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Holaa, bueno antes de que comiencen a leer quería avisarles que he decidido implementar una nueva modalidad. Se preguntarán ¿De qué se trata?, bueno, la cosa es así, a partir de ahora se tendrá que llegar a cierto número de votos para actualiza un nuevo capítulo. Me he cansado de que no apoyen la historia como se debe (no todos. Los que la han tratado de lo mejor en cada capítulo, gracias <3), así que así será desde ahora. En el comienzo de cada capítulo se pondrá el número de votos requeridos, una vez se llegue, un nuevo capítulo será publicado.
Para este capitulo el número de votos será: ⭐ 25
La vista negra dejó de molestarle. Comenzó a visualizar algunas cosas, pero no todas. Parecía un sueño lúcido, uno de esos que es costoso despertarse. Incluso pellizcándose, no logró despertar. Creyó, por unos segundos, que esto era la realidad. Hasta que oyó unas voces.
Se acercó lentamente a las personas dueñas de las voces. Eran dos personas vestidas con batas blancas, como si fueran médicos. Intentó escuchar lo que decían.
—Aún creo que esto es una locura—, decía una voz femenina.
—Lo sé, pero las órdenes son órdenes—, respondió la otra voz. Se notaba que no estaba convencido, pero que, a pesar de eso, era su trabajo. —De todos modos, alguien sería el próximo. Por desgracia, esta vez le tocó al sujeto A11.
¿Sujeto A11? ¿Quién era el sujeto A11? Todo era tan raro. Apenas podía procesar lo que trataban de decir esas personas. Al parecer, alguien tenía que sacrificarse por una causa mayor. ¿Pero quién?
Buscó con la mirada alguna pista de algo relacionado con una persona. Nada. Sus ojos se cerraron tan solo milésimas de segundos. Para cuando los volvió a abrir, una cabellera ondulada tapaba su visión y unos brazos abrazaban su cuello. Sus manos estaban en el aire. Una sensación de confort llenó su cuerpo, haciendo que rodeara sus brazos en el cuerpo de la contraria. No sabía quién era, pero su cuerpo parecía hacerlo.
—Te estuve buscando—, palabras salieron de su boca inevitablemente. Era como un recuerdo dentro de un sueño. Todo lo contrario a las memorias de agua que solía tener, a las cuales no podía sentir, escuchar y entender lo que pasaba a su alrededor.
—Igual—, sus ojos azules la miraban de una forma que no logró entender nuevamente. —Ya no hay tiempo, intenté hacerlos entrar en razón...—, dijo con voz agitada. No podía distinguir quién era, pero su voz le resultaba tan conocida.
—Creí que aún no era tiempo, ellos mismos lo habían dicho—, habló sin querer hacerlo.
—Ava dijo que ya no quedaba tiempo. Muchos de los demás laberintos ya han encontrado su salida. Además, el virus se está propagando más rápido que nunca—.
¿Virus? ¿Qué virus?
Unos pasos interrumpieron su momento. Hombres con uniformes negros, cubiertos con cascos y armas en sus manos, las cuales algunas apuntaban hacia ellas. Los doctores que había oído hablar aparecieron en su campo de visión. Dijeron algo que no pudo entender.
Sintió como unos brazos la sujetaron con fuerza y lo último que vio antes de que su vista volviera a tornarse oscura fue a esa chica con la que segundos atrás había estado hablando. Todo comenzó a darle vueltas mientras que de fondo escuchaba como llamaban a su nombre.
De pronto, sus ojos se abrieron. Exaltada, se sentó en la hamaca. Una mano tocó su hombro, dándole un susto nuevamente. De su boca salió un grito que fue ahogado por una mano que le tapó la boca a tiempo.
—Shh, vas a despertar a los demás —. La retó el asiático con una sonrisa.
Con mucho cuidado, fue retirando la mano, asegurándose de que no gritaría de nuevo.
Poco a poco, su respiración volvió a la normalidad. Se pasó la mano por el pelo, echando algunos mechones rebeldes hacia atrás.
Miró nuevamente a Minho, preguntándole con la mirada qué quería. El sol recién estaba saliendo, por lo que debía ser muy temprano.
—¿Lo olvidaste?, hoy es tu primer día de trabajo —. Lo miró confundida y al segundo entendió a lo que se refería —. Apúrate, todavía nos queda ir a buscar a Thomas y después ir con Sartén a que nos dé las provisiones.
Con la mayor rapidez que pudo, se colocó sus borcegos y siguió a Minho, quien parecía estar bastante contento hoy. Aunque él siempre estaba de buen humor o tal vez solo lo era cuando estaba con ella.
Una vez llegaron a donde estaba Thomas, ambos se agacharon y pudieron ver como el de pecas ya estaba despierto, pero parecía perdido en sus pensamientos. Minho llamó su atención tocando la puerta de machimbre. Thomas rápidamente levantó su mirada hacia ellos.
— Gran día, Novato. ¿Estás seguro de que quieres unirte? — Dijo Minho en tono divertido.
—Sácame de aquí, ya por favor.
En cuanto Minho abrió la puerta, lo primero que Thomas hizo fue abrazar a Marie.
—¿Dormiste bien? — Preguntó una vez se separaron del abrazo.
—El suelo de tierra no es el mejor colchón, pero se podría decir que bien —Dijo Thomas mientras se sacudía el resto de tierra que tenía en la ropa.
Soltó una risa. Se sentía avergonzada de que él haya tenido que dormir tan incómodo, mientras ella dormía en las hamacas, cuando ambos habían cometido los mismos errores. Estaba agradecida de que Gally no la dejara dormir allí y que le permitiera dormir cómodamente. Aún así, le hubiera gustado que Thomas también descansara bien.
—Si ya acabaron con su emocionante reencuentro, ¿qué tal si vamos a las cocinas? — Dijo el jefe de corredores con ironía —. El sol ya va a salir en unos minutos.
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Luego de buscar las provisiones que Sartén les preparó, salieron a trote hacia el laberinto. Antes de que las puertas se abrieran, Newt y Chuck se los iban a despedir. El rubio se quedó hablando un rato más con Minho, mientras que Thomas y Marie charlaban Chuck. El niño volvió un amigo muy cercano de ambos novatos. Más que un amigo era como un hermano menor. Varias veces lo tuvieron que defender de otros habitantes que solían hacer chistes de él. Tan solo era un niño, no merecía tal odio. Por suerte Chuck los tenía a ambos y mientras estuvieran vivos, nada le pasaría al menor de rulos.
Las puertas comenzaron a abrirse, lo que significaba que ya era hora de que Newt y Chuck se fueran. Newt comenzó a alejarse y cuando Marie se volteó para saludarlo, éste le guiñó el ojo.
Negando con la cabeza Marie se preparó para salir. Una vez Minho comenzó a correr, ambos novatos, ahora corredores, empezaron a moverse a sus dos lados. Thomas estaba muy entretenido mirando a sus alrededores, sin importarle que los otros dos avanzaran a un ritmo más rápido que el suyo.
— ¿Qué soñabas antes de que yo te despierte? — Quiso saber el de cabello negro. —Parecías bastante estresada.
—Oh, si... Bueno es algo confuso, pero... Creo... Creo que soñé con Teresa.
— ¿La novata?
Asintió con la cabeza.
—Qué soñaste, ¿Que ella te robaba el lugar de "mujer" aquí?
Le dio un codazo y negó con la cabeza, mientras el chico se reía a carcajadas, incapaz de contener la risa.
—Eres un idiota —. Decía aún trotando—. En realidad no fue un sueño, era como un recuerdo, un recuerdo bien formado.
—¿Y qué había en ese recuerdo? —su curiosidad habló.
Thomas seguía mirando a su alrededor. Parecía estar memorizando todo para después armar un plan. O eso creía Marie. El azabache tenía ese don de hacer parecer que él estaba en otro mundo, cuando estaba más en la tierra que nadie. Todo lo que sus compañeros decían, él lo estaba escuchando.
—Según lo que recuerdo es que... Estaba en un pasillo y habían unas personas, doctores, y hablaban de que una persona se tenía que sacrificar... El sujeto A11. Y luego apareció ella...
—La novata.
Volvió a asentir.
—Parecía que ella ya me conocía y yo la conocía a ella. Y después llegaron unos hombres... Hombres vestidos completamente de negro y con cascos, como seguridad... También tenían armas y... Ellos siguieron las órdenes de los doctores. Y entonces sentí como alguien ponía algo que tapaba mi boca, mientras mis brazos estaban inmóvil, supongo que ellos me sostenían. Y de la nada... Todo se volvió negro y fue ahí donde desperté.
Minho se quedó procesando todo por unos segundos.
—Wow —fue lo único que dijo.
—Lo sé, un poco loco... —soltó una risa.
—Posiblemente fueron momentos antes de entrar al laberinto.
—Tal vez, pero y... ¿Dónde estaba Thomas? Ambos llegamos juntos. ¿Por qué no nos durmieron juntos también?
—Quizás... Decidieron que era mejor que ambos no se vieran, o... No lo sé, nadie sabe como fue el proceso antes de llegar aquí —El sol ya había salido por completo y les daba en la cara — Qué hayas recordado eso es un buen paso. Ninguno antes siquiera pudo recordar u reconocer a otra persona de aquí.
—Eso es lo raro también. Teresa nos recuerda a Thomas y a mi. Sino no hubiera dicho nuestros nombres. —Al asiático parecía no agradarle la pelinegra, porque no disimulaba las muecas cada vez que era mencionada.
—Esa novata... Estoy seguro que sabe algo que nosotros no.
Marie se salteó la parte sobre lo que Teresa le había dicho anoche. Era mejor que quedara entre ellas dos. Ya había dicho mucho y la arrastró a demasiado.
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—Que raro—Dijo de la nada Minho.
—¿Qué?
—La sección siete tendría que abrir en una semana.
Caminaron un poco más, encontrándose con unos metales altos, separados uno del otro. Todos incrustados en el suelo.
— ¿Y este lugar qué es ? —Preguntó Marie.
—Las llamamos "Placas".
Siguieron caminando y vieron unas prendas de ropa tiradas en el piso. Ambas llenas de sangre. Minho se agachó y tomó una entre sus dedos.
—¿Ben la traía, no es así?
—Sí —respondió con la entre cortada.
—Los penitentes debieron traerlo aquí—Su voz hizo eco.
El aparato que habían sacado del penitente ayer, empezó a sonar. Thomas rápido llevó su mano a la espalda de Minho. Lo sacó. Una luz roja estaba titilando.
Comenzó a caminar, Thomas, que se guiaba con el ruido de tal extraño aparato. En ciertos momentos sonaba alto y otras veces bajo. Entonces Marie entendió que el ruido era quien los guiaba. Le sacó el cilindro de las manos a Thomas. Se movió a la izquierda y sonó fuerte, caminó hasta que bajó ruido nuevamente, giró a la derecha y sonó. Cuando levantó la vista estaban en un lugar totalmente diferente al de antes. Minho miraba hacia todos lados curioso.
—¿Minho, habías visto este lugar antes? —Marie miró a el chico.
—No.
Caminaron hasta el final. Solo había un gran muro. Como en el resto del laberinto.
—Otro callejón sin salida.
El aparato en las manos de la única chica sonó. La luz roja, que había dejado de titilar una vez llegaron aquí, cambió a verde. Miró asustada a los demás. Algo detrás sonó, como una cadena cuando se levanta una persiana. El trío se dio vuelta con cautela. El muro subió hasta llegar arriba, dándoles a ver el interior. Otro pasillo, un poco más corto. Minho y Marie cruzaron miradas por varios segundos. La última mencionada fue quien dio el primer paso. Thomas sin pensarlo la siguió, seguido de Minho.
El lugar Estaba rodeado de esos grandes muros de piedra. A los lados del pasillo no había nada, si te caías, posiblemente no habría nada que te llegue a amortiguar, solo vacío. Marie siguió avanzando, mientras los otros miraban.
Llegó a un orificio gigante en la pared. Por la oscuridad no se veía su interior. Hasta que una luz roja se encendió y como un escaner los apunto al trío de arriba a abajo. Cuando la luz se apagó, se escuchó como algo estaba por cerrarse.
—Oigan, creo que es mejor irnos —Dijo Minho.
Ambos novatos siguieron al asiático. Tenía razón, pronto los muros hicieron el mismo ruido que hicieron cuando subían, esta vez bajando.
—Pásamelo, yo lo llevo —Le pasó el cilindro a Minho, aún corriendo.
Fueron segundos. El lugar quedó cerrado nuevamente como antes. Por suerte lograron salir a tiempo. Minho se detuvo de repente. Las placas estaban uniéndose. Eso no era bueno.
—Vamos, tenemos que salir de aquí, o sino quedaremos atrapados. ¡Vamos, corran! , ¡rápido! —Gritó.
Marie rápidamente igualó el ritmo con Minho. A diferencia de Thomas, que por la sorpresa corrió después que la castaña. Eso me trajó problemas. Mientras que los otros lograban correr a tiempo antes de que se cerrarán las placas, él llegaba justo a tiempo. Al esquivar, Minho y Marie quedaron a una fila de placas separados de Thomas, que se cerraban tan rápido que superaban el ritmo de el chico.
Marie sin pensarlo dos veces se pasó a donde estaba Thomas, lo tomó del cuello de la remera y lo arrastró, aún corriendo, hasta donde estaba Minho, en donde Thomas se apoyó unos segundos hasta regularizar nuevamente sus piernas.
—Gracia-
—Cállate y corre —Lo cortó la chica aún corriendo, incluso más rápido que el jefe de corredores.
Una vez llegaron hasta un gran muro, Marie sin darse cuenta había tomado la mano de ambos chicos y como reflejo los alejó cuando un muro se estaba cayendo. Siguieron corriendo sin parar.
—¡RÁPIDO!, ¡RÁPIDO!, ¡NO MIRES HACIA ATRÁS! —Gritó Minho a Thomas—¡RÁPIDO!
Las paredes seguían cayendo y destruyendo todo a su paso.
La adrenalina había consumido por completo a Marie, que no paraba de correr. No sabía de donde sacó la fuerza para hacerlo, era con un instinto, algo normal para ella, como si toda su vida lo hubiera hecho.
—¡CORRAN!, ¡POR AQUÍ! —Minho corrió a la unión de dos muros que ha estaban los segundos contados para que se cierre.
Sin protestar, ambos corredores se unieron a el asiático. Sin problema Marie pasó por el espacio que se cortaba a cada segundo pasado. Por un momento creyó que Thomas no lo lograría, hasta que cayó de espaldas a su lado, Agitado. Tiró su cabeza hacia atrás, tendido en el suelo.
A su diferencia, Marie se levantó lo más rápido posible, sacudiendo la suciedad de su trasero. Minho copió su acción.
—Buen rendimiento físico, Eh —Felicitó a la chica.
Agradeció con un movimiento de cabeza.
—Sinceramente creí que serías tú la que no lograría resistir —Habló sin pensar que podía sonar mal.
— ¿Qué, porque soy mujer? —Levantó una ceja.
—No, no no, solo— lo interrumpió Marie.
—Déjalo así, Minho—respondió enojada sin razón.
Se acercó hasta su amigo y le tendió ambas manos para que se levantara. Thomas las tomó y le paró sin problema. En silencio siguió a la chica. Que caminaba sabiendo muy bien a donde iba.
—Marie, en serio, no fue la intención, yo...
—Ya, entendí a lo que te referías, y puedes irte a la mierda, Shank —Usó el característico insulto que Minho usaba, mayormente con Thomas.
Thomas cabizbajo, seguía como un perrito a la de cabello ondulado. Cuando se enojaba era mejor no contradecirla. Lo aprendió cuando ella había discutido con Gally aquella vez que le pegó en el ojo y se lo dejó morado. Él se había acercado para agradecerle por defenderlo, pero ella, consumida por el enojo, le gritó "¡Sí!, ¡ya sé que salvé tu puto trasero! , ¡no necesito que me lo repitas una y otra vez, Thomas!". Después de eso la chica se disculpó por tratarlo así.
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—¿Qué diablos sucede allá? —preguntó Sartén, frunciendo el ceño.
—¿Qué hiciste ahora, Thomas? —dijo Gally con odio en su voz.
—Encontramos un pasaje nuevo —explicó Thomas—. Podría ser nuestra salida.
Marie caminaba en silencio al lado izquierdo de Thomas, su enojo había dado paso a un profundo silencio. Aunque no hablaba, escuchaba atentamente la conversación.
—¿En serio? —preguntó Newt, boquiabierto.
—Así es —confirmó Minho—. Abrimos una puerta que nunca había visto. Creo que es donde van los penitentes durante el día.
—Alto, alto —se escuchó la voz de Chuck a lo lejos—. ¿Encontraron la casa de los penitentes y quieren entrar ahí?
—Su entrada puede ser nuestra salida —explicó Thomas al niño.
—Sí, o podría haber una docena de penitentes allí —replicó Gally—. Como sea, Thomas no sabe lo que hace, como de costumbre.
Thomas se dio la vuelta rápidamente y encaró a Gally, mientras Marie lo miraba con rabia en sus ojos.
—Al menos he descubierto algo, Gally —dijo Thomas—. ¿Qué has hecho tú? ¿Esconderte entre estas paredes?
—Escúchame, novato —replicó Gally—. Yo he estado aquí durante tres años, tú solo has estado tres días.
Marie se puso frente a Gally, su altura le permitía mirarlo directamente a los ojos.
—¡Sí! —gritó furiosa—, ¡Has estado durante tres años y aún sigues aquí, Gally! ¿Y eso qué dice? ¿Que eres un idiota que solo se fija en sí mismo y es por eso que nadie quiere estar contigo y estás solo?
Todos se quedaron en silencio, impactados por las palabras de Marie.
—Grandioso —dijo Gally con sarcasmo—. Ahora tu noviecita te tiene que defender. Muy varonil de tu parte, novato.
Marie estaba a punto de lanzarse sobre Gally, pero Teresa la detuvo.
—Oigan —Nadie la escuchó —¡Oigan! —Levantó la voz Teresa—. Alby despertó.
La tensión quedó en el olvido momentáneamente mientras todos se dirigían hacia la enfermería.
Cuando llegaron, Alby estaba sentado en la cama, mirando un punto fijo. Newt se acercó a él.
—Alby —dijo Newt—, ¿cómo estás?
Alby no respondió. Thomas y Marie se acercaron a él.
—Alby, creo que podremos salír de aquí —Llamó Thomas —, ¿escuchaste? Quizás encontramos una salida del laberinto.
Alby finalmente habló, su voz era baja y triste.
—No podemos. No nos dejarán salir.
Newt y Marie se miraron, preocupados.
—¿De qué hablas? —preguntó Thomas.
—Lo recuerdo todo —dijo Alby, mirando a Marie y Thomas con ojos llenos de lágrimas contenidas.
Todos se miraron entre sí, sorprendidos. Nadie había recuperado sus recuerdos antes. Debía ser difícil para Alby afrontar la realidad.
—¿Qué recuerdas? —preguntó Thomas.
—A ustedes —dijo Alby, dirigiendo su mirada a Marie y Thomas—. Siempre fueron sus favoritos. Siempre.
El corazón de Marie comenzó a latir más rápido. Thomas se quedó en silencio, sin saber qué decir. Ambos en shock. ¿En qué podrían estar metidos ellos?
—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Alby, mirando a Marie—. ¿Por qué viniste?
Quisieron seguir hablando con él, pero el ruido del exterior los alertó de que algo no estaba bien allí afuera. Pronto salieron todos de la enfermería, dejando a Alby solo con sus demonios.
Cuando salieron, todos estaban alterados, corriendo de aquí para allá.
—¿Qué está pasando? —preguntó Minho a Winston .
—Las puertas no se cierran.
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