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𝐈𝐕

       Minho, Thomas y Marie fueron hacia donde los chicos les habían indicado que estaba la chica. Allí había un gran desorden, dado a que la joven tiraba piedras a los demás habitantes del área, que estaban debajo de la torre. La mayoría tapando sus cabezas. Como Winston que tapaba con una madera grande la cabeza de Newt.

—Tira una más y... —amenazó Gally, pero una piedra golpeó en su cabeza.

Thomas intentó ir, pero Marie se lo impidió tomándolo de el borde de su remera.

—Déjamelo a mi.

     Se acercó a la escalera rápido, esquivando las piedras y algunos pedazos de madera que seguían volando. Newt al darse cuenta de lo que estaba intentando hacer, corrió hasta ella.

— ¿Que haces?, ¿Acaso enloqueciste? — la regañó el rubio.

— Tal vez —dijo y subió el primer escalón.

—Hablo en serio —una mano en su cintura le provocó un escalofrío en todo el cuerpo.

—Está asustada, es mejor que hable con alguien, que al igual que ella es una chica—la cara de Newt demostraba su total desacuerdo.—ustedes lo intentaron y mira como está saliendo.

  La chica parecía no cansarse nunca de tirar cualquier cosa con tal de que nadie se acercara a ella. Y en cierto punto parecía estar logrando su objetivo. Los chicos se iban alejando y tapando con cualquier cosa. Excepto por Minho que estaba a un costado mirando divertido como tan solo una chica había creado un tornado en el área. Nada se comparaba con la llegada de Marie, pero se acercaba.

     Newt finalmente la dejó ir, Pero sin dejar de observarla en ningún momento. Se dio la vuelta y corrió hasta donde estaban Winston y Thomas con la gran madera tapando sus cabezas.

Para salvación de ellos, Marie logró llegar arriba. Cuando la de cabello negro la vio se echó hacia atrás y sacó —de quién sabe dónde— un cuchillo y la apuntó amenazadora.

¿Quién demonios eres? —interrogó.

     Marie abrió los ojos impresionada. Tenía reflejos rápidos, más de los que ella poseía.

¿De dónde sacaste ese cuchillo? Te ordeno que lo bajes ahora— la pelinegra ignoró a su pregunta.

—No has respondido a mi pregunta —dijo en tono mandón.

Marie soltó un suspiro y contestó:

—Soy Marie, y estas en el área. ¿Sabes cuál es tu nombre? —pregunté después de respirar y tranquilizarme, sentándome a su lado.

Ella poco a poco fue bajando el cuchillo. Hasta dejarlo en el suelo. Pero sin despegar su mirada en ningún momento.

— Teresa.

Teresa... Algo le decía que lo conocía, pero su mente no le dejaba recordarlo, por más que intente, no podía. Era como si una barrera se lo impidiera.

— De acuerdo, Teresa-

No pudo terminar ya que Gally gritó:

— ¡oigan!, ¡¿qué hacen ahí arriba?!

Teresa me miró, para después agarrar unas piedras y volver a tirarlas nuevamente a las cabezas de los chicos. Solté una risita. Realmente nos íbamos a llevar de maravilla. A Thomas le iba a caer muy bien, sobre todo si ambos odiaban a Gally.

—¡¿Podrían dejarnos en paz?! —gritó bastante enojada.

—hey!, hey!, soy Thomas, Thomas!! —gritó desde abajo el azabache.

     Teresa buscó aprobación en mi, a lo que asentí, para luego levantarme y bajar así Thomas pudiera subir. Al terminar de bajar le dí una sonrisa reconfortante. Él subió y mientras bajaba se veía como la de cabello negro levantó su cuchillo nuevamente, pero esta vez tardó mucho más tiempo en bajarlo.

Después de asegurarme que no matará a Thomas. Me alejé hacia el lado del bosque, pero sin entrar ahí. Empecé a sacar unas moras qué habían por allí. Era su parte favorita del bosque. Los frutos que brinda son inexplicables.

    Mientras que Newt sacó a todos del lugar y los mandó a seguir sus labores. Entre quejas se fueron. Minho paso por su lado y le  murmuró algo al oído, a lo que Newt rodando los ojos sonrió.


──────── 📶 ────────

──────── 📶 ────────

       Arriba, en la torre, Teresa y Thomas hablaban. Con confianza pero no la suficiente como para que se escucharan risas.

Luego de un tiempo se quedaron en silencio. Teresa estaba consentrada en mirar hacia donde estaba Marie. Thomas lo notó rápidamente. Por lo que empezó a explicarle quien era.

— Esa chica es Marie— Teresa asintió con la cabeza, sabiendo de memoria ese nombre — llegamos juntos en la caja—explicaba Thomas.

— ¿juntos? — preguntó sorprendida Teresa.

—Si, lo sé, es raro… pero fue así.

—Tú y ella son… —el silencio dio a entender sus sospechas.

— Oh, no, por favor. Solo somos amigos, muy buenos amigos —dijo negando Thomas, poniéndose rojo.

—¿Y ella tiene algo con alguien?— preguntó curiosa Teresa.

— Buen-

     Thomas fue callado cuando vio a Newt acercándose a Marie. Quién tocó su espalda para llamar la atención la castaña. A lo que esta se volteó con una sonrisa. Sabiendo perfectamente de quién era ese toque delicado pero pícaro.

Bajó la mirada. No sabía explicar qué eran esos dos tortolitos. No había hablado con ninguno sobre ESE tema. Y eso que ambos eran sus amigos.

— Por lo que sé, no son nada, pero coquetean mucho.

Teresa solo asintió sin sacar su mirada de encima de la de ojos verdes. Lo primero que había notado eran esos ojos verdes tan lindos. Sacudió la cabeza sacando esos pensamientos de su cabeza. Apenas la conocía. No podía pensar así, pero aún así sentía que la conocía desde antes.

  —¿Recuerdas algo más que tu nombre? —Preguntó el pecoso de la nada.

  —Recuerdo unas caras, caras que mencionaban algo sobre recuerdos imborrables—Respondió mirándolo detenidamente por unos segundos.

— ¿Y tienes por lo menos una idea de qué era de lo que se trataban esos recuerdos?

  Negó con la cabeza. Thomas vio como la novata sacaba del bolsillo de su pantalón dos cilindros con un líquido de color azul en su interior.

—Estaban en mi bolsillo cuando desperté —explicó.

   Thomas sostuvo los cilindros contra la luz, el líquido azul dentro de ellos brillaba con un fulgor casi hipnótico.

   —Deberíamos hablarlo con los demás, tal vez ellos busquen una respuesta—. murmuró, más para sí mismo que para ella.

      La novata asintió, su mirada perdida en algún punto distante, como si intentara alcanzar esos recuerdos que se le escapaban como arena entre los dedos.

──────── 📶 ────────

──────── 📶 ────────

    La noche rápidamente cayó. Con su acompañante más fiel brillando en el cielo despejado. El ruido de las hojas siendo aplastadas por unas botas más pesadas y grandes que ellas, era lo que más se escuchaba en el silencio de la medianoche, en donde todos ya estaban en sus perspectivas camas, tratando de conciliar el sueño. Mañana les esperaba un largo día y necesitaban descansar para llevarlo a cabo.

    A excepción de Thomas Y Marie, que era acompañados por Gally y Minho al pozo en donde tendrían que pasar la noche sin comer hasta el amanecer. Minho acompañaba a Marie, más cerca de lo normal, pero a Marie no le era molestia. Se oían risas, pero el porque de ella no. Minho parecía susurarle al oído a Marie para que nadie más que ellos supieran lo que decían.

     Thomas y Gally, en cambio, caminaban con la mayor distancia posible. Gally llevando la antorcha adelante con pasos rápidos, a los cuales a Thomas se le hacía dificultoso seguir. Creyó que estaría alegre de ser él quien lo llevara a su castigo, pero su cara no decía lo mismo. Sus cejas como siempre estaban tan juntas que parecían unirse en una sola, sus labios tan apretados que se veían de un color blanco pálido y formaban una línea recta. La mano que sostenía la antorcha estaba del mismo color que sus labios, debido a tanta fuerza ejercida.

    —¿Por qué no te caigo bien? —Preguntó cómo de costumbre Thomas.

    Gally en ningún momento se volteó o bajo la velocidad de su caminata. Por un momento Thomas creyó que lo ignoraba. Hasta oyó como soltaba un suspiro, como si estuviera fastidiado.

   —¿No te cansas nunca de hacer una pregunta tras otra?

     A los demás pareciera no importarles lo que decían. Podrían estar matándose y ellos ni siquiera se darían cuenta de ello.

     —Sigues sin responder a mi pregunta —dijo firme Thomas.

   Gally lo observó por unos segundos. Pensando en su respuesta.

     —Desde que llegaste las cosas comenzaron a salir mal—. Cada vez se acercaban más a su destino — Primero Ben, luego Alby.

    Thomas bajó la cabeza. Temía que todos pensaran así de él. No entendía porque todo parecía dar indicios de que era su culpa. Él solo hacía lo que sus instintos le pedían. A veces no podía controlarlos y se les iban de las manos. Otras lograba contenerse, como matar a Gally por hablar con su mejor amiga. Sabía que sus intenciones no eran buenas. No quería ser solo su amigo, sino algo más arriba. Sabía que Newt también se daba cuenta de aquellas acciones poco disimuladas del chico.

   —También metes a Marie en todas tus locuras. Y ella siempre sale afectada — rompió el silencio.

  —A ver, dime una de esas tantas veces que según tú la metí en problemas.

   —Cuando entraste al laberinto. Ella te siguió, y tú lo sabías, sabías que ella te seguiría y te seguirá hasta el día de hoy. Porque aunque no me guste admitirlo, tú y ella tienen una conexión muy fuerte desde el primer momento en que llegaron aquí. Y no me cabe duda que también lo hicieron antes de llegar aquí—. Su voz mostraba un tono de recelo. Como si él quisiera estar en su lugar.

Thomas vio la oportunidad perfecta y la aprovechó. Se alejó unos metros de los otros dos.

  —¿Qué quieres con ella, Gally?

  — ¿Por qué debería decírtelo, Novato? — en su rostro se formó un sonrisa no muy agradable para Thomas.

   —Acércate a ella y te juro que no vivirás para contarlo — su voz no era la misma. Tal vez fue eso lo que alertó al perfecto oído de Marie.

   En tan solo segundos Minho y Marie ya estaban ahí a tiempo para evitar la futura pelea. Gally tan solo lo ignoró por la presencia de Marie. Caminó hasta la puerta del pozo y con un movimiento de cabeza le indicó al Novato que entrara ahí. Minho no muy convencido hizo lo mismo con Marie, con mucha más delicadeza y respeto.

    Ambos entraron, en distintos pozos. Gally ya estaba cerrando la puerta cuando la voz de Thomas lo interrumpió.

    —Déjala a ella ir, no merece estar aquí —Gally lo miraba no muy convencido, estaba rompiendo una regla —Haré cualquier cosa, pero por favor deja que ella duerma tranquila, mañana es su primer día como corredora.

  El de cejas pobladas tardó un momento en pensar. Se levantó de ahí. Thomas por un momento pensó que su petición no sería cumplida. Error.

  —Me debes una, Shank.

    Le hizo unas señas a Minho para que sacara a la chica del pozo. Minho con el ceño fruncido, pero contento a la vez. Abrió la puerta nuevamente, dejando salir a la joven. Quien confundida se acercó a Gally para agradecerle, pensando que a Thomas también se lo habían dejado pasar.

   —Agradecele a tu amigo — y se fue del lugar, dejando sorprendidos a ambos corredores.

Marie se volteó hacia donde estaba Thomas sentado, separandolos unas rejas de un material muy usado en el área. Apenas se veía en la oscuridad de la noche. La farola alumbraba lo justo y necesario.

   —¿Por qué lo hiciste? — su voz parecía triste.

   —Es lo justo, yo te metí en ésto.

Minho sosteniendo la farola escuchaba atento. Él había pensado en convencer a Gally para que dejara a Marie, con la escusa de que era tan solo una novata confundida, pero Thomas fue más rápido.

    —Fue muy valiente de tu parte, Shank —era el primer alago que escuchaba Thomas salir de la boca del asiático.

    Marie era capaz de quedarse ahí toda la noche. Con tal de hacerle compañía a su compañero. Pero Minho le avisó que ya era hora de dormir. A duras penas se tuvo que despedir de Thomas, tocando sus manos y entrelazando sus dedos. Su amistad no se las iba a quitar nadie. De eso estaba completamente segura.

    Minho la acompañó hasta su hamaca. Solo se escuchaban los ronquidos de los demás. Los pobres estaban muy cansados. Con un beso en la mejilla, ambos corredores se despidieron.

   Marie caminó tratando de no hacer ruido. Y Se acostó en su perspectiva hamaca.

──────── 📶 ────────

──────── 📶 ────────

Cerré los ojos, pero a los segundos escuché como otra persona se acostaba en una de las hamacas, la cual estaba al lado de la mía.
   
    — Elizabeth, ¿estás despierta? — se escuchó una voz femenina.
   
    — Ahora si —contesté dándome la vuelta para quedar de frente a ella.— ¿Pasó algo, Teresa?

Su ojos azules tan brillantes se podían ver hasta en el lugar de más oscuridad total.
   
    —No, solo que… me siento diferente — la miré buscando una explicación de por qué se sentía así — Todos me miran como un bicho raro.
   
Al parecer los chicos aún no se acostumbran a ver al sexo opuesto entre ellos. Ellos habían hecho lo mismo conmigo. Salvo que a diferencia de Teresa, Newt les había dado un charla para que no se pasaran de la raya. Porque si, como habían personas que me respetaban, también estaban los que miraban con otras intenciones para nada buenas.

Los primeros días Thomas y Newt no se separaban de mi lado. Y realmente se los agradezco, no quisiera saber lo que hubiera pasado si nadie estuviera ahí para protegerme.

    — Es normal al ser la novata, a Thomas y a mi también nos miraban mal los primeros días. Pero es solo porque les es difícil acostumbrarse a un rostro nuevo—expliqué.
   
    Teresa asintió acurrucandose en su hamaca, mientras me miraba fijo.
   
    —¿Te han dicho ya sobre las reglas? —pregunté.
   
    Ella negó con la cabeza.
   
    —Son tres, la primera es: Haz tu parte, no queremos holgazanes. La segunda: No se pelea con ningun otro habitante, eso es porque hay confianza entre todos, y la tercera y última más importante, pero que aún así Thomas y yo la rompimos: no salgas de estos muros, solo los corredores pueden. O sea solo Thomas, Minho y yo.
   
    Teresa abrió los ojos sorprendida.
   
    —¿Eres corredora? —dijo Teresa.
   
    — A partir de mañana si. —respondí con una sonrisa.
   
    — ¿Y que hay haya afuera que no podemos salir?
   
    —Penitentes, son bestias horribles, que si te pican te infectan y hace que te pierdas a ti mismo. Nadie los ha visto y vivido para contarlo… excepto Thomas y yo. Pero esa es otra historia — las antorchas ya se estaban empezando a apagar y Newt había expecificado que todos debían estar dormidos antes de que la antorcha se apague —Ya es muy tarde y mañana debo madrugar.
   
    Las antorchas que alumbraban afuera, fueron apagadas por Newt como todas las noches. Algo que él también dijo

—Una vez que yo apague las últimas antorchas, más te vale estar soñando con Gally bailando, porque sino pasarás todo el día conmigo ayudando en la huerta. Y créeme, cuando hay barro, desearías haber dormido la noche anterior.
   
    Cerré los ojos dispuesta a dormir, pero sentí unos dedos tomar mi mano. Pensé que era Newt, pero al oír la voz de Teresa abrí los ojos.
   
    — Siento que te conozco, mi mente me dice que te recuerdo… recuerdo cosas —susurró Teresa para que Newt no la oiga.
   
    — ¿Qué recuerdas?

Al estar sus hamacas cerca, el hablar entre susurros no les era difícil. Se podía escuchar hasta el latido de sus corazones.
   
    —A ti y a Thomas, pero sobre todo a ti — miré nuestras manos entrelazadas, mientras ella jugaba con mis dedos. — Cuando desperté los Docs mencionaron que dije tu nombre mientras dormía— sus ojos azules conectaron miradas con mis ojos verdes. — recuerdo tus ojos verde… verde esmeralda— mis mejillas se pusieron rositas gracias al sonrojo — Recuerdo la vez que tú y yo nos abrazamos por última vez y que tú me dijiste que… que no te olvidé…
   
    Me quedé en silencio por un largo rato. Yo no recordaba nada, más que pequeños fragmentos de recuerdos en mis sueños, pero si me resultaba conocido su nombre. Desearía tener esos mismos recuerdos en su memoria. Tal vez así podría entender lo que sentía por esa chica. Si de algo estaba segura era que esos sentimientos no eran amigas. Pero no iba a decir nada. Tal vez era todo parte de su imaginación. Después de todo yo también me tomaba las manos con Thomas. Y nos damos abrazos y besos en la mejilla con Newt y Minho.
   
    — Bueno, al parecer terminé siendo yo la que olvidé — solté una risa nerviosa.
   
    Teresa solo sonrió.
   
    Dando por terminada la conversación, cerré los ojos. Pero Teresa apretó fuertemente mi mano diciendo:
   
    — Por favor no te alejes de mí nuevamente, Eli— suplicó Teresa con la voz entrecortada.
   
    — Jamás.
   
    Luego de eso dormimos con las manos entrelazadas toda la noche.  Cuando Chuck volvió después de hacerle compañía a Thomas, nos vio y se acostó sin decir ni hacer ningún ruido o comentario.
Minho, Thomas y Marie fueron hacia donde los chicos les habían indicado que estaba la chica. Allí había un gran desorden, dado a que la joven tiraba piedras a los demás habitantes del área, que estaban debajo de la torre. La mayoría tapando sus cabezas. Como Winston que tapaba con una madera grande la cabeza de Newt.

—Tira una más y... —amenazó Gally, pero una piedra golpeó en su cabeza.

Thomas intentó ir, pero Marie se lo impidió tomándolo del borde de su remera.

—Déjamelo a mi.

     Se acercó a la escalera rápido, esquivando las piedras y algunos pedazos de madera que seguían volando. Newt al darse cuenta de lo que estaba intentando hacer, corrió hasta ella.

— ¿Qué haces?, ¿Acaso enloqueciste? — la regañó el rubio.

— Tal vez —dijo y subió el primer escalón.

—Hablo en serio —una mano en su cintura le provocó un escalofrío en todo el cuerpo.

—Está asustada, es mejor que hable con alguien, que al igual que ella es una chica—la cara de Newt demostraba su total desacuerdo. -- ustedes lo intentaron y mira cómo está saliendo.

  La chica parecía no cansarse nunca de tirar cualquier cosa con tal de que nadie se acercara a ella. Y en cierto punto parecía estar logrando su objetivo. Los chicos se iban alejando y tapando con cualquier cosa. Excepto por Minho que estaba a un costado mirando divertido como tan solo una chica había creado un tornado en el área. Nada se comparaba con la llegada de Marie, pero se acercaba.

     Newt finalmente la dejó ir, pero sin dejar de observar en ningún momento. Se dio la vuelta y corrió hasta donde estaban Winston y Thomas con la gran madera tapando sus cabezas.

Para salvación de ellos, Marie logró llegar arriba. Cuando la de cabello negro la vio se echó hacia atrás y sacó —de quién sabe dónde— un cuchillo y la apuntó amenazadora.

—¿Quién demonios eres? —interrogó.

     Marie abrió los ojos impresionada. Tenía reflejos rápidos, más de los que ella poseía.

— ¿De dónde sacaste ese cuchillo? Te ordeno que lo bajes ahora— la pelinegra ignoró a su pregunta.

—No has respondido a mi pregunta —dijo en tono mandón.

Marie soltó un suspiro y contestó:

—Soy Marie, y estás en el área. ¿Sabes cuál es tu nombre? —pregunté después de respirar y tranquilizarme, sentándome a su lado.

Ella poco a poco fue bajando el cuchillo. Hasta dejarlo en el suelo. Pero sin despegar su mirada en ningún momento.

— Teresa.

Teresa... Algo le decía que lo conocía, pero su mente no le dejaba recordarlo, por más que intente, no podía. Era como si una barrera se lo impidiera.

— De acuerdo, Teresa-

No pudo terminar ya que Gally gritó:

— ¡oigan!, ¡¿qué hacen ahí arriba?!

Teresa me miró, para después agarrar unas piedras y volver a tirarlas nuevamente a las cabezas de los chicos. Solté una risita. Realmente nos íbamos a llevar de maravilla. A Thomas le iba a caer muy bien, sobre todo si ambos odiaban a Gally.

—¡¿Podrían dejarnos en paz?! —gritó bastante enojada.

—hey!, hey!, soy Thomas, Thomas!! —gritó desde abajo el azabache.

     Teresa buscó aprobación en mí, a lo que asentí, para luego levantarme y bajar así Thomas pudiera subir. Al terminar de bajar le dí una sonrisa reconfortante. Él subió y mientras bajaba se veía como la de cabello negro levantó su cuchillo nuevamente, pero esta vez tardó mucho más tiempo en bajarlo.

Después de asegurarme que no matará a Thomas. Me alejé hacia el lado del bosque, pero sin entrar ahí. Empecé a sacar unas moras qué habían por allí. Era su parte favorita del bosque. Los frutos que brinda son inexplicables.

    Mientras que Newt sacó a todos del lugar y los mandó a seguir sus labores. Entre quejas se fueron. Minho paso por su lado y le  murmuró algo al oído, a lo que Newt rodando los ojos sonrió.

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       Arriba, en la torre, Teresa y Thomas hablaban. Con confianza pero no la suficiente como para que se escucharan risas.

Luego de un tiempo se quedaron en silencio. Teresa estaba concentrada en mirar hacia donde estaba Marie. Thomas lo notó rápidamente. Por lo que empezó a explicarle quién era.

— Esa chica es Marie— Teresa asintió con la cabeza, sabiendo de memoria ese nombre — llegamos juntos en la caja—explicaba Thomas.

— ¿juntos? — preguntó sorprendida Teresa.

—Si, lo sé, es raro… pero fue así.

—Tú y ella son… —el silencio dio a entender sus sospechas.

— Oh, no, por favor. Solo somos amigos, muy buenos amigos —dijo negando Thomas, poniéndose rojo.

—¿Y ella tiene algo con alguien?— preguntó curiosa Teresa.

— Buen-

     Thomas fue callado cuando vio a Newt acercándose a Marie. Quién tocó su espalda para llamar la atención de la castaña. A lo que esta se volteó con una sonrisa. Sabiendo perfectamente de quién era ese toque delicado pero pícaro.

Bajó la mirada. No sabía explicar qué eran esos dos tortolitos. No había hablado con ninguno sobre ESE tema. Y eso que ambos eran sus amigos.

— Por lo que sé, no son nada, pero coquetean mucho.

Teresa solo asintió sin sacar su mirada de encima de la de ojos verdes. Lo primero que había notado eran esos ojos verdes tan lindos. Sacudió la cabeza sacando esos pensamientos de su cabeza. Apenas la conocía. No podía pensar así, pero aún así sentía que la conocía desde antes.

  —¿Recuerdas algo más que tu nombre? —preguntó el pecoso de la nada.

  —Recuerdo unas caras, caras que mencionaban algo sobre recuerdos imborrables—Respondió mirándolo detenidamente por unos segundos.

— ¿Y tienes por lo menos una idea de qué era de lo que se trataban esos recuerdos?

  Negó con la cabeza. Thomas vio como la novata sacaba del bolsillo de su pantalón dos cilindros con un líquido de color azul en su interior.

—Estaban en mi bolsillo cuando desperté —explicó.

   Thomas sostuvo los cilindros contra la luz, el líquido azul dentro de ellos brillaba con un fulgor casi hipnótico.

   —Deberíamos hablarlo con los demás, tal vez ellos busquen una respuesta—. murmuró, más para sí mismo que para ella.

      La novata asintió, su mirada perdida en algún punto distante, como si intentara alcanzar esos recuerdos que se le escapaban como arena entre los dedos.

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    La noche rápidamente cayó. Con su acompañante más fiel brillando en el cielo despejado. El ruido de las hojas siendo aplastadas por unas botas más pesadas y grandes que ellas, era lo que más se escuchaba en el silencio de la medianoche, en donde todos ya estaban en sus perspectivas camas, tratando de conciliar el sueño. Mañana les esperaba un largo día y necesitaban descansar para llevarlo a cabo.

    A excepción de Thomas y Marie, que eran acompañados por Gally y Minho al pozo en donde tendrían que pasar la noche sin comer hasta el amanecer. Minho acompañaba a Marie, más cerca de lo normal, pero a Marie no le molestaba. Se oían risas, pero el porqué de ella no. Minho parecía susurrarle al oído a Marie para que nadie más que ellos supieran lo que decían.

     Thomas y Gally, en cambio, caminaban con la mayor distancia posible. Gally llevaba la antorcha adelante con pasos rápidos, a los cuales a Thomas se le hacía dificultoso seguir. Creyó que estaría alegre de ser él quien lo llevara a su castigo, pero su cara no decía lo mismo. Sus cejas como siempre estaban tan juntas que parecían unirse en una sola, sus labios tan apretados que se veían de un color blanco pálido y formaban una línea recta. La mano que sostenía la antorcha estaba del mismo color que sus labios, debido a tanta fuerza ejercida.

    —¿Por qué no te caigo bien? —preguntó cómo de costumbre Thomas.

    Gally en ningún momento se volteó o bajó la velocidad de su caminata. Por un momento Thomas creyó que lo ignoraba. Hasta oyó como soltaba un suspiro, como si estuviera fastidiado.

   —¿No te cansas nunca de hacer una pregunta tras otra?

     A los demás pareciera no importarles lo que decían. Podrían estar matándose y ellos ni siquiera se darían cuenta de ello.

     —Sigues sin responder a mi pregunta —dijo firme Thomas.

   Gally lo observó por unos segundos. Pensando en su respuesta.

     —Desde que llegaste las cosas comenzaron a salir mal—. Cada vez se acercaban más a su destino — Primero Ben, luego Alby.

    Thomas bajó la cabeza. Temía que todos pensaran así de él. No entendía porque todo parecía dar indicios de que era su culpa. Él solo hacía lo que sus instintos le pedían. A veces no podía controlarlos y se les iban de las manos. Otras lograba contenerse, como matar a Gally por hablar con su mejor amiga. Sabía que sus intenciones no eran buenas. No quería ser solo su amigo, sino algo más arriba. Sabía que Newt también se daba cuenta de aquellas acciones poco disimuladas del chico.

   —También metes a Marie en todas tus locuras. Y ella siempre sale afectada — rompió el silencio.

  —A ver, dime una de esas tantas veces que según tú la metí en problemas.

   —Cuando entraste al laberinto. Ella te siguió, y tú lo sabías, sabías que ella te seguiría y te seguirá hasta el día de hoy. Porque aunque no me guste admitirlo, tú y ella tienen una conexión muy fuerte desde el primer momento en que llegaron aquí. Y no me cabe duda que también lo hicieron antes de llegar aquí—. Su voz mostraba un tono de recelo. Como si él quisiera estar en su lugar.

Thomas vio la oportunidad perfecta y la aprovechó. Se alejó unos metros de los otros dos.

  —¿Qué quieres con ella, Gally?

  — ¿Por qué debería decírtelo, Novato? — en su rostro se formó una sonrisa no muy agradable para Thomas.

   —Acércate a ella y te juro que no vivirás para contarlo — su voz no era la misma. Tal vez fue eso lo que alertó al perfecto oído de Marie.

   En tan solo segundos Minho y Marie ya estaban ahí a tiempo para evitar la futura pelea. Gally tan solo lo ignoró por la presencia de Marie. Caminó hasta la puerta del pozo y con un movimiento de cabeza le indicó al Novato que entrara ahí. Minho no muy convencido hizo lo mismo con Marie, con mucha más delicadeza y respeto.

    Ambos entraron, en distintos pozos. Gally ya estaba cerrando la puerta cuando la voz de Thomas lo interrumpió.

    —Déjala a ella ir, no merece estar aquí —Gally lo miraba no muy convencido, estaba rompiendo una regla —Haré cualquier cosa, pero por favor deja que ella duerma tranquila, mañana es su primer día como corredora.

  El de cejas pobladas tardó un momento en pensar. Se levantó de ahí. Thomas por un momento pensó que su petición no sería cumplida. Error.

  —Me debes una, Shank.

    Le hizo unas señas a Minho para que sacara a la chica del pozo. Minho con el ceño fruncido, pero contento a la vez. Abrió la puerta nuevamente, dejando salir a la joven. Quien confundida se acercó a Gally para agradecer, pensando que a Thomas también se lo habían dejado pasar.

   —Agradécele a tu amigo — y se fue del lugar, dejando sorprendidos a ambos corredores.

Marie se volteó hacia donde estaba Thomas sentado, separándolos unas rejas de un material muy usado en el área. Apenas se veía en la oscuridad de la noche. La farola alumbraba lo justo y necesario.

   —¿Por qué lo hiciste? — su voz parecía triste.

   —Es lo justo, yo te metí en ésto.

Minho sosteniendo la farola escuchaba atento. Él había pensado en convencer a Gally para que dejara a Marie, con la excusa de que era tan solo una novata confundida, pero Thomas fue más rápido.

    —Fue muy valiente de tu parte, Shank —era el primer halago que escuchaba Thomas salir de la boca del asiático.

    Marie era capaz de quedarse ahí toda la noche. Con tal de hacerle compañía a su compañero. Pero Minho le avisó que ya era hora de dormir. A duras penas se tuvo que despedir de Thomas, tocando sus manos y entrelazando sus dedos. Su amistad no se las iba a quitar nadie. De eso estaba completamente segura.

    Minho la acompañó hasta su hamaca. Solo se escuchaban los ronquidos de los demás. Los pobres estaban muy cansados. Con un beso en la mejilla, ambos corredores se despidieron.

   Marie caminó tratando de no hacer ruido. Y se acostó en su hamaca perspectiva.

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Cerré los ojos, pero a los segundos escuché como otra persona se acostaba en una de las hamacas, la cual estaba al lado de la mía.
   
    — Elizabeth, ¿estás despierta? — se escuchó una voz femenina.
   
    — Ahora sí —contesté dándome la vuelta para quedar de frente a ella.— ¿Pasó algo, Teresa?

Sus ojos azules tan brillantes se podían ver hasta en el lugar de más oscuridad total.
   
    —No, solo que… me siento diferente — la miré buscando una explicación de por qué se sentía así — Todos me miran como un bicho raro.
   
Al parecer los chicos aún no se acostumbran a ver al sexo opuesto entre ellos. Ellos habían hecho lo mismo conmigo. Salvo que a diferencia de Teresa, Newt les había dado un charla para que no se pasaran de la raya. Porque si, como había personas que me respetaban, también estaban los que me miraban con otras intenciones para nada buenas.

Los primeros días Thomas y Newt no se separaban de mi lado. Y realmente se los agradezco, no quisiera saber lo que hubiera pasado si nadie estuviera ahí para protegerme.

    — Es normal al ser novata, a Thomas y a mí también nos miraban mal los primeros días. Pero es solo porque les es difícil acostumbrarse a un rostro nuevo—expliqué.
   
    Teresa asintió acurrucandose en su hamaca, mientras me miraba fijo.
   
    —¿Te han dicho ya sobre las reglas? —pregunté.
   
    Ella negó con la cabeza.
   
    —Son tres, la primera es: Haz tu parte, no queremos holgazanes. La segunda: No se pelea con ningún otro habitante, eso es porque hay confianza entre todos, y la tercera y última más importante, pero que aún así Thomas y yo la rompimos: no salgas de estos muros, sólo los corredores pueden. O sea solo Thomas, Minho y yo.
   
    Teresa abrió los ojos sorprendida.
   
    —¿Eres corredora? —dijo Teresa.
   
    — A partir de mañana si. —respondí con una sonrisa.
   
    — ¿Y qué hay allá afuera que no podemos salir?
   
    —Penitentes, son bestias horribles, que si te pican te infectan y hace que te pierdas a ti mismo. Nadie los ha visto y vivido para contarlo… excepto Thomas y yo. Pero esa es otra historia — las antorchas ya se estaban empezando a apagar y Newt había especificado que todos debían estar dormidos antes de que la antorcha se apague —Ya es muy tarde y mañana debo madrugar.
   
    Las antorchas que alumbraban afuera, fueron apagadas por Newt como todas las noches. Algo que él también dijo

—Una vez que yo apague las últimas antorchas, más te vale estar soñando con Gally bailando, porque sino pasarás todo el día conmigo ayudando en la huerta. Y créeme, cuando hay barro, desearías haber dormido la noche anterior.
   
    Cerré los ojos dispuesta a dormir, pero sentí unos dedos tomar mi mano. Pensé que era Newt, pero al oír la voz de Teresa abrí los ojos.
   
    — Siento que te conozco, mi mente me dice que te recuerdo… Recuerdo cosas —susurró Teresa para que Newt no la oiga.
   
    — ¿Qué recuerdas?

Al estar sus hamacas cerca, el hablar entre susurros no era difícil. Se podía escuchar hasta el latido de sus corazones.
   
    —A ti y a Thomas, pero sobre todo a ti — miré nuestras manos entrelazadas, mientras ella jugaba con mis dedos. — Cuando desperté los Docs mencionaron que dije tu nombre mientras dormía— sus ojos azules conectaron miradas con mis ojos verdes. — recuerdo tus ojos verdes… verde esmeralda— mis mejillas se pusieron rositas gracias al sonrojo — Recuerdo la vez que tú y yo nos abrazamos por última vez y que tú me dijiste que… que no te olvidé…
   
    Me quedé en silencio por un largo rato. Yo no recordaba nada, más que pequeños fragmentos de recuerdos en mis sueños, pero si me resultaba conocido su nombre. Desearía tener esos mismos recuerdos en su memoria. Tal vez así podría entender lo que sentía por esa chica. Si de algo estaba segura era que esos sentimientos no eran amigas. Pero no iba a decir nada. Tal vez era todo parte de su imaginación. Después de todo yo también me tomaba las manos con Thomas. Y nos damos abrazos y besos en la mejilla con Newt y Minho.
   
    — Bueno, al parecer terminé siendo yo la que olvidé — solté una risa nerviosa.
   
    Teresa solo sonrió.
   
    Dando por terminada la conversación, cerré los ojos. Pero Teresa apretó fuertemente mi mano diciendo:
   
    — Por favor no te alejes de mí nuevamente, Eli— suplicó Teresa con la voz entrecortada.
   
    — Jamás.
   
    Luego de eso dormimos con las manos entrelazadas toda la noche.  Cuando Chuck volvió después de hacerle compañía a Thomas, nos vio y se acostó sin decir ni hacer ningún ruido o comentario.


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   ★ 𝐸𝑠𝑡𝑜 𝑓𝑢𝑒 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑑𝑒 ℎ𝑜𝑦, 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒𝑠 ℎ𝑎𝑦𝑎 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑎𝑑𝑜 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜, 𝑑𝑒𝑗𝑒𝑛 𝑠𝑢𝑠 𝑜𝑝𝑖𝑛𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟𝑖𝑜𝑠.

   ★𝑌 𝑠𝑖 𝑣𝑒𝑛 𝑎𝑙𝑔𝑢́𝑛 𝑒𝑟𝑟𝑜𝑟 𝑜𝑟𝑡𝑜𝑔𝑟𝑎́𝑓𝑖𝑐𝑜, 𝑡𝑒𝑥𝑡𝑢𝑎𝑙 𝑢 𝑛𝑎𝑟𝑟𝑎𝑡𝑖𝑣𝑜 𝑚𝑒 𝑙𝑜 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑛 𝑎𝑣𝑖𝑠𝑎𝑟 𝑒𝑛 𝑙𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑒𝑛𝑡𝑎𝑟𝑖𝑜𝑠, 𝑎𝑠𝑖́ 𝑠𝑒 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟 𝑒𝑛 𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑒𝑟𝑟𝑜𝑟 𝑓𝑢𝑡𝑢𝑟𝑜𝑠.

★ ¡𝐺𝑟𝑎𝑐𝑖𝑎𝑠 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑒𝑒𝑟 𝑒𝑠𝑡𝑎 ℎ𝑖𝑠𝑡𝑜𝑟𝑖𝑎!

  ★¡𝑉𝑜𝑡𝑒𝑛 𝑠𝑖 𝑙𝑒𝑠 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑜́!

𝑳𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒎𝒖𝒄𝒉𝒐 𝒏𝒐 𝒉𝒂𝒃𝒆𝒓 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒅𝒐 𝒂𝒄𝒕𝒖𝒂𝒍𝒊𝒛𝒂𝒏𝒅𝒐. 𝑳𝒆𝒔 𝒑𝒓𝒐𝒎𝒆𝒕𝒐́ 𝒂𝒄𝒕𝒖𝒂𝒍𝒊𝒛𝒂𝒓 𝒎𝒂𝒔 𝒔𝒆𝒈𝒖𝒊𝒅𝒐. 🥺

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