𝐝𝐢𝐞𝐳
Ten esperanza.
Mi gas se acababa. Empezaba a decaer, pero debía resistir. Mis compañeros aún estaban peleando, aún estaban combatiendo. Gruñí, extendiendo mis manos para poder cortar aquel trozo de piel, y en ese movimiento, mis hojas se quebraron. Maldije, apretando mis dientes. Aún habían titanes, bajo este soleado día, habían titanes que acabar. No estábamos ni cerca de eliminarlos, sin eso, no podríamos tener la ventaja de merodear por los alrededores del cuartel. Abrí mis ojos grandemente, el gas había acabado, por lo cual intentando de tener caída neutral me dirigí al tejado, terminando en caer con brusquedad. Esbocé un quejido, me golpeé fuertemente la espalda, hasta girar y casi caer tendida en el borde, mi rostro se raspó por el material rocoso de los ladrillos. Intente incorporarme, sintiendo una leve molestia en mi costado. Me detuve, aún podía ver a varios titanes. Maldición, no tenía hojas, tampoco gas. Escapar sería mortal, pero quedarme afirmaría mi sentencia. De pronto, había perdido de vista a todos, era como si estuviera sola en estas calles que me conducirían al cuartel, pero en este estado, no podía llegar. El piso tambaleaba, de reojo observe la presencia de un titán a mi derecha. De verle, acerté que sus metros valían quince. Era alto. Sin duda, se veía que era fuerte.
De solo pensar que pasaría delante de mi, me atemorizaba. Caí arrodillada, estaba anonadada, debía pensar más allá, porque en estas mismas calles aún habían gritos desgarradores exclamando por misericordia. Las hojas estaban partidas, no podría rasgar, el gas no procedería. El piso tambaleó nuevamente, desde la izquierda sentía otra presencia. De reojo miré, dos titanes. De trece metros, pero aún así, era una desventaja. Rasgaban el techo, querían llegar a mi, estaban quebrando los ladrillos y escombros. No tenía tiempo, mi corazón empezaba a palpitar. ¿Así moriría? No, me denegaba a morir, pero es que no me estaba moviendo. Abrí mis ojos grandemente, aquel titán de quince metros se detuvo, estaba detenido frente a mi. Sus ojos eran grandes, y verdosos. Su dentadura era peculiar, pero me atemorizaba. Di pasos hacia tras, cayendo sentada, deslizándome con mis manos, me empujaba. Pero, ese titán no arremetía contra mi. ¿Era anormal? Me sobresalte, cerrando mis ojos por un momento. Cuando pude abrirlos, vi como los dos titanes de trece metros cayeron al suelo. El titán de quince, se encontró momentáneamente frente a ellos, los había pateado, hasta tumbarlos. ¿Los golpeó intencionalmente? Debía ser un error, pero, es que estaba viendo como este titán se preparaba como si fuese a combatir, cuerpo a cuerpo.
—¿Qué?—pregunté, aturdida en el tejado, los golpeó, los golpeó fuertemente.—¿Un anormal haría eso?—estaba inquieta, sus movimientos eran precisos, estaba golpeándolos donde quería.
—¡Ainara!—me giré, observando a la distancia como me llamaban.—¡Sujétate!—me pidió en cuanto se acercó a mi con velocidad, venía acompañado, no tarde en correr hacia el borde del tejado para lanzarme, él me atrapó.
—¡Marcó! ¡Mikasa!—llame ante su avistamiento, ambos me reclutaron hasta el otro borde del cuartel, estaba expuesto por titanes en la parte baja del muro, ahí debían estar los suministros.
—Nos siguió hasta aquí.—comentó Mikasa a mi lado, observando seriamente cómo aquel titán, aplastaba la nuca del otro.—Lo ha vuelto hacer. Sabe cual es el punto débil.—añadió.
—¿Ya lo habías visto?—le pregunté confundida.—¿Es un anormal?—añadí curiosa a mi pregunta.
—Sea o no, nos está dando una ventaja que debemos aprovechar.—me respondió ella, llevando su mano a mi hombro.—Tenemos que ocuparnos ahora de eso.—ella bajo la mirada, haciéndome ver a los titanes que se adentraban al cuartel.—Hasta que no nos deshagamos de esos titanes, no podremos suministrarnos.—exclamó, distanciándose para adentrarse al interior del cuartel mural.—Andando.—nos pidió, sutilmente.
—Marcó, vamos.—le pedí, dándole la espalda, pero él no se movía, estaba observando fijamente aquel titán de quince metros que se movilizó hacia los titanes que intentaban adentrarse al cuartel, empecé a sentir un leve temblor por sus pisadas huecas.—Marcó.—lo llame.
—Tengo un mal presentimiento.—musitó, observando anonadado el titán.—¿Tú no?—le preguntó, girándose para mirarme, sentí un sentimiento apretar mi pecho cuando la brisa removió su cabello.
—No.—denegué.—Ten esperanza, estamos todos juntos. Al menos, los que quedamos, debemos seguir.—le musité, alentándole a entrar, él asintió, girándose con un semblante decaído para acompañarme a la entrada de aquel cuartel, donde todos yacían sentados, parecían estar esperando algo.
—¿Cuánto es lo que saben sobre ese titán anormal?—adentrándome, observe fijamente a Reiner sentado delante de Connie.
—Mejor hablemos cuando estemos a salvo.—procuro en responder este, limitándose a hablar, ante mis pasos, pude ver como levantaron la mirada, incluso Annie me miró con detenimiento.
—Ainara.—Reiner me llamo, levantándose del suelo, mientras que observe en el fondo de esta sala a Armin dirigiéndose a Mikasa, no me moví, solo lo observé.—Oye.—Reiner se colocó en mi vista, me miró fijamente.—¿Estás bien?—me preguntó, por lo que vi atrás suyo, como Armin me miró.
—¡Los encontramos! ¡En el almacén de la policía militar!—dirigí mi mirada hacia la puerta extendida donde pude escuchar a Jean, él se acercó con varias cajas.—Están cubiertos de polvo.—aviso, abriendo las cajas para dar acceso a esas escopetas.
—¿Qué harán con esos mosquetes?—le pregunté a Reiner, viendo como todos creaban un círculo, donde Armin se presentaba en el medio, dirigiéndose a Jean, quien yacía inseguro.
—Armin cree que podemos derrotar a los titanes de la planta baja con ellos... —me respondió a mi lado.—Nos lo dejara a mi, Annie, Berthold, Connie, Sasha, Mikasa, Jean y tú. Me parece un buen plan.—añadió.
—Armin siempre me ha parecido excepcional para tomar iniciativa.—murmure, viendo como pareció haberme escuchado, porque sus azulados ojos me miraron por un segundo, al igual que sentí como Reiner me miró de reojo.
—Armin, ¿estás seguro que estos mosquetes funcionarán contra los titanes?—le preguntó Jean, inseguro de lo que parecía que Armin presentaría como un plan de estabilización.
—Creo que esas armas son mejor que nada.—afirmó Armin.—Si hay ocho titanes en la sala de suministros de tres a cuatro metros, podríamos usarlas para cegarlos a todos al mismo tiempo. Primero, bajaremos en grupo usando el elevador que está en el centro de este edificio. Luego, disparemos a las cara de cada uno de los ocho titanes, así los cegaremos. Finalmente, ocho personas se ocultarán arriba y atacarán el cuello de los titanes, justo después de que se disparen todas las armas. Por lo tanto, si fallamos esta operación, pondremos en juego nuestra victoria completa. Todo el mundo estará en riesgo.—avisaba, seriamente.—En un solo ataque, ocho personas tendrán que matar a ocho titanes al mismo tiempo de un solo golpe. Para esta misión tan riesgosa, debemos utilizar a los ocho soldados más aptos físicamente. Así que lamento poner la vida de todos en sus manos.—esbozó Armin, apenado.
—No hay ningún problema.—comentó Reiner, aún lado de mi.
—Si fallamos, sin duda moriremos, el riesgo es el mismo.—observe a Annie, era de las pocas veces que se expresaba, pero ella miraba a Armin con detenimiento.
—Aún así, me preguntó si esta idea es nuestra mejor estrategia.—se cuestionaba él, apenado por lo que había dicho.
—No tenemos opciones amigo, ni tampoco tiempo. Lo único que nos queda hacer es esforzarnos, y dar todo.—opinaba Marcó, con ese optimismo que parecía no haber tenido en un rato.
—Todo saldrá bien. Ten confianza. Tienes la habilidad de encontrar soluciones, tanto a Eren como a mi, nos salvaste la vida con tu intuición.—le decía Mikasa, haciendo que Armin desconcertado pareciera confundido.
—Ainara, toma.—observe cómo Marcó a mi lado, me estrechaba una de sus hojas provenientes de tu equipo. Agradecida, asentí.
—¡El ascensor está listo, las armas también! ¡Todas están cargadas!—avisaban, todos empezaban a removerse.—Ainara, andando.—me pidió Mikasa en ese bullicio, mientras que todos empezaban acomodarse.
—Espera.—me detuve en seco, Armin apretó mi brazo con mucha fuerza, tanto que no pude continuar caminando detrás de Mikasa.
—No tenemos tiempo.—musitó Reiner, deteniéndose con los demás, observándonos.
—Es cierto, ¿en qué estoy pensando?—él me soltó con delicadeza, me quede desconcertada, tanto que no pude determinar la situación, simplemente me quede en seco, viendo como Armin se distanciaba.—Buena suerte.—pidió, alejándose.
—¿Creen que sin los equipos de maniobras tridimensionales podamos matar a los titanes?—se preguntaba Connie junto a nosotros, bajando por aquellas escaleras, todos juntos.
—Claro que si. Son titanes de tres a cuatro metros. Será sencillo apuntar a su punto débil.—comentaba Reiner, con bastante seguridad.
—Exacto. ¿A quién le importa la altura? Su debilidad es la misma.—esbozaba Jean, asegurándose de tener el mismo objetivo.
—O simplemente les metes la cuchilla por el trasero como punto débil.—comentó Reiner, cabizbaja sonreí, todos parecimos pasmarnos por querer evitar la risa.
—¿Qué? ¿Como crees?—le preguntaba Connie, rodee los ojos, sin duda alguna, Connie era un tipo tonto.—No sabía de esa opción.—musitaba.
—Yo tampoco es la primera vez que lo escucho.—añadía Sasha, desconcertada por lo que esto se atrevió a decir, ella quizás también era algo de tonta.
—Reiner, ten en cuenta que esas pueden ser tus últimas palabras.—opinó Jean, seriamente mientras que se detuvo en seco.—Chicos, es aquí.—nos señaló una abertura, de donde podíamos ver las columnas por las cuales deberíamos pasar para quedar arriba de esos titanes.—Sigan el plan a pie de la letra, como dijo Annie, si uno falla, moriremos.—musitó, por lo cual asentimos.
Con cuidado, nos fuimos todos adentrando en esa pequeña abertura. Podíamos ver las vigas por donde parecíamos, la única desventaja es que era un lugar oscuro, objetivar nuestros movimientos sería de gran duelo. El elevador bajaría en cualquier momento, la señal sería enviada. Pasaba cuidadosamente por las vigas, el balance era importante en este momento, si me resbalaba caería y esos titanes abajo, me comerían sin duda. Todo el operativo se arruinaría. Cada uno nos postulamos en las esquinas adecuadas, teníamos la visibilidad para confrontar a los titanes. Prepare mis hojas, sentía tensión. Podía tener la visibilidad de todos, nos mirábamos. Ele elevador empezaba a bajar. Apreté con fuerza mis cuchillas, no podíamos fallar. Si dudaba, mis amigos morirían. Me mantuve atenta, eran exactamente ocho como Armin lo había descrito. Escuchaba, podía escuchar el mecanismo que provocaba el elevador a bajar. Una grata iluminación se reflejaba en esta gran sala de suministros, dándonos la luz suficiente para poder determinar el ataque a los titanes. Ahí, pude verlos en aquel centro. Todos ellos yacían expuestos en el elevador, sometieron sus armas al borde, donde sobresalía el campo de tiro. Apretaban fuertemente las armas. Estaban igual de tensos que todos nosotros, podía ver las gotas de sudor bajarles por la frente.
El primer titán se deslizó frente a ellos. Se sobresaltaron, pude escuchar como soltaron sus bocanadas de aire. Me sostuve, inclinándome en la viga como los demás. Cada minuto que pasaba, se sentía eterno y atemorizante. Los titanes continuaban removiéndose, era como si ese sentido que había en ellos les avisara sobre la gran cantidad de humanos que yacían en ese elevador al que se dirigían para acorralarlos. La voz de Marcó se sucumbió a mis oídos. Los disparos se hicieron presentes, disparos continuos. Sonreí, me incliné hasta levantarme, corriendo con rapidez por las vigas de maderas en las que todos estábamos expuestos, corriendo por el mismo objetivo. Apreté mis mangos, me impulsé hacia adelante y me lance al titán que yacía en el área de mi viga. Mis hojas traspasaron con facilidad el área de la nuca, haciéndome caer al suelo con suavidad a pesar de mi lanzamiento tan brusco. Levante la mirada, mi titán caería por lo cual me distancié viendo como los demás titanes también empezaban a caer. Se evaporarían, ya estaban muertos. Sonreí, dirigiendo mi mirada al elevador, con detenimiento me fije la mirada en Armin. Lo había hecho, lo había vuelto hacer, Armin nos salvó.—¡Ayuden a Sasha y a Connie!—mi sonrisa se esfumó, bruscamente me giré ante el aviso de Berthold.
—¡Alguien haga algo rápido!—pidió Jean, lo cual nuevamente ajuste las hojas que a penas me funcionarían para un segundo ataque, esclareciendo como Sasha caía al suelo con brusquedad intentando de escapar del titán.
—¡Cuidado!—pedí, viendo cómo Mikasa fue capaz de poder traspasar el titán que había ido tras Sasha, por lo cual corrí viendo como Connie estaba atado a una pared, me trepé encima de aquel titán antes de caer, lanzándome hacia él que estaba delante de Connie, pero un mal movimiento de Annie en cercanía a mi, me hizo caer fuertemente junto a ella cuando nuestras espadas cortaron la nuca, hasta enredarnos.—¡Ah!—me quejé, pisando el suelo en un mal movimiento donde mi tobillo se torció.
—¡Mikasa, gracias!—gritaba Sasha, mientras que yo dirigí mi mano al tobillo, acariciándolo.
—Lo lamento.—levante la mirada, observando con detenimiento cómo Annie estaba parada delante de mi.—No sabía que lo salvarías.—excusó, pero en un intento de tener empatía, me forcé en silenciar por su presencia.
—Annie, eso estuvo cerca, me alegra que estés bien.—musitó Reiner llegando a su lado, pero ella tan solo se inclinó por distanciarse, mirándome de reojo, apenada.—¿Qué le pasa?—se preguntó.
—¿Ainara, puedes levantarte?—me preguntó Berthold, estrechando mi mano, pero solté un leve quejido cuando intento incorporarme.
—Vamos floja.—me pidió Reiner, aguantándome junto a Berthold, ambos caminando en cada lado estrechó de mi.—Ya se te pasara.—me dijo sonriente, mientras que me levantó para dejarme sentada en un banco, donde Mikasa llegó hasta a mi.
—¿Qué pasó?—me preguntó, observando cómo Reiner me quitaba mis equipos de maniobras tridimensionales.—¿Qué haces?—le miró ella extrañada.
—Se torció el tobillo. No podrá sostener su peso, llenaré su recipiente, pero deberá mantenerse con nosotros. Velaremos por ella.—indicó Reiner, pasándole a Berthold mis recipientes, pero una tensión de mirada entre Reiner y Mikasa se denotó frente a mi.
—Yo puedo cuidar de ella.—artículo Mikasa, mientras que Reiner se quedó serio, mirándole.
—Podemos cuidar de ella.—giré mi mirada, viendo como Armin se acercaba a nosotros, la tensión disminuyó en cuanto Reiner sonrió, asintiendo, para así palmear mi espalda; Mikasa sujetaba los recipientes de Armin, los debió haber llenado.
—Es cierto, no puedo tratarla como una floja.—masculló, pero algo extraño sucedió en ese intercambio de miradas, Reiner cambió de un humor a otro, parecía tener un objetivo, algo extraño.—Llenare mis recipientes, hay que largarnos de aquí.—decía Reiner, aislándose.
—Gracias chicos, pero no quiero ser una carga.—indique, viendo como Berthold le pasó mis recipientes a Armin, para que tuviera acceso ayudarme.—Solo me torcí el tobillo.—avise, levantándolo, pero ante Armin quedar frente a mi, amarrando mis correas con fuerza, me hizo removerme quedando más cerca a él.
—Aún así, debemos asegurarnos que nada malo te pase.—decía, pero ambos nos quejamos en cuanto nuestras frentes chocaron.—¡Lo siento!—se disculpó, pero me tense cuando su aliento chocó con el mío, era una extraña sensación que parecía reconocer.—Lo siento... —se disculpaba, pero sonreí cuando simplemente lleve mi mano a su cabeza, impulsando a que chocara nuevamente en mi pecho, lo abracé, viendo cómo Mikasa llegaba a nosotros.
—Salgamos de aquí.—nos pidió ella.—Armin, ayúdame.—ella se acercó a mi, acerándome a su cuerpo, igual que Armin, avanzábamos a la abertura de donde provenía la luz.—Tienen que ver esto.—comentó, desesperada, nos impulsos hasta llegar al tejado con los demás.
Todos llegaban a nosotros. Era el hecho de ver cómo aquel titán se dejaba ser comido, aquel titán de quince metros. Me quede recostada de Armin, él me aferró a su cuerpo con fuerza para impedir mi movilidad. La brisa era fresca, se sentía esperanzadora. Nos cuestionábamos el porque ese titán aún así nos había seguido, o incluso, porque se sometió con tanta furia hacia los demás titanes, solo se que, tenía esperanza. Mi cabello suelto se removía, suspiraba gruesamente en cuanto el vapor de aquel titán se desprendía por lo despedazado que estaba con las mordeduras de los demás titanes. No nos movíamos, solo observábamos.—Ten esperanza.—ese susurró en mi oído resonó como un vago recuerdo de mi memoria que no pude determinar, solo se que me erice por esa voz desconocida. Era una mujer, una voz que no reconocía. Me quede inmóvil y helada. ¿Esperanza? Me preguntaba, viendo como de aquel titán, podía esclarecer que algo sobresalía. Mis ojos ss abrieron grandemente, tanto que solté una bocanada de aire. Lo único que podía recordar, era el hecho de que su sangre había caído plasmada en mi rostro como un suceso perturbador que me retumbaría por los días, pero ahora, esto era diferente. Era confusos. Ese algo. No, algo no. Era alguien lo que sobresalía, era el cuerpo de Eren Jaeger.
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