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❝ 𝐏𝐑𝐎𝐋𝐎𝐆𝐎 ❞
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YoungJo encendió el fósforo de la traición y quemó a HwanWoong tan rápido entre sus llamas.
Lo llevó a su perdición.
❝ ── Mira lo que teníamos, ahora se ha convertido en cenizas ❞
HwanWoong no lo podía aceptar, aún no y jamás lo haría. ¡Jamás!
Se encontraba ahí, sentado en la orilla de la cama mientras mordía la uña de su dedo pulgar, la mordisqueaba una y otra vez sin despegar su mirada de los papeles sobre la mesa.
Su esposo, el empresario Kim YoungJo, le había pedido el divorcio. Pero, ¿cómo había sucedido? Simple. Kim HwanWoong siempre creyó que vivían felizmente, como todos aquellos finales de telenovelas. A pesar de que le costó encajar en una familia de alto estatus, dejó todos sus sueños atrás cuando se casó con la promesa de que nada le iba a faltar, se dedicó al hogar, porque nada le interesaba mientras estuviera al lado del hombre que tanto adoraba.
Pero de un momento a otro YoungJo comenzó a llegar tarde del trabajo, salía con frecuencia los fines de semana,cambió su viernes de películas por "trabajo excesivo en la oficina" y después, cayó la bomba.
HwanWoong se había enterado de la traición de su marido cuando en las noticias mañaneras los camarógrafos y reporteros lo habían captado entrando a un restaurante lujoso junto a otro chico. Uno más joven que él y por supuesto, mucho más joven que YoungJo. Dicha infidelidad le afectó tanto que había llorado toda la noche por la mezcla de emociones. Agregando que, su suegra, la señora Kim, le había marcado por teléfono en la mañana para excusar el comportamiento y las decisiones de su hijo, ella le agradeció por haber sido un buen esposo, pero que no había sido lo suficiente para complacer como debió ser a YoungJo así que también, le pidió que saliera de la casa una vez pusiera su firma en la línea en blanco. Tanto esa mujer y ahora su ex, habían sido incapaces de dar la cara o responder sus llamadas. Lo único que le llegó a los dos días siguientes fueron los papeles del divorcio que se encontraban sobre la mesa.
Todo se había ido a la mierda. Todo.
—No YoungJo, tú no me puedes hacer esto... — se dijo así mismo cuando se levantó de la cama y caminaba hacia la mesa de madera —no me puedes hacer esto, ¡No puedes! ¡No puedes!—. Las lágrimas se deslizaron por su rostro ya rojo de la ira y con sus manos tomó los documentos para destruirlos en muchos pedacitos. —¡Dejé mis sueños por ti! ¡Todo! ¡No puedes dejarme! ¡Eres mío!— exclamó alterado, mientras jalaba su cabello negro en desesperación. Volvía a tener un ataque de ansiedad y estaba seguro de que si en ese preciso momento YoungJo abría la puerta de su habitación se le lanzaría encima para atacarlo. Pero al final terminó cayendo sobre sus rodillas quedándose así un largo rato. Pensando. Estaba solo, no tenía apoyo de nadie, ni siquiera de su propia familia. Todos le habían dado la espalda, lo habían desechado como si se tratara de un juguete viejo.
Ahora habían aceptado al amante como si nada y los medios de comunicación estaban llevando este escándalo a nivel nacional. —No lo voy a permitir YoungJo, no lo voy a permitir—. Susurró para sí mismo. Pero a pesar de todo lo que le estaba pasando, lo amaba, lo seguía amando. Apretó la alfombra bajo sus manos y terminó decidiendo algo. Con lentitud fijó su mirada al celular sobre la cama.
❝ ──He tenido suficiente, pero eres difícil de dejar...❞
La puerta principal de la casa hizo eco cuando fue abierta y luego cerrada. Con algo de pesimismo dejó su saco sobre el sofá de la sala y miró alrededor, todo se encontraba en silencio envuelto con un aura lúgubre.
—¿HwanWoong?— llamó YoungJo. —Ya estoy aquí—. Hwan lo había llamado para que trataran sobre el asunto del divorcio de una vez por todas. Estando a punto de volver a llamar al menor escuchó detrás de él los pasos que anunciaban su llegada. Como imaginaba, Hwan tenía los ojos rojos por haber estado llorando, se le veía demacrado y pálido. —Hwan...—.
—¿Por qué? ¿Por qué me hiciste esto, YoungJo? Si yo te amaba—. Preguntó HwanWoong, acercándose al mayor. —Creo que merezco aunque sea una explicación de parte tuya—. Pidió, con las lágrimas volviendo a llenar sus ojos tristes. YoungJo soltó un suspiro pesado.
—Me llamaste porque tenías los documentos del divorcio listos, solo he venido por eso y me iré—. Al escuchar esas frías palabras, Hwan comenzó a llorar. Pero por otro lado, YoungJo no se inmutaba al ver a su esposo romperse en mil pedazos frente a él. Viendo que los papeles no estaban por ningún lado decidió subir hacia la habitación, al dar el primer paso Hwan se inco en el suelo sosteniendo el brazo de su esposo.
—Por favor, por favor mi amor... no me hagas esto, haré lo que quieras, cambiaré lo que desees de mí, pero no te vayas, no me dejes...— suplicó hundido en sus lágrimas, aferrándose a lo único que le quedaba en su vida. Pero el castaño seguía sin sentir pena por el menor, así que solo se soltó con un movimiento brusco de las manos contrarias.
—No deseo que cambies, simplemente encontré a alguien que me da todo lo que deseo. Me enamoré, Hwan. DongJu es una persona maravillosa con quien he decidido pasar el resto de mi vida—. Contó. —Lo más sano es que cada uno siga con su camino—. Dicho eso, procedió a subir las escaleras para buscar los documentos. Cada palabra fue una daga en el corazón de HwanWoong, cada una mató sus ilusiones y su esperanza.
Todo el miedo, la desesperación y la tristeza se convirtieron en una ira profunda.
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