Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐄-𝟏𝟗┆𝕿𝖍𝖊 𝖌𝖔𝖉 𝖔𝖋 𝖋𝖊𝖆𝖗 𝖌𝖎𝖛𝖊𝖘 𝖒𝖊 𝖘𝖔𝖒𝖊 𝖐𝖎𝖘𝖘𝖊𝖘

━━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

La casa del terror se alzaba como un cadáver de madera y sombras. Su fachada parecía haber resistido siglos de abandono. La pintura negra estaba desconchada, dejando ver la madera gris y astillada que se combaba bajo el peso del tiempo. La estructura, de tres pisos, se retorcía ligeramente, inclinándose de una forma antinatural, como si en cualquier momento pudiera venirse abajo y tragarse a quien osara cruzar su umbral.

Las ventanas estaban cubiertas de un polvo tan espeso que apenas se distinguía el interior. Algunas tenían cortinas raídas que colgaban a medias, sacudidas por una brisa que no soplaba en ninguna otra parte. Otras estaban completamente rotas, con los bordes de vidrio astillado brillando débilmente bajo la luz mortecina de los faroles.

Pero lo más inquietante era el silencio. Ni siquiera se oía el canto de los grillos o el murmullo del viento entre los árboles cercanos.

Bajo la entrada, el suelo estaba cubierto de hojas secas y polvo acumulado, como si nadie hubiera cruzado esa puerta en años. Pero había algo extraño en el patrón de las hojas, como si hubieran sido removidas recientemente... o como si alguien hubiera estado de pie ahí durante mucho tiempo, inmóvil, esperando. El viento susurró entre las rendijas de la casa, y las tablas respondieron con un quejido largo y profundo. Un sonido que no parecía causado por la madera, sino por algo más.

Por algo que sabía que estábamos ahí. Esperando.

— Así que solo debemos pasar una misión supertenebrosa de quien sabe qué y conseguir el último pergamino - dijo Chase mientras se arrepentía de venir con nosotros, lo tenía escrito en todo el rostro.

Ahora recordé a Percy. Ese maldito Jackson. Encima me reemplazo con una chica superlinda que parece cantante de Kpop y que tiene una piel perfecta. ¿Cómo se atrevía?

— Ady, ¿estás bien? Estás tensa —me susurró Deo

Cierto. Estábamos tomados de las manos. No tenía que parecer molesta, ¿por qué lo haría de alguien que es mitad pescado? Además, soy muy joven, puedo terminar con alguien mejor. No, no es cierto. Él era perfecto y mi novio de ahora... era lindo a su forma, supongo. Yo debía ser el problema, ¿era tan difícil de amar? Solo quería sentirme amada. Primero de mi padre y lo hacía, pero un loco maniático que me maltrataba. Luego fue Luke y fue manipulado por Cronos, quien hizo que me matara, pero reviví por mi abuela querida, tan bella y preciosa. Después tuve a Percy, quien terminó diciendo un montón de cosas horribles de mí y ni siquiera quiso buscarme, por lo que debía de importarle menos de un comino. Finalmente, mi lindo novio, sentía el infierno y el cielo al mismo tiempo. A veces era muy dulce, otras veces no lo era. Me hacía sentir vulnerable como si quisiera que él me salvara, pero a veces ÉL era quien me llevaba a estar vulnerable. Todo era confuso con los chicos, pero por más que odiara este sentimiento, no podía hacer que se detuviera, solo quería más. Mejor algo que nada.

Deo era diferente, era bueno. Me hacía sentir normal y que la profecía no importaba, me hacía sentir segura, poderosa. Me ayudaba a ser mejor y era tan dulce, tan perfecto. El mejor amigo por siempre, junto a Chase.

— Volviste a tu forma normal. — ¿Cómo lo noto? — Y si te preguntas por cómo lo sé, es muy simple. Tus manos están más suaves. Tu piel es más suave que de la chica de Afrodita.

Lindo. Se sintió lindo lo que dijo. Sin pensarlo mucho, le di un beso en la mejilla. Si no iba a hablar, podría mostrarle mi afecto. El hijo de Atenea se puso un poco nervioso, se notó por cómo casi se tambaleó, y su rostro se sonrojó. Solía provocar ese efecto.

— Ady, deja de enamorar a otro chico. YO SOY EL ROMPECORAZONES AQUÍ —exclamó Chase

—Cállate - le ordenó Mairin

— Pero no sabes lo que dije.

— Leo los labios y no necesito hacerlo para saber que es una tontería. Solo dices babosadas.

— Tienes envidia, de mi belleza, fortuna y talento para ser un icono mundial de moda.

— Mínimo, mis piernas no se hacen gelatina cuando veo a Annabeth y me veo como una estúpida cuando me habla.

— Golpe bajo.

Apenas entramos, se cerraron las puertas y un gas verde inundó todo el lugar en unos segundos. Mairin trató de hacer un hechizo para eliminar el gas, pero no funcionó nada. Mi mente no daba más que vueltas al punto de marearme y dejarme inconsciente en el suelo como el resto.







✧*・゚*

Desperté amarrada en una silla, mis piernas estaban amarradas en cada pata delantera, mientras que mis brazos con el espaldar. Una habitación oscura, estaba en una habitación; lo único que lograba iluminar era un foco encima de mí. Gracias a él pude ver al chico que se acercaba.

Tenía la apariencia de un joven de diecinueve o veinte años. Era alto y esbelto, su piel era pálida, con un brillo marmóreo, demasiado perfecta para ser humana. Dios. Era un dios.

Su cabello negro caía en ondas despreocupadas sobre su frente, absorbiendo la luz en lugar de reflejarla, y sus ojos cambiaban de color entre un dorado enfermizo y un negro profundo, reflejando temores horribles de las personas.

Usaba una camisa negra desabrochada en el cuello, una chaqueta oscura de terciopelo y pantalones ajustados. Se acercó hacia mí con un cuchillo en su mano.

— Miren a quién tenemos aquí - me sonrió, una sonrisa que me hizo tener piel de gallina—. Si es la famosa Adhara Abernathy. Más bonita en persona, tengo que admitir. La digna nieta de tu abuela. Sabes, hace unos años quise salir con tu abuela, pero me rechazo. Espero que la nieta no cometa el mismo error.

Se puso en frente mío con la hoja de cuchillo acariciando mi mejilla.

— Puedes hablar, Adhara. Estás en mi territorio, donde mi magia supera la de Eunomía y pierde fuerzas antes mis encantamientos, por así decirlo.

— Fobos. Eres él.

— Linda e inteligente. Así me gustan. - Me sonrió, caminando a mi alrededor.

Me miraba como un cazador acechando a su presa. Odiaba ser la presa.

— ¿Qué quiere de mí?

— Ya lo dije, linda - me tomó de la cara bruscamente, obligándome a mirarlo. - A ti. Voy a divertirme un rato contigo.

No necesitaba mostrarme mi peor miedo; unas pocas palabras bastaban para desarmarme por completo. La debilidad se deslizó por mi cuerpo como un veneno invisible, dejándome inmóvil, atrapada en mi propia mente. Mi piel estaba helada, mi respiración entrecortada, y cada pensamiento se desvanecía antes de formarse. Quería moverme, luchar, hacer algo... pero era como si mi propio cuerpo me hubiera traicionado, atrapado en un trance del que no podía escapar.

— Tengo una misión. Se supone que debemos recuperar un pergamino.

— ¿Este? - Fobos invocó al pergamino entre las sombras.

— ¡Sí! - exclamé con un poco de esperanza, a lo que él se burló

— Cariño, no te lo daré. No sería justo, si no obtengo nada.

Miedo. Tenían que llegar los demás. Por favor.

— Superaré cualquier prueba que me dé.

— ¿Crees que quiero que hagas una estúpida prueba para aburrirme, viéndote pelear? Eso lo veo ya en tus pesadillas.

— Mis amigos, ¿ellos?

— A ellos los mandé a pruebas para que no puedan interrumpirnos.

—Por favor, necesito el pergamino.

— Y dije que te lo daré, no seas impaciente, Adhara. Así no actúa una buena niña y mucho menos un héroe. ¿No te lo dijo Quiron? No se debe desobedecer a los dioses, o tendrás terribles consecuencias, si no solo recuerda cómo terminó tu padre.

— Yo... no soy nadie con quien se pueda divertir, no soy divertida ni nada de eso.

Él solo rio y me acarició la mejilla.

— Qué adorable. No vamos a jugar tus tontos e infantiles juegos. Tendremos otro tipo de diversión.

— No, por favor.

— ¿No? ¿Acaso te atreviste a decirme que no? Niña insolente —exclamó antes de darme una cachetada. Mi piel ardía en el lugar donde me golpeo.

— Lo siento. No volverá a suceder.

— Mejor. No soy Ares, no soy tan idiota. Así que, si tú quieres saber qué le pasó a tu papi, me harás caso a menos que quieras que tus amigos se queden atormentados en sus pesadillas eternamente, no consigas ese pergamino y le haga una pequeña visita al joven Jackson.

Percy. Reaccioné inmediatamente y dejé de tener miedo por unos segundos.

— No le harás nada a Percy.

— Qué linda luces protegiéndolo, incluso después de que él se besara con la chica esa. Su nueva amiga.

¿Se besaron?

— Mientes.

— No gano nada mintiéndote. Si quieres, pregúntale a tu abuela. Estará encantada de contarte cómo el chico que amabas te olvidó tan rápido.

— No me importa. Solo no te atrevas a lastimarlo.

— No lo haré. Si, me das una buena diversión.

— Bien. - dije antes de que desatara las ataduras con un movimiento en su muñeca y se acercara a mí lentamente.

— Vamos a divertirnos, pequeña estrella.






















































CHASE

Mi mayor miedo. Lo había superado, al igual que el italiano millonario y la bruja loca. Capaz, me sentía muy básico con mi mayor miedo, pero era horrible revivirlo cada noche, ver a todas las personas que te importaban y considerabas tu familia estar muertas en batalla. Era el destino de un semidiós, morir en batalla, morir con honor. Yo no lo quería. Ni para mí ni para nadie. Quería vivir una vida larga, tener hijos, una familia, y un futuro. Mínimo sobrevivir hasta los 40. Lo cual era pedir un milagro.

Cuando todos despertamos, estábamos afuera de La Casa del terror, con la entrada del lugar a unos pocos metros de nosotros. Faltaba Ady. Faltaba ella. ¿Se habría quedado?

Caminaba hacia la entrada antes de detenerme en seco al ver a Adhara salir tambaleándose. Su respiración era errática, y las lágrimas surcaban su rostro, mezclándose con el hilo de sangre que manaba de su nariz. Pero lo peor eran sus ojos.

Negros. Vacíos. Sin el más mínimo rastro de su color habitual, sin el brillo chispeante que siempre los caracterizaba. Eran pozos oscuros de pura furia. Su expresión era una que jamás le había visto: irá cruda, odio puro.

Una energía oscura la envolvía, vibrante y amenazante, como si la magia misma respondiera a su angustia. Su cuerpo temblaba, y sus labios, enrojecidos y maltratados, se presionaban con fuerza, como si estuviera conteniendo un grito o una maldición.

De su bolsillo, sus dedos crispados sacaron el pergamino faltante, y supe que algo estaba muy mal.

—¿Qué te hicieron...?

Fue lo único que logré decir antes de que sus rodillas cedieran. Me lancé hacia adelante y la sostuve justo a tiempo, su peso desplomándose contra mí. Su piel estaba helada, su pulso, errático. La cargué con cuidado, como si fuera a romperse, y corrí hacia el resto.

—¡Ayúdala! —supliqué a Mairin, mi voz temblando de desesperación, dejándola en el suelo.

Buscaba en nuestra mochila cualquier cosa, cualquier cosa que pudiera sanarla. Ambrosia, debía de haber traído más ambrosía. Maldita sea.

— Fobos - susurró la bruja, muy tensa, al ver a Ady.

— ¿Él le hizo esto?—exclamé molesto, furioso, lo iba a matar—. ¿ESTÁS AHÍ, FOBOS? MALDITO DIOS DE MIERDA, SAL DE TU ESCONDITE Y TEN LOS HUEVOS PARA SALIR. VETE AL CARAJO, AL TÁRTARO, TREMENDO IDIOTA, SAL. DA LA CARA QUE AHORA TE HAGO PASAR LO MISMO QUE A PROMETEO.

— Él no lo hizo. Ella usó magia oscura en un hechizo. —Me explicó Mairin

Amadeo dejó de tomar la mano de Adhara y se levantó furioso, dispuesto a entrar a la casa del terror. Yo lo seguí.

— ¿Qué pasa? Mairin dijo que no fue ese maldito dios.

— ¿No te das cuenta? Adhara jamás usaría un hechizo de magia oscura, no cuando sabe las consecuencias. Entonces, ¿qué cosa le habrá hecho el bastardo para que ella usara uno?

Él lo sabía. Al parecer había sido el único idiota que no sabía que mi SOBRINA sabía quién era su madre y qué era bruja. Pero de eso me enojaría otro día. Primero le partiría la madre al maldito dios y cuidaría de Ady.

Apenas tomamos la manilla de la entrada, toda la casa desapareció.

— MALDITO COBARDE, CUANDO TE VEA, TE MATARÉ. — Lo amenacé.

Mairin logró hacer que despertara. Sus ojos volvieron a la normalidad, al igual que esa energía maligna que la dejó. Corrí hacia ella y la abracé. No quería que nada malo le pasara jamás. No. Nunca lo volvería a permitir.

Ella solo temblaba entre mis brazos y se aferraba mi, como si tuviera miedo de que desapareciera, apenas la soltara.

— Tranquila, Ady. Ya estoy aquí. —Le susurré Solo escuchabas sus sollozos.

Tenía trece años, mi hermana solo tenía trece años. Apenas llegué al campamento, me sorprendí de que Ady estuviera en mi cabaña, era la más joven de ahí junto a Azami. Siempre se quedaba en un pequeño rincón, no solía hablar con el resto a menos que tú tuvieras la iniciativa. Lo único que solía hacer era cuidar a Azami y entrenar con Luke, día y noche. Aunque nos volvimos cercanos cuando noté cómo cada noche se despertaba y no dormía, no siempre salía con Luke para que la calmara. El resto de veces le cantaba "Lavander's Blue" en fránces, siempre la calmaba. Eso hice esta vez.

Cantando la canción, empezó a relajarse entre mis brazos y se calmó tanto al punto de dormirse. La apoyé entre mis hombros y la dejé dormir.

— Junta esos malditos pergaminos y terminemos con esto de una vez.

— Chase, ella te lo quería decir, pero-—.

— Me importa una mierda que sea bruja o no, si me lo dijo o no. Tenemos que terminar con esta misión lo antes posible para que regrese al campamento y esté segura.

Amadeo tomó los pergaminos y, apenas los juntó, desaparecieron en el aire. Lo único que quedó fue un mapa, uno que nos llevaba a Maine.

—Vámonos. - sentencie, cargando a Ady y yendo al auto.






































✧*・゚*

Estaba en un dormitorio majestuoso. El techo alto de la habitación estaba sostenido por columnas de mármol, sus capiteles esculpidos con motivos florales y figuras de dioses que parecían observarme en la penumbra. Las paredes estaban cubiertas con frescos vibrantes, escenas de ninfas danzantes y héroes en batalla. El aire olía a incienso y aceite perfumado, una fragancia dulce que se mezclaba con la brisa fresca que entraba por la gran ventana abierta. Desde allí, podía ver la costa, el mar lucía espléndido y la arena era casi blanca. El sol se alzaba en lo alto, se sentía un ambiente cálido y fresco.

Un espejo de bronce descansaba sobre la mesa junto a ánforas de cerámica pintadas con figuras de diosas y escenas mitológicas. El viento agitaba las cortinas de lino que separaban mi alcoba del resto de la estancia, y por un momento, sentí que el castillo entero respiraba a mi alrededor. Era un recuerdo de mi vida pasada.

Me miré en el espejo, era mi vida pasada, Hester. Usaba un vestido blanco, ligero y que caía en pliegues suaves sobre mi piel, se sujetaba en los hombros con broches dorados en forma de hojas de laurel, dejando al descubierto los brazos y ceñida a la cintura con un cinturón de hilo de oro trenzado. Parece que fui una princesa de la antigua Grecia. Mi cabello rubio caía en ondas perfectas y mis ojos... perdieron la luz. Había estado llorando.

Detrás de mí apareció un chico muy similar a mí. Mi versión masculina, por así decirlo, tenía un brillo y luz que poseía Apolo. Debía ser mi mellizo.

— Hester. No has dormido ni comido en días.

— Soy inmortal ahora, no es como si eso me fuera a matar.

— No, pero te debilita. Sabes que a él no le hubiera gustado verte así.

— Menciona su nombre.

— Zale.

— Fue mi culpa. Y yo lo arreglaré. - Empecé a mover un montón de papeles entre mi mesa - Lo encontré, encontré la espada. Así moriré, por fin. Es lo que necesitaba, estoy tan cerca de encontrar.

— Hester, si ellos se enteran. Te castigarán por toda la eternidad.

— No importa. Tengo la probabilidad de volver a encontrarlo, él no renacerá a menos que yo renazca con él, por lo que su alma estará eternamente en el Inframundo. No regresará. No podrá, por más que Hades me deje traerlo de vuelta.

— Artemisa dijo que te quería como una de sus cazadoras.

— Lo hare. Tengo que tener un bajo perfil por mientras.

— ¿Y si no lo logras, Hest?

— Lo hare. Porque mi alma no descansará hasta que cumpla con mi cometido.

Toda la escena cambió. Ahora estábamos en "balcón" de la casa de Percy. Sentados en la noche, viendo las estrellas, un viejo recuerdo olvidado.

— ¿Cuál es el dato curioso que me dirá hoy, señorita Abernathy? - bromeó Percy mientras tomaba una taza de chocolate caliente que era azul de alguna manera.

— ¿Aún no te aburriste de mis datos de astronomía?

— A ti te gusta la astronomía y a mí me gustas tú. No hay que pensar. Además, siempre es bueno aprender algo nuevo y cuando tú me enseñas algo es de las pocas veces que no me distraigo... bueno, no tanto como otras veces.

Por los dioses, era difícil odiarlo cuando recordaba estos momentos.

— Bueno, a mí tampoco me molesta oírte hablar de Taylor Swift veinte veces al día.

— Esa es una bendición, Ady, no maldición. — contestó dramáticamente

— Por supuesto, es un honor escucharlo del fan número uno semidiós.

— Ya quisieran los demás tener mi puesto - bromeó.

— Siguiendo con tu clase de astronomía, hoy veremos algo de ti.

— ¿De mí? No sabía que había una estrella o constelación que se llamara "el chico más lindo del cual Adhara Abernathy gustó".

— No, ojos bonitos. Es la constelación de Perseo, es una de las 48 constelaciones de Ptolomeo.

— Si hay una constelación de Perseo, entonces debe de haber una de Andrómeda.

— Buena intuición, la constelación de Andrómeda, es una constelación colindante a la de Perseo.

— ¿Lo viste, brujita? Ni aunque quieras, te puedes separar de mí. Siempre estaremos conectados por un hilo invisible.

— ¿Hoy fue tu día de escuchar Folklore?

— Creo que dejaré de decirte brujita, al parecer estoy manifestando.

— Mejor sigue diciéndome brujita, eres pésimo con los apodos.

— Soy increíble.

— Le dijiste a Azami "pony salvaje"

— Le gusta My little pony y esa niña es salvaje. Escondio todos los dulces azules que yo escondí en mi habitación.

— No es salvaje, solo está en su era de rebeldía.

— ¿Tuviste una?

— No, realmente. No la tienes cuando entrenas todo el día. Pero me alegra que ella lo tenga, quiero que su vida sea más feliz que la mía, más tranquila.

— Y lo es, de seguro. Pero si en algún momento necesitas alguien que te recuerde un poco la luz que hay en tu vida, puedes llamar a tu increíble novio. — Lo sé, ojos bonitos. Ay, ya me distraje de nuevo. Esta vez no nos vayamos del tema. Como decía, Perseo fue el héroe que decapitó a Medusa y salvó a Andrómeda. La constelación representa su figura con la cabeza de Medusa en una mano.

— Medusa debe de estar furiosa, dos Perseos la decapitaron, por cierto, ¿dónde está la cabeza de Medusa?

Yo solo rodeé mis ojos y señalé a la estrella.

— Esa de ahí es Algol, también llamada la "Estrella del Demonio". Representa el ojo de Medusa y en realidad es un sistema de estrellas que varía de brillo, lo que en la antigüedad hizo que la vieran como algo siniestro.

—Así que no solo son puntitos brillantes en el cielo.

— No, cada constelación tiene su propia leyenda. Y Perseo es una de las más fáciles de reconocer en otoño e invierno.

Él me tomó de la mejilla, acercándome hacia él para besarme. Lo detuve antes de que lo hiciera.

— Mi Ady - me miró como nuestros gatitos cuando querían subir a la cama de alguno de los dos.

— Dijimos que nada de besos en tu casa. Es incómodo y está mal.

— Eso es tortura. Por cierto, tengo una pregunta preguntona. ¿Cómo estás tan seguro de que una persona te gusta?

— ¿QUÉ? ¿Ya no te gustó?

— ¿Qué? NO. NO. NO. JAMÁS. Yo te adoro, mi hermosa Ady, preciosa y bella, la estrella más brillante de todo el universo. Solo lo decía por curiosidad.

— Supongo que se sabe cuando no puedes dejar de personar en esa persona. Cuando lo ves llorar, sientes un dolor inmenso en tu pecho, como si quisieras quitarle todas sus penas y cargarlas tú para que nunca lo veas llorar. O cuando está en peligro y sabe que harías todo para protegerlo, cuando te das cuenta de pequeños detalles o como su cabello brilla como los de un dios ante los rayos del sol y podrías escucharlo hablar de las cosas más absurdas del mundo durante horas, pero ni siquiera te importa porque solo quieres oír su voz y verlo feliz. O cuando te sientes nerviosa ante el mínimo contacto que te hace. — Creo que me explayé un poco al ver cómo me veía como embobado —. Sí, algo así.

— Qué bueno es saberlo, porque tenía miedo de que no te gustara y solo salieras conmigo por compromiso.

— Créeme, no haría eso jamás y me gustas.

Además, somos reencarnación de amantes que están destinados a reencontrarse en cada vida que tienen y amarse. Así que no amarlo era técnicamente imposible.

— ¿Lo juras?

— Lo juro por las estrellas. Por cada una de ellas.






✧*・゚*

Todo se volvió borroso antes de que me despertara; había llegado con el resto. Estábamos en medio del bosque.

Una cabaña se alzaba en mitad del bosque, solitaria y silenciosa, como si llevara varios años esperando a ser descubierta. Sus gruesos troncos oscuros, cubiertos de musgo y grietas por el paso del tiempo, se confundían con los árboles que la rodeaban, haciendo que pareciera parte del paisaje en lugar de una construcción ajena a él. El techo, inclinado y desgastado, estaba cubierto de hojas secas y pequeñas enredaderas que trepaban por las tejas de madera. A un lado, una chimenea de piedra se elevaba; el humo estaba encendido. Y lucía limpio, a diferencia de toda la casa. Tenía una apariencia vieja a propósito. Para despistar la atención.

El suelo a su alrededor estaba cubierto de maleza y hojas caídas, con un sendero de piedras medio enterradas que llevaba hasta el umbral. El bosque que rodeaba la cabaña era denso y antiguo, con una atmósfera que parecía suspendida entre lo real y lo onírico. Altos pinos y abetos se alzaban como centinelas silenciosos, sus copas entrelazadas filtrando la luz del sol en destellos dorados que parpadeaban sobre el suelo cubierto de agujas secas.

Deo me tomó de la mano, mientras Chase y Mairin ya estaban afuera. Les pidió un tiempo para que ambos estemos a solas.

— Ady...

— ¿Él lo sabe?

— Sí.

Quería llorar. Pero yo no debía llorar, ya no era una niña tonta.

— Bien.

— ¿Quieres hablar de lo que pasó?

— No pasó nada grave. Créeme. Lo detuve antes de que se atreviera a ponerme un dedo encima.

— ¿Qué hiciste?

— Digamos que el dios del miedo experimentó el miedo por primera vez. Aunque no logre averiguar cuanto miedo podría soportar.

Él me miró confuso, pues noté en la ventana del auto mi reflejo. Sonreía.

— ¿Qué te hizo?

— Nada que otro chico no me haya hecho. Un par de besos.

— Es un maldito-

— Detente, Deo. Eso ya pasó y sería genial que no me hagas recordarlo. Tenemos una misión que completar y un estúpido dios no me hará detenerme o dudar de mi decisión de venir hasta acá. No cuando estoy tan cerca de saber la verdad.

Ambos salimos del auto en silencio y nos dirigimos hacia donde estaba el resto.

— Hay personas adentro - dijo Mairin.

— ¿Qué? ¿Cómo alguien vivirá ahí? —Chase estaba atónito.

— Es falso, lo de afuera. Es para despistar a los que pasen por aquí — señalo Deo

— ¿Cómo será para despistar si está a punto de caerse?

— Es la dirección, debe de ser el lugar. - dije antes de avanzar a la puerta.

Mis amigos me siguieron, pero pronto quedaron atrás. Me detuve frente a la puerta, tomando aire con dificultad. Extendí la mano y toqué, sintiendo cómo mi corazón martillaba en mi pecho, como si estuviera a punto de salirse. Los nervios se deslizaron por cada rincón de mi cuerpo, tensando mis músculos, haciéndome temblar. El aire se volvió denso y opresivo, como si me estuviera preparando para recibir la peor noticia de todas.

Antes de que pudiera dejar que el miedo me consumiera, la puerta se abrió.

— Disculpe, ¿quiénes? —La mujer se quedó atónita al verme.

La mujer tenía el cabello pelirrojo y ondulado, con flequillo que enmarca su rostro. Su piel era clara y sus ojos eran de un celeste hermoso. Usaba una camisa a cuadros en tonos marrones sobre un polo ajustado de color verde oliva. Lleva jeans de mezclilla de cintura alta y un cinturón de cuero marrón con una hebilla dorada.

— Hola soy-—.

— La hija de William. Luces idéntica a él...

Parecía haber visto a un fantasma cuando le sonreí.

— Soy Adhara Abernathy.

— Tienes sus mismos ojos y... por los dioses... eres... él...

Ignore ese hecho por el momento.

— Necesito saber la verdad de lo que le pasó a mi padre. Usted es la única amiga de él que conozco, necesito su ayuda.

— Por supuesto. Entren. —Nos sonrió amablemente, tartamudeaba y no despegaba su mirada de mí. Si parecía una digna hija de Apolo.

Pero apenas entré, sentí un escalofrío que me puso alerta. Volví a mirar a Halsey, ella lucía normal al igual que todo. Tal vez solo sea un simple escalofrío. Eso pensaba.
































⋆˚。⋆୨♡୧⋆ ˚。⋆

Holi, ¿Cómo están?

Espero que les haya gustado <33

Nuevo trauma de Ady desbloqueado.

Solo faltan 3 extras para que termine y esperemos a la segunda temporada.

Por cierto, tengo un canal de difusión donde estaré subiendo spoilers del Adhercy y algunas cosas más. ÚNANSE, amo a las 12 personitas que ya se unieron <3333

No se olviden de votar y comentar que me ayudaría mucho <333



PDT: Una imagen de Hester:


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro