pretenderlo siquiera su mirada se detuvo en el espejo, estaba bastante nublado pero se quedó ensimismado con aquella imagen que le regalaba el cristal. Las manchas oscuras bajos sus ojos, o el color rojizo después de tanto llorar no captaron su atención como lo hizo aquella persona que sonreía detrás suyo. Ambos nacieron el mismo año, sin embargo Joey tenía el cabello blanco, arrugas en la frente y una pequeña joroba por la vejez. El otro lucía de veintitantos.

Era octubre como la primera vez que se fue, después del cumpleaños de su madre y antes de la fiesta de disfraces. Fuertes vientos y lluvias azotaban la ciudad de Nueva York aquel veintiocho, sin embargo Chandler no tenía frío, no estaba triste ni sentía dolor. Estaba bien. Iba a estar bien. Preocupado por Joey fue a verlo en cuanto tuvo la oportunidad, conociendo las debilidades de su compañero de piso sabía que estaría devastado por no despedirse de él. Y hubiera querido hacerlo. Una de las cosas que más deseaba era decirle adiós a Rachel, aunque por culpa suya perdiera aquel partido de futbol en Navidad, estaba perdonada desde que compartieron juntos el pastel de queso. Apostaba su tercer pezón a que Phoebe tuvo un presentimiento antes de lo sucedido, era una chica bastante rara que creía en el horóscopo y a pesar de que eran diferentes Chandler la quería mucho. ¡Se besaron incluso! Pero todo fue por una ridícula apuesta que al final consiguió sacar su primer Te amo; ninguno de los amigos podía creer que el chico superficial consiguiera los sentimientos necesarios para entregarse a alguien. Y así lo hizo. Le pidió matrimonio a Mónica en la misma sala del apartamento, lo había planeado tanto que la mejor propuesta fue la más sencilla, y todo porque ella empezó a declararse primero. Los dos lloraron mientras él decía las palabras más bonitas que podrían ser escuchadas y que recordaría con nostalgia Mónica: ¨Pensé que importaría lo que dijera o donde lo dijera; entonces me di cuenta que la única cosa que importa, es que tú me haces más feliz de lo que pensé que pudiera ser. Y si me dejas, pasaré el resto de mi vida intentando hacerte sentir de la misma manera.¨ Parecía una eternidad de haber dicho aquella frase romántica que los llevó al altar, y a la vez daba la impresión de que el tiempo no pasó por el novio.

Chandler llevaba un chaleco negro sobre la camisa azul que se le ajustaba perfectamente a su torso, mantenía el cabello de un tono marrón claro y la piel tersa. Sus pupilas de un eterno azul cielo, mientras que los labios formaban una pequeña sonrisa juguetona.

Joey escupió en el centro del lavamanos para luego girarse al picaporte de la puerta del cuarto de baño. Cuando estuvo afuera se encontró con los demás, Mónica preparaba un almuerzo en la cocina y le dijo con una mirada asesina que se lavara las manos. Ross estaba atento a las noticias, y junto a su lado en el sofá estaba Phoebe. Se emitía el noticiario en la televisión, retrasmitiendo la información sobre una muerte que todos los presentes en la habitación sentían demasiado. Siempre encontraban el momento en la semana para que los periodistas dijeran unas palabras de aliento a los familiares de ese joven que murió antes de tiempo. Rachel gimoteaba, usaba el papel de cocina para secarse las lágrimas porque entre todos terminaron los pañuelos. Al igual que Joey, ella tenía los ojos rojos. Los amigos estaban viejos y tristes, Chandler era el único que lucía perfectamente sano.

— ¿Has comido algo? —le preguntó Mónica a Joey luego de abrazarlo y darse cuenta que no se había duchado ni se había lavado los dientes. Ella estaba consciente de que todos lo estaban pasando mal, pero siempre había alguien más sensible. Y Joey era tan dulce.

—No tengo tiempo ahora, tengo que ir a un sitio—respondió.

Logró sortear a su amiga, pero se detuvo de inmediato por la voz preocupada de Phoebe.

—Joey negándose a comer… ¡Debe ser realmente un día terrible!

La única persona que podía ver a Chandler era él, eso debía significar algo. Habían vivido juntos tanto tiempo, poseían un lazo sempiterno. Más que amigos eran familia. Lo importante era ayudar a su mejor amigo a cruzar al otro lado para evitar que estuviera saltando de un mundo a otro. Estaba pensando en como irse de la vista de todos sin levantar sospechas.  El estómago no estaba listo para procesar nada comestible, tenía un agujero en medio.

—Llevate una goma de mascar al menos. Y con esta camisa te verás mejor—dijo Rachel que estaba pendiente a la imagen externa, pues trabajó mucho tiempo en el sector dedicado a la moda.

«La goma es la perfección» rió Chandler.

—La goma es la perfección—repitió su amigo con un amago de sonrisa.

— ¿También escuchaste eso? —preguntó Phoebe, desconcertada—. Creí que había oído a Chandler.

Mónica se agarró el pecho con tristeza olvidando por unos segundos las hamburguesas en el fuego. Ross apagó la televisión levantándose como si le hubiera picado algo.

—No sigas con tus historias de fantasmas—amonestó Ross, señalando con disimulo a Joey y a su hermana Mónica—. Hay personas que les cuesta superar más las cosas que a las otras. Ese tipo de bromas…

—Solo las haría Chandler…—terminó Rachel por él—. No pensé que diría esto, pero extraño su sarcasmo estúpido—lloriqueó de nuevo colocándose de inmediato el papel sobre la nariz.

Iré a buscar a Emma y a su novio—dijo Ross llegando a la puerta de salida, con pasos largos y rápidos a costa de los dolores por su edad avejentada.

Joey se dio cuenta que Ross era una de esas personas que les costaba superar la muerte, pero no le gustaba admitirlo. No quiso revelar su secreto ante los demás, se limitó a despedirse antes de salir al pasillo. Miró la puerta frente al apartamento de Mónica, era la que había sido su casa por diez años y ahora no podía entrar sin llorar. No podía entrar sin sentirse solo.

—Estoy aquí—le dijo Chandler poniendo una mano sobre su hombro. A aquella mano le faltaba la punta de su dedo anular, y Joey extrañaba cogerla entre la suya. Deseaba abrazarlo como antes. Sintió que iba a llorar de nuevo. De pronto se creyó cobarde, no se creía capaz de abrir la puerta para que su mejor amigo entrara por ella. No quería dejar de ver su sonrisa, no quería dejar de escuchar su sarcasmo, no quería dejar de oler el champú que usaba en su cabello. Lo iba a extrañar más de lo que pensaba.

Chandler entendía en la situación que ponía a Joey. Estaba esperando que cumpliera la promesa que le hizo, pero la vida le impidió seguir adelante. Ya no iba a poder cuidarlo.

—Cuidaré de Pato y Pollo—prometió. Eran las mascotas de los dos amigos cuando vivían como compañeros de apartamento—. Ellos están solos allí, me necesitan.

—Yo también te necesito—terció Joey con un puchero dejando a un lado la idea de que tenía cincuenta y cuatro años—. Regresa por favor, no dejaré que te apartes de mí nunca.

Chandler sonrió con pena y agarró el picaporte. Joey lo detuvo.

—Yemen es lo más lejos que puedo dejar que te vayas.

—Estaré allí entonces. Recuerda la dirección, el problema es que no podré responderte pero lo leeré. Te juro que leeré todo lo que quede a mi nombre.

Joey no pudo detenerlo más. Una luz cegadora lo despertó. Se había quedado dormido en el sofá de una nueva casa. Una pequeña niña que reconoció como su hija jugaba con alguna cosa brillante. Joey se levantó para asegurarse que no lo llevara a la boca. El objeto en cuestión se trataba de un brazalete dorado con un mensaje con letras negras inscrito en la parte de adentro: Para mi mejor amigo. Desilusionado y ansioso a la vez pensó que todo se había tratado de un sueño, sin embargo junto a la niña había otra carta. Era la última que envió a una dirección que no existía en Yemen, pero en el pie de la página había una respuesta.

¨ Así que Chandler es una niña. Divertido de ver, seguro.  ¿Sabías que Pollo sigue molestando a Pato?, pero no te preocupes, los tengo bajo control. Phoebe ha estado hablando conmigo en las noches, en ocasiones cantamos juntos. Pasa más tiempo con Ross, es buena gente en el fondo. Pronto se convertirá en tu mejor amigo. Consola a Rachel, muchas veces la escucho llorar porque se siente culpable, no es así. Mi esposa está feliz con los dos niños, me alegra tanto. Si puedes darles una vuelta a sus padres, déjales saber que los quería mucho. Ah, dile a Mónica que la amo. Esperaré tu próxima carta, mientras tanto estaré ocupado haciendo buenos chistes aquí arriba.¨

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